por Jack Tollers
Hace algunos años, en una caja fuerte de los estudios Apple en Londres, aparecieron unas cintas que habían registrado los últimos días de los Beatles, cuando a principios del año 1969 grabaron básicamente lo que luego sería un disco larga duración, Let it be y partes de otro llamado Abbey Road. En casi medio siglo, nadie había revisado las 150 horas de audio y las 60 horas de vídeo que habían registrado todo eso. Finalmente le pidieron a Peter Jackson (sí señor, el que hizo la película sobre “El Señor de los Anillos”) si no podía hacer un documental con el material encontrado. Jackson aceptó, pero tardó cuatro años en hacer una edición que inicialmente consiguió reducir a 18 horas y finalmente a 6. Luego hubo que convencer a los dos Beatles vivientes, Ringo y Paul, a la viuda de Harrison, Olivia, y a Yoko Ono, para que homologaran el trabajo: el resultado está a la vista y se puede comprobar en el canal Disney.
Imagino fácilmente a los lectores de este blog frunciendo el ceño: ¿y qué importancia puede tener esto, mientras el mundo se derrumba, mientras la Iglesia parece desmoronarse en una sucesión de estupideces, escándalos y sacrilegios sin nombre? Es lo que voy a tratar de hacer ahora, decir por qué es importante en pocas palabras (y que Dios me ayude).
Los Beatles son el ícono, el símbolo, la epifanía más perfecta de la Gran Revolución de los ’60, entre mini faldas, twist, LSD, los acontecimientos de mayo del ’68, la guerra fría (y las calientes de Argelia y Viet Nam), la carrera espacial, los asesinatos de Martin Luther King y de los hermanos Kennedy, el descubrimiento de la píldora anticonceptiva, los hippies, flores en el pelo, amor libre y el Concilio Vaticano II, los años que van, digamos, entre Elvis Presley y el festival de Woodstock; o quizás, para ponerle un punto final apropiado, los asesinatos del clan Manson—años locos, desbocados y, a pesar de todo, progresistas, optimistas por definición: en ese contexto aparece “los fabulosos cuatro”, John, Paul, George y Ringo, unos pelilargos ingleses muy jóvenes, que cantan más que nada sus propias composiciones y cuya música desencadena un frenesí de fanáticos (y, más que nada, de fanáticas), de histeria, de locura entre sus contemporáneos.
Cuando empezaron a grabar, yo tenía unos 8 años, cuando se separaron 15. Pero entonces, con varios amigos (full disclosure, teníamos una banda que intentaba remedarlos), pensamos, seriamente, pensamos que se había acabado la música (todavía no habíamos descubierto a Beethoven, Bach y Wagner, eso sucedería unos años después). Quizás eso les dé más o menos una impresión aproximada de lo tontos que éramos. O lo fanáticos, porque, como casi todos los de mi generación, nos habíamos contagiado de la “beatlemanía” (dos meses después, un amigo nos trajo de USA un disco de Crosby, Stills, Nash & Young y suspiramos aliviados: el rock tenía futuro y muy poco después, Woodstock parecía confirmarlo).
Mis padres, bastante melómanos, no los podían soportar. Era curioso para mí, porque me parecía descubrir una perfecta continuidad entre el hot jazz que le gustaba a mi padre y estos tipos (después de todo, entre Django Reinhart y George Harrison no hay tanta distancia). Y tocando la guitarra y el piano, se podía demostrar eso, cómo no. Pero no había caso, probablemente por la subversión axiológica que los Beatles representaban, por su desfachatez y general falta de respeto por casi todo.
Aparecieron en un mundo que cambiaba a toda velocidad, piensen que en 1969 la mayoría de los adultos todavía usaba sombrero y cuando llovía, galochas…
Pero, ahora, me hace gracia. El año pasado hablé por teléfono con una tía mía inglesa que tiene unos 90 años y dimos en tocar el tema de los Beatles. Me sorprendió con su aseveración: “Antes los odiaba y ahora me encantan”.
Ajá. Claro, en los tiempos que corren, si no fuera por la fuerza de su música, estarían perfectamente “cancelados”: imagínense ustedes, cuatro blancos, heterosexuales, con melodías armoniosas y letras que más que nada celebran el amor entre un hombre y una mujer, aunque a veces tratan otros tópicos, como la confianza en una especie de Providencia (Let it be), la nostalgia, (Yesterday), el valor de la amistad (With a Little help of my Friends y Help), la esperanza necesaria cuando se ve todo negro (Here comes the sun), el valor de la patria chica (In my life), una valoración de la vejez, vista desde la juventud (When I’m sixty four) y mucho, mucho más. Pero da la impresión de que nada ni nadie puede contra ellos: los Beatles perduran, no le gustaban a mis viejos, cierto, pero les gusta y les encantan a mis nietos, no vayan a creer.
