lunes, 25 de marzo de 2024

Lunes Santo

 


He aquí que el Esposo viene a medianoche.

Bienaventurado el siervo a quien encuentre vigilante,

Pero aquél al que encuentre distraído no será digno de Él.

Cuidado, pues, alma mía, y no caigas en el sueño profundo,

no sea que te entregues a la muerte, y que seas excluida del Reino.

Despiértate gritando: ¡Santo, Santo, Santo, eres Tú, oh Dios nuestro!

4 comentarios:

  1. Creo que el pasaje evangélico del Esposo que llega imprevistamente a medianoche viene muy a cuento en estos días porque algunos buenos católicos -o muchos- creen que ese pasaje fue escrito vaya uno a saber para cuándo. Unos dicen que no fue para este tiempo y arriesgan que aún podrían faltar otros dos mil años, otros que cuatro mil. En fin, hay para todo en la Viña del Señor, así que se tapan otra vez hasta las orejas y siguen durmiendo a pata tendida.
    No sé, pero se me hace que esos católicos son iguales a las vírgenes insensatas del evangelio que cuando llegó el Esposo de repente corrieron a pedirles a las prudentes un poco de aceite para sus lámparas, pero que pese a su buena voluntad, estas no pudieron ayudarlas porque sólo tenían suficiente para ellas.
    Hoy esos insensatos ven que la apostasía cunde por doquier y que los apóstatas son premiados e invitados a sentarse en los primeros bancos mientras aquellos que defienden la sana doctrina, como los de La Sacristía de la Vendée, son perseguidos por los herejes y acallados por su obispo por temor a Roma; que los divorciados vueltos a casar pueden recibir la Eucaristía; que las parejas homosexuales son bendecidas y mil cosas más, pero ellos siguen durmiendo porque aseguran que todavía falta mucho. ¿De veras falta mucho? ¿Qué haría con ellos el Esposo si viniera el año que viene o el otro? No vendrá por ahora, insisten los insensatos una y otra vez.
    Apostaría que estos buenos católicos ni siquiera leyeron el cuento de Caperucita Roja y el Lobo. Si lo hubieran leído, sabrían que la estupidez a veces también es un pecado mortal.

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    1. El 90 % de los católicos ni se pregunta o medita este pasaje del Evangelio.
      Estamos tan mal que uno le puede apóstata y te responden: A veces me gusta apostar.

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  2. No sabemos ni el día ni la hora.Viene a cada uno de nosotros cuando nos llegue la hora. Velad !!! Velad !!!

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