lunes, 21 de febrero de 2022

En defensa de Joseph Ratzinger

 




El artículo sobre la “profecía” de Joseph Ratzinger que publiqué en mi blog la semana pasada y que Aldo María Valli replicó en el suyo, ha tenido una respuesta en ese prestigioso blog —en italiano y en inglés—, y también fue retomada por la página de Marco Tosatti, por la de la Accademia Nuova Italia y The Remnant. Me honra que algún lector ciertamente formado e inteligente haya emprendido la tarea de responder a mi escrito, aunque soy consciente que la respuesta no es a mí, que apenas escribí unas pocas líneas, sino a Joseph Ratzinger, al Papa Benedicto XVI, y justamente en momentos en que está siendo cruelmente atacado por todo la progresía internacional: desde sus “hermanos” en el episcopado hasta la prensa mundial. No lo atacan solamente los malos, sino también los buenos, y este hecho injusto me provoca una enorme tristeza e indignación.

Yo soy el menos indicado para erigirme en defensor del Papa Ratzinger y no soy amigo de entrar en polémicas inútiles, pero este caso amerita una respuesta pues, desde mi punto de vista, el autor de la carta agrede, en ocasiones con virulencia y siempre con injusticia, a un hombre de Dios que, más allá de sus errores, es en estos tiempos oscuros un testigo de la fe, que atraviesa una ancianidad frágil y, aún así, no deja de recibir golpes. 

En primer lugar, es preciso aclarar que yo de ninguna manera afirmo, como supone el autor de la carta, que Benedicto XVI es perseguido por la “profecía” pronunciada en Regensburg hace más de cincuenta años. Digo que es perseguido sobre todo por los obispos alemanes porque nunca le perdonaron que no se haya subido con la mayor parte de ellos al progresismo rampante estilo Hans Küng, o al otro más moderado, estilo Karl Rahner o Walter Kasper. No le perdonaron que, junto al cardenal Frings, pasadas las dos primeras sesiones del Concilio, no se haya sumado a la debacle de la Iglesia a la que empujaban otros purpurados como Döpfner o Suenens, y hayan abogado por una interpretación católica y continuista de los textos conciliares, que era la única legítima y genuina. No le perdonaron que haya sido él el actor más importante que precipitó el fracaso del Sínodo de Würzburg de 1971 y que discutía los mismos temas que discute el actual “camino sinodal” alemán: el celibato obligatorio de los sacerdotes, el papel de los laicos en la Iglesia, la ordenación de mujeres, la comunión a los divorciados y las concelebraciones con los protestantes. No le perdonaron, en definitiva, que haya seguido siendo católico mientras ellos querían fundar una nueva iglesia.

Me llama la atención también la autoreferencialidad del autor de la carta. Según él, la persecución a Ratzinger de estas últimas semanas está ocasionada por la promulgación del motu proprio Summorum Pontificum. Mi blog, Caminante Wanderer, cumplirá dentro de poco quince años de permanencia en la web, y todos los que lo han seguido conocen mi permanente e indeclinable defensa de la liturgia tradicional. Sin embargo, me parece excesivo reducir todas las repercusiones que acontecen en el ecosistema católico a la cuestión litúrgica. Considerar que ese problema, que es real, grave y acuciante, es el problema central y privativo de la Iglesia está indicando una mentalidad cerrada en su propio mundo e incapaz de comprender la complejidad real en la que hoy nos encontramos.

El autor de la carta es recurrente en la utilización de dos términos: gnosticismo y modernismo. Son, claro, dos comodines que resultan muy útiles a la hora de descalificar a quienes se considera enemigos. Me recuerda el viejo recurso utilizado por los jesuitas que rotulaban de jansenista a todo aquel que sostuviera una doctrina que no les convenía o que criticara a la Compañía. Puede ser una estrategia efectiva, pero no es seria. Y comencemos por el primer término. Se suele atribuir el carácter de grupos gnósticos a aquellos que son relativamente pequeños en número y en el que todos sus miembros, para ingresar, deben estar iniciados en algún tipo de conocimientos especiales, de una verdad para unos pocos, en la cual consiste la salvación. Los perfectos, los que se salvan, son los poseedores de ese conocimiento y miembros de ese grupo. El resto son hylicos, que permanecen en un estadio inferior de la evolución gnóstica. Lo cierto es que cuando mediando el Concilio, los grupos progresistas comenzaron a extremar la situación, el profesor Ratzinger no dudó en alertar acerca del gnosticimo que se escondía en esa postura, y las citas al respecto son abundantes. Para honrar la brevedad, recuerdo sólo una, dirigida a su colega Franz Mussner: “Existe una lucha contra  una nueva forma de gnosis, que pretende establecerse a sí misma como una nueva religión sincrética de la humanidad en vez del cristianismo". Vendría bien recordar aquí la entrevista al cardenal Kasper que le hizo Edward Pentin en 2018 para entender que los verdaderos gnósticos son los progresistas, como bien lo ha denunciado continuamente el Papa Benedicto XVI. Acusarlo a él de promover una suerte de “iglesia gnóstica” es, por tanto, disparatado e injusto.