Yo, como buen fan, he leído una decena de biografías sobre ellos, visto todas sus películas (son muy malas), y oídos sus temas centenares de veces, por lo que estaba sumamente interesado en el proyecto de Peter Jackson. Lo vi entero con enorme gusto: la calidad de la imagen y del audio son impecables y se los ve como nunca pensé posible, en toda su espontaneidad, con la presión enorme de tener que grabar casi una veintena de temas nuevos en tres semanas, encontrar dónde hacerlo, buscar un remate a su historia toda, porque sabían que era la última vez y la sombra de su incipiente separación domina el ambiente—todo eso se ve. Tenían diferencias, George despareció durante dos días y costó traerlo al set de nuevo. La presencia un poco siniestra de Yoko Ono se percibe claramente (su única contribución es una especie de aullido de gato que la hijita de Linda Eastman imita perfectamente) y, de a ratos, John se muestra innecesariamente grosero (que, conociendo su infancia, nos inclinamos a perdonar). Respecto de sus diferencias, los roces que se producen naturalmente entre ellos, pareciera que ha sido todo mucho menos que lo que nos han contado tantos escritores: siguen siendo jóvenes amigos y sus peleas no pasan de meras diferencias rápidamente superadas con una broma o un nuevo riff. Otras cosas se destacan con nitidez, cómo componen, la forma lúdica en que encuentran cómo aparecer con más y más novedades, temas nuevos que se originan a veces en poco más que dos tonos repetidos como sonsonete (y de los cuáles no parece que se pueda sacar gran cosa), los recursos musicales de Paul, de George y de John son a veces verdaderamente asombrosos. Lo poco que se mete George Martin (se nota que no quiere interferir con su saber musical), el humor de los cuatro en los nerviosos intercambios verbales, la enorme contribución de Billy Preston a la convivencia… y a la música, y mucho, mucho más.
Jackson documentó un pedacito de historia, nada más, pero como dije al principio, es importante, sobre todo porque registra el triunfo del mundo sobre la Iglesia cuando se libró, después de la Segunda Guerra Mundial, lo que yo daría en llamar la batalla por el ocio: el progreso tecnológico había suministrado más ocio a los jóvenes y más recursos para llenarlo con discos, con discotecas, con la radio, el cine, y luego con la televisión. Una batalla que los pelmazos que debatían en el Concilio no imaginaban siquiera, enredados como estaban en las estupideces que dejaron por ejemplo estampadas en la Gaudium et Spes, ya te voy a dar a vos…
Pero, bueno, así es: con un ojo los ’60 bien pueden verse como el tiempo de la estupidez; pero con otro, no tanto (como sugieren John le Carré, Graham Greene, Jean Lartéguy, Vladimir Volkoff y, ¿qué diré yo?, David Lean en Inglaterra, Jean-Luc Godard en Francia y Joseph Losey en EEUU con sus películas, por no mencionar el cine italiano de entonces).
Get Back no es para todos, pero para los que concurren conmigo, tal vez sí y presumo que les va a gustar, aparte de ver más de una cosa que se me escapó. Como fuere, medio siglo después, ya no estamos para gritar frenéticamente nuestra aprobación: más bien, invitar a que vean y escuchen, no sea que resulten iniciados… Listen, do you want to know a secret?
Interesante información:
ResponderEliminarhttps://www.google.com/amp/s/www.aciprensa.com/amp/noticias/obispado-informa-sobre-destino-de-seminaristas-luego-de-polemico-cierre-de-seminario-40596
ResponderEliminarLo hubiera adivinado... Coincido Jack. Muy interesante como siempre el contexto con que le da marco al suceso. Y sí, en la década del 60 empezaron a abrirse varias otras compuertas. Era cantado, después de dos guerras mundiales, Yalta, Nüremberg, la cortina, la guerra fría y las calientes, y todo lo que va de Delano a Stalin, pasando por Gramsci y llegando al trilateralismo y la nueva izquierda. Sin ataduras, la perrada pidió paz, sexo y drogas y se fue al carajo lo que faltaba. Lo de Woodstock no se lo entendí: o ud. decidió entrar apenas y retirarse (allí se reunieron muchos protagonistas de variados desastres, incluso musicales); o, bueno, cuestión de ángulos y gustos. Según se dice, Lennon no quiso que se presentaran los Beatles porque los organizadores no aceptaban la participación de la Plastic Ono Band: la razón estaba completamente del lado de los organizadores. Como sea, a los Beatles se los seguirá escuchando y versionando, muchos de sus temas. Musicalmente eran simples e impactantes; cuando se acercan más al rock, o a la música "progresiva", son olvidables. Y la carrera posterior de McCartney incluye varias composiciones muy buenas (cuando se radicó en Escocia, xej); algo le quedó de su madre católica; rajó del orientalismo y la costilla romántica no le faltó nunca. Tampoco es para presentar a ninguno como arquetipo, y lo más importante sigue siendo el marco, ya multiformemente establecido y a cargo del planeta; pero bueno, esa música acompañó nuestra juventud y sigue presente. Habrá que verla. Gracias
Alexei
Después de leer el artículo, me quedó una incógnita:¿Por qué el autor del mismo escribió "éramos tan estúpidos", así en tiempo Pasado? Verdaderamente, debería escribirlo en presente.
ResponderEliminarFernando:
EliminarSu comentario de fecha 16 de Diciembre de 10:02, me trajo al recuerdo aquello que alguno repetía: "Cuando era chico, era vanidoso; ahora, de grande, soy perfecto".-
¿En presente? Bueno, cómo no (y no es el único que piensa así).
EliminarCordialmente,
J.T.
No haga caso, don Tollers. Fernando es perfecto, como sugerí en mi comentario de 15:08.-
EliminarLadran Sancho ....
Verdaderamente se siguen sumando los estultos, como Anónimo (por si acaso, le aclaro que la frase "ladran Sancho", no figura en el Quijote).
EliminarCantarle loas a los blasfemos, adictos e inmorales de los Beatles, resulta cuanto menos curioso. Y como si fuera poco, cantan feo y desafinan por demás. Y si Tollers (quien quiera que seas) o Anónimo (idem) me cuestionan mis conocimientos musicales, les paso mi curricula con gusto.
