lunes, 12 de octubre de 2020

Newman y la fuga del mundo

 

Hace algunos días publiqué un breve texto del cardenal Newman en el que se llamaba a asumir los tiempos que nos tocan vivir. Varios lectores entendieron que se trataba de una refutación a las propuestas de John Senior, o del San Ireneo de Arnois de la Señorita Prim, o de la Opción Benedictina de Dreher. Y la verdad es que yo no veo oposición alguna, a no ser que alguien pueda regodearse en berrinches ideológicos de salón como ocurrió con algunas expresiones peninsulares del año pasado.

En primer lugar, son necesarias algunas distinciones básica. La propuesta de Senior, reflejada literariamente en San Ireneo de Arnois, no es la propuesta de Dreher, sobre la cual tengo mis reservas tal como lo expresé oportunamente. 

En segundo lugar, y por enésima vez, sobre este tipo de cuestiones lo única regla es la prudencia, que es personal y no universalizable. La pretensión de descalificar las decisiones que pueda tomar una familia o un grupo de familias acerca de preferir una vida asilada del mundo, aduciendo cuestiones de principio y recurriendo a la necesidad de involucrarse en la irremediablemente perdida política contemporánea es, como dije, un berrinche ideológico hundido en consignas que podían entenderse en el contexto de las luchas entre liberales y tradicionalistas de fines del siglo XIX, pero que ya no tienen objeto porque, nos guste o no, el tradicionalismo político está completamente derrotado, y es ideología pretender restauraciones imposibles. Otros, oponían la Opción Pelayo o la Opción Josemaría. Delirios. Sería conveniente que repasaran las partes integrales de la prudencia e insistieran en algunas de ellas, como la circunspección, tan necesaria para dimensionar el momento presente y concreto en el cual se debe tomar la decisión prudente.

Pero vayamos al texto de Newman. En primer lugar, el cardenal afirma algo que tenemos bien sabido: no tiene ningún sentido añorar tiempos pasados, justamente porque pasaron y no volverán. Y vivir de esas añoranzas y de críticas a los tiempos actuales no hace más que paralizarnos en una amargura permanente. Y es por eso que afirma que “al anhelar otros tiempos estamos, de hecho, deseando no haber nacido nunca”. De hecho, continúa, tenemos mucho que agradecerle al mundo en el cual nacimos los muchos beneficios que de él hemos recibido.

Es verdad que puede darse en muchos una idealización de los tiempos pasados, y no es extraño. “Todo tiempo pasado fue mejor”, dice la sabiduría popular, pero debemos actuar racionalmente impidiendo que la imaginación nos engañe. Es verdad que los tiempos pasados fueron mejores… a veces. No fueron mejores ciertamente en las condiciones de vida, al menos para la mayoría de la población. La pobreza, las enfermedades y la ignorancia relativa no son deseables. Y para darnos un baño de realidad al respecto —y me refiero a lo positivo y negativo que tenían esos tiempos pasados no tan remotos—, podemos recurrir, por ejemplo, al cine. Más de una vez he recomendado aquí El árbol de los zuecos, situada en Italia a comienzos del siglo XX, El espíritu de la colmena, en España a mediados del XX, o Juegos prohibidos, en Francia y en la misma época. O a la literatura, y leer algunos de los Episodios nacionales de Pérez Galdós, o Sotileza de Pereda. 

Sin embargo, suponer que Newman, con este párrafo, estuviera fijando un rechazo a una suerte de fuga saeculi, es un error bastante grosero. Y por varios motivos. En primer término, porque el Señor en el evangelio nos dice que llegarán tiempos en que deberemos huir de las ciudades y buscar refugio en las montañas. Y esos tiempos pueden ser los actuales, o al menos lo pueden ser para pocas o muchas familias. Cada una de ellas lo verá, según un discernimiento prudencial, más allá que las catástrofes anunciadas como preliminares del fin estén cercanas o no.

En segundo término, Newman era un gran estudioso de los Padres, particularmente de los alejandrinos del siglo IV. Y son justamente esos autores los que de un modo más insistente alientan y alaban esa fuga del mundo. Él nunca contradiría a sus maestros en este punto.

La fuga saeculi que condena Newman es la originada en la cobardía o en la desidia, pero no la que surge de una decisión prudencial. Es por eso que dice que “no tiene nada de incorrecto, vacío de sentido o ingrato indicar sus deficiencias con el deseo de ayudar a superarlas”. Y me pregunto si en nuestros tiempo, muchas veces el único modo de ayudar a superar las profundas falencias del mundo contemporáneo, no sea mostrarle otro mundo posible, por ejemplo, San Ireneo de Arnois, efectivamente realizado en un pueblito alejando, o en comunidades más o menos aisladas en medio de las ciudades. Más aún, me pregunto si uno de los beneficios colaterales de este confinamiento descabellado que nos han impuestos los políticos alineados con el Nuevo Orden Mundial no sea la universalización del teletrabajo, lo que permite fácilmente el establecimiento de estas comunidades aisladas. 

