lunes, 18 de enero de 2021

Los huesos del Papa Francisco

 

El Papa Francisco —lo hemos dicho muchas veces en este blog— no es modernista como tampoco es conservador, sencillamente porque carece del intelecto especulativo necesario para definir una postura doctrinal; su intelecto es meramente práctico. Por tanto, no tiene doctrina. Su teología se reduce al catecismo que aprendió en los ’50 y ‘60 y alguna que otra lectura adicional. Sólo eso y nada más que eso. Y porque está regido por un intelecto meramente práctico, sus decisiones no se toman en relación a los principios y verdades de la fe —que no entiende y no le interesan—, sino a la conveniencia política, la suya en primer término, y la luego la de la iglesia en el mejor de los casos.


Lo que afirmo no es una mera suposición. Los que conocen el decurso biográfico de Jorge Bergoglio, y que son muchos en Argentina aunque sólo hablen despacito para evitar misericordiaciones, pueden confirmarlo ampliamente. No está de más recordar, por ejemplo, que después de su cargo de joven provincial de la Compañía en Argentina, durante el cual se mostró duramente conservador y apoyó a la Junta Militar que en ese momento gobernaba el país, llegando a concederle el doctorado honoris causa de la universidad jesuita del Salvador al almirante Massera, fue recluido por sus hermanos de religión como confesor de un colegio de Córdoba. Rápidamente su figura se transformó para los obispos y sacerdotes conservadores argentinos —que eran mayoría—, en un mártir del progresismo y de la teólogos de la liberación, y hacia su celda cordobesa peregrinaban a consolarlo los mejores obispos, entre ellos Mons. Rodolfo Laise. Y así como Boecio durante su prisión buscó consuelo en la filosofía, Bergoglio lo buscó en aquellos que podían darle un aventón hacia la mitra. Insistió hasta el cansancio —muchos lo atestiguan—, hasta que finalmente el cardenal Quarracino, y a pesar de los informes negativos recibidos del P. Kolvenbach, prepósito general de los jesuitas, logró que Juan Pablo II lo eligiera obispo auxiliar de Buenos Aires y enseguida fue nombrado vicario general. Ya tenía asegurada la sede primada argentina y, como la brisa habían cambiado, también cambió Mons. Bergoglio hacia la progresía, lo que le permitió, con el tiempo, suceder al Papa Benedicto XVI aupado por los cardenales complotados de San Gall, como lo confesó uno de ellos, el cardenal Daneels.

Pero estos favores se pagan, y el Papa Francisco tienen muchas deudas que pagar a sus electores. Y él no piensa pagarlas, porque para hacerlo deberían avalar cambios revolucionarios en la iglesia que no está dispuesto a firmar, y no por una cuestión de principios, sino por una cuestión de instinto de supervivencia… de la memoria. No querría pasar como el Papa que permitió el sacerdocio femenino o legitimó el “amor” homosexual, es decir, que liquidó a la iglesia.Y es así que, cuando los perros comienzan a morderle los talones, les arroja un hueso para entretenerlos. Esa fue su táctica desde el comienzo mismo de su pontificado: darles lo que ya tienen; apenas un hueso sin carne. Veamos algunos ejemplos:

1. Cuando declaró inadmisible la pena de muerte modificando el Catecismo —un acto que contentó a la progresía mundial—, la pena de muerte de hecho no existía en ningún país occidental, excepto Estados Unidos. En la práctica, no concedió nada más que lo que ya existía. Un hueso del Papa Francisco.

2. Cuando en una nota a pie de página de Amoris letitiae permitió que los separados que viven en adulterio, luego de un periodo de discernimiento, pudieran comulgar, no hizo más que dar lo que ya existía desde hace décadas. En todos los países del mundo era esta una práctica habitual, y sin ningún proceso previo. Una vez más, no concedió más que lo que ya existía. Un hueso del Papa Francisco.

3. Sus varias alusiones de simpatías hacia los que practican actos homosexuales no hacen más que decir muy quedamente lo que sucede en la iglesia desde hace décadas. Y no me refiero solamente a la presencia abrumadora de homosexuales en actividad dentro de las filas del clero, sino a las ceremonias de “bendición” de parejas homosexuales que se hacen con discreción desde hace muchos años en las iglesias católicas. Y esto ocurre en todo el mundo. Es algo que ya existe y que Francisco le da una cierta legitimación. Un hueso del Papa Francisco.

