En varias ocasiones nos preguntamos en este blog acerca de lo que ocurriría en la Iglesia una vez que el pontificado de Francisco terminara. Pero ninguna de esas elucubraciones pudo imaginar que el fin de ese pontificado coincidiría con una situación de catástrofe mundial como la que estamos viviendo. Crisis de dos ámbitos diversos —la Iglesia y el mundo—, que se retroalimentan.
Para analizar cómo será la iglesia que nos espera —si es que nos espera alguna y no escuchamos trompetas y vemos heraldos angélicos bajando del cielo, lo que en algún momento tendrá que suceder—, voy a dar por supuesto que estamos ante un pontificado completamente acabado. En un artículo de la semana pasada me referí al tema. Y entra a tallar muy fuerte también en esta situación el hecho más que probable de la desaparición de la Ciudad del Vaticano como estado independiente, sobre lo que hablaremos en otra entrada. Concentrémonos entonces en tratar de descifrar lo que vendrá en la iglesia en su universalidad.
Salir de la crisis requiere líderes y en nuestro caso, de líderes que posean fe católica. Es decir, de obispos y clérigos que sean católicos, y ese es justamente el primero y principal problema con el que nos enfrentamos. No tengo yo una visión suficientemente amplia del episcopado universal. Todos conocemos aquí y allí obispos confiables, pero lo cierto es que en su gran mayoría son funcionarios que accedieron a sus puestos merced a reverencias y genuflexiones, en el mejor de los casos y, en el peor, por su pertenencia a mafias gays o masónicas, o ambas. Y aunque esta última afirmación suene exagerada, los hechos están a la vista. Como en una serie policial, peguemos en un tablero algunas fotos purpuradas y veremos cuán fácilmente pueden ser todas ellas unidas por un mismo hilo.
En Argentina, la situación es más grave aún porque el papa Francisco colonizó el episcopado con una buena cantidad de nuevos obispos —la mayor parte de las diócesis tienen innecesariamente dos obispos al menos— y todos extraídos del lumpenaje clerical. El caso paradigmático y en el que se reflejan la casi totalidad de los nuevos nombramientos episcopales es el de Mons. Chino Mañarro, del quien hablé aquí y aquí. No es que pretenda que los obispos surjan de un clero con abolengo de apellidos o títulos académicos. Pretendo algo mucho más básico: que sepan comer con cubiertos y que, sobre todo, sean católicos, es decir, que tengan fe. Y lo que digo no es una boutade; es un hecho que se ve venir desde hace muchas décadas. Soloviev (1853-1900), decía: “Es esperable que el noventa y nueve por ciento de los sacerdotes y monjes se declaren en favor del Anticristo. Es su derecho y su negocio”. ¿Exageraciones? Conviene releer el poema en prosa que recitó Iván a su hermano Aliocha en Los hermanos Karamázov y que tan bien tituló Dostoievski como “El gran inquisidor”. No puede dejar de corrernos un escalofrío al comprobar que, si Nuestro Señor volviera a la tierra, la mayor parte de los clérