miércoles, 22 de agosto de 2012

Entomología entrerriana


Recuerdo que en segundo año del colegio debíamos preparar, para la materia Zoología, la “caja entomológica” que consistía en una pequeña caja de madera con frente de vidrio y telgopor en el fondo sobre el que clavábamos insectos que cazábamos para luego describirlos, clasificarlos por géneros y especie y encontrar su nombre. El reciente post sobre la primavera en Paraná me permite elaborar una suerte de “entomología” a partir de las reacciones y comentarios que ha provocado el escrito. Claro que, en este caso, no se trata de clasificar a insectos sino a amigos a quienes nos unen cosas esenciales y nos separan varias accidentales.
Es que el post levantó una ventisca en medio de los días primaverales de Entre Ríos, como era de suponer. Obispos contra curas, curas contra curas, curas contra laicos, laicos contra curas y laicos contra laicos. Y la madre de todas las desgracias no ha sido otra sino celebrar la ceremonia que le Iglesia celebró durante más de mil quinientos años ininterrumpidamente. Resulta extraño que lo que siempre fue bueno y santo, -y que santificó a tantos santos-, sea hoy motivo de escándalo, sobre todo cuando no hay ninguna prohibición u objeción al respecto.
Veamos.
1. En primer lugar encontramos a los anti-lefes. Son los que primero salen a pensar y a decir: “No nos confundan con los lefes. No los queremos y no los necesitamos. Nosotros somos fieles a la Iglesia. Ellos están fuera de la Iglesia”. Pareciera que les produce más horror es ser asimilados a los lefes que a La Cámpora o a los mormones. Para ellos, los lefes vendrían siendo una suerte de leprosos cuya sola cercanía produce contagio y por eso es necesario huir.
Muchas son las burradas que se esconden tras tal actitud. Y la primera de todas la falta de caballerosidad. Yo afirmo una vez más que sin la Fraternidad hoy no tendríamos Motu Proprio. Los lefes fueron testimonio durante décadas, y no ahora que es relativamente fácil, sino durante los largos y durísimos años del vendaval polaco. Allí estuvieron ellos resistiendo, y haciendo las cosas bastante bien, que aunque yo y muchos más les encontremos defectos, bien que debemos reconocer que podrían haber hecho las cosas muy mal, y no lo hicieron.
2. Los integristas lefes. Son los que dicen: “Muy bien ir a la misa tradicional pero una sola vez no sirve para nada. O siempre, o nunca. Si después seguís yendo al novus ordo, es que no entendiste nada”. Razón tienen en el fondo, pero de esa manera no van a lograr nada, como salta a la vista por el estancamiento en las relaciones con la Santa Sede. Para ellos, si el Papa en persona no quema públicamente en la plaza de San Pedro los documentos del Vaticano II, o buena parte de ellos, no hay trato. No se andan con sutilezas. No les entra la posibilidad de una hermenéutica de la continuidad para interpretar el desgraciado Concilio, y tampoco entienden la táctica del Papa para retornar a la tradición litúrgica que consiste, justamente, en darle a los fieles y sacerdotes todos los elementos jurídicos que necesitan para que el regreso, o la trasformación, surja de “las bases” aunque, claro, el proceso lleve décadas.
3. Los laicos comprometidos que, de lejos, son los peores de todos. Y vale aclarar que están comprometidos con el clero. Es decir, me refiero a los laicos clericales. Para ellos el problema, y la virtud, radica en la obediencia casi infantil a lo que dice el cura -es muy bueno, usa sotana, y a veces celebra en latín y de espaldas- y el obispo. Y son capaces de batirse valientemente con cuanto molino de viento se le interponga con tal de defender la palabra, sugerencia o consejo del clérigo papanatas que está detrás. Es curioso que estos laiquillos comprometidos, fruto precioso del Vaticano II, sean el signo más claro del profundo fracaso de ese sínodo. En efecto, quisieron lograr que los laicos alcanzaran su “mayoría de edad” y salieron de las sacristías, y ahí los tenemos en cambio, más pollerudos que antes, dependiendo de los gustos y pareceres del curita de turno.
Lo que hay en el fondo es una errónea concepción de Iglesia. Para ellos la Iglesia es sobre todo y antes que nada una institución, e institución verticalista. Entonces, resulta claro que la obediencia “a los mandos” termine siendo la virtud primera de todos sus miembros. Obedecer sin pensar y sin cuestionar lo que el Padre Tal dice, o lo que manda el Obispo Cual o lo que asevera el Papa Mengano. Cierro los ojos y obedezco, y ¡qué virtuoso soy! Los anti-lefes, si no son tontos, se darán cuenta que con los lefes comulgamos en todos los artículos de la fe. En cambio, con los progres, cada vez comulgamos con menos. Pero prefieren la compañía de estos últimos y huyen de los primeros. ¿Por qué motivo? Porque los lefes “desobedecieron” formalmente, y los progres “formalmente” no desobedecen, aunque tengan otra fe en muchos casos. Todo termina siendo una cuestión formal. No hay lugar para la inteligencia o el propio criterio, porque ya no se tiene criterio. Se lo han transferido al curita ensotanado y con latinazgos esporádicos, -y con aspiraciones episcopales quizás- que no quiere líos con el obispo y que sabe que la cuestión de la misa tradicional en Argentina es pianta mitras.
Para los laicos comprometidos la Iglesia es pura institución; una suerte de accioncatolicismo a ultranza. Se olvidan que la Iglesia es también institución pero, fundamentalmente es misterio. En efecto, no es otra cosa que el misterio del Resucitado que nos resucita; o el misterio de la comunión de la gracia divina.

