lunes, 6 de marzo de 2017

Espejos inminentes

por Ludovicus
La crítica ha comparado los episodios de Black Mirror con la vieja serie clásica Dimensión Desconocida. Ciertamente hay analogías, pero hay que reconocer una calidad eminente en el rigor de esta ciencia ficción distópica y sobre todo, la eliminación de la fantasía pura, reemplazada por una proyección relativamente realista. La técnica es sencilla; a partir de uno de las tres puntos de partida asimovianos de la ciencia ficción (¨como que esto siga así...¨), se extreman los actuales avances tecnológicos y se extraen las consecuencias en la vida humana. Uno ve los resultados, y calcula mentalmente a cuánto estamos de estos o similares escenarios de deconstrucción de la naturaleza humana (15 años,  20, el año que viene).
Lo más evidente del impacto de estas aproximaciones tecnológicas es el cambio de la futura vida cotidiana, en definitiva de la naturaleza social del hombre. En uno de los mejores episodios, dos cónyuges discuten apelando no a su memoria sino a los registros exactos de cada momento que quedan grabados en un artefacto (recurrente en la serie) que llevan insertos todas las personas. No hay más memoria, sino reproducción del pasado al estilo del Funes borgiano, pero perfectamente grabado.Esta reproducción del pasado gravita permanentemente sobre el presente, como una suerte de penosa eternidad desquiciada, (spoiler) en que el matrimonio se deshace enfrentando  los registros.
En otro capítulo, un premier británico es forzado por las encuestas (spoiler) a realizar un acto nefando de bestialismo , públicamente transmitido. En este caso, prácticamente no hay ciencia ficción sino quizás sátira y una ligera hipérbole. Quien se haya asomado a los abismos del marketing político o de la forma en que inciden las encuestas sobre las posiciones de los políticos (en la última elección, Trump usó en forma muy exitosa para lograr ganancias marginales en los Estados una empresa de manejo de big data que le permitía apuntar exactamente a cada grupo específico en cada Estado) apenas nota la exageración un tanto burda y humorística, en realidad una parábola de la netpolitics.
En otros casos, no hay tanto distopía cuanto proyección de alguna de las más caras fantasías de la posmodernidad. Aquí realmente la serie funciona como espejo de los deseos. En uno de los episodios (spoiler) una pareja (homosexual, si tiene algún sentido eso en la virtualidad) vive y sobrevive a la muerte en una existencia virtual, que al final del capítulo se revela como una vasta matrix de subsistencias virtuales que reemplaza a los prosaicos nichos. Se ha logrado la vida eterna, aunque -aclara uno de los personajes- esta existencia virtual, prácticamente idéntica a la real, no es aceptada por la ¨gente muy religiosa¨. Aquí la ficción se resuelve en un deseo tan antiguo como el del cantar de Gilgamesh traducido por la tecnología, y resulta casi irresistible comparar el pasaje del Génesis donde la pareja primigenia es apartada del Paraíso, para evitar que luego de comer del Árbol del Bien y del Mal lo haga del Árbol de la Inmortalidad terrena, ruina definitiva de la especie humana. Algunos pensamos que esa fue la primera bendición de Yaveh.
La omnipresente tecnología comienza a alterar, no sin grave daño, la naturaleza humana, para los que todavía creemos en su existencia. Las posibilidades, como nos muestra la serie, son pavorosas e ilimitadas; desde el sexo y hasta un erzatz del amor con los androides, pasando por la dependencia absoluta de las redes virtuales, hasta una cadena perpetua a un criminal subjetivamente eterna, un sueño de los partidarios de la mano dura y ante la cual la pena de muerte se revela como un don piadoso.
Asomarse a los espejos de Black Mirror, en suma, conlleva la posibilidad y la maldición de encontrar o bien una imagen del hombre distorsionada al extremo o bien ninguna, una vez más, como en la vieja leyenda del hombre sin reflejo, que es quizás la mejor síntesis que encierran estos escenarios inminentes. Los espejos pueden cambiar, los mitos jamás.

15 comentarios:

  1. "En otro capítulo, un premier británico es forzado por las encuestas (spoiler) a realizar un acto nefando de bestialismo , públicamente transmitido"
    Basado en hechos reales:
    https://en.wikipedia.org/wiki/Piggate

    ResponderEliminar
  2. Anoto solamente que el genial Tolkien, en su Legendarium, señala que la muerte es el "don de Ilúvatar" para la raza humana, algo que los elfos, que "viven la vida del mundo", no comprenden: algunos la desprecian y otros llegan a desearla.
    Los Númenóreanos, al perder sabiduría, buscan evitar la muerte, y con ello acarrean su ruina. Y luego, el restaurador de la sabiduría del oeste, Aragorn Elessar, recibe el don de elegir el momento de su muerte, en una cumbre de virilidad y sabiduría.
    En fin, en Tolkien ha toda una meditatio mortis que puede bien ser tomada como antídoto contra la prolongación tecnológica antinatural de la vida que hoy se propone...

