La semana
pasada, en el programa "Animales sueltos", se encontraron para
charlar dos tipos llamados Alejandro: Fantino y Dolina. Recorté un pasaje de 7 minutos de
aquella charla que es lo que quiero comentar acá, porque, me parece, no tiene
desperdicio (por lo demás, la charla de una hora y pico es interesantísima y
cualquiera la puede hallar en youtube).
En el
segmento que quiero comentar, Fantino, a propósito de Gilgamesh, le dice a
Dolina que tiene terror ante la muerte, que lo ha consultado con psicólogos y
psiquiatras, que ha pensado en el asunto, pero que no hay caso, que le tiene
terror a la sola idea…
-Se va a
poner peor…
-¿Cómo?—le
pregunta Fantino.
-Mirá, yo
tengo unos años más que vos y te digo que se va a poner peor…
La idea,
la obsesión, el miedo a la muerte. Se pone peor.
Este es
el tema que actúa de disparador de lo que sigue durante los siguientes seis
minutos de charla. Una cosa insólita en la TV argentina, que se hable, en
serio, de este tema tabú, de esto que no se habla nunca.
Que nos
vamos a morir todos. Y que eso mete miedo.
Pero hay
más. Dolina le señala a Fantino que además se va a morir la gente que uno
quiere, que siempre lo acompaña una voz que le recuerda que se va a morir y que
eso "me embromó", le empañó todos y cada uno de los momentos buenos,
placenteros, de su vida.
Y luego,
agrega que ese terror "no se puede mitigar con nada", si no es,
durante un ratito, con el amor, con la sensación de que un amor es para
siempre… pero luego…
Cuando
Fantino le habla de la inmortalidad en sus obras, Dolina se le ríe: "¡Qué
me importa eso!, ¡si yo voy a estar muerto!" Y luego le cita a Unamuno:
"yo no quiero la sombra de la inmortalidad, yo quiero la inmortalidad de
bulto". (Qué le puede importar a Dolina que mañana se lo quiera recordar
con un "Pasaje Alejandro Dolina").
Pero
después, él habla de "la solución": ser inmortal, pero no saberlo (¿o
no creerlo?).
Y de paso
(obiter dicta) dice una cosa tremenda:
"a lo mejor es lo que pasa".
En cuanto
a la Fe, Dolina protesta que le gustaría tenerla, creer en el más allá, sino
que no es una decisión ("como dejar de fumar") y que le encantaría
que fuese verdad, aquello de un Dios que nos quiere…
Etcétera.
Traigo
todo esto a colación recordando lo de C.S. Lewis, que el cristianismo no
funciona en la modernidad porque es un remedio, cuando todo el mundo está
convencido de que no está enfermo: ¿de qué "buena nueva" me hablan si
no me voy a morir, si no tengo nada, si soy feliz?
Me parece
que no puede haber catequesis, ni "nueva evangelización" ni nada si
no empezamos por acá: por donde empieza Dolina. Que no se puede hablar de Eros
sin hablar de Tánatos antes. Preambula
fidei.
Ahora,
¡cómo nos gustaría catequizar a Dolina (y perdón por la presunción)!
Para cada
una de sus dudas, de sus temores, de sus aprehensiones, la ortodoxia católica
tiene respuesta lunga: si quiere tener fe y sabe que no es una decisión, deberá
disponerse a recibir ese regalo haciendo caso a su conciencia (o lo que le
quede de ella), para su terror ante la muerte, el Ave María, para "la
inmortalidad de bulto" que desea, la virtud de la Esperanza, para
inmortalizar el amor, el sacramento del matrimonio (es cierto que el matrimonio
"es la tumba del amor", pero no así el sacramento del matrimonio, que
es muy otra cosa).
Por fin,
sobre el final del segmento que recorté de esta charla para destacar, quiero
dirigirme a la muy apropiada cita que nuestro hombre hace del tango
"Uno": "Si yo pudiera como
ayer / querer sin presentir". Dolina destaca eso, que ya no tiene la
candidez de la infancia (cuando creía en el ángel de la Guarda—y si se
confesara, volvería a creer con esa candidez, y aun una mayor), que ya tiene
demasiada experiencia con las mujeres para saber que un gran amor no puede si no,
a la larga, terminar (o terminar mal). Y que por tanto, Tánatos tiene la última
palabra y termina con todo, incluso con Eros.