Para ser claros, el grupo pequeño al que quedaría reducida la Iglesia según la “profecía” ratzingeriana, exigirá a sus miembros un solo conocimiento: reconocer el acontecimiento que cambió el universo para siempre: la encarnación del Logos divino en el seno de una virgen judía, y profesar las enseñanzas de su Revelación cuya depositaria es la Iglesia. Si cualquier grupo pequeño de creyentes pudiera ser calificado de “gnóstico” como hace el autor de la carta, lo habrían sido también los primeros cristianos romanos que se reunían en las catacumbas a celebrar sus ritos, y lo serían los fieles católicos de hoy que deben asistir a la misa tradicional en casas de familia, porque los obispos les prohiben el uso de los templos. En definitiva, no hay ninguna razón que justifique el apelativo de “gnóstico” que el autor adjudica a la idea de Joseph Ratzinger.

El otro comodín ampliamente utilizado es el de modernistas, y el autor nunca explica a quienes incluye en esa categoría. Un modo simplista de entender la realidad: de un lado están los buenos, que somos nosotros por supuesto, y del otro los malos, que son los modernistas. ¿No es ingenuo? ¿Puede ponerse en el mismo grupo a Loissy y Buonaiuti, con de Lubac y von Balthasar; a Küng con Bouyer; a Congar con Danielou; a Rahner con Ratzinger? Me pregunto acerca de la seriedad académica que pueda tener una simplificación tan elemental. La realidad, en la Iglesia y en el mundo, no es un western americano en el que los buenos y los malos están claramente señalizados. Y a este revoltijo añade el autor aún otro ingrediente al afirmar que todos los modernista quieren volver a una “Iglesia primitiva en la cual la unidad no había sido aún amenazada por los cismas y las herejías, y que en cuanto tal puede ser el lugar de encuentro ecuménico por excelencia”. ¿Con qué fundamento hace tal afirmación? ¿Qué modernistas afirmaron eso y dónde lo hicieron? Porque una cosa es que los autores que él cataloga como “modernistas”, incluido Ratzinger, tuvieran aprecio e incluso predilección por los Padres de la Iglesia y por sus enseñanzas, y otra que quisieran un retorno a esa pretendida “iglesia primitiva”, que nunca existió con tales características. La argumentación no resiste el menor análisis. De hecho, las catequesis que el Papa Benedicto XVI dedicó a los Padres de la Iglesia durante su pontificado, apuntan una y otra vez a la defensa que estos antecesores nuestros hicieron de la verdadera fe y de la ortodoxia católica, y de su férrea oposición a las herejías.

El autor, en el cuarto párrafo de la carta, ataca a Ratzinger por la siguiente afirmación: “No tenemos necesidad de una Iglesia que celebra el culto de la acción política…”, y en su esquema de buenos y malos, y habiendo ubicado a Ratzinger en el lado de estos últimos, interpreta que las palabras son una crítica a los estados confesionales —inexistentes desde hace muchas décadas—, que protegen y alientan la religión católica. Pues no. Ratzinger no tiene en mente esos casos, sino que se está dirigiendo abiertamente contra su colega Johannes Baptist Metz, de la universidad de Münster, que con su enseñanza propiciaba un cristianismo revolucionario, de corte marxista y que, a través de la revolución, debía tomara el poder político. Y los latinoamericanos sabemos muy bien de qué se trata y el daño enorme e irreparable que la enseñanza del irresponsable profesor Metz provocó en nuestros países: todos los sacerdotes y religiosos que en los ’60 y ’70 estuvieron involucrados en el terrorismo marxista-cristiano que pretendió tomar el poder por las armas, fueron formados en las universidades católicas alemanas y en Lovaina. Menciono, por poner el ejemplo más conocido, al colombiano Camilo Torres.

En ese párrafo, Ratzinger se está refiriendo a lo que el argentino Julio Meinvielle denominó “iglesia de la publicidad”, aquella aupada y promovida por los medios del mundo y los gobiernos, y la “Iglesia de las Promesas”, esa iglesia pequeña, casi invisible, pero que mantiene la fe verdadera en el Hijo de Dios encarnado. Y el autor de la carta, para sostener su posición, recurre a contraponer Lumen Gentium con Mortalium animos, a mi criterio gratuitamente, y ubica a Ratzinger como el promotor del sincretismo ecumenista alentado por esa “iglesia de la publicidad”. Me pregunto si el autor ha olvidado que fue el mismo Ratzinger quien, siendo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, promulgó para escándalo de todos los ecumenistas del mundo entero la declaración Dominus Iesus, el documento dogmático más importante del pontificado de Juan Pablo II, en el que se proclama claramente que Jesucristo y la Iglesia católica son los únicos medios de salvación universal.

En el párrafo siguiente, el autor vuelve a demostrar lo que pareciera ser una falta de conocimientos de la vida y la trayectoria académica del cardenal Ratzinger. Lo acusa de que su “iglesia de los pequeños” no tendría diferencia alguna con la propuesta, entre otros, de Joaquín de Fiore. Habría que recordarle que la tesis de habilitación del entonces profesor Ratzinger versó sobre la escatología en San Buenaventura y se detuvo en varios capítulos a demostrar los errores de Joaquín de Fiore y a justificar la condena de la que fue objeto por el Doctor Seráfico cuando fue ministro general de los franciscanos. 

Los párrafos siguientes son sorprendentes. El autor de la carta acusa a los modernistas de los ’60, incluido Ratzinger, y al Concilio Vaticano II de haber propuesto la utopía de una iglesia pequeña para algunos elegidos y, de ese modo, haber destruido la presencia preponderante de la Iglesia en las naciones de la tierra. Yo me pregunto en qué país de la tierra, en los ’60, la Iglesia era la mater et magistra respetada por todos y con poder efectivo. En uno solo: la España de Franco, y los resultados no fueron los mejores. Habla incluso el autor de la restauración de un “poder sacro en las naciones”. ¿No es eso, acaso, una utopía? Sin embargo, la acusación de utópico es dirigida al Papa Benedicto XVI.