    ResponderEliminar
  3. Ligero Off-topic:
    Ayer concurrí a Misa a una Catedral del conurbano bonaerense. En el sermón el sacerdote dice: "Este cuentito de Jesús tentado en el desierto...". "Porque es un cuentito. Un cuentito que los evangelistas usaron para transmitir una verdad teológica y moral". "¿Ustedes se creen que Cristo podía sobrevivir cuarenta días sin comer?. ¡Se muere!". El sacerdote que dijo esto se educó en un seminario en tiempos de Pio XII. Quiero decir, no ha sido mal formado por un seminario modernista.
    Digo yo, ¿cómo sabe este sacerdote que la Resurrección no es también 'un cuentito'?. No lo sabe. No puede saberlo. Al rechazar la calidad de testigos de los Evangelistas, ha reducido los Evangelios a una serie de fábulas edificantes. Como las de Constancio C. Vigil.
    Es por esto que la Iglesia está como está. No por otra cosa. La gran mayoría de los sacerdotes católicos no cree en nada de lo que está escrito en la Biblia. Siendo esto así, no entiendo para qué siguen siendo sacerdotes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En esto vengo pensando desde hace tiempo: Voy a pecar de cínico - no hay fe, pero hay casa, comida y dinero para menudencias.

      Eliminar
    2. Qué curioso. En Alemania y Rusia hay unas clínicas donde cualquier hijo de vecino ayuna por cuarenta días como si nada.

      Eliminar
  4. Abundando en lo que bien dice Âνδρέας, no olvidemos que los orcos son elfos corrompidos. Y que Saruman, un mago corrompido, tiene sus propios elfos, los Uruk-hai, que se suman a los hombres salvajes, para destruir todo lo que es bello, veraz y bueno en la Tierra Media.

    Qui potest capere capiat.

    ResponderEliminar
  5. Que diferencia estimado Anonimo de las 17:41.
    Yo justamente atendiendo a la Misa tradicional de siempre pude ver en el Sermon dado por un Joven cura (en sus treintas) que justamente explico que el ayuno no solo fue llevado efectivamente adelante por Nuestro Señor sino que tambien hay gente que lo llevan adelante en nuestros dias. Castellani entre ellos que lo hizo por el solo hecho de probar que se podia hacer.

    Es un poco lo que decia Wanderer la Iglesia venia podrida de antes de PanchoI. Antes y ahora quedan lugares a salvo.

    Benigno

    ResponderEliminar


  6. Benigno

    La Iglesia es la Túnica sin costura , sin mancha y Santa . NO PUEDE ESTAR PODRIDA… ni hoy ni antes .

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno me referia a la cabeza quw se mando el Concilio Vaticano II y eligio a Pancho de Papa entre otros aciertos historicos.
      Benigno

      Eliminar
  7. 17:41 el ser humano puede sobrevivir a cuarenta días sin comer. A lo que no sobrevive es a cuarenta, y mucho menos, sin beber. Así que el sacerdote de su homilía ni siquiera tiene un buen bachillerato.
    A este paso de los Evangelios no van a dejar ni las tapas.

    ResponderEliminar
  8. Respecto a lo que dijo el cura mencionado por el anónimo del 6 de marzo de 2017, 17:41, está el precedente de la huelga de hambre de presos del IRA en 1981, en la cual la primer muerte se produjo a los 46 días y la última a los 73 días de ayuno. En promedio se murieron tras 60 días.

    https://es.wikipedia.org/wiki/Huelga_de_hambre_de_1981_en_Irlanda_del_Norte


    ResponderEliminar
  9. Anónimo de las 21:21 hs.,
    exacto. Esa es la clave de todo. Porque, ¿habrá alguien que se enfrente a la cultura dominante -arriesgando aún su propia subsistencia- en defensa de unas fábulas judías del siglo I, cuando se está convencido de que son sólo eso, fábulas?.

    ResponderEliminar
  10. 17:41 ya había problemas en los seminarios en tiempos de Pío XII porque se cree que escribió
    la Humani Generis. Los modernistas venían panfleteando desde Pío X en los seminarios. Y si no estudie el movimiento litúrgico desviado. Pero ese cura bien puede haber bebido luego de las sentinas ponzoñosas posvaticanas y haber perdido la fe por eso.

    ResponderEliminar
  11. Escuché a un diácono que estaba dando una celebración de la Palabra decir que el génesis es un relato no histórico, me parece a mi o es un error?

    ResponderEliminar
  12. No tiene sentido al caso demostrar o no que un ser humano puede aguantar 40 días sin comer y/o beber. Cristo era humano, y como humano sufriría todas las angustias y necesidades del ayuno, pero era Dios, y no podía morir hasta que su padre del Cielo lo dispusiera. Por tanto, sufriría el ayuno como cualquier hombre, pero sin morir por él (lo cual es quizá aún más terrible, pues la muerte no lo liberaba del sufrimiento).

    Cristo ayunó 40 días porque era un número simbólico. Ayunó para purificarse y vencer la tentación. Y con ello nos enseñó que el ayuno y la renuncia ayudaban a vencer la tentación.
    Quedarse en si el ayuno debe ser de 4 o 40 días y olvidar la enseñanza que transmite el signo, es justamente lo que hacían los fariseos que pagaban eo diezmo de la menta y el comino y olvidaban la caridad y la compasión.

    En cuanto a los curas que creen que todo o muchos actos milagrosos del Evangelio son "fábulitas" o "alegorías" así, a tarifa plana... bueno, el naturalismo es una de las escuelas del modernismo, y ya penetró hace mucho en los seminarios.

    Es falta de fe nomás (como dicen mis amigos los argentinos).

    ResponderEliminar