domingo, 11 de julio de 2021

La Iglesia posbergoglio y la institucionalidad

 

La era posbergoglio, que pareciera que está más cerca de lo que pensábamos, deberá dedicarse a reconstruir varios elementos de la Iglesia que fueron destruidos por buenas o malas razones en los últimos siglos. Y uno de ellos es su institucionalidad, es decir, la concepción de la Iglesia como una institución en la que los personajes que ocupan sus puestos de gobierno son circunstanciales y secundarios. Lo que se observa es que desde hace ya varios pontificados la Iglesia adoptó un carácter más cercano al de un movimiento que al de una institución. Y esto ocurrió, a mi entender, a partir del pontificado de Pío IX y de su exaltación del papado romano a niveles que nunca había tenido, transformando de ese modo al Papa en un caudillo. Vale la pena recordar aquí dos anécdotas de este pontífice. La tarde del 18 de junio de 1870 mientras se desarrollaba el Concilio Vaticano I, tuvo lugar una acalorada discusión entre este pontífice y el cardenal Guidi debido a las reservas que tenía el docto purpurado dominico acerca de la conveniencia de proclamar el dogma de la infalibilidad aduciendo que no se trataba de una verdad conservada claramente en la Tradición. Pío IX le respondió a los gritos: “… io, io sono la Tradizione, io, io, io sono la Chiesa”. (Cf. K. Schatz, Vaticanum I, vol. III, Paderborn, 1992, p. 312-322). Y en otra ocasión, durante el encuentro entre el pontífice y el patriarca melquita Gregorio II Youssef-Sayour, firme opositor a la definición del dogma de la infalibilidad, el obispo oriental fue arrojado al piso por un guardia suizo y Pío IX, mientras le pisaba la cabeza, le decía: “Gregorio cabeza dura” (Ken Parry - David Melling, The Blackwell Dictionary of Eastern Christianity, Malden 1999, p. 313). Más allá de la conveniencia o inconveniencia de la proclamación de ese dogma, lo cierto es que Pío IX se había convertido en caudillo, que hacía deshacía en la Iglesia según su omnímoda voluntad y trataba al resto de los obispos, sucesores de los apóstoles como él, como meros  empleados. 


Pero la Iglesia, que es un institución fundada por Cristo, no tiene ni necesita caudillos; necesita jerarcas que la gobiernen como guardianes e intérpretes de la Revelación expresada en las Escrituras y en la Tradición. No necesita de líderes carismáticos y autoritarios. Esta es la nota distintiva de los movimientos, y basta ver lo ocurrido en los siglos pasados: el nazismo necesitó a Hitler, el fascismo a Mussolini y el peronismo a Perón. Y también, los neocatecumenales a Kiko, Bose a Enzo Bianchi y los focolares a Chiara Lubich. 

La característica de un “movimiento” es, justamente que se mueve hacia algo. Es decir, que hay una agenda programática, configurada por un proyecto con dynamis propia, y un estilo, el del Caudillo, es decir, la cabeza del movimiento. Brevemente: el Papa comienza a configurarse como un caudillo, y el catolicismo como religión del Papa. Es el catolicismo definido como papismo, pero papismo del caudillo que deviene tal por carisma y carácter personal, no por institución y que fuerza a los fieles a adoptar sus objetivos personales programáticos, ya sea doctrinarios o litúrgicos. 

A su vez, la base de legitimidad del Papa muta por necesidad interna de adhesión a ese carácter, deviniendo populismo y requiriendo la adopción de actitudes disruptivas con la tradición. Un Papa políticamente incorrecto, que pierde apoyo popular y al que las masas no aclaman lo suficiente, empieza a peligrar, porque el caudillo se legitima en el pueblo.

En otros términos, desde hace más de un siglo ser católico a venido a identificarse con pertenecer a “la religión del Papa”. Es decir, se identifica la religión con la figura de una persona, que es siempre circunstancial, y que se transforma en caudillo.

Se trata de una peligrosa perversión del hecho religioso y de una involución dañina que nos sustrae de los dominios de una religión evangélica y nos coloca muy cercanos a una religión tribal. Es decir, nos enajena de una religión en la que sus miembros siguen y se comprometen existencialmente con un mensaje que, de un modo radical, orienta a sus fieles hacia la vida trascendente que se abre luego de la muerte corporal. La adhesión al mensaje evangélico es reemplazada por la adhesión incondicional a la persona que, de un modo vicario, establece la referencialidad necesaria e imprescindible que toda religión debe tener. 

