En los últimos días, muchos somos los que nos preguntamos una y otra vez por qué nos interesa tanto la liturgia. Por qué la publicación de Traditionis custodes nos ha puesto tan tristes y experimentamos de un modo agudo y poderoso el sentimiento de desolación, de vernos, una vez más, abandonados y perseguidos por quienes debieran ser nuestros pastores. Conozco a muchos buenos católicos, mucho más piadosos y santos que yo, que van diariamente a sus misas novus ordo, y que ni siquiera se han enterado del nuevo documento pontificio. ¿Por qué, entonces, somos parte de ese grupo reducido que pareciera que se regodea en crear un problema donde no lo habría?
Las razones son muchas, pero quiero en esta ocasión señalar una de ellas, que considero de las más importantes y a la que no siempre se le otorga el acento que merece. Bregamos por la liturgia tradicional por una cuestión de belleza; porque es una liturgia bella, al contrario de la liturgia moderna, que se distingue por su fealdad y vulgaridad. Y a Dios se le debe un culto digno y, por tanto, bello.
La liturgia es esencialmente belleza salvífica, o belleza performativa, para decirlo con lenguaje de John Austin. La repetida sentencia de Dostoevsky “La belleza salvará al mundo”, sólo puede ser entendida en ese sentido. Como cristianos, sabemos que la verdadera belleza es el rostro transfigurado de Cristo-hombre, y sabemos que se trata de una belleza que tiene su origen en la voluntad salvífica del Padre hacia la humanidad: Dios quiso que la belleza del Logos encarnado nos salvara. Y por eso los Padres, tanto de la Iglesia oriental como de la occidental, afirman que la liturgia es la obra salvífica del Unigénito Hijo de Dios que se continúa en nuestros tiempos.
Esta concepción de la liturgia como un entrocamiento sin solución de continuidad entre la vida del cielo y la de la tierra aparece con mucha más claridad en la teología bizantina que en la latina. Las iglesias y la liturgia que en ellas se celebra son una imagen del mundo divino, tal como afirma San Germán de Constantinopla (s. VIII): “El templo es el cielo en la tierra, donde el Dios del cielo habita y se mueve”. Y no se trata de una fantasía, sino que se enraíza en el misterio de la encarnación de Cristo, anunciado en las Escrituras y explicado en los textos litúrgicos. San Pablo le escribía a los filipenses (2, 6-11):
Cristo Jesús, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor, haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.
El Salvador del mundo es Jesucristo resucitado, glorificado, ascendido a los cielos y sentado en la gloria a la derecha del Padre. Más bello que Él nada existió, nada existe y nada existirá. Y su manifestación es la liturgia.
San Juan Damasceno (s. VIII) escribe: “En los tiempos antiguos Dios, incorpóreo y sin forma, no podía ser representado bajo ningún aspecto. Pero ahora, porque Dios ha sido visto mediante la carne […] yo represento aquello que de Dios ha sido visto”. En esta teología, la liturgia constituye tanto una representación cuanto una re-presentación —hacer de nuevo presente— la obra salvífica de Cristo sobre la tierra.
Al ingresar a una iglesia tradicional, que no ha sido mancilla por el arte contemporáneo ni por los dudosos gustos estéticos del párroco de turno, que cuelga pancartas de plástico de sus columnas y pega dibujos de niños en sus paredes, se experimenta el encontrarse en un lugar de misterio, un lugar santo, separado del mundo e inundado de la presencia de Dios. Y aún cuando el altar se encuentra alejado de los fieles y “de espaldas” a ellos, no se entiende como un obstáculo para la participación del pueblo en los misterios de la liturgia, sino más bien una ayuda. Si siempre todo es manifiesto, no hay manifestación. De allí la necesidad del ocultamiento, y de allí también que Nicolai Gogol haya escrito en referencia a la liturgia bizantina: “En este momento, las puertas reales son abiertas solemnemente, como si fueran las mismas puertas del reino de los cielos, y delante de los ojos de los fieles reunidos aparece radiante el altar, semejante a la morada de la gloria de Dios y lugar de la sabiduría celestial de la cual desciende sobre nosotros el conocimiento de la verdad y la proclamación de la vida eterna” (Meditazioni sulla Divina Liturgia, ed. S. Rapetti, Nova Millenium Romae, Roma, 2007, p 88).
En nuestro mundo sublunar, es este el único modo –el simbólico— en el que somos capaces de entrar “al interior del velo del santuario, donde Jesús entró por nosotros como precursor” (Heb. 9,11). Pero esta entrada no es menos real porque, desde el momento en que Cristo vino de una vez para siempre, se ha abierto una brecha en el muro del cielo y nosotros estamos en comunión con la liturgia celestial ofrecida por las potencias celestiales en torno al altar de Dios.
La liturgia celebrada en esta atmósfera de profundo simbolismo, a través del cual el esplendor sobrenatural de la inaccesible majestad de Dios se hace cercano, testimonia la exaltación y la santificación de lo creado, la majestuosa aparición de Dios que nos inunda, nos santifica, nos diviniza a través de la luz transfigurante de su gracia celestial. No se trata solo de “recibir los sacramentos” sino de vivir habitualmente dentro de una atmósfera que nos envuelve en cuerpo y alma, transfigurando la propia fe en una concreta visión de belleza y gozo sobrenatural.
Para los cristianos que nos precedieron en la fe, la más humilde iglesia rural era siempre el cielo en la tierra, el lugar donde hombres y mujeres, según su capacidad y su deseo, se aferraban a la liturgia adorante del cosmos redimido, donde los dogmas no eran abstracciones estériles sino himnos de exultante alabanza, y la obra salvífica de la compasión divina –la cruz, el sepulcro, la resurrección al tercer día y la ascensión al cielo— se hacían presente y efectiva a través de la obra del Espíritu Santo que fue, es y será.
