lunes, 21 de marzo de 2011

There and back again


En la discusión que mantuvimos hace algunos post con Gelfand sobre temas litúrgicos, quedaron dos temas sueltos que me parece importante ajustar.

Recordarán que nuestro amigo relativizaba algunas afirmaciones entre las que se destacaba las referidas a la comunión en la mano, afirmando que se trataba de una práctica “común en Oriente tal como lo enseñaba San Cirilo de Jerusalén”. E insistía acerca de la “autoridad de San Cirilo” que se habría pronunciado a favor de comulgar en la mano. Vayamos por parte.

Debo reconocer que quedó sorprendido que una persona que estimo seria e instruida pudiera recurrir bouyerianamente a la autoridad de “un monje de la Iglesia de Oriente” para afirmar que recibir la comunión en la mano es un práctica común en las Iglesias orientales. Peor aún fue cuando atribuyó tal costumbre a los armenios. No daba crédito a lo que leía pues el texto era indicador de una crasa ignorancia en temas litúrgicos, lo cual difícilmente podía admitir en una persona de la calidad intelectual y conocimientos de Gelfand. “Algo debe haber”, me dije, y comencé a investigar. Y he venido a dar con que, efectivamente, nuestro amigo semita tenía razón, y hay una iglesia oriental que, al menos hasta comienzos del siglo XX, conservaba la costumbre de comulgar en la mano, y se trataba de la iglesia nestoriana.

La cuestión es dirimir si este hecho, efectivamente, podía utilizarse como argumento para defender esta práctica en la iglesia latina del siglo XXI. Y creo que no, por lo siguiente:

1. Es importante tener presente el texto de Pío XII que escribía en Mediator Dei (n° 41): “La liturgia de los tiempos pasados merece ser venerada sin ninguna duda; pero un uso antiguo por el mero hecho de su antigüedad no ha de ser considerado más apto y mejor, ya en sí mismo, ya en lo que respecta a los tiempos sucesivos y las condiciones nuevas”. Es decir, en este caso también, el argumento ad antiquitatem es una falacia.

2. Quienes lo conservaron fueron los nestorianos. Y este no es un dato menor. Se trata de una de las primeras herejías cristiana surgida en el Concilio de Éfeso en 431. Apartados de la unidad de la Iglesia, los seguidores de Nestorio se refugiaron primero en el imperio sasánida y luego en el imperio persa, y vivieron siempre aislados del resto de la cristiandad, aún oriental, debido a su fuerte enemistad con las sedes de Roma y Constantinopla. Su asentamiento más importante fue la zona montañosa del norte de Iraq aunque la sede de su patriarca estaba en Bagdad. Fueron casi exterminados a comienzos del siglo XX y hoy quedan poco más de cien mil.

3. Algunas de sus costumbres litúrgicas siempre fueron consideradas exóticas por las otras comunidades orientales debido a su aislamiento y falta de comunicación con la Iglesia. Por ejemplo, consagraban la Eucaristía sobre la piel de un asno, en memoria del burrito con el que Nuestro Señor entró en Jerusalén. No creo que Gelfand sugiera también incorporar esta práctica a nuestras misas cotidianas.

4. En todo caso, su modo de comulgar en la mano distaba mucho del modo que nos impuso la CEA. Escuchemos el relato de un testigo escrito en 1890: “Todos avanzan con gravedad y con un aire recogido. En la entrada del Santuario, del lado de la Epístola, hay un incensario humeante. Cada comulgante, al pasar delante se perfuma con él las manos, el rostro y el pecho; luego, llegando ante el sacerdote y permaneciendo de pie, le besa la mano y presenta su mano derecha extendida y cruzada sobre la izquierda. El sacerdote deposita allí una partícula de hostia que el comulgante absorbe enseguida, lamiéndose la mano y pasándola luego por la frente para secarla, luego va delante del subdiácono, le besa la manga del alba, bebe del cáliz, se seca la boca con el purificador y se retira del costado del Evangelio, manteniendo su mano sobre los labios. Las mujeres comulgan del mismo modo, pero al fin de la misa, después de que los hombres se han retirado” (DTC, t. XI, 315).

