miércoles, 5 de octubre de 2022

La derrota del olvido


 


Escribí estas líneas en febrero de 2005 para un medio con el que colaboraba y que, lamentablemente, ya no está más en línea. Y que yo sepa, el artículo nunca fue publicado. Pero el tema sigue aún vigente. Y, con algún remozamiento, aquí va para juicio y comentario de los lectores. 


Hace algunas semanas escribía un artículo acerca de la certeza de la derrota que nos espera. Quisiera profundizar en esa reflexión, advirtiendo que de ningún modo pretende ser una elegía a la desesperación sino, por el contrario, un temprano anuncio de la enorme alegría por nuestra cierta y definitiva victoria.

Han sido muchas las derrotas que hemos sufrido desde que, en el siglo XVI, se quebró el orden cristiano. Repasemos algunas de las que ocurrieron en el último siglo. En el orden político, fuimos derrotados cuando, luego de la Primera Guerra Mundial, la masonería y la izquierda internacional derrumbaron los dos últimos imperios cristianos, fusilando a la familia imperial rusa y expulsando de Viena al último emperador austriaco, Carlos de Hausburgo. 

Fuimos derrotados cuando, luego de la Segunda Guerra Mundial, se consolidó la democracia como único sistema, no sólo de gobierno, sino también de vida, siendo considerada, incluso por los eclesiásticos, como una hipóstasis del bien y subvirtiendo de ese modo el orden por el cual el gobierno debe ser de los sabios y no de la masa. 

Fuimos derrotados cuando el doblemente perjuro rey de España abrió la puerta de su reino a los vencidos en la última cruzada cristiana, la Guerra Civil Española, permitiendo que hoy gobiernen la península los nietos de los comunistas y anarquistas que quemaron iglesias y asesinaron monjas. 

Fuimos derrotados cuando, en Argentina, se exilió la clase dirigente, dejando el gobierno de la patria en manos de bribones e improvisados que continúan destruyendo la herencia recibida, si es que aun queda algo de ella.

En el orden eclesial, fuimos derrotados cuando, inexplicablemente, Pío XI condenó a Charles Maurras y a la Acción Francesa, asentando de ese modo un golpe de muerte a la inteligencia francesa, llamada a liderar el pensamiento católico de ese momento. 

Fuimos derrotados cuando Juan XXIII convocó a un Concilio en el Vaticano, arremolinando allí las peores fuerzas enemigas. 

Fuimos derrotados cuando Pablo VI, por debilidad u otros motivos aún más tristes, cambió las reglas de ese mismo Concilio entregando su gobierno al progresismo europeo y marginando del mismo a los cardenales ortodoxos. 

Fuimos derrotados cuando el mismo pontífice entregó la reforma litúrgica al obispo Bugnini, con los resultados que hoy conocemos. 

Fuimos derrotados cuando se sepultó con bombos y platillos la Santa Misa, tal como la Iglesia la había celebrado durante más de mil quinientos años, y se adoptó en su reemplazo una informe reunión social desacralizada. 

Fuimos derrotados cuando, luego del respiro que significó el pontificado de Benedicto XVI, los cardenales eligieron en su lugar a Jorge Mario Bergoglio, el más inepto de entre todos ellos, y de entre muchos más, para ocupar la sede petrina. 

Somos derrotados cada vez que este personaje habla y dispone, hundiendo poco a poco a la Iglesia en una organización religiosa que poco y nada tiene que ver con aquella que fue fundada por Nuestro Señor.

Pero la derrota no es un delito sino que es un riesgo que corren los andantes de todas las épocas; don Quijote y Frodo son ejemplo de ello. Lo importante es no olvidar el principio o la verdad por la que nos batimos y fuimos derrotados. Por eso, la derrota más grande que nos asentaría en el enemigo sería el olvido. Lo importante es derrotar al olvido. 

¿Cómo escapar a ser derrotados por el olvido, la última y más triste de las derrotas? La filología puede ser de ayuda. En griego, verdad se dice ἀλήθεια (aletheia), palabra formada por el alfa de sentido privativo y la palabra λάθος (lathos), que significa esconderse o permanecer ignorado. De aquí surge la palabra española letargo, que hace referencia a un sueño patológico. 