Para nosotros, modernos latinos y racionalistas, esto no parece más que poesía. Sin embargo, la liturgia es teofanía, terreno privilegiado de nuestro encuentro con Dios, donde los misterios son verdaderamente vistos con los ojos transfigurados de la fe. Es muy significativa la anécdota que relata un jesuita viajero en Rusia. Hablando con un batjushka, le explicaba su vulgata: lo importante de ser cristianos es la conversión de los pecadores, la confesión, la enseñanza del catecismo, la meditación diaria. Y, en todas estas actividades, la liturgia juega sólo un papel secundario. El anciano maestro ruso respondió: “Entre ustedes se trata solamente de una cosa secundaria. Pero entre nosotros no es así. La liturgia es nuestra oración común, introduce a nuestros fieles en el misterio de Cristo mejor que todo vuestro catecismo. Hace pasar delante de nuestros ojos toda la vida de Cristo… Para entender el misterio de Cristo resucitado, ni vuestros libros, ni vuestras predicaciones son de ayuda alguna. Para esto es necesario haber vivido con la iglesia bizantina la Noche Gozosa (la Pascua)”.
Cuando descendemos del mundo que nos habla en anciano ruso al que nos ofrece nuestra liturgia romana heredada de la reforma del papa Montini, nos pegamos un terrible porrazo. Porque la nueva liturgia apenas si puede transmitir migajas de belleza. No fue pensada para eso por los reformadores y, sobre todo, por los que dieron forma a esa liturgia Ellos más bien querían una reunión festiva de fieles animada por el sacerdote, que “preside la celebración” y oficia de showman. En las liturgias parroquiales habituales, la belleza y el misterio han sido suplantados por la chabacanería y el peor de los gustos; lo sobrenatural por lo sociológico; el cielo por la tierra. Hoy, no es la belleza la que salva el mundo y ni siquiera la razón.
Es por todo esto que la liturgia nos importa.
Addenda: Recomiendo visitar periódicamente este sitio que lleva una estadística actualizada de la aplicación de Traditionis custodes en el mundo.
Magnífico, don Wanderer.
ResponderEliminarYo, que ya voy estando mayor, ya he advertido a mi médico que ,si me estallan las coronarias, ponga en mi certificado de defunción " Causa de la muerte : Motu Proprio Su Santidad Francisco"
A propósito del post “¿Por qué nos importa la liturgia?”
ResponderEliminar“Pero entre nosotros no es así. La liturgia es nuestra oración común, introduce a nuestros fieles en el misterio de Cristo mejor que todo vuestro catecismo”.
¡Magnífica defensa de la Misa Tridentina! Quizás se allí aquí, en estas expresiones de un creyente ruso, el mejor argumento para buscar honrar a Dios a través de la liturgia antigua. Se trata de que sólo en ella, y no en la que se muestra en la actual la actual liturgia de la Iglesia. Porque, más en ella que en la actual, los cristianos nos sentimos más cerca de Dios. Pero, aquella misma liturgia antigua no brilla tanto por la belleza que el hombre ponga de sí, como por la belleza que el hombre pone, simplemente, acallando sus palabras para poner su atención sólo en la triple Persona de Dios.
Desde, luego, la manifestación cordial, del hermano que nos acompaña en la celebración litúrgica, no deja de ser importante, porque el amor entre los hermanos, sin duda nos acerca más a Dios. Pero, es posible que ese noble gesto de amor, no tenga el mismo fruto, si nace de la mera intención de ser humanamente mejores, lo cual no es poco, que de la más sublime intención de buscar amar a Dios de la mejor manera posible. Dicho de otra manera, no me parece que, hablando humanamente, buscando ser humanamente mejores, terminemos por ser mejores cristianos, -“Sin Mí nada podéis“ (Jn 15, 5), sino que más bien, porque, sobrenaturalmente hablando, buscando ser mejores cristianos, por natural consecuencia, terminaremos por ser mejores hombres. “Todo lo puedo en Aquel que me conforta” (Flp, 4, 13). Porque el amor a Dios no se apoya tanto en el amor que Dios tiene hacia Dios, como en el amor que Dios tiene hacia el hombre. Mas, pañra que esto se haga posible antes es preciso que el hombre deje al amor de Dios un singular espacio en lo más hondo de su corazón.
Aquí el amor a Dios, no implica en modo alguno un cuestionable desprecio del amor al hombre que nos acompaña, porque la oración, a través de la expresión litúrgica con el hermano es expresamente querida por Dios, pero ésta tiene su valor cuando lo que principalmente ambos buscamos, y todo buen cristiano debe buscar, es honrar y agradar a Dios. Porque, aunque la belleza de la vida cristiana suponga necesariamente el amor a nuestros hermanos, éste cobra todo su sentido, sólo cuando nace y se alimenta del inefable amor de Dios. Y esto es lo que se hace posible cuando en la expresión litúrgica todos, penetrados por un mismo Espíritu y con nuestro mejor empeño, buscamos mirar y ser mirados por Dios.
¡Dios proteja a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
Hermoso y educativo.
ResponderEliminarNo fui asiduo de la Misa que se procura desterrar, sino de quienes la re-encontramos. Y, con gran gozo.
La conocí en mi niñez. Luego, con los cambios, disfruté del entender qué se decía en la Misa y de poder participar en ella, al hacerse en lengua vernácula. Padecí, cuando el Sacerdote quitó los reclinatorios de la Iglesia a la que asistía; los que, en ella, nunca volvieron a reinstalarse; y, nunca pude acostumbrarme a eso.
