martes, 5 de marzo de 2019

"Sodoma", de Frédéric Martel. II parte



Frédéric Martel parte de una hipótesis que busca probar a lo largo de su extenso libro. “La dimensión gay no lo explica todo, claro está, pero es un criterio decisivo si se quiere entender el Vaticano y sus tomas de posición morales” (Pos. 161). “También saben que el deseo sexual, y ante todo el deseo homosexual, es uno de los motores principales de la vida vaticana” (Pos. 200). Para probar su hipótesis deberá probar que la mayor parte de los funcionarios vaticanos son homosexuales (el 80%,  estima), y lo hace utilizando métodos de investigación bastante curiosos, que adapta según el caso, y que no pasarían el examen elemental en cualquier cátedra universitaria.

Se basa en una serie de postulados, a los que llama “reglas”, y que no se sabe bien de dónde salen. La primera y más importante de ellas es la que establece que “cuanto más homófobo es un prelado, más posibilidades hay de que sea homosexual” (pos. 204). Su primera misión será, entonces, desenmascarar a este tipo de prelados, los más duros, los más conservadores. Y el primero es el cardenal Burke, y como Martel afirma que no obtuvo ningún testimonio o comentario acerca de sus costumbres sexuales, recurre entonces a otra evidencia: el gusto del prelado por echarse encima cuanta vestidura y colgajo pueda exhumar de los viejos arcones cardenalicios. Dedica un capítulo entero a burlarse lisa y llanamente de Burke, y lo hace utilizando las sornas y pitorreos que se escuchan en los sacros palacios cuando aparece el cardenal en los blogs y otros medios de prensa las clásicas fotos ataviado con la capa magna, o el armiño o el capelo apomponado. El periodista solicitó una audiencia con Burke que le fue concedida. Concurrió a su apartamento -el que describe minuciosamente, desde las lámparas y mesas, hasta las toallas del baño-, pero no pudo entrevistarse con él.. “No hay nada afeminado en Burke: según él, hay que respetar la tradición. ¡Lo que no es óbice para que viendo al cardenal con sus galas extravagantes y sus disfraces lo primero que nos venga a la cabeza sea una drag queen!” (Pos. 689), dice. Si esto es suficiente prueba para demostrar la regla recién mencionada, habrá que concluir que todos los cardenales hasta mediados del siglo XX eran homosexuales, puesto que todos ellos se ataviaban como Burke. (En honor a la verdad, hay que decir usar tanto chirombolo, en estas épocas, es bastante ridículo. Poco ayudan a Su Eminencia los amigos que fungen como sus asesores de vestuario).
El segundo gran ogro conservador al que hay que sacar del armario es el cardenal Müller, y la empresa es difícil. El alemán lo recibe en su apartamento vestido de chándal, lo que Argentina llamamos jogging, y responde fríamente a todas sus preguntas, mientras destrata a una monja que le acerca un té. Sin embargo, y resignado ya al fracaso, un suceso viene en ayuda de Martel. El cardenal recibe una llamada telefónica; cuando identifica el número, se le iluminan los ojos, habla un buen rato con tono afectuoso -distinto al que había usado con el-, lo que le lleva a concluir que “Si no tuviera ante mí a un hombre que ha hecho voto de castidad y si no oyera resonar a lo lejos, en el aparato, una voz de barítono, podría suponer que se trataba de una conversación sentimental”. Es decir, hay que sospechar también de Müller: sería también homosexual tan desenfadado que habla tranquilamente con su amante en presencia de un periodista. Y Martel pretende que se lo considere un periodista serio…
En tercer lugar, habrá que manchar al cardenal Sarah, pero le resulta imposible. No solamente no encuentra testimonios, como en los casos de Burke y Müller, sino que no encuentra indicios de ningún tipo, y para salir del paso recurre al “método Kasper”. Afirma: “Robert Sarah no nació católico, se convirtió. Creció en una tribu conanigue, a quince horas de taxi de la capital Conakry, y compartió sus prejuicios, sus ritos, sus supersticiones e incluso la cultura de la hechicería y los morabitos. Su familia es animista, su casa es de tierra batida, donde se duerme en el suelo. Así nació el relato del jefe de tribu Sarah” (Pos. 5743). Se trata de un cardenal primitivo, apenas despierto como para aprender a leer y hablar cuatro palabras de francés. Y su primitivismo y superchería se demuestra por el hecho que es un impulsor de la misa en latín y de espaldas a los fieles! Sólo alguien muy elemental y supersticioso puede querer volver a semejantes costumbres… Recoge el testimonio de un sacerdote que le dice: “Sarah es un gran místico. Reza continuamente, como alucinado. Da miedo. De verdad que da miedo” (Pos. 5760). Y le creo; esta gentuza de lo único que puede tener miedo es de la oración y de la presencia de Dios. Y se horroriza por uno de los grandes crímenes de Sarah: en su relación con los países pobres, se preocupa más por la evangelización que por la filantropía. ¿Cuál es la conclusión que un lector medianamente avisado saca de todo lo dicho? Que, efectivamente, el cardenal Sarah no es homosexual, pero no porque no quiera, sino porque no le da el piné. La sodomía es para espíritus más refinados que los de un simple negro africano.
Para desclosetar a los cardenales que no son homófobos, es decir, que son progresistas, el autor utiliza otro probado método científico. Dedica muchas páginas de su libro a describir el mundillo católico homosexual francés de buena parte del siglo XX, donde se destacan Ernesto Psichari, Jacques Maritain, François Mouriac y Jean Guitton, quienes serían representantes del grupo de aquellos que soportaron estoicamente su inclinación, viviendo castamente e incluso tratando de ayudar a otros que sufrían el mismo problema a tomar el camino de la autonegación. Una vez establecida esta premisa mayor, Martel considera que todos los prelados que fueron amigos o leyeron a algunos de estos autores, son homosexuales como ellos, hayan sido practicantes o no. Mirando para atrás, incorpora al grupo a Juan XXIII y a Pablo VI. Y comienza a visitar purpurados ya muy ancianos a los que se gana afectivamente hablando con ellos de literatura y tratando por todos los medios que confiesen su gusto por los escritores franceses recién mencionados. Y pisan el palito los cardenal Paul Poupard, Roger Etchegaray y Jean-Louis Tauran, entre otros, además de varios obispos y arzobispos. 
Pero este infalible método no le sirve para cazar al cardenal Stanislas Dziwisz, a quien llama la Viuda, apelativo con el que lo conocen sus colegas vaticanos, y que fuera secretario privado del papa Juan Pablo II. Dedica varias páginas al caso de Dziwisz, que ahorraremos. Digamos que lo visita en Cracovia, pero como el pobre cardenal no es precisamente un intelectual sino un campesino con suerte, y no tiene idea de literatura francesa, lo mete también en la bolsa porque lo trató con mucha dulzura, le tomó de la mano y le regaló dos rosarios. 