Es decir que la primavera de Paraná, en vez de convertirse en un impulso que podría extenderse a otras provincias y diócesis del país, va a terminar paralizado. La misa celebrada en las Jornadas habrá sido un “espectáculo innovador” propuesto por los organizadores, pero nada más que eso, más allá del enorme impacto y efecto benéfico que tuvo en los jóvenes que asistieron. Hay que contentar a Sus Excelencias. No vayan a pensar los Reverendísimos que los fieles de Paraná osan atreverse a contrariar sus deseos. Siempre fieles a la Iglesia. 

17 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo con Ud. Wanderer: sin los lefes no había MP.
    Ellos pusieron algunas condiciones para llegar a las discuciones doctrinales entre las que estaba liberar la Misa Tradicional y el Papa lo concedió. No lo dijo expresamente, ni podía hacerlo, ni Roma hace esas cosas, pero quedó implícito en la carta que acompañó aquel documento. Era algo así como "apoyar la sensibilidad litúrgica de los seguidores del Arzobispo Marcel Lefbvre". Búsquenla, que está en internet.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo: matizaría. Yo creo que los lefes son la causa remota del MP, pero no la próxima. Es decir, ellos mantuvieron viva la idea y el acto de la misa tradicional; es decir, mantuvieron la vigencia. Pero yo no creo que el Papa haya promulgado el MP por los lefes. Creo que lo hizo por convicción propia: era, además de una injusticia, una barbaridad la prohibición de celebrar un rito que nunca había sido abrogado.

    ResponderEliminar
  3. No hay que ser lefe, alcanza con no ser tonto: Ahí va "Personalismo", de Thibon (el texto es del 58'...):

    Ya no hay tradiciones, ya no hay instituciones. Ya no quedan más que personas. La persona es hoy día el eje de todo. Uno se casa, por ejemplo, con la persona elegida, sin hacer el menor caso de su medio o de su posición; un régimen político se encarna en un hombre y muere con él, etc. Todo esto nos lleva muy lejos: a la desaparición de todas las grandes continuidades sociales, a la inestabilidad universal. La persona humana no es un absoluto. En otro tiempo se amaba a las personas a través de las instituciones: en el alma de una esposa del "gran siglo" el matrimonio pesaba más que la persona de su marido; se toleraba al rey por respeto a la monarquía, etc. Ahora sólo se soporta a las instituciones a través de una persona idolatrada: se considera a los cuadros como cosas abstractas e muertas. Pero no siempre lo han sido; han llegado a serlo a medida que ascendía el culto de la persona. Impersonal no es necesariamente sinónimo de muerto y de abstracto: lo que no es una persona puede ser también concreto y vivo. Y las instituciones que sostienen, defienden y superan a las personas, pueden también ser amadas con calor. Además, detrás de estas instituciones está la persona de Dios---la única a la que se puede adorar sin peligro---, que lo garantiza y lo vivifica todo...

    Me preocupa la tendencia de ciertos "personalistas" modernos que querrían abandonar como puramente artificial y decorativo todo lo que no es personal. Inmolar las personas a las instituciones---peligro de todos los ambientes fuertes y clásicos---no es un bien; inmolar las instituciones a las personas me parece peor: lo uno esteriliza, lo otro corrompe. Unos progresos más de esa religión de la persona, y ya no tendremos ni "buenas familias", ni patria, ni espíritu de cuerpo o de casta... ni raíces en el tiempo y en el espacio. No vayamos demasiado lejos en nuestras reivindicaciones de la persona humana, que es relativa, efímero, decepcionante y rellena a menudo de la más vacua impersonalidad. El único personalismo en que yo creo es el personalismo divino.