Last, but not least (así, en inglés, ya que son anglófilos hasta la médula) le voy a decir que no con uno, sino con los dos ojos, los 60 son el tiempo de la estupidez. Y aquí volvemos a lo que dije al principio ¿por qué "éramos tan estúpidos" en pasado?.
Saludos cordiales
A Fernando 17 de diciembre de 2021, 15:33
EliminarSi me quiere estulto, sea. Queda claro que a Usted no lo emparda nadie. Su aclaración sobre la frase “Ladran Sancho”, me resulta innecesaria. Mejores maestros tuve.
En cuanto a eso de “cantarle loas a los blasfemos, adictos e inmorales de los Beatles”, y/o a cualesquiera otros, corre por su cuenta. No veo que haya sido el sentido del autor del post, del contenido del post mismo, ni de quien aquí le responde.
Por lo demás, nadie le cuestionó nada. Y nadie podría cuestionarlo. Usted es incuestionable.-
En lo que a mí respecta, de anglófilo nada. Sus prejuicios lo enceguecen.-
Me remito a la cita con la que cerré mi respuesta a Pepe este 17 de diciembre de 2021, 13:43.-
Que siga bien. Cordialmente, claro.-
Estimado Anónimo (cualquiera que sea su nombre). Desconozco si tuvo mejores maestros. Si fue así, no le aprovechó de mucho.
EliminarRespecto del sentido del post, sigo sosteniendo lo mismo: cantarle loas a estos personajes, en un blog "tradicionalista" es curioso (por decirlo livianito). Los artistas siempre tuvieron pecados, como todos, pero no eran anticristianos como estos muchachos y como la mayoría de los artistas modernos. Hablar bien de esta caterva me recuerda un poco a los dichos de Francisco hacía la Bonino, por ejemplo.
No es que yo sea incuestionable. Será tal vez que usted no tiene nada para rebatir lo que digo y se siente en falta.
Finally, no tengo prejuicios respecto de la anglofilia del blog . Sólo basta leerlo bien para darse cuenta. Evidentemente, usted no lo ha hecho.
Que siga bien. Saludos cordiales, of course
Estimado Unknown, se llame Fernando o como se llame. Si no me aprovechó de mucho, será mi responsabilidad, no de mis buenos maestros. No creo que Usted esté en condiciones de aseverarlo, como lo hace con ligereza.
EliminarRespecto del sentido del post, puede evaluarlo como le guste. Y, me reservo el derecho de hacerlo del mismo modo.
Me puedo sentir en falta y -de hecho- así me siento, por muchas cosas de mi vida. No, por lo que me permití sostener en este –ya- lamentable intercambio. Y lo que tenía que decir, lo dije (o, lo escribí, si prefiere).-
Usted no refirió –de modo expreso-, a mi modesto entender, la anglofilia del blog. Dió a entender anglofilia del autor del posteo y de quien le responde. Agrega –ahora- un elemento que, le repito, no –expresamente- refirió en su anterior. Y, mal que le pese, entiendo más de lo que supone.-
Cuando se habla de pecados ajenos, como de anticristianismo ajeno, es bueno recordar que el maestro siempre habla de lo que necesita.
Atentamente, por supuesto.-
Mi problema con los fans de los Beatles es que suelen creer que todo lo que hicieron es una obra maestra.
ResponderEliminarAbbey Road no lo puedo escuchar de corrido porque tiene dos canciones prácticamente de jardín de infantes, Maxwell´s Silver Hammer y la del pulpo de Ringo. Mi impresión como persona no experta en los Beatles es que Paul tenía más talento que buen gusto, y tenía demasiado poder en la banda como para ser contradicho.
Voy a ver si me suscribo por un mes para ver el documental, o aunque sea para que mi madre lo vea, es más de su generación.
A mi no me llamaron nunca la atención.
EliminarPero el caso es que cuando de verdad aprendí inglés y escuché una de esas canciones me asombre. Me pareció cantado por un grupo de aficionados para colegialas con acné (probablemente de ahí venía su éxito: cantantes jóvenes para jóvenes)
Por cierto que un día resulta que bajaba por Abbey Road, en Saint John's Wood y, al ver el signo de la calle y el paso de cebra, me recordó algo. Sí, ahí estaban los (ex)estudios de blanco con su aparcamiento privado delante, al otro lado de la calle a mi izquierda.
Y es que el poder de la cultura de masas es insidioso e inmenso.
Estimado Jack, yo soy bastante crítico de los Beatles, usted menciona con acierto la Gran Revolución de los '60 entre minifaldas, twist, LSD, el mayo francés y tantas otras cosas que cambiaron el mundo para siempre.
ResponderEliminarAún así, en la Argentina los grandes cambios culturales comenzaron unos diez años antes, fue allá a mediados de los '50 cuando se inició la gran revolución del rock y las disquerías de Buenos Aires, con parlantes a la calle, difundían los últimos éxitos de Elvis Presley.
Hasta entonces el país había conservado cierta identidad nacional. Más allá de la opinión que cada uno pueda tener, el folclore provinciano y el tango de la ciudad era la música que se escuchaba por radio y la moral cristiana era aceptada por todos, porque hasta las chicas que no iban a misa soñaban con llegar vírgenes al matrimonio.
Con la revolución del twist y del rock importados, todo eso cambió y el tango y el folclore entraron en una decadencia sin fin.
