sábado, 15 de octubre de 2011

Fr. Jeremías dio en el clavo



Fr. Jeremías, nunca más de acuerdo con usted. Ha dado en el clavo, y lo dice bien y breve. Discutiría lo del barroco, pero en el contexto es un detalle.
Y remato: Et memento finis!


Algún postmoderno diría que el círculo hermenéutico siempre se está abriendo. Y para rematarla más, citaría a Schleiermacher diciendo que lo proyectado es siempre inteligible en su lugar de destino y no tanto en su origen, por eso el comentador del texto entiende mejor al autor de lo que él se entendió a si mismo.
Más allá de la exaltacion del solar patrio, que parece tener algún motivo adaptativo, aunque algunos no se lo crean, los españoles tienen entre sus múltiples defectos, una virtud: se caracterizan por hablar mal de su país mientras viven en él y exaltarlo hasta la irracionalidad, incluso con invenciones desiderativas, cuando están en el extranjero o se le hace algún reproche.
Sin embargo, enredarse en el siglo de oro, los reyes católicos, o la época imperial es un autoengaño de gabinete. Pues es una obviedad que la España actual no tiene nada que ver ni con el siglo de oro, ni con Franco, ni con los reyes católicos. Aunque hay algunas constantes.
A nivel de análisis sociológico (los esencialistas sabrán perdonar). En los años cuarenta en la península ibérica hubo un renacimiento religioso sincero, como consecuencia de la guerra civil y del apoyo del Estado a la Iglesia (sobre todo tras la II GM cuando el régimen para despegarse de las malas amistades hizo hincapié en su carácter de régimen católico). Eso produjo un auge de lo católico en muchos aspectos de la vida pública, pero con un grave inconveniente:la Iglesia pasó a tener "prestigio social". El aumento de vocaciones sacerdotales por aquellos años obedeció en parte a lo primero, pero muy mucho a lo segundo: todo el mundo quería un pariente o amigo sacerdote (máxime cuando éstos estaban capacitados para emitir certificados de buena conducta ante las autoridades). Es decir, el catolicismo se escayoló, se desespiritualizó, se fosilizó. Es por el mismo motivo que la pérdida de "influencia social" (no hablo del Estado, sino del día a día), tuvo la consecuencia inversa a lo sucedido en el régimen: las gentes se fueron progresivamente apartando, si bien los que eran sinceros, lo siguieron siendo. Y de hecho, el catolicismo medio español que queda es el de esa época ( en grandes cifras). Y lo peor, es el "escayolamiento" del modus operandi: el Estado dirá. Es un elemento característico de la idiosincrasia española la "economización mental" (no tanto la falta de sutileza, Wanderer), "si hay quien lo haga por nosotros, para qué molestarse?". No hay que buscar en el barroco la causa: es un rasgo peculiar que obedece a muchas causas y que en sus extremos es muy nocivo.
Tanto es esto así, que la Iglesia española nunca se dio cuenta de todo que el período de "sana colaboración" había terminado: una lacra que explica muchos silencios y complicidades del presente, por la necesidad de mantener un "status" que se considera esencial para la misión evangelizadora de la Iglesia.
Festina tempus, Domine.

Fr. Jeremías de las Sagradas Escrituras

12 comentarios:

  1. Fr. Jeremías.

    Usted niega lo del barroco como causa o como una de las causas de la degradación de la Iglesia?

    Si entiende que al menos sea una de ellas, en qué?

    En el arte no parece, salvo en la arquitectura de iglesias, escultura y pintura sacras, si consideramos que son las únicas especies artísticas que pudieron tener que ver con lo religioso (en tiempos de barroquismo no se modificó la liturgia, el canto siguió siendo el gregoriano, la poesía y novelas barrocas aquí no juegan ningún rol...

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  2. Como bien dice Wanderer, Fr Jeremias dio en el clavo. Pero lo del "barroco" si bien puede considerarse un "detalle" en estas circunstancias, vale decir que jugo un papel importante, y llevo de algún modo a que el catolicismo se "fosilice" y "desespiritualice". Creo que lo barroco fue causa de esto. Pero ustedes saben mas que yo. Así y todo bien por Fr Jeremias!

