Don Gabino
sabía que en el pueblo corrían habladurías de sus reuniones. Algunos decían que
allí se bebía té, lo cual era cosa de viejas gordas; otros, que convidaba martinis,
lo cual correspondía a petimetres asiduos a los salones de moda. A fin de disipar
semejantes infundios, para la reunión de ese día había puesto en hilera sobre
la mesa sendas botellas de Laphroaig, Lagavulin y Ardbeg.
Cuando bajó
el hombre del balandrán y vio semejantes exposición de single malts de Islay, se alarmó: le parecía oler desde la
distancia el penetrante aroma a humo y turba de la isla escocesa.
- ¿No será
demasiado? – preguntó cauteloso.
- No se
alarme señor cura –dijo don Gabino- que mis amigos resisten el alcohol. Sólo
alguno que otro acusa algún efecto y, cuando esto sucede, no es grave. Apenas
si se limita a repetir insistentemente la última frase que pronunció cuando
estaba aún sobrio.
Y en eso
comenzó a llegar el grupo y a entusiasmarse con sólo ver las botellas.
- ¿Ya plantó el cartel afuera? – preguntó
Bulgarov.
Todos lo
miraron sin entender, pensando que los efectos etílicos ya habían comenzado a
hacer efecto, pero el hombre de del balandrán, viejo chestertoniano,
sonrió.
- Se refiere
a la Posada Errante de Chesterton,
ese lugar que hoy está aquí y mañana allá, justo allí donde los amigos se
reúnen, y que sólo se identifica con el cartel de “El Viejo Navío” plantado en
la puerta.
- Usted se
refiere a la Taberna Errante o a la Hostería Volante… - dijo Costa.
- No señor.
Se refiere a la Posada Errante –interrumpió
don Gabino- Ya lo explicó muy bien mi amigo don Jacinto. “El título de Taberna
proviene de la traducción castellana que más hemos manejado de la obra de
Chesterton The Flying Inn, realizada
por Tomás González y José Elías Rodríguez, cuyo título es La Taberna Errante. En los años sesenta,
otra traducción ponía La Hostería
Volante. Hostería sería buena traducción, si no hubiese una aún mejor:
posada. Pues una Inn es un
lugar donde uno puede beber, sí, como en una taberna; pero también es un lugar
donde uno puede hospedarse. El Poni
Pisador de Bree, en El
Señor de los Anillos, es una Inn. Y también lo era aquel lugar en el
que José y María no encontraron sitio” (…there was no room for
them in the inn).
Y sirvió a
cada uno de sus amigos una copita de Lagavulin, “el mejor single malt del mundo”,
les dijo, aconsejándoles que añadieran un chorrito de agua de manantial para abrir sus sabores y aromas.
- ¡Qué gran
posadero es usted don Gabino! –dijo entusiasmado el Poeta luego del primer
sorbo.
- Mejor
posadero fue Teodoto el Santo. Yo trato de parecerme a él. Veremos si con el
tiempo lo logro.
- ¿Y quién
es ese amigo suyo? ¿Es de por acá? – preguntó con curiosidad Pablo Paz, seguro
de no haber escuchado nunca pronunciar ese nombre tan extraño, ni siquiera a su
mujer, a la que ninguna noticia se le escapaba.
- ¡No, qué
va! Era de Ancira, la actual Ankara, en Turquía, y ya falleció hace unos mil
setecientos años, lo cual no impide que siga siendo mi amigo.
- Cuente,
cuente – dijeron sus amigos, seguros que eso era lo que quería el viejo.
- San
Teodoto “regentaba su propia posada en Ancira y era muy conocido por su fervor cristiano,
especialmente en lo que se refería a la virtud de la caridad. Durante la
persecución desatada por Diocleciano en el año 303, su posada se convirtió en
refugio para muchos fugitivos y enfermos. Era digna de admiración su capacidad
para exhortar a los cristianos a mantener su fe en esos difíciles momentos,
cuando es la vida lo que está en juego, y no la desorbitada factura de la linda
boda, bautizo o comunión de los que nadie se acordará cuando resulte tan
necesario abortar, divorciarse o perderse en lujos superfluos. Fue San
Teodoto quien rescató los cuerpos de siete vírgenes cristianas, las cuales,
tras haber confesado su fe ante las autoridades paganas, fueron obligadas a
prostituirse, torturadas y finalmente arrojadas al agua atadas a piedras. San
Teodoto consiguió enterrar dignamente sus cadáveres y por ello fue encarcelado.