Sobre los católicos que asisten a la misa del novus ordo, entre los que me encuentro -no siempre me resulta posible acceder a la Misa tradicional-, puede que no se hayan enterado por desinterés. También es cierto que el mismo clero lo calla; y, si se les menciona el tema, se mofan de uno y “esa antigüedad”. Ni siquiera saben latín, no les interesa saberlo; y, aún de pretenderlo, en muchos casos, no cuentan con los medios como para celebrar una Misa como la de que aquí se trata.
Lo de “…liturgia moderna, que se distingue por su fealdad y vulgaridad…”, entiendo que puede ser, pero no siempre (más allá del batifondo “musical”). No por ser novus ordus, no se puede celebrar con respeto y devoción. Tampoco desconozco que algunos hacen un show blasfemo de lo que debiera ser lo más sacro.
Sé que hay otras discusiones en el medio, sobre el significado de la Misa, como re-edición del Sacrificio Perpetuo o como Cena Pascual; frente a Dios o frente “al Pueblo”; ect.
En cuanto a que “Al ingresar a una iglesia tradicional, que no ha sido mancillada por el arte contemporáneo ni por los dudosos gustos estéticos del párroco de turno, que cuelga pancartas de plástico de sus columnas y pega dibujos de niños en sus paredes…”, más allá de cómo se pretende llegar a los niños y a los jóvenes, más grave es entrar en una Parroquia y ver un cuadro de Milagro Sala, al costado del altar –sé lo que afirmo-.
Entiendo el dolor que se vive. No me agrada y lo padezco. Me parece un daño grave e inútil, que espero no sea irreparable.
Sin embargo y pese a todo, creo que debe haber una autocrítica. ¿En qué medida tantas disensiones, tantas “capillas internas” han dado pie a este lamentable motu proprio?. El cual, deseo sea sólo temporal.-
Por el bien de todos y para el mal de ninguno.-
Gracias por tan estupendo post don Wander. Igual que el artista que con diestro cincel va descubriendo la obra maestra escondida en el mármol, así también a medida que uno avanza en la lectura usted nos va descubriendo la belleza que encierra la vieja liturgia y la belleza de las viejas catedrales que todavía no fueron profanadas por la mano de algún párroco amante de la modernidad.
ResponderEliminarPero veo que usted no sólo gusta descubrir la belleza que encierra el rito tradicional, por las fotos con que adorna sus agudas observaciones también gusta tanto de la belleza sin tiempo de una buena biblioteca llena de libros incunables como de un buen rincón sobre una pared recubierta con madera trabajada por un orfebre con una mesita clásica rescatada de alguna casa de antigüedades y dos sillones junto a un viejo scotch y dos vasos para que dos viejos amigos platiquen sobre el misterio de la eternidad sin tiempo que nos espera.
Todo viejo, todo lleno de historia y de viejas anécdotas. Y está bueno que así sea, porque si lo nuevo no tiene historia tampoco tiene pasado, ni misterio, ni recuerdos, ni encanto, ni belleza, ni nada que sazone la vida. Es como la sal, si pierde su sabor, ¿con qué se ha de salar?
Fuenteovejuna
Excelente, Al decir de Mosebach, "Revelación a través del velo":
ResponderEliminarEn mi opinión, el tercer capítulo de la tradición no ha sido tomado muy en cuenta, a pesar de ser una vieja y familiar costumbre. Desde los primeros tiempos las misas se han celebrado en el Santo Sepulcro, no sólo en la nave de la iglesia del Santo Sepulcro, con sus numerosos altares, sino también en la propia cámara funeraria. El sacerdote y los fieles se reúnen en la antecámara de la tumba y recitan las lecturas que preceden al sacrificio. Entonces el sacerdote entra en la cámara funeraria, donde usa el nicho de la tumba como un altar; las mortajas se vuelven una especie de mantel del altar. Una vez dentro, no puede ser visto por la congregación, que se queda en la antecámara. Ellos sólo escuchan su voz. La consagración que tiene lugar en el espacio oculto de la tumba une el acto de sacrificio del Gólgota y el momento de la Resurrección dentro de la tumba, ya que la resurrección fue también una especie de transubstanciación; fue el mayor paso que cualquier sustancia puede sufrir: de la muerte a la vida. Los fieles que están de pie frente a la pantalla del coro, el iconostasio, o la espalda del sacerdote que les esconde la acción están, por decirlo así, de pie fuera de la tumba en Jerusalén. Aquí, en la más absoluta soledad, sin testigos humanos, la resurrección tuvo lugar. La Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén fue la primera iglesia que se fundó por el emperador Constantino; la arquitectura eclesiástica comienza con la construcción de esta iglesia. Cuando la madre de Constantino, Helena, descubrió la Cruz, se inició un período de reconstrucción de la historia de los sufrimientos de Jesús, en la que los detalles de la tumba –centro y foco de la fe- fueron por supuesto estudiados con especial diligencia.
https://cuidatedelmalditoliquidoamarillo.blogspot.com/2016/09/la-herejia-de-lo-informe-m-mosebach_6.html
Whiskerer
Magnífico lo de Mosebach. Gracias, Whiskerer. Y veo que en 2016 publicó usted diez entradas del mismo autor, a partir de esta. ¡Me pongo a leerlas! Viendo que ha tenido la virtud de conjurar su presencia, ya sé de qué es la botella con que nos convida nuestro amigo Wanderer desde la nueva imagen que ilustra el blog.
EliminarDe nada, Anónimo. Es la traducción no autorizada (intenté contactarlo sin éxito al autor) de su libro "La Herejía de lo Informe".
EliminarAsí se percibe participar bien en la Misa Tradicional, entrar a lo Sagrado, no verlo desde afuera sino estar uno enteramente inmerso en ese Lugar. Gracias por el post
ResponderEliminar"Bregamos por la liturgia tradicional por una cuestión de belleza; porque es una liturgia bella, al contrario de la liturgia moderna, que se distingue por su fealdad y vulgaridad. Y a Dios se le debe un culto digno y, por tanto, bello".
