por Eck
Ut omnes unum sint, sicut tu Pater in me et ego in te.
(S.Juan, 17, 21)
Introducción
La Divina Providencia a veces nos muestra la trama de la Historia y nos revela los planes de Dios si los sabemos leer con atención y escuchar el mensaje que nos apela. Uno de ellos es la situación de las tumbas de los tres principales apóstoles, Pedro en Roma, Santiago en España y Juan en Éfeso, que nos indica que hay algo más detrás. ¿Es casual que los llamados por Cristo a causa de su impetuosidad Hijos del Trueno estén enterrado uno, el impetuoso místico y profeta, en Oriente y otro, el impetuoso evangelizador de tierras lejanas, en Occidente y teniendo entre ambos al pragmático gobernante Pedro?
Estos apóstoles reflejan en su vida y en sus actitudes los distintos tipos y los rasgos más sobresalientes de las Iglesias que reflejan: Juan, la oriental, Santiago, la occidental y Pedro el gobierno de la Iglesia Universal a través del equilibrio entre estas dos, complementarias. El Gran Cisma de 1054 desequilibró la Iglesia al lanzar a la Sede Romana en brazos de la Iglesia Occidental, cuyos efectos estamos viviendo en nuestros días por la falta del contrapeso de un Oriente que se vio afectado con igual gravedad. La restauración de la Iglesia pasa por volver a equilibrar las dos espiritualidades y devolver a Roma su función de fulcro y comunicación entre ambas.
Los tres Apóstoles como las Tres columnas de la Iglesia y sus modelos.
Es el propio apóstol S. Pablo quien habla de los tres como Columnas de la Iglesia en su Carta a los Gálatas (Gl. 2, 9) [1] y es reafirmado por los Evangelios al destacar en tres pasajes muy importantes la elección por parte de Nuestro Señor de los tres como el grupo más íntimo dentro del Colegio Apostólico:
-Resurrección de la hija de Jairo (Mc. 5, 21-43 y Lc. 8, 49-56).
-La Transfiguración del Señor en el Monte Tabor (Mt. 17, 1-6; Mc. 9, 1-8 y Lc. 9, 28-36).
-La Oración en el Huerto (Mt.. 26, 40-46; Mc. 14 37-42 y Lc. 22, 45-46)
En estos pasajes se puede ver el reflejo del misterio y la vida de Cristo revelado a sus más cercanos para prepararlos para su misión futura en la Iglesia. El Señor escogió a Pedro como la Piedra fundacional y a los dos hermanos como las vigas maestras que sostendrían todo el edificio. Esta elección se debió a que sus caracteres personales se correspondían a su misión, a los modelos de la Iglesia que representaban y a las iglesias que los encarnarían.
No deja de ser relevante que Santiago y S. Juan sean de la misma sangre y hermanos para manifestar el estrecho vínculo que unirá sus modelos a pesar de padecer antítéticos. Su manera de ser era pasional y ardiente, no en balde eran Hijos del Trueno, Boanerges (Marcos 3, 13-17) y de una madre que osó pedir al propio Cristo los puestos más importantes del Reino (Mt. 20, 20-23; Mc 10, 35-40). Su compromiso los llevó a aceptar el Caliz que les ofreció Jesuscristo sin vacilación y su celo llegaba hasta pedir destruir con un fuego bajado del Cielo a los samaritanos inhospitalarios (Lc.9, 51-56). Sin embargo, este fuego de la Fe se manifiesta en direcciones opuestas.
El apóstol Santiago lo muestra con su celo misionero al predicar el Evangelio hasta el límite del orbe conocido para llevan la Salvación hasta los confines de la Tierra y regresa a Jerusalén para ser el primero en testimoniar con su sangre a Cristo. En el podemos ver el destino de la Cristiandad occidental, volcado a la acción y la evangelización de naciones y gentes.
El apóstol San Juan lo muestra con su celo contemplativo y su vuelo de águila a las alturas divinas como se puede ver en su Evangelio, en sus cartas y en el Apocalipsis. Será el último en partir de este mundo, el mayor martirio en un alma mística. En el podemos observar el hado de la Cristiandad oriental, volcado a la contemplación y participación en los misterios divinos.
Y en medio S. Pedro, astuto, enérgico, terco y pragmático. Un romano en el cuerpo de un judío para el cual un místico debe pensar que Dios está también entre los pucheros y un activo debe recordar que el fin de su actividad misionera es que todos lleguen al conocimiento de la Verdad.
Aunque cada Cristiandad tiene un rasgo predominante no podría sobrevivir sin tener una mística como la española o la renana el Occidente y una gran actividad misionera el Oriente, como muestra la conversión de los eslavos. Y Roma no podría encontrar el equilibrio sin ambas para no caer o en una multinacional religiosa o en un lamaismo papal.