Pero más importante aún, el autor considera que todo el desastre (“macerie”) de la Iglesia y del mundo actual son consecuencia de los modernistas y del Vaticano II. Pero, ¿cómo lo demuestra? Lo hace afirmando que los datos del pontificado de Pío XII mostraban una Iglesia floreciente en número de sacerdotes, religiosos y fieles practicantes. Y tiene razón, ya que no es un dato menor, pero es verdad también que la cantidad jamás fue un criterio católico para determinar la bondad o maldad de un grupo. Pero el problema radica en que el autor no tiene en cuenta que el mundo cambió drásticamente luego de la Segunda Guerra Mundial, y que ese cambio se manifestó en los ’60, y que la Iglesia, sin ser del mundo, está en el mundo. Por tanto, nada asegura que sin Concilio, o con un Concilio en el que hubieran ganados los “buenos”, hoy estaríamos en una Iglesia rebosante de fieles y con una fuerte presencia e influencia en el mundo. ¿Es creíble que, si los skemmata del Concilio que fueron preparados por el cardenal Ottaviani y el Santo Oficio para ser aprobados con trámite express por los padres conciliares, hubiesen sido efectivamente promulgados, la Iglesia de hoy estaría mucho mejor? Yo creo que si ese hubiese sido el caso, no estaríamos hoy ante las puertas de un cisma alemán, sino que  ya lo tendríamos desde hace algunas décadas, y que tendríamos también un cisma holandés, otro belga, otro australiano y varios americanos. La Iglesia de los ’60 estaba en un estado de crisis profunda y debía reaccionar ante un mundo que cambiaba drásticamente. (No viene mal recomendar aquí nuevamente la lectura de La descomposición del catolicismo de Louis Bouyer). Ya lo había hecho en el siglo XVI con el Concilio de Trento, y los resultados fueron buenos en términos generales. En los ’60, en cambio, se llamó improvisadamente a un Concilio que no tuvo ningún principio rector, y del que salió el desastre que ya conocemos. Pero de estos hechos no puede concluirse que si no hubiésemos tenido un Concilio copado por los malvados modernistas, hoy tendríamos un papa reinante que se pasearía con tiara y silla gestatoria, abanicado por los flabellos pontificios por la plaza de San Pedro, aclamado por las naciones de la tierra. Una vez más, considero que se trata de una visión simplista, incapaz de incorporar los matices más imprescindibles.

Finalmente, se lee en la carta: “La iglesia imaginada por Ratzinger, en una especie de visión romántica y sentimentalista…”. Yo considero que la iglesia imaginada por el autor de la carta es la propia de una visión romántica y sentimentalista. ¿O es que, acaso, queda espacio en el mundo de hoy, para seguir bogando, como hace él, por una Iglesia que, como poder sacro en el mundo, sea reconocida por todas las naciones? Seamos por un momento crudamente realistas: esa Iglesia, llámesela constantiniana si se quiere, dejó de existir hace muchas décadas, y no volverá, al menos en un futuro previsible. Lo que nos corresponde como católicos, y es lo que enseñaba el cardenal Newman, es no desear vivir en otros tiempos porque eso es un desafío a la Providencia. Seamos realistas; crudamente realistas. La Iglesia está en retirada y reduciéndose a grupos cada vez más pequeños, porque aunque grandes masas aún se digan católicas, en realidad se trata de paganos bautizados. Los que guardamos la fe somos pocos y cada vez seremos menos; seremos una iglesia pequeña y casi oculta. Y cuando quiera el Señor, si es que lo quiere, que el mundo asqueado y hastiado de su soledad, busque volver a las fuentes de su alegría y de su salvación, encontrará en ese pequeño grupo a quienes volverán a mostrarle el gozo de proclamar a Jesucristo y saberse salvados por Él.

Y esto, ni más de menos, es lo que dijo el profesor Joseph Ratzinger en su “profecía”. 

37 comentarios:

  1. Estimado colectivo Wanderer, creo que el Dr. Ratzinger no es una mala persona y tiene Fe, aunque muy unida a sus convicciones filosóficas, lo que en algunos casos hace muy complicado entenderla o que simplemente haga afirmaciones que él mismo aclara que son a título personal. Pretender que sea un teólogo sólido es una contradicción, siempre va a tener que estar dudando de sus afirmaciones y estudiando, por el propio método que eligió para pensar.

    Por eso, quizá su lugar no era ser Papa, como tampoco lo era para Celestino V "el papa angélico". Sin duda lo era la academia, pero no el gobierno de la iglesia que recibió de sus antecesores. Así también lo siguen apuñalando por la espalda, rodeado de Brutus y brutos.

    Julio Cesar

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  2. Julio César, tiene razón. Sin embargo, tenga en cuenta que el método de la duda como pregunta acerca de Dios, que es característico de Ratzinger, es también el propio de mucho otros teólogos de la Iglesia, entre otros, de San Agustín, su gran maestro. Y no me parece que por eso pudiera afirmarse que San Agustín no es un "teólogo sólido".

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    1. Justamente, San Agustín, dejaba sin definir muchos de sus puntos de vista. Una estrategia intelectual para evitar el conflicto, pero que luego da pie para que ocurran (la Reforma tuvo una fuere impronta agustina). En cambio, también con algunos aspectos discutibles -como una excesiva devoción a Aristóteles- Santo Tomás de Aquino enfrentaba cada posición de forma completa. No dejaba hilos sueltos, y en mi opinión personal, era "sólido".