Su martirio, tras múltiples torturas, fue llevado a cabo con la espada que es
uno de sus símbolos. El otro que le representa es la antorcha. La antorcha con
la que buscó los cuerpos de las mártires ahogadas, durante una noche de piedra.
El fuego portátil de su fe del que consiguió hacer entrega (traditio) a las siguientes generaciones
de cristianos a través de su heroico ejemplo”.
- El fuego
que debería arder cada vez que se reúne la Posada Errante –dijo el hombre del
balandrán.
- Y que arde
–respondió Alvear con firmeza.
- Yo entendí
lo de la Taberna de San Teodoto pero ¿qué es eso de “taberna errante”? –preguntó
intrigado, y un poco mareado, el Profesor de Worms, siempre enmarañado en sus abstracciones y silogismos.
- La taberna
errante es la comunidad de los que ya no tienen comunidad, la patria de los que
ya no tienen patria, la casa de los que ya no se sienten en casa en ninguna
parte- dijo don Gabino con cierto dejo de tristeza.
Y medio
apenados se quedaron todos mientras saboreaban despacito el Ardbeg. Se daban
cuenta que ellos ya no tenían comunidad –no encajaban en parroquia o movimiento
eclesial alguno-, patria solamente tenían en la imaginación de un pasado que -porfiaba
don Gabino- jamás había existido y casa algunos aún tenían, pero otros eran
casi extraños a sus hermanos o a sus primos.
- Es lo
único que nos va quedando –dijo el Poeta-, las posadas errantes que podemos ir
construyendo de tanto en tanto: posadas para beber y discurrir sobre cosas sin
importancia, sin prisas por encontrar la solución de nada; posadas para
descansar la inteligencia en conversaciones chispeantes; posadas para orar
esperando que la aurora comience a romper la noche.
- Es verdad.
Es lo único que nos va quedando. Pero cuidado con preocuparnos demasiado. Eso
que nos va quedando es lo más importante de todo –dijo el cura- No hay que
olvidarse que la civilización cristiana descansó siempre sobre pilares
fundamentales construidos con pequeñas cosas: cosas de comer, cosas de usar,
cosas de mirar. Casi me animaría a decir que es más importante para conservar
la fe un hogar donde haya hogar con fuego en serio con troncos ardiendo, en
torno al cual pueda congregarse la familia por las noches a rezar el rosario y
a leer los grandes libros que escribió nuestra civilización, que los cinco
tomos de la Suma Teológica.
Aún cuando
los amigos de don Gabino fueran resistentes al alcohol, ninguno de ellos podía
soportar más una vuelta de cada uno de los single
malt de Islay. La reunión estaba terminando.
- Justamente
ese es lo bueno de tener una posada errante en la cual descansar de vez en
cuando. Que hace la vida llevadera y nos alienta a vivir una vida basada en
costumbres y no en modas; en leyendas y no en rumores, en tradiciones y no en
caprichos –reflexionó don Gabino.
- Una vida
humana y a medida de lo humano –remató el hombre del balandrán.
Esa noche
todos se fueron más contentos que de costumbre.
*Los textos entrecomillados pertenecen
al autor del recomendable blog El
Sosiego acantilado.
Bien apetecible resulta esta venta, que estoy por confundirla con castillo.
ResponderEliminarY no deja de serlo; que en muchos momentos, sólo la compañía tabernaria parece refugio almenado suficiente contra la intemperie medrante.
Quiera Dios, amable Vagabundo, que algún día fumemos, bebamos y charlemos en la misma posada, cogiendo fuerzas para los afanes de cada día.
Que Deus lle teña no seu colo.