Los antiguos consideraban a la muerte como el pasaje a una existencia espectral, una pérdida de la conciencia de sí y el olvido de todas las cosas terrestres. Y esta concepción era simbolizada por sombras que bebían de un río subterráneo llamado Olvido, en griego Λήθη (Léthe). Y de esta manera, para los griegos, el olvido no era una simple ausencia de memoria, sino un acto especial que destruía una parte de la conciencia, que disolvía en él una parte de la realidad, aquella realidad que era olvidada. 

Pero la verdad, aletheia, es el no-olvido. Es aquello que permanece a pesar de las correntadas del río del Olvido, el río Léthe, que fluye en medio de la letalidad del mundo sensible. Es aquello capaz de remontar el tiempo, que se mantiene sin quebrarse y que se guarda eternamente en la memoria. La verdad es la memoria eterna de una cierta conciencia; es un valor digno de una conmemoración perpetua. 

La memoria quiere detener el movimiento, tiende a permanecer inmóvil delante de los fenómenos que fluyen, opone una barrera al río del devenir. Por consiguiente, la aletheia es la corriente en reposo, el fluir detenido, el torbellino inmóvil del ser. 

Y así, nuestra principal arma para evitar la terrible derrota del olvido es la verdad, y la verdad es el no-olvido, es el recordar permanente quiénes somos y, como decía Pemán, “los hombres no somos átomos sueltos ni plumas al azar del aire. Somos gotas de un río y espigas de un trigal: trigal y río, con sus vallados, sus márgenes y su nombre propio. Cada uno de nosotros es quien es —y no otro— por aquello que, sobre su simple esencia abstracta de hombre, le han dado, al nacer, desde fuera, los padres, la tierra, los siglos y las cosas”.

En la verdad y en el recuerdo están la esperanza de la victoria.

27 comentarios:

  1. Wanderer le doy las gracias como Cristiano, seguidor de este espacio, que alienta la esperanza.
    He leido esta nota con el alma en vilo, con intensa emocion, pensando en mis hijos, en mi amada esposa, en mis padres que me transmitieron la fe.
    Le doy gracias por publicarla. Desde hoy, ya no comentare como anonimo y firmare con el nombre, que me dieron al nacer.
    Que Dios guarde su fe, que esta viva y la de muchos de nosotros para dar testimonio valiente.
    Un abrazo!
    Don Santiago

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  2. Cuando lo cantábamos no lo olvidábamos tan fácil:

    "Quoniam confirmata est super
    nos misericordia ejus,
    et véritas Domini manet in aeternum"

    o bien: " Credo quidquid dixit Dei Filius:
    Nil hoc verbo Veritatis verius."

    Gracias Wanderer. Me hizo mucho bien recordar hoy.

    P.D: Le agradecería la fuente de lo que cita de Pemán.

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    1. Pemán lo escribe en “Elegía a la tradición de España”, p. 176.

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  3. A diferencia de las novelas negras, donde el mal triunfa, el bien es eclipsado y derrotado, lo horrible supera por amplio margen a la belleza y la mentira campa a sus anchas, mientras la verdad es perseguida y ridiculizada, toda la historia de la salvación terminará con el triunfo de el Bien, la Verdad y la Belleza.
    Casi como en las novelas románticas o épicas.
    Sólo que el derrotado en el Apocalipsis que estamos viviendo será, directamente, el Anticristo. Y lo será con el aliento de la boca del Señor que bajará triunfante.
    Hay que resistir, no solamente a las derrotas sino también a la peor de las fallas, la de la soberbia, la de creernos que seremos nosotros los que habremos de exterminar al inicuo.
    Esta batalla está reservada al Señor de la Historia.
    No debiendo olvidarse que a su Segunda Venida, casi no habrá fe sobre la tierra.

