jueves, 29 de mayo de 2008

Abstracción e iluminación


Deduzco que la mayoría de los lectores de este blog, y yo mismo, recibimos una formación combática. Con esto quiero decir que nos educaron con un combo que, invariablemente, incluía en lo religioso, el catolicismo conservador; en lo intelectual, el tomismo y, en lo político, el nacionalismo. En la mayoría de los casos estos tres elementos se convertían, convertuntur, al modo de los trascendentales del ser. Y entonces, el católico debía ser tomista y debía ser nacionalista. Cualquier desviación de esta línea, o cualquier intento de armarse el propio combo, era censurado y castigado con la exclusión de los círculos que se frecuentaba.
No me quejo de la formación que recibí. Al contrario, la agradezco. Sin embargo, me parece natural que, a medida que se crece y se madura, se acrecienta la capacidad crítica y la posibilidad de un pensamiento autónomo que, sin negar las grandes líneas de la propia formación, pueda proponer matices o interpretaciones diversas. Por cierto que para muchos esto es una “herejía”, en el sentido más propio de la palabra, es decir, una “separación” del tronco original, toda vez que, para ellos, el tronco original es el catolicismotomistanacionalista. Si así fuera, proclamo mi herejía. Yo, en cambio, creo que el tronco original es el cristianismo que refulge en una explosión de colores y matices diversos, y no veo la necesidad de la unidad absoluta que otros proponen.
Uno de los pilares más fuertes que recibí en mi formación tomista, y al que me aferré, tal como me enseñaron, con saña y pasión, fue la doctrina de la abstracción. Siempre la sostuve con el convencimiento y la tranquilidad de que, de ese modo, me alejaba de los peligros del idealismo y otros errores que pretendían quitar al hombre la posibilidad de conocer la realidad por sus propios medios. Tamaño disparate el de Kant pretender que nuestra relación de conocimiento se daba exclusivamente con las ideas. Y muchos, la mayoría de mis eximios maestros tomistas, extendían el disparate a la peregrina propuesta de San Agustín que, siguiendo a los platónicos y neoplatónicos, paganos y cristianos, que lo habían precedido, muchos de ellos Padres de la Iglesia, postulaba la necesidad de una iluminación divina para explicar el conocimiento, o al menos parte de él. Y la disparatez se extendía a todos los agustinianos medievales y modernos, entre ellos el santo doctor Buenaventura de Bonareggio, la mayoría de los cistercienses y muchos, muchos más.
Cuando me fui haciendo mayorcito y el juicio crítico se fue, proporcionalmente, desarrollando, me empezó a parecer medio raro que en la historia de la Iglesia hubiesen tantos disparatados personajes y, sobre todo, que ellos no fueran los protagonistas de la “contrahistoria de la Iglesia”, como algún Michael Onfray autóctono pudiera proclamar, sino santos Padres y Doctores. ¿Por qué, entonces, debía aceptar como dogma incuestionable que el origen del conocimiento es la abstracción y que la única iluminación posible es la del intelecto agente, y apartarme de la teoría de la iluminación? Durante años lo hice por obediencia y humildad frente a los maestros.
Pero será que la acumulación de décadas es proporcional a la intensidad del juicio crítico o que, definitivamente, tengo vocación de hereje, cada vez adhiero menos a la teoría de la abstracción para explicar la “magia” del conocimiento. Leía el fin de semana textos de algunos cistercienses del siglo XII, ignotos en los ámbitos de la universidades católicas, pero con santidad reconocida por la Iglesia, y que proponen una via media, ciertamente muy interesante. En el universo material existen cinco elementos ordenados según una jerarquía relacionada con su mayor o menor sutileza y, analogamente, el conocimiento se efectúa en cinco escalones que conducen a la sabiduría. Entonces, a cada grado de la materia corresponde un grado del conocimiento: tierra, agua, aire, éter, cielo empíreo se corresponden análogamente con la sensación, la imaginación, la razón, el intelecto y la inteligencia. Los primeros tres grados de conocimiento se realizan de un modo natural, por las facultades propias del hombre. Los dos últimos, en cambio, que corresponden al conocimiento superior, provienen de una iluminación de Dios. El intelecto conoce lo verdaderamente incorpóreo (las sustancias espirituales) y la inteligencia lo puramente incorpóreo (Dios) por iluminación divina. “Las teofanías descienden a la inteligencia desde arriba”. Es este el nombre que le dan a la iluminación puesto que cada acto de la inteligencia constituye una mostración que surge de Dios y revela su propio ser, constituyéndose así en una autorevelación.
No se trata de rechazar la abstracción. En todo caso de ubicarla en su justo lugar, tanto en la teoría del conocimiento, es decir, válida para los primeros grados del conocer, como en su contextos histórico, es decir, una teoría tardía que irrumpe en Occidente luego de mil trescientos años de pensamiento y de doctrina, y que fue tomada por muchos como bandera única de la ortodoxia, con el descrédito consecuente de la enseñanza anterior. ¿Habrá querido eso Santo Tomás?


