Parte primera: La superstición vaticana
Realidad y mito del Concilio Vaticano II
por Eck
Un espíritu para gobernarlos a todos. Un espíritu para encontrarlos,
un espíritu para atraerlos a todos y atarlos en las Tinieblas
El Concilio Único
Introducción general
Un fantasma recorre la Iglesia: el fantasma del Concilio. Todas las fuerzas de la vieja Iglesia se han unido en santa cruzada a favor de ese fantasma: el Papa y la Curia, el progresismo y el oficialismo, los radicales liturgistas y los polizontes sinodales. ¿Qué parte de la Iglesia no ha sido motejada de anticonciliar por sus adversarios en el poder? ¿Qué parte de la Iglesia, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes de los progresismos más avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de anticonciliar? De este hecho resulta una doble enseñanza: Que el anticonciliarismo está ya reconocido tácitamente como una fuerza por todas las potencias de Iglesia.
Que ya es hora de que los anticonciliaristas expongan al mundo entero sus ideas, sus fines y sus razones; que opongan a la leyenda del fantasma del Concilio un manifiesto de la verdad de la Fe por el cual venga la luz y los fantasmas vuelvan a las tumbas que no debieron abandonar.
El espíritu del Concilio
Este fantasma del Concilio en una superstición muy enraizada en el humus histórico de los últimos siglos que ha afectado de lleno a toda la Iglesia con la excepción de una facción minoritaria del progresismo, degeneración degeneradísima del modernismo, que la está usando para sus fines mundanistas, ora utilizándola como escudo frente a sus adversarios y como disfraz con el que pasan sus venenos de matute, ora como forma de control de opiniones y creencias y de control eclesial. Todos los demás han caído en la trampa del Vaticano II pues le atribuyen poderes y cualidades más allá de los pocos que realmente tiene: un espectro, un fantasma, un coco, una aparición, una iluminación, una visión; en definitiva, un embeleco que nos asusta y fascina por vivir entre nieblas y oscuridades porque a la luz de la fe y la razón se disuelve en la nada.
La superstición vaticana, fe desmedida o valoración excesiva de sus documentos, ha afectado a todos pero no de la misma forma. Como el Anillo Único ata los demás anillos de la Tierra Media, así el Espectro del Concilio ata a las distintas partes de la Iglesia, a unos con una tentación determinada, a otros con otra y a todos con su creencia fenomenal de su grandeza, buenísima o malísima, y su aceptación o rechazo porque tiene la virtud, esta sí real, de mostrar a cada uno sus flaquezas convertidas en deseos, sus debilidades en miedos.
La mayoría del progresismo la acogió como el 1789 de la Iglesia, entre locos deseos misticistas, fumadas esperanzas milenaristas y absurdos joaquinistas mientras que el tradicionalismo lo vio como todo lo contrario, monstruo apocalíptico y satánico, cuando el Diablo es mucho más fino, soberbio y malvado de lo que piensan para usar semejante porquería para su gran traca final aunque no le amaga el dulce de fastidiar de lo lindo a la Iglesia... El problema del progresismo es que su triunfo es su muerte como ya se está viendo ya que es una pura contradicción: ¿puede existir una Iglesia de incrédulos o una monarquía absoluta formada por republicanos? No, y esa es la tragedia interna de tanto alto clero, sus medidas minan la fuente de su poder pero, como en la fábula del escorpión y la rana en el río, es su naturaleza que sigan caminando hacia el abismo.
Los ultramontanistas, reconvertidos en oficialistas de la estricta obediencia, lo ven como sus pontífices les dijeron que había que verlo: la preparación y hoja de ruta de la Iglesia del Tercer Milenio patéticamente adveniente, de la que ellos son los representantes y legitimos primogénitos, y cuyos problemas de implementación proceden de los dos grupos anteriores, con la salvedad de que los progresistas, más cercanos a ellos en el fondo, están errados por sus prisas y utopismos, y que los otros, verdaderos enemigos por su apego al pasado, por ser infieles en el fondo a su único tesoro, a su único amor, a su único ídolo, a su único dios: la Santa Sede y su temporal ocupante.
Y a los tradicionalista les liga con la superstición farisea de que toda la culpa de la hecatombe procede del Concilio y de sus enemigos modernistas. Así pueden exclamar como Pilatos: “Yo soy inocente de la sangre de este justo. Vosotros veréis” (Mt. XVII, 24) mientras se lavan las manos del desastre para seguir adorando y defendiendo a sus idolillos más queridos: la iglesia ultramontana del siglo XIX. Paradójico, combaten a la hija con la madre que la parió y ponen como solución de las consecuencias a las causas que dieron lugar a lo que combaten. Sin saberlo, dependen del Concilio tanto como los demás y están atados a él con fuerte vínculo. Excusa y justificación de su fariseismo ¿Qué harían sin el Concilio, a quien mirarían, a quien echarían la culpa de una tragedia durante varios siglos incubada? A nadie.