      Una cosa es la teología enfocada como una especialidad intelectual o un tema para investigar en el contexto de las humanidades, y otra muy diferente es desde la Fe, como una contemplación intelectual de las verdades de fe.

      Julio Cesar

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    2. No sé cómo evitaba el conflicto S. Agustín cuando se pegó con cuanto hereje (y muchos ortodoxos como S. Jerónimo, que le temía) se le ponía por delante: maniqueos, neoplatónicos, paganos, donatistas, pelagianos, priscilianistas, arrianos, origenistas, judíos, etc. Hasta hizo una lista completita de ellos, seguramente para que no se le pasase alguno desapercibido. Menos mal que lo evitaba, si llega a salir belicoso...

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    3. ¿San Agustín es un ambiguo promotor de herejías?

      La cantidad de amentes que rondan internet son un peso que cada vez me cuesta más sobrellevar.

      Cura loco español

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    4. Estimado Cura loco, lea a Fray Martín Lutero y observe cómo su fue su camino a ser un borracho lleno de odio a Roma, entre las ruinas de templos y la sangre de creyentes. Su base teológica y litúrgica fue el agustinismo. Lo invito, si su locura lo admite, a leer sobre el origen de la doctrina luterana de la justificación y el agustinismo de tiempos de lutero. Hasta el día de hoy reconocen esa relación los propios luteranos.

      Julio Cesar

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  3. Benedicto XVI era bueno, Francisco es malo, ahora Francisco es bueno... quenotelacuenten: Traditionis custodes y permiso a la Fraternidad San Pedro https://www.quenotelacuenten.org/2022/02/21/misa-tradicional-traditionis-custodes-y-la-fraternidad-san-pedro-una-buena-noticia/

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  4. "Y cuando quiera el Señor, si es que lo quiere, que el mundo asqueado y hastiado de su soledad, busque volver a las fuentes de su alegría y de su salvación, encontrará en ese pequeño grupo a quienes volverán a mostrarle el gozo de proclamar a Jesucristo y saberse salvados por Él"....Esperemos que el pequeño grupo esté a la altura y que no se comporte como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo (Lc 15)

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    1. El "pequeño grupo" de la profecía de Ratzinger para el fin de los tiempos que también cita don Wander al final del post, es el mismo que fue profetizado en el Antiguo Testamento por Isaías (10:20-22), cuando dice: "Sucederá aquel día que el resto de Israel y los sobrevivientes de la casa de Jacob dejarán de apoyarse en quien los hiere y se apoyarán con lealtad en el Señor, el Santo de Israel. Un resto tornará, el resto de Jacob, al Dios fuerte. Pues aunque fuera tu pueblo, oh Israel, como la arena del mar, sólo un resto volverá. La destrucción está decretada como plenitud de la Justicia".
      Por eso, confirmando lo dicho por Isaías, es que Jesús se pregunta y nos pregunta si cuando vuelva el Hijo del Hombre hallará fe en la tierra (Lc 18:8)
      Visto eso, el deseo del anónimo de que al fin de los tiempos ese pequeño resto esté a la altura y no se comporte como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo, es un reproche poco feliz que en todo caso no sólo pone en duda la profecía de Isaías, también la Palabra de Dios en el Evangelio.

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  5. Hablando de Roma (nunca mejor dicho): Delitto e premio. Francesco promuove vescovo il teologo che “arruolò” l’anti-Ratzinger https://www.corrispondenzaromana.it/notizie-dalla-rete/delitto-e-premio-francesco-promuove-vescovo-il-teologo-che-arruolo-lanti-ratzinger/

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  6. Señala Vd., admirando Wanderer, que "de estos hechos no puede concluirse que si no hubiésemos tenido un Concilio copado por los malvados modernistas, hoy tendríamos un papa reinante que se pasearía con tiara y silla gestatoria, abanicado por los flabelos pontificios por la plaza de San Pedro, aclamado por las naciones de la tierra". Es evidente que esa predicción falla, aunque sólo respecto a su primera mitad, porque tenemos un papa que ciertamente no usa ni tiara ni silla semoviente (el semoviente iría ahora arriba) y quecalza, como pura pose jesuítica, zapatos descompuestos; pero es, en cambio, muy exacta, diría que se queda incluso corta, en su otra cara, puesto que a cada exabrupto proferido o cometido por quien todos sabemos -y ya van cientos- se alza de inmediato una muchedumbre de flabelíferos y esbirros con incensario que lo abanican y embalsaman como si fuese el más grande profeta del Antiguo, del Medio, del Nuevo y del Futuro Testamento, amén.

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  7. Benedicto XVI no será perfecto (¿Quién lo es?) Pero es bastante lamentable que en lugar de defender a una persona de la valía de Benedicto, injusta y venenosamente atacada, algunos se dediquen a encontrarle el pelo en la sopa. Lo malo de algunas gentes determinadas en el mundo tradicional es que parecen poseer un depósito de condenas pret-a-porter a su disposición y parecería que todos sus particulares y personales prejuicios forman parte del depósito de la fe. Poseen una extraordinaria (y bien poco cristiana) ligereza de juicio para cualquiera que les parezca (muy subjetivamente) que no cumple suficientemente con sus standares y que Dios sólo existe para darles la razón a ellos con una infalibilidad que se extiende a todo y a todos. Alguna vez me he sentido atraído por el mundo más tradicional, pero el encuentro con alguno de esos personajes me ha sido ampliamente disuasorio. En ese sentido Wanderer, es usted un oasis refrescante de ecuanimidad y solvencia.