Conclusión: No dejemos que algún “monje de la iglesia de Oriente” nos venda gato por liebre. Si es que aún hoy algún grupo oriental comulga en la mano, son los nestorianos, y no me parece que la práctica de un sector tan minoritario y, permítaseme la expresión, primitivo del cristianismo, pueda puede ser tomada como válida para permitir la misma en la Iglesia latina. Y quienes pretenden hacerlo valiéndose de ella -y me refiero concretamente los obispos argentinos autores y firmantes del documento “El pan vivo”- mienten, o manipulan, o inducen al error a sus fieles.

En segundo lugar, Gelfand se jacta de ser el único que recurre a una autoridad -San Cirilo de Jerusalén-, para lo cual hace referencia a una cita usada prolíficamente por los defensores de la comunión en la mano pero siempre descontextualizada. Veamos:

1. Es verdad que los apóstoles comulgaron en la mano en la Última Cena. Pero ellos eran obispos. El argumento no es válido.

2. Es verdad que era común en las primeras comunidades cristianas el comulgar en la mano. Pero esta forma de recibir el cuerpo del Señor fe abandonada primero, desechada luego y finalmente prohibida por su imperfección. Y reclamo aquí el texto de la Mediator Dei que cité más arriba.

3. San Cirilo de Jerusalén escribe en las Catequesis mistagógicas: “Cuando te acerques, no lo hagas con las manos extendidas, o los dedos separados, sino haz de tu mano izquierda un trono para la derecha, que ha de recibir al Rey, y luego con la palma de la mano, forma un recipiente, recibe el Cuerpo del Señor y di "Amén". En seguida santifica con todo cuidado tus ojos con el contacto del Sagrado Cuerpo y súmelo, pero ten cuidado de que no se te caiga nada: porque lo que tú pudieras perder es como si perdieras uno de tus miembros. Si te dieran unas limaduras de oro, ¿no las tomarías con el máximo cuidado, prestando atención a que no se te cayese ni se te perdiese nada? Y ¿no debes cuidar con mucho mayor esmero que no se te caiga ni una miga de lo que es más valioso que el oro y las piedras preciosas?"

Y en un sentido similar se expresan Teodoro de Mopsuestia, Tertuliano, San Hipólito, San Efrén y Orígenes. Pero ¿estos textos implican que sus autores están aconsejando, imponiendo o prefiriendo que los fieles comulguen en la mano? Es eso lo que, ladinamente, sugieren nuestros falaces pastores y nuestro querido amigo Gelfand. De ningún modo. San Cirilo no es más que el testigo del uso de su época y pretender ver allí una defensa o recomendación es forzar las cosas. (Aclaro que también el papa Pablo VI utiliza la cita cirílica en Mysterium fidei pero aclara, inmediatamente después: “No decimos esto, sin embargo, para que se cambie el modo de custodiar la Eucaristía o de recibir la Santa Comunión…”, cosa que no hacen nuestros obispos).

La preocupación que se encuentra detrás del texto transcrito y en el de los otros Padres, es que los fieles fueran cuidadosos al consumir la comunión y no dejaran caer partículas; es decir, evitar la profanación de la Sagrada Eucaristía. En efecto, consta que los fieles creían, y con razón que pecaban, como recuerda Orígenes, si, “habiendo recibido el cuerpo del Señor…, algún fragmento caía por negligencia”.

En definitiva, la comunión en la mano es el modo de comulgar que tuvieron los Santos Padres pero la comunión en la boca es el modo que hubieran deseado tener.