4. La modificación del canon 230, por el cual permite conceder el ministerio del lectorado y el acolitado también a las mujeres no hace más que legitimar una práctica que existe desde los años 70. Y fue Juan Pablo II — hay que decirlo—, quien la legitimó de hecho permitiendo que en las misas que él celebraba las mujeres leyeran las lecturas, o de derecho habilitando que las mujeres pudieran ayudar a misa en 2001. Un hueso del Papa Francisco.

Algunos comentarios sobre la estrategia del Papa Francisco:

1. Se trata de una picardía propia del Viejo Vizcacha y que tiene patas cortas. Los alemanes y todos los progres que lo votaron ya no se comen los huesos que les tira y apenas se entretienen con ellos. Quieren al cordero entero. Y por algo apareció el famoso sínodo alemán: para hacerse ellos mismos del borrego viendo que el pastor le daba largas al asunto. Esto no se le escapaba a Bergoglio pero, a mi entender, él preveía un pontificado más corto, lo cual iba a evitarle los problemas que tiene ahora: se le está acabando la mecha.

2. Una vez más se confirman el origen en los bajos fondos peronistas del pontífice. Su estrategia es análoga a la de aquellos gobernadores o presidentes peronistas que inauguran tres o cuatro veces una obra que hace años está en funcionamiento, o que nunca se termina de acabar. Todo sea para lograr algunos votos y calmar al pobrerío.

3. Lo grave de todo esto, por supuesto, es que con su acción, el Santo Padre hipoteca a la iglesia entera. Es verdad que las situación detalladas más arriba existían de hecho, pero su legitimación a través de modificaciones en el catecismo o en el Código de Derecho Canónico compromete a la iglesia en el futuro y sienta un peligrosísimo precedente. Como ya había sido alertado en 2018, la habilitación canónica de otorgar ministerios a mujeres hace más fácil que, en un futuro no muy remoto, puedan acceder al diaconado, lo cual confirma lo que decíamos al comienzo: a Bergoglio lo tiene sin cuidado la doctrina, y es por eso que no le importa cambiarla.

4. En este blog dijimos en varias ocasiones que la brutalidad y vulgaridad de Bergoglio nos hace olvidar que la mayor parte de las actitudes que le cuestionan tradicionalistas y conservadores, se refieren a situaciones que se habían dado con anterioridad pero que la memoria las había borrado saludablemente de la memoria de muchos, sobre todo de los neocones. En 2016, por ejemplo, hablábamos de que el pontificado francisquista no era más que una fétida supuración de los pontificados anteriores. Lo dispuesto por la modificación del canon 230, que tantas vestiduras hizo desgarrar en los últimos días, había sido ya concedido hace veinte años por el papa Juan Pablo II, a quien muchos exaltan como el acabose de la ortodoxia, de la prudencia y de la santidad. ¡Qué la memoria les valga!


Nota bene: Con alguna frecuencia me dicen que soy demasiado duro e irrespetuoso con el Papa Francisco. No creo ser irrespetuoso aunque sí soy duro, pero recuerdo que Dante ubicó en el infierno de su Divina Comedia a un Papa y a varios más en el purgatorio, y que Miguel Ángel también mandó al hades de su Juicio final a un poderoso cardenal. Yo no llego a tanto. Rezo para que Francisco se arrepienta del terrible daño que está causando a la iglesia y logre salvar su alma.


martes, 12 de enero de 2021

Los particulares abusos de un obispo

 