Pero…
pero…
Claro,
Belloc lo había dicho antes (sin duda referido al gran amor que vivió con
Elodie, su esposa, de la que enviudó siendo joven todavía): "Un gran amor
excede la escala de las cosas de esta vida. Algo pasa. Alguien muere."
Cierto.
Pero,
bueno, Dolina, qué sé yo: como dijo usted, a lo mejor somos inmortales y…
No lo
sabemos.
Escuché hace muy poco decir al Prof. Jorge Ferro en una magnífica conferencia que Dolina dejó de leer a Chesterton, aunque le encantaba, porque "lo estaba llevando a un lugar al que no quería ir"
ResponderEliminarOjalá volviera a leerlo este buen hombre! (Ahorraría en cirujías, eso es seguro)
salud.
Si mi memoria no me engaña, ya se refirió al asunto el recordado Fray Rabieta.
ResponderEliminarFantástico.
ResponderEliminarYo, que lo conozco a Tollers más allá de Tollers y más acá de Jack (osea, en persona, digamos), les agrego, lectores de Wanderer, una cosilla:
Jack Tollers no solo tiene la capacidad de encontrar esas perlas a las que nos acostumbró ya en la literatura, la teología y ahora también la "entrevista televisiva". Tollers puede, sin forzar un ápice lo citado, embellecer la cita. Pues lo que acaba de hacer es eso, ubicar, darle lugar, a unos minutos fabulosos de entrevista elevándolos así más allá de su topos original.
Se los digo yo a veces me encuentro copiándolo sin querer y... ¡me pego unos julepes bárbaros!
El Viajante
Miro esa palma que airosa,
ResponderEliminarsu corona al sol ostenta,
y miro lo que aparenta,
la esplendidez de la rosa.
Contemplo la niña hermosa,
riendo a lo que le place,
y lo que el tiempo le hace
a la hoja seca del jobo:
es la vida como un robo,
a lo que el tiempo deshace.
Así canta la sevillana que funge de gitana para turistas en el bar de en frente de La Giralda; y algo de razón tiene.
Perdonen la sugerencia, pero se puede ver con mejor calidad en el siguiente enlace, que empieza en el min. 37 y 18 seg. (referido a la entrevista entera) coincidente con el inicio del que Vds. presentan :
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=BXXmK-5z-uQ&feature=youtu.be&t=37m18s
Saludos cordiales,
Fortu
Buenísimo hallazgo de Tollers.
ResponderEliminarEn la entrevista que le hizo Tollers a Lupus se planteo este mismo tema, el de la muerte y nuestra actitud frente a ella. O enfrentamos el tema o le escapamos y si nos vemos obligados a enfrentarlo por un momento lo hacemos con miedo o con bronca, como Dolina. Sin esperanza. Hay empecinamiento tambien. Es engañoso: no quiere la fama pero está aferrado a las cosas del mundo, y ahora a las mas bajas. Se le achico la imaginacion, por "sensible".
ResponderEliminarExcelente. Totalmente de acuerdo: Preambula fidei, he ahí la cuestión.
ResponderEliminarLa frase que pegué mas abajo me golpeó fuertemente por su profundidad, a la cual me resulta muy difícil adentrarme, creo que en 8 palabras resume el drama del amor matrimonial, de la relación de esposos, de la insuficiente explicación y enseñanza de la acción de la gracia, por intermedio del sacramento, en aquella relación. Sobremanera cuando esta, el vínculo o la relación matrimonial se encuentra dañada o "conmovida" (conmoción que nos toca a la casi totalidad de los casados)y buscamos soluciones en herramientas humanas, cuando la acción de Dios está disponible. Esperemos que pueda explayarse sobre el tema.
ResponderEliminar"para inmortalizar el amor, el sacramento del matrimonio"
Esa frase sobre el sacramento del matrimonio es tremenda. A mí también me ha impactado y me gustaría, si es posible, que se profundizara más sobre el tema.
ResponderEliminarMagnífico blog y estupendo hallazgo el que nos ha traído hoy, que me dará para pensar bastante.