En la TV francesa hay un programa protagonizado por una especie de mochilero que viaja a diversos países y encuentra personas a las cuales les pide hospedaje. El programa se llama "J'IRAI DORMIR CHEZ TOI", o sea: "voy a dormir a tu casa". Y en este link de abajo, el mochilero es recibido por un cura anciano del Mont St Michel (me hizo acordar de Teodoto). Para quien pueda comprender el francés, es un video "assez interesant". Merci
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=0tzhnVcmYf4
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¿"Laphroaig, Lagavulin y Ardbeg"? ¡A la miércoles! ¿Don Gabino tiene una jubilación de privilegio?
ResponderEliminarYo ando con unos crotos en una pulpería ambulante, dándole al Añejo W, pero parecido en lo demás.
ResponderEliminarDon Kurtz, Gabino tiene buenos contactos con contrabandistas.
ResponderEliminar¡Eureka, Wanderer! Y todo lo he ido topando por esos aledaños. Una de las muchas cosas que tengo que agradecerles a usted y a sus amigos es haber conocido el blog acantilado de don Jacinto. A raíz de ese hallazgo, anduve como usted dándole vueltas a la cuestión de la flying inn. Desde el principio tuve claro que la mejor traducción al español era precisamente «taberna errante». Bueno: en eso usted no está de acuerdo, pero sí en que el segundo término de la expresión debe ser «errante». A favor de «taberna» se podrían aducir infinidad de argumentos, desde sus resonancias horacianas (pauperum tabernas) a las más misteriosas de la Sagrada Escritura (¡Tabernáculo!), que en definitiva remiten al corazón del Prólogon: al mismísimo verbo Dwelt. Pero no voy a discutir ahora sobre tabernas, posadas y diversoria, sino sobre lo errante. El problema era que no sabía dónde estaba el problema. ¿Por qué los traductores titubean, teniendo a mano la palabra justa? ¡Oh, la errancia! Errancia, error e inerrancia: y Él, clavado con nuestros yerros. La errabundia, la judeoerrancia, Caín errante y extranjero. No tenemos aquí ciudad permanente, morada, mansión (de manere, permanecer), ¿o sí la tenemos? ¿qué le dijo Natán a David? «Yo te edificaré una casa a ti», «yo te saqué de la majada». La majada: la vida trashumante del pastor; «las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos»... Per máchinas transituras domum mansuram... Y claro, la sarta de tópicos tenía que rematar en que I was born under a wandering star. ¡Wandering, como el Wanderer! Y entonces lo comprendí. Algo tan sencillo y trivial como que San Gilberto se equivocó. Sí: aliquando bonus dormitat Homerus. ¡Flying fue un error! Si lo hubiera consultado con sus amigos de la taberna errante, lo habría cambiado por el participio correcto, que en inglés es precisamente wandering. Y esto —enmendar en algo al maestro con toda lealtad, sin faltar a la piedad y a la devoción que justamente le profesamos— solo podemos hacerlo con la libertad de espíritu y la exención de sectarismo que hemos aprendido aquí: en la wandering inn.
ResponderEliminarY lo del «fuego portátil», otro hallazgo inmenso.
ResponderEliminarQue me disculpen Wanderer y Pervagans, pero la traducción de flying no es "errante", ni "volante" (ojo con la 2ª acepción).
ResponderEliminarEl verbo "(to) fly" tiene una acepción arcaica como "(to) flee, (to) run away, (to) escape (from in haste)." Hay varios ejemplos de su uso así en Shakespeare, en Milton, ¡hasta en Tolkien!
Así que flying inn es algo así como posada huidiza/escurridiza/evasiva/esquiva. Lo cual tiene mucho más que ver con el argumento de la novela de Chesterton que "errante".
Perdone, Don Wanderer, ésa preciosa pintura del ángel, el viento,las alas y la luz ¿ de dónde, de quién es ?
ResponderEliminarLa pintura del ángel es: ‘Protecting the Light’, de J. Kirk Richards (2014)
ResponderEliminarGracias Coronel Kurtz. No conocía la acepción de to fly que usted señala y tampoco la riqueza del término "volante".
ResponderEliminarMuy bueno, Coronel. Entonces en español, la taberna (o posada) fugitiva me suena muy bien. Qué pena no encontrar una expresión que recoja la bella antífrasis entre posarse y alzar el vuelo.