No estoy discutiendo la necesidad de una iglesia visible que, como tal, necesita de un culto y de una estructura humana de gobierno y acompañamiento pastoral de los fieles. Y esta estructura, jerárquica por principio, se debe apoyar lógicamente sobre la figura de quien se constituye como vicario del Fundador, es decir, el Papa. El problema consiste en trasladar la adhesión existencial, y en el fondo la fe, al Papa, desplazando o enturbiando el Evangelio. Es decir, que la fe del cristiano termina siendo la fe del Papa o, peor aún, la fe en el Papa. Esto es, la fe en una persona que aún poseyendo la legitimidad jurídica requerida y la promesa de la indefectibilidad en materia de fe otorgada por el Señor, no deja de ser un humano con todas las limitaciones del caso.

La fe y la religión cristiana tienen un solo líder, que es Cristo. No tienen un caudillo, sea este el Papa, el obispo o el fundador de una congregación. Resulta por cierto mucho más fácil tener un caudillo, porque a este se lo puede  se puede ver, escuchar y tocar, y provoca un adictivo entusiasmo triunfalista como podemos ver, por ejemplo, en las Jornadas Mundiales de la Juventud o en las ya pasadas audiencias de los miércoles en la plaza San Pedro: cientos de miles de personas vitoreando a un caudillo, llámese éste Francisco, Benedicto o Pío, lo mismo da. Yo no veo mucha diferencia con las multitudinarias reuniones de Nüremberg o de Piazza Venezia en los años ’30, o con las plazas de Mayo abarrotadas de los ’40 o ’50. 

¿Qué problemas acarrea esto? Innumerables. Uno de ellos es que es muy factible que tales cristianos terminen viviendo su fe no al ritmo del evangelio sino al ritmo del Papa, y esto es una perversión. Otra, es que, al confundir religión con papado, la misma dinámica de la confusión exigirá afiliaciones y fidelidades más o menos estrictas a estructuras en general muy personalizadas como modo indispensable de pertenencia a la Iglesia y al evangelio. 

El problema sigue siendo el mismo: reemplazar la religión de Cristo, por la religión del Papa. Es por eso que urge que en la era posbergoglio la Iglesia retome su institucionalidad; que el Papa vuelva a convencerse que él es un personaje circunstancial cuya figura debe menguar y casi desaparecer para que destaque la figura de Cristo. Necesitamos un Papa santo, sabio y prudente. No necesitamos un caudillo. 

31 comentarios:

  1. Muy bueno su análisis don Wander, el problema es que en medio de la crisis terminal que hoy vive la Iglesia -fruto del caos y la confusión que se profundiza día a día- si el remedio no estuviera en manos de un futuro Papa caudillo como Pío IX o Bergoglio, mucho menos podría estar en manos de un Papa con menos poder -por más santo que sea- al que nadie obedecería.
    Usted habla de la Iglesia posbergoglio, el drama es que Bergoglio aún podría hacer muchísimo más daño del que ya hizo y dejarnos al final una Iglesia que hoy ni siquiera imaginamos.
    Es sabido que el Vaticano esconde mucho sobre el posoperatorio del Papa, pero si Bergoglio lograra superar sus achaques y viviera unos años más, lo que nos espera seguramente será infinitamente peor de lo mucho malo que ya vimos. Y creo que usted comparte ese diagnóstico.
    De modo que, lejos de soñar con que después de este pontificado vendrá un Papa santo que pueda arreglar las cosas, antes de que la Iglesia pueda recuperar el esplendor de otros días lo más probable es que le espere un calvario.
    Pensar otra cosa sería pedir un milagro, y si Dios Padre no salvó a su Hijo de morir crucificado porque eso era lo mejor para nosotros, ahora pasará lo mismo. Dios no hará un milagro para que después de Bergoglio venga un Papa santo y pueda arreglar todo como si fuera Mandrake, no. Tal vez lo que más nos conviene es que antes de eso las cosas empeoren hasta que un día venga el Anticristo para que se cumplan todas las profecías.
    Mirando alrededor, lo único que puede curar a la Iglesia y al mundo es una dolorosa purificación, no hay otra.
    Después vendrá el triunfo y la gloria, es cierto, pero antes nos espera el Viernes Santo.