Dedica luego Martel un largo capítulo a investigar al mundillo gay que rodeó a Juan Pablo II. Y no se entretiene con el bajo clero que correteaba alocadamente en las universidades pontificias o por los parques que rodea el Capitolio. Comienza a cortar cabezas con el cardenal Casaroli que, según parece, fue el gran protector del cardenal Achille Silvestrini, ambos de rumboso pasado rosa.
Como el primero ya está muerto y el otro muy anciano, pasa a uno de los peces más gordos. Martel identifica con pseudónimos reales, es decir, que se usan actualmente en la Curia, a los más gays de todo el Vaticano. La Montgolfiera, Platinette, La Païva y Mons. Jessica. La Montgolfiera (el origen del apodo se debe a “«una apariencia imponente, mucho vacío y poco aguante», me explica mi fuente, que quiere destacar la naturaleza aeronáutica, la arrogancia y la vanidad del personaje, «un confeti que se toma por un globo aerostático»” (Pos. 4461), es el cardenal Angelo Sodano. El sobrenombre ya había señalado hace veinte años por Mons. Luigi Marinelli, un curial jubilado, en su libro Via col vento in Vaticano. Martel le descubre las plumas a Sodano porque es notoriamente afeminado, porque era amigo del ex padre Fernando Karadima y porque protegió a muchos homosexuales, entre ellos, el emblemático Marcial Maciel. Sodano vive actualmente con su amante masculino en su lujoso departamento del Pontificio Colegio Etíope, en el interior mismo de la Ciudad del Vaticano (Pos. 9575). 

