jueves, 19 de enero de 2023

¿Qué es el Concilio Vaticano II?





por Bonifacio

Hay un momento de epifanía en el camino hacia el Tradimundo que ocurre cuando te das cuenta de que al grupo progresista que controla la Iglesia en realidad no le interesa lo que dijo el Vaticano II. 

¡Recuerdo mi forma de pensar antes de esta revelación trascendental! Recuerdo haber argumentado que lo que necesitábamos era fidelidad a los documentos conciliares, volviendo a “lo que realmente quiso el Vaticano II”. Solía ​​publicar ensayos haciendo exégesis de los documentos conciliares en un intento de mostrar “lo que realmente querían decir”. Yo estaba completamente a bordo del tren conservador, con la esperanza, siempre vana, de una “verdadera implementación del Concilio”. Pensaba que la explicación paciente del “verdadero significado” de estos documentos era una respuesta suficiente a la crisis modernista; que la razón por la cual los sacerdotes y obispos permitieron tonterías sin control en sus iglesias fue porque honestamente no sabían que Sacrosanctum concilium pedía la preservación del latín y el canto gregoriano, o sinceramente no entendían que quería decir realmente la participatio actuosa.

Pero, ¿cuántos años puede uno agotarse en tales búsquedas? ¿Por cuánto tiempo puedes golpear tu cabeza contra la pared? Sin duda, es importante entender los documentos desde una perspectiva teológica; pero otra cosa es si pensamos que explicar pacientemente los documentos con la esperanza de que surja el “verdadero Concilio” no es otra cosa que perseguir un escurridizo fuego fatuo. 

En cierto momento me di cuenta, como muchos de nosotros, que a los progresistas no les importa lo que dijo el Vaticano II. No ven al Concilio como una serie de enseñanzas; más bien, lo ven como un evento. Y no un acontecimiento cualquiera, sino un acontecimiento cuya naturaleza es metahistórica. No es simplemente un paso más en el largo camino del devenir histórico; es una revolución demoledora de paradigmas que rompe la cuarta pared de la historia, pretendiendo no solo cambiar la trayectoria histórica de la Iglesia, sino sacarla por completo de los límites de la historia y la tradición. ¿Qué les importa a personas de tan alta visión, de tan grandiosas pretensiones, la definición precisa de participatio actuosa, las rúbricas de la IGMR, o cualquier otra consideración que sea meramente textual?

Hace seis años, fui invitado a la casa de un apologista católico popular para dar una charla sobre el papel de la tradición católica ( puede encontrar la conferencia en YouTube ). Allí argumenté —como sigo argumentando hoy— que tratar el Concilio como una colección de textos sin entenderlo como un evento histórico es la razón principal por la que los “conservadores” no avanzan contra la revolución progresista. Después de la charla, uno de los asistentes, un notable teólogo hiperpapalista, siguió sacudiendo la cabeza en desacuerdo, diciendo: “¡No, no, los documentos importan!”, como si fuera un mantra. Esta persona ha sido criticada recientemente, y con razón, en los medios católicos tradicionales por sus intentos ridículos de cuadrar el círculo con respecto a Traditionis custodes. Seis años pasaron y sigue sacudiendo la cabeza y repitiendo el mismo mantra.

Respecto de las Sagradas Escrituras, Santo Tomás de Aquino dice que podemos tener una disputa significativa con un oponente solo si admite al menos algunas de las verdades de la revelación. “Contra los que niegan un artículo de fe”, dice el Aquinate, “podemos argumentar a partir de otro”. Pero, ¿y si el oponente no concede ninguno de los artículos de la revelación divina? Entonces la discusión se vuelve imposible, ya que no hay un terreno común, porque, continúa el Doctor Angélico, “si nuestro oponente no cree nada de la revelación divina, ya no hay ningún medio de probar los artículos de fe mediante el razonamiento, sino solo de responder a sus objeciones” (STh I, P. 1, art 8).