La fabricación del anillo en el Monte Moria, sito en Utopia
Sauron lo forjó en Orodruin en la Tierra de la Opinión
El Neo-Silmarillion
Para comprender como se forjó el mito de estos textos debemos remontarnos a su origen: las circunstancias del Concilio. Dice un refrán español que a perro flaco, todo son pulgas. Lo mismo podríamos decir de la época en que se reunieron los padres conciliares bajo las naves de S. Pedro. La Iglesia venía del progresivo fracaso de la fórmula ultramontana inaugurada por el beato Pío IX. Solución de emergencia tras los huracanes y tormentas de la Revolución Francesa que barrieron la Iglesia hasta dejarla destrozada, permitió sortear el escollo pero se alargó en demasía y creó además nuevos y graves problemas. Enflaqueció la Iglesia hasta ser un saco de huesos por haber sido chupadas todas sus fuerzas vitales por ese vampiro del Vaticano.
Por fin se había convocado un Concilio y en unos primaverales tiempos, todo era optimismo floreciente y buenas energías. Se iba a renovar la Iglesia de su cabeza a sus miembros, a derribar muros y murallas, a convertirla en un Asram cristiano entre nubes de incienso, a llevar el amor crístico al hippy modo por el todo el orbe conocido para al final cantar una voce el cumbayá de “juntos como hermanos” en medio de un mundo superfeliz de anuncio de Coca Cola. Para los aguafiestas era el ataque final de las hordas orquianas del modernismo, la antesala de la Dagor-Dagorath, la separación del trigo y la cizaña con ellos entre los puros cayendo gloriosamente como Thor en el Ragnarok ante la Roma apóstata, retrotraída a los tiempos de Nerón y Diocleciano pero con un tipo vestido de blanco en vez de los Césares y cardenales en vez de senadores.
En ambos la utopía fuera del tiempo, o el paraíso o el infierno en la tierra, pero esos textos y esa reunión no daban para tanto. Sin embargo, la Opinión obró el milagro: se forjó el Concilio único, el tambor que marca el son a todos con su retumbar en su danza frenopática en torno a él mientras ululan alucinados sus mantras entre la rabia y el delirio baboseando mantras surrealistas. Una idolatría pura, un nuevo Baal al cual se sacrifican almas entre el sonido de las trompetas de la modernidad, una máscara de soberbia y vanidad en medio de una sociedad veneciana decrépita, un trozo de papel que ni ve ni oye ni puede traer la salvación con su adopción o repudio. Sólo la indiferencia y el ninguneo lo puede matar.
Sin embargo, no se quiere aceptar esto por muchos motivos y confirma lo que decía agudamente Epicteto, los hombres se ven perturbados no por las cosas, sino por las opiniones sobre las cosas (Manual, Cp. V). Sigue el sabio estoico con otra frase sobre el temor a la muerte que puede ir como anillo al dedo a nuestro tema: la opinión sobre la muerte, la de que es algo terrible, eso es lo terrible. Lo terrible y que gran daño nos ha hecho son las creencias y su correlato en acciones a las que han desembocado, no los mismos textos conciliares. Su loca superstición, sea progresista, oficialista o tradicionalista, el bien llamado “espiritu del Concilio”, forjado durante décadas por todos, es lo que nos atrae a todos a las Tinieblas y, éste sí, producto del Demonio es lo que nos está perdiendo.
Veritas liberabit vos
Menos para los incrédulos del Vaticano II, ninguna de las locas esperanzas se han confirmado. Ni iglesia utópica y espiritualista a la escucha del kairós, que suele ser la última antigualla a la moda; ni iglesia del Tercer Milenio conquistadora del Mundo o Gran Ramera de él; ni iglesia apocalíptica con su Falso Profeta francisquita. Lo que tenemos es la iglesia en el pantano, donde han confluido los lodos de muchas décadas, moran todas las sabandijas y chapotean los errores de muchas generaciones. Paso a paso hemos andado por el cenagal hasta quedar atrapados en él, eslabón a eslabón nos hemos forjado las cadenas y grilletes que nos encarcelan. El culmen fue ese Concilio, fracaso tan absoluto, ridículo y total que debe hacernos replantear muchos temas e ir a la raíz de los problemas con la experiencia de todos estos siglos, con sus aciertos y errores. Sólo la Verdad hará libre a la Iglesia y a todos nosotros si somos valientes de reconocerla y acogerla con humildad.