“Monseñor Jessica”, apodo que según dice Nuzzi en su  libro corresponde a   Francesco Camaldo, es decano de los maestros de ceremonias pontificias, entre otros menesteres. Según uno de los soplones de Martel, Camaldo “aprovechaba las visitas regulares del Santo Padre a la iglesia de Santa Sabina de Roma, sede de los dominicos, para entregar a los jóvenes frailes su tarjeta de visita. Su pickup line, o técnica de ligue, fue objeto de comentarios en todo el mundo, cuando fue divulgada en un artículo de investigación de la revista Vanity Fair: ¡pretendía seducir a los seminaristas proponiéndoles ver la cama de Juan XXIII!” (Pos. 8430). 
continuará

24 comentarios:

  1. lo que es a mí... el 70 % de los curas me parecen, por lo menos, "afrancesados". No digo homosexuales.Qué quiere que le diga, lo pienso así aunque el tal Martel no hubiera sacado ningún libro.

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  2. La pregunta clave es: porque razón cardenales dela talla de Burke, Müller, Sarah, Dziwisz concedieron entrevista y recibieron a semejante mamarracho que era evidente por sus antecedentes la basura que escribiría? Acaso " alguien" les obligó a recibir a Martel?

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  3. Se confirma mi percepción que este libro fue hecho a partir de la inspiración de Sauron de Santa Marta. Para lograr en principio 3 objetivos: mostrarse como un pobre pastor inocente " acorralado" por la mafia gay en vistas a la seudo cumbre por abusos sexuales, tirarles misiles y calumniar a sus oponentes, normalizar naturalizado la homosexualidad eclesial.

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  4. Por si no ha quedado claro en el texto: los cardenales Burke y Sarah no recibieron a Martel. Müller sí lo recibió, en joggins y pegó cinco ladridos y tres mordiscos. Dziwisz es un bendito, fíjese que hasta le regaló un rosario...

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  5. Uno se pregunta qué define la heterosexualidad para esta clase de gente. El abiertamente amanerado es gay y el que es contra también es gay... ¿Quién no es gay entonces?

    Lo de Sarah es de oro, como siempre, porque muestra que el supuesto apoyo de los "colectivos LGTB+" a quienes sufren discriminación racial es puro bulo. Son racistas y clasistas y lo que es peor, hipócritas (en el sentido de que, en general, el clasista lo es abiertamente y no se disfraza de igualitario y se llena la boca con los extranjeros). La hipocresía, por cierto, es también una marca de gran parte del progresismo ad intra ecclesia. Llenarse la boca con los pobres pero guay de que les toques sus pesitos o sus cosas.

    De todos modos la lectura es una manera importante de abrir los ganchos, porque esta concepción no es exclusiva de este tipo: es la que se maneja en su mundillo y es un mundillo que se hace cada vez más poderoso.

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  6. Sorprende que determinados prelados recibieran a Martel. No solamente le recibieron curiales -de hecho, el Cardenal Farina fue uno de los que más se explayó según cuenta y supongo que así saldaría cuentas con algunos curiales- sino también, por ejemplo, cardenales de indudable trayectoria como Bagnasco o Ricard.

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  7. Cloaked Raven: exacto, Sarah si quiere (y lo más probable es que no le interese) puede usar las armas del progresismo y meterle un juicio a Martel por racismo. En Europa las leyes anti-discriminación son particularmente duras, pudiendo llegar a ser penadas con cárcel.

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  8. Si se comprendio el texto, el punto que marcó es que Burke si le concedió entrevista, pero no lo recibió, Müller y Dziwisz si concedieron entrevista y le recibieron. Precisamente por el respeto que le tengo a estos cardenales y por la defensa de la fe y doctrina que hacen es que me parece sospechoso que concedieran entrevista y/o recibieran ese mamarracho de Martel Salvo que hubieran sido presionados. Ese es el punto. Solo se comprende bajo presión de "arriba".

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  9. A Martel ningún cardenal u obispo debió conceder entrevista es enemigo de la Iglesia. Es darle pasto para comer. Entiendo que con gusto y agrado fue recibido por la mafia lavanda gay o bajo presión por los cardenales que resisten la defensa de la fe y sana doctrina.

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  10. Seamos realistas: la mayoría no sabían quién era este periodista. No creo que fueran presionados: la prueba está en que, como cita el autor del blog, algunos no lo recibieron incluso siendo curiales y pudiendo recibir presiones fuertes. Creo que solo algunos prelados le recibieron enterados de quien era y en ese caso lo hicieron porque quisieron. La inmensa mayoría sin enterarse ni querer hacerlo. Y algunos, como debían, le dijeron que no.

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  11. De algunos cardenales sorprendentemente habla bien sin ser progresistas. Resulta chocante.