    ResponderEliminar
  4. Y sigue el filósofo del Valle del Ródano:

    La primacía a ultranza de la persona trae consigo otro peligro capital. Conocemos realistas que sólo aman la monarquía a través de la persona de un príncipe; católicos que convierten la fe o la autoridad pontificia en una especie de culto infantil de la persona del Papa; pueblos interos movilizados por el fanatismo hacia un dictador... Las cosas más universales se han convertido en "cuestiones personales", en "asuntos privados". Ya ho hay ojos más que para los individuos. Los individuos llevan por sí solos todo el peso de las instituciones que con ellos se alzan y con ellos se derruban. Este personalismo estúpido es una de las causas de las catástrofes revolucionarias de los tiempos modernos: a medida que el pueblo se habitúa a confundir la persona de los grandes con el principio eterno que ellos representan, su rencor hacia ellos tiende a transformarse en voluntad de destrucción universal. El pasado sabía distinguir las instituciones de las personas: se podía despreciar a un rey o a un Papa---y la Edad Media no se privó de ello---sin poner en duda ni lo más mínimo el principio de la monarquia o del Papado1 Se sabía que una institución sana, una institución venida de Dios, seguía siendo fecunda aun a través del hombre más imperfecto. Los jefes politicos y religiosos eran entonces como lazos de unión entre Dios y los hombres: se atribuía más impostancia a lo que transmitían que a lo que eran. El altar sostenía al sacerdote, el trono al rey. Hoy se exige al rey que sostenga al trono y al sacerdote que sostenga al altar. Las instituciones no se justifican a los ojos de las multitudes más que a través del genio o del magnetismo de algunos individuos. Esta exigencia produce dos consecuencias ruinosas: impone a los desdichados "mantenedores" de las instituciones un grado de tensión y de actividad auténticamente inhumano y, correlativamente, liga la suerte de las instituciones a los miserables azares individuales. Lamentable antropocentrismo que confunde el canal con la fuente y que tiene a hacer de la persona humana el soporte absoluto de algo que en realidad no hace más que pasar por el hombre, y sólo en Dios se apoya.

    [1] Las invectivas de una Catalina de Siena contra el clero de su época no serían hoy día tolerables, porque comprometerían en las almas la fe en la Iglesia. Por penoso que parezca, la protección de las instituciones obliga hoy día a proteger a las personas y a sofocar los escándalos.

    "Diagnósticos de fisiología social" - Madrid: Nacional, 1958

    ResponderEliminar
  5. No sé si mi comentario anterior despertó una polémica no buscada. Porque lo que quise decir es que en Paraná hay una gran diversidad de personas y eso puede contribuir a que la Misa Tridentina no se quede en "guetos" eclesiales.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  6. En la Argentina, el proceso de personalización institucional hace tiempo es lo habitual. No hay gobiernos de un partido o una ideología, sino de un gobernante, lo que es francamente destructivo.

    Por otro lado, tengo entendido que el Misale Romanum 2013 incluirá los deplorables prefacios no-sacrificiales del Novus Ordo. Así, pasará el "uso extraordinario", a ser simplemente el mismo Novus Ordo en latín. O como dicen en los medios "la misa en latín".

    En ambos casos veo un común denominador: la verdad relativa al sujeto, y ya no como una realidad objetiva. Para nuestro gobierno temporal, la verdad es "construida" por el relato del lider. Para nuestra Iglesia, la verdad es construida y actualizada por el Papa o la jerarquía clerical más próxima.

    A esta altura, por eso es imposible un acuerdo en ambos casos. Las discusiones son guerras de exterminio: o el gobierno es reemplazado por completo en el plano temporal, o se le concede la suma del poder público, para que construya TODA la realidad. Y así también, o la Iglesia completa es restaurada desde sus raíces, o se deja a la jerarquía hacer y deshacer todo a su gusto.

    Como se habló en post anteriores, los Papas post-CVII, que surgieron en medio de esta atmósfera fanática por la persona del gobernante, no solo son Santos Padres, sino Padres Santos. Ya no hay posibilidad de objeción, porque si la hubiese, el edificio completo de "la iglesia ecuménica" se desploma.

    Crux Australis

    ResponderEliminar
  7. Todo un hallazgo el artículo de Thibon. El clericalismo, la destrucción de las familias bien y demás por culpa de poner a las personas sobre las instituciones.
    Notable. No lo había pensado así, pero parece certero. Gracias.

    ResponderEliminar
  8. Si les gustó, tienen como 20 artículos para imprimir acá: http://oequilibrioeaharmonia.blogspot.com.ar
    Vale la pena, porque son fundamentalmente ensayos de 3 libros, de los que 2 se consiguen con cierta dificultad y el otro no se consigue más.

    ResponderEliminar
  9. Fernando El Católico24 de agosto de 2012, 14:49

    Estimados:

    Tengo el convencimiento de que la Misa Tridentina va a permanecer en las Jornadas de Paraná.

    El Sr. Arzobispo no tiene nada que objetar al Motu Proprio de su Santidad, como ya lo ha demostrado en Mar del Plata.

    Creo que debemos cargar las tintas cuando corresponde; pero no es este el caso.