ResponderEliminarEstimado Wanderer, me gustaría conocer su posición respecto de la catolicidad del novus ordo. Si juzga que es un rito vulgar y feo, cree qu esto se deba sólo a abusos o hay un problema teológico serio en su propia naturaleza. Y si lo hay, qué actitud cree que debiesen adoptar los católicos frente a ese rito. Sé que este no es su caso, pero poner el énfasis en la belleza, aún cuando trasunta una percepción muy profunda sobre la realidad de algo, puede prestarse para un mero esteticismo, en el que nuestra preferencia sea un asunto de encuentro esto mejor que esto otro, pero esto otro tampoco es malo per se.
Estimado Anónimo, su pregunta es muy pertinente. Como dije en al inicio del post "Las razones son muchas, pero quiero en esta ocasión señalar una de ellas...". Si reducimos la preferencia de la Misa tradicional solamente a una cuestión de belleza, termina siendo una cuestión estética, como usted dice.
EliminarCon respecto al Novus Ordo, creo que en sí mismo es un rito empobrecido y aguado, manipulado y fruto del capricho de un puñado de especialistas, pero no creo que en sí mismo tenga un problema teológico grave. Seguramente, hay muchos aspectos teológicos propios de la Santa Misa que han quedado oscurecidos o nublados, pero creo que sigue siendo un rito válido, y que efectivamente se consagran las especies eucarísticas.
Afirmar que el rito de Pablo VI tiene un problema teológico grave es el paso previo para afirmar que es inválido. Y si ese sacramento es inválido, enseguida se afirmará que otros sacramentos --como la confirmación y el orden sagrado-- son también inválidos, con lo cual tendríamos que la Iglesia, desde hace más de cincuenta años, está sin sacramentos, excepción hecho de los reducidísimos grupos que guardaron el rito tradicional. Y no estoy de acuerdo de ningún modo con esa postura.
Además de ser feo y vulgar --lo cual sería una cuestión estética--, la objeción más profunda que hago al rito nuevo es, como dije, que es un invento, fruto de los caprichos de unos pocos y de un espíritu de época. Mi crítica es que pretende suplantar al rito tradicional, el que fue enriquecido con el paso de los siglos, el que puede ser identificado en sus elementos fundamentales con el que los cristianos romanos celebraban la misa en el siglo V. En pocas palabras, en que sustituye la tradición por un mero acto de voluntad humana.
¿Qué actitud tomar? En mi caso, mientras me es posible, asisto a la misa tradicional. Cuando no puedo hacerlo, voy a la misa nueva, buscando aquella que se celebra del modo más digno y piadoso. Y cuando, como ocurre lamentablemente con frecuencia, aún esto es imposible porque los sacerdotes la han convertido en un lastimoso espectáculo popular y meramente humano, me quedo en casa y santifico el domingo de algún otro modo.
Perdón Don Wanderer. Creo que se debe ir a misa dominical sea lo que sea. Que el sacerdote no celebre del modo correcto, no es responsbilidad del fiel. El fiel cumple con el precepto asistiendo de buena fé. Coincido que hay misas vulgares y esteticamente horribles, pero así y todo son válidas, y tienen valor sobrenatural
EliminarDisculpe mi total ignorancia pero si uno no asiste a misa un domingo...no peca mortalmente?
EliminarPor que no lee el informe de los cardenales Ottaviani y Bacci
EliminarEstimado Carlos, le doy mi opinión con respecto a su pregunta y a la del anónimo.
EliminarLos mandamientos de la ley de Dios nos mandan a "santificar las fiestas", y la Iglesia dispuso, a partir del siglo XVI, y siguiendo costumbres y disposiciones anteriores, que las fiestas se santificaban asistiendo a misa los domingos y fiestas de guardar. Aquí tenemos ya una distinción para tener en cuenta entre una ley divina y una ley positiva, y ambas poseen jerarquías diferentes.
En segundo lugar, el Canon 1248 § 1 dice: "Cumple el precepto de participar en la Misa quien asiste a ella, dondequiera que se celebre en un rito católico, tanto el día de la fiesta como el día anterior por la tarde". ¿Qué se entiende por rito católico? Aquel que se celebraba de acuerdo a los libros litúrgicos aprobados por la Iglesia. Entonces, si yo voy a una misa --y le relato casos que me han pasado-- en la que el sacerdote comienza saludando a los fieles con un "Buenos días", después pide un aplauso por el cumpleaños del monaguillo, en el acto penitencial nos pide que nos arrepintamos porque estamos contaminando el medio ambiente, en el sermón dice tres herejías formales, en el prefacio y la plegaria eucaristía inventa, añade y corta frases, y la comunión la distribuyen señoras despechugadas, yo tengo la certeza de que eso no es un rito católico, pues no se sigue ningún libro aprobado, sino la mera invención y capricho del celebrante. En términos jurídicos, al asistir a ese espectáculo yo no estoy cumpliendo con el precepto pues no asisto a un rito católico.
Usted podrá objetarme: "La consagración de las especies eucarísticas está, por lo tanto la misa es válida". Y respondo: tenga en cuenta que la liturgia no es un dispositivo para fabricar la eucaristía. Nuestra obligación es dar culto a Dios. Que exista la consagración porque se digan las palabras, no asegura que se trata de un rito católico --se podría dar en un rito satánico-- y de un culto agradable a Dio, o que tengan "valor sobrenatural", como usted dice.