La Catastrofe del Cisma de Oriente
El gran Cisma de 1054 escindió la Cristiandad Oriental de Roma y la Occidental. Aunque es aislamiento oriental venía de antes, el cisma provocó la petrificación de esta iglesia en un atemporalismo y atonía paralizante. Las consecuencias en Occidente las vemos y sufrimos a diario con el voluntarismo cuyo culmen es la Devotio Moderna y las miles de causas terrenas en las que se enfrasca la iglesia actual tanto por interés como por convencimiento. Sin el contrapeso de Oriente, la sede petrina se inclinó a reforzar estas tendencias con su autoridad y a mundanizarse, cayendo en la tentación de convertirse en un poder político y social bajo capa de religión. El Papa Francisco es el culmen de las tendencias de Occidente y de Roma llevadas a paroxismo. La actual Ortodoxia lleva al paroxismo su sacralización de cualquier orden eclesiástico, ritual, civil y nacional de cada iglesia autocéfala hasta considerarlas sub specie aeternitatis perdiendo la visión de la Iglesia Universal y la libertad de los Hijos de Dios.
La Restauración de la Iglesia Universal.
Y sucedió que mientras Moisés tenía alzada su mano, prevalecía Israel; y cuando bajaba su mano, prevalecía Amalec. Mas como las manos de Moisés se cansasen, tomaron ellos una piedra, se la pusieron debajo, y se sentó sobre ella, en tanto que Aarón y Hur le sostenían las manos, uno por un lado, y otro por el otro. Así quedaron firmes sus manos hasta ponerse el sol. Y Josué derrotó a Amalec y a su pueblo al filo de la espada. (Éxodo 17:8-14)
La clave nos la la Escritura en este pasaje del Éxodo, cuando Moisés (Roma), caudillo y legislador, se sienta en la Cátedra edificada sobre la Piedra y sostenido por el sacerdote Aarón (Oriente) y el compañero de Moisés, Hur (Occidente). Cuando bajaba alguno de los brazos al desfallecer sus fuerzas, los ejercitos de Dios perdían y cuando volvía al Cielo junto a la otra, ganaban. Cuando se equilibra la Iglesia formando la Cruz y alcanzando la totalidad es cuando los cristianos ganan todas las batallas de este Mundo, especialmente las espirituales.
Debemos aprender mutuamente lo que los otros tienen porque así cada parte volverá a recuperar su verdadera esencia como integrante de una Iglesia Universal y su función en la Comunión de la Fe. Oriente para Occidente y viceversa es una necesidad para regresar a lo que somos y curar las heridas y tentaciones de cada parte.
¿Y quien es Josué? El apóstol S. Pablo, judío grecoparlante, evangelizador también de España y oriental ciudadano romano, modelo de cristiano contemplativo y celoso de la evangelización, gobernante de decenas de iglesias y siempre sometido a S. Pedro y a los otros dos apóstoles con humildad leal y verdadera.
[1] Alguno me puede objetar que este Santiago no era el Mayor sino el de Alfeo, sin embargo relacionando la Carta a los Gálatas con los Hechos de los Apóstoles se puede ver que la reunión privada de Pablo y Bernabe se pudo realizar con la presencia de Santiago el Mayor en Jerusalen, que sería martirizado allí por Hérodes Agripa como cuenta S. Lucas. En este caso cobraría todo el sentido la expresión de S. Pablo y los textos evangélicos que destacan la importancia de S. Pedro y los hijos de Zebedeo. Resumen de los hechos: Hc.11, 27-30 (delegación de S.Pablo y S.Bernabé en Jerusalén), Gl. 2, 9-10 (reunión privada con los apostoles); Hc. 12, 2-3 (martirio de Santiago el Mayor); Hc. 12, 24-25 (vuelta de S.Pablo y S-.Bernabé a Antioquía); Hc. 13, 1-28 (1º viaje apostólico de S.Pablo) Gl. 2, 11-14 y Hc. 15, 1-3 (incidente de Antioquía entre S.Pedro y S.Pablo y controversias sobre la Ley de Moisés); Escritura de la Carta de los Gálatas alertando de las controversias y Concilio de Jerusalen (Hc. 15, 5-29).
Uno suele suponer que en este foro hay gente que estudia antes de escribir un artículo, sobre todo, siendo que la información histórica es de público conocimiento y su crítica también (las falsificaciones no son cuestión de opiniones, sino de evidencias concretas). Pero lamentablemente, se cae una y otra vez en el "relato" ideológico occidentalista, según el cuál el catolicismo romano actual es el mismo del siglo IV y -por ejemplo- San Juan Apóstol le pedía permiso para ordenar obispos al Papa Linus I de Roma (esto último, debería haber sido así, sinos atenemos a la creencia actual de la antigua urbe).
ResponderEliminarLa referencia al cisma de oriente demuestra ese tipo de relatos que si se los discute inmediatamente amerita un corifeo repitiendo "cismático" al unísono. Los invito a leer los documentos de la época, salvando el caso extremo del Papa Linus I y San Juan Apóstol, está el caso de la Iglesia Siria en el Concilio de Nicea, que aparentemente no estaba en comunión con la sede romana occidental. Así que la "comunión perfecta" que hoy se le exije a los lefebristas, tampoco era la regla en los tiempos más próximos a los apóstoles. Entonces, ¿De dónde sale? Es claro que en paraleo la influencia de los nobles francogermánicos crece en Roma occidental. Son estos los que tensan hasta la ruptura la relación con el resto de los patriarcas.