De manera similar, si ha quedado claro que los progresistas no otorgan ninguna autoridad a los textos del Vaticano II, entonces, ¿en qué terreno común podemos estar? ¿Sobre qué base plantamos nuestros pies cuando nos atrevemos a explicar “lo que el Concilio realmente quiso decir” si a nuestros oponentes no les importa? No se trata de dos enfoques hermenéuticos diferentes de los documentos conciliares, sino de dos paradigmas diferentes del Concilio mismo, entre los cuales se ha creado tal abismo, que quienes quisieran saltar de un lado al otro puede que no sean capaces.

Puedo escuchar algunas objeciones: “¡Los tradis tampoco reconocen la autoridad de los textos del Vaticano II!” Es cierto que no les reconocemos autoridad infalible, pero esto no es novedoso; no es nada más allá de lo que enseñó el mismo Pablo VI, cuando dijo:

Hay quienes preguntan qué autoridad, qué nota teológica, quiso dar el Concilio a sus enseñanzas, sabiendo que evitaba emitir definiciones dogmáticas solemnes respaldadas por el magisterio infalible de la Iglesia. La respuesta la conocen los que recuerdan la declaración conciliar del 6 de marzo de 1964, repetida el 16 de noviembre de 1964. En vista de la naturaleza pastoral del Concilio, este evitó proclamar de manera extraordinaria cualquier dogma que estuviese marcado por la infalibilidad". (Pablo VI, audiencia general del 12 de enero de 1966)

Los católicos tradicionales son, de hecho, el único segmento de la Iglesia que intenta construir una interpretación precisa del Vaticano II, tanto en términos del significado como de la autoridad de sus documentos. Si bien la comprensión de los documentos fue solo una parte del fenómeno conocido como Vaticano II, seguimos afirmando que posee un contenido objetivo que por lo menos debe ser entendido. 

Esto es totalmente contrario a la manera progresista de utilizar los documentos. Los ejemplos son innumerables, pero para tomar uno reciente, podríamos recurrir a este artículo de la revista America , donde un cardenal jesuita habla con elocuencia sobre las “conferencias eclesiales” recientemente aprobadas en la Amazonía que reemplazarán a la conferencia episcopal regional. Estas nuevas conferencias incorporarán a laicos, hombres y mujeres, en el gobierno de la Iglesia. El cardenal dice que este arreglo “deriva del Concilio Vaticano II” y cita Lumen Gentium como justificación. Lumen Gentium no dice nada sobre laicos dirigiendo la Iglesia; dice específicamente que los obispos gobiernan la Iglesia por decreto divino, y que los laicos participan en la obra de Dios a través de su trabajo secular y vida familiar. No quiero retomar todo el asunto aquí, pero si quieren mi opinión, recientemente grabé un video desglosando este artículo ridículo, que pueden ver aquí en el canal de YouTube de Unam Sanctam (pido disculpas por el video borroso en algunas partes; culpen a mi chungo internet rural). Al cardenal no le importa lo que enseña el Vaticano II. “Vaticano II” se convierte en una etiqueta vacía asignada a todas y cada una de las novedades.
Si se fijan, verán que las ridículas novedades que el Vaticano viene produciendo más rápido de lo que el Banco Central Argentino emite pesos, tienen más probabilidades de provocar mi risa que mi consternación hoy por hoy. Sin duda, estoy profundamente entristecido y consternado por el estado de mi Santa Madre Iglesia, pero no hay mucho que una persona pueda hacer antes de que su rostro desgastado por la batalla se rompa en una sonrisa, y luego se eche a reír por cada uno de los disparates que salen. Es una respuesta humana extraña pero adecuada a lo absurdo, especialmente en situaciones donde la severidad ha escalado hasta el punto de la ridiculez. Cárgame con una deuda de diez mil dólares y me preocuparé; ensártame una deuda de diez millones de dólares y es más probable que me ría en tu cara. 
No hay empeño más inútil que buscar “el verdadero Vaticano II”. Uno tiene mejores posibilidades de encontrar la Fuente de la Eterna Juventud o el Arca de la Alianza. Esto se debe a que no existe un “auténtico Concilio Vaticano II” que se pueda encontrar solo mediante el análisis documental, y es la búsqueda más estéril, más inútil pensar de otra manera. El Vaticano II no se puede encontrar únicamente en los documentos más de lo que se puede encontrar la Revolución Francesa leyendo la Declaración de los Derechos del Hombre.