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  4. Don Wander:
    “La derrota no es un delito sino que es un riesgo que corren los andantes de todas las épocas; don Quijote y Frodo son ejemplo de ello. Lo importante es no olvidar el principio o la verdad por la que nos batimos y fuimos derrotados. Por eso, la derrota más grande que nos asentaría en el enemigo sería el olvido. Lo importante es derrotar al olvido”. (The Wanderer).
    ¡Vaya, mi querido Wander, qué difícil es vivir cargando sobre sí el enorme peso, que tras su debido conocimiento, cada hombre tiene, al cobrar clara conciencia de la ya desmesurada deuda que, desde los primeros días de la creación, los hombres tenemos para con nuestro sublime y bondadoso Padre celestial! Por cierto, ¿qué nos va a sorprender que, en los tiempos de virtual apostasía que vivimos, además de cargar con las consecuencias del lastimoso pecado original de nuestros primeros padres, luego, debamos también agregar los que, como lo acaba de señalar The Wanderer, luego los que fueran perpetrados a lo largo de toda la historia del hombre, como ocurre con los que en nombre del capricho de los hombres pretenden imponen un Nuevo Orden Mundial? ¿Y ni qué hablar sobre las faltas que los mismos receptores del providencial dato de la Revelación, empedernidamente, han cometido a lo largo de toda la historia de la Iglesia? De tal suerte lo que antes, en muchos casos se conocía bajo el ominoso nombre de “pecado”, ahora, descaradamente, se pretende imponer bajo el discutible nombre de “Derecho humano”. Y lo grave no es sólo porque esto ocurre en el mundano ámbito de nuestro diario quehacer, sino, fundamentalmente, en lo que concierne a nuestra relación con Quien lo hizo todo por nosotros. Pues,
    Con el agravante de que, hoy por hoy, donde absolutamente todo se pone en discusión, el flagrante delito de algunos nefandos pecados pretende ser bendecido por algunos desleales ministros de la Iglesia. Y, así, con total desvergüenza, hoy se habla de Derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, del Derecho a la familia igualitaria, Derecho a la elección del propio sexo, con absoluto desprecio de la religión revelada, de la familia tradicional, de la educación fundada en el orden natural, la negación de la propiedad privada. Y, ¡guay de quién, apremiado por la perentoria voz de su conciencia, pretenda oponerse a tales desórdenes morales! Ni la Verdad, ni Dios tienen lugar alguno en esta cultura del Nuevo Orden Mundial.
    ¡Cuánta razón tenía un sabio monje dominico, cuando, mirándome a los ojos, me decía: “No te preocupes tanto por los pecados que puedas cometer, como de que te puedas olvidar de la gravedad que éstos puedan guardar dentro de sí”!
    De modo que, como dice muy bien, nuestro querido Don Wander, en lo que concierne al mantenimiento de nuestra personalidad y la salud de nuestra fe cristiana, la conservación de la memoria juega un papel crucial. Pues, ¿qué sería de nosotros, si, cada uno de nosotros, con absoluta negligencia moral, olvidáramos quiénes somos y para qué fin fuimos creados por el Sumo Hacedor?
    ¿Significa todo esto una inevitable caída en el más lamentable pozo cultural donde sólo prima la voluntad del hombre que sólo se ama a sí mismo? ¡De ninguna manera! Porque, por corta que sea la vida de cada persona, y por larga que sea su cadena de vicios, siempre se presentarán ante ella, una tras otra, las incontrastables como arrolladoras evidencias del orden natural y de la existencia de Dios: “Os digo que si estos callaran gritarán las piedras”. Porque, -¡qué grande que es la misericordia de Dios!- pues, pese a todas las obscuridades que, por fuera o por dentro, amenazan la quebradiza existencia humana, mientras el hombre no deje de ser hombre, ni la inteligencia humana dejará de estar al servicio del conocimiento de la verdad en cualquiera de sus formas, ni, como consecuencia de ello, tampoco la voluntad humana dejará de estar naturalmente ordenada al ejercicio del bien allí donde éste sea hallado.
    ¡Dios proteja a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!

