Francisco José Soler Gil, Al fin y al cabo. Reflexiones sobre la muerte de un amigo, Encuentro: Madrid, 2021.
El autor del libro es conocido en este blog ya que escribió en él varios artículos hace algunos años. Es profesor de filosofía en la Universidad de Sevilla y se ha especializado en la filosofía de la física, y este perfil lo hace particularmente apto para lazarse a escribir sobre la muerte. Como él mismo dice, se trata de un tema que para ser abarcado exigiría varios volúmenes por lo que su libro es una síntesis, pero no se trata de un escrito apretado y denso, sino que, por el contrario, se lee con facilidad, y en mi caso al menos, con mucho gusto.
Está dividido en tres grandes partes: “Lo que sabemos sobre la muerte”; “Reacciones ante la muerte” y “Conjeturas acerca del significado de la muerte”. Y en cada una de ellas se trata con seriedad y sin concesiones todos las aristas del tema en cuestión : desde las estrictamente biológicas hasta las existenciales y filosóficas. Y esto me parece uno de los aciertos más importantes del libro: el autor no escamotea ninguna objeción, ningún temor ni ninguna duda que aparezca en esos campos. Expone con honestidad los planteos del materialismo o de la visión agnóstica de la vida y del mundo y los enfrenta con serenidad, y los sólidos conocimientos que le proporciona su formación lo habilitan para dar respuestas apropiadas y convincentes.
Señalo, además, otras dos virtudes del libro, de entre otras muchas que posee. En primer lugar, se trata de un texto claro y ordenado; el autor no solamente anuncia al inicio de cada apartado el objetivo que persigue sino que utiliza un discurso instruido pero apto para ser comprendido por cualquier persona culta que se acerque a su lectura, sin necesidad de que sea un especialista en las abstrusos vericuetos de la filosofía y de la física.
En segundo lugar, el libro está escrito por un cristiano como una reflexión provocada por la muerte reciente, y a raíz del covid, de un colega y amigos suyo, el profesor Javier Hernández-Pacheco, que fuera un conocido y excelente docente de filosofía en la Universidad de Sevilla, autor de numerosas obras en las que buscó inteligir el mundo contemporáneo a partir de la sabiduría y de la fe católica que profesó con fidelidad a lo largo de su vida. Esta circunstancia hace que el libro tenga un toque de humanidad y de emotividad que no suele aparecer en otro tipo de texto, pero sin que las emociones enturbien el razonamiento del autor.
En resumen, un libro altamente recomendable para ser leído sobre todo cuando se ha sobrepasado la mitad de la vida, y en los tiempos luctuosos que estamos viviendo.
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Eduardo B. M. Allegri, Un tal Chesterton, Vórtice: Buenos Aires, 2021.
La editorial Vórtice, como siempre, es capaz de robarnos, o regalarnos, un fin de semana placentero. Y es lo que me ocurrió este último fin de semana, que me lo pasé repantigado en mi sillón leyendo el libro de Allegri sobre Chesterton. Un verdadero placer, y no podía ser de otro modo cuando se trata de acercarse a la vida y a la obra del inolvidable y cada vez más enorme G.K.
En septiembre de 2019 estuve un día en Beaconsfield recorriendo los lugares chestertonianos: su casa, la iglesia que le fue tan cara y significativa y su tumba, con la bellísima escultura de Eric Gill. Pude, además, visitar su biblioteca que se encuentra en la casa parroquial y que el sacerdote muy amablemente me mostró y dejó curiosear. Todos estos recuerdos volvieron al leer este libro lo cual es un signo claro que el autor ha sabido no solamente presentar a Chesterton, sino hacerlo de un modo ameno, casi coloquial, que llama recuerdos y enciende emociones.
Allegri repite en más de una ocasión que la suya no es una obra que pretenda originalidades, y difícil sería decir algo original sobre Chesterton, después de todo lo que se ha escrito sobre él. Y en todo caso, para hacerlo, habría que escribir una obra erudita, una tesis doctoral con lenguaje apretado y texto oscuro, como corresponde a un texto académico que se precie de tal, y al que accederían solamente unos pocos interesados.