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    1. Suscribo su comentario enteramente, Quico. Siendo buena gente, muchas veces les falta caridad.

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  8. Muy buena la respuesta, estimado Wanderer. Clara y precisa. La carta respondida es confusa: confunde diagnóstico con tratamiento, y agrega la inefable crítica de vieja vecina sobre los hábitos de vida del paciente que lo llevaron a ese estado, pobre vecino!. Pero a quien tiene martillo, todo es clavos. Por último, no estoy muy de acuerdo con el comentario de Julio César, aunque escribo bajo corrección pues no soy un erudito: Siempre me pareció que BXVI se elevaba por sobre las consideraciones filosóficas (aunque escribió, como no, como filosofo y teólogo, y muy bien) cuando "enseñaba". Su Cristología siempre me ayudó a ver nuevos aspectos del Señor, y me transmitió y fomentó el encuentro con Cristo. Nunca ví su enseñanza como "filosófica". Siempre ví a Jesús en ellas, y es una persona que enseñó a conocerlo más y mejor. Sé que responder desde la experiencia propia es una recurso barato y reduccionista, perdón, pero quizás no entienda bien lo de "filosófico" que le achacaban. Como siempre, gracias por sus posts. Muret

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  9. La idea de la Iglesia pequeña no es gnóstica, es algo que se deduce lógicamente del "¿Cuándo venga el Hijo del Hombre, hallará fe en la tierra?" En algún momento todo cambiará para peor.

    Tampoco es indicio seguro de que estemos en el final de los tiempos. El mundo cristiano se recortó más de un 50% de golpe cuando los árabes conquistaron toda la tierra entre España e India, y la Iglesia se recuperó. Pero no podemos descartar que este achicamiento sea parte de la gran apostasía.

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  10. Estimado Wanderer:
    La lectura del artículo que comenta me dejó con un cierto desasosiego, felizmente resuelto en estas aclaraciones.
    Benedicto XVI, está sufriendo un calvario sin piedad, porque su solidez impide que mientras este con vida tengamos un referente.
    Calificar de profecía a su pronóstico no me parece apropiado, sino una conclusión que él puede deducir desde su magnífica cabeza y conocimiento de la Iglesia en ese momento.
    Teológicamente ha tenido su evolución y no es lo mismo "Introducción al cristanismo", con la obsesiva referencialidad trinitaria (la función crea el organo) que toda la doctrina como Prefecto de la Fe, el contenido del Catecismo (que nunca podremos agradecerle lo sufiente), sus encíclica, y todo el magisterio ordinario de las audiencias, discursos, etc.
    Por las otras aclaraciones a lo que pudo ser y no fue, como es un "futurible", irresoluble, me uno a su frase de Newman, de que no debemos desear otros tiempos que los que nos ha dado el Señor, llevamos 50 años de posconcilio en el que entraron ideas jesuiticas, con el "espiritu del concilio" interpretado por los jesuitas, con un Papa rodeado por jesuitas, que son magos del relato.
    A rezar, como los Salmos que se dirigen al Señor: "hasta cuando Señor hasta cuando vas a tener asi a tu pueblo..." y la respuesta es Pablo "clama no ceses" maranatha".
    Newmantino

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  11. El día de hoy, el blog de Aldo María Valli, replica el artículo que hoy mismo nos trae Wanderer. Advierto, sin haber hecho un análisis párrafo por párrafo de lo publicado en dicho blog de Valli, que su traducción queda trunca, al haberse omitido la traducción íntegra de la última oración de su penúltimo párrafo (“… Los que guardamos la fe somos pocos y cada vez seremos menos; seremos una iglesia pequeña y casi oculta. Y cuando quiera el Señor, si es que lo quiere, que el mundo asqueado y hastiado de su soledad, busque volver a las fuentes de su alegría y de su salvación, encontrará en ese pequeño grupo a quienes volverán a mostrarle el gozo de proclamar a Jesucristo y saberse salvados por Él.-….-“; ver: https://www-aldomariavalli-it.translate.goog/2022/02/21/in-difesa-di-benedetto-xvi/?_x_tr_sl=it&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es-419&_x_tr_pto=sc).-

    Sentado lo anterior, para conocimiento del autor, debo decir que si es loable la defensa que se hace de Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, es reconfortante leer –en su artículo lo siguiente: “…, me parece excesivo reducir todas las repercusiones que acontecen en el ecosistema católico a la cuestión litúrgica. Considerar que ese problema, que es real, grave y acuciante, es el problema central y privativo de la Iglesia está indicando una mentalidad cerrada en su propio mundo e incapaz de comprender la complejidad real en la que hoy nos encontramos.-….-“. Y, lo es -al menos para mí- porque venía teniendo la sensación de que todo el contenido del blog había quedado reducido a la cuestión litúrgica o a la crítica de Jorge Mario Bergoglio ó Papa Francisco, más allá de la conmoción que provocara Traditionis Custodes o la persona del actual Papa No Emerito. Está claro que el blog ha dado –y puede dar-, mucho más que ello.-

    Valoro el trabajo de Wanderer, sin olvidar que nadie –ni grupo alguno- es suficientemente justo, como para creerse portador infalible de la Verdad y la auténtica Fe, pues todos somos vasijas de barro. Y, lamentablemente, en mucho debo concordar con Quico y su comentario de 21 de febrero de 2022, 12:29-