18 comentarios:

  1. Quisiera hacer alguna aclaración. En primer lugar nunca dije que estuviera de acuerdo con comulgar en la mano. En realidad dije lo contrario (dije después de citar a Cirilo "Y atención, yo no estoy de acuerdo en que se de en la mano"). La referencia a esta forma de comulgar tiene que ver con la intención de algunos de volver a prácticas litúrgicas antiguas. A mi entender ese volver es complicado. Los cambios litúrgicos fueron también producto de un mayor conocimiento teológico. Con respecto a la comunión en la boca en occidente, la mayoría cita dos hechos. El pasar del pan primitivo al pan ácimo con la forma de la hostia actual, y al desarrollo de la teología eucarística en el Medioevo. Creo que esto tiene también que ser tenido en cuenta cuando defendemos que se vuelva a dar la comunión en rodillas y en la boca. Defendemos algo lógico, pero que no es una verdad de fe. Por lo tanto no deberíamos lanzar anatemas.
    Si algún argumento mío sirvió para un documento de la CEA, retiro lo dicho.
    En segundo lugar, estoy en todo de acuerdo con el texto de la Mediator Dei. Ahora, pregunto ¿no se podría también utilizar ese texto contra aquellos que quieren solo el misal de San Pío V? Nuevamente, las discusiones sobre CIERTAS prácticas litúrgicas, no siempre son discusiones de fe.
    Por último, dejo un problema "escolástico". Dice Uds. que en la última cena los apóstoles eran obispos. Cuestión discutida porque para otros solo lo serán después de pentecostés. Discusión que paso al arte en la "Comunione degli apostoli" de Giusto di Gand (1473).
    http://it.wikipedia.org/wiki/File:Giusto_di_gand,_comunione_degli_apostoli,_1473-1474.jpg

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  2. Gelfand: la defensa de la misa de San Pío V surge como consecuencia de lo que vemos en la actual liturgia. Probablemente si se hubiera continuado con la lenta reforma litúrgica comenzada con Pío XII no tendríamos el problema actual. Pero así están las cosas. Esto es lo que nos toca. Yo por defensa familiar, voy a la misa conque me bautizaron.
    Ah... tampoco se vaya por la tangente.

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  3. para divertirse (o no tanto) un rato...

    http://www.youtube.com/watch?v=d0rjHhkaiHM

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  4. Pero si la reforma de Pío XII destruyó la vigilia pascual??

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  5. No es medio riesgoso lo de los ortodoxos de dar el cuerpo de cristo en forma de vino y pan todo junto en una cuchara?

    O los sacerdotes tienen una cancha tremenda que hace que nunca se les caiga una gota, o es más seguro que lo que imagino.

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  6. Estimado Gelfand, Ud. tiene razón en varias de sus afirmaciones pero, permitame decirle la afirmación de la "Mediator Dei" no puede aplicarse a aquellos que quieren solo el misal de San Pío V. En efecto, una cosa es el arqueologismo litúrgico que denuncia el documento papal, es decir, el volver atrás saltándose etapas, y otra muy distinta conservar lo recibido.
    Anónimo: Tenga en cuenta que la práctica por la que Ud. pregunta no es sólo de los ortodoxos sino también de los católicos orientales. No me parece que sea riesgosa pues, al no utilizar pan ázimo sino pan levado, éste absorbe el Vino consagrado y no se produce ningún tipo de "goteo".

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  7. Es lo mismo Wanderer, la misa que nosotros, en su gran mayoría recibimos, fue la de Pablo VI; el misal de Juan XXIII es un "volver atrás". No es un argumento contra la misa tridentina, si no contra el razonamiento de Pío XII, con todo el respeto que él y cualquier papa me merece, pero parece plantear una suerte de progresismo litúrgico, un avance constante sin que nunca sea necesario mirar atrás buscando volver a las fuentes. Elimina la posibilidad de que haya desviaciones (todo cambio es siempre para bien en ese esquema) y/o lleva a una sobrecarga ritual, al sumarse nuevos ritos y prácticas devotas ad infinitum.