12 comentarios:

  1. Estimado Caminante: Interesante el post.

    Respecto a la primera parte, ¿no le parece que está exagerando un poquito? Entiendo que quizás es un golpe de efecto, pero yo no veo tanta unanimidad y uniformidad en estas cuestiones. De hecho, como Vd. sabe, hubo mucho nacionalista heterodoxo en estas cuestiones y en más de un sentido. Supongo que también dependerá de quién o quiénes fueron nuestros "maestros".

    En cuanto a la segunda parte, ¿no dice algo muy parecido el P. Garrigou-Lagrange sin por eso despotricar del tomismo en sus últimos capítulos de "Las tres edades"? O yo no entiendo la diferencia, en cuyo caso le agradezco mayores precisiones.

    En cualquier caso, y como siempre, gracias por hacernos pensar.

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  2. Observo que ese combo tiene papas fritas jacobinas. El nacionalismo es y será una forma de jacobinismo.

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  3. Muy interesante. Esta la Teología Mística,que sin negar la teología Moral y Dogmática, y la Metafísica, va mas halla. La gracia supone la naturaleza, la perfecciona y la eleva.Los Santos Padres Orientales nos enseñan mucho sobre la iluminación Divina. Por ser católicos ,debemos cumplir el Amor a nuestros Padres y a nuestra Patria. Santo Tomas fue un gran Místico.El Canto Gregoriano es el canto de los ángeles. (A buen entendedor,pocas palabras)

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  4. Podría complementarse, “por abajo”, el interesante post de Wanderer, con lo que algunos tomistas (los epistemólogos de Laval) explicaron sin mucho eco en el pensamiento nacionalista argentino, sobre la diferencia entre conceptos filosóficos (que mediante la abstracción logran alcanzar la certeza) y nociones científicas (opinativas, probables o conjeturales) que se aplican a muchos aspectos de lo que hoy se denomina Ciencias Sociales. Es que uno lee visiones “tomistas” vernáculas sobre asuntos históricos, sociológicos o de política contingente, y se encuentra con unas afirmaciones de un grado de certeza que pareciera provenir de evidencias inmediatas, como si en materia en tan sujeta a la contingencia, y dependiente de una muy compleja experiencia concreta, de todo pudiera alcanzarse ideas “claras y distintas”, que determinan una suerte de “plataforma política” única compatible con el patriotismo y la ortodoxia.

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  5. Pregunto -sin conocer demasiado- si el planteo -en general- de Karl Popper por una demarcación de límites y método entre la ciencia experimental y la metafísica, es serio, válido, atendible... Su percepción sobre la imposibilidad de certezas en materia contingente (la famosa inducción incompleta) parece de nuestro palo, ¿o no? Entiendo que es él quien procura demarcar y distnguir métodos -y grados de certeza- para las ciencias exactas, las sociales y las espirituales...
    Otra pregunta frecuente en la Escuela es si es lícito hablar de una Filosofía de la Historia o no, otra vez en virtud de lo mismo: por aquello de que no cabe ciencia de lo particular... Pregunto sin retórica, con ganas de desasnarme.

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  6. Estimado Caminante: analicemos el combo por partes. En cuanto a lo que Ud. llama catolicismo conservador (o, mejor, tradicional) siempre lo he profesado. Y el tiempo me va confirmando en ello.
    Respecto del seguimiento de Santo Tomás, no hago más que seguir el consejo reiterado de los Papas (no todos ellos tenían formación combática). No soy especialista en filosofía (sino abogado), por lo que prefiero atenerme al Doctor que más recomienda el Magisterio de la Iglesia (lo que no implica tratar como herejes a otras escuelas teológicas ortodoxas). Al menos por ahora no tengo tiempo para otra cosa.
    Por último, me parece que en el ámbito político no hay que poner el acento en el nacionalismo sino en la cristiandad. El nacionalismo argentino sólo es ponderable como intento concreto de lograr un orden cristiano en nuestra patria. Por el contrario, no es de mi agrado un nacionalismo desorbitado o no cristiano.Siempre he deseado una Argentina católica (que, según parece, difícilmente veré). Por otra parte, tengo mis dudas respecto de que Argentina sea una nación en sentido estricto.
    Sin embargo, no me cabe duda que el nacionalismo tiene toda la razón en un punto: en Argentina hay un gran déficit de patriotismo. Gran parte de nuestros males se explican por ello. Y en esto el nacionalismo siempre ha tenido razón.
    Además, como dice Cruz y Fierro, su combo no siempre es aplicable a las personas concretas.
    Disculpe el desorden. Una hace lo que puede en sus tiempos marginales.