Comprender que el verdadero poder del Concilio no está ni en él ni en sus textos sino en la creencia supersticiosa conciliar, es la clave para liberarnos de su poder de fascinación y de perdición. Si no lo hacemos, seguiremos encadenados y sin esperanza de futuro, dormidos en una pesadilla en vez de despertarnos a la realidad. Decía el filósofo Ortega y Gasset a los argentinos: !Argentinos, a las cosas, a las cosas¡, es mucho más justo y correcto decir: !Catolicos, a las verdades, a las verdades¡ A la verdad fundamentada con la razón y el corazón de Cristo y su Iglesia sin engolfarnos en bobadas ni futuristas ni pasadistas ni vaticanosegundistas, sea para alabar ni condenar. ¿Dónde está la investigación amorosa y abismal de la Verdad y los misterios de la Fe?¿Dónde están las obras de arte que muestre nuevas bellezas de Dios y su Creación, de la profundidad y luchas del corazón humano?¿Dónde están las nuevas formas de Caridad para llevar el fuego divino a los desgraciados y combatir al Malo? ¿Dónde están los continuadores y emuladores de la Tradición, los nuevos S. Agustín, Basilio, Tomás de Aquino, Dante, Cervantes, Calderón, Castellani, Newman, Chestertón, etc.? ¿Dónde está un culto y rito que nos transporte al paraíso como los orientales o que nos muestre el infinito amor de Cristo en la cruz como las del P. Pio? Nadie nos puede impedir estas cosas sino nosotros mismos y nuestras supersticiones. No sobre si son galgos o podencos, tonterías o herejías del Concilio y los magisterios posteriores los que nos debe preocupar, sino de esto para dar vida y darla en abundancia a este mundo desértico.
Creo que llamar fracaso a la fórmula piana no se sostiene con los datos en la mano. La práctica religiosa era alta entre los fieles y la Iglesia crecía por todas partes, incluso en países tradicionalmente protestantes como Reino Unido o Países Bajos con la Het Rijke Roomse leven que llegó a igualar el número de católicos con el de protestantes. Todo ello con notables conversiones como la de Chesterton, Evelyn Waugh, Peter Keeft o Thomas Merton. Todo acabó con el Concilio y la sangría de fieles,bautizos, vocaciones y religiosos posterior.
ResponderEliminarEstá clarísimo que la sangría comenzó en los inicios del siglo XX: las familias católicas ya no tenían más de 5 hijos, el apoyo a la democracia cristiana evidenció lo insólito de seguir apoyando exclusivamente a las moribundas o fallecidas monarquías "católicas", surgió el Movimiento Litúrgico y el Movimiento Ecuménico, la Nouvelle Theologie y todos los reformistas del CVII estaban en el seminario o ya ejerciendo el ministerio. La mayoría de los curas y monjas que colgaron sus hábitos lo hicieron antes del Vaticano II.
EliminarEl mito de que toda esa hecatombe la produjo el Vaticano II es propaganda lefebvrista que se niega a reconocer que la Iglesia preconciliar era ya un desastre absoluto. El Vaticano II fue un caño de escape.
«La mayoría de los curas y monjas que colgaron sus hábitos lo hicieron antes del Vaticano II».;
Eliminarfalso, la gran mayoría de los curas y monjas que colgaron sus hábitos lo hicieron masivamente después del concilio vaticano ii.
por cierto, la iglesia postconciliar es un desastre absoluto aun mayor de lo que era la iglesia preconciliar.
Don 15:33, tiene usted toda la razón. Tengo 70 años y eso fue lo que viví. Añada que en los pueblos se quitaron imágenes de las iglesias. Para acercarnos a los hermanos separados, decían.
EliminarYo tenía entendido que las reducciones al estado laical concretadas desde 1915 a 1965 fueron 815 en toda la Iglesia. Desde 1965 a 1985 las reducciones concretadas fueron 33.000 (la mayoría concedidas por Paulo VI). Y Juan Pablo II intentó desacelerar ese proceso de huída. Pero la cifra real (incluye a los que no iniciaron ningún proceso canónico) de sacerdotes que "colgaron los hábitos" después del Concilio debe ser alrededor de entre 70.000 y 80.000 sacerdotes. Téngase presente que en los jesuitas, el abandono fue (mínimo) de 8.000 miembros. Por otro lado, si un signo de vitalidad son las vocaciones sacerdotales, es totalmente comprobable que la primavera posconciliar de la Iglesia jamás existió. Pensemos que cuando muere Paulo VI y asume Juan Pablo II en 1978, el número de sacerdotes en todo el mundo era de 420.000 con una cantidad de católicos de 714 millones. Hoy en día, con casi el doble de católicos en el mundo (unos 1.300 millones), el número de sacerdotes es 405.000, menos que cuando asumió Juan Pablo II, de esto hace 45 años.