Y así, ya no me preocupo intelectualmente sobre el “verdadero significado” del Vaticano II. Ciertamente reconozco un significado objetivo de los documentos, e incluso soy capaz de hacer extrapolaciones sobre él si he bebido lo suficiente. Pero hace mucho tiempo que salté del tren conservador, prefiriendo más bien andar por “las sendas antiguas donde está el buen camino” (Jeremías VI, 16), incluso si voy a paso de tortuga, porque prefiero el exilio del desierto al precipicio de la irrelevancia al que se dirigen los rieles del “auténtico Concilio”.


Fuente: Unam Sanctam

Traducción de Agustín Silva Lozina


27 comentarios:

  1. Muy bueno el artículo, que hace pensar sobre las zonas donde verdaderamente se encuentra la disputa. Es muy poca la gente que lee el Vaticano II, por lo que tratar de discutir sobre sus textos no parece ser empresa de utilidad.
    El asunto es que a la izquierda no le interesa la doctrina, sino la praxis. Tampoco depende de que en el Vaticano II se diga o no algo. Eso es problema de parte de la derecha, que trata de buscar un homogeneidad doctrinaria, redoblando los esfuerzos hermenéuticos. A los conservadores les sigue importando la doctrina y su inmutabilidad en el tiempo. Lo cual es lógico, porque consideran que la doctrina sólo refleja una realidad que es en sí misma inmutable.
    Por el contrario, a la gente de izquierda no le interesa mayormente la doctrina, que pasa a ser una elaboración desde un ambiente religioso eufórico, una justificación de la realidad o un soporte para un plan de acción (de adaptación o cambio del mundo). La inmutabilidad los tiene sin cuidado, así como la autocontradicción en materia teórica (ellos no se contradicen en la búsqueda de sus objetivos, que es lo que verdaderamente les importa). Quieren cambiar la realidad según su parecer. Su prioridad es hacer. Para eso, todavía, tienen que buscar ciertas justificaciones. El Vaticano II les sirve como punto de partida. Si no está en el texto, se va al "espíritu", al evento o simplemente a la referencia brumosa, aunque no haya texto del Vaticano II .
    Esto también explica el texto ambiguo como "solución", que permite que los conservadores se queden doctrinalmente tranquilos, mientras que los progresistas avanzan con su agenda.
    Más aún, el progresista avanza con los hechos, con la convicción de que ya llegará el texto. Mientras tanto, la autoridad progresista consiente o la conservadora (si no tiene fuerza) tolera.
    El Cuyano

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  2. En estas palabras suyas Ratzinger, entonces Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe, habla de los textos mismos del concilio, como enseñanzas contrapuestas al Syllabus de Pio IX. (los corchetes están puestos para que se entienda de los textos viene hablando). Revísese la obra si hay duda, que está citada abajo.
    “Si se desea presentar un diagnóstico del texto [Gaudium et Spes] en su totalidad, podríamos decir que, en unión con los textos sobre la libertad religiosa [Dignitatis Humanae] y las religiones del mundo [Nostra Aetate] se trata de una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de Anti-Syllabus [...] Limitémonos a decir aquí que el texto se presenta como Anti-Syllabus y, como tal, representa una tentativa de reconciliación oficial con la nueva era inaugurada en 1789”. Palabras claras y contundentes.
    Joseph Ratzinger, “Los principios de la teología católica”, París, Téqui, 1985, p. 426-427
    Nótese que Benedicto XVI moderó, amplió y modificó su mirada en el transcurso de las décadas pero nunca saliéndose de su propia teología, es decir, sin rechazar libro suyo o enseñanza suya como error en el pasado, en ese sentido no cambió.
    Por lo tanto, es del todo cierto que a los progresistas no les interesa los textos del concilio (la prueba del latín y del canto gregoriano citada en el artículo bastan por si solas), es también muy cierto que además del Concilio como Concilio Ecuménico de la Iglesia hay otra cosa mas importante, que es, el concilio como evento, acontentecimiento de carácter revolucionario dentro de la Iglesia. Me parece muy correcto eso. Pero también es cierto, que el concilio mismo es único en la historia de la Iglesia y se desliga de la Tradición (nunca hubo un concilio que se pretendiera no dogmático y pastoral, hubo abandono del lenguaje clásico de los concilios lenguaje precisivo de la escolástica, abandono de la finalidad propia de un concilio: condena de errores y definiciones doctrinales, y además, y ambiguedades inaceptables y peligrosas cuanto menos...) Por eso mismo, porque el concilio fue así de inaudito, y no tradicional, es porque se pudo dar el posconcilio que se dio.