    Pangur Ban

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  3. Se ahorra mucho verbo leyendo a otro ingenio de esa España mediocreque ya nada tiene que ver con oro alguno. Fernando Vizcaino Casas, que -por quedarnos en lo meramente sociológico- es el único autor del que se han presentado tesis doctorales en universidades europeas, aún en vida, sobre el aspecto sociológico de su obra.

    En él se aprenden muchas cosas sin necesidad de inventar la pólvora: por ejemplo sobre esa iglesia mediocre -que "seguía siendo la misma de siempre" en palabras del autor- no siempre fue idílica en su relación con el Estado nacional y católico con contrapuntos muy interesantes ya desde el primer momento. Contrapuntos y encontronazos que por no trascender al dominio público no son conocidos y mucho menos mediatizados. Los dejo para la curiosidad del que la tenga, porque tampoco es el caso.

    En eso, Vizcaino Casas, es sencillamente otro español más de aquellos con y a los que se rinde "devotio". Es este un elemento clave de la idiosincracia hispana que permite entender su historia y como se comportan los españoles, muy ajenos a las ideas y empresas de conjunto pero capaces de domeñar un mundo por una "devotio". Por eso la misma idea de España toma la forma de "devotio" y resulta a veces en esas actitudes "usque ad mortem" que se ejemplarizan sociológicamente hasta en el juego: órdago. Dicen que el mus es el único juego de cartas que uno no puede aprender con sólo observar como se juega, hay que ser enseñado y además jugarlo para comprenderlo. En eso del órdago está España del principio al final. ¿Lo toca Castellani? Me extrañaría que no lo hubiera hecho.

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  4. Me refería al "elefante barroco" wandereriano, que es la marca de la casa. Creo que hay una entrada "ad hoc" que podrá encontrar en "archivos" o bien "googleando".
    Sobre el tema del "barroco" y la "contrarreforma" tengo una opinión "mei generis", que no soy capaz de resumir en dos líneas. Digamos que lo concibo como una "categoría transversal" resultado de la "hispotasización" de algunos rasgos caracteriológicos extremos fruto de una situación de confrontación. Dicho así es como no decir nada. Lo reservo para un día de estos. Además, que me toca de fraile cocinero y no tengo reservas en la alacena, y la mente se evade hacia otras consideraciones más prosaicas.
    Pienso que el espíritu "barroco" se puede comprender leyendo las "provinciales" de Pascal. El francés acusaba a los jesuitas de la degradación de "lo religioso", debido a la casuística moral. Para Pascal lo característico de lo religioso procede de una pregunta por la propia salvación, y la inquietud derivada de la misma pregunta. Una inquietud no angustiante, sino al modo agustiniano. La casuística del XVIII había sustituido este problema por otro: Cuál es el límite hasta el cual puede hacerse algo sin que sea pecado mortal. Pascal tenía sus cosas, pero pienso que la crítica era pertinente.

    Fr. Jeremías

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  5. Fr. J., ahora es otra cosa, se entiende y con gusto. Incluso lo que ud. dice que no se entiende. Con esa situación agonal y agónica, de conquista y defensa y reconquista de la fe, la tierra y los principios, aun se identifica la parte más saludable de las naciones hispanoamericanas. Pero ese estado de lucha permanente, el tercio indomable, sumado a la perpetuación de los enemigos, derivó en una parada, una toma de posición distante, individualista, casi ajena a todo y contra todos, además sumada o mezclada con nociones contrarias (suarecismo, liberalismo, moralina casuística, etc.),o tal vez aleatorias de su propio y más profundo modo de ser, que al paso produjo –en muchos, no en todos– el olvido de los orígenes, de los siglos y las causas gloriosas. España siempre pudo y creyó que siempre podría, pero poco a poco, aun combatiendo, empezó a sentir ocultamente que todo había cambiado. Y la guerra civil, si bien fue, por un lado, recuperación de aquella gloria, por otro fue como una consumación del fin final, una guerra de hermanos que ya no podían volver a estar juntos. Luego ganaron los que perdieron, descargaron entero el equipaje del invasor, ayudados por buena parte del clero (sobre todo el jerárquico), en fin, nada que no conozcamos ya en todos lados. Dirá ud. si voy desencaminado, pero antes le deseo la mejor de las suertes con su menú de hoy. En paz.

