En este video pueden escuchar una grabación de la voz de Hilaire Belloc, nada menos que cantando -que era una de las cosas que más le gustaba hacer- baladas de su autoría.
Llamo la atención especialmente sobre la segunda balada “Ha’nacker Mill” que dice: “Sally se ha ido, ¡qué amable era! / Sally se ha ido de Halnacker Hill. Y desde entonces crece salvaje el brezo y desde entonces guarda silencio la tarabilla / y las aspas se han caído del molino. / Desolación en Ha’nacker Hill: todo en ruinas, campos sin labrar. Y espíritus que invocan a una nación vencida, espíritus que la amaban llaman con voz potente, espíritus en país extraño envueltos en temor. Espíritus que claman y que no obtienen respuesta; Halnacker está triste, Inglaterra agotada. Vientos y cardos para flautas y bailes y nunca un labrador bajo el sol. Nunca un labrador. Ni uno siquiera”. (La letra en inglés pueden encontrarla en la descripción del video).
Belloc había perdido a su esposa y, algunos años más tarde, a su hijo mayor en la Primera Guerra Mundial; por ellos guardó luto durante toda su vida. En esta canción se hallaba encarnada toda su tristeza.
Cuenta el joven poeta Siegfried Sassoon que en una ocasión lo visitó en su casa y juntos fueron a ver a Blunt, otro poeta de vida tumultuosa que finalmente, y gracias a Belloc, regresaría al seno de la Iglesia. Al anochecer, si dirigieron los tres hacia uno de los prados de Sussex y, sentados sobre un banco, comenzó Belloc a cantar “Ha’nacker Mill”. Había algo misteriosamente apocalíptico en la imagen de aquellos tres hombres a la luz del crepúsculo: un anciano sumido en sus recuerdos, un hombre maduro vestido de luto y un joven en busca de algo. La unidad de una trinidad melancólica.
Me parece oportuno este post para continuar con el tema abierto del pesimismo emocional, y lo mejor es conocer lo que vivieron y pensaron los grandes maestros frente a situaciones similares. El 28 de julio de 1920, al cumplir cincuenta años, escribía Belloc a un amigo: “Todos mis cumpleaños son bien recibidos, porque en ellos veo más próxima mi tumba… pocos hombres buscan la muerte, pero a partir de cierta edad uno desea librarse de vivir”.
¿Desesperación? No. Desolación. Belloc conocía muy bien la diferencia entre una y otra, y la naturaleza teológica y pecaminosa de la primera. La vida ha de continuar a pesar de la desolación y, en la medida de lo posible, se debe disfrutar de la algarabía exterior, incluso cuando se está sufriendo en silencio.
La Iglesia está siendo sistemáticamente destruida y el mundo es el hogar más hostil que pudiéramos esperar. Es natural, entonces, la desolación en el plano emocional. Pero, una vez más, nuestra Iglesia es la de la Realidad, no la de las emociones. Y vuelvo a Belloc:
“Tengo por naturaleza una mente escéptica y también por naturaleza un cuerpo extremadamente sensual. Tan sensual que las virtudes que limitan la sensualidad para mí son sólo frases. Pero tengo ciertas estas frases y actúo de acuerdo con ellas hasta el punto que puede hacerlo un hombre luchador. Y en cuanto a las dudas del alma, he descubierto que son falsas: un estado de ánimo, no una conclusión. Mi conclusión -y la de todos los hombres que lo hayan visto alguna vez- es la fe”.
(Recomiendo la biografía de Hilaire Belloc escrita por su amigo J. B. Morton, Hilaire Belloc. Una memoria que pueden conseguir en Vórtice).
Su trizteza es inteligencia, su realidad verdad, y su desconsuelo por los seres perdidos.. un derecho, un grito, una llamada a la esperanza, y sólo por la fe.
ResponderEliminarQue gusto encontrar que alguien siente igual y que no tiene nada que ver con el Papa.
Chapeaux
Indudablemente, quien no desee la muerte siendo cristiano es mejor que siga vivo, que no está preparado y aun le falta madurar el tramo que necesita una buena muerte. Cierto despojo y desdén de este mundo da cuenta de la madurez espiritual de los santos que serán salvados.
ResponderEliminarQué bueno escuchar la voz de HB
ResponderEliminarSobre el asunto del optimismo-pesimismo me parece oportuno recordar a Cristo en Getsemani: «Comenzó a sentir tristeza y angustia. Les dijo: "Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo"»
Desolación es una palabra adecuada, me parece.
Ah!...es duro estar perdiendo a todos los amigos de a racimos.
En fin...
Wunderbar
Entiendo que hay momnetos de desolación, mucho más cuando se ha predido la compania de una esposa amada y una hija. belloc para mi era (y es) uun genio, siempre recuerdo su frase que la hice mía
ResponderEliminar"allí donde brilla el sol católico / siempre hay alegría y buen vino tinto’”.
abzo
Pablo
Muchas gracias, Wanderer; precioso artículo. Qué gran hombre era Belloc!
ResponderEliminarAhora tenemos que sobrellevar nuestra desolación, que es mucha la del católico, con la obligada atención de nuestros hijos. O dicho de otra manera: Tenemos la obligación de evitar que nuestros pequeños caigan en la desolación. Ellos no sabrían encontrar el consuelo.
ResponderEliminarSaliéndome del tema, ¿le habrán leído entradas de Wanderer al Papa?
ResponderEliminarsecretummeummihi.blogspot.mx/2015/06/obispo-aleman-quiere-que-la-oracion-por.html?m=1
Saludos.
Soledad, desolación, noche del alma, silencio de Dios, pesimismo emocional, no hallar asidero humano o natural... Es oportuno meditar el Laudato si'. No la Sanata sí, esa encíclica petarda, coñazo y pedorra, sino el poema de San Francisco de Asís, elevado a Dios en un momento de gran oscuridad. Y en un kairós semejante al nuestro: muy pre-apocalíptico (porque la historia humana está salpicada de tiempos de inminencia apocalíptica, en los que realmente estuvo muy cerca el fin de los tiempos: los espíritus más sabios supieron discernirlo así y algún día lo entenderemos).
ResponderEliminarFe de erratas, me equivoqué de enlace en mi anterior mensaje:
ResponderEliminarhttp://secretummeummihi.blogspot.mx/2015/06/francisco-yo-se-que-hay-muchos-blogs-en.html
Un disculpa.
¡Saludos!