    Fuenteovejuna

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  2. Antes la gente ni conocía ni sabia que decía el Papa y era un mundo Católico....Cada sacerdote en cada rincón del mundo, padres de familia, catequistas, educaban en "comunión" con Roma, conociendo o sin conocer al Papa de turno.

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  3. Me parece que la hipótesis que plantea W, toca el nervio de la crisis actual.
    Y sin ánimo de rizar el rizo, quizás, habría que darle una vuelta más al asunto y precisar algunos supuestos:

    1) si el “caudillismo” es una realidad mala “per se”
    2) si la forma de gobierno basada en la mera “institucionalidad” es superior, siempre y bajo toda circunstancia, al “caudillaje” (salvo que “caudillaje” este siendo utilizado bajo la acepción de “gobierno dominativo”, sea “tirania” o “despotismo”,)
    3) si esta primacía del “caudillo” no se da por una corrupción previa de la doctrina de la “autoridad” (que podría haber estado afectando a todo el cuerpo de la Iglesia) antes que por el acto voluntarista de una pontífice. (excursus: de ahí el peligro de comprar todo el combo preconciliar sin discernir cuidadosamente)
    4) si no es razonable (aunque inconveniente) que, en lo que hace a la realidad humana del gobierno de la Iglesia, deba verse en parte, la influencia de la filosofía política de cada época, de la cual nunca se puede librar del todo debido a su misma institucionalidad.
    5) si ésta tara (que más que caudillaje, yo llamaría lisa y llanamente “culto al poder” de quién gobierna) es realmente una novedad introducida por Pio IX o por el contrario, una tentación permanente dentro del gobierno de la Iglesia (parecería ser que “papas-caudillos” hubieron muchos y mucho antes que Pio IX pero que los fieles de entonces los idolatraran, es otra cuestión; San Pablo ya lo advertía: “yo soy de Pablo, yo soy de Apolo)
    6) si el problema es la modalidad de ejercicio que pueda adoptar circunstancialmente esa monarquia-aristocrática que es el papado o el viejo peligro de la idolatría de la autoridad (creo que la “filosofía personalista” no hizo más que “institucionalizar” este viejo peligro)

    Coincidiendo en todo a lo que respecta a la primacía absoluta de Cristo en el gobierno de Su Iglesia, me parece más apropiado el título de “Jefe” o “Caudillo” que el de “líder”, término más apropiado para designar el mal que fustiga W.

    Por otra parte, si se acepta que el gobierno de la Iglesia es “monárquico” por naturaleza (con características muy específicas, por cierto) no se puede pasar por alto lo que dice Santo Tomás sobre el mismo, entre otras cosas:
    1) “Es el régimen en el que un solo hombre tiene una valía excelente y todos los demás están destinados por naturaleza a obedecerle” (desigualdad no metafísica, sino de hecho entre rey y súbditos)
    2) “Es preferible que el rey tenga el poder durante toda su vida”
    3) “El rey gobierna según su voluntad, no según ley” . “El gobierno es monárquico cuando el que manda en la ciudad tiene un poder absoluto”

    Leyendo esto, parecería ser que Pio IX no andaba tan descaminado.
    Es cierto que Santo Tomás también agrega que el rey gobierna “según la inminencia de su virtud y con amor”: “Es el amor el que diferencia al poder real del tiránico”.
    Y esto quizás se le haya olvidado al temperamental Nono como a tantos otros.

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  4. Estos de religión digital (mantenidos y apoyados por la conferencia episcopal española) aplauden, dan saltos y piden más pirómanos cuando ven las antiguas Iglesias prendidas fuego por el mundo...



    https://www.religiondigital.org/opinion/Arde-Iglesia-Francisco-Trento-rigoristas-nostalgicos-bomberos_0_2357764204.html


    Quizá, por ello, no hay que hablar tanto de incendio, implosión o “punto muerto” cuanto de saludable desmoronamiento de una estructura de gobierno y organización más propias del Imperio Romano que del modelo organizativo que se experimentó en los dos primeros siglos de la Iglesia cristiana y de lo que la razón en libertad viene pidiendo desde hace varios siglos. Vista así la situación, es evidente que en la Iglesia católica sobran “bomberos” de esta clase y son necesarios más “pirómanos” por estos motivos y con este perfil.

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    1. Anónimo, hago constar que yo no estoy proponiendo de ningún modo volver a las estructuras de gobierno De la Iglesia de los primeros siglos, si es que hubo algo que pudiera recibir ese nombre. Será esa la propuesta de Religión Digital, pero no es la mía.
      Yo estoy señalando una modalidad de gobierno que hizo eclosión en la segunda mitad del siglo XIX.