Así que hablando propiamente, fue el cisma de occidente.
Focio
Me parece un artículo con una tesis interesante, de interpretación espiritual de la Sagrada Escritura y con un camino incoado propicio. Pero... sumamente historicista (en el sentido de B. Croce) y, justamente, muy aproximado a las peores consecuencias de la "devotio moderna" (completamente sobrevaluada en la tesis del autor, a mi parecer, pues su influencia real actual ha sido casi aniquilada por una de sus consecuencias: el modernismo), en cuanto queda nuestra religión como estratificada merced a situaciones sociales o políticas y casi por completo ajena la Providencia de Dios. Esquemático y poco ... ¿qué diré? "escolástico", tirando a nominalista (doctrina culpable de la criticada "devotio moderna"). No sé. Me gustó el comienzo y la tesis inicial -confieso que, acaso, haya sido por exponer asuntos de mi propia predilección- pero vi los personajes de Santiago y Juan demasiado rígidos, en esqueleto y sin carne.
ResponderEliminarPerdón por esta crítica pero debe considerarse que si al artículo no le hubiese visto buen pulgar para bordonear, ni siquiera lo hubiese comentado. Afile don Eck su lápiz y -me parece a mí, con perdón- auméntese la ciencia histórica y el carácter de Religión Verdadera del catolicismo, con la señera presencia del Espíritu Santo en muchos de sus jalones, y se tendrá, por qué no, una joyita literaria.
Anselmo
Estimado Anselmo:
EliminarComo comprenderá por este tema, que es vastísimo, he tenido que resumir, esquematizar y recurrir al trazo gordo sin poder matizar muchas de las aristas como hubiese querido. Como ya le comenté a Focio hasta tuve algún cargo de conciencia por exponer algunas cuestiones así.
Respecto a la Devotio Moderna no estoy de acuerdo con usted en que haya sido aniquilada cuando hasta usted cita al Modernismo como una de sus consecuencias. Es que es la clave porque el modernismo es su inversión absoluta pero está dentro de su "forma mentis" plenamente incluso en sus secularizaciones actuales. De hecho casi todos los intentos de restauración y de ataque al modernismo han caído en la Devotio Moderna sin remisión. El camino de Lamenneis se ha hecho de ida y vuelta muchas veces.
Muchas de las taras que usted cita quizás se deba a gajes del oficio puesto que mi carrera es de Historia. Tiene usted razón sobre Santiago y Juan pero del Apostol Santiago apenas se sabe nada (unas pocas citas y una carta) para poder reconstruir su rica personalidad además de que no cabía sin hacer esquematismo si poníamos la de San Juan. Lo único que no he entendido es lo del nominalismo pues quiera Dios librarme de ello.
Respecto a la Providencia Divina y el Espiritu Santo yo soy el primero en verlo. Es el presupuesto inicial del artículo si se piensa bien pero preferí ser comedido porque siento en esta tema verdadero temor. El artículo tenía en su comienzo una reflexión sobre la Providencia y que a veces Dios nos dejaba ver algo de Su Plan, incluso, de geografía sagrada, que la hay, pero preferí ir al grano sin concesiones.
Le agradezco mucho su crítica, necesaria, porque ha dado pie a explicar algunos aspectos poco trabajados, ver carencias, detectar faltas y matizar trazos gruesos.
Suyo.
Estimado señor Focio:
ResponderEliminarCada día me sorprende más sus opiniones y en un artículo que ensalza a Oriente. Hasta tuve cargo de conciencia por dejar muy mal a mi iglesia, la occidental. Mire, le subo la apuesta, creo que la Iglesia Católica es la misma que fundó Cristo sino sería ortodoxo o protestante.
1)Todos los historiadores saben que el permiso para ordenar obispos a la Sede Romana es muy tardío, tanto que en la mayoría de los países es del siglo XIX y aún hoy se puede hacer por motivos graves como se ve en el caso húngaro y polaco.
En España, por ejemplo, no se dio hasta Pio IX habiendo pasado por elección del clero, del cabildo y del patronato regio. V.g. Cuando elegían a los obispos en plena época visigótica no creo que se esperasen dos años para recibir el placet papal.
Tampoco Oriente se libró del problema pero en vez de Papa fueron los Emperadores, Zares y Califas.¿No existió el Sto Sínodo de Rusia tras eliminar Pedro I el Patriarcado de Moscú, no deponía y elevaban Patriarcas los Emperadores bizantinos o los califas de Estambul y así todas esas naciones, hasta los comunistas metieron cuchara? Lo de S. Lino no se lo he oído a nadie jamás (espero que tampoco crea que en la Urbe se sigue creyendo en la Donatio Constantini) cuando todos aluden a S. Clemente y su carta o en las de S. Ignacio.