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  12. No cabe duda que las secuelas del Vaticano II y este pontificado de Francisco que fue de menor a mayor desde el "hagan lío" y "¿quién soy yo para juzgar?" hasta la Pachamama y la vacuna obligatoria para todos en el Vaticano, son responsables en gran medida de la enorme confusión que hoy vive la Iglesia.
    Pero cuando vemos a un lector como este que contesta el escrito de Don Wander y que a pesar de estar en contra del CVII y del modernismo acusa a Benedicto XVI de gnóstico y modernista, parece que debemos esperar lo peor porque la confusión que ha caído sobre la Iglesia resulta francamente invencible.
    Todo indica que es así porque si un lector ciertamente formado e inteligente que parece estar del lado de los "buenos" no tiene ningún empacho en colocar al Papa emérito del lado de los "malos", sin duda estamos en serios problemas.
    Si las cosas son así, cuánta verdad encierra entonces aquel viejo refrán que dice: Señor, cuídame de mis amigos que de mis enemigos me encargo yo.

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  13. Michael Davies tenía una Apología pro Marcel Lefebvre y una Pro Joseph Ratzinger (a quien no vio papa porque se murió antes). Y les puedo asegurar que MD no era modernista. Sabía muy bien lo criticable y lo no de Ratzinger, pero lo defendía contra los tradi "sabelotodos"

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  14. Suscribo cada una de sus palabras. Benedicto es un grande, y me concidero bendecido por haber vivido bajo su reinado.

    Marcelo

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  15. Si fuera gnóstica la idea de que la Iglesia va camino de ser un pequeño rebaño, lo sería también Castellani, Belloc, Chesterton, Newman, Donoso Cortés, Hugo Wast, P. Meinville, Tolkien, S Pío X, León XIII, S. Juan Bosco, las apariciones de La Salette y Fátima (no estará mal referirse al mensaje que dio sor Lucía a la jerarquía española pidiendo conversión y evangelización en los 40...lo del "poder sacro" no le convencía la Virgen en esa época), prácticamente lo mejor del catolicismo del sg. XIX y XX tanto En lo intelectual como en lo espiritual.
    El problema con Ratzinger de muchos es que, como se les saque de los manualitos tomísticos más resecos que una momia y más formulisticos que un Código de Circulación, se pierden. Se ve con la referencia al referente de Benedicto, S. Agustín: El abismo del Misterio de la Fe no es para todos.
    El mejor valor del alemán está en su iter intelectual tan similar a Newman y al de Hipona y cuyo valor para nosotros esta en su modernidad por ser nuestro contemporáneo y estar sumergido en nuestros problemas: de las tinieblas a la luz. Puede que haya influencias de la nefasta filosofia alemana en los principios pero ha caminado hacia la Verdad cada vez más completa con sus errores y resabios pero que aumentan su valor por avisarnos de los peligros y sus posibles remedios.

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  16. Don Wander:
    “La Iglesia está en retirada y reduciéndose a grupos cada vez más pequeños, porque, aunque grandes masas aún se digan católicas, en realidad se trata de paganos bautizados. Los que guardamos la fe somos pocos y cada vez seremos menos; seremos una iglesia pequeña y casi oculta. Y cuando quiera el Señor, si es que lo quiere, que el mundo asqueado y hastiado de su soledad, busque volver a las fuentes de su alegría y de su salvación, encontrará en ese pequeño grupo a quienes volverán a mostrarle el gozo de proclamar a Jesucristo y saberse salvados por Él.
    Y esto, ni más de menos, es lo que dijo el profesor Joseph Ratzinger en su “profecía”. (The Wanderer).

    Admirable análisis el suyo Don Wander, que, con singular claridad conceptual, propia de un empedernido buscador de la verdad, generosamente nos anoticia respecto de algunas de las cosas que hoy están sucediendo en el marco de esa sorda lucha que se da entre “progresistas” e “integristas”, entre “innovadores” y “tradicionalistas”, entre “modernistas” y “ortodoxos”, o como quiera que se los distinga en el seno de la Iglesia Católica, y en la cual, sin dejar de invocar la asistencia divina, usted se propone arrojar alguna luz. Lo hace tratando de iluminarnos denunciando valientemente algunas de las razones por las cuales nuestro querido Papa Emérito, Benedicto XVI, hoy es, a su criterio tan injustamente perseguido por propios y extraños, con la noble convicción de que, aunque en algún momento de su sorprendente trayectoria intelectual, haya acompañado a quienes hoy aparecen como enemigos de la ortodoxia católica, en algunos casos, no es tan fácil distinguir entre quiénes son los “buenos” y quiénes son los “malos” en esa misteriosa contienda intra-eclesial, donde ya se ha denunciado la presencia del mismo demonio en la misma.
    De todas maneras, con notable lucidez intelectual, Don Wander nos brinda un criterio infalible para no equivocarnos respecto de cuál deba ser nuestra posición respecto a las acusaciones que se levantan contra el Papa Emérito, Benedicto XVI, el cual consiste en advertir, no cuántos sean los que lo acusen o defiendan –infame criterio negador de la verdad que se debe defender incondicionalmente-, sino cuál sea el grado de su claro empeño por permanecer fiel al Depósito de la Fe, -misterio de la comunión de los santos- tan celosamente guardado a través de los dos largos milenios de la Iglesia Católica. A la vista de todo lo bueno que ha hecho por defender la integridad de la fe, durante los tiempos de Juan Pablo II y los de su propia gestión papal, considero que es de estricta justicia defenderlo de esos ataques.
    ¡Dios proteja a nuestra Iglesia Católica! ¡Alabado sea Jesucristo!

