miércoles, 19 de junio de 2019

Coqueteando con el mundo

Sin pretensión alguna de originalidad, sigo con algunas reflexiones:


Hoy estamos prisioneros de diversas teologías, o de teologías diversas, que en términos generales pueden ser denominadas “teologías de la encarnación”, según las cuales la divinidad entraría en el mundo como un hierro caliente penetra en la manteca. El Nuevo Testamento no conoce esta encarnación. Sin duda, obliga a los cristianos a “glorificar a Dios con nuestros cuerpos” (I Cor. 6,20), pero no pareciera que en esta vida se pudiera hacer otra cosa sino “llevar en todo tiempo la muerte de Jesús en nuestros cuerpos” (II Cor. 4,10). La encarnación, tal como la concibe el evangelio, no es la apoteosis del mundo. Por el contrario, es el principio de su irremediable ruptura. El Hijo de Dios no bajó a nuestra carne por placer, sino que descendió a ella como a la muerte. Como dice San Pablo, que Él se haya hecho hombre y se haya hecho obediente hasta la muerte, es todo una sola cosa.


No se niega que el evangelio sea la salvación del mundo, pero no se trata de un agradable licor que lo hace entrar en calor a través de una borrachera dulce y gozosa. Se trata de un remedio terrible. Cuando el mundo lo gusta, dice como los hijos de los profetas a Elías: “Hombre, la muerte está en la bebida” (II Reyes 2). Para el mundo, como para Dios, la encarnación es la cruz.
El progreso del Evangelio en el mundo, tal como parece entenderlo el Nuevo Testamento, no es una seducción, ni una asunción progresiva ni tampoco una pacificación de toda realidad humana. Pareciera que esta la lógica que propugna la Iglesia desde el Vaticano II y la que el Papa Francisco desperdiga en cada uno de sus discursos y de sus gestos. El evangelio debe despertar en el mundo una hostilidad que estaba latente, y que será llevada a su paroxismo, y esto lo que los obispos actuales, el Opus Dei y tantos otros movimientos neocones no quieren aceptar. No se trata de negar que el evangelio deba fructificar en las almas, ni que su fruto se manifieste a través de toda clase de obras por las que los hombres glorifiquen al Padre. Pero será una obediencia necesariamente dolorosa la que hará nacer ese fruto y, finalmente, deberá sufrir la prueba del fuego. 
Por eso, lo que espera a los apóstoles que predican el evangelio no es la conversión del mundo, sino el odio del mundo. Les aguarda la enemistad del mundo -que se manifiesta cada vez más- y al mismo tiempo, la victoria sobre el mundo. Las dos son inseparables. Pero ocurre que la mayor parte de los cristianos de hoy no pueden soportar la idea de tener enemigos. Quieren estar en contra de todo lo que está contra algo, y estar a favor de todo lo que está a favor de algo. “No estamos en contra de nadie”, es su frase favorita. “No estamos contra la ideología de género. Tenemos algunas diferencias que se solucionarán con el diálogo”, dice la Congregación para la Educación. “No hablemos de lo que nos separa como el aborto y la homosexualidad. Concentrémonos en dialogar sobre lo que nos une”, dice el Papa Francisco. Pareciera, incluso, que hoy no es posible ser ateos, porque sea el personaje que sea, siempre encontrará a algún eclesiástico esclarecido que escribirá un libro o dará una entrevista, quizás junto a ese mismo personaje, en el que demostrará que, en realidad, lo estamos malinterpretando y que en el fondo, ese acérrimo ateo, es más cristiano que nosotros mismos.
Lo malo es que esas conquistas sobre el papel no son muy efectivas. Aunque anexados por nuestros artificios dialécticos, nuestros queridos enemigos siempre escapan a nuestros abrazos, ignorándonos sin más. Al leer los escritos de autores cristianos actuales, se tiene la impresión de que el cristianismo ha perdido para ellos todo contenido propio. Pareciera que su fe, inquieta solamente por comprender y acoger a todos, es una materia dúctil y transparente, en perpetua coquetería con los principios del mundo.
Cualquiera sea el “ismo” del que se enamoren nuestros contemporáneos, siempre se encontrará una versión reducida y esterilizada para el uso de cristianos, munida del correspondiente certificado de bautismo: ecologismo, socialismo, capitalismo, liberalismo, etc. Pero sucede que, cuando los enemigos nos escuchan, encuentran que nuestras palabras no son más que un relato aguado, adaptado para niños, de sus propias creaciones y, entonces, se van desinteresados. Hemos perdido, incluso, el sentido de la afirmación, porque no se puede afirmar sin negar lo contrario, y nuestro temor a golpear y disgustar al otro nos impide dar un no categórico. 
El adversario, por su parte, desprecia al que cede continuamente el terreno. El cristiano “amigo de todo el mundo”, siempre con su sombrero en la mano y que saluda simpáticamente a todos, se siente rodeado, sin comprender bien el porqué, de una indiferencia glacial. Todo lo que obtienen sus declaraciones de humilde devoción y de respetuosa admiración por el mundo, es una condescendencia desdeñosa. Nunca sabremos si es consciente de ella o no, debido a su perpetuo complejo de inferioridad.
Los primeros cristianos, por el contrario, se sentían invencibles, porque estaban seguros de haber descubierto la salvación del mundo, o más exactamente, de haber sido ellos mismos encontrados por el Salvador del mundo. Su fe no necesitaba la aprobación del mundo. Ella era, precisamente, la victoria sobre el mundo. Y lo era porque esa misma fe les aseguraba que había Alguien que era más grande que el mundo. Y esto era lo que los hacía indemnes a toda falsa modestia y a todo respeto humano en su testimonio. Como todos los verdaderos humildes, no tenían escrúpulos en que se los creyera orgullosos. Ellos se sabían arrancados del poder de las tinieblas y transportados al reino de la luz por una fuerza que no era la suya. Esta seguridad estaba estrechamente ligada a su convicción de la intervención divina en su propia historia como así también en la historia del mundo.