2) Del Cisma de Oriente. Quien empezó esta historia ni fue Roma ni Occidente sino su tocayo, gran helenista por cierto, y la continúo Miguel Cerulario con sus "graves" acusaciones aunque muchos sospechan que tuvo más peso el asunto búlgaro aunque había mucho mar de fondo. Le ruego que no me venga con el Filioque pues luego los ortodoxos tienen por santos padres a sus verdaderos autores y poco caso hacen a S. Máximo el Confesor y otros santos que lo explicaron, hasta al propio Focio cuando se reconcilió con el Papa tras la muerte de Ignacio.
De hecho, por seguir alguna vez a la Sede de la Nea Roma la vieja se tragó algún sapo gordo cuando el Cisma de Aquileya y el cabreo universal de Occidente por los Tres Capítulos.
Respecto a la Iglesia Syria creo que se refiere a los múltiples cismas de esa iglesia, la única que superó a la alenjandrina en el caos interno como cuando llegaron a tener hasta a cuatro patriarcas peleándose entre ellos como con el cisma meleciano. En esto es como la muerte, o se está en comunión o no, y se puede estar mientras se tenga la misma Fe a pesar de no haber comunicación. La iglesia española apenas tuvo contactos (dos cartas a Alfonso III y muchos las creen falsificaciones, alguna otra noticia como S. Gregorio ostiense y para de contar) con Roma desde el 711 hasta 1050 y nunca se rompió. Con los maronitas igual pasó.
¿y qué patriarcas cuando Alejandría rompió con Constantinopla años antes fundándose la copta, la iglesia antioquena se fragmentó con nestorianos, monofisitas y calcedonios y la de Jerusalén no pintaba nada? Ni siquiera Rusia entró en el cisma hasta dos siglos más tarde según la documentación y por influencia del monacato griego...
Yo soy el primero en arrear a la Sede romana cuando creo que lo merece pero en este caso, lo siento, fue inocente frente a las demasías del Patriarca Ecuménico y sus cuitas. Poco podían tensar cuando sus preocupaciones principales eran los sarracenos y la levantisca nobleza romana en el Siglo de Hierro con las Teodoras, Marocias y familia. Sí tuvo la culpa en no intentar reanudarla y, sobre todo, ahondándola tras la Conquista de Constantinopla hasta hoy con sus actitudes. De ello y su posible solución intenta hablar el artículo.
Suyo.
Haga un esfuerzo por redactar bien en lo posible, por favor. Se hace muy difícil entender lo que está diciendo...
EliminarDe lo que leo, entiendo que Eck formula una interpretación personal. Respetable, pero una interpretación personal.
ResponderEliminarSostener que “Sin el contrapeso de Oriente, la sede petrina se inclinó a reforzar estas tendencias con su autoridad y a mundanizarse, cayendo en la tentación de convertirse en un poder político y social bajo capa de religión….”, se me hace simplificar las cosas y tirar la pelota fuera del campo de juego.
Sostener que “El Papa Francisco es el culmen de las tendencias de Occidente y de Roma llevadas a paroxismo”, por menos que guste este Papa, cuando menos, es un riesgo. Primero, porque Francisco no sería Francisco sin otros. Segundo: porque desde que el hombre inventó la pala, el pozo siempre puede ser más profundo.
En lo personal, no veo que los problemas actuales se le puedan atribuir –exclusivamente- al llamado Cisma de Oriente. Estoy seguro de que son multicausales; de generación no espontánea, ni súbita.
Los antiguos herejes (se venía refiriendo a Arrio, Nestorio, Lutero, Calvino y otros) pecaban por herejía, el que avanza al encuentro de los fieles con sordos pasos es el demonio de la apostasía y un gran número de ellos ha comenzado a entreabrirle la puerta de su alma, escribió el Padre Roger Calmel (Teología de la Historia, Ediciones Río Reconquista, Buenos Aires, 2016), quien falleciera el 3 de Mayo de 1975).
Romano Amerio, como Dietrich von Hildebrand, entre otros, han dejado fundadas razones de porqué se llegó a lo que se ha llegado.
Lo de Eck, en el sentido de que: “Debemos aprender mutuamente lo que los otros tienen porque así cada parte volverá a recuperar su verdadera esencia como integrante de una Iglesia Universal y su función en la Comunión de la Fe. Oriente para Occidente y viceversa es una necesidad para regresar a lo que somos y curar las heridas y tentaciones de cada parte”, no veo que tenga nada de censurable en sí mismo; es más, debería considerarse.
Discutir si el cisma lo provocó Oriente u Occidente, a estas alturas, no sé a qué nos llevaría, si por encontrar un punto de entendimiento fuera; y, por sobre todo, si fuera por encontrar ser –y poder reflejar- participación de la Gracia Divina en nuestras vidas, no ya sólo saber quién manda -y con qué fines- en la Iglesia institucional.