Como no podía ser de otra manera, a partir de la Gran Revolución de los '60 la vorágine se hizo mucho más pronunciada y gracias a los Beatles -o por desgracia- lo poco que quedaba de aquella identidad nacional murió sin que nadie derramara una lágrima de despedida.
Si para muestra basta un botón, hace rato que las chicas se avergüenzan de la virginidad y para anunciar sus rebajas las vidrieras ya no dicen Gran Liquidación como antes, ahora si uno no pone ¡Sale! la gente ya no entra porque el tipo es un bolichero de cuarta.
Hasta ese punto hemos sido colonizados. Y para confirmar que ni el idioma nos queda, hoy tenemos un presidente que habla para "todos, todas y todes". ¿Se puede caer más bajo?
Pero volviendo al rock, el furor que despertaron los Beatles importados fue tal que se hizo necesario abrir la puerta al rock "nacional" del que hoy tenemos ejemplos para todos los gustos.
Si tuviéramos que elegir uno, tal vez el más singular tan amado por todos sería el gran Charly García -el dios del rock nacional- cuyo mayor legado para la juventud -seguramente más que su música- será sin duda su estela de drogas, alcohol y aquel inolvidable salto al vacío desde un noveno piso hasta la pileta de planta baja.
Despues de todo, el árbol se conoce por sus frutos, ¿o no?
Fuenteovejuna:
EliminarA su pregunta (en su comentario de 12:02) de si se puede caer más bajo, le recuerdo que desde que el hombre inventó la pala, el pozo siempre puede ser más profundo.
A su mención del idioma, vea el siguiente enlace: https://www.infobae.com/america/cultura/2021/12/16/las-palabras-bitcoin-poliamor-valer-madre-y-bot-llegaron-al-diccionario-de-la-rae/
Las valoraciones, se las dejo a todos ustedes.
Pregunto con humildad, se podria separar las acciones inmorales o las estupideces ... de la obra del músico?
EliminarHace un tiempo vi amadeus, la película de la vida de mozart, era un genio musicalmente pero lo pintan bastante bobalicon...
Si la identidad nacional desaparece por Elvis y los Beatles no era una buena identidad nacional.
EliminarPepe
EliminarDice un viejo refrán, "aunque la mona se vista de seda mona se queda".
No veo la forma de separar una cosa de la otra, también Maradona fue un genio del fútbol y una basura como persona. Es muy difícil elogiar una parte sin despreciar la otra. Más bien creo que el combo viene todo junto, si uno lo quiere lo toma y si no lo deja.
Muchos fans de Charly ahora quieren cambiar el nombre de la Avenida Coronel Díaz por el de Avenida Charly García. ¿Comprende lo que le digo? Ese es el ejemplo que dejaríamos para los que vienen atrás.
De última, si es cierto que el árbol se conoce por sus frutos, endiosar a un tipo como Charly no creo que sea el camino que ayude a terminar con la profunda crisis que vive la Iglesia. Todo lo contrario.
A Pepe, por su comentario de 17 de diciembre de 2021, 3:30
EliminarCon la misma humildad, le digo que: su pregunta podría extenderse a la obra de cualquier otro artista; o, en general, a todo hombre.
No me atrevo a responderle. En este espacio, hay gente más docta. Simplemente, le digo que “la pintura” que se hace de Mozart, en la película que refiere, me parece un producto de las licencias creativas del guionista y/o del director de la misma.
No lo imagino a Mozart, del modo que se lo presenta. Salvo que se haya querido destacar su originalidad y descaro, con la seriedad anodina de Salieri. Y, tal vez, por algo semejante -por estos pagos-, algunos se calificaron como los Salieris de Charlie….
Cierro: "No hay hombre realmente inteligente que no se haya dado cuenta de que es estúpido. No hay hombre grande que no se haya sentido pequeño. Algunos hombres nunca se sienten pequeños; pero estos son los pocos hombres que lo son." - G.K. Chesterton, "No", En Defensa de la Cordura).
Un saludo.-
Anónimo de las 8:56
EliminarLos Beatles y Elvis no fueron los únicos responsables de acabar con lo poco que quedaba de identidad nacional, pero ellos también fueron parte de eso.
Antes de los Beatles estuvo Elvis y antes de Elvis en la Argentina estaba Perón.
Lejos de justificar a Perón porque ya sabemos los choques que tuvo con la Iglesia, igual le doy un dato que tal vez desconoce: en tiempos del peronismo en Viernes Santo las emisoras de radio transmitían en cadena nacional música sacra, algo que reventaba a los no católicos. Y se puede decir que el pueblo argentino era un pueblo católico porque también teníamos un episcopado de lujo comparado con este que hoy da ganas de llorar.
La moral cristiana imperaba por doquier y como dije antes las chicas soñaban llegar vírgenes al matrimonio; el aborto era palabra prohibida y los homosexuales que se manifestaban en público iban presos por atentar contra las buenas costumbres.
Argentina era un país de inmigración donde todavía llegaban italianos y españoles que querían hacerse la América, no como hoy que nuestra juventud huye buscando un futuro en Europa o EE.UU.
Claro, aquello no sería la identidad nacional de la Guerra de la Independencia, pero si la comparamos con estos despojos que vemos hoy nadie diría que hablamos del mismo país.