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    2. Wanderer, ¿Cuál sería el aspecto condenable de seguir el modelo del Colegio Apostólico? ¿Acaso San Pablo debería ser excomulgado en forma retroactiva por juzgar una decisión de San Pedro? El modelo del pontificado pagano romano demostró fallar por lo mismo que el cesarismo falla: el poder absoluto solo lo resiste un tipo muy particular de gente, y por lo tanto, termina llegando quien no debe y todo se derrumba. Es lo que viene pasando desde hace unos siglos (recordemos la luminarias renacentistas que ocuparon la Sede Petrina, abriendo la puerta a la usura más radical en Italia y un largo etcetera de los últimos 40-60 años).

      Es propio de un creyente sincero reconocer una falta. San Pedro y San Tomás Apóstoles lo hicieron ante Nuestro Señor. En cambio, la soberbia acorazada de canonicidad y legalismo solo es condenatoria. Vamos a estar peor si no se cambia el rumbo, y con toda seguridad vamos a seguir lloriqueando en este blog, o estimando los días que faltan para la Parusía.

      No es tiempo de timoratos ni hipocresías cortezanas. Comprendo que hay gente que vive de su sueldo clerical, pero es muy triste si en eso se nos va la vida. Nadie en este foro va a vivir más que unos cien o cincuenta años más. Es un suspiro, y luego viene la eternidad... infinitamente anterior y posterior a todo el Universo.

      Focio

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  5. Durante 18 de los 20 siglos de historia de la Iglesia, la inmensa mayoría de los católicos vivió su fe sin tener ni idea de quién era el Papa salvo su nombre. De hecho, veían a sus obispos muy de vez en cuando y a veces ni eso. Ahora un Papa estornuda y el católico recibe cumplida información ese mismo día de las derivas teológicas de semejante hecho.
    El dogma de la infalibilidad papal, en cuanto dogma, no significa un problema. Al contrario. El ultramontanismo sí es un problema. De hecho, es heterodoxo. Si la Iglesia no hubiera estado herida de ultramontanismo, cuando Juan XXIII hizo una declaración herética pelagiana en el discurso de inauguración del CVII, es muy probable que muchos obispos se hubieran levantado para exigir una rectificación. Pero todos tragaron. Como tragan ahora.

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    1. No estoy tan seguro. Las noticias corrían muy velozmente aunque no con la simultaneidad actual, claro. Y la gente iletrada accedía porque todo era oral. Los que no sabían quieyera el papá o el obispo don los mismos de ahora. Exactamente. O usted cree que la gente más simple sabe. Y respecto de verlos en persona, las distancias que recorrían anualmente los grandes predicadores y fundadores y también o obispos son sorprendentes aún hoy. En kilómetros se enpardan o igualan por los viajes aéreos transcontinentales. Pero que no cuentan para los fieles diocesanos. Por es no estoy de acuerdo. Puede que las tierras de misión y ultramar tuvieran menos presente al papá. Pero Europa no.

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    2. No estoy de acuerdo.

      Es cierto que durante la mayor parte del catolicismo, los fieles no conocían al Papa como lo conocemos hoy:

      No había televisión ni radio.

      La única manera de conocer su cara fue a través de monedas y medallas y a partir del S.XVI a través de gravados cada vez mejores.

      Eso no significa que los fieles no supieran quien era el Santo Padre y que él era el vicario de Cristo en la tierra. Con una devoción y obediencia que hoy nos asombraria.

      Incluso la gente podía distinguir muy buen entre un Papa no santo o incluso enemigo (Carlos V y Felipe II tuvieron Papas enemigos y aliados de los enemigos franceses)

      Tampoco los obispos y cabildos estaban dispuestos a perder sus privilegios o a permitir la intromisión del Papa de Roma.

      Es lógico que con la Reforma Protestante, que además es una revolución política y nacionalista, el Papa se convierta en la cabeza y garante de la fe (y el enemigo con cuernos para luteranos, anglicanos y calvinistas)

      Y no una fe cualquiera, sino la verdadera que lleva al cielo, la que protege al Pueblo contra los poderosos y la que establece las relaciones de mutua ayuda, indispensables en economías agrícolas (de subsistencia)

      De todos modos siempre ha habido peregrinaciones a Roma. No masivas, pero si constantes.

