miércoles, 23 de octubre de 2024

Castellani y Bouyer sobre la formación sacerdotal

 

Siguiendo con la temática que nos ocupa en los últimos días, publico un post que apareció el 9 de abril de 2010. Jack Tollers, inolvidable y queridísimo amigo de estas páginas, me había enviado un texto de Castellani sobre el tema de la formación sacerdotal. Se trata de unas conferencias truncas que el cura dictó en 1945, en el seminario de metropolitano de Buenos Aires de Devoto, poco antes de que el cardenal Coppello lo echara. Se habla allí de un tal Mazzolo: era un cura que colgó por aquel tiempo y constituyó un escándalo como pocas veces se había visto en Buenos Aires.

A continuación, publico un texto de Bouyer, ácido y muy duro, sobre el desastre que él ve en la formación sacerdotal a fines de los años '60.

Incluyo además un breve comentario que hizo en su momento un sabio sacerdote al que muchísimo le debo, y al que muchísimo del debe este blog.



Texto del P. Leonardo Castellani

La educación de los sentimientos es sumamente importante; y ¡oh Dios mío! cómo está de ausente o descuidada en la escuela pública, empezando por el Seminario. Cuando fui profesor del Seminario quise dar 5 conferencias sobre la educación de los sentimientos (por lo mismo que yo me sentía un ineducado en ellos) y el Rector oyó la primera y no me dejó seguir; todavía conservo los papeles. Claro que es fácil querer reformar el mundo sin reformarse a sí mismo primero; pero en fin, las conclusiones de mis conferencias eran ciertas y conformes a la ciencia psicológica. Eran siete conclusiones, que son aplicables a todo el mundo:

1. El seminarista necesita una fuerte educación intelectual; si es casa de estudios que se estudie.

2. El seminarista necesita educación artística: el arte es uno de los caminos más obvios de la “sublimación de los instintos”.

3. El seminarista necesita aprender a hablar en público: la oratoria es un arte, arte necesario al sacerdote.

4. El seminarista necesita teatro: para aprender oratoria y para expresar las emociones, que es la manera de educarlas.

5. El seminarista necesita vida familiar.

6. El seminarista necesita menos meditaciones y más liturgia, menos disciplina farisaica y más comunicación con el “staff” del seminario; menos piedad palabrera y sentimentaloide y más obras de misericordia corporales.

Es un buen programa de “educación de los sentimientos” (que no es educación sentimental) que se resume en definitiva en estos sencillos principios psicológicos:

1. Para sentir bien, lo primero es pensar bien; los sentimientos son pasiones intelectualizadas.

2. La expresión de las emociones es el medio natural de la catarsis de las emociones; si usted reprime demasiado la expresión de las emociones, los instintos se repliegan sobre sí mismos.

3. La sublimación no se produce si los dos términos que han de unirse están demasiado lejos; por ejemplo, con pura devoción a la Virgen, y sin deportes, amor a la familia, amistad fraterna, poesía y trabajo, no formará usted la castidad, necesaria al sacerdote. Aparecerá Mazzolo; y si no se repara lo de Mazzolo, no se destruye la imagen de Mazzolo, aparecerá otro Mazzolo. Nada lo impide: el amor al Ser Absoluto SOLO no impide a Mazzolo.

Y el amor al Ser Absoluto, el amor al Ser Absoluto, el amor al ser absoluto… necesita fundamentarse sobre otra cantidad de amores para ser simplemente posible; el amor al Ser Absoluto solo, es falsificado.

Leonardo Castellani, Psicología Humana, Cap. IX.



Texto de Louis Bouyer

Pero interesa en primer lugar a los eclesiásticos, que tienen la misión de formar y cultivar la vida de sus hermanos. San Francisco de Sales decía sin rodeos que en su juventud, “sacerdote” había venido a ser sinónimo de ignorante y de libertino. Nosotros no hemos llegado todavía a ese extremo, pero corremos en esa dirección. El clero está en vías de perder el sentido de las exigencias ascéticas, y sencillamente morales de su vocación. Hace ya bastante tiempo, por lo menos medio siglo, que comenzó a perder el sentido de sus exigencias intelectuales. La represión del modernismo dio como resultado convencer a los responsables de su formación, de que cuanto menos supieran, más segura sería su enseñanza. ¿No vimos, pocos años antes del Concilio, un documento episcopal que afirmaba que, siendo las herejías obra de los teólogos, había que atarlos lo más corto posible y limitarlos (under the lash, como decía Newman) a explicar a los otros, pura y simplemente, los enunciados que produjera la autoridad sin su concurso? Desde el Concilio, lejos de mejorar la situación, ha empeorado bruscamente. La mayoría de los seminarios no son ya más que escuelas de cotorreo, donde se discute sin fin, sin orden ni concierto, acerca de todo, sin estudiar nada en serio, y sobre todo sin aprender a estudiar.