No olvide don Fuente que a finales de 1960 se predicó la "Gran Misión de Buenos aires"en la que el catolicismo se manifestó por todos los barrios todos los días desde la madrugada con el llamado "Rosario de la aurora" hasta las funciones vespertinas.En nuestra parroquia tuvimos la colaboración de un simpático y anciano curita brasileño porque vinieron sacerdotes del extranjero a misionar.
EliminarPerdóneme don Fuenteovejuna que tercie en la cuestión. La música sinfónica en las radios para el Viernes Santo eran una tradición argentina inaugurada con la radio misma y que continuó hasta el Proceso, años '70. Cuando llegó el alfonsionismo se acabó todo eso... Perón no tuvo nada que ver; es más, si se hubiera percatado del mal que podía hacerle a la religión prohibiendo honrar el Viernes Santo, lo hubiera hecho casi seguro. Tal era su desenfreno en los años cincuenta. Ya en los setenta se había calmado un poco; no del todo, pero lo suficiente.
EliminarEn todo caso, le puedo contar que el triunfo de la música extranjera en la radio y la televisión en los años 60 fue obra de anunciantes poderosos que solamente patrocinaban música exótica; no los había para programas de folclore que, de todos modos, los seguía habiendo, como "Guitarreando" de Antonio Carrizo, el programa con más rating de la televisión mientras duró (sí, escribí "rating"...) en la década del sesenta, parte final.
La infiltración cultural angloparlante no fue causada por la debilidad de nuestra música o nuestra propia cultura (que es toda la de raíz hispanocatólica) sino de una embestida comercial brutal que comenzó, precisamente, en la época de Perón... Lo puede corroborar Ud. mismo.
Saludos cordiales.
Anónimo de las 12:05
EliminarEstoy plenamente de acuerdo con usted, que en tiempos del peronismo el Viernes Santo la radio transmitiera por cadena nacional música sacra no fue un invento de Perón, eso venía de antes.
Yo no voy a hacer aquí una defensa de Perón porque no soy peronista, pero como nobleza obliga, hay algo muy católico que fue un gran mérito de la Revolución del '43, algo que Perón después mantuvo en sus dos primeras presidencias. Me refiero a la reimplantación de la educación católica en la escuela pública, una conquista invalorable que los liberales habían suprimido muchos años antes.
Yo soy hijo de la escuela pública y en los años '50 en el colegio secundario tenía la materia religión. Los alumnos que no eran católicos -casi todos judíos- en la hora de religión se retiraban a otra aula donde recibían clase de cultura ciudadana o algo así, no lo recuerdo con exactitud.
Años después, en 1954, se desencadenó la pelea con la Iglesia; una madrugada el Senado aprobó el divorcio entre gallos y medianoche y todo se desbarrancó.
La Revolución Libertadora del '55 -desaparecido el General Lonardi- quedó en manos de masones, y si bien el divorcio fue derogado porque entonces la Iglesia todavía era un factor de poder importante, la educación religiosa nunca más volvió a la escuela pública.
Para mi la gran infiltración de la música foránea se desató especialmente a partir de la Revolución del '55, pero son matices, en líneas generales comparto su parecer.
Anónimo de las 0:41
EliminarRecuerdo perfectamente la Gran Misión de Buenos Aires de 1960, un gran esfuerzo misionero por recatolizar a buena parte de la juventud que había empezado a alejarse a raíz de la gran invasión de la música foránea que comenzó a mediados de los años '50, como otro comentarista también mencionó anteriormente.
Por entonces el Arzobispo de Buenos Aires era el Cardenal Antonio Caggiano, quien realizó un gran despliegue enviando sacerdotes por todos lados.
Yo recuerdo haber visto a un sacerdote subido a una silla para predicar en la Facultad de Derecho de la UBA y a un estudiante católico del SUD a las trompadas con otro comunista de la Galería del Quetzal que no quería que el cura viniera a predicar a la facultad.
Como usted bien dice, esa Gran Misión fue a finales de ese año, y si bien la intención del Arzobispo fue muy buena, el éxito nunca llegó porque esa década del '60 que recién se iniciaba fue un huracán no sólo anticatólico, también anticristiano, que arrasó con todo lo bueno que encontró a su paso, como muy bien puntualiza Jack Tollers en su post.
Buen diagnostico don Fuente. Perseveremos velando y orando atentos a las señales.
EliminarFuenteovejuna:
EliminarPermítame un tecnicismo, que nada modifica lo que Usted refiere y pese a que el blog fue actualizado. Es con relación a la derogación de la ley de divorcio que cita en su penúltimo apartado de su comentario del 18 de Diciembre de 2021, 16:33.
El divorcio se introdujo por ley 14.394 (Sancionada 22-XII-1954 y Publicada en el “Boletín Oficial” del 30-XII-1954), en su artículo 31, para aquellos casos que hubieran obtenido la separación de cuerpos con al menos un año de antelación.
El 01-III-1956, por Decreto-Ley 4.070, el gobierno de facto de entonces, declaró “en suspenso” el artículo y ordenó paralizar los trámites judiciales ya iniciados y rechazar nuevas peticiones.
Pese a tal suspensión y pese a la reforma al Código Civil que se llevó adelante mediante la ley 17711 de 1968, el divorcio vincular se legisla por ley 23.515, sancionada el 08-VI-1987.-
Recién fue la Ley 26.994/2014, la que –en su art. 3, inc. a-, entre otras normas legales, derogó “in-totum” lo que quedaba de aquella ley 14394.-
Cosas extrañas que aquí suceden ….