ResponderEliminarQué duda cabe que esta anécdota de D. Gabino sí tiene todos los visos de haber sido cierta.
ResponderEliminarDe haber estado allí, creo que yo hubiera intentado discretamente tomar algo más de Laphroaig. Pero entiendo que esto ya entra en la esfera de las legítimas preferencias personales. Y D. Gabino pudo haber preferido Lagavulin.
Más hacia el norte todavía que Islay, y en mayor soledad aún, se encuentran las Islas Orcadas. Y hay dos maravillas allí: el whisky Highland Park y el monasterio de los redentoristas transalpinos.
Repase, D. Wanderer, repase. Estoy seguro de que entre los papeles y recuerdos de D. Gabino debe encontrarse alguna conversación que los mencione.
Y, claro, San Gilberto no se equivocó al poner flying. Pero era una idea saludable y muy chestertoniana que podía haberse equivocado.
ResponderEliminarIntuyo que Hostería Volante es más eufónica.
ResponderEliminarMe gusta.
Bah, cuestión de gustos -pero ahora fundados.
Atentamente
Como siempre, impagable.
ResponderEliminarUn breve análisis sobre el asunto de la "Inn" en la que no hubo lugar para el nacimiento de Nuestro Señor:
ResponderEliminarWhat if I told you there was no inn?
Los redentoristas transalpinos son kukús.
ResponderEliminarNadie es perfecto, Sr. anónimo de las 12:21.
ResponderEliminarPero, hasta donde yo conozco, el monasterio de Papa Stronsay es el primer rebrote de la antigua tradición monacal en esas tierras atlánticas del norte desde la devastación de la Reforma.
Y tal y como están las cosas en Europa en general, y Gran Bretaña en particular, un fenómeno así es, por lo menos, esperanzador.
Quizás estemos entrando en una época en la que haya que refugiarse al calor de alguna fogata espiritual, mientras pasa la oscuridad, el invierno y la barbarie. Unos encontrarán ese refugio junto a un D. Gabino, o un D. Wanderer, o en una Posada Errante, más o menos virtual.
Pero, sin quitarle valor a todo esto, porque tiene mucho, a mí me agradan y me animan los que intentan la vía monástica en regiones solitarias. Me parece que son grandes fogatas que caldean la Iglesia incluso en tiempos como estos.
Pero, por supuesto, siempre podemos buscar defectos a todo. Y estos los tendrán, como hijos de Adán que son.
Les dejo un vídeo de estos monjes:
https://www.youtube.com/watch?v=cExcZS95vMY
¡Gracias don Wanderer!. Los ronins no estamos solos.
ResponderEliminarRonin
Muy buena entrada Wanderer.
ResponderEliminarHablando de Posadas: ¿no nos consigue los Diálogos en la posada del fin del mundo?
Su amigo Jack los debe tener, que nos haga la gauchada de subirlo a Et Voila
Burgerer
Poco que ver con el tema (¿o mucho?): los de la peregrinación de tres días a Luján lanzaron una página web interesante.
ResponderEliminarhttp://nscristiandad.wix.com/nscristiandad
¿Qué Tucho se defendió como un león? Si acaso como una leona o una triguesa.
ResponderEliminarUn texto muy movilizador. Yo le dedico una gran parte de mi tiempo a la Iglesia. Siempre lo hice y lo seguiré haciendo. Pero es cierto que cada vez me siento más forastero en la que solía ser mi patria. Vayan preparándome un lugar en la posada errante (y si es con un par de copas de esos single malts, tanto mejor)
ResponderEliminarAy, señor: me ha pillado usted, qué vergüenza. ¡Que no se entere el amo, por favor! Pero esa sociedad secreta de ustedes, la Posada Errante, tiene otros miembros más furtivos todavía, como yo misma... Mire usted: Don Gabino es muy buen patrón y generoso; siempre me está dando mucho más de lo que le pido... Pero ya sabe usted cómo somos las criadas: preferimos las cosas habidas sin permiso, como escuchar la conversación detrás de la puerta y apurar después los culines de los vasos.
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