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  8. Wanderer: En todo de acuerdo. Hay que conservar lo recibido y estudiar toda la tradición en su unidad. El problema de la teología moderna (incluso la litúrgica) fue contraponer Padres, Medioevo y Trento, haciendo dialéctica entre ellos, fruto de la filosofía que tenían de fondo.

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  9. En "El Pan Vivo", la C.E.A invoca la autoridad de Teodoro de Mopsuestia, para justificar la comunión en la mano. Pero este Teodoro, ¿no es el mismo que fue condenado por nestoriano en el V Concilio Ecuménico de Constantinopla del 553?

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  10. Dicho sea de paso, la persecuta va tomando color, sino vean lo que está sucediendo con Augusto Padilla, de Catapulta.

    http://www.catapulta.com.ar/?p=5548

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  11. Estimo que en general conocen o imaginan mi postura sobre la comunión en la mano.

    No obstante, quiero aclarar una cuestión de carácter testimonial.

    Cuando el virus litúrgico utilizó la gripe A como fundamento, recurrí de manera sistemática a los católicos armenios (con nuestras amigas con quienes me cruzo allí cada tanto).
    En aquella oportunidad debo confesar que apareció el obispo y nos amonestó sobre la comunión en la mano, la sanidad, etc. Y se repartió la comunión en la mano aunque se autorizó una fila paralela para los "rebeldes".

    Y mejor no hablemos de los maronitas....

    Respetos comulgantes.

    Natalio

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  12. Hinchado los huevos.23 de marzo de 2011, 19:05

    Yo si me animaría a sacar un anatema a quien comulga con la mano y a quien lo habilitó.
    Solo comulgan con la mano los del "aparato" parroquial. Viejas y Viejos chupacirio, catequistas, curitas pedrorros y algunos progrefariseos (que no son todos de derechas como dice Tollers). Los cristianos no hacen eso.
    A mi hijo de 9 años acaban de obligarlo a poner las manos. Dudé en cambiarlo de colegio pero ... no tiene sentido. Él sabe que tiene que hacer y que está bien aunque lo obliguen a lo contrario.
    Rezo por su salvación y nada mas.

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  13. Caro Natalio, lamentablemente cosas como estas ocurren entre los orientales (católicos), pero no se trata aquí de ver si un oriental comulga alguna vez o no en la mano, sino de cómo es el rito en sí. Si el obispo instó y casi nos obligó (me acuerdo bien de aquella época) a hacerlo, no fue en tanto que Armenio, sino en tanto que obispo argentino.

    Martín Karadajián

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  14. El Profesor De Worms25 de marzo de 2011, 19:55

    Natalio:
    Me gustaría que me comente qué experiencia tuvo con los maronitas y la gripe A (y, sobretodo, en dónde). Porque, si la memoria no me falla, acá en Mendoza, durante los tiempos de la "mortífera epidemia" [;)], la comunión se hizo siempre en la boca y bajo las dos especies. Aunque creo que si algún trasnochado pedía bajo una especie y en la mano el cura accedía. Pero esto fue la excepción y no la regla. Al menos eso creo recordar.

    El Profesor De Worms

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  15. No consta en ninguna parte, salvo la cita de San Cirilo que Ud. menciona, que en los primeros tiempos la Sagrada Comunión se recibiese en las manos. En todas partes, digo.
    Ni consta en ninguna parte con total seguridad, que los Apóstoles hayan recibido la Sagrada Forma en las manos; siendo además que la costumbre judía era dar al invitado el primer bocado, entinto en salsa o vino (el gesto de Judas lo acredita) en la boca directamente. Y que por eso también, se designaba como "bocado".
    Ante la objeción de otro comentarista que el "retorno" al Misal de 1963 podría ser el arqueologismo litúrgico condenado por Pío XII en "Mediator Dei", habría que decirle, por lo menos, que como sostiene el sabio C. Gardel, "40 años no es nada". Una cosa es Tradición, otra arqueologismo, que es como revivir aquellas cosas justamente abandonadas, abandonando en cambio las felizmente halladas. Si no comprende la diferencia, será mejor que deje aquí la cuestión y se dedique durante muchas lunas a estudiar el concepto "cronolatría", con especial énfasis en la masonería.