Desde ya, gracias.-
Anónimo 17 de diciembre de 2021, 13:43
EliminarRespecto a la pintura que se hace de Mozart en la película, evidentemente hay licencias, especialmente respecto a su relación con Salieri, que sabemos que no es así. Simplemente juega con el drama de que el músico de éxito, Salieri, es el único que se da cuenta de que el genio lo tiene Mozart y no él. Y esto se compone con la dedicación absoluta a la música de Salieri, que parece que Mozart no tiene (se supone equivocadamente que los genios son genios porque no trabajan, sino que producen sin esfuerzo, como las gallinas poniendo huevos)
Respecto al vocabulario soez y escatológico, está en sus cartas; por lo que eso justamente parece que no fue licencia de creador de Peter Shaffer, autor de la obra de teatro y del guion de la película.
Recuerde que Mozart era clase media baja y su nivel social era equivalente al de un criado o al de un tendero. Y esos son precisamente las personas con las que estudia, juega y vive. Es justamente en esta época cuando los creadores intentan elevarse socialmente, sigularmente no trabajando para un noble, como su padre para el Príncipe Arzobispo o Haydn para Esterhazy, sino para el público de pago.
A Anónimo 20 de diciembre de 2021, 13:20
EliminarTengo presente todo lo que Usted me aporta.
Desde ya, muchas gracias.-
Don Jack,
ResponderEliminarLeyendo su entrada, me acordé de las películas de Cantinflas, para este caso, "el padrecito": el ejemplo perfecto de cómo la decadencia de la historia de la humanidad estaba en ciernes. Cantinflas representa el cambio del esquema del cine mexicano, bien hablado, con historia, por la destrucción del lenguaje, del razonamiento y de paradigmas; y en el caso del padrecito toca la tecla en el sacerdote del futuro: uno muy "guay" que llega a "renovar" la iglesia del sacerdote antiguo. Pues bien, ese es el ejemplo de lo que vino después y en cantidades exhorbitantes, que es la destrucción del sacerdocio por el showman.
En Colombia, para esa época, tuvimos la oportunidad de cantar dos historias de destrucción de altares y venta de reliquias por parte del clero moderno adelantado en forma de vallenatos "el padre pachito" y "la custodia de Badillo"
Sin duda comparto su apreciación que el arte ya mostraba el triunfo del mundo sobre la Iglesia en aquella época postguerra.
Raúl Benjamín
«No negamos a la Iglesia romana el primado entre los cinco Patriarcados hermanos, y le reconocemos el derecho de sentarse en el lugar más honorable del concilio ecuménico. Pero ella se separó de nosotros por su orgullo, cuando por orgullo usurpó una monarquía que no le competía tener. ¿Cómo podríamos aceptar sus decretos, que fueron promulgados sin habernos consultado, sin que ni siquiera se nos hubiera informado? Si el pontífice romano, sentado en el trono elevado de su gloria, quiere tronar contra nosotros y vociferar sus órdenes desde toda su altura; si él desea juzgarnos — y hasta gobernarnos — a nosotros y a nuestras Iglesias, no de acuerdo con nosotros sino según sus deseos, ¿qué especie de fraternidad o de parentesco puede haber entre nosotros y él? Seríamos los esclavos —y no los hijos— de una Iglesia así, y la Sede romana no sería la piadosa madre de hijos, sino la dueña arrogante de esclavos [...] Imploro perdón por hablar así de la Iglesia romana, pues la venero como usted, pero no puedo seguirla en todo, y no pienso que deba necesariamente ser seguida en todo.»
ResponderEliminarCarta de Niketas, obispo de Nicomedia en el siglo XII, a un obispo occidental.
Ringo Starr
Si lo que cuentan es tal como dicen... bien hizo Tolkien en sacarlos peinados a los Beatles y a Stanley Kubryck con la idea que tenían de llevar al cine al Señor de los Anillos
ResponderEliminarLos sentidos se alimentan desde la infancia con una gran variedad, y uno después va eligiendo, pero no hay que avergonzarse de lo que aún nos despierta la música que alguna vez frecuentamos. La música se endosa a momentos, experiencias, de la vida de cada cual. Hay expresiones bellas, feas, bobas y directamente malévolas. Y en todo hay jerarquías, grados, eso. No conozco Villa Guillermina ni me tienta mucho, pero me agrada el sentimiento del que no puede olvidar su "cielo azul divino". Ni qué hablar de la "Zamba para no morir" que tan bien entonaba Figueroa Reyes: "pero el árbol reverdecerá nuevo". Y también eso de "llego lejos con un poco de ayuda de mis amigos", que ya no es folklore. Hay cosas que no son excelsas, pero no son malas. No ameritan demasiada filosofía. Son emociones.
ResponderEliminarInteresante sugerencia para ver y buen comentario de su autor. Muestra de que somos humanos y que nada de lo humano nos resulta ajeno.
ResponderEliminarEl desafortunado comentario de hora 10:02, de quien se idéntica como Fernando, nada quita a lo anterior. Ni mella lo aportado por don Jack Tollers.
No soy experto en “The Beatles”, ni en música (aunque tengo mis gustos musicales); pero, soy de la misma generación de Tollers. Conocí de la existencia delos Beatles, a mis ocho años, cuando se hizo pública su visita a los Estados Unidos de Norteamérica.
¿Cuál era la importancia de los Beatles?, era una pregunta para que nos bocharan en la mesa de examen de Sociología, en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNLP, allá por el segundo quinquenio de la década del ´70. Y la respuesta era que habían marcado una bisagra en el “aggiornamento” de la realeza británica respecto de la cultura popular; por lo cual, en ese acto, la Reina Isabel II condecoró a Los Beatles con la medalla que ungía a cada uno de sus integrantes como Miembro de la Orden del Imperio Británico.