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  7. Anónimo de las 15:21: Tiene Ud. razón en lo que dice, pero le falta completar las sentencias.
    Ud. me dice que Santo Tomás es el teólogo más recomendado por los papas, y tiene razón, sólo que sería importante completar: "por todos los papas de los últimos cien años". No es el los pontífices de los mil ochocientos años anteriores de la historia de la Iglesia.
    No descalifico al Aquinate. Al contrario. Lo reivindico. Pero no lo absolutizo.

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  8. Estimado Wanderer: muy valioso me resultó su último post gnoseológico (aunque más aún que en virtud de la controversia puntual, por lo que en sentido más amplio dice Ud. sobre el buen pensar cristiano y adulto).

    Otra vertiente que aporta sospechas interesantes, es la del Oriente cristiano, que se esmeró, tras las huellas de los Padres Griegos, en desentrañar qué signifique aquello con que abre la Revelación: que el primer día (o día primordial, dicen otros, sacándolo del orden cronológico) Dios haya creado la luz... La luz, sin más, sin objeto aún a iluminar (sol y luna llegan varios días después, valga refrescar).
    Mucha tinta y plegaria, mente y entraña ha corrido tras esta aporía, que corrobora lo que decía Einstein: "en definitiva, lo más incomprensible de la realidad es... que sea comprensible".

    In Domino,

    El Athonita

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  9. Estimado Anónimo:

    De todo lo que Ud. plantea hay material en Internet.

    1.- Sobre los criterios para delimitar lo que es ciencia de lo que es filosofía, hay una ponencia de Ponferrada en una semana tomista. Si mal no recuerdo, hay más de una docena de posiciones diferentes. A mi modesto entender, la mejor es la de los tomistas de Laval, que Casaubón divulgó en la Argentina. Son “probabilistas”.

    2.- Sobre Popper, el que continuó la línea probabilista de Laval, e intentó aproximarla a Popper, fue Gabriel Zanotti, en un librito que está en Internet, y que a mí me resultó convincente. Va más allá del “probabilismo” de Laval

    3.- Sobre si hay ciencia de lo individual, se lo ha negado en base a textos de Aristóteles. Sin embargo, el Prof. Alfredo Marcos, de la Univ. de Valladolid, ha recordado un texto olvidado (Metafísica M 10 1086b 14 - 1087a 26), que dice: “lo de que toda ciencia es del universal (…) es verdadero en cierto sentido, si bien en otro sentido no es verdadero. La ciencia, en efecto, al igual que el saber, se da de dos modos: en potencia y en acto. Ciertamente, la potencia, al igual que la materia, por ser universal e indeterminada, es de lo universal e indeterminado. El acto, por el contrario, es determinado y de lo determinado, al ser un esto de un esto [...] es evidente que en cierto sentido la ciencia es de lo universal, pero en otro sentido no lo es”.

    4.- Sobre si hay Filosofía de la Historia. Siguiendo a Derisi, pienso que no se trata más que de un conjunto de elementos filosóficos desgajados de otras partes del saber filosófico, especulativo o práctico, reunidos en intento sistemático por aplicarlos a la realidad histórica. En algunas exposiciones “tomistas” de la filosofía de la historia (Maritain) se hace Teología o se le da rango filosófico a lo que en todo caso pertenece a la Teoría general de la historia.

    Cordiales saludos.

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  10. Si a alguno interesa lo de Ponferrada, calculo que es esto (sujeto a corrección por Pablo (Rosario)): http://cablemodem.fibertel.com.ar/sta/xxix/files/Lunes/Ponferrada_04.pdf.

    Lo de Zanotti no se qué será específicamente, pero ha de estar en esta página: http://fce.ufm.edu/ProfesoresInvitados/Zanotti/trabajos.htm


    Saludos cordiales.

    RA.-

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  11. Gracias, Pablo de Rosario, por el desasne... ¿Zanotti el apologista del liberalismo católico?

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  12. Estimado Anónimo (3 de junio de 2008 11:24):

    Sí, ese Zanotti, que también es profesor de Epistemología y conocedor de Popper. Derisi, del que se dijo era un tanto "esencialista" e hizo equilibrismo entre Maritain y De Konick. Aristóteles, un pagano que justificó la esclavitud...

    Cordiales saludos.

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