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  16. Caro Martín; si lo que ud. dice es que el rito latino (versión ordinaria o extraordinaria, misa nueva o vieja, tridentina o postconciliar) conduce a la comunión en la mano.... impugno. Nada hay en el rito (ninguno de ellos ni la reforma en su sentido más elástico) que fomente la comunión en la mano.

    Estimado Profesor: Los maronitas que conozco son los de la calle Paraguay y la verdad es que la comunión en la mano no es lo más terrible que les he encontrado (al menos en las pocas veces -definitivas para mi aguante litúrgico- que asistí). Quizás dependa del cura... no lo sé.

    Respetos occidentales.

    Natalio

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  17. Anónimo de las 13:48:
    Como bien dijo Wanderer, no solo es San Cirilo es el que habla de la comunión en la mano. Y en el rito latino consta que hasta bien entrado el primer milenio era la práctica común. Lo de la costumbre judía y Judas, Uds. sabrá que las citas evangélicas no concuerdan plenamente.
    Ahora, cuando desde la tradición se elige que cosa es Tradición y que no, disculpeme pero se hace arqueologismo.

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  18. Apreciado Gelfand:
    Esta práctica de la Comunión en la mano se trató siempre como una corruptela, un abuso, y no como un uso.
    El Concilio de Rouén (año 656) prescribe: "A ningún laico, hombre o mujer, sea dada la eucaristía en la mano, sino en la boca”.
    El Quinto Concilio de Constantinopla (año 691) prohibió a los fieles darse la Comunión a sí mismos (que es lo que sucede cuando la Sagrada Partícula es colocada en la mano del comulgante) y decretó una excomunión de una semana de duración para aquellos que lo hicieran en la presencia de un obispo, un sacerdote o un diácono.
    Lo cual desautoriza la torpe especie de que en las Iglesias Orientales es tradicional dar la Sagrada Comunión en la mano.
    Como ningún Concilio (salvo, y no de modo expreso, CVIIº) se convoca para modificar la Tradición de la Iglesia sino para protegerla, hay que concluir que hacia el siglo VII todavía existía esta práctica pero como un mero abuso, no como un uso legítimo ni tradicional, por que de lo contrario no se hubiera prohibido con tanto rigor.
    El Concilio de Trento (Dogmático) el 11 de Octubre de 1551, (ses. XIII, c. 8) dispuso: "Siempre ha sido costumbre de la Iglesia de Dios, en la Comunión Sacramental, que los laicos tomen la comunión de manos de los sacerdotes, y que los sacerdotes celebrantes comulguen por sí mismos; costumbre que por razón y justícia DEBE MANTENERSE por provenir de la Tradición Apostólica".
    San Basilio (330-379), casi contemporáneo de san Cirilo, afirma claramente que sólo está permitido recibir la Comunión en la mano en tiempos de persecución o, como era el caso de los monjes en el desierto, cuando no hubiera un diácono o un sacerdote que pudiera distribuirla. "No hace falta demostrar que no constituye una falta grave para una persona comulgar con su propia mano en épocas de persecución cuando no hay sacerdote o diácono" (Carta 93).
    Es claro que este no es el lugar para demostrárselo, pero estudie y verá que la cuestión de la Comunión en la Mano ha sido introducida por algunos reformadores en el siglo XVI y como señal de desprecio por la Sagrada Forma.
    Mire: la Tradición se parece al arqueologismo lo mismo que un hombre vivo a un cadáver. El que no se comprenda la diferencia, no hace que puedan confundirse una cosa con la otra. La Tradición es algo vivo; la arqueología es cosa muerta que se pretende revivir a expensas de la Tradición.
    Mis anónimos respetos

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