    Saludos.

    ResponderEliminar
  10. Como dice un amigo:
    Se falopean con la liturgia (ahora que se puede) para esquivar el bulto de la Doctrina.
    Escuchando a los neo tradis del motu proprio podria llegarse a la conclusion de que el gran problema de la oracion interreligiosa de Asis, es que no hubo canto gregoriano o las mujeres no tenian mantillas.
    Es pura cosmetica.

    ResponderEliminar
  11. Me parece muy bien esta entrada, pero no comprendo porqué no fue publicado un post mío en la anterior. Decía -a lo mejor cometi pecado contra la Tradición- que había pasado de pensar que la FSSPX había sido imprescindible para la defensa de la Misa tradiconal a pensar que a lo mejor habías sido un obstáculo su actitud y la consagación de los Obispos realizada por Mons. Lefebvre.

    Una opinión, válida o no, pero nada más. Creía que este blog, al que tanto admiro, era más libre de espíritu y valiente, pero me recuerda, por el lado invero, a Infocatólca y demás neocóns. La misma actitud sólo que con mejores modales y formación.

    ResponderEliminar
  12. ¿pero al final fué misa NO en latín o fué la verdadera misa?

    ResponderEliminar
  13. era necesario un post así?

    ResponderEliminar
  14. No estoy de acuerdo con el la frase: "tampoco entienden la táctica del Papa para retornar a la tradición litúrgica" Esto me lleva a pensar que no conocen cómo se hizo el concilio, cuál fue el protagonismo de el entonces cardenal Ratzinger. Lean el libro "Prometeo", del padre Calderón. No es una táctica para volver a la tradición. Es una táctica para que "los tradicionalistas" como la fraternidad, por sutiles argumentos canónicos, amenazas y demás artilugios "en defensa de la tradición", la fraternidad acepte el concilio, raíz de la corrupción de la Fe, la Santa Misa, los sacramentos y toda la vida espiritual de la Iglesia, reemplazando la religión de Dios con la religión del hombre. El humanismo de Maritain, disfrazado de tradicionalismo.

    ResponderEliminar
  15. Anónimo, no sé si era necesario un post así o de alguna otra manera. Era necesario, creo, un post que diga las cosas como son, más allá de irenismos inconducentes.
    Sobre todo, y una vez más, era necesario un post que señalara el clericalismo de muchos laicos que hace infecunda su labor.

    ResponderEliminar
  16. la táctica del Papa para retornar a la tradición litúrgica que consiste, justamente, en darle a los fieles y sacerdotes todos los elementos jurídicos que necesitan para que el regreso, o la trasformación, surja de “las bases” aunque, claro, el proceso lleve décadas.

    -------------------

    No me cuadra esta interpretación. Y no me cuadra porque las décadas pueden ser de nuevo ordenamiento jurídico a cargo de futuros papas y porque en lo principal de todo el Papa actúa por una convicción tan alta y sublime en lo espiritual, que todavía no se lo ha visto celebrando en la forma extraordinaria, como habría sido lo lógico nada más proclamar el Summorum Pontificum.

    ¿Se imaginan a Juan Pablo II modificando los misterios del Rosario para luego seguir rezando siempre los clásicos y al poco tener que sacar una serie de instrucciones para aclarar el uso y no uso de los mismos? Obviamente no es lo mismo la liturgia de la Misa que un sacramental, pero en la parte en que muestra la convicción creo que vale.

    Digamos que es como su queja contra el desbarajuste de Asís y su bien planificada ausencia para pasar a más de lo mismo con rito brujeril incluído siendo ya Papa.

    Estoy convencido que la reforma litúrgica de Benedicto XVI nunca ha existido más allá de los papeles y la propaganda voluntarista y más bien parece el pinito reflexivo de un intelectual de sillón con algo de poder más allá de sus reflexiones. Claro que a más anciano, más débil es ese poder. Si hasta en su casa le torean de lo lindo, como se ha visto con el Vatileaks.

    ResponderEliminar
  17. Sr. Wanderer: esporadicamente leo sus aseveraciones y créame que dejan en el alma un cierto gusto gnóstico. Ya lo critiqué en otras entregas pero vuelvo a hacerlo. Da la impresión que usted es la "Vox Dei", como la de Cristina K., si afirma que la Iglesia es un "Misterio" ¿por qué no lo respeta? Se contradice Mr. W., pues vive disecando el misterio, juzga de todo sin tener don para hacerlo; sólo un cúmulo disperso de criterios que a su juicio son los ciertos, pero sólo a su juicio. Yo no me atrevería a tanto, pues será medido con la vara con la que mida, entonces deberá presentar usted un vida inmaculada, llena de coherencia y buenas obras para sortear el "Juicio". Y si la tiene, como creo,¿por qué no es más misericordioso? ¡Que misterio!

    ResponderEliminar