por Luisella Scrosati 
    No está claro según qué lógica, Mons. Moscone, cree que la recepción de la Eucaristía en la lengua es una manifestación de "falsos espiritualismos" y por eso se siente llamado a utilizar todo su celo para combatir esta "plaga"; hasta el punto de que, al final de su breve intervención después de la homilía, no sin exaltarse un poco, vuelve a recordar a los fieles no caer en el falso espiritualismo de la Comunión en la lengua, sino acoger la carne y la “fisicalidad” con la que Dios se hace presente. 
    Sin embargo, en la Instrucción Memoriale Domini, que regula el modo de distribución de la Eucaristía, se afirma exactamente lo contrario de lo que infiere arbitraria e ideológicamente el señor obispo, a saber, que "este respeto [la deposición de la partícula directamente sobre la lengua de los fieles] significa que no se trata de “comida y bebida común”, sino de la Comunión del Cuerpo y de la Sangre del Señor ». Este modo de recepción de la Eucaristía, que, como dice la Instrucción, "se apoya en una tradición multisecular" y "expresa y significa el respeto reverente de los fieles por la Sagrada Eucaristía", es, por tanto, la expresión gestual adecuada del reconocimiento de Dios venido en carne, que se ofrece a sí mismo como alimento a los hombres. Por ende ¿dónde estaría el falso espiritualismo? 
    El obispo de Manfredonia, después de haber dejado claro a los fieles, con una especie de delirio de omnisciencia, que él, en su diócesis, lo ve todo y lo sabe todo, indica dos razones por las que quiere absolutamente que en los territorios de su competencia no se reciba la Eucaristía en la lengua, finalmente revelando que la excusa de Covid es toda una mentira. De hecho, tras haber recordado de pasada "que en este momento no podemos hacer esto y no debemos hacerlo por obediencia a una situación especialmente importante y de salud", añade de inmediato: "pero aunque no fuera así, encuentro una motivación bíblica muy clara. En el Evangelio, en los evangelios sinópticos, que relatan la institución de la Eucaristía, Jesús dice: "Tomad y comed". No dice: "Tragad". ¿Y con qué se toma? Se toma con las manos, que es el órgano que toma, que aferra, que llega hasta brazo”. 
    Por supuesto que no, Jesús no dice en el Evangelio "tragad"; de lo cual deberíamos deducir que, quien toma la comunión en la mano, debería llevarla a casa y guardarla en un relicario, ya que el Señor no mandó que se la tragara... Por eso Jesús no dice: "Tragad". Pero de por sí no necesariamente dice "tomar" en el sentido de "agarrar con la mano". El verbo griego λάβετε (de λαμβάνω), así como su correspondiente en latín accipite (de accĭpĭo), indican la recepción, la bienvenida, la aceptación (matiz que también está presente en el verbo italiano, como cuando se dice que se recibe un diploma, el salario o una bofetada). Subrayando y traduciendo esta dimensión de la receptividad, presente en el término en cuestión, está la práctica constante de la Iglesia, reafirmada por la Institutio Generalis Missalis Romani, según la cual "los fieles no pueden tomar el pan consagrado ni el cáliz sagrado por sí mismos"(nro. 160). Por tanto, basar la práctica de la Comunión en la mano en el texto evangélico es un poquito presuntuoso y engañoso, especialmente cuando se impone a los fieles, no sin una visible arrogancia; un análisis muy aproximado y engañoso del texto evangélico, no sin cierta arrogancia visible, desprendida de cómo la Iglesia la ha traducido en la práctica durante siglos. 
    Mons. Moscone, sin embargo, prosigue yendo más allá de los límites de lo permitido: «Estoy convencido, según mi pensamiento, de que es más, por así decirlo, un abuso recibir la Comunión en la boca que en la mano. Muchos me han dicho: "Es un abuso recibir la Comunión en la mano". Afirmo exactamente lo contrario: es un abuso porque hemos espiritualizado falsamente lo que Jesús quiso como materia y como físico, como carne para nosotros porque nosotros somos carne”. 
    Considérelo reconciliando su afirmación con lo que Memoriale Domini reconoce como una "tradición plurisecular", que "ciertamente debe conservarse", es decir, la Comunión en la lengua. Aquí nos limitamos a observar que, como mínimo, la exteriorización inapropiada del obispo de Manfredonia se sitúa en abierta ruptura con la Iglesia, tanto en la línea diacrónica como sincrónica, desde el momento en que Pablo VI, respetando "el pensamiento de la gran mayoría de Obispos », ordenó que «la disciplina actual no debe sufrir cambios; al contrario, un posible cambio supondría un serio desencanto para la sensibilidad de la orientación espiritual de los obispos y de muchos fieles ”. 
    La Instrucción de 1969, así como la mencionada Institutio y la Instrucción Redemptionis Sacramentum aún más reciente, confirmaron que los fieles "siempre tienen derecho a recibir la Sagrada Comunión en la boca de su elección" y "en las regiones de que la Conferencia Episcopal, con la confirmación de la Sede Apostólica, le haya permitido, [quien] quiera recibir el sacramento en la mano, se le distribuya la hostia sagrada "(n. 92), cuidando de observar que esto es bien hecho. La Instrucción de 2004 confirma claramente que los fieles siempre tienen derecho a recibir la Comunión en la boca, mientras que pueden recibirla en la mano, donde se ha concedido el perdón o el permiso. 
    ¿Ha incluido la Iglesia durante siglos, hasta ahora, por lo tanto, siempre "falsamente espiritualizado" el mandato del Señor? ¿Han perpetrado por tanto decenas y decenas de papas y obispos un grave abuso, que finalmente ha denunciado el ilustrado obispo de Manfredonia? 
    Para el escritor, parece que usted, querido Mons. Moscone, como dicen hoy, es muy divisivo y causa de escándalo para muchos fieles. 

lunes, 11 de enero de 2021

El problema del “Novus Ordo” (aun cuando es celebrado con reverencia)

 


por Boniface


Durante la mayor parte de mi vida como católico asistí a lo que muchos llamarían un ritual Novus Ordo celebrado reverentemente. Para muchos católicos que nunca han asistido a una misa N.O. que no fuera un show de payasos, el concepto mismo de una misa Novus Ordo celebrado con reverencia puede parecerles sorprendente; sin embargo, os aseguro que tal cosa existe, por mucho que sea un fenómeno poco común. 

Pero por otra parte ¿a qué se parece una misa celebrada reverentemente según el Novus Ordo? En mi experiencia, incluye todos o algunos de los rasgos que enuncio a continuación:

  • El ordinario de la misa dicho o cantado en latín. 
  • Uso exclusive del Canon Romano (Plegaria Eucarística I). 
  • La mayor parte de las mujeres usan mantilla. 
  • Un introito en latín.
  • Un ritual de asperges.
  • Vestimentas litúrgicas decorosas.
  • Recepción prácticamente sin excepción de la comunión en la boca.
  • El tabernáculo ocupando un lugar central en el templo. 
  • La comunión de rodillas. 
  • Un altar sólido, con aspecto sacrificial (por oposición a una mesa de aspecto endeble).
  • Una prédica de catequesis ortodoxa.
  • Monaguillos vestidos de forma tradicional. 
  • El culto de una espiritualidad mariana y eucarística. 
  • Una congregación vestida apropiadamente.
  • Una misa que finaliza con la oración a San Miguel Arcángel.  

Durante muchos años he mantenido consistentemente mi opinión de que la misa Novus Ordo no es (ni tiene por qué ser) intrísecamente irreverente. Sabemos que, estadísticamente consideradas, una mayoría de las celebraciones según el Novus Ordo resultan, en el mejor de los casos, en una liturgia plebeya cuando no ejercicios irreverentes y cuasi-blasfemos, y aun así, la Nueva Misa teóricamente podría ser celebrada de una manera conforme a la dignidad que la liturgia exige. Tal vez Vd. esté en desacuerdo con esto que digo, pero no importa. No es a lo que apunto en este ensayo. Y desde luego, el rito de la misa tradicional en latín resulta indiscutiblemente superior en cualquiera de sus aspectos. 


Ahora bien, aquí quiero detenerme en el siguiente punto: que resulta possible celebrar según el Novus Ordo de manera digna y reverente, y que para muchos católicos una liturgia así constituye una fuente real y positiva de alimento de la vida spiritual a la vez que ofrece una verdadera, aunque que imperfecta, conexión con la tradición católica. 

Con todo, aun cuando todo esto sea cierto… constituye una defensa horrible del Novus Ordo: resulta que hay un argumento contundente como un elefante en una habitación que nadie puede negar—el hecho de que incluso la celebración de la mejor de las liturgias según el Novus Ordo depende enteramente de las preferencias personales del celebrante. 

Ciertamente, las rúbricas del Novus Ordo permiten una celebración reverente. Pero aquí la palabra “permiten” constituye el punto crucial del asunto que nos ocupa. Permite las opciones más reverentes siempre y cuando el celebrante elija observarlas. Y las mismas rúbricas que permiten esa reverencia de igual modo permiten opciones banales, torpes e irreverentes si al celebrante así se le antoja. El Novus Ordo es litúrgicamente libertario. Eleva el principio de la elección por la elección misma como el principio determinante de la liturgia. Esto asegura que la calidad de una determinada experiencia litúrgica resulta determinada no por la estructura del rito en sí mismo, sino por los antojos del celebrante. Incluso cuando el celebrante se inclina por las opciones más reverentes —lo que puede resultar en una celebración digna en aquel caso— sin embargo, continuamos en una situación muy mala puesto que la estabilidad de un Novus Ordo celebrado con reverencia siempre estará sujeta a vaivenes. Para ponerlo de manera brutal, esto significa que solo una persona resuelve entre una celebración reverente y una liturgia completamente subversiva. Unos poco ejemplos extraídos de mi propia experiencia:
Durante más de una década, mi parroquia contó con un párroco tradicional. Celebraba reverente según el Novus Ordo y, (después de la promulgación de la Summorum Pontificum) también comenzó a celebrar la misa tradicional en latín. Todas sus liturgias en ambas formas usaban un altar neo-gótico. La parroquia tenía un altar tipo mesa, pero el pastor la había guardado en un depósito. ¿Y qué pasó? Pasó que eventualmente el párroco nos dejó por otro destino y nos fue asignado un administrador parroquial temporario hasta que fuera designado un párroco definitivo. El tipo que estaba interinamente rescató la mesa del depósito para volver a usarlo como altar. Ambos clérigos podrían haber citado documentos en favor de sus respectivas decisiones: el párroco original acertó al destacar que el texto del Missale Romanum presume que el celebrante se posiciona ad orientam y de allí presume la existencia de un altar fijado a una pared, no una mesa haciendo las veces de altar. Pero el administrador interino podía citar a su favor el Instructivo General del Misal Romano que específicamente dice que el altar será construído “separado de la pared, de tal modo que resulte possible desplazarse a su alrededor con facilidad y que resulte posible celebrar la misa de cara al pueblo” (IGMR nº 299). Todo dependía de la personalidad y preferencias de cada celebrante, por qué documentos quería regirse, y cómo interpretaba aquellos documentos. Cuando finalmente llegó el nuevo párroco, resolvió remover (nuevamente) la mesa tipo altar. Si alguna vez nos deja, un nuevo párroco puede con toda facilidad restablecerlo de nuevo. 