Estos cristianos antecesores nuestros estaban convencidos que “El Hijo de Dios vino al mundo para salvar al mundo”, y el mundo lo crucificó, pero Dios lo resucitó. Y que lo que había sucedido con Cristo, sucedería con ellos. Es verdad que iban al mundo para llevar a los hombres la palabra de salvación y de reconciliación, el evangelio del ágape, pero sabían que lo único que podían esperar del mundo era la cruz. Pero como la cruz de Cristo los había arrancado del mundo, así arrancarían a muchos hermanos completando en ellos lo que faltaba a la pasión de Cristo. Y como Dios había intervenido para transformar, después de su muerte, la aparente derrota de Cristo con el triunfo de su resurrección, así esperaban ellos para el fin de los tiempos la misma intervención. No esperaban una victoria que suprimiera la cruz, sino una victoria por la cruz. No una victoria alcanzada por el esfuerzo humano, ni siquiera el esfuerzo del Hijo de Dios hecho hombre, sino una victoria dada por la intervención del Padre, que resucitó a su Hijo sólo después de haber permitido el sufrimiento en Él. En una palabra, esperaban la victoria de la parusía.

17 comentarios:

  1. Hay un programa nefasto de entrevistas, conducido por el epiceno Novaresio. Al final siempre le hace la misma pregunta a los invitados: "¿nos morimos y qué pasa?" La abrumadora mayoría contesta que no pasa nada, que desaparecemos. Lo increíble es que los que contestan muchas veces se declaran en la misma entrevista como católicos o que creen en Dios. Es la mejor prueba de que el mundo se ha convertido en impermeable a lo religioso, y la religión, en un adorno dialéctico de cortesía.


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  2. No sé si conoce Wanderer el fenómeno "Hakuna", precisamente un spin-off del Opus Dei, pero lo ha retratado a la perfección. A Dios por los placeres cotidianos. Porque los santos, los místicos y los mártires eran todos tontos ¿sabe usted? Se mataban a rosarios y penitencias cuando esto en realidad va de "ser disfrutones", "abrazar el mundo", "rechazar la vida austera", que es "aburrida y ñoña", y vivir "a tope". Si se tiene dinero para ello, claro. Los libros fundacionales se titulan: "Santos de copas", "Santos de carne" y "Santos de mierda" (sic). Es de temer que se les ocurra sacar un cuarto libro, titulado esta vez "Santos de pu...".

    Fuera bromas de mal gusto, son adulteraciones de la profesión de fe de la Iglesia propias de una época de decadencia total. Como tantas otras sectas y herejías a lo largo de la Historia que han predicado el hedonismo como camino de salvación.

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  3. Esta supuesta crítica del Opus Dei al libro de Dreher lo dice todo: ¿Es posible la opción benedictina?.