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    1. El CVII no se desliga de la Tradición.

      Hay Sagrada Escritura y venerables apócrifos. Sagrada Tradición y tradiciones teológicas meramente humanas. Y hay Magisterio auténtico, y magisterio que no lo es.

      ¿Por qué SÍ al Syllabus, pero NO a Amoris Laetitia?

      El CVII lo explica bien. La verdad no existe en la Iglesia Católica, sino que subsiste. Existe, pero a pesar de los católicos. Existe, pero a pesar de los Papas. Existe, pero a pesar de la Amoris Laetitia y del Syllabus de errores o las XXV tesis tomistas. Existe, pero a pesar de Francisco, y a pesar de Pio nono.

      Cristo no vino a abolir la Ley y los Profetas sino a dar plenitud. Y eso mismo va haciendo la Iglesia con los Concilios, también el CVII.

      Siempre habrá personas, que con la excusa de la plenitud, quieran abolir la Ley (modernistas). Y siempre habrá personas, que con la excusa de cumplir la Ley, no querrán darle plenitud (tradicionalistas). Y siempre habrá personas, que queriendo darle plenitud a la Ley no lo consigan (conservadores).

      El Concilio Vaticano II fue inaudito, porque los tiempos que vivieron los padres conciliares fueron inauditos.

      ¿A caso cree usted que con un concilio dogmático en los años 60 la Iglesia estaría ahora viviendo un tiempo de plenitud? San Pablo VI publicó la dogmática Humanae Vitae en 1968 y el Mundo quiso devorarlo. No publicó ni un encíclica más de lo dolido que quedó, a pesar que le quedaban 10 años de vida.

      El CVII pedía la reforma litúrgica para introducir la lengua vernácula en las lecturas y en la oración colecta, procurando que los fieles también conocieran estas partes de la Misa en latin, pero los modernistas - que pedían la anticoncepción abortiva - fueron quienes nos redactaron el Novus Ordo un año más tarde, pero Pablo VI ya era un cadáver en vida.























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    2. Señor, el Concilo no explica que la verdad existe en la Iglesia Católica sino que la Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia Católica....Empecemos por aquí y si la Iglesia es columna y cimiento de la verdad, no puede existir a pesar de los católicos, del papa, de los teólogos sino por ellos. Si no ¿Dónde se encarnaría la verdad y cómo se escucharía, enseñaría y proclamaría sino en la Iglesia visible?
      La Iglesia lleva a plenitud la Verdad revelada por Cristo y su ley de la Caridad, no a los concilios que son meros instrumentos, que durante siglos ni existieron ni se imaginaron y que muchos fracasaron o fueron inútiles. Eran sabios los santos Padres toledanos cuando recibían las actas de un concilio ecuménico y juzgaban que estaban de acuerdo con los anteriores y los credos, es decir, si estaban de acuerdo con la verdad.
      Una de las cosas que más me irrita es que se afirme cosas que los protagonistas no dijeron y que, incluso, sean contrarias a lo que dijeron. Si Pablo VI y Juan XXIII dijeron que era pastoral y no dogmático, es que era pastoral. Eran tiempos tan inauditos como los veinte concilios anteriores o como toda la historia humana. Pobre Pablo,tan dolido de que el mundo le quiso comer porque le pusieron verde en la prensa, a Bonifacio le costó una guantada que le llevo a la locura y a la tumba, a Gregorio al exilio con Pio VI y Pio VII, a Vigilio ir encadenado a Constantinopla, a Pio IX casi arrojado su cadaver al Tiber, a tres papas ser depuestos en Constanza, por no hablar de la decena larga de papas mártires, etc. No eran tiempos inéditos, claro, sino lo normal.
      El Concilio acabó en 1965 y el NO es de 1969, cuatro años, tan cadaver en vida era Pablo VI que murió en 1978, nueve años, y lo impuso por sus pontificias gónadas (y con audiencias delirantes explicando el cambio) ¿era modernista Pablo VI? y tan malos los modernistas que fueron los mismos los que redactaron el SC y la reforma NO: Bugnini y Cia. que ya llevaban haciendo diabluras desde los 50 y fueron los mismos obispos del concilio y el SC quienes lo implementaron sin decir ni mu quizás porque estaban llevándolo a su plenitud aunque no lo consiguieran...