Otra historia: unos años antes, cuando regresé a la Iglesia, asistía a una misa en la que entonces era la parroquia más tradicional de la región en la que vivía. El párroco celebraba según el Novus Ordo y todo, a excepción de las lecturas y la homilía, era en latín. Me encantó. Fue mi primera exposición a algo que siquiera se aproximara la liturgia católica tradicional. Pues bien, eventualemente aquel párroco resultó removido y nos tocó en suerte otro, un cura de muy poco carácter, tipo “no hagan olas”. Materia prima para un Obispo. Como fuere, una vez que asumió su rol, adivinen ustedes qué es lo primero que desapareció. Desde entonces no creo que en esa parroquia se haya oído una sola palabra en latín.

Mi argumento es el siguiente: incluso cuando el Novus Ordo se celebra con reverencia, constituye un ejercicio del gusto personal de un párroco en particular —y la elevación de semejante preferencia por sobre cualquier otra consideración posiblemente constituya el pecado original del Novus Ordoísmo. En el mejor de los casos, aún celebrado con reverencia, el Novus Ordo sigue siendo un ejemplo de lo peor que tiene. Qué ironía más bizarra. 

¡Qué diferencia con la misa tradicional en latín en la que el celebrante se convierte en un personaje irrelevante! La reverencia la la misa tradicional en latín no resulta de ninguna preferencia subjetiva, sino que es un constitutivo de la estructura misma del ritual. La misa tradicional no incluye una posibilidad, una reverencia contingente que se “permitiría”; es, sencillamente, reverente. La reverencia no es el resultado de haber tenido la suerte de contar con el párroco adecuado, aquel que construyó una congregación saludable durante años, tomando las decisiones correctas en medio de un mar de diferentes opciones. La reverencia de la misa tradicional en latín no es un fin a alcanzar, sino el fundamento mismo que se da por sentado y sobre el cual se construye. Es por donde empezamos, no por donde terminamos. 

Una liturgia reverente no es algo que los católicos deberían luchar por obtener y mucho menos dejarlo a merced de los antojos de un hombre en particular. Debería constituir un derecho inalienable de todos los hijos e hijas de la Iglesia.

Traducción: Jack Tollers

Fuente: Unam Sanctam

martes, 5 de enero de 2021

Las otras estadísticas de la pandemia

 



Sabemos que los números de ninguna manera pueden ser definitorios de las cosas importantes. Ya hemos visto lo que las mayorías son capaces de hacer aprobando, por ejemplo, leyes criminales. El “reino de la cantidad”, al decir de René Guenon, nunca puede ser criterio para un cristiano.

Sin embargo, en ocasiones vale la pena repasar algunas estadísticas porque revelan aspectos interesantes de la realidad. Veamos qué ha ocurrido últimamente:


Estadísticas de la iglesia en salida

La disminución del número de fieles que asisten a la misa dominical ha sido drástica en todo el mundo, estimándose en no menos del 50%. En Argentina, donde se han levantado desde tiempo todas las restricciones, la disminución es aún mayor. Iglesias que antes de la pandemia tenían cuatro o cinco misas semanales, actualmente tienen sólo dos, o incluso una, y ninguna de ellas con número importante de fieles.

Repasemos los números de la redes sociales, un medio que la iglesia desde el Vaticano considera prioritario para la evangelización. Recordemos que durante el sínodo de los jóvenes se constituyó una comisión especial para alentarlas.