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  4. El mundo siempre fue amante del placer por naturaleza, eso no estaría mal si todo fuera en su medida y aromoniosamente.
    El problema es que esta generación, más que ninguna de las que nos precedieron, parece deleitarse revolcándose en el charco del hedonismo más vil.
    En evidente entonces que el crecimiento de la apostasía resulta ser directamente proporcional a la alarmante declinación de la fe, no sólo ya de las capas dirigentes, sino también de aquellos que se han entregado a la vida consagrada de la Iglesia, lo que revela dramáticamente que hemos llegado a un punto que ya no tiene retorno.
    En ese escenario, no debe llamarnos la atención el rechazo visceral del mundo al Evangelio que promete el Paraíso a condición de renunciar al pecado, porque eso es materia de algo de ninguna manera negociable para el mundo.
    De ahí que, a fin de presentar una Iglesia atrayente para el mundo, hoy se quiera dialogar con la ideología de género y hasta con el mismo infierno si fuera posible, creyendo estúpidamente que si la Iglesia hace alguna concesión el mundo le pagará con la misma moneda.
    Aunque pensándolo bien, a lo mejor en Roma no son ningunos estúpidos. Tal vez los estúpidos somos nosotros que no podemos creer que hemos caído en manos de una secta siniestra que está llevando a cabo el maquiavélico plan de construir una iglesia nueva y atractiva sobre las ruinas de la vieja Iglesia de Cristo de la que se han apoderado en alianza con las potestades del infierno.

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    1. Voto por la última opción.

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    2. Fuenteovejuna de 19.36:yo también voto por la última opción. No son tontos los que dirigen hoy la Iglesia, más bien son la quinta columna que llegó al trono

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  5. Explica muy bien René Girard cuando afirma que es Cristo, la victima inocente, quien al romper el mecanismo victimario sobre el que se funda el Mundo y la potestad diabólica al desvelarlo provoca el odio universal porque ya no se podía fundar la paz mundana. Da igual lo que hagan, Cristo sigue operando en Su Iglesia y cada vez se irá enconando hasta el paroxismo. Muchas de sus reflexiones me parecen muy cercanas a Castellani (el faseismo) aunque otras no se como encajarlas o no estoy de acuerdo. No se puede poner de acuerdo a Cristo o a Belial, es imposible ni se pueden confederar las Dos Ciudades. En el fondo quieren un cristianismo sin Cristo y sin Cruz, suspiran por las ollas de Egipto sin acordarse del látigo de los sayones del faraón. El mundo actual está viviendo de prestado de la antigua cristiandad aunque el capital se agota y no conoce el terror, pánico y frialdad del mundo pagano, cuando regían con todo su poder las potestades satánicas.

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  6. Impecable y certero su escrito. Leonardo Castellani decía teología para ....(con tanta censura no sería raro que el sistema YouTube se activase aquí también). La mediocridad del clero también contribuyó a la degradación de la feligresía, ejemplo es el tema del Infierno y del Pecado.

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  7. Del pesebre a la Cruz, de la Cruz a la prisión del Sagrario.

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  8. Dios mediante, intentaré no caer en comentarios místicos ó crítica a una querida orden tradicional que se está --a mí entender-- eutanasiando; sinó, quizás no lo publique. Tampoco, es mí intensión que lo publique ó no, querido Wanderer; eso lo decide usted y el Espíritu Santo.

    Nuevamente le digo, que, momentos antes de recibir y leer su post, meditaba en sus propias(*) reflexiones, a partir de cuando dice "Los primeros Cristianos"...y considero que su reflexión es acertadísima...para "los primeros Cristianos" la Vida comenzaba con su muerte, y la "VIDA" póstuma Resurrección --que esperan aún hoy--.
    (*)Para nuestra FE, y los que creemos en Dios, esto no es casualidad, sino una manifestación del Espíritu Santo, que Dios Nuestro Señor obra en Comunión de santas intenciones --como siempre, aclarando, no porque seamos Santos. De hecho, en mí, las Primicias del Espíritu, llegaron siendo no muy santito, pero seguramente estaban las buenas intenciones de la búsqueda de su Espíritu, aún sin saberlo, ni desearlo.

    Así es! "Los primeros Cristianos" no dudarían un instante en la Resurrección de N. S. Jesucristo y de su presencia Eucarística...también no dudarían, en la inmanencia de Dios Espíritu Santo y la Filiación Divina de Hijos "solo" a partir del Bautismo; que obra más allá de nuestros deseos e intensiones personales.
    También digo, que, quién conoce a Satanás en persona, y, a quién Dios tocó su putrefacto ó disecado corazón, y realmente renovó su Vida en la Gracia Divina derramada por la Santa Iglesia...no puede desear ningún mal, por nada del mundo. Quién fue tocado por CRISTO, conoce las consecuencias del Pecado, el Purgatorio ó el Infierno, llora y se Sacrifica por la CONVERSIÓN propia y la del prójimo hasta la muerte, porque sabe lo que le espera.

    Quién fue tocado por el Amor y el Poder de Dios; y por constancia y Gracia Divina, sostuvo y creció en FE, no puede callar a CRISTO..."CRISTO es DIOS Vivo, CRISTO es el Camino, CRISTO es la VERDAD, CRISTO es nuestra VIDA".