Eliminar«La mayoría de los curas y monjas que colgaron sus hábitos lo hicieron antes del Vaticano II»
EliminarEso es falso. Se habrán formado en la Iglesia preconciliar, hecho sus votos y sus ordenaciones en la Iglesia preconciliar.
No hay más que leer el anuario pontificio de cada año y ver el clamoroso descenso en los números de sacerdotes, religiosos y religiosas. Y todo después del Concilio.
En Estados Unidos la Iglesia crecía muchísimo.
El card. Spaellmann (arz. de Nueva York, había dicho "en el año 2000 EEUU será un país católico".
Solo en el pontificado de Pío XII, la Iglesia duplicó prácticamente todos sus números.
Nunca pude entender la colgada de hábitos masiva postconciliar: si eran progresistas, el Concilio les daba lo que querían (un desahogo o como quieran llamarlo). Iban a estar más a gusto. Y si eran tradicionalistas, menos se entiende. Si alguien que la haya vivido desde adentro se ofrece a explicar...
EliminarEse triunfalismo piano, que no tenía el propio Pio XII que no se atrevió a convocar un Concilio Ecuménico y tenía negros presentimientos, no se sostiene. El profético Castellani dio la voz de alarma durante esos años y fue castigado, León XIII escribió su famoso exorcismo y S. Pio X se lamentaba amargamente de la desafección de las masas populares y del terrible escándalo de que los pobres se alejasen de la Iglesia. En la España católica se vio la mayor persecución desde Diocleciano y una gran minoría antirreligiosa, Italia y Francia casi la mitad de la población era comunista o asimilados, Portugal casi igual. De la situación de las Américas de habla española y portuguesa podrán hablar los de allí aunque me imagino que será parecido.
EliminarEl impulso inglés de Newman se agota hacia los cincuenta y para los setenta quedan algunos epígonos muy envejecidos (Tolkien, Waugh, etc.).
Sin esta sensación de crisis no se entiende el furor que causó el Concilio y sus medidas que, no nos podemos engañar, tuvieron casi todos los estamentos eclesiásticos, no solo la minoría progresista. Un cuerpo sano y fuerte expulsa cualquier virus o bacteria mientras que uno debil y enfermo lo acogen. El Vaticano II es el síntoma de que la Iglesia estaba enferma a pesar de su apariencia y ahora con Francisco y, sobre todo, con su corte (porque no solo es el Papa sino quienes le eligieron y quienes le apoyan aunque los más listos se preparan para el porvenir) ya da la cara el mal.
Nota: Yo no pondría como ejemplo a T. Merton, su autobiografía como la de Juan XXIII nunca me convenció a pesar de estar muy bien escrita y ser muy interesante. De hecho, leyéndola me dio que su desastrado fin estaba en su principio: nunca debió ser monje y ni siquiera ordenado en ese momento. Ahora bien, a muchos de nuestros males actuales arroja involuntariamente luz Merton como Lamennais.
Birlibirloque
EliminarImagínese que un día su madre, luego de criarlo, enseñarle sus primeros pasos y educarlo le dijera:
De ahora en más esas cosas las cambiaremos por otras, nuestras costumbres las abandonaremos y nos cambiaremos en la lengua el vestido y hasta el modo de rezar.
Muchos no pudieron entender la situación, si ahora me dicen que lo anterior por lo cual abandone el mundo ya no va más, por que habría de confiar en que esto si lo vale? Y cómo volver a lo anterior si me lo enseño el mismo que ahora me dice que es por este nuevo camino y no lo viejo?
Sin entender, muchos optaron por huir como lo más sano que supieron hacer.
Gracias por la explicación; es un argumento interesante, aunque no termina de convencerme del todo.
EliminarUna vez hace 10 años conversé largamente con un viejo cura salesiano. Le dije que el "cuelgue de habitos" posconciliar en forma masiva era un amargo fruto del CVII. Su respuesta fue clara: se fueron porque no tenían vocación, tenían capacidades intelectuales y de alguna forma podían llevar adelante la vida en religión. Habían entrado por cuestiones de familia, por prestigio, por presiones, etc. Al darse facilidades para irse pasaron por colgar los hábitos. En resumen: se fueron muchos de ellos porque estaban en el lugar equivocado
EliminarLa explicación de las 22:53 me parece más razonable y creo que clarifica más la cuestión. Muchas gracias.