Cuando era adolescente, Dolina era mi ídolo. A la larga, esa postura de "me gustaría creer pero no creo", mientras en realidad está preocupado por curtirse a la morocha de la tercera fila, un poco me cansó. Uno lee sus cuentos de las Crónicas y el tipo transmite, a mi modo de ver, alegría, como una expectación por algo grande que va a venir. En el "Bar del Infierno", ya parece un tipo que no espera nada, y que se ha entregado a la nada. Si lo escuchan hoy por la radio (será melancolía, ahora lo estoy sintonizando otra vez...) verán lo que digo.
ResponderEliminarEncima ahora se rodea de cincuentones que se creen que están viviendo la revolución... Gillespie lo salva de vez en cuando... prefería a Rolón, mirá lo que te digo.
Un hombre que supo ser sensible...
Dolina es uno de los pocos escritores -aunque no el único- que muy marcadamente fue de bien a pésimo.
ResponderEliminarSu primer libro, Crónicas del Angel Gris, es el mejor.
El segundo, El Libro del Fantasma, es muy bueno.
El Bar del Infierno es malo.
Lo que me costó el amor de Laura es muy malo.
Y Cartas Marcadas es una completa y larga basura.
No sé si tendrán que ver las cuestiones de la fe en esto. A mí se me hace que rumió buenas historias toda una vida hasta que las volcó en los primeros libros y luego, ya sin material que editar y en la cresta de la ola, se empezó a copiar de sí mismo.
Como negocio le sigue saliendo bien. Uno sale corriendo a comprar sus nuevos libros por lo que fue, pero son cada vez más decepcionantes.
Cada vez que le regalo un libro a un amigo, salvo que sea muy beato, le regalo alguno de los dos primeros.
O puede tener que ver con la fe: tal vez no se quiera morir por nada del mundo y sacar libros nuevos lo reafirma vivo. Que si se apaga la luz y todo termina, parece lógico que se trate de dejar aquí todo lo que se pueda.
El artículo de Fray Rabieta que cita el Coronel es magnífico.
ResponderEliminarRecemos por estos dos Alejandros. En estas instancias podemos ver que gran tesoro es la Fe, un tesoro que no hay que perder.
ResponderEliminarSí, está claro que Dolina viene sufriendo una lenta, prolija y exasperante declinación física, psicológica, moral y espiritual.
ResponderEliminarY me parece que llegó al punto más alto de su producción con "Lo que me costó el amor de Laura", opereta que pocos entendieron y pocos supieron valorar.
Ahora, en esa obra, Dolina tensó la cuerda entre Eros y Tánatos al máximo... y luego no supo resolver la cuestión (quizás porque él crea que no tiene solución). Total que, así como no resuelve la cuestión, tampoco resuelve la obra, que termina con los amantes saliendo de un bar hacia una diagonal neblinosa que no significa absolutamente nada.
Un poco como la estrofa final de "Guitarrero Viejo" de don Alfredo Zitarrosa (otro desesperado interesante):
"Y con una pobre mina veterana,
salir dando tumbos, náufragos los dos,
hacia la burlona paz de la mañana,
sin pan y sin Dios."
Pero, claro, tiene razón Ferro, si deja de leer a Chesterton porque lo estaba llevando a un lugar donde no quería ir...
Hay que ver qué hace Dios, ahora. Porque como dice Lewis, Él es el que persigue inflexiblemente; o Francis Thompson en "El lebrel del Cielo":
"Todo te huye porque tú me huyes".
A rezar muchachos,
J.T.
Dolina es una especie de fantasma de la opera.
ResponderEliminarUno de Flores
La misma desesperación de no querer morirse que le hace publicar libros malos es la que lo lleva con igual envión a evitar la vejez con cirugías estéticas tan anti estéticas como lamentables.
ResponderEliminar¿Se imaginan alguno de sus personajes en un bodegón en Flores, entre los otros tipos sensibles, operado como Michael Jackson?
No pierdan la fe, muchachos, que hace daño.
Sí, bueno, a meter la mano en su interior, "en su fe" y a ver quién es el que dice que no tiene miedo a la muerte.
ResponderEliminarEn el corazón, si se quiere.
Y el que diga que está tranquilo y seguro, mmmm, le desconfiaría.
Si Dolina se llega a convertir y creer, ese sí que va a estar confiado y pedirá la muerte, como Belloc lo hacía.
Wilfredo.