Podría objetarme también: tómelo como una penitencia que le pide Dios y vaya a esa misa. Y le respondo: si vamos a manejarnos en términos leyes positivas como hace usted al afirmar que hay que ir a misa como sea, le recuerdo que la Iglesia manda hacer penitencia solamente todos los viernes del año con abstinencia de carne, y dos días más con ayuno. No estoy obligado a hacer otra penitencia. Pero todos sabemos que la penitencia es un ejercicio ascético muy recomendable para el bien espiritual del alma. Sin embargo, ir al tipo de misas que le he descrito, podrá ser una penitencia pero dudo mucho que le haga bien al alma. Más aún, en mi caso al menos, me hace mal, mucho mal, porque excita la pasión de la ira, y termino añadiendo más pecados a los ya muchos que tengo.
Por todo lo cual, considero que si un día de precepto no tengo misa que constituya integralmente un rito católico --es decir, en la que se sigan los libros litúrgicos aprobados por la Iglesia--, no tengo obligación de asistir a ella y debo santificar el día de otro modo, por ejemplo, rezando el oficio divino, o el rosario.
Estimado Jorge, claro que lo he leído. Sin embargo, le recuerdo lo siguiente:
Eliminar1. El informe crítico de Ottaviani y Bacci no es ni de Ottaviani ni de Bacci. Lo redactó el P. Guérard des Lauriers. E incluyeron como firmantes el nombre de estos dos beneméritos cardenales sin que ellos hubieran tenido acceso al texto definitivo.
2. Después de la publicación de ese examen, se hicieron precisiones teológicos con respecto al Novus Ordo, y el cardenal Ottaviani escribió al respecto: "“Me he alegrado profundamente al leer los discursos del Santo Padre sobre las cuestiones del nuevo Ordo Missae y sobre todo sus precisiones doctrinales contenidas en los discursos para las audiencias públicas del 19 y el 26 de noviembre. Creo que, después de esto, ya nadie puede escandalizarse sinceramente. En lo demás, hará falta una obra prudente e inteligente de catequesis, para solucionar algunas perplejidades legítimas que puede suscitar el texto” (Carta del Cardenal Ottaviani a Dom Marie-Gérard Lafond, O.S.B., del 17-II-1970).
3. Más allá de respetar al P. Guérard de Lauriers, no estoy obligado a seguir sus opiniones. Recuerde que él mismo terminó sedevacantista y fue consagrado obispo por el vietnamita Ngo Dinh Thuc, que recorrió el mundo consagrando obispos sin mandato apostólico, entre ellos, a los delirantes del Palmar de Troya.
Es en vano, no hay peor ciego que el que no quiere ver.
EliminarUsted sabe perfectamente, Wanderer, que hay muchos estudios serios que señalan los problemas teológicos de la nueva misa. En fin, confío en que será cuestión de tiempo que muchos adviertan esto, al igual que ocurrió con el Vaticano 2.
Al principio muchos lo defendieron, después apoyaron el experimento de Benedicto XVI, y por último, y gracias a Dios, terminaron por reconocer que el problema era de base.
Algo así ocurrirá con la misa nueva porque es claro que se cae por sí sola.
Don Wanderer, sus reflexiones son atinadas, pero discúlpeme por citarle el Catecismo en ánimo de corrección fraterna: "La Eucaristía del domingo fundamenta y confirma toda la práctica cristiana. Por eso los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio (cf CIC can. 1245). Los que deliberadamente faltan a esta obligación cometen un pecado grave.” Yo creo que el misal de Pablo VI de 1970 es un "rito litúrgico aprobado por la iglesia", aunque algún fiel pueda preferir el misal tridentino o el ambrosiano o el hispano-mozárabe o cualquier liturgia oriental. Por eso un día de precepto o el domingo se debe asistir a misa, aunque los cantos sean feos y el cura predique mal, y aunque no sea en latín (muchos de misa tridentina no entienden tampoco el latín), bajo pena de cometer pecado "grave", el que será solo "mortal" si se da plena advertencia y plena deliberación, y no haya "ignorancia inculpable". Los demás días se es libre o no asistir a misa, aunque yo creo que la misa diaria tiene un valor sobrenatural y santificador enorme, aunque sea conforme al "novus ordo" y aunque el celebrante esté en pecado mortal y sea un necio. El sacramento es "ex opere operato", no depende de la calidad del celebrante. Si le excita la ira, bueno, lo dejo librado a su conciencia. La ira no solo es una pasión, sino un "vicio capital" contra el que hay que luchar ...
EliminarO yo no me expliqué bien, o usted entendió mal.
EliminarYo también creo que el misal de Pablo VI es un rito aprobado por la Iglesia, y concurro a misas que se celebran siguiendo ese misal cuando no puedo concurrir a la misa tradicional. Lo que señalé en mi largo comentario anterior, es que en muchas ocasiones las misas no se celebran siguiendo ese misal ni ningún otro. Se celebran según las ocurrencias del cura de turno. Entonces, si un sacerdote inventa, recorta y añade palabras o ceremonias a la misa, no está celebrando con el misal de Pablo VI. Consecuentemente, ese no es un rito católico. Eso es lo que dije anteriormente. Le pido que lea con atención.
Por otro lado, no entiendo qué tiene que ver el sacramento con el precepto dominical. El párrafo del Catecismo que usted cita dice que los fieles están obligados a "participar de la Eucaristía", y no a "recibir" la eucaristía. La obligación es asistir a misa, no comulgar todos los domingos y fiestas de guardar. Como usted sabe, hay obligación de comulgar solamente una vez al año.
Usted dice: "yo creo que la misa diaria tiene un valor sobrenatural y santificador enorme, aunque sea conforme al "novus ordo" y aunque el celebrante esté en pecado mortal y sea un necio". Yo también lo creo, siempre y cuando el celebrante celebre el Novus Ordo, y no un Ordo inventado por él.