O sea, parece que todos se llamaron a “aggiornarse”, en esos años.-
No veo mal que se haya hecho lugar a un post de esta naturaleza. Ya sabemos, y de sobra, cuáles son los males que padece la Iglesia….
El Suburbano Sur.
Otrosí: Me quedó sin agregar que cuuando me refería a “ese acto”, estaba aludiendo a una tradicional ceremonia llevada a cabo el 26 de octubre de 1965 en el Palacio de Buckingham.-
ResponderEliminarEl Suburbano Sur.-
Miren que rezo siempre por mis padres, pero me parece que no tienen solución se pasaron la adolescencia y juventud escuchando a palito ortega (en argentina) y los Beatles, y no reaccionaron el concilio Vaticano 2, lo que no entiendo es la generación de mis abuelos como fue tan frívola, cuando le pregunté a mi abuelo porque no hizo nada para resistir al Vaticano 2,me dijo es que eramos solo ovejas o obedecías o te ibas (a la fsspx, pero por frivolidad no lo hicieron y lo pagaron muy caro con con el relajo moral y espiritual de sus hijos y sus nietos, incluyéndome...)
ResponderEliminar¡de la que se salvaron!
EliminarPara mi lo ocurrido en la década de 1960 se debe a que fue la primera generación de la historia de la humanidad en la que se masificó la educación universitaria. Antes de esa generación, la universidad era un ámbito para elites, aristocracias u oligarquías.
ResponderEliminarEl quiebre generacional se produjo porque los hijos creyeron que sabían mucho más que sus padres.
Muy buen punto
EliminarNo es cierto.
EliminarAntes la gente no estudiaba en la Universidad, salvo para ser médico, abogado, boticario y poco más.
Salvo en Inglaterra, donde desde hace siglos existía la costumbre de pasar un par de años en Oxford o Cambridge como finishing school, (y teología -divinity- para los que quieran ser ordenados en la Iglesia de Inglaterra)
Los aristócratas no iban, salvo si tenían intereses intelectuales, y las "elites" (se entiende "no aristócratas"), tampoco.
Todo el mundo empezaba a aprender su oficio lo antes posible (entre los 8 y 10 años), salvo los que iban a las profesiones.
Las "elites", como no tenían que trabajar para ganarse la vida, podían perder el tiempo estudiando algo inútil.
Y los aristócratas se concentraban en "mantener el titulo", esto es, vivir de acuerdo con lo que se espera de su linaje sin dilapidar demasiado su fortuna.
Siempre ha habido para los chicos inteligentes becas (sobre todo, pero no exclusivamente, para hacer carrera en la Iglesia Católica)
Son las oportunidades que ofrece la economía urbana, muy ligadas a la estructura industrial del pais, lo que hará que se invierta en educación.
Los maestros no estudiaban en la Universidad, sino en la Escuela de Magisterio (en muchos paises los hijos de maestros, porque la paga era exigua, podían estudiar gratis o con beca)
Y las ingenierías y arquitectura, al principio no se estudiaban sino que se aprendía en despachos profesionales. De ahí se pasa a las escuelas de ingeniería, agricultura, minas y arquitectura.
En definitiva: es un fenómeno de clases medias.
(en mi caso concreto, muy pocos de mi clase fuimos a la Universidad. Mis compañeros empezaron a trabajar a los 14 años o a los 18. El fenómeno de la Universidad es mucho más reciente de lo que parece, incluso en Inglaterra, donde el fenómeno se masifico con el Primer Ministro Laborista Tony Blair a finales de los 90)
Pues no; la universidad ya se había abierto a todas las clases sociales desde muchísimo antes de los años 60. La universidad nunca fué oligárquica, aunque sí y necesariamente, aristocrática; no en el sentido de "clase social", como la entienden los marxistas, sino en el aristotélico de lo superior, lo más elevado "en" la sociedad, cualquiera fuese su origen social. La Iglesia, precisamente, aceptaba en sus claustros desde siempre a cualquiera que tuviese talento para estudiar sin mirar su cuna; de modo que allí estaban representadas todas las clases sociales. Lo que sí entró en esa época de los 60 a la Universidad fué la ideología, a todo vapor y soy testigo presencial de eso. La visión marxista de la realidad invadió "a lo bruto" la vida universitaria, donde todos los tilingos (y tilingas) leían a Marcuse o Sartre, estudiaban el teatro de Proust e iban a reuniones políticas peronistas (zurdas por supuesto); por lo menos las universidades de Buenos Aires y La Plata y, de a poco, se fue metiendo en la vida religiosa por medio del tercermundismo, que es una secuela política del modernismo.
EliminarMuchos, aún en nuestra adolescencia, fuimos advertidos de lo tremendo que se estaba forjando en el Concilio V.II, cuando comenzaron a llegar noticias sobre la tergiversación de las traducciones de lo que publicaba L0sservatore, años 64/65 y el padre Meinvielle, que no sé si había llegado a ir al concilio, donde había sido invitado como asesor, nos avisaba "ezo ez una M...da", textuales palabras.