EliminarAnónimo 22:53
EliminarPuede que tenga razón, y sea la causa de muchas, no creo que todas, las defecciones del estado religioso.
El problema es que desde entonces, y cada vez más, los criterios de selección dejan fuera o expulsan a los capaces, aptos, con vocación, en favor de los mediocres.
Y no se crea que hoy no entra ninguno por cuestiones de familia. No será como antes, el prestigio, o esas razones más o menos mundanas, pero todavía peor, "nenes de mamá" que son empujados por el sentimentalismo materno, por ejemplo.
El clero actual está lleno de ineptos para la vida religiosa, por ser "nenes de mamá". Y de entre ellos salen muchos de los sodomitas.
Mi emotividad eslava se desborda de gozo al leer estas líneas!
ResponderEliminarQué magnífica y a la vez preocupante semblanza de la crisis terminal que vive la Iglesia esta que hoy nos brinda Eck.
ResponderEliminarEntre tantas verdades recreadas con brillantes alegorías, quisiera rescatar esta que más bien parece una profecía de inminente cumplimiento: "El problema del progresismo es que su triunfo es su muerte -como ya se está viendo- ya que es una pura contradicción: ¿puede existir una iglesia de incrédulos o una monarquía absoluta formada por republicanos?".
Lo dicho es una verdad que duele, un axioma que nos lleva a una catástrofe anunciada pero inevitable porque esta iglesia de hoy ya no es la Iglesia que Cristo fundó sobre Pedro, es una falsa iglesia.
Recuerdo un hecho muy significativo que lo confirma y que en tiempos del Vaticano II fue un anticipo de lo que tal vez nos espera en este pontificado de Francisco.
En efecto, la Madre Nieves García, directora del internado donde estuvo Conchita de Garabandal, reveló que cierta vez la niña le había contado sobre una charla que mantuvo con su tía en 1962, donde ella le dijo que según la Virgen antes de que se cumplieran todas las profecías tendría lugar un sínodo muy importante.
En ese tiempo los sínodos aún no existían porque Pablo VI recién les dio inicio en 1965, razón por la cual la tía, confundida, le preguntó si se refería a un concilio. No, replicó Conchita, la Virgen habló de un sínodo.
Es un secreto a voces que el Sínodo de la Sinodalidad que Francisco abrirá en octubre de este año amenaza ser la piedra de tropiezo que podría provocar un cisma peor que el de Lutero.
Sobre este punto, Infocatólica informa que ayer, 1 de marzo, Monseñor Bätzing envió una carta a los cardenales Parolin, Ladaria y Ouellet,haciéndoles saber que la semana que viene tendrá lugar en Frankfurt la quinta y última asamblea sinodal del camino sinodal donde discutirán la creación de un Consejo Sinodal al que Roma se opone, motivo por el cual Bätzing les pide una reunión en Roma para discutir el tema una vez concluida la asamblea de Frankfurt.
El que no ve que se viene un diluvio que arrasará con todo lo que encuentre a su paso es porque vive en Babia. Y por cierto no es uno solo, son legión.
Fuenteovejuna
GASTÓN: ¿Pero de dónde saca el anónimo de las 13:56 eso de que "La mayoría de los curas y monjas que colgaron sus hábitos lo hicieron antes del Vaticano II" Sugiero que se aplique aquí lo de que "las opiniones son libre, los hechos son sagrados". Es mentira, es una burda mentira
ResponderEliminarSí, sí Eck, creo que hay mucho de fantasma respecto del concilio vat2. Y lo peor es que pasan y pasan los domingos, unos tras otros y la prédica es siempre lo mismo: ¿ Sobre Cristo, la Virgen, los Santos, las Virtudes???? ....NO, el Concilio Vaticano II. ¿Los progres? No.(Éstos hacen política o ideología) ¿Los tradis ? Sí . ¿Todos? No, pero casi.
ResponderEliminarExcelente artículo. Muy resumido, claro, porque es un tema amplísimo, pero yo también estoy convencido de que va por ahí la cuestión. La tentación siempre, siempre, siempre busca desviar nuestra atención de lo verdaderamente importante.
ResponderEliminarUna frivolidad mi comentario, ante tan enjundioso artículo; paro, ¡qué buena foto! Un Ratzinguer joven es lo primero q se ve.
ResponderEliminarPerón fue derrocado antes del Concilio Vat2, en 1955.
ResponderEliminarEn su último año legalizó el divorcio (30 años antes que Alfonsín) y la prostitución con burdeles legales, zonas rojas legales y sindicato de meretrices (un conjunto de medidas incluso a la izquierda de la Argentina del 2023, dignas de Ámsterdam).