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    3. Estimado, me interesaría saber en base a qué evidencia usted afirma que: "Incluso la gente podía distinguir muy buen entre un Papa no santo o incluso enemigo".
      Una cosa es que los monarcas como Carlos V y Felipe II, sus funcionarios y algunos obispos estuvieran al tanto de las disposiciones de los papas, y otra muy distinta es que lo estuviera "la gente".

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  6. Excelente artìculo. Estoy totalmente de acuerdo. Creo que uno de los méritos involuntarios del pontificado de Juan Domingo....perdòn, Francisco, es hacer que muchos se despierten de la ilusiòn del papismo. Aquì en Italia, fatalmente, està muy fuerte.

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  7. El Catolicismo actual ya no tiene otro dogma o tesoro de fe. Todo puede ser (y es) modificado para ajustarse a las necesidades del sucesor del Heleogábalo.

    El credo puede reducirse hoy en día a una cláusula de obediencia irrestricta y absoluta.

    Focio

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  8. Excelente artículo, don Wander. La hipertrofia papolátrica que aqueja a muchos sectores del catolicismo es uno de los factores de la decadencia de la Iglesia. Los Papas se ven obligados a sacar documentos de todo y a hablar de todo, así terminamos con documentos como Fratelli tutti o Laudato si. Todo el mundo está pendiente de lo que diga o haga el Papa, del comentario que haga en un avión o de la entrevista que da a un periodista. En la época del cisma de Avignon hubo por muchísimos años dos Papas (el de Roma y el de Avignon) y luego incluso tres Papas simultáneamente (se sumó el elegido por el Concilio de Pisa). Hubo santos que reconocían a un Papa y otros a otro, todos santos y todos de buena fe. Ahora parece que el Papa debe resolver todo, decidir todo e imponer sus ideas a todos. A ningún otro líder religioso sus fieles le conceden semejantes poderes, como si fuera el propio Cristo y no su servidor. El papa es el obispo de Roma, con primado de jurisdicción sobre la Iglesia universal, pero debería volver a un papel más humilde, más evangélico, como servidor de la verdad y "siervo de los siervos de Dios".

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  9. Benedicto XVI nunca buscò ser un lìder carismàtico... fue un gran papa, y creo que su figura se agiganta dìa a dìa justamente por èso, porque comprendiò y ejerciò su "oficio" como lo que es, un servicio de pastor y guìa... Lo hizo desde su magisterio y desde su ejemplo, porque era y es un hombre humilde y un santo...Dios lo bendiga!

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    1. Completamente de acuerdo. Cuando se comparan las figuras de Juan Pablo II, que alentó permanentemente el culto su personalidad, con la de Benedicto XVI, que prefería desaparecer de la escena, se ve claramente lo que quiero decir.

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  10. Hay algo peor que los "movimientos", Wanderer.
    Y es cuando una dynamis "movimientista" se institucionaliza, y el mero "caudillo" asciende a "Padre": Opus, Legionarios, etc. Entonces la presión psicológica se hace inmensa, la tentación de dominación espiritual se vuelve práctica común, y aparecen ese tipo de superestructuras sectarias dentro de la Iglesia.
    Lo malo es que el mismo Vaticano ha adoptado, o mejor dicho, ha inaugurado esa forma sectaria, como usted bien dice.
    Yo creo que la "iglesia institucional" no sobrevivirá. No sé bien qué puede significar eso, o cómo se resolvería el entuerto, pero esta forma actual de la institución debe morir, tiene el fariseísmo demasiado metido adentro, se ha fusionado por así decir, con el fariseísmo, que describió tan bien Castellani.
    Y si sobrevive, será nada menos que "la Iglesia de la Publicidad" de la que habló Meinvielle.

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  11. Aneddoti discutibili e confusione tra cose e fenomeni diversi.
    L'infallibilità papale non piace a chi preferisce una Chiesa frammentata, debole, sottomessa al potere politico. O a chi, semplicemente, vuole essere lui il caudillo nel suo orto.
    I raduni di Norimberga o Piazza Venezia non sono la stessa cosa di quelli in Piazza San Pietro, dato che in questi ultimi si fa riferimento a Dio, non a una realtà immanente o a un corpo mistico secolare.
    Queste critiche contro la cosiddetta Papolatria vengono da ambienti protestanti e dai cosiddetti cattolici progressisti modernisti.