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  12. Por lo visto, Martel ha usado el clásico recurso de detección de gays: "A quien me de un besito, le cuento quién es homosexual"

    El Pulpero de la Recoleta

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  13. No creo que nadie sufriera presiones. La prueba es que algunos -incluídos curiales- no lo hicieron y no le recibieron. Lo más probable es que la mayoría de los prelados que hablaron con Martel ni siquiera hubieran oído hablar del periodista. Solamente algunos hablaron con la intención de desquitarse como el Cardenal Farina.

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  14. Querido Wanderer,

    Estoy también en ello.

    Me he atorado con la mitad del libro-ladrillo y tengo tal indigestión que se hace difícil terminarlo.

    Es un libro de combate, que tiene como cualidad sentar desde el inicio el bando del cual se revindica el autor.

    En francés, idioma original, la prosa es lisa, llana y sin grandes cualidades.

    Escribe como la gran mayoría de los periodistas actuales, sin ningún estilo.

    Sorprenden los primeros capítulos por la férrea defensa de Francisco y la estudiada denostación del ala tildada de conservadora de la curia.

    Pero, haciendo una lectura a contrario, algunas cosas tristes e interesantes se pueden resaltar.

    Hasta el momento entiendo que los dichos de Vigano son ciertos (ya lo sabíamos, pero lo confirma el enemigo).

    Algunos pasajes sobre los benditos sínodos de la familia y las jugarretas de Bergoglio and Co (el maestro de orquesta siendo Baldisseri) parecen ciertas también y dan escalofrío porque de no ser por algunos cardenales que aún conservan la fe, se habría ido mucho más lejos que los amoríos de Leticia y los cambios hubiesen sido mucho más drásticos.

    Agradezcamos pues a Burke, Müller, Sarah, Brandmüller y algunos otros pocos (los finados Caffarra, y Meisner) sin los cuales quien sabe cómo hubiese terminado la revolución primaveral…

    Confirma también que el Vaticano encomendó al dominico Adriano Oliva un libro, “Amours” (que hizo bastante ruido), en el cual se intenta justificar que St Tomas de Aquino no condena la homosexualidad…

    En resumidas cuentas, y a esta altura de su lectura, me parece que este libro es un encargo para justificar la homosexualidad del clero y, aprovechando tal combate, darles también algunos palos a los conservadores.

    Espero terminarlo antes de forjarme una opinión definitiva, pero, a estas alturas, nadie me quita la idea de que el libro fue un encargo de Francisco a alguno de sus adulones de recinto.

    Parece confirmar ello el silencio del Vaticano al respecto, a más de 2 semanas de su publicación. Probablemente hagan igual que con Vigano: “-no diremos nada, háganse ustedes su opinión…”.

    Agrego que, pese a la (mala) calidad del libro, le hará mucho mal a la Iglesia y escandalizará a muchos.

    Confirma que la lucha es a muerte y que gran parte de nuestras tropas revisten las armaduras de Sauron.

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  15. El anterior comentario es mío. Pido disculpas por repetirme pero creía que no se había recibido. Lamento las molestias en el blog.

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  16. Alguien dió la orden de abrir las puertas del Vaticano y alojar dentro del mismo a este enemigo de la Iglesia. Es tratar de estúpido al pueblo católico justificando con el " no sabían quien era Martel", tenían la obligación de saberlo o averiguarlo. Martel mismo se ufana de haber sido bien recibido, o que lo desmienta el vaticano. No somos boludos.

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  17. Como bien nos avisaba en su primer artículo, un contenido duro y no hecho para todas las sensibilidades. El autor del libro es lo que es, una "loca" a nivel internacional, que se deja llevar mas por sus fantasías sexuales que por la realidad que dice estudiar. De eso lo hay a nivel nacional y diocesano. Mezcla medias verdades con medias mentiras, y todo lo engorda con la escoria que lleva en su corazón. Como bien dice el Evangelio, de ahí a la boca. Como nos invitaba inicialmente, pasaré de largo y esperaré al siguiente artículo de otra temática. Gracias por su trabajo y mantenernos informado, no habrá sido plato de buen gusto.

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  18. Gilles de Rais, a mi también me llamó la atención que confirma el testimonio de Viganò. Y confirma, además, el modo sucio y desleal como se condujo el sínodo manejado por Baldisseri. Por eso mismo, creo que hay que ser cuidadosos en solucionar la cosa diciendo: "Es un libro lleno de chismes y mentiras". Hay más miga que eso.