Como sea, el último párrafo de Newman termina de eliminar cualquier duda: “Nuestra tarea, entretanto, consiste sencillamente en cercionarnos del puesto que tenemos asignado en este revuelto escenario, asumirlo firmemente, y luego desembarazarnos de todo miedo hacia el futuro”. Cada uno tiene un lugar en el mundo, y Dios ha querido necesitarlo a él en ese puesto. Casado o soltero, seglar o religioso, sano o enfermo. Se trata de descubrir qué es lo que Dios quiere de cada uno, dejar de añorar otros lugares que nos parezcan más felices o brillantes, dejar de quejarnos y compadecernos, y asumir lo que somos y lo que Dios quiere de nosotros. 


13 comentarios:

  1. Ud dice Wanderer: ...es ideología pretender restauraciones imposibles...
    Estoy de acuerdo. Sobre todo,no porque la restauración no deba realizarse, sino porque no somos nosotros con nuestro esfuerzo quienes lo haremos, sino Cristo cuando Vuelva. A nosotros nos toca estar firmes y del lado correcto.

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  2. ¿Un buen libro de eclesiología en castellano para recomendar? Si es PDF y está en la red, mejor. Eso sí, que sea pre conciliar. Mi estómago no resistiría leer las pasteladas del Concilio Vaticano II...

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  3. "...asumir lo que somos y lo que Dios quiere de nosotros".

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  4. Un texto perfectamente equilibrado, que trae paz.
    Gracias.

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  5. Estimado Gibelino y lectores de este destacable blog: más de una vez he pensado, al contemplar la debacle argentina, en la "opción kibutz" que para mí significa una suerte de colonia agrotécnica de economía socialista, donde la juventud pueda hacer una experiencia de uno o varios años, aprendiendo no sólo oficios sino valores. Para lo cual se requiere una mística que lo impregne todo: como ocurría en las antiguas reducciones jesuíticas. Sería incluso un buen proyecto para rescatar y reformar a los hijos de San Ignacio.

    La fuga mundi podría encontrar en estas comunidades algo al estilo de la Mariápolis de O'Higgins, que a muchos les puede parecer algo light, ecléctico o ecuménico al modo de Taizé o Bose....pero siempre cabe la posibilidad de ajustar las tuercas con algun jerarca alemán de los que aún quedan en nuestro suelo....jaja

    Ahora que quieren cerrar los Liceos Militares y hasta los seminarios en Mendoza, habrá que inventar esta suerte de kibutz para educar en artes y oficios y, sobre todo, formatear mentes nuevas para una nueva Iglesia y nueva Patria. La fuga mundi, digo, no es algo que sirva si se hace en solitario, pues siempre es mejor en comunidad.

    Habría que encontrar gente dispuesta a llevar adelante un proyecto de "kibutz" en alguna estancia abandonada, de las que abundan... con graneros y corrales y talleres esperando ser restaurados.

    Saludos, amigos !

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  6. La opción de vivir en este mundo o retirarse de el es personal, naturalmente.

    Ninguna es excluyente.

    Y muchas veces el trabajo decide por todos: si no puedes ganarte la vida con una agricultura de subsistencia, como en esa Alejandría, y tienes que trabajar de médico especialista -es un ejemplo -, ¿qué vas a hacer?

    Además está el problema de tus hijos y de tu propia jubilación...

    El mismo Senior comenta en su libro de gente que hizo su famoso curso de humanidades y que se fueron a vivir lejos del mundo. También habla de los Amish, que es lo mismo pero en una secta. Y de los religiosos de clausura y la obligación que tiene el creyente de ayudarle económicamente para que puedan rezar por todos (es decir, viven en otro mundo pero en beneficio de los que vivimos en éste)

    Sin embargo sigue existiendo el problema de base:

    Vivimos en una (falsa) democracia y depende de quien esté en el gobierno podrá gobernar con valores cristianos (esto es, de la gran mayoría de la población) o descristianizando la sociedad con dinero de los impuestos de todos.

    Y eso sin contar con el problema que causan la televisión y el resto de estos aparatos que no permitenn vivir en la vida real o son un medio muy eficaz para descatolizar la sociedad (por ejemplo con la emisión de pornografía) en nombre del "laicismo" y los "valores republicanos".

    Impiden que la persona piense y sea responsable de sus actos, que es la base del catolicismo.

    Es decir, hay alguien muy poderoso (no es sólo SOROS) que está empeñado en destruir el catolicismo como sea y cree que ha llegado la oportunidad, que no va a dejar escapar.

    No dar la batalla por la libertad significa esclavitud.

    Hoy, esos gobiernos europeos, que no representan a sus votantes, están colonizando sus propios países importando musulmanes, a los que mantienen artificialmente en el país con salarios sociales, ayudas sociales para que no trabajen y pagos por cada hijo musulman que tengan; dinero pagado precisamente por los invadidos en nombre de la "Libertad, Igualdad y Fraternidad", para progresar, ser ilustrados y librepensadores(sic),

    Estamos hablando de sobrevivir o de que los de siempre te extingan.

    La batalla hay que darla; y hay que darla con la verdad.