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    1. Estimado anónimo, podrán ser discutibles, y de hecho lo son, mis opiniones. Las anécdotas, en cambio, son hechos, y los hechos, como la realidad, no se discute, le guste a usted o no.

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    2. Non sono fatti ("hechos"). Sono aneddoti.
      Voi Iberici fareste meglio a criticare le vostre tendenze giurisdizionalistiche, che storicamente hanno prodotto vescovi mediocri e sentimento antiromano specialmente in America. Bergoglio viene da lì. Egli fa il SuperPapa ma per sfasciare il Papato.

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  12. Siempre que veo monjas chillando al romano pontífice como si fuera una estrella de Rock, se me pone la carne de gallina.

    ?Esperaran que les tire su ropa interior?

    Estoy de acuerdo con usted.

    Solo añadir que la justificación teológica (Roma locuta, causa finita) de San Agustín hace referencia a que en una organización alguien tiene que tener la última palabra.

    En concreto la idea viene del derecho procesal, donde solo hay una instancia y una segunda donde recurrir por causas tasadas. En algún momento hay que poner un término, so pena de eternizar todo y que no haya seguridad jurídica ni justicia.

    Luego pasó lo que tenía que pasar:

    Si Pio Nono pensaba que así podía preservar la tradición y la Iglesia, no solo se ha equivocado, sino que con el tiempo, esas garantías se han convertido en garantías para justo lo contrario: en cuanto Bergoglio se hizo con el solio de San Pedro, se puso a destruir lo que quedaba de dogma, tradición y teología católicas.

    El problema sigue siendo que se ha controlado la disidencia con más teología (cosa que no existe en las Iglesias ortodoxas)...y que nuestra civilización prefiere más pensar (y pensar mal) que hacer (y hacer bien )

    No veo más solución que volver a Santo Tomás (es decir, a la filosofía y teología rigurosas y racionales) en lo que se pueda (porque habrá cosas desfasadas -por ejemplo hoy no interpretamos las Escrituras igual, ni podemos poner a la misma altura las opiniones de un Padre de la Iglesia con una verdad teológica-). El sistema de preguntas, respuestas y contra preguntas es totalmente válido y su casuística un antídoto contra el intelectualismo libresco occidental.

    Y práctica.

    Una religión son practicas concretas dirigidas a un fin: La santidad.

    Me pregunto cómo lo hacen en las Iglesias orientales.

    Como son religiones étnicas y perseguidas, no necesitan esa protección del magisterio pontificio.

    Pero sí, !veremos qué viene después de Bergoglio! Si es que esto sigue en pie.

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  13. El tema ya lo tratamos en varias oportunidades en el blog. No hay que olvidar que la hipertrofia del Papado (en el terreno temporal, primero, y espiritual-disciplinar, luego) devino por el decaimiento de los poderes seculares católicos. No está demás recordar que muchas veces fueron los monarcas católicos (muchas veces "católicos" sólo de nombre como "Otón el Grange") los que "enderezaron" al Papado en sus peores crisis (como, siguiendo con el ejemplo, la "Pornocracia" de los Tusculanos y Crescencios).

    El problema es que en la actualidad no existe gobierno civil cristiano con posibilidad de influir de alguna manera en la marcha (temporal) de la Iglesia. No rige el principio de autoridad ni queda ya nada de la romanitas en el mundo. El katejón ha sido retirado. Dios dirá.

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  14. Nunca entendí la relación directa entre la desaparición de los Estados Papales y Vaticano I. Por qué lo primero hacía imprescindible lo segundo?
    Me hace pensar en lo que en inglés llaman "overcompensation" "excessive reaction to a feeling of inferiority, guilt, or inadequacy leading to an exaggerated attempt to overcome the feeling", como cuando un hombre muy bajo de estatura se compra un perro muy grande.
    Pero esa no es una razón virtuosa para convocar a un Concilio de la Iglesia.
    Si la Iglesia tuviera reglas claras sobre cuándo y en qué circunstanciaS y cómo se puede convocar a un concilio, nos habríamos ahorrado Vaticano I y II.

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    1. No sabía que hubiera alguna conexión, pero es posible.

      Los Estados Pontificios, que permitieron al Papado ser independientes de otros Estados, eran ...un Estado, con sus ministros y su ejército.