Y es verdad que la ira es un pecado contra el que hay que luchar, pero también es verdad que hay que evitar ponerse voluntariamente en ocasión de pecado.
De acuerdo, entendido. Una aclaración en lo que respecta a su comentario: "si un sacerdote inventa, recorta y añade palabras o ceremonias a la misa, no está celebrando con el misal de Pablo VI. Consecuentemente, ese no es un rito católico." Primero, hay cierta libertad en el misal de Pablo VI para ciertas moniciones y cierta ceremonias, así como para usar el "canon romano" u otro plegaria eucarística debidamente aprobada. Entiendo que Ud no se refiere a hacerlo dentro del ámbito de esa libertad dada al celebrante. Ahora bien, en cuanto a otras palabras o ceremonias no todo añadido o recorte priva a la misa de su validez o de su valor como "rito católico". Todos los tratados de moral clásica tratan el caso de errores o confusiones menores sobre palabras o partes de la misma así como explican que el precepto de oír misa entera no exige estar desde el primer segundo hasta el último minuto (hay abundante casuística sobre esto entre los moralistas). En esto hay que ver con tino y prudencia qué palabras recortadas o añadidas desnaturalizan realmente o vician insanablemente la misa como acto de culto debido a Dios y de qué parte de la misa se trata (es sabido que lo central es la plegaria eucarística). Puede que ello ocurra alguna vez con un celebrante desquiciado pero en general se respetan casi todas las rúbricas o gran parte de ellas. Descartar una misa, con su valor sobrenatural, por una palabra más o menos (obviamente no en la consagración o en lo central de la plegaria eucarística) es como "throw the baby out with the bath water".
EliminarEl Novus Ordo no constituye en sí un "rito inválido" como quieren algunos sedevacantistas y sedeprivacionistas. De acuerdo.
EliminarPero sí es un rito deficiente y defectivo en todo lo demás que atañe a un rito litúrgico católico. Como símbolo, como catequesis mistagógica, en cuanto a la solemnidad y sacralidad, en cuanto al ordenamiento racional, etc.
Reducir todo a una cuestión de "validez de los Sacramentos" es de miopes, por eso estamos como estamos, entre otras cosas. Lo mismo decir "no importa que el cura sea malo, el Sacramento es válido"... ya sabemos eso, lo contrario sería herejía. Por eso no implica que no importe el cura, al contrario, eso implica que los fieles tienen que exigir al sacerdote que sea sacerdote, o se vaya... de nuevo, por no tener esta conciencia, es que estamos como estamos y hay tantos cura sacrílegos, sodomitas, simoníacos, sinvergüenzas, y un largo etcétera de calificaciones, hasta los curas sin fe.
El Novus Ordo debe ser desterrado no porque haga inválidos los Sacramentos, sino porque daña gravemente la disposición habitual para la fructificación de la gracia de los Sacramentos, y da lugar sistemáticamente a los abusos.
Como siempre, recomiendo seguir los artículos del New Liturgical Movement, en particular del Dr. Kwasniewski.
podrá ser una penitencia pero dudo mucho que le haga bien al alma....
Eliminarasi es, no resulta para nada edificante.
Gracias por su respuesta Don Wanderer. Lo entiendo.
EliminarDesconozco en que circunstancias la misa dejaría de ser católica, por eso ante mi posible ignorancia prefiero seguir asistiendo, disponiéndome para recibir la comunión eucaristica.
https://rorate-caeli.blogspot.com/2021/07/liturgy-is-not-toy-of-popes-it-is.html
ResponderEliminarMagnìfica y definitiva declaraciòn del Obispo holandès Robertus Mutsaerts sobre el Motu Proprio Traditiones Custodes! Un verdadero continuador de los apòstoles. Dios lo bendiga y lo proteja. Con obispos como èl, la Iglesia està fuerte y santa.
EliminarPerdón. No ha sido mi día feliz. Dije: "Porque el amor a Dios no se apoya tanto en el amor que Dios tiene hacia Dios, como en el amor que Dios tiene hacia el hombre". Quise decir: "Porque el amor a Dios no se poya tanto en el amor que el hombre tiene hacia Dios, como en el amor que Dios tiene hacia el hombre".
ResponderEliminarChapado a la antigua 26 de julio de 2021, 18:31
ResponderEliminarÁnimo!. Son días, sólo eso; y, los tenemos todos.
Estimado Wanderer: Te comparto esta estadística recopilada por la revista Crisis, que no es tradicionalista. https://www.crisismagazine.com/2021/the-growth-of-the-latin-mass-a-survey
ResponderEliminarPequeña corrección gramatical: se dice "comparto con usted" o "comparto contigo" no "te comparto".
EliminarParece que la Academia no está de acuerdo con usted. https://www.rae.es/duda-linguistica/es-valido-usar-te-comparto-el-archivo-o-debe-ser-comparto-contigo-el-archivo
EliminarIgual le agradezco la intención de corregirme.
Anónimo27 de julio de 2021, 10:01:
Eliminar¡Muy bien! Colaboremos para desterrar esa forma incorrecta que se puso de moda, "te comparto" o "les comparto". Felicitaciones por la corrección
Estamos ante un absolutista como ni Pío IX soñó que podría llegar a serlo.
ResponderEliminarUn "escotista" político: potuit, docuit, fecit. Aclaro que Duns Escoto jamás escribió esas 3 palabras de ese modo, pero resumen su pensamiento.
Fuera de lo que podemos pensar sobre ese razonamiento, convengamos en que Escoto lo atribuyó a Dios y Francisco I lo atribuiría a sí mismo.
Aquí es donde puede verse la clara irresponsabilidad de los cardenales: visto que su función "distintiva" dentro de la Iglesia es elegir al Papa (todo el resto de las cosas que hacen, puede hacerlas otras personas que no son cardenales), lo mínimo que se les puede pedir es que conozcan a quien van a elegir. Sobre Jorge Mario Bergoglio bastaban 15 minutos en google para saber quién era.