Eliminó la enseñanza religiosa de las escuelas públicas y les quitó los subsidios a las escuelas parroquiales.
En la Ciudad de Buenos Aires, que no era autónoma y dependía directamente del presidente, se había prohibido que los locales comerciales expongan símbolos navideños cristianos como pesebres, y se había convocado a una nueva reforma constitucional, acotada y restringida a quitarle el apoyo estatal a la Iglesia Católica, sólo para eso.
Probablemente, para ese entonces, la mayoría de los argentinos pertenecía al grupo de los que estaban de acuerdo con eso, o no estaban de acuerdo pero amaban a Perón más de lo que amaban al "orden social cristiano".
El Concilio probablemente haya sido un error, pero tal vez fue más consecuencia que causa.
Creo que los argentinos tienen que hacer mucha penitencia pública por habernos traído a Bergoglio.
ResponderEliminarLa penitencia habría que hacerla por haber desoído a los profetas que nos envió Nuestro Señor, con Castellani a la cabeza, y por haber preferido la politiquería (Perón) a la Religión.
EliminarBergoglio es el castigo, o parte del castigo.
Ya hicimos penitencia, por eso el Señor se lo llevó a otro lado. Ahora hagan penitencia Uds.
EliminarTiene razón Andreas.
EliminarGASTÓN: Espero que este comentario pueda servir para centrar el tema del concilio. ¿Consecuencia? ¿Causa? Más bien habría que pensar que en la Historia los concilios, con más o menos éxito, se han convocado para solucionar problemas no para agudizarlos. O crearlos. Y esta sería la excepción que el Vaticano II representa, que no ha arreglado nada o casi y ha destruido todo. Y por esta excepcionalidad urgiría no gastar más energías en girar en torno a él y volver a lo esencial de la Religión. Cuanto antes. Creo que es la tesis de Eck
ResponderEliminarGASTÓN: Penitencia en todo caso compartida con los polacos pues fue uno de ellos quien le firmó los nombramientos de obispo y cardenal y es por eso responsable principalísimo de este desastre. Y compartida, también, con las nacionalidades de todos los purpurados insensatos que le votaron en cónclave. Un amplio espectro penitencial, nunca mejor dicho
ResponderEliminarLos que antes defendían la hermenéutica de la continuidad, y atacaron a quienes se dieron cuenta que el concilio cambio la fe, hoy quieren ser los que descubrieron que el mal viene de antes. El mal existió desde que lucifer se sublevó, pero no quieran hacerse los originales exculpando al concilio con el cuento de que el mal ya estaba antes. Reconozcan que tardaron cuarenta años para darse cuenta que el concilio cambio la fe, y dejen de culpar a Pio IX o a San Pio X que mucho hicieron para combatir el modenismo, y menos a Monseñor Lefebvre que fue e único que hizo lo necesario para contrarrestar los males del concilio, cuando todos trataban de interpretarlo a la " luz de la tradición"
ResponderEliminarEstimado anónimo:
EliminarYo nunca he defendido la hermenéutica de la continuidad, cuya mera mención ya supone que no ha habido continuidad de algo que debería ser evidente, ni he exculpado al Concilio pero tampoco este surgió de la nada ni fue un suceso espontaneo y si pudo haber infiltración de ciertos elementos pero no creo que fueran el fundamento del problema sino respóndame ? Como fue aceptado por el casi 99 por ciento de la Iglesia formada por Pío IX y S. Pío X? Porque no hay ejemplo igual en la historia. Siempre me ha parecido acertadísima la frase bíblica de que los padres comen agraces y los hijos sufren dentera: fue el ultramontanismo de esos papados lo que hicieron que casi toda la Iglesia se tratase como palabra de Dios las necedades de ese Concilio. Y respecto a monseñor Lefevre, siempre me ha parecido una figura trágica que hizo mucho bien y mucho mal al tradicionalismo. Bien su valentía y martirio pero mal en que nunca entendió como era y es Roma y como había que comportarse con ella. Hay otro aspecto que me gustaría comentar y es el desagradecimiento a Benedicto XVI. En la burbuja tradi no se ve pero quienes tenemos muchos contactos con el resto de la Iglesia vemos la enorme sombra protectora de un Papa que se la jugó por nosotros o ? No nos acordamos de que el inicio de los grandes ataques a su persona comenzaron con el S. Pontificum y el levantamiento de las excomuniones a la Fraternidad? Si hoy muchos nos aceptan y nos ven con simpatía es por este pontífice, quien quitó la mácula de cisma pero ahora muchos juegan a acusar de no sé qué cosas mostrando que dentro de este campo hay fallas muy profundas. Y último, hemos tardado casi doscientos años, y en algunas cosas más de mil, en caer en la cuenta de errores muy graves que ahora dan cara. No han cambiado la Fe pero si nos han llevado a este cenagal.