    Por último, quien proclame a viva vos y viva estas "Verdades Cristianas Católicas Apostólicas" en este poseso mundo, tendrá muchos enemigos, sera muy odiado por el mundo y la nueva iglesia.

    Que nuestro DIOS VIVO!...de nuestros Vivos Padres Abraham, Isaac, Israel, David y Salomón, nos bendiga por MARÍA SANTÍSIMA en JESUCRISTO N.S.!!!

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  9. Brillante, Wanderer!
    En la práctica, en el apostolado de católicos de a pie, esta diferencia de cosmovisión manifiesta dos iglesias distintas. Es triste, pero real. Y uno se acostumbra a las catacumbas, ¡menos mal!
    Gracias rotundas desde altamar,

    Capitán Dalroy.-

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  10. ". El mundo actual está viviendo de prestado de la antigua cristiandad aunque el capital se agota y no conoce el terror, pánico y frialdad del mundo pagano, cuando regían con todo su poder las potestades satánicas."...... Excelente Eck, coincido plenamente.

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  11. “Nosotros amonestamos a su Alteza, para que cese de tolerar que los judíos gobiernen sobre los cristianos y ejerzan autoridad sobre ellos. Ya que permitir que los cristianos estén subordinados a los judíos y estén sujetos a su arbitrio, es lo mismo que oprimir a la Iglesia de Dios y exaltar a la Sinagoga de Satanás. Desear agradar a los enemigos de Cristo, significa ultrajar a Cristo mismo.” Papa Gregorio VII al rey Alfonso VI de Castilla en el año 1080.

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  12. VIERON ESTA NOTICIA? https://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/papa-ya-esta-pensando-en-una-visita-argentina-dijo-presidente-del-episcopado

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  13. <> Totalmente de acuerdo, Eck. Así me parece y me hace estremecer.

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  14. EL ESPÍRITU DE INMANENCIA Y REDUCCIÓN A LO COTIDIANO DEL MODERNISMO POSTCONCILIAR

    Fijémonos en el generoso gran banquete que el Hombre, el Padre en este caso, brinda a sus súbditos. Y reparemos en las excusas que los súbditos ponen para no ir:



    …El primero le dijo: He comprado un campo Y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor’. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor. Otro dijo: Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir…..



    Son acaso excusas malvadas? Son actividades inicuas? De ninguna manera: son la actividad cotidiana del hombre. Sus deberes de estado, casi se podría decir de un laico. Entonces, porqué esa reacción tan violenta y extrema de Dios?

    ninguno de aquellos convidados probará mi banquete!

    Dios se enoja en extremo porque no acuden los hombres a su banquete aduciendo causas de sus deberes de estado, de la cotidianeidad….

    Vemos entonces lo grave que es esto. Todo lo cotidiano debe ceder ante los imperativos de la relación con Dios. El primer deber del hombre es vertical, directamente hacia su Creador y Salvador. Ninguna cosa cotidiana puede ponerse a la altura de este deber vertical, del Primer Mandamiento.

    No sabían que debo estar en las cosas de mi Padre?….

    Como ya lo hablamos abundantemente, el II Concilio Vaticano ya en sus textos mismos introduce el liberalismo, el modernismo, el buenismo, el pelagianismo, el inmanentismo.

    Como ya también mencionamos, el II Concilio tomado en bloque con su postconcilio, es el Concilio de la praxis sobre la Doctrina; de Marta sobre María; del Hacer sobre el Ser. El Concilio de la Inversión de las Prioridades ontológicas y prácticas.

    La infiltración liberal modernista en la teología por obra de Maritain, Rhaner, Theilard y los Personalistas, como así también del existencialismo de Heidegger y la fenomenología de Hüsserl, han aterrizado la fe y la práctica católicas: la han vaciado de trascendencia, sobrenaturalidad, verticalidad; de la direccionalidad hacia Dios; la han aplastado contra la actividad horizontal, inmanente; la han confinado a la actividad cotidiana. La han encapsulado en la mera e indigente humanidad…

    No olvidemos que el Ser se encuentra ya -en esta filosofía- no objetivamente y distinto del hombre y la Creación, en la trascendencia-, sino en la acción única e irrepetible del hombre acá en el mundo; el ser se va haciendo….En su hacer, su existencia activa, el hombre encuentra el ser, se encuentra a sí mismo: por otro lado, hay que despojarse de toda excrecencia y prejuicio tradicional para que el fenómeno emerja en toda su autenticidad…en la subjetividad individual única e irrepetible..Allí se encuentra la existencia auténtica…



    https://adoracionyliberacion.com/2019/06/23/la-palabra-de-dios-del-domingo-domingo-ii-despues-de-pentecostes/

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