      Cuando es conquistado por la masonería se quitan de un problema y se tienen que concentrar en otros más espirituales, como el nacionalismo político (principalmente de Italia y Alemania ), los problemas con la masonería en Francia, el comienzo del movimiento obrero y la importancia que van teniendo los católicos en paises protestantes, que se están infectados con ideas protestantes.
      En Estados Unidos surge el problema, nuevo, del activismo (ganar dinero)

      Entonces es lógico que se reúna un Concilio universal para reafirmar el dogma y recordar que la Iglesia es una y su Pontífice es uno.

      Recuerdo que los obispos de Alemania votaron en contra de la infalibilidad papal.

      En cierto modo es como reconocer que el Antiguo Regimen, que murió con la Revolucion Francesa, también ha muerto para la Iglesia y tiene que adaptarse a los nuevos tiempos.

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    2. Estimado, los obispos alemanes no votaron contra la definición de la infalibilidad. Los obispos alemanes, junto a más de la tercera parte de los obispos que asistieron al Concilio, se fueron de Roma el día anterior a la votación, justamente para no votar en contra.
      Y ellos no estaban en contra de la infalibilidad; de lo que estaban en contra era que se la definiera como dogma de fe.

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    3. Aquellos que estaban en desacuerdo con la oportunidad de la declaración como dogma de la infalibilidad pontificia no eran únicamente obispos alemanes. Muchos eran franceses (como Maret y Darboy) o del Imperio Austro-Húngaro o norteamericanos y hasta algún italiano. Un total de 60 obispos —alrededor del 20% de los padres conciliares— se retiraron de la sesión para no votar la constitución dogmática "Pastor Aeternus". Solos dos se quedaron y votaron efectivamente en contra (un italiano y el norteamericano Fitzgerald). Semanas después el concilio se terminaría porque las tropas italianas ocuparon Roma. La verdad es que solo una única vez luego del Concilio Vaticano I un Papa declaró un dogma de fe "ex cathedra" como fue el caso de Pío XII en 1950 con el dogma de la Asunción de María. La Inmaculada Concepción de María fue declarada, en cambio, "avant la lettre" antes del Concilio Vaticano I por el Papa Pío Nono en 1854. Dudo mucho que ningún otro Papa se atreva a declarar un nuevo dogma de fe "ex cathedra", sea mariano o de otro tipo. Los únicos dogmas de fe declarados "ex cathedra" han sido dogmas marianos como los mencionados. Creo que Lord Acton y Newman tenían razón en el sentido de que, aún quizás cuando no hubiera sido oportuna la declaración de la infalibilidad como dogma de fe, los Papas no abusarían de esa facultad y en el fondo los grandes temores de la minoría anti-infalibilista no se concretarían en la realidad.

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  15. Me pregunto si lo que hizo a la Iglesia, más allá de lo que posibilitó Constantino I (cualesquiera hayan sido sus razones personales), fue el producto de lo accesorio o de lo esencial.
    No niego la importancia de lo institucional, ni del modo de conducir lo institucional. Me refiero a qué es más importante: ¿el contenido o el continente?.
    Me da la impresión de que se pone toda la confianza en los medios humanos, cuando –precisamente- son los humanos los que estamos fallando; y, por lógica consecuencia, los medios a los que apelamos.
    Más allá de Bergoglio o Pío Nono, Papas, la realidad muestra que la Apostasía es el signo de estos tiempos. Como lo es la confusión, la división, el secularismo y la desacralización de todo lo que debiera ser sacro.
    Al tren que vamos, más allá de lo que se pretenda con actitudes planificadas y discretas (que se mencionaron, oportunamente, en este blog), lo cierto es que anocheció y parece que no nos hemos dado cuenta. Los tiempos son los últimos, quede lo que quede de la gentilidad.
    Cristo combatió al fariseísmo, como al saduceísmo. Y no pretendió modificar el poder del Imperio Romano; sabía que lo había derrotado, como derrotaría a la muerte. Todo se resumió, en rechazar las tres tentaciones que afrontó en el desierto; y, las rechazó, transpirando gotas de sangre, pues sabía lo que afrontaría.
    Pase lo que pase, si la Palabra no es Vida en nosotros, no habrá jerarcas que conduzcan a nadie, pues nadie tendrá razones para poner su vida al servicio de algo inexistente, falaz o meramente transitorio. Tan transitorio, como todo lo humano. A lo sumo, seguiremos teniendo curas que prediquen el Evangelio de Paulo Coelho; y funcionarios de una ONG globalista, a los que nadie escucha con auténtico interés.
    Dios se apiade de todos nosotros y proteja a su Iglesia.-
    Rezo por todos; rueguen por mí.-

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    1. Si con la oposición contenido/continente te refieres a que Cristo es el contenido y la institución eclesial el continente, tendré que decirte que tal formulación no viene al caso porque la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y la institucionalidad es un aspecto esencial de la Iglesia y NO es lo humano. Es un error muy frecuente en eclesiología identificar lo institucional con lo humano.