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    3. https://matt1618.freeyellow.com/syllabus.html

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    4. Al Anónimo19 de enero de 2023, 16:50

      "El Concilio Vaticano II fue inaudito, porque los tiempos que vivieron los padres conciliares fueron inauditos"

      El Concilio de Nicea también fue inaudito, ni que hablar de Trento o el Vaticano I, todos hechos en tiempos convulsos para buscar soluciones a los males de su época, no ha hablar maravillas del mundo contemporáneo. Justamente es eso lo que hace que el Vaticano II sea obsoleto mientras Trento, Nicea o cualquiera de los Constantinopolitanos se mantengan siempre vigentes, porque uno se dedico a dialogar con un mundo que hoy no existe (ya no estamos en 1960) y los otros a definir la Verdad divina cuando esta era combatida.

      "¿A caso cree usted que con un concilio dogmático en los años 60 la Iglesia estaría ahora viviendo un tiempo de plenitud?"

      La "plenitud de los tiempos" fue cuando nuestro Señor nació (Gálatas IV, 4). Y no habrá ninguna otra en la Historia, solo la consumación de los tiempos cuando Cristo vuelva.

      "San Pablo VI publicó la dogmática Humanae Vitae en 1968 y el Mundo quiso devorarlo. No publicó ni un encíclica más de lo dolido que quedó, a pesar que le quedaban 10 años de vida."

      Es interesante ver que casi lo único positivo que se puede decir del pontificado de Montini es la Humanae Vitae, luego de concesiones a los revolucionarios en todos los ámbitos y el estado calamitoso en que dejo la Iglesia, la encíclica que le saco la que perdió el amor del mundo y se gano un poco de cariño de parte de los católicos (el amor ya lo había perdido). Si tanto le afecto que los diarios y la prensa ya no le dirán flores es porque no tomo en cuenta la advertencia del Señor:

      ¡Ay de vosotros cuando los hombres os aplaudieren!, que así lo hacían sus padres con los falsos profetas. (San Lucas VI, 26)

      Ese problema no lo tuvo Lefebvre, a quien la prensa nunca trato bien, ni los hermanos en el episcopado. Solo los pocos católicos que tuvieron la suerte de ayudarlo. Quizás hoy con el internet, las cosas hubieran sido distintas.
      Recurriendo a un meme popular, la cosa queda así:

      the virgin Paul VI: *Llora porque a la prensa no le gusto una enciclica.
      The CHAD Lefebvre: Le prohíben celebrar la misa de su ordenación, le da igual y sigue para adelante.

      " Pablo VI ya era un cadáver en vida"

      El cardenal John Carmel Heenan (1905-1975) Arzobispo de Westminster y Primado de Inglaterra y Gales, comento que los obispos ingleses lo apodaban como la "Lady Macbeth del Vaticano" porque se la pasaba llorando por los pasillos. Cuanto le hubiera hecho falta que una monja, cual sultana Aixa, le dijera “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre".

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  3. Teléfono para el P. Andereggen...
    Hilbert

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  4. Aun estando de acuerdo en muchas cuestiones del artículo, no puedo estarlo con la tesis del mismo: No hay empeño más inútil que buscar “el verdadero Vaticano II”.