De cualquier manera, sería saludable que Wanderer le posibilite a Focio exponer ampliamente qué propone, cómo lo propone y lo fundamenta, con cita expresa de lo que invita a leer, para que exprese algo más y no perciba “que se amerita un corifeo repitiendo "cismático" al unísono”, cuando sobre algo se trata. Salvo que, detrás de todo esto, se escondan cuestiones personales, a las que soy ajeno y sobre las que desconozco.-
Estimado, en lo personal podemos compartir un whisky cuando quiera, no hay problemas (en el Egeo mis antepasados lo tomaban). Simplemente hago referencia a los mitos y hostilidades que uno encuentra al plantear de forma racional y fundada que el problema actual de la Iglesia Romana no tiene 50 años... tiene unos siglos más. Lo que ahora está pasando es solo una consecuencia de rupturas e innovaciones fuera de lo que se usó siempre en la Iglesia. Están a tiempo, y lo van a estar hasta la muerte o la segunda venida de Cristo, para corregir el rumbo actual y retomar la canonicidad que siglos de Papas de Roma siguieron. La situación actual, si hubiese ocurrido, tendría un remedio muy simple de mantener las formas tradicionales.
EliminarFocio
Focio:
EliminarEstimado, en lo personal, podemos compartir ese whisky, un café -puede ser, con -o sin- grapa incluida-, o unos modestos mates cuando quiera (si no lo impide la situación sanitaria), tampoco tengo problemas; es más, sería el primero que me lo sugiere. No lo descartaría y -desde-ya se lo agradezco.
Desconozco qué tomarían mis antepasados castellanos o puglieses; ó, los huyeron de los musulmanes, cuando fue tomada Albania (hace ya uno siglos), y se instalaron en ciertas zonas de la actual Calabria. Como verá, soy argentino; y, segunda generación de argentinos. La nobleza de mis antepasados, estaba fundada en su amor al trabajo, a su integridad y a la fe que nos fueron transmitiendo. No fue una nobleza de títulos obtenidos, ni de patrimonios logrados. No fueron aristócratas de nacimiento, sino de ejercicio diario -y sufrido- de lo que les tocó en suerte, conforme la fe que recibieron de sus mayores y en la medida que ello les fue humanamente posible. Plebeyos, les dirían algunos....
Concuerdo en que el problema actual de la Iglesia Romana no tiene 50 años; y, en mucho, la búsqueda de innovaciones (mal entendidas), mucho tiene que ver.
Posiblemente por propia ignorancia, se me hace que podría explayarse sobre su posición. Mi profesión y deberes de estado, así como mis propios límites, no me llevaron al nivel de conocimiento de otros. No obstante, para aprender, me considero una esponja; aunque, finalmente, acepte, o no, en todo o en parte, lo que se pretende enseñar.-
Simplemente, tengo la sensación -y la pena- de que gente tan preparada (docente y escritora, dominadora de varias lenguas, en muchos casos), no pueda comprenderse con mayor facilidad; más aún, cuando que se actúa con caridad y buena fe; hecho este, sujeto siempre a prueba en contrario (lo que me viene por default, se dice ahora). Claro que no me sorprende, pues la vanidad y el orgullo es propio de todos.
Ojalá nos entendieramos todos, de otro modo. Por el bien de todos y el mal de ninguno, como sentenciara Fierro.
Mis saludos.-
Estimado Anónimo:
EliminarEs opinión e interpretación personalísima mía, tampoco pretendo otra cosa que exponerla para la reflexión, el debate y la crítica. Intentaré matizar algunas opiniones:
1)Es una simplificación pero creo que refleja una realidad histórica muy profunda y de largo alcance, metahistórica y providencial.
2) No le echo la culpa a Francisco pero el que esté ahí y el que le hayan puesto ahí tiene mucho que ver con una iglesia muy poco contemplativa y muy dada a la acción junto con una concepción estatalista del poder eclesial, muy occidental por otra parte. Mi opinión la Iglesia eligió al Papa que mejor la refleja y que merece por sus pecados, ni más ni menos, para nuestra corrección, reflexión y enmienda.
3) Todos pecan pero no del mismo modo. Cada persona o cada iglesia tiene sus virtudes, sus defectos y, sobre todo, sus tentaciones. Tentaciones que sin corrección fraterna llevan al desastre como estamos viendo por todas partes.
4) No atribuyo TODOS los problemas exclusivamente al Gran Cisma cuando ya empezaron en la Iglesia con Judas y el resto de los apóstoles. Hasta el favoritismo y las influencias aparecen en el propio Evangelio con la madre de los Zebedeos...pero que se separe la mitad de la Iglesia es una catástrofe gigante con consecuencias muy fuertes como lo fue el Protestantismo en el XVI y que llegan a nuestros días. No en balde muchos nos acordamos todos los días de la manzanita de Adam y Eva, origen último de todos los problemas habidos y por haber.
Por último, le agradezco su críticay me alegra que algunas ideas le hayan gustado.
Suyo
Eck:
EliminarEstimado: Sostuve que era una interpretación suya, no sostuve fuera su opinión, como Usted la califica. Tengo claro qué cosa es conocimiento y qué cosa es opinión, tal como lo enseñaron los griegos.
Sostener que sea una interpretación suya, no lo descalifica; ni pretendía descalificar su trabajo. No me atrevería a eso; conozco mis límites.
En todo caso, Usted (que en otro comentario se reconoce historiador), supo hacer algo que yo no; y, además, tuvo abierto el espacio dónde exponer sus ideas. Es más, nunca imaginé a Pedro, Pablo y Santiago, del modo en que Usted lo hace.