Suponiendo que es lo que vos decís. ¿Ahora qué? ¿Seguir predicando todos los domingos sólo sobre el Concilio malo y nada más ? Ni Lefebvre haría eso. Ese es el fantasma del cual habla Eck.
EliminarGASTÓN: "¿Cómo fue aceptado -el Vaticano II- por el casi 99 por ciento de la Iglesia formada por Pío IX y S. Pío X?" pregunta Eck. Creo que al menos en España se puede responder a esta pregunta: "Por una aplicación brutal de la autoridad pontificia" Ejemplo lo sucedido con la petición de más de 5.000 sacerdotes de seguir con la Misa de siempre dirigida a Pablo VI y a la que el Papa del diálogo ni respondió. Lo hizo Benelli en su nombre en un texto de altivo desdén. ¿Fue éste -el español- el único caso representativo de la situación? Porque aquí se explica mucho, si no todo, a partir de aquel ejemplo que nos conduce a la actual situación en la que hasta los más conservadores han cambiado la verdad por la autoridad y en el análisis de las causas de la desmoralización actual el caso del Papa de la pachamama es como si no existiera. ¿Podían los miles de firmantes seguir adelante con su reclamación? Claro que sí pero no lo hicieron como también callaron "para siempre" los firmantes del Breve Examen Crítico y el único que persistió fue el -por eso precisamente- visto por muchos como el Atanasio del siglo XX. Con errores prácticos abundantes que supongo también se encontrarían en la biografía del Atanasio del siglo IV. Y, por cierto, me sumo a la oración por el querido Mons Baseotto.
EliminarEstimado Gastón, creo que a la pregunta con la que inicia su comentario se podría responder de un modo alternativo: "por obediencialismo brutal del clero y los fieles a la autoridad pontificia". Y ese obediencialismo servil es fruto, como dice Eck, de los pontificados ultramontados de Pío IX y San Pío X.
EliminarPor contribuir a lo dicho por Eck y repetido por Wanderer.
EliminarEsos 5.000 sacerdotes españoles, y todos los otros en el resto del mundo, deberían haber sabido desde el principio que no tenían por qué pedir nada, pues el Rito Romano no podía ni puede ser abolido o suplantado de la manera que lo fue. Si no fuera por el obediencialismo, se hubiera directamente resistido y no acatado las órdenes injustas.
Y aun cuando se pudiera considerar prudente hacer una petición a la autoridad legítima (aunque la orden era injusta), ¿por qué luego de la respuesta altiva y desdeñosa no hicieron nada más? Servilismo.
Es imposible de saber ahora, pero sería interesante conocer las razones de esos sacerdotes para querer seguir celebrando el Rito Romano.
Porque hay un sacerdote español que siguió celebrándolo sin hacer caso a nadie: Escrivá. Pero claro, él lo hizo como todo en su vida, siguiendo puramente su capricho, en este caso, no le daba la gana aprender el rito nuevo.
Para Andrés:
Eliminar... Un año después, en 1968, San Josemaría escribía a sus hijos sacerdotes sobre la Santa Misa en estos términos:
Yo obedezco rendidamente en todo lo que han dispuesto para la celebración de la nueva Misa, pero echo de menos tantas rúbricas de piedad y de amor que se han quitado: por ejemplo, el beso a la patena, en el que se ponía tanto amor para que Él se lo encontrara. Pero hemos de saber obedecer viendo la mano de Dios, y tratando al Señor con delicadeza... ¡No le robemos nada de tiempo con este asunto...! ¡Pero guardad los misales y los ornamentos, porque volverá la Misa de toda la vida, la de San Pío V!
.../...
Fue el primero en obedecer a las nuevas disposiciones litúrgicas y se esforzó en aprender el nuevo rito de la Misa. Desde hacía muchos años le ayudaba habitualmente en la celebración otro sacerdote: a partir de los años cincuenta solíamos hacerlo don Javier Echevarría o yo. Cuando se introdujeron los cambios litúrgicos, nos rogó que no dejáramos de hacerle todas las observaciones que nos pareciesen oportunas para ayudarle a aprender bien el nuevo rito. A pesar de su buena voluntad, nos dábamos cuenta de que le suponía un notable esfuerzo, porque debía cambiar hábitos de devoción litúrgica adquiridos durante muchos años de lucha perseverante llena de amor de Dios.