La misión de las facultades teológicas no fue nunca la de formar únicamente a los profesores de seminarios, sino también la de mantener en el clero una selección intelectual, tan necesaria para la vida de las parroquias y de los diferentes movimientos de apostolado como para la formación de los sacerdotes en general. La preocupación actual del episcopado, por lo menos en Francia, parece ser la de reemplazarlas, en lo tocante a este último quehacer, por institutos prácticos-prácticos en los que los maestros de los futuros sacerdotes se forman únicamente en lo que hoy se llama la catequesis y la pastoral, cosa que hoy día significa, en concreto, en las tres cuartas partes de los casos, una pedagogía sin contenido doctrinal y la logomaquia esotérica en que se ha enfrascado gran parte de la Acción Católica. Por lo que se refiere al otro quehacer, hace mucho tiempo que las facultades no pueden ya desempeñarlo, porque los obispos parecen haber olvidado hace años que una buena formación teológica no es deseable sólo para los futuros profesores, sino para todos los sacerdotes llamados a puestos de importante responsabilidad pastoral. Si hay un punto en el que la Iglesia, en Francia, parece estar espontáneamente de acuerdo con la república, es en el hecho de estar persuadida de que no hay necesidad de sabios. No habríamos llegado al embrollo en que nos hallamos si no estuviéramos en tal situación en este mismo punto. Pero lejos de que esto cambie, todo lo que se hace o se proyecta actualmente no hace sino agravar la situación.

[...]

Ordenar hoy a mozuelos de veinticinco años, que se apresuran a hacerse llamar “padre” por hombres que habrían podido traerlos al mundo, es una absurdidad que no tiene nombre. No debería permitirse que se confieran órdenes mayores a hombres de menos de treinta años, y nadie debería ser admitido en el seminario sin haber hecho estudios superiores completos y ejercido la respectiva profesión por lo menos un año, o haber recibido una formación laboral igualmente completa, en la industria o en el campo, y haberse ganado el pan algún tiempo en esos menesteres. Mientras no se llegue a eso, mucho me temo que no haya en el sacerdocio más que eunucos o, lo que es casi lo mismo, adolescentes perpetuos, incapaces de salir nunca de un estado esquizofrénico".


Louis Bouyer, La descomposición del catolicismo, Iota, Buenos Aires, 2016, p. 122-23; 126.


Comentario de un sacerdote 

Si la Iglesia latina por tradición inmemorial exige a todos sus sacerdotes el celibato, a diferencia de las Iglesias orientales que permiten el matrimonio del clero secular y mantienen el celibato para los monjes, esto sólo puede significar una cosa: que el clero latino, incluso el secular, debe tener algo de monástico. O sea, que en el seminario deben adquirirse hábitos tales que permitan llevar una vida “monástica” en el mundo. Y no “formar” gente de mundo que simplemente no se case. Esto significa oración, estudio, huida del activismo estéril, en una palabra, contemplación. Si no, créame, el celibato como una simple cuestión ascética, por lo menos en el estado actual del mundo, no se sostiene. Y con el celibato cae el sacerdocio a él unido.

1 comentario:

  1. Un conocido mío, en su blog, escribió unas líneas muy similares, hablando de una actual pastoral carnal que lleva a atraer al sacerdocio por vía de pastoral juvenil conllevando la incomprensión del celibato, defendiendo que un sacerdote hoy, para sobrevivir, necesita poder ser un monje.

    Comparto el enlace por si es de interés, si no lo es, en moderación puede suprimirse: https://laudateeum.blogspot.com/2024/10/celibato-absurdo-y-supervivencia.html

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