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  17. "Y cuando quiera el Señor, si es que lo quiere, que el mundo asqueado y hastiado de su soledad, busque volver a las fuentes de su alegría y de su salvación, encontrará en ese pequeño grupo a quienes volverán a mostrarle el gozo de proclamar a Jesucristo y saberse salvados por Él"....Esperemos que el pequeño grupo esté a la altura y que no se comporte como el hijo mayor de la parábola del hijo pródigo (Lc 15). (Copiado tal cual de un comentario, porque èso pienso)

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  18. Minucia útil: Tosatti, con una sola ese.

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  19. Subscrivo totalmente el comentario de Marcelo 21/02 h.18:28

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  20. "...Yo creo que si ese hubiese sido el caso, no estaríamos hoy ante las puertas de un cisma alemán, sino que ya lo tendríamos desde hace algunas décadas, y que tendríamos también un cisma holandés, otro belga, otro australiano y varios americanos..."

    ¿Hubiera sido un mal escenario? Lo único que se logró es arrastrar a todo el resto con los cismas de esas "iglesias".

    Napo

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  21. Ratzinger es un buen hombre, pero modernista, aunque moderado. Sólo un modernista puede decir lo que él dijo en su discurso a la Curia Romana de 2006: "es necesario aceptar las verdaderas conquistas de la Ilustración, los derechos del hombre, y especialmente la libertad de la fe y de su ejercicio, reconociendo en ellos elementos esenciales también para la autenticidad de la religión".

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    Respuestas
    1. Estimado, su comentario me sugiere dos preguntas:
      1. ¿Cuál es su definición de "modernista"? Podría ser el caso, como es para muchos, que quien no es tomista, es modernista.
      2. ¿Cuál es el "modernistrómeto" que usted utiliza para las calificaciones de severo, moderado o leve?

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    2. ¿Acaso no es modernismo defender la libertad religiosa, tal como la entiende el CVII?
      ¿No es modernismo promover el ecumenismo con falsas religiones?
      ¿No es modernismo apoyar el laicismo?
      Hacen falta 5 minutos para googlear un poco acerca de Ratzinger y enterarse que él mismo apoyó esos errores.
      Sólo Dios sabe si a esta altura de su vida es un buen hombre o no. Y nada de lo que opinemos cambiará eso.
      Pero de ahí a negar hechos históricos hay un abismo.
      Por otro lado, por supuesto que no es suficiente no ser tomista para ser modernista, pero vaya que colabora en estos tiempos.
      Y tampoco se trata de tener un termómetro de modernismo, con tan sólo un poco de sentido común y honestidad intelectual basta para ver la realidad tal y cómo es.

      Bernardo Calabrese

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    3. Don Wander. Más allá de su buena argumentación académica en el post, no puede negar cierta o aparente heterodoxia en algunas intervenciones de Ratzinger. No lo convierta en una defensa ciega; usted sabe bien que así en la vida como en la iglesia hay pocos blancos y negros puros. El libro " Introducción al cristianismo" y esta cita (por ejemplo), a la que usted no respondió , tienen cosas raras al menos. Más allá del tomismo o no ( que el anónimo de arriba jamás nombró). No soy teólogo y tampoco digo taxativamente que sea modernista, pero tampoco hagamos oídos sordos.
      Suyo
      A G.

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    4. Estimado Bernardo, estoy de acuerdo con usted en que la expresión "taras lefes" utilizada por un comentarista no es apropiada. En todo caso, serán prejuicios de algunos "lefes", y de muchos otros que no lo son. Y tampoco creo que la carta de ataque a Ratzinger haya sido escrita por un "lefe", pues aún se recuerdan las palabras de Mons. Fellay quien afirmaba que Ratzinger tiene un corazón tradicional.
      Yendo a su comentario, me permito una sugerencia: cuando quiera formarse un opinión seria y responsable de una persona, no la google durante cinco minutos. Más bien, lea su obra. Eso le llevará semanas o meses; y si no puede o quiere hacerlo, lo más prudente es guardar silencio.
      1. Con respecto a la libertad religiosa, tengo pensado escribir un artículo dentro de poco. No lo haré ahora.
      2. En cuanto al ecumenismo, debería usted definir qué entiende por tal. Si se refiere a una actitud sincretista, estoy de acuerdo con usted. Pero no es eso lo que Ratzinger ni lo que yo entendemos por tal. Por ecumenismo entiendo el diálogo entre religiones, y eso no es modernista. Eso lo hizo la Iglesia durante 1500 años. San Justino, mártir de la fe, en el siglo II escribió un largo libro -"Diálogo con Trifón"--, dialogando con un pagano. Y a él lo siguieron muchos Padres. Durante la Edad Media, las zonas europeas de confluencia de culturas, eran lugares de permanente diálogo y colaboración entre cristianos, musulmanes y judíos. Le menciono Salerno, el Al-Andaluz y Toledo, por ejemplo. Y fue justamente ese diálogo "ecuménico" el que permitió que las obras de los grandes filósofos de la antigüedad y del mundo árabe llegaran a las universidades en el siglo XII-XIII.
      Santo Tomás está en permanente diálogo con otras religiones. En su Suma de Teología dialoga permanentemente con paganos como Aristóteles y Plotino, con musulmanes como Avicena y Averroes, y con judíos como Maimónides. Y no solamente para refutarlos, sino que utiliza sus argumentos para exponer de un mejor modo la fe cristiana.
      Los jesuitas en las zonas de misión como India y China del siglo XVI, estaban en permanente diálogo con el budismo y el sintoísmo, y quizás hasta se les fue la mano. Piense en Mateo Ricci.
      En conclusión, el ecumenismo entendido como diálogo y colaborocación entre religiones siempre existió en las Iglesia.
      3. No sé qué entiende por laicismo.
      4. Para afirmar o negar hechos históricos, primero hay que conocerlos. Y conocerlos en serio, y no a través de Google.
      5. De acuerdo con usted en que estos tiempos de confusión el tomismo colabora muchísimo, pero le recuerdo que la Iglesia nunca tomó partido por alguna secuela teológica en particular, cual es el tomismo. En momentos de confusión similares al presente, en sl siglo XVI, los Padres del Concilio de Trento se cuidaron muchísimo, revisando una y otra vez hasta la última coma de los documentos que redactaban, para que no apareciera alguna expresión que hiciera suponer que la Iglesia se inclinaba por una escuela teológica. Lea las actas; están en la "Historia del Concilio de Trento" de Jedin.
      En la Iglesia conviven el tomismo con el agustinismo, son el suarecianismo, con la escuela franciscana, y con varias más. Todas ellas son católicas. Usted, como yo, puede preferir una u otra, pero eso no le da derechos a desconocer o despreciar el resto.
      6. Insisto. El sentido común se adquiere, y si usted quiere tener honestidad intelectual, lo primero que debería hacer es infórmese seriamente, y no a través de Google, o de intérpretes. Lea, en este caso, a Ratzinger. Pero léalo en serio. Y después podrá ver la realidad tal como es.