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  5. La larga derrota, cantada por los mejores poetas (y profetas).
    Como dice Castellani, el cristiano sabe que el fin de la historia es doble: en el ciclo adámico, es "pesimista" porque sabe que el mundo va a desbocarse en un infierno; sub specie eternitatis, tiene esperanza en el triunfo cierto, ineludible, y ya presente en cierto modo, de Cristo Rey.

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  6. Sorprende la actualidad que tienen estas reflexiones a pesar del tiempo transcurrido, porque mirando bien, esas derrotas que sufrimos los católicos parecen haber sido sólo el preludio de otras más recientes y más graves, tales como la imposición del aborto, la homosexualidad y la ideología de género, hoy definidas como una nueva categoría de derechos humanos cuya negación es castigada como un delito de discriminación inaceptable.
    Y lo más desconcertante es que esa persecución a los católicos que no se resignan a aceptar lo políticamente correcto no sólo es impulsada por la ONU, las grandes potencias y todas las multinacionales, también por las altas cumbres del Vaticano que mientras hacen la vista gorda con los enemigos de la Iglesia persiguen cada vez con menos disimulo a todos los que se atreven a sacar los pies del plato defendiendo la sana doctrina.
    En esa inteligencia, no hay duda que la peor derrota sería el olvido. Muchas veces me he preguntado en qué cabeza cabe que los Apóstoles hayan sido capaces de ir al martirio sabiendo que morían por una mentira. Y la respuesta es una sola, eso es absurdo porque nadie es capaz de morir por una mentira, y mucho menos martirizado.
    De modo que si los Apóstoles fueron capaces de algo tan increíble, fue porque con sus propios ojos fueron testigos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Enfrentaron esa muerte cruel porque lo vieron resucitado, hablaron y comieron con El. ¡No era un fantasma!
    Y tampoco es menos cierto que "en la verdad y en el recuerdo está la esperanza de la victoria". Y eso por dos motivos, primero porque la Verdad es Cristo, no existe otra. Y segundo, porque si siguiendo a los Apóstoles nosotros también somos capaces de mantener vivo el recuerdo de la Pasión, Muerte y Resurrección que nos llegó por Tradición y que hoy los secuaces del Anticristo pretenden sepultar bajo una catarata de mentiras infames, no cabe duda que finalmente la victoria será nuestra. ¿Quién como Dios?
    "El que persevere hasta el fin, ese será salvo" (Mateo 24:13).

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    1. En la linea de aportar a la no-ignorancia, quisiera agregar al fuerte motivo histórico de credibilidad de la resurrección de Jesús que es la conducta de los Apostoles un motivo de credibilidad de otra naturaleza, en este caso coincidencia factico-simbolica, que hasta donde yo sé es universalmente ignorado.

      Es bien conocido que las duraciones de las vidas (lifespans para abreviar) de los patriarcas del pueblo de Israel siguen un patron sencillo:

      Abraham: 5 x 5 x 7 = 175
      Isaac : 6 x 6 x 5 = 180
      Jacob : 7 x 7 x 3 = 147
      Siguiente: 8 x 8 x 1 = 64

      Evidentemente, la figura "Siguiente" que vivió 64 años es una mera extrapolación en cuanto al texto bíblico respecta. De hecho, la Biblia no registra lifespan alguno de 64 años o más generalmente cuadrático. Pero veamos el tema desde el plano teológico: la figura que debería suceder a Jacob en la sucesión es representativa del pueblo de Israel, la finalidad del pueblo de Israel era ser un contexto adecuado para la Encarnacion del Verbo, y esa finalidad fue realizada perfectamente en la persona de la Virgen María. Por lo que la figura "Siguiente" en la secuencia debería ser María. ¿Y cual fue el lifespan de la Virgen María según la Beata Anne Catherine Emmerich?