    No hay momento más importante en la vida de la Iglesia que la celebración de un concilio ecuménico, que es la experiencia más próxima a Pentecostés que podemos vivir los cristianos, siendo el Espíritu Santo quien nos lleva a la verdad y a proclamarla, como pasó con los apóstoles, precisamente, en Pentecostés.

    Podemos disfrazar el asunto -como hace el articulista que nos trae Bonifacio- declarando que el CVII no fue un concilio dogmático, pero tampoco lo fue Pentecostés. Y de hecho, Pentecostés es más importante que el dogmático concilio de Trento o el de Nicea.

    O el Espíritu Santo asiste a la Iglesia cuando esta acomete el acto más fundamental que puede realizar - un concilio ecuménico - para llevar a Cristo a las gentes, o en caso contrario, decimos que no se produjo tal asistencia, y saltamos del tren, para ir al paso de la tortuga preconciliar, precisamente cuando la historia se acelera como nunca.

    Por eso, el artículista cita a Aquino para fijar su posición. Porque se bajó del tren. Porque el CVII pide inyectar en la última síntesis teológica que disponemos - la tomista, del siglo XIII - sabia nueva, retornando a las fuentes: Sagrada Escritura y Tradición Patrística.

    Y eso porque el mundo posmoderno se parece al mundo de la antigüedad. Entonces no compartíamos un artículo de fe con los paganos, como ahora también nos ocurre con los neopaganos, pero entonces se hacía más que lo que propone Aquino para lidiar con quienes no hay terreno común: responder objeciones.











































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    1. Tiene usted razón. Es utílisimo buscar el verdadero concilio pero ¿Cual es y como lo reconocemos? Oye, fantástica labor en pos de la verdad la del Espíritu Santo porque llevamos más de cincuenta años a dos velas sobre el asuntillo de cual interpretación es la verdadera: la de Benedicto o la de Francisco (o todas las anteriores y contradictorias entre si) Habrá que convocar otro ecúmenico para aclararlo, darle otra oportunidad al Espiritu para ver si anda más fino.
      Podemos disfrazar el Concilio de nuevo Pentecostés pero yo no lo veo en el Concilio de Vienne, cuando se condenó injustamente a los templarios (hace unos añitos aparecieron los documentos de la época que sobreseían al Temple pero Felipe IV no estaba por la labor...) o el de Constanza con el Haec Sancta (pesadilla de pontífices), el de Florencia (Pio XII tiene mucho que hablar) o el archidesconocido Letrán V (conocido por este motivo), por no hablar del de los Tres Capítulos, el segundo más absurdo después del Vat II por condenar a quienes había perdonado un concilio ecuménico anterior y muerta dentro de la Iglesia. Fue un Pentecostés de tal categoría que hubo que obligar al Papa con escenas delirantes vividas en Sta. Sofía, provocó el cabreo general de Occidente y un cisma en Milán y Aquileya. Todo porque se metió de ceja en ceja a Justiniano arreglar asuntos de fuera de su imperial incumbencia, cosas del Espiritu supongo.
      El Espiritu asiste a la Iglesia para evitar que enseñe errores como verdades de fe, infabilidad, no cuando se hace un concilio o un picnic eclesiástico. Si el propio Juan XXIII y Pablo VI dijeron que era meramente pastoral, no hay asistencia que valga pues estas cuestiones no son de fide sino circunstanciales como muchas decisiones pastorales antiguas o me querrá decir que asentía el E. Santo en la decisión de marcar a los judíos en Letrán IV con una marca y encerrarlos en guetos ¿Y como se come esto con el Dignitatis?¿Cambió de opinión? Y hay concilios provinciales más importantes dogmáticamente que el Vat II como los de Orange, gracia, o los de Toledo, cristología.
      Prefiero ser la tortuga preconciliar porque no le vaya a pasar a usted lo que la liebre de la fábula, que perdió la carrera. Si, la historia se acelera hacia su consumación: Armaggedón Lo malo es que para Cristo la historia humana acaba en tan gran desastre que tiene que ser Él en persona quien venga a rescatarla. Subámonos a tren que nos lleve al Anticristo y la Gran Apostasia, aggiornato con todas las chorradas tan modernas y que a mi me aburren por anticuallas archivistas. Señor, el hombre no cambia menos por la gracia, esa chorrada del hombre moderno es una cronolatría del sg. XX para pasto de pedantes y si Santo Tomás tenía razón, la tenía en el XIII y en el XXI. Y si citar al Aquino es bajarse del tren ¿Qué es citar a los padres?¿Bajarse del carro? Y se le olvida que escribió el ángel de las escuelas su Suma contra gentiles (paganos) respóndiendo objeciones (por cierto, es casi lo único que hizo en la vida, hasta se sacaba objeciones nuevas para responderlas...)