El video del Papa (oficial): 28400 suscriptores.

Conferencia Episcopal Argentina: 3880 suscriptores

Conferencia Episcopal Española: 8810 suscriptores

Conferencia Episcopal Italiana: 5970 suscriptores

Conferencia Episcopal Chilena: 2100 suscriptores

Conferencia Episcopal Colombiana: 5830 suscriptores

Conferencia Episcopal Mexicana: 7070 suscriptores

Canal del mediático obispo argentino Mons. Sergio Buenanueva: 1310 suscriptores

Reflejos de luz. Pastoral católica en red: 4230 suscriptores

Blogueros con el Papa. Evangelizadores en las redes: 500 seguidores

Blog del P. Ismael Ojeda Lozano: 2419 seguidores


Estadísticas de la iglesia cerrada, pelagiana y con cara de pepinillos en vinagre

Tanto en Europa como en América el número de fieles asistentes a la misa tradicional ha aumento exponencialmente durante y después de las medidas de confinamiento. En Estados Unidos se calculan en un aumento del 70% y en el Reino Unido del 50%. En Argentina los números son aún mayores: el 100% en muchos casos y en algunos, como Mendoza, la cantidad de fieles se ha triplicado, debiendo celebrarse hasta ocho misas cada domingo.

Repasemos las redes sociales:

Aldo Maria Valli: Duc in altum: 16400 seguidores en Facebook.

Marco Tossati: Stilum Curiae: 4.000.000 de visitas en cuatro años

Que no te la cuenten: 100.000 suscriptores en Youtube

Church Militant: 257.000 suscriptores en Youtube

The Remnant: 217.000 suscriptores en Youtube

Infovaticana: 40.300 likes in Facebook

Adelante la Fe: 30.500 seguidores en Facebook

Missa in latino: 390.000 visitas mensuales

Wanderer: 90.000 visitas mensuales, y 6.850.000 desde su fundación



jueves, 31 de diciembre de 2020

Sobre el cuento de Navidad de Natalia Sanmartín Fenollera

 

Decidí leer el Cuento de Navidad para Le Barroux de Natalia Sanmartín Fenollera el día de Navidad. Y lo hice por la mañana, luego de la Misa de la Aurora, cuando el silencio que sigue a las noches festivas se prolonga hasta el mediodía.


El protagonista y narrador del cuento es un niño, y las bellísimas ilustraciones son infantiles, pero no es un cuento para niños. Claro que los niños pueden leerlo y seguramente los disfrutarán. Entenderán la historia lineal, la de los hermanitos huérfanos, la del cazador de arañas, la de una abuela rezadora y la de una gruta de la Virgen en el helado jardín de la casa. 

Pero el Cuento de Navidad es un cuento para monjes o, al menos, para cristianos viejos y magullados. El carácter misterioso de la fe está en el núcleo de la historia, y el misterio dramático de la fe no lo viven los niños ni los jóvenes. Lo viven los viejos apedreados, y si no, pregúntenle a Kierkegaard, o a Castellani. 

El cuento escenifica en una historia infantil el desamparo y la orfandad profunda que se experimenta cuando las certezas de la fe se esconden tras la niebla y las dudas —que son las más crueles de todas— asaltan el alma. En esos momentos parece que olvidamos hasta el brillo de aquello que en algún momento era tan distinto y tangible, así como el niño del cuento olvida el rostro de su madre muerta. 

Un elemento fundamental del cuento es la importancia y centralidad que en la vida cristiana posee la virtud de la paciencia o perseverancia, la hypomoné de la que hablan los Padres del Desierto. El niño no ceja en su empeño de esperar, a pesar de todo, de que se haga nuevamente la luz, esa luz que se apagó cuando murió su madre. Y esa luz, claro, finalmente se hace, pero no a modo de un fenómeno extraordinario, como un ángel que baja del cielo, sino al descorrerse el velo que lo separa de lo real, en una fría mañana de Navidad, mientras reza con su abuela y sus hermanos el rosario y las letanías de Nuestra Señora. Como un eco del mundo invisible de Newman, el niño es capaz de ver y de experimentar nuevamente las certezas más profundas a través de las maravillas de la Creación que lo rodea, y que siempre lo rodearon aunque él ya nos las veía. Sólo es necesario que Dios, a través de su Espíritu, devele la verdad (aletheia) que nos circunda. Todo está allí, detrás del velo; sólo hay que esperar con paciencia que el Señor nos lo muestre

Un raudal de luz puede inundarnos simplemente al repetir palabras que se dijeron y escucharon cientos de veces: “Torre de marfil, Casa de oro, Estrella de la mañana…”. En un instante, inesperadamente, esas palabras brillan con un resplandor completamente nuevo e inimaginable, e iluminan las tinieblas. 