      "On being asked, in the middle of a conversation on everyday matters, how old the Blessed Virgin was when she died, Catherine Emmerich suddenly looked away and said: ‘She reached the age of sixty-four years all but three and twenty days: I have just seen the figure X six times, then I, then V; is not that sixty-four?’ (It is remarkable that Catherine Emmerich was not shown numbers with our ordinary Arabic figures, with which she was familiar, but never saw anything but Roman figures in her visions)."

      https://ccel.org/ccel/emmerich/lifemary/lifemary.xxiii.html

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  7. Impecable, Wanderer, sólo un aporte..... sacar el "luego de..." de este párrafo:

    "Fuimos derrotados cuando, luego de la Segunda Guerra Mundial, se consolidó la democracia como único sistema, no sólo de gobierno, sino también de vida, siendo considerada, incluso por los eclesiásticos, como una hipóstatisis del bien y subvirtiendo de ese modo el orden por el cual el gobierno debe ser de los sabios y no de la masa."

    Hay una relación causal y directa entre esta derrota específica y lo que vino. Disimularla no ayuda

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  8. Excelente Wanderer,

    Una aclaración, ¿lo escribió en 2005 (y el ascenso de Bergoglio fue una profecía) o quiso decir en 2015?

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    1. Lo de Bergoglio fue el remozamiento del que hablo. Había que agregar la nueva derrota.

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  9. Muy de acuerdo don wanderer. La memoria o el no olvido nos hace mantener la esperanza del triunfo venidero.Como volver al futuro,jaja

    * ( es hipostatisis del bien? O hipóstasis....)

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  10. Fuimos derrotados y somos derrotados.
    "Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a aquel que nos amó.
    Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor" (Rom 8, 37-39)

    El Nevado

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  11. ¡De derrota en derrota hasta la victoria final!

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    1. "Success is the ability to go from one failure to another with no loss of enthusiasm"
      (Sir Winston Leonard Spencer Churchill)

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  12. GASTÓN: ¿No sería más apropiado añadir a "no olvidar" el "no acostumbrarse"

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  13. Artículo y comentarios me recuerdan la famosa frase espontánea de aquel optimista oficial a sus soldados: «¡Soldados! ¡El enemigo nos rodea por todas partes...! ¡No dejemos escapar a ninguno!»

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  14. O wanderers in the shadowed land, despair not! decía el amigo Ronald. También decía que algunas batallas, las mejores, vale la pena pelearlas aún cuando seamos derrotados y no quede nadie para cantarlas. Bienvenido sea el olvido, si es por la voluntad de Dios.

    Los seguidores de San Bruno, de hecho, ponen todos los medios para ser olvidados. Que nos olvidé el mundo, con tal de que se nos mencioné en un pequeño asterisco del Libro de la Vida. Prefiero mil veces ser uno de los anónimos "compañeros mártires" de un circo olvidado del siglo II antes que ser, quién sabe, Pizarro o Estrada en esta Argentina.

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    1. Durante años olvidados durmió el fruto del árbol blanco, y tras largos siglos de exilio volvió el Rey.

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  15. Después de leer atentamente su artículo –y conforme lo iba leyendo- se me viene a la mente una pregunta proverbial: ¿quién es ese “nosotros” que se considera estar detrás de todas esas derrotas? Es claro que dependiendo de la respuesta, el artículo cobra un color distinto y distante.

    La pregunta es idénticamente la misma que se nos plantea en las Cartas de Pablo, donde suele encabezar sus cartas dirigiéndose a un “vosotros” que muchos han querido asignarse a lo largo de la historia. Es claro que el luterano, piensa que ese “vosotros” son ellos. Pero eso mismo piensan los católicos. Le pongo un ejemplo del comienzo de la Carta a los Romanos:

    «… Entre los cuales os contáis también “vosotros”, llamados de Jesucristo, a todos los amados de Dios que estáis en Roma, santos por vocación, a “vosotros” gracia y paz, de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.»

    ¿Ese “vosotros” de Pablo, es el mismo que este “nosotros” del artículo? Porque si lo es y lo fuera, la confusión del término sería tremenda como así lo ha sido a lo largo de la historia?

    ¿Es ese “nosotros” la verdad en su sentido de aleteia como concluye en su análisis final? Al análisis de las derrotas no le pongo peros ni trabas, pero en todo el artículo falta un elemento fundamental y unificador: ese enemigo que “nos” derrota, es siempre el mal. Y es así, porque Dios mismo le ha dado ese poder y esa potestad, durante un tiempo, durante algún tiempo más.

    Y sigue la pregunta en el aire: ¿quiénes somos “nosotros”, los derrotados? ¿Los inconformistas, los iletrados? Le dejo la pregunta abierta, por si en cualquier otro artículo, tiene a bien, dedicarle su respuesta. O quizás ya está tratada en estos años pasados. Confieso que no me he leído todas las entradas, tan solo los últimos meses.

    P.D. Los pronombres personales de la lengua, son la causa de la indefinición en la escritura, porque en el uso oral, queda bien claro quién es el “yo” y quién es el “vosotros”, con solo asistir y presenciar el diálogo.

    Johan sans Terre

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  16. Ni nos espera ninguna derrota, ni tenemos derrotas desde el siglo XVI ni "la terrible derrota del olvido es la verdad, y la verdad es el no-olvido"

    La vida es como es, muchas veces el resultado de opciones y acciones personales.

    No ha habido derrotas desde el siglo XVI, además de que la tendencia de todo grupo humano es unirse en grupos más grandes y desunirse en grupos más pequeños.

    El que nos olviden o nos recuerden, podrá tranquilizarnos algo (en el sentido de creer que por el recuerdo no morimos para siempre; pero esto no debería ser un problema en un cristiano), pero nuestro destino es morir, exactamente igual que el de los que nos van a llorar y llevar luto.

    Yo, si veo un problema, es que uno se comporta pasivamente (lo que es lícito) pero luego se queja del resultado (lo que es de neuróticos)

    El que mantiene este blog ya hace algo.

    Cada uno en su estado puede hacer mucho, empezando por dar ejemplo de buen cristiano, de contribuir con su trabajo o su dinero a una causa justa y santa; y de encontrarse con gente con los mismos problemas y necesidades (ayuda mucho porque no se está solo).

    Recuerden que nadie nos ha prometido que las cosas sean a nuestro gusto.

    Y que el poder de la oración puede hacer milagros.

    ¿Que el problema es Bergoglio y sus arrupistas?

    También ellos son mortales y les espera el juicio de Dios, ambas cosas inevitables.

    Sólo hay que saber esperar.

    Porque "el que ríe el último, ríe mejor".

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  17. La cuestion no es que las cosas sean a nuestro gusto, sino al gusto de Dios.
    Y tal como van las cosas, abundan todo tipo de crimenes( como el aborto) y no se puede suponer, sin decir una barbaridad, que esa sea Su voluntad. Y a la vista se aprecia lo descarriada que va la Iglesia, servil, sin dignidad ni conciencia, al proyecto del nuevo orden mundial, sin Dios, sin respeto a la ley natural, instalando la cultura de la muerte. Tampoco creo que sea licita la actitud pasiva, hay qye desenmascarar a eata cultura de la muerte, alli donde pretenda ingresar, trarando de destruir a la familia, instalando las perversiones, la inmoralidad, las drogas, el crimen, la codicia, todo lo que aleje al hombre de su Creador.
    Es una lucha desigual, somos David contra Goliath.
    Pero como San Pablo, tal vez podamos decir un dia,que hemos dado el "buen combate"

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  18. Felicitaciones a los Argentinos por la canonización de Artemides Zatti y también por la hermosa misa .

    Nada esta perdido . Seamos agradecidos . No pecamos por ingratitud .

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  19. Zatti, que yo sepa no es Argentino, nacio en Reggio Emilia en 1880 ingreso a la Argentina como inmigrante, traido por su familia, que como tantas vinieron en aquel entonces acuciados por el hambre.

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    1. Ingreso a la Argentina en 1897, ya tenia 17 años, efectivamente, vino con su familia, tenia 7 hermanos. Se dedico a servir a los enfermos. Y no tengo idea si tenia la doble nacionalidad, puede ser, porque de los 17 a los 70, vivio siempre en nuestro pais.
      Los primeros 17 años de su vida los paso en su tierra natal. No se bien porque se habla de Santo "Argentino", tal vez haya alguien que sepa mas o tenga otros datos.

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