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    2. Eck, la amplitud de conocimiento que Ud muestra en sus comentarios dan pie a sugerir que alguna vez haga uno o mas videos con charlas suyas, tipo los que hacia Jack Tollers.

      Dicho esto una pequeña correccion factica: Letran IV no ordenó y ni siquiera sugirió encerrar en guetos a los judíos. Lo que ordenó fue:

      - abstenerse de intercambios comerciales con ellos si practican la usura (c. 67),

      - obligarlos (así como a los saracenos) a usar una vestimenta distintiva y prohibirles salir en publico los ultimos 3 dias antes de Pascua, y particularmente el Viernes Santo (c. 68),

      - no darles cargos publicos (c. 69).

      Recordemos que el primer gueto fue el de Venecia, establecido en 1516.

      Por otro lado, el canon de Letrán IV que es más contrario a Dignitatis Humanae no es ninguno de esos sino el 3, que manda a los principes cristianos exterminar a los herejes. Mencion que infaliblemente suscitará una respuesta de un experto en latin medieval diciendo que "exterminare" en ese texto significa expulsar, echar fuera de los limites (termini) del principado. Olvidando convenientemente que en todos los casos a los herejes - tanto los reales como Jan Hus como los falsamente acusados de tales como Juana de Arco - se los ejecutó, no se los expulsó al pais cristiano limitrofe (Que de paso, qué se suponía que debía hacer? Expulsarlos a su vez al pais siguiente y así sucesivamente hasta que un reino cristiano que limitase con territorio de infieles los expulsase a ese territorio?). ¡Qué malos exégetas fueron los obispos del concilio de Constanza de los cánones de Letrán IV que mandaron quemar a Hus en vez de expulsarlo! Además, si Letrán IV no ordenó matar a los herejes, por qué León X se molestó en incluir entre las 41 proposiciones condenadas en Exsurge Domine la 33 "Haereticos comburi est contra voluntatem Spiritus" (la cual todavia está en el Denzinger, DS 1483 Dz 773)?

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    3. Le agradezco su comentario, se me olvidó repasar los cánones de Letrán y escribí de memoria. No soy experto en latín medieval pero según el Du Cange también podía significar ruina, devastación (segunda definición: exitium, strage): http://ducange.enc.sorbonne.fr/EXTERMINIUM
      El primer gueto es del Venecia pero en Castilla desde las Leyes de Ayllón de 1412 se obligó a los judíos vivir en barrios especiales, cerrados y vigilados: las juderías. Lo que no se cuenta es que los rabinos solían apoyar estas medidas: así controlaban a su rebaño y les impedían el contacto con los "goyim". Como tampoco se sabe que los reyes cristianos perseguían a los herejes del judaísmo y los ejecutaban tras la sentencia de los rabinos si estos tribunales no tenían ya esa potestad. Así pasó con los caraitas, quemados por los talmúdicos.
      En estos casos siempre me acuerdo del caso de Prisciliano cuando S. Martín se opuso a su ejecución como S. Ambrosio y el papa Siricio. O de paradoja de que un excomulgado como Federico IV mandase quemar vivos a los herejes, era la pena por alta traición o lesa majestas. Tampoco les debemos juzgar duramente, la base de toda su sociedad era el juramento sancionado por la Iglesia, atacar esta era atacar el orden social, terrorismo amen de asesinato por condenación eterna.
      De hecho, seguimos sin resolver agunas aporías de esta confusión medieval entre los ordenes espiritual y terrenal.
      Pronto se le olvidó esa condena de quemar a los heréticos con los anabaptistas...