Escrito hace algo de 10 años, atrás, cobra nueva relevancia:
ResponderEliminarhttps://etvoila.com.ar/miscelanea.php?id=10
A Jack Tollers y a la persona real que hay en el -con quienes no logro comunicarme-, y no sólo por este enlace compartido. A quienes –como él, junto a él o colaborando con él- han esforzado su vida, en adquirir y com-partir un conocimiento que –deseo entender- intenta ser semilla fecunda y no sólo expresión de vanidad personal. A todos, mi mayor respeto, admiración y agradecimiento.
EliminarSin ser de los “trasnochados y trasnochadores”, sin ser quienes prolongaban horas y tertulias en el restaurant “El Tropezón” (todo lo sobre lo que se compartió en este mismo blog). Lejos de las profundidades de toda ciencia; admirando la capacidad de trabajo y el vuelo que alcanza el espíritu de ciertos hombres (sobre los cuales, además -y, como si fuera poco- pesan obligaciones de estado), van estas sentidas líneas. Que no pretenden adular a nadie, sino alentar a que se siga trabajando, a pesar de las dificultades que en la vida de cada uno pueda haber. Y, en todo caso, hacer saber que no todo fue en vano, que alguien “paró la oreja”….
Hay desconocidos, sin voz y sin rostro para muchos, que bebemos en sus fuentes; y, en aquellas que nos ponen a disposición. En mi caso, con todos mis límites, que no son pocos; escuchando a todos y quedándome con lo que –entiendo- es lo mejor.
Confiando en el Señor que conoce en las profundidades al ser que hay en cada uno de nosotros, de nuevo: gracias, con todo mi respeto y admiración.
Y gracias a Wanderer, que lo hace posible y aporta lo propio.-
Leído. Muy bueno don Tollers, poniendo blanco sobre negro.
EliminarCreo que este artículo resulta incompleto. No sólo preferimos la Misa tradicional por ser más bella, como si fuéramos unos simples estetas, sino, principalmente, por ser más reverente y por expresar con mayor perfección la teología católica sobre el Santo Sacrificio de la Misa.
ResponderEliminarEstimado, quizás le convendría releer el artículo o afinar su lectocomprensión. El segundo párrafo se inicia con estas palabras: "Las razones son muchas, pero quiero en esta ocasión señalar una de ellas...". Por supuesto que es incompleto, ¿o usted pretende que escriba en el artículo de un blog todo lo que significa la misa?
EliminarPara evitar el galicismo en la frase de relativo: "Es por todo eso, por lo que la liturgia nos importa".
ResponderEliminarHoy en ABC, el artículo de Gabriel Albiac "La lengua que ya no seremos" finaliza así:
ResponderEliminar"... Matar ahora la veta de continuidad cultural que fue el latín eclesiástico es un crimen cultural. Y un error grave: con él, lo esencial de Europa se destruye.
¿Era conveniente matar la lengua litúrgica bajo argumento de que nadie la entendía? Es absurdo. La resonancia emotiva de una lengua ceremonial no le viene de su significado. A nadie le arruina la escucha de Bach el no entender su alemán. A mínima escala: ¿le importa demasiado a alguien no entender el inglés de los Beatles o los Stones? Es un problema, más que falso, ridículo. Las lenguas litúrgicas -como las estéticas- conmocionan al que escucha. Traducidas, queda un cascajo sólo de vulgaridad: lo efímero."
Albiac, uno más de la cuadra de liberales jacobinos hispanos que llevan décadas haciendo cuanto pueden para derribar la trascendencia y la religión, y mofándose con sorna de las enseñanzas verdaderas de la Iglesia, ahora compungidos porque la Iglesia católica que tanto han atacado ya no es aquella que vivieron de niños, y se está convirtiendo en una caricatura. Ha llorar sobre la leche derramada por sus pedradas sobre el jarro.
EliminarPor lo demás, el empleo de la lengua litúrgica sólo es un detalle, no sin importancia, de la verdadera trascendencia de la misa tradicional. Si Bugnini y los suyos se hubiesen limitado a traducir toda la misa tridentina a la vernácula (fielmente, claro, no como se hizo con el Credo y otros), seguiría siendo la obra perfecta del sacrificio eucarístico, sin ningún reproche que hacer de orden fundamental, sólo secundario.
Más aún, la Novus Ordo no sólo tiene versión en latín, sino que se supone que es la oficial, y la vernácula la accesoria (aquí poner risas de pena).
No es el latín; es la teología, idiotas.
Muy bueno el post Wanderer, pero la belleza no es solamente algo decorativo, externo, sino que fluye de algo interno.
ResponderEliminarLa belleza es un trascendental de segundo orden, pero trascendental al fin
Todo lo que tiene ser y es bueno y verdadero es bello.
El oscurecimiento de la metafisica es el gran signo de la modernidad
Completando mi pensamiento, ese oscurecimiento de la metafisica lleva a la "primacia de la praxis" (expresada asi por Marx pero ya presente en el Renacimiento, en San Ignacio por ejemplo, es el error raigal de los jesuitas), "ya no se trata de comprender el mundo sino de csmbiarlo".
EliminarEn la Iglesia de hoy la primacia de la praxis se expresa como "accion, accion, accion, pastoral, pastoral, pastoral".
Y la primacia de la accion nos ciega totalmente a los humanos, llevando a absurdos como "Traditiones custodis".
Pastoral en que, para que? "Esas preguntas son divisivas, solo pastoral y mas pastoral" ciegamente.
Y por eso los jesuitas no tienen oficio de coro, que es sobre todo una actitud de contemplacion, que no se compadece con la impaciencia por actuar, estimado Wanderer.
