[Desde hace ya algunos meses, el reconocido periodista italiano Aldo Maria Valli, tiene la gentileza de reproducir en su blog Duc in altum la mayor parte de los post que publico en Caminante Wanderer.
Hoy ha publicado también mi última entrada, titulada “Resignación” y lo hace adjuntando una extensa réplica del Prof. Viglione, a la cual me veo obligado a responder]
El Prof. Massimo Viglione ha tenido la amabilidad de redactar un largo y minucioso artículo en respuesta a mi escrito titulado “Resignación”. No puedo si no agradecer su tarea y el interés puesto de manifiesto hacia mis breves líneas.
Sin embargo, me resulta difícil comprender el objeto de la respuesta del colega Viglione. Mi intención no fue discutir la Revolución sanitaria ni las eventuales tasas de contagio provocados por las vacunas, entre otras tantas cuestiones. Son temas que están fuera de mi competencia e interés.
Expresamente digo en mi artículo lo que me interesa discutir:
Pero no me interesa discutir estas cuestiones que, en el fondo, son fenoménicas. Me interesa indagar en la psicología de aquellos que continúan esperando, como Helen White subida al tejado de su casa, el apoteósico final. En el fondo, creo yo, hay una fuerte necesidad de poblar su fe y su esperanza con hechos concretos que las confirmen..
En pocas palabras, lo que yo quería discutir es el modo que tenemos los cristianos de vivir las virtudes de la fe y la esperanza en el valle de sombras que estamos atravesando, oscuridades innegables que vemos en la Iglesia y en el mundo.
Y para hacerlo, proponía utilizar como clave de interpretación de la fe y la esperanza el concepto de “resignación” de San John Henry Newman, que cito textualmente al final de mi artículo. Como cualquiera puede observar, la resignación newmaniana nada tiene que ver con la resignación según la entiende el Prof. Viglione, que llega incluso a asimilarla a la complicidad con el mal y a la pereza.
Me da la impresión entonces, que no he sido suficientemente claro en mi artículo, o bien, que he sido interpretado erróneamente, y no puedo si no lamentar cualquiera de las dos posibilidades.