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  5. Estimados: no podemos seguir con las cuestión del Vaticano II. Hoy la tragedia global nos impone la necesidad de aferrarnos a una vida espiritual de hierro, anclados en una fé tradicional y simple. Así como pedimos de Francisco una urgente encíclica sobre las cuestiones de género sepamos reconocer el momento agónico que vivimos y plantear cómo seguir adelante en una Iglesia tomada por el enemigo.

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    1. bergoglio no va a escribir ninguna encíclica contra la ideología de genero, y mejor que no lo haga, porque con su diabólica ambigüedad, hasta de pronto nos introduce dicha ideología dentro de la iglesia.

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    2. Estoy de acuerdo. La situación es catastrófica, y creo que sea inútil seguir discutiendo sobre el CV II , los progres y los conservadores después de sesenta años. Para la masa Cristo es sólo un mero nombre, cómo ya hace tiempo dijo Luigi Giussani.

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    3. "pedimos de Francisco una urgente encíclica"???? Yo no.

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    4. Estimado anónimo, no la introdujo formalmente mediante una encíclica, pero si lo hizo gestualmente en varias ocasiones, tratando como mujer a un hombre trans, recibiendo a los abrazos y besos a sus amigotes homosexuales, etc. Como capellán del Nuevo Orden Mundial, es el gran promotor de la agenda.
      Hilbert

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    5. Como idea, mi muy respetado 16:25, es para abrirse las venas. Ya imagino la nota a pie de página diciendo que hay que discernir, caso por caso, las sesenta y no sé cuántas identidades sexuales.

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  6. Crecen los rumores sobre la guerra de Roma contra la liturgia tradicional:

    http://blog.messainlatino.it/2023/01/crescono-i-rumors-sulla-guerra-alla.html?m=1

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  7. Me acuerdo que hace añares el recordado Ludovicus había expresado ideas afines en un comentario, que la Iglesia no era una escribanía y que decir que el Concilio Vaticano II es lo que sus textos dicen era un reduccionismo, y no entender como funcionan las cosas.

    Juancho (hoy memorioso... jajajaja)

    PS: Wanderer: hagase una Analecta Wanderiana, creame q va a tener publico!

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  8. Concuerdo con lo que señala el autor del artículo, visto desde el punto de vista de la praxis (o, si se quiere, estratégico).
    Pero, desde un punto de vista doctrinal, me parece evidente que no se puede quitar importancia a la cuestión de si, de hecho, el magisterio auténtico de un concilio ecuménico contiene errores o no los contiene.

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  9. Excelente traducción del inglés. El traductor se merece un gran encomio. ¿Hay dónde contactarle (si es que ofrece sus servicios) para quien necesite una buena traducción?

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  10. Se puede imaginar la historia y tener repuesta . ¿ Que hubiera pasado si no hubiera habido el Concilio .? .

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    1. Hubiera pasado que los errores del modernismo habrían tardado un poco más en desparramarse. El concilio vat2 les sirvió a los ideólogos herejes para posicionar sus ideas . Y los obispos fueron ,algunos, ingenuamente creyendo que se venían cambios para mejor. Por qué querían cambios? Nadie habla de eso. Por qué los buenos obispos querían también cambios. Qué querían cambiar? Qué estaba mal?

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    2. Entre otras cosas querían cambiar esa manía de celebrar la Misa en 15 minutos; o el vicio de aquellos que celebraban y no predicaban; o los que todavía eran refractarios a que los fieles utilizasen el misal; o la salida de innumerables religiosos y curas que tenían capacidad para seguir una carrera eclesiástica pero sin vocación..... mucho estaba plagado de vicios y por eso hasta los buenos católicos sabían que eran necesarios los cambios

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    3. Totalmente Mr Dick Winters! Castellani es un ejemplo vivo de que la Iglesia en los 40 y 50 (al menos en Argentina, al menos la compañía de Jesús, al menos los obispos...) no era la panacea q creen algunos tradicionalistas. Castellani muestra q los problemas de la Iglesia y de la Patria venían de bien lejos.

      Juancho.

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