    Lupus

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  6. Carlitos Disandro, de La Plata al Apokalypsis16 de octubre de 2011, 15:30

    Claro, pero para que el hombre de le máxima importancia a la casuística de qué sería pecado grave y qué no, antes debía ocurrir un vaciamiento que el hombre barroco trató de "llenar" con decorados de mal gusto (puntillas, rollizas pechugonas, etc).

    La Fe de Calcedonia fue algo vital y no solo mentado por el hombre antiguo y el medieval: "Credo in unum Deum, Patrem omnipotentem, factorem coeli et terrae, visibilium omnium et invisibilium".

    Luego del Medioevo no se niega pero se escinden el visibilia del invisibilia Dei, dejando lo natural solo en ese plano. Las cosas pierden su sacralidad y Dios está distante, en el cielo.

    Esto del cosmos invisible (que recuerda Newman en un sermón) y del visible se llama Gnosis en San Pablo, aunque a los tarambanas no les guste. "Inteligencia de la fe", que recuerda Borella y traduce Tollers.

    Esta escisión es "la quiebra del hombre barroco". Luego son escalones desde este punto de partida. Hasta acá llego, que si no es muy largo. Pero esa es la punta del iceberg. El resto se decanta... hasta llegar a misas anti-sacras, negar la dimensión mistérica de Dios, la ciencia como único norte del hombre moderno, la relativización de la herejía y la mar en tutú.

    Ps. la sospecha de "gnósticismo" tal vez tenga que ver con que los griegos, paganos, ya habían contemplado a este cosmos sacro. Hasta el Medioevo el hombre fue heredero de la cultura greco latina, luego lo afirma sin serlo.

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  7. C.D., de La Plata al Apokalypsis16 de octubre de 2011, 22:04

    Y en otra obra lo llamé "numinosidad" combatida por la energía racionalzante del barroco, sin vida contemplativa, exenta de capacidad creadora, como no sea la de unir una moral al dominio de la tierra.

    Y Dios bien gracias, lejos, distante, mientras aquí respetamos un manojo moral preceptual.

    El racionalismo jesuítico contra el misterio de la Iglesia.

    Hablé del quiebre del nexo entre la experiencia de la fe, la estructura doctrinal y la concepción del mundo.

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  8. Alguien puede explicar - sin recurrir al simpático elefantito de Bernini - qué entienden por catolicismo barroco? Gracias!

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  9. El Barroco, una porquería. La Edad Media, infectada por el mismo mal, según el último comentarista. Entonces explíquennos vuesas mercedes qué periodo histórico o artístico satisface los gustos del tradicionalismo chic. Queremos saber.

    Hakuna Matata

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  10. Anónimo de la 1:17: Pregúntele a Ludovicus.
    Hakuna Matata: Pregúnteles a los tradicionalistas.

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  11. recapitulador contra el aqueronte17 de octubre de 2011, 10:13

    Estas son dos muestras típicas:

    El Anónimo de 1:17 y Hakuna Batata quieren definiciones. A ellos habría que definirles y meter en un cuadradito que a su vez les entre en la cabeza cosas como: el misterio, lo sacro, la contemplación, lo numinoso y demases; cuando la apuesta para salirse del barroco es precisamente inteligir (inteligencia de la fe) sin racionalizar (racionalismo barroco) lo que se puede mostrar pero no demostrar.

    Además Batata no lee bien: Carlitos dijo "hasta el Medioevo" y él habla de una "Edad Media infectada del mismo mal". Es obvio que el filólogo se refirió al principio del mal, por más Baja Edad Media (que no niega pero que no deja entrar aun al barroco) que haya existido, cuando termina esta edad (aparición del gogorimo literario, etc). Dejó a la Edad Media fuera de la crítica.

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  12. Parece haber una relación entre la moral casuística, el arte del Renacimiento en adelante, querer entender humanamente lo sobrenatural más allá de lo posible vía racionalismo y el olvido de la gracia.

    No digo que sea pelagianismo, pero se le parece: es el hombre quien en más o en menos cree entender lo misterioso, quien supone que actúa bien por sus propios esfuerzos, quien delimita qué hacer y qué no y hasta qué extremo según parámetros fijados por otro hombre y quien produce un arte más acumulativo que simbólico, más exacto al modelo humano que evocativo.

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