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    2. A Anónimo de 13 de Julio de 2021, 8:06 hs:
      La oposición contenido/continente a la que me refería, apuntaba a que nuestra Fe en Cristo y su mensaje salvífico, realmente vivida, debería ser nuestra permanente prioridad; y, que fue el modo de vivir de los primeros cristianos lo que posibilitó el crecimiento de la Iglesia. Más tarde y por razones histórico-políticas, se constituyó una Iglesia como poder institucional. Este hecho, posibilitó su crecimiento y su desarrollo, pues había vida en ella y en los cristianos (lo que desarrollaron los Grandes Padres y Santos de la Iglesia, la institución del Asilo, los hospitales, las Universidades, etc., etc.).
      No soy quién para juzgar la fe de nadie, pero se me hace que –siendo muy importante- no basta lo institucional para dar vida, si no existe aquello que la fundamente y sustente.
      Bien señalas: la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y la institucionalidad es un aspecto esencial de la Iglesia. Simplemente, me permito agregar: en cuanto haya vida en ella y se transmita esa vida, tal y como la recibimos de los auténticos maestros; a los cuales, por cierto, se extraña.
      El hecho de que la formulación no viniera al caso, era el riesgo que debía afrontar para apuntar lo que pretendía señalar.
      Por cierto, no conozco de Eclesiología, como no conozco muchas cosas de las que me gustaría saber. Simplemente, soy un seglar. Ávido de conocimientos y necesitado de una Iglesia que se sienta -y viva- como Cuerpo Místico de Cristo.
      No soy caudillo de nada, ni de nadie; ni pretendo serlo. Como parte que me siento de la Iglesia, intento hacer mi propio aporte. Tal vez, me ayude a mí; y, haga pensar a algún otro. Por de pronto, a mí me sirvió.
      Valoro tu respuesta, el contenido de la misma y el modo de efectuarla.
      Muchísimas gracias.-

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    3. Hombre, si no sabes de Eclesiología, lo menos que puedes hacer es leer y no opinar libremente, haciendo una ensalada de afirmaciones correctas e incorrectas que es difícil entender por dónde va el hilo.
      De lo contrario embarras la cancha.

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  16. Sobran los Caudillos cuando falta un Monarca.

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  17. A propósito del post “La Iglesia postbergoglio y la institucionalidad”
    “Lo que se observa es que, desde hace ya varios pontificados, la Iglesia adoptó un carácter más cercano al de un movimiento que al de una institución”.
    Entiendo, que, la reflexión de Don Wander es, no sólo muy oportuna, sino también necesaria, porque, aunque, por regla de fe, se debe respetar la institución papal, sin embargo, a los efectos de evitar excesos no queridos como ya ocurrió en épocas pasadas, en los tiempos que corren, por razones de elemental prudencia, se debe poner paños fríos a la exaltación de la persona que ejerce ese sagrado ministerio, para poner el acento en dicho ministerio. Y se da la razón: la Iglesia no necesita caudillos sino jerarcas que gobiernen de conformidad con la interpretación del dato Revelado según el testimonio de las Escrituras y la Tradición. De esta suerte, el autor de la nota pone el acento, no tanto en la persona del papa, sino en la sagrada misión apostólica que dicha persona debe llevar a cabo. En mi opinión, tal recaudo se debe tomar en razón de que la incidencia de la gestión personal del actual papa reinante, tiene tal consecuencia sobre la Iglesia que ya no sólo se habla de la Iglesia post conciliar, sino, incluso de la Iglesia de Francisco. Lo cual, no es, ni debe ser así, porque, en el fondo, aunque todavía calladamente, una tal consecuencia, de la cual los progresistas todos los días dan alguna dolorosa prueba, podría implicar una virtual ruptura con la fe de la Iglesia de siempre. Y esto último no puede dejar de ser una indelegable preocupación de todo buen católico.
    Mis saludos a todos. ¡Dios guarde a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
    Chapado a la antigua.

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