Intenté saber del Padre Rabieta de primera mano luego de haberme enterado que ya no se lo veía por la parroquia, pero no logré dar con él.
ResponderEliminarEn la Curia Metropolitana no saben ni jota, ni les importa averiguarlo. En Roma menos.
Uno que supo ser lugareño suyo me dijo que lo vio partir con la Decadencia de Occidente de Spengler, El Señor del Mundo traducido por Castellani, un libro de Simeone Weil que algún trasnochado quiso medio comunista y su vieja Biblia completamente subrayada, todo debajo del brazo.
Y nadie sabe nada más.
Wilfredo.
ResponderEliminarDe todos modos, sin llegar a la casi santidad de pedir la muerte, hay diferencias con temerle por no tener fe a temerle teniendo. No es igual, ni es parecido. No se le teme por lo mismo y eso es un "todo".
Un hombre como Castellani decía que desear la muerte es pecado, pero esperarla, no lo es. Suponemos que tenía bastantes motivos para desearla, de todas formas.
ResponderEliminarEl hombre de fe afronta mejor la muerte no porque no le tema -la Liturgia decía que "la idea morir nos entristece"- sino porque en algún punto, se harta de su vida presente y desea mucha más vida, es decir, una vida mucho mejor. Y déso aquí no hay, hay que ir a buscarlo más allá.
Y lo más seguro, es de la mano de Dios.
Pero algunos se acomodan muy bien en esta vida, se instalan digamos, y entonces les cuesta desear una vida mejor. La intuyen, o acaso, comprenden la pobreza de la vida presente, pero como el joven rico de la parábola, se entristecen al oir hablar de cualquier despojamiento rico en aventura; y se entristecen, y algunos hasta se aterran, porque saben que ése es el verdadero camino que no tendrán el valor para seguir.
La verdá, una tragedia...
¡Ooops!...
ResponderEliminarY esa "vida mejor", es el AMOR.
Claro, ahora sí.
Dos Alejandros y ningún Magno.
ResponderEliminarNi siquiera un Bucéfalo.
Desaparecido o no, su Reverenda Paternidad nos ha legado lo mejor de sus Sermones Rabiosos que, humildemente, recomiendo imprimir en buen papel y mandar encuadernar (o espiralar, si andamos cortos de fondos). Será provechosa lectura espiritual y gutural para estos tiempos esjatológicos.
ResponderEliminarFray Diesirie
Fray, lo que pasa es que el tipo colgó los hábitos, pero anda por ahí haciendo de las suyas.
ResponderEliminarcomo era lo de sta teresa? que muero porque no muero...
ResponderEliminarÚltima noticia:
ResponderEliminarTrascendió de modo oficioso la única frase que agregó Francisco a la encíclica del Papa Ratzinger sobre la Fe.
Transcribo:
"Así que muchacho', crean y dejensé de joder".
Saludos,
¡ja, ja, ja! ¡Qué bueno! No me extrañaría nada.
EliminarEsa oratoria, esa retórica, esa dialéctica franciscana...¡¡¡es que me mata, por Dios!!! Tan profundas como la fosa de las Marianas, ja, ja.
Se animan a decir que este hombre no tiene Fe???
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=c07JuehWeTs
Yo no.
Dummy.
Dummy,
ResponderEliminarun gran hayazgo suyo. Gracias
Si perdio la fe que lea el ultimo grito de la moda vaticana "Lumen Fidei" del papa pancho, quien te dice......
ResponderEliminarOvejero
La inmortalidad implica la perpetuación de la conciencia dice Dolina, citando a Unamuno, creo.
ResponderEliminarQuizá Dolina diga al final de su vida como dijo Unamuno al final de la suya:
ResponderEliminarAgranda la puerta, Padre,
porque no puedo pasar;
la hiciste para los niños,
yo he crecido a mi pesar.
Si no me agrandas la puerta
achícame, por piedad,
vuélveme a la edad bendita
en que vivir es soñar.
Gracias, Padre, que ya siento
que se va mi pubertad,
vuelvo a los días rosados
en que era hijo no más.
De mis hijos hijo ahora
y sin masculinidad,
siento nacer en mi seno
maternal virginidad.
Jacobo de Leon
Qué lindo sería que Dolina se conviertiera, y escuchar sus meditaciones sobre misterios de la fe...seria magnífico, Hay que rezar por él.
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