Yo me planteaba cómo ahorrar al Padre esas dificultades, y en su presencia aludí a que a otros sacerdotes más jóvenes se les había concedido permiso para seguir el rito de San Pío V y celebrar la Misa como habían hecho hasta entonces. El Padre me interrumpió inmediatamente: afirmó que no quería ningún privilegio, y me prohibió hacer esa propuesta. Sabía que yo trataba a las personas que estaban elaborando las nuevas disposiciones litúrgicas.
Algún tiempo después me encontré con Mons. Annibale Bugnini, que era el máximo responsable en este campo, y un buen amigo mío, tanto que nos tuteábamos. Hablamos de las dificultades que experimentaban algunos sacerdotes ancianos para adaptarse al nuevo rito, después de haber celebrado la Santa Misa con el antiguo durante tantos años. Era una situación conocida. De pasada, aludí al caso de nuestro Fundador, que obedecía de modo ejemplar y con profunda alegría. Bugnini me dijo que el Fundador del Opus Dei no tenía por qué hacer un esfuerzo semejante, ya que muchos otros sacerdotes tenían permiso para celebrar con el rito anterior, y él mismo había accedido a peticiones similares de parte de personas que estaban en esas circunstancias. Aunque yo le había dicho ya que nuestro Fundador no quería otro privilegio que el de obedecer siempre a la Santa Sede, y que incluso me había prohibido pedir nada, él se empeñó en concederme el permiso para nuestro Fundador, y me insistió en que le refiriese cómo se había desarrollado nuestra conversación...
https://asociacionliturgicamagnificat.blogspot.com/2016/09/san-josemaria-escriva-de-balaguer-y-la_27.html
Anónimo.
EliminarSí, ya sé el relato oficial.
Pero eso lo dicen ahora que hay que promover a Escrivá como "adelantado" del CVII.
En su tiempo dijeron otra cosa, conforme a su costumbre de rescribir la historia.
EliminarGASTÓN: No sé si ya estaré fuera de tiempo pero respondo que de acuerdo, que no obediencia sino obediencialismo servil fruto de las enseñanzas de los pontificados previos en la formación de la mentalidad del clero español. Lo que no veo claro es como ANDREAS presenta a Escrivá como una excepción cuando entró por el tubo como todos los demás. Y si tiene fuentes para sostener que en realidad Escrivá fue un resistente a un abuso de autoridad que nos haga el favor de citarlas. De verdad que sería muy interesante porque en la práctica de la institución no se habría tenido en cuenta para nada. Todo lo contrario. Salvo ese párrafo premonitorio de "Guardad los misales..." que los actuales dirigentes de la obra del fundador aragonés tampoco tienen para nada en cuenta.
La bibliografía la he mencionado otras veces, es la bibliografía "alternativa" del Opus, que naturalmente es negada como falsa por el Opus, pues proviene en su mayor parte de ex miembros.
EliminarPor ejemplo puede bucear en OpusLibros.
Claro que lo que hay ahí tiene valor desigual, pero sirve de testimonio.
De cualquier manera, eso no era lo central en mi comentario, y el punto era poner un ejemplo de cómo se puede seguir celebrando o empezar a celebrar el Rito Romano por las razones equivocadas, que en el fondo no resuelven nada.
Por eso vemos tanto "tradicionalismo" o "tradiísmo" (acabo de inventarlo) muy desviado que perpetúa el estado crítico de la Iglesia antes del CVII.
Y ya que Eck dijo que Mons. Lefevbre fue una figura trágica que hizo mucho bien pero también mucho mal a "la causa", me permito añadir que, al fin y al cabo, Mons. Lefebvre dejó a la FSSPX con el Misal del '62 que ya incluía la destrucción de la Semana Santa (entre otras cosas) de Pío XII, y que esa misma destrucción fue asimilada en el mundo católico de Rito Romano por obediencialismo, de la misma manera que luego lo sería el Novus Ordo, del cual la reforma piana fue punta de lanza (especialmente con el ritual del Viernes Santo).
Gracias por el dato que se me podía haber ocurrido a mi. Yo he leido cosas de Mª Angustias y he oido a Fisac pero todos se centran más bien en la personalidad del fundador y nada más. Pero seguro que en Opus libros hay algo aunque, de todos modos, si celebraba tradicional sería sólo en privado porque cuando lo hacía en público enraba por el tubo
EliminarSi lo permite CW, quisiera pedir a los lectores oraciones por monseñor Baseotto, que está atravesando quebrantos de salud y su estado es delicdo; gracias.
ResponderEliminarNo sabía que Mons. Baseotto estaba mal. Adhiero al pedido de oraciones por este buen pastor.
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