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    5. Wanderer, agradezco la respuesta y si me lo permite le contesto.
      Reconozco que no fue muy feliz decir que con tan sólo 5 minutos en google se puede conocer el pensamiento de Ratzinger, o de cualquier otro, claro está.
      Sin embargo, y sin ánimo de comenzar un ida y vuelta interminable, lo que quiero decir es que hay innumerables documentos oficiales y públicos al alcance de quien desee conocer el pensamiento de Raztinger.
      En mi caso, me he tomado el trabajo de leer en el sitio oficial del Vaticano las Encíclicas de BXVI, exhortaciones, varias de sus homilías, mensajes pastorales y discursos. Muchos de estos documentos oficiales, firmados por el propio Ratzinger, se alejan en demasía de la ortodoxia doctrinal.
      Para no hacer tan extensa la respuesta, al final dejaré un enlace donde se pueden consultar estos documentos.
      Y ahora sí le contesto sobre el quid de la cuestión: si bien no he leído la totalidad de la obra de Ratzinger (imagino que muy pocos lo han hecho) he leído suficientes documentos de su autoría como para afirmar que muchas de sus ideas, opiniones, doctrinas -o como quieran llamarlas- han sido condenadas por el Magisterio de la Iglesia como modernistas. Ese es mi termómetro.
      Por último, le contesto sobre sus particulares:
      1. Estaré muy interesado en ver qué entiende usted por libertad religiosa.
      2. Raztinger asumió un ecumenismo muy distinto al que usted plantea. Un ejemplo es la lamentable Reunión de Asís del año 2011 con los líderes de las falsas religiones, todas en un pie de igualdad y diálogo indiferentista. Otro ejemplo escandaloso es lo dicho en Agosto del 2005 cuando relata su viaje a la JMJ en Colonia: "este año
      se conmemora el 40° aniversario de la declaración conciliar Nostra aetate, que inauguró una nueva etapa de diálogo y solidaridad espiritual entre judíos y cristianos, así como de estima por las otras grandes tradiciones religiosas. Entre estas ocupa un lugar particular el islam, cuyos seguidores adoran al único Dios y veneran al patriarca Abraham".
      Sobre este punto sí quisiera explayarme brevemente: en lo único que acierta BVXI es en que Nostra Aetate inauguró una nueva etapa de diálogo con los judíos nunca antes vista en la historia del catolicismo; porque en lo demás, jamás la Iglesia tuvo estima por las otras "grandes tradiciones religiosas" y el Único Dios es el Dios Trino, en el que hasta donde sé no creen los musulmanes.
      3. Por laicismo, para ser breve, entiendo todas las ideas condenadas en el Syllabus errorum de Pio IX sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado (ptos. 39 a 55)
      4. Coincido, ya le expliqué lo que quise decir.
      5. Entiendo que la Iglesia sí ha preferido el tomismo por sobre otras escuelas teológicas. Para decir esto me baso fundamentalmente en las encíclicas Aeterni Patris de Leon XIII y Doctoris Angelici de San Pio X. Por otro lado, es una buena muestra ver los frutos que ha producido en los seminarios modernos el alejarse del tomismo.
      6. He procurado explicar que no me basó en Google o intérpretes. Por lo que también insisto: he leído a Ratzinger lo suficiente como para tener formada una opinión sobre su pensamiento. Pero como dije antes, sólo Dios sabe si ahora es un buen hombre o no.

      Bernardo Calabrese.

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    6. https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es.html

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  22. https://rorate-caeli.blogspot.com/2022/02/papolatry-and-ultramontanism-are-not.html

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  23. No he leido la carta, pero por casualidad quien la escribe no es un Lefe? Porque tiene todas las taras y reduccionismos de èstos.

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  24. Estimado Wanderer, cómo podría ponerme en contacto con usted? Saludos y gracias.

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