Este libro, en cambio, es una excelente introducción a Chesterton, y ese es su mérito principal. Es una herramienta fácil de conseguir, y por pocos pesos, para introducirse en su figura, y esto, además de un mérito, es una necesidad. Ocurre con frecuencia que cuando se pregunta a los jóvenes católicos, en proceso de formación y ávidos de lecturas, si han leído a Chesterton, responden con renuencia y casi avergonzados que no, lo cual es incomprensible. Aquí tienen entonces un libro que los introducirá en el personaje y en su obra y que los guiará en la lectura de la obra chestertoniana.
Después de un utilísimo capítulo introductorio con las fechas de Chesterton y un elenco de todas sus obras, el autor desarrolla los siguientes capítulos: “El hombre”; “El hombre en el mundo”; “El escritor”; “Chesterton en la Argentina: un caso”; “Los detectives de Dios”; “Los amores de GKCh.”; “Humor inglés y alegría cristiana”; “Una clave: el realismo de GKCh”, y “Chesterton, Defensor de la fe”. Como puede verse, está más que justificada mi consideración: se trata de una excelente introducción.
Animo a leerlo, y garantizo con ello un placentero fin de semana.
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Muchas gracias por el comentario.
ResponderEliminarPor dónde empiezo a leer a los místicos españoles del siglo XVI? Alguna recomendación?
ResponderEliminarEstimado Wanderer, yo no soy un entusiasta chestertoniano. Si el centro del mundo pudiera estar en Beaconsfield, cosa que no es descartable muy con el pesar del papa de Roma, lo sería por otro habitante de ese lugar. Me refiero a Edmundo del Burgo, Edmund Burke.
ResponderEliminarHubo un tiempo cuando los buenos hombres escribían para que la sociedad no se precipitase a los abismos, Burke, Newman, ... ¿ya no nacen hombres buenos? Feliz Domingo a todos.
Gracias! Trataré de conseguir los dos!
ResponderEliminarDon Wander, a propósito de su feliz tema “Dos recientes y buenos libros”, ¡qué magnífica obra está haciendo usted con nosotros al proporcionarnos, a través de su brillante blog, no solo tan generosa como sana materia doctrinal, indispensable para seguir formándonos en el venturoso camino de Dios, sino también, como en este nuevo caso, de presentarnos dos obras relativas a admirables testimonios de la fe católica, como, sin olvidarnos de tantos otro no menos meritorios, lo fueron los notabilísimos Gilbert Keith Chesterton, y Javier Hernández Pacheco! Algo que, en estos tiempos de sistemático descuido de la fe, desprecio de la recta doctrina, frecuente herejía, cuando no, en el marco de una masiva apostasía, con el virtual abandono de la fe católica, como sucede actualmente, con tantos obispos, sacerdotes y laicos, en Alemania, no deja de ser un valioso y providencial auxilio para todos aquellos católicos, que, asistidos por la gracia divina, reman incansablemente contra la brutal marejada en contra, motorizada por la actual, y esencialmente anticristiana, revolución cultural, persisten en el difícil oficio de buscar responder de la mejor manera posible al, siempre presente, universal llamado de Dios a la santidad. ¡Dios bendiga su obra!
ResponderEliminarEn el día de la fiesta de la Venida del Espíritu Santo sobre la Santísima Virgen y los apóstoles, ¡mis caluroso saludos a todos!
¡Dios proteja a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
Estimado Don Wanderer: Si aún no lo ha hecho, podría abrir la sección con las reseñas y comentarios de libros.
ResponderEliminarLe agradezco por vuestra generosidad de compartir y difundir buenas lecturas!
Se agradecen las dos recomendaciones.
ResponderEliminarTuve la suerte de estar en Beaconsfield las dos veces que fui a Londres y visitar los entrañables lugares que menciona quien redacta el artículo -la parroquia que ayudó a construir, Top Meadow y el pequeño cementerio católico en el que está enterrado GKC.