Por supuesto que hubo reacción contra todo aquello, pero no se podía meter una idea completa en la cabeza de un tipo como Onganía -por lo demás, muy buena persona- que como buen militar, no tenía ni la menor idea sobre qué cosa era la vida universitaria. Para él, era una fábrica de profesionales laburantes, nada más. Tuvo funcionarios importantes en Educación, pero todo fue inútil, pues tampoco ellos eran personalidades muy profundas, que yo recuerde. Salvo a Pèrez Guilou, conocí personalmente a todos los ministros de Educación y los rectores de la Universidad de Buenos Aires.
Me parece que escribir sobre aquella década estando vivos tantísimos testigos de lo que allí se estaba cocinando, requeriría un poco más de preparación.
Es todo.
Gracias.
Anónimo de las 12:27
EliminarPara entender este fenómeno importa más entender lo que ocurrió en los Estados Unidos que lo que ocurrió acá.
Los soldados yankees que lucharon en la segunda guerra mundial no fueron a la universidad, no necesitaban hacer eso para tener una vida cómoda de clase media, estaban en el país más rico del mundo en la edad de oro del capitalismo, la posguerra, y tenían casa suburbana con jardín y parrilla, auto y trabajo capaz de mantener a la esposa como ama de casa.
Sus hijos producto del baby boom de posguerra, los boomers, fueron a la universidad de forma masiva, por lo menos en comparación con la generación de sus padres.
A Argentina los movimientos culturales y políticos llegan con unos años de retraso. Un poco como las series de tv en los años 80s cuando no existía ni el cable ni internet, y los argentinos veían las temporadas de 5 años atrás de Alf, La familia Ingalls o Brigada A, dobladas al castellano.
Todas las ideas de la izquierda argentina, desde siempre, vienen de las universidades del primer mundo, aunque acusen a los demás de colonizados mentales.
Para estar seguro de no hablar sólo en base a impresiones fui a google y busqué college graduates by decade, graduados universitarios por década en EEUU
https://www.statista.com/statistics/184272/educational-attainment-of-college-diploma-or-higher-by-gender/
En Estados Unidos el % de universitarios hombre casi se triplica entre 1940 y 1971
de 5.5% a 14.6% un gran cambio en 21 años
Recién en el 2011 se superó el 30%
Si la cantidad de universitarios se hubiera mantenido en un 5.5% ni Mayo Francés ni Montoneros/ERP hubieran sido posibles
Estimado anónimo de las 22:59.
EliminarEn parte tiene Ud. razón; sin embargo, en los años 70 las Universidades de aquí -en el extranjero por lo menos con 20 años de anticipación- comienzan a ofrecer "carreras universitarias" que eran en realidad meras tecnicaturas que antiguamente se enseñaban en los Colegios Secundarios. Le dejo, para puro ejemplo, el caso del Maestro Mayor de Obra, que antes se enseñaba en el colegio secundario (creo que aún es así en el caso de un sólo colegio secundario) y a la vez, se abreviaban y cambiaban los planes de estudio de carreras más tradicionales -algo que aquí llegó recién en los 80, con el alfonsinato-. Asimismo comenzaron a pulular tecnicaturas en diversas cuestiones económicas, provenientes de EE. UU. principalmente, que eran cursadas por gente que, a veces, no tenía el secundario completo (pa' lo que sierve, diría Castellani). Por eso la explosión de crecimiento de universitarios no fue solamente por una cuestión de índole sociológica, sino por la facilidad con que se ofrecían diplomaturas universitarias a espuertas.
¡Qué buenos que eran los malos!
ResponderEliminarHilbert.
Wanderer Francisco sigue haciendo de las suyas:
ResponderEliminarhttps://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2021/12/18/0860/01814.html
El auge del rock nacional no fue consecuente al de los Beatles sino simultaneo. Datos: el exito comercial de los Beatles en el Reino Unido comenzó con el tema "Love me do", publicado el 5 de octubre de 1962. En Argentina, el programa "El Club del Clan" salio al aire por primera vez el 10 de noviembre de 1962.
ResponderEliminarCon el diario del lunes...wait a minute...
ResponderEliminarAhora se ve claro el desquicio de los '60. Pero a muchos nos gustaba oír a los Beatles. Recuerdo a Carlos Sacheri (!!) diciendo que musicalmente eran buenos, y sonreía... Y yo ahora los escucho con nostalgia... Pero son sensaciones intransferibles...
Los Beatles son uno de los mejores productos de Satanás. Un anzuelo demasiado dulce y perfecto, que casi nadie puede despreciar. Es el ejemplo arquetipico del valor de la propaganda: belleza, espejismo, fugacidad, impacto...engaño. El canto de sirenas perfecto: el mal, disfrazado de bien. Un arte sublime supuestamente inocente que termina en adulterio, drogadicción, anti cristianismo y hedonismo. La mierda que masticamos hoy...
ResponderEliminarRodrigo
EliminarCuando mi hija adolescente comenzó a escucharlos, les hicimos la guerra, igual que a los Coreanos esos y al Raegeton (como quiera que se escriba eso).
Sin embargo, perdimos la guerra (salvo con el raegeton por lo ordinario que es) y lo que es mas grave, todo lo que le transmitimos sobre la Fe y la Tradición ahora lo rechaza.
Triste época, pareciera que el diablo siempre gana y lo mismo pasa con las "batallas culturales"!
Los bitles -así, hispanizado- son una banda sobrevalorada. Musicalmente no aportaron nada: composiciones sencillas, instrumentistas y cantantes mediocres. De igual manera el rock es un género sobrevalorado que viaja por el mundo gracias a la hegemonía política y económica que ostenta el mundo angloprotestante.
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