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  19. Me parece más que improbable que quienes recibieron a Martel lo hayan hecho presionados. Eso podía suceder, pero ¿qué pasaba durante la entrevista? El presionado podía acceder a encontrarse con el francés pero luego podía decir lo que quisiera, ¿o también tendríamos que admitir que habían tres gendarmes vaticanos presionando para que dijera lo que debía decir?
    No busquemos conspiraciones en todas partes...

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  20. Vergonzoso pero pone de manifiesto la pobreza intelectual aunque no caigan en esperpentos parecidos de la progresía eclesiástica que desprecia cunato ignora. El reirse de capas magnas, casullas de hilos de oro y en definitiva lo que se ha legado por la Tradición en tantos siglos y que bajo esa estética son signos, símbolos y señales de una Fe coherente y una doctrina es de una ignorancia además de una maldad supina. Es muy del estilo de lo que dijo Bergoglio al ser elegido sobre los capisayos y trapos, que en su día se negó y por lo que se ve es cierto, como muchas cosas que denotan su grosería, vulgaridad y feismo así como la querencia de lo peor que es de lo que se rodea.Esta forma de pensar se pone de manifiesto y en ridículo en detalles como los que da el Martel este sobre Burke, o sobre Müller.Vergonzoso el apartado sobre Sarah que claro como no es europeo, es negro y además era pobre pues era de una tribu que poco le falta para beber la sangre del vecino y eran unos cafres sin civilizar. Claro les faltó él para decirles como es la civilización europea y para hacerles ver que todos nacemos gays pero que la sociedad nos encasilla y tal. Propio de una mente enferma y malvada la del tal Martel.
    Racismo por los cuatro costados, porque como va a entender nada y a iluminarse y para colmos reza que parece que da peligro,(se nota que a esta gentuza le da miedo que la gente rece) si es un negro patriarcal que nunca llegará a entender.
    Para colmos nos deja caer la polémica famosa que se dijo sobre Pablo VI y el actor este amigo de Maritain, pero como son de influencia francesa y progresistas moderados eclesiásticos pues sufrían por ser homosexuales y daban consejos a otros para calmar su dolor pero no practicaban, eso se lo deja a conservadores hipócritas. Para más oprobio mete a Juan XXIII, que era piropeador de mujeres simpático. Sólo le falta hablar de Pío XII que era evidente que parecía más un angel que un humano y para colmo trata de justificar al pobre Bergoglio como presionado por toda esta gente homosexual abiertamente que en el fondo cuanto más conservadores más homófobos más homosexuales serían y que para colmos se la tienen jurada y no le pueden ver.
    La realidad es al revés la camarilla trepa, lameculos y tiralevitas que le rodea es mucha de ella mafia lavanda homosexual y él está encantado con ellos, pues son los que le han dado el poder y los que echaron al anterior Benedicto XVI cuando se tomo en serio lo de barrer,(no obstante fue llamado el barrendero de Dios).Esto da a entender a quién blanquea y qué propósitos esconde y uno de ellos es la normalización de la homosexualidad dentro del mundo y de la Iglesia y que la gente piense que todos son maricones,luego habrá que indagar quié edita, promueve y financia y Soros no andará muy lejos u otro parecido. Haber si va a resultar que el autor come muchos días en Santa Marta.

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  21. Maritain, Mauriac, Guitton....Psichari! Todos maricones? De todos -menos de Psichari- pueden señalarse prevenciones pero, ¿sodomitas? Sabía de la infamia contra Psichari pero no de los demás. A no dejarse llevar por eso.

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  22. Copio y pego (de una publicación católica de España): El cardenal Gianfranco Ravasi, arremete contra las críticas "ultracatólicas" a Francisco: obra de "minorías débiles", "banalidades", "extremadamente pobres" teológica e intelectualmente
    En conversación con un portal alemán, el cardenal Ravasi también ha dado su opinión sobre lo que ha calificado como las críticas "ultracatólicas" del Papa Francisco, las cuales, ha recordado, son obra de "minorías débiles" en la Iglesia.
    Aunque estos ultras son minoritarios, "son buenos en utilizar los medios masivos de comunicación para que todo el mundo hable" de sus quejas, ha admitido el purpurado, si bien es cierto que sus sitios webs "son extremadamente pobres desde el punto de vista temático, teológico e intelectual", llenos "a menudo" de "banalidades".

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  23. A los Cardenales chochos , le hizo decir lo que quiere ...

    Y los otros ...dijieron lo que querian ...

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  24. Como el autor desautoriza ad hominem al card. Sara, así desautorizaron a los obispos africanos en el sínodo de la familia.

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