EliminarPuede una verdadera misa católica -no discuto la validez, que hasta una misa negra es válida- presentar de manera oscura, incompleta, defectuosa o lo que se quiera la Fé católica sobre la misa? Más aún, puede ser "vulgar y feo" un verdadero rito católico, entendiendo que los accidentes expresan la sustancia misma de una cosa? No es eso una contradicción manifiesta que debiese llevarnos a rechazar de plano ese rito? Y si no es así, entonces toda esta pugna por la misa tradicional como "un rito mejor que otro" pasa a tener muy poco peso. Creo que esa definición esencial es el lastre que viene cargando desde su inicio el movimiento tradicional denominado "de línea media" (lo que se que eso signifique): no se termina de comprender la razón última por la cual se debiese restaurar la misa católica tradicional, si esta es simplemente una misa de más calidad. Si eso es así, tienen razón sus detractores que los acusan de de esteticismo, por muy profundo que sea.
ResponderEliminarAlgunas, o quizás todas, respuestas a sus interrogantes los puede encontrar en el artículo cuyo link ha recordado Tollers en comentario anterior.
EliminarEl núcleo del artículo de Wanderer es que la belleza no es un ornato ni un acompañamiento, la belleza se interconvierte con el ser, es el ser. Si quitamos lo bello no es que quede el ser despojado, no queda nada. Eso es lo que no se entiende.
ResponderEliminarLudovicus, eso lo entiendo muy bien, vea lo que digo en 11:15. El punto es que no se entiende por qué, si es así, se sigue considerando lícito asistir a una "misa" que, si sigo sus palabras, carecería incluso del ser que le es propio a una misa católica, sería simplemente una impostura.
EliminarDisculpen muchachos, peeero....
EliminarSi olvidamos la metafísica tomista -la verdadera!-, no creo que lleguemos a conclusiones verdaderas.
Y me viene preocupando mucho la poca metafísica que se sabe en general.
Y ni hablar de los que no creen que sea necesaria o al menos atendible...
Es como olvidarse de apuntalar los cimientos, vio?
Y aclaro: la metafísica posta, es difícil, requiere estudio, comprensión y no poca inteligencia. Y repaso y más repaso...
Y reitero..., casi nadie sabe METAFÍSICA, de la buena...
Como siempre, interesante el aporte de Ludovicus. Lo bello como transcendental y convertible con el ente. Pero para entender eso, hay que saber no poca Metafísica...
Saludos
¿Es la belleza esencia o accidente de la misa? He ahí el quid del problema.
EliminarNo sé cómo entienda Nachet a los accidentes, pero si ha visto a alguna esencia dando vueltas por ahí, que me avise porque debe ser un espectáculo único. Los accidentes manifiestan la sustancia, si los accidentes cambian, probablemente la sustancia no sea la misma..
EliminarU' Sceccu
no entiendo a U'Sceccu, ¿dónde digo yo que esencia o accidente vayan separados? Pero, si la esencia y el accidente se identifican completamente ¿cuál es la diferencia entre ambos?
EliminarHay que distinguir el pulchrum del esteticismo. El pulchrum es un trascendetal del ser. Y no puede ser despreciado.
ResponderEliminarLo feo no viene de Dios.
El cambio antropológico y de mentalidad que ha supuesto la Modernidad (incluido aquí las corrientes posmodernas), incluido el capitalismo y las sociedades de mercado pletórico que sostienen a las democracias liberales (de matriz protestante) constituyen un formidable disolvente contra el que la Iglesia Católica Romana no ha sabido ni podido resistir.
ResponderEliminarLa inteligencia católica no ha podido contrarrestar el imperio de la filosofía kantiano que hoy domina Occidente con su mitología del progreso, y del progreso moral, y de los DDHH. Hoy Bergoglio es un sacerdote más de esta filosofía que conforma Occidente y en la que ellos encuentran justificación de forma tácita y velada en la herejía de Teilhard de Chardin.
Excelente entrada, admirado Wanderer. Creo que si Benedicto XVI defendía la hermeneútica de la continuidad, era para dar continuidad en lo posible, a esa belleza. La belleza de cada escultura, pintura o vaso litúrgico, que es posible admirar en cada iglesia, convento o monasterio anterior a 1789 en Europa, y que hoy, se admira en parte en algunos de esos lugares y en los museos, de forma descontextualizada. La fealdad de la estética postconciliar no emociona a nadie y por tanto, no conduce a nadie a Dios. El postconcilio, no solo impuso esa estética, sino que guardó en cajones y vitrinas casullas, ornamentos y muebles anteriores. Si la misa nueva hubiera sido fiel a la Constitución Sacrosantum Concilium, una gran parte de esa belleza se habría conservado y no estaríamos en este punto en la que algunos no sabemos hoy domingo dónde ir a Misa.
ResponderEliminar?Por qué nos importa la liturgia?
ResponderEliminar1 Porque la liturgia es la parte mas visible de una religión. Realmente es teología en acción.
2 Porque la liturgia es un arte y como tal es apreciado por las personas sensibles, aunque no sean de esa religión.
Si algó me llamó la atencíon del Motu Proprio del Pápa Francisco Traditiones Custodes es que en él último párrafo haya escrito TODO LO QUE HE DISPUsSTO EN ESTA CARTA APOSTOLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO, ORDÉNO QUE SEA OBSERVADO EN TODAS SUS PARTES….
ResponderEliminarMe chocó mucho la expresión ORDENO. WANDERER sabe mucho más que yo de documentos pontificios, pero de los que yo recuerde haber leído no me suena que el autor ORDENE NADA. Me parece una argentinada mas…Tendrá algo que ver en esta redaccíon el Tucho Fernández?