No mencioné el término “simplificación”; y, uno, con el espacio que se le concede, con lo que cuenta en un determinado momento de su vida, hace lo mejor que puede. Y, se nos aplica a todos.
Entiendo y comprendo lo que expone en sus apartados 2) y 3).-
Lo de su apartado 4), es valorable; y, puede profundizarse.
Soy yo quien agradece. De todos aprendemos; y, lo hacemos mutuamente. Es de sabios, saber si es para bien o para mal. No se desanime. Con su esfuerzo y ayuda de la gracia divina, siga estudiando y enseñando.-
Un abrazo!
Estimado Anónimo:
EliminarLe ruego que me perdone si he parecido desabrido al contestarle a su comentario, no era mi intención.
Sólo quise decir que el artículo era responsabilidad mía en exclusiva, sobre todo si hay errores o faltas, nada más, que es una opinión sobre el tema porque yo no estoy muy calificado para dar interpretaciones autorizadas y que está muy simplificado además de por el espacio porque es un tanteo. Y viene bien la crítica porque así se arreglan las deficiencias de expresión y de concepto.
Un abrazo.
Estimado Eck:
EliminarNada debo perdonarle; y, no tomé desabrida su contestación a mi comentario.
Deficiencias de expresión y de concepto, debo aprender continuamente. Y, en eso, debo reconocer que este blog me aportó mucho; como aprendí de sus reenvíos, recomendaciones y sugerencias de lectura. Y, como habrá advertido, puedo tener involuntarios errores de ortografía o de sintaxis, pues a todos -en algún momento- "se nos escapa la tortuga", como sentenciara alguien ya fallecido.
"Cuando era niño, era vanidoso; ahora, de grande, soy perfecto", dijo otro. No es mi caso, aunque suelo ser -para mí mal y en exceso- perfeccionista.
Tranquilo. No se desmerezca, quiérase razonablemente.
Nadie nació sabiendo; y, en cosas humanas, alguien puede ser reconocido suficientemente autorizado en algo, pero nadie las sabe todas.
Adelante!!!. Siempre el paso más difícil es el primero; y, se aprende a caminar andando.
Un abrazo!!!!
Interesante analogía la de Eck. Me recuerda a lo ya señalado por Soloviev, en cuanto a que Oriente suele olvidar el “labora” en el “Ora et Labora”, y lo dicho en estos tiempos por Messori, quien considera que el catolicismo romano es el equilibrio entre un protestantismo secularizado y atado a lo contingente, y un Oriente absorto en la contemplación de los íconos.
ResponderEliminarAhora ¿es tan malo el “atemporalismo y atonía paralizante” de Oriente? A mi la estabilidad litúrgica y sacramental de la Ortodoxa me produce una gran sensación de continuidad con la iglesia primitiva y, a través de ella, con el Israel bíblico, mientras que su estabilidad teológica me produce una sensación de libertad frente al mastodonte del “Magisterio” que crece sin cesar, de modo inorgánico y cada vez más contradictorio entre sí debido a sus pretensiones de abarcar todos los problemas de la humanidad.
En todo caso, concedo que el rechazo de muchos bizantinos hacia la filosofía profana generó una pereza intelectual en Oriente que acá no tuvimos gracias a la escolástica, con sus virtudes y defectos.
Estimado Palamita:
EliminarAlgo de Soloviev tenía en mente al escribirlo: la referencia al cuento de S. Nicolás y S. Casiano y algo más inconsciente al relato del Anticristo con sus tres personajes en Jerusalén.
Cuando hablo sobre el “atemporalismo y atonía paralizante” de Oriente no me refiero a lo que usted se refiere, que es lo que les ha preservado de muy grandes males, sino a la gran tentación de "eternizar" cosas mudables que existe en esas iglesias como los poderes temporales, la estructura social y otras muy terrenales.
Como otro comentador aludió al historicismo, en Occidente comete el error contrario, del historicismo y de mirar las cosas eternas y divinas como cosas mudables e históricas.
De hecho, cuando hablo de la necesidad de Occidente de Oriente me refiero justamente a las cosas que usted cita para evitar ese Monstruo que se entromete en disputas que Dios dejó al consejo de los hombres, que el propio Cristo se negó a juzgar cuando estuvo personalmente en la Tierra y sobre la que no dio ninguna potestad a la Iglesia.
Le agradezco mucho su comentario al darme la oportunidad de matizar en uno de los puntos más importantes y por llamar la atención sobre él, porque es el más importante.
Tambien he oido que son a quienes les dejó sus 3 tesoros. A Juan Su Madre. A Pedro la Iglesia y a Santiago España. Yo diría la Hispanidad como civilizacion cristiana..esa lectura es tambien interesante
ResponderEliminar¡Cuento de gallegos! María,La Iglesia y...España(!!!) El mito de España... ¿¡Cuando dejaremos de confundir lo temporal con lo eterno!?
EliminarA propósito del post “Las tres Iglesias: San Pedro, Santiago y San Juan”.