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  7. Muchas gracias, don Guánder. Lamiéndome estoy las heridas después de los palos que usted me propina (solo rechazo por injusto el cargo de mala fe), pero contento de haber provocado este post, y agradeciéndole de veras que, a petición mía, haya accedido a darle «otra vuelta» al tema. Peninsular, en efecto, y no de la del Yucatán.

    Al fin y al cabo, en ningún otro lugar se podría tratar del tema como en esta casa, cuya hospitalidad congrega de las cuatro partes del mundo a católicos de diverso pelaje más o menos tradicional.

    Yo no tengo ni la ciencia ni la convicción necesarias para tomar la defensa de la posición de Ayuso, que me parecía no haber sido debidamente representada aquí. Pero espero que comparezca quien lo pueda hacer.

    La autoridad de Newman y de los Padres, tan bien traída por usted, como siempre, resulta muy iluminadora. Muchas gracias.

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  8. Y qué mejor día para hablar de ello que hoy, fiesta de la Santísima Virgen del Pilar, en que también celebramos (por feliz aniversario) el día de la Hispanidad.

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  9. Si he hecho mal mi cama, puedo volver a hacerla. Podemos restaurar la Heptarquía o volver a viajar en diligencias si nos parece. Puede que tardemos algún tiempo en hacerlo, y puede que no sea nada aconsejable; pero sin duda no es imposible, aunque sea imposible volver al viernes pasado. Como he dicho, ésta es la primera libertad que reclamo: la libertad de restaurar. Pido el derecho a proponer como solución el viejo sistema patriarcal de un clan de las Highlands, si con ello pudiera eliminar el mayor número posible de males. Sin duda, podría eliminar algunos males; por ejemplo, el antinatural sentido de obediencia ante desconocidos fríos y crueles, meros burócratas y policías. Pido el derecho a proponer la total independencia de las pequeñas ciudades griegas o italianas, la soberanía de ciudades como Brixton o Brompton, si ésa puede ser la mejor forma de eliminar nuestros problemas. Sería una salida para algunos de esos problemas; por ejemplo, no podríamos tener en un pequeño estado esas enormes ilusiones, alimentadas por los grandes periódicos nacionales o internacionales, acerca de los hombres o las leyes.
    Lo que esta mal en el mundo. Chesterton.

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  10. Lo dije en aquel tiempo y lo vuelvo a decir. Es una falsa disyuntiva. De un lado, hasta el propio Dreher no ha renunciado a la política ni a la tecnología ni a nada (y la prueba es su blog, desde principios de 2017 cuando se publicó el libro hasta ahora). Me parece que muchos que critican no leyeron todo el libro o no lo entendieron (al menos alguno de los críticos tuvo la decencia de decir que su crítica se basaba en las reacciones de la prensa y no en el libro). Del otro lado, hay miles de textos del propio Rafael Gambra hablando más o menos de lo mismo de lo que habla Dreher 50 años después. En ningún lugar del libro Dreher dice que haya que abandonar todas las trincheras para refugiarse en algún reducto prepper. Tal vez conviene bajar el volumen de este falso debate.

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  11. La Santa Sede da instrucción a los obispos españoles de unificar seminarios. Lo mismo ocurrirá para vosotros. Todos a coger por c-lo !!!

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  12. A mí me parece que aquí hay alguna confusión; "volver al pasado" en el sentido de volver a tener yo 35 años no es posible -ni deseable para mi alma. Pero retornar al punto donde nos extraviamos, que algunos llaman "volver al pasado", no solamente no me parece inoportuno o imposible, sino absolutamante necesario. Cuando uno se pasa de su destino, pega la vuelta y regresa al punto en el cual cometió el error y eligió el mal camino. ¿Es eso "volver atrás"? Podría ser en algún sentido, sobre todo en el sentido común. Es algo así, análogo, al arrepentimiento, que es volver atrás, hasta cierta infancia espiritual. No quiere decir andar haciéndose encima y usando pañales (que puede llegar a ocurrir exactamente por lo contrario) sino recobrar la frescura e inocencia de la infancia, la confianza en nuestro Padre, que nos sacará del aprieto en que estamos metidos.
    Así pues, "volver atrás" quiere decir mucho más que repetir lo pasado o más simplemente intentar no haber vivido lo presente o andar eligiendo qué pasado me conviene retener, y cuál no, que es una memez elefanteásica. ¿Quién negaría que hoy en día sería conveniente "retornar" a cierta forma de monarquía tradicional (vade retro "carlistas", que no son monárquicos, son borbonistas), recuperar la nobleza de mérito y la de sangre y cosas que hicieron tanto bien? Y de paso, por ahí tenemos algún que otro santo como los que aquellas edades daban a porrillo.
    Eso quería decir.
    Ibérico, o "peninsular"

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  13. Ni el carlismo es "borbonista", sino verdaderamente monárquico, ni la monarquía tradicional supone recuperar la nobleza de sangre (ni que la de mérito fuese cosa común antiguamente), la mayoría de cuyos titulares son entusiastas liberales (sobre todo de bolsillo y bragueta).
    A ver si nos informamos mejor antes de opinar.

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