Yo me animo a hablar de intuiciones, de pequeños atisbos del conocimiento angélico que Dios a veces nos regala, y que muchas veces son tan potentes que arrastran con ellas no solamente al intelecto sino también a las emociones y los sentimientos, y el alma alcanza una certeza nunca antes experimentada.

En fin, que se trata de un libro para leer y releer varias veces, lentamente, y me auguro que cada vez que uno lo haga, encontrará nuevos destellos. 


lunes, 28 de diciembre de 2020

¿Rebaños sin pastor? II

 


por el Padre Ducadelia


Mandar a pasear el episcopado y esforzarse por repetir concienzudamente las verdades de siempre es un camino más fácil. No es sin embargo el que dejó nuestro Señor. Tal vez porque si sólo se repiten las verdades dejan de ser las de siempre y dejan también de ser verdades.

Por ejemplo, centenares de monjes de Palestina repetían las fórmulas con que el gran Cirilo había defendido la divinidad de Cristo. Su celo los llevó a rechazar el concilio de Calcedonia y expulsar de la sede al obispo que había firmado -atacando la villa y masacrando a los defensores-. Lo que no querían aceptar era que Cristo tenía dos naturalezas, una divina y otra humana… porque San Cirilo había dicho que tenía una naturaleza, la del Verbo de Dios.


Wanderer dijo en una entrada ya vieja para la velocidad digital que muchos fieles pueden encontrarse en un cisma jurídico y no ontológico. Se mantienen en la fe de siempre y se distancian en algunos aspectos más bien legales. Están unidos a la Iglesia por el deseo de permanecer fieles y en comunión con ella, aunque no obedezcan ciertas formalidades. De este modo la unidad propia de la Iglesia (porque la Iglesia es una) queda asegurada cuando se tiene la misma fe y se rompe cuando se la adultera.

Por supuesto que cuando se cambia la fe se rompe la unidad, pero no es el único modo de rasgarla. La fe debe obrar por la caridad y es ésta la que logra la paz de la unidad, al menos así lo piensa Santo Tomás, para no ir a San Agustín que cansó la otra vez. Esa caridad obra ordenadamente, obra sujeta a los legítimos pastores. La autoridad y la ley no son externas a la sociedad, no se agregan a un todo ya hecho. La autoridad y la ley emanada de ésta fundan las sociedades y permanecen siempre como su alma, como su forma. Separarse de ellas es dejar de pertenecer a esa sociedad, es amputarse. El adolescente participa de su familia acatando la autoridad y los mandatos de su padre, no obedecerá si le ordena escupir a su madre, pero seguirá respetándolo y uniéndose al resto de la familia en su gobierno.

San Basilio se esforzó hasta la extenuación en mantener la unidad del Ponto. Combate contra los obispos arrianos y contra los sabelianos que reaccionaban en sentido opuesto. Sufre también la desconfianza y ataque de los que sostienen la misma fe y sin embargo forman partidos para socavarle la autoridad: “En cuanto a la profesión de fe, la mayoría de nosotros estamos unidos pero de hecho no actúan conmigo ni siquiera en los asuntos más ínfimos”. Y cuando la costa del Ponto se separa de Cesarea acusándola de hereje, Basilio se les queja diciendo: “Resulta empero que nosotros -hijos de los padres que han decretado que las pruebas de nuestra comunión, por medio de breves notas, sean publicadas desde un extremo al otro de la tierra, y que ente nosotros, todos debemos ser ciudadanos y familiares-, nosotros ahora nos separamos del resto del mundo, sin avergonzarnos de nuestro aislamiento y sin temor a que nos caiga aquella terrible profecía del Señor: “Por causa de la desobediencia que abunda, se enfriará el amor de muchos”. Desde occidente tampoco encontraba mucho apoyo, a pesar de que lo requería constantemente al papa. San Dámaso quería una condena a la herejía demasiado rigurosa que habría terminado por alejar hacia el arrianismo a muchos otros obispos. Además exigía que se reconociese como obispo de Antioquía (había tres) uno que, si bien era el único que defendía el credo niceno, no había sido ordenado según los cánones y que además no gozaba de prestigio en la zona. Se opuso Basilio a ambas presiones, pero jamás rompió con el sucesor de Pedro.