ResponderEliminarDon Wander:
Admirable post de Eck, que eleva la vara de la calidad y prestigio de este blog, y que da lugar a que sus participantes demuestren su elevado nivel de formación doctrinal e histórica respecto de la Iglesia Católica. En lo que a mi opinión respecta, coincido con Eck en la elección de esos tres santos, cuyos méritos están sobradamente justificados por su especial participación en momentos cruciales de la vida de Nuestro Señor Jesucristo. Obviamente, también aprecio hondamente la luminosa cita de Io, 17, 21: “Ut omnes unum sint, sicut tu Pater in me et ego in te”, tan sabiamente alentada por S. S. Benedicto XVI. Y, también pondero sobremanera la intención de fondo que motiva el post de Eck, cual es la de, afirmar la catolicidad de la Iglesia, retomando vínculos con la Iglesia Ortodoxa. Para lo cual propone arrojar una mirada sobre las tres figuras del Antiguo Testamento, que apelaron a la fuerza de la oración para responder a los propósitos de Dios, a los que Eck vincula con tres Iglesias: Moisés, por la Iglesia de Roma, Aarón, por la Iglesia de Oriente, y Hur, por la Iglesia de Occidente. El consejo de Eck: poner oído a la palabra de la respetable Iglesia Ortodoxa. Y para responder a tan elevado propósito, Eck, a los citados hombres del Antiguo Testamento, agrega una cuarta persona: Josué, al que vincula con la admirable labor apostólica de San Pablo, cuya noble acción apostólica se despliega, sin fisuras, sobre toda la Iglesia de entonces.
¡Dios proteja a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
Puestos a hacer lecturas simbólicas, a mí siempre me ha parecido que en la transfiguración (el icono que, precisamente, encabeza este artículo), Santiago y Juan son como el reflejo terreno de Moisés y Elías (y Pedro de Jesús, en cuanto preside su cuerpo, que es la Iglesia). Ese sentido concuerda con la lectura que hace usted: Moisés es la actividad que tiene lugar en el orden terreno (guiada por el Espíritu), actúa sobre los pueblos como son, como Moisés guiando al muy defectuoso Israel, y Elías (con su carro de fuego) es la actividad del puro espíritu profético elevándose en su carro de fuego como el águila de San Juan, que según la leyenda simbólica era el único animal "capaz de mirar directamente al sol". Por supuesto no digo que esta lectura se derive necesariamente del texto bíblico, pero siempre me ha parecido sugerente.
ResponderEliminarMuchas gracias Eck por esta maravillosa exposición. Coincido con su valoración y creo firmemente, como ha comentado alguien más arriba, que esta es la línea en la que la Eclesiología debería trabajar para profundizar en el entendimiento de la naturaleza de la Iglesia. Lo que más destaco, y profundizo, de su exposición es la idea de las distintas partes de la Iglesia, centradas en esas tres figuras. Cada rama de la cristiandad ha adolecido de la falta de las otras.
ResponderEliminarAsí las comunidades eclesiales protestantes, separadas de Juan y de Pedro, han degenerado en una masa informe sin control, donde la falta de Pedro para poner orden provoca que cada día surjan nuevas comunidades alrededor de pequeños líderes, son como el agua de un recipiente que se derrama sin control al faltarle el cuerpo que le da unidad, al final sólo quedan pequeños charcos aislados destinados a secarse. La separación de Juan les ha llevado a un activismo puro que, de facto, les ha hecho perder la fe, siendo muchas de estas comunidades a día de hoy difícilmente reconocibles como cristianas.
Las iglesias ortodoxas se han separado en gran parte de Pedro y de Santiago. De un modo parecido a las comunidades protestantes, han generado una serie de comunidades que estarían aisladas de no haber conservado la fe y los sacramentos, teniendo un último hilo que les une a Pedro en los Patriarcas, que evitan que las iglesias se derramen sin control. Al perder la dimensión que da Santiago han separado completamente la dimensión espiritual de la corporal, lo cuál, curiosamente, ha degenerado en una mundanidad donde parece que se puede hacer de todo, como colaborar con las mafias o los poderes políticos sin que ello afecte a la "Santidad" de cada iglesia. Se han encerrado en un misticismo que, al no tener un cuerpo que llenar, ha producido que la vida de las iglesias ortodoxas se haya congelado, es por ello que su teología parece no haber evolucionado en el último milenio. Son como un agua que no fluye, se han estancado y se empiezan a llenar de la mundanidad.
Dentro de la Iglesia Católica cada parte, latina y oriental, adolece de la falta de completa unidad con la otra. Como un cuerpo con una enfermedad autoinmune. Así por ejemplo, la iglesia latina ha desarrollado una teología del sacerdocio que, al ignorar la realidad oriental, ha puesto un énfasis casi obsesivo en el celibato, dejando a los curas orientales en un especie de "sacerdocio de 2ª". Por otro lado las iglesias orientales, acostumbradas a su soledad, han desarrollado una fuerte independencia donde parece que todo lo que huela a latino es pernicioso, como unas venas llenas de trombos, la sangre no fluye y el cuerpo se debilita. Todo esto provoca que Pedro no pueda ser Pedro. Al estar la iglesia latina centrada en sí misma, Pedro no es el eje de unidad. Alimentado sólo por Santiago, se ha convertido en la "versión activista" de un líder, que es el controlador que tiene que estar en todo, generando una sensación de ser el Papa un déspota. Para mí la clave está en la formación del pueblo cristiano, mientras una parte viva como si la otra no existiera no hay nada que hacer.
Termino mi extenso comentario con una anécdota bastante divertida si bien algo agria por la implicación. Estaba yo en las redes sociales discutiendo sobre la publicación de un sacerdote latino sobre el celibato, publicación llena de errores, a la que yo contestaba que lo que decía era un insulto a la realidad oriental de la Iglesia. Una señora me contestó: "A ver, tiene usted que entender que la realidad de Japón es completamente distinta a la Occidental. No es comparable."
No pretendo conmover la excelente lectura de Eck, pero -con referencia a la nota que la acompaña- me parece que que el Santiago mencionado en Gal 2,9, podría no ser ni el Mayor, el Zebedeo, ni el Menor, el de Alfeo, sino el tercer Santiago, el llamado "hermano" del Señor, como surge de Gal 1,19 y de Hechos, 21, 17/18
ResponderEliminarEstimado León de Nemea:
ResponderEliminarMuchas gracias por su inmerecido elogio y comparto gran parte de sus afirmaciones y reflexiones que me parecen muy pertinentes porque me parecen procedentes de una persona que conoce la realidad de Oriente mejor que yo.
Pone usted el dedo en la llaga en un tema casi olvidado como es el de la Ecclesiología, sobre todo la práctica: la Iglesia a veces parece una Multinacional cuando no un Estado, un Partido u otras concepciones sin caer en que es "sui generis" para sus regidores casi sin la visión de los Padres y la Edad Media mucho más teológica y mística, mucho más cercana a la Verdad pero esto necesitaría una mayor profundidad.
Sin el más mínimo menoscabo del brillante artículo de Eck -cualesquiera de los tres Santiagos fuera el concernido, que me quedo con el de España- me parece oportuno declarar que desde que la Iglesia ha comenzado a mirarse el ombligo, esto es, hablar y "pensar" la Eclesiología, ha abandonado su misión esencial: santificar.
ResponderEliminarHay toneladas de papel publicadas sobre el meollo de la Iglesia; para construir lo cual fue preciso dejar de lado, primero tímidamente, la misión esencial impuesta por Cristo a Su Cuerpo Místico; hasta lo presente, en que prácticamente se ha disgregado dicho Cuerpo en multitud de piezas sueltas y con una "cabeza visible" que se ha prodigado la diversión de desarmar su mecanismo y arrojar esas piezas lo más lejos que den sus menguadas fuerzas ... a Dios gracias (sus apocadas fuerzas, es claro).
El Concilio es una prueba de lo que digo, que ostenta el dudoso privilegio de haber logrado no decir nada nuevo ni determinante para la vida de la Iglesia, empleando una inmensa cantidad de palabrerío vano, cuando no peligroso, que exhibe impúdicamente una "eclesiología" alocada y centrífuga.
Pues nada más que eso.
Digo, con mucho dolor y viendo cómo los jerarcas Ortodoxos que se han "corrompido" son los que mayor relación desarrollaron con la Roma actual, que quizá todavía no hemos pasado todavía lo peor.
ResponderEliminarA veces me pregunto qué falta para que acepten la realidad. Bergoglio es la consecuencia de la eclesiología romana occidental, y de ella emana la tentación del poder absoluto, que ha corrompido a gente como el Patriarca Bartolomé, quien ansía ser como el obispo de su ciudad hermana.
No hay magia, si para ustedes salva la pertenencia jurisdiccional como en un partido político, no hay arreglo. El poder y la obediencia en la Iglesia deben servir a Cristo y la salvación de las almas. ¿Para qué lo queremos sino?
Bergoglio no tiene nada de romano en su formación intelectual y moral.Es un sudaca que habla cocoliche. Un hombre vulgar que disfrazó su vulgaridad en una pretendida humildad y simplicidad "franciscana". Roma le queda grande. Es antirromano hasta el tuétano
EliminarMe parece problemática y muy discutible (improbable?) la identificación de Santiago Zebedeo con el otro Santiago ('AdelfoTHeos', le llaman los ortodoxos) citado con referencia a San Pablo en Galátas y Hechos. Por lo demás, la visión de la armónica integración eclesial de Oriente-Roma-Occidente es muy sugestiva, pero igualmente alejada de la historia real y sus reales protagonistas, actos, consecuencias y derivaciones/conclusiones para la situación actual. // Oremus pro invicem.
ResponderEliminarEl Post no tiene nada de científico, es decir, de cierto. Puramente conjetural, y basado en puras asociaciones más o menos arbitrarias. ¿Puede ud asignarle limites espacio-temporales a Occidente y Oriente? Pueda ser que, en ese caso, se esté hablando de algo concreto, es decir, real. Eso para empezar...
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