¿Por qué este esfuerzo de San Basilio por la comunión con el resto de los obispos y con Roma? Porque la Iglesia es una y es apostólica, y se sostiene por la fe en el misterio de Cristo, misterio que testimonian los apóstoles y sus sucesores. El Verbo hecho carne es visto, tocado y creído por los que están con Él desde el principio. El Verbo se hace historia y permanece en la historia por el testimonio, también histórico, de los que creyeron y creen. Ellos y el Espíritu Santo son los testigos del Señor.

La sucesión apostólica es la consagración por la que se recibe el envío de Jesucristo a través de los obispos que recibieron la potestad de Él, y de la cual dependen también los sacramentos. Pero la sucesión hacía referencia en primer lugar a la procedencia desde los apóstoles, así la entiende San Ireneo. Las diócesis poseían listas con los obispos que las habían ocupado remontándose hasta los apóstoles. Esa procedencia desde los apóstoles y las cartas de comunión a las que hace referencia San Basilio eran las que permitían discernir la ortodoxia de las enseñanzas. Las verdades que administra el obispo de Bitinia son las de Jesucristo porque ese obispo las recibió desde los apóstoles y porque son las mismas que sostienen los de las otras sedes que también fueron fundadas por aquéllos que vieron al Señor y recibieron su potestad. El misterio del Señor no ha sido encomendado a un libro, los Evangelios o el Denzinger, sino a un pueblo y dentro de ese pueblo a hombres enviados con autoridad.

Por última vez San Basilio: “Lo bueno sería ser juzgado, no por uno o dos de los que no andan correctamente en la verdad, sino por todos los obispos del mundo que a mí están unidos por la gracia de Dios. Preguntad a los de Pisidia, Lycaonia, Isauria, las dos provincias de Frigia… los de la parte sana de Egipto y lo que de sano queda en Siria, todos los cuales me envían cartas y a su vez de mí las reciben. Quien rompe la comunión conmigo, él mismo se corta de toda la Iglesia”.

Agustín, Basilio, Cirilo, Atanasio han dado esta batalla y en ella debe encontrarnos el Señor cuando vuelva. Unidos a los pastores que unidos entre sí defienden el depósito, testimonian y comunican el misterio de Cristo. Ese cisma difuso seguirá secando ramas del árbol. Es deber nuestro discernir para no ser arrastrados por él, deber nuestro seguir bebiendo de canal separando la basura. ¿Habrá buenos pastores hasta el final? Estarán porque Jesús es el Buen Pastor y no abandona su rebaño. Estarán porque el Señor lo ha prometido, porque el Señor ha orado por Pedro y aunque el demonio va a zarandearlo será confirmado, y él nos confirmará. Y en tiempos apocalípticos será mucho más difícil pero no será otra la Iglesia y no será otra la fe.

¿Y monseñor Lefevre? “¿Quién soy yo para juzgarlo?” Sí me parece claro que la Fraternidad perseverará en la Iglesia Católica tanto cuanto sienta como un mal la separación actual y tienda con fuerzas a la plena comunión con el resto de los obispos en unión con Roma, si por el contrario se instala en su posición de emergencia o peor aún se considera el resto fiel en medio de una apostasía general se parecerá cada vez más a esos monjes palestinos que aún hoy conservan la sucesión pero han perdido las cartas de comunión.

¿Qué hacemos con los obispos que nos han tocado? Cada uno que se tape con su poncho, que bastante corto tengo el mío. El consejo de San Atanasio a las quejas que recibía constantemente contra los obispos de otras diócesis era: “Traten de entender rectamente lo que dicen torcido”, o algo así. Hoy como siempre hay que estar despiertos para no perderse con sus errores ni ser aplastados por su autoritarismo. Y ya que me metí a consejos de cura, digo también que hay que estar más atentos a la viga del ojo propio. Se debe mantener muy viva la fe y activa la caridad porque con mechas humeantes no se va a poder discernir, ya no se discierne.

sábado, 26 de diciembre de 2020

Fr. Marcos González, op. RIP

 


En el día de la Natividad de Nuestro Señor, se durmió en su convento de San Miguel de Tucumán, fray Marcos González, op, fraile dominico conocido y apreciado por muchos de los lectores de este blog.

Fue maestro que enseñó el pensamiento de Santo Tomás de Aquino; fue maestro espiritual y poseedor de una aguda inteligencia que le permitió vislumbrar hace décadas muchas de las dolorosas situaciones que estamos viviendo hoy en la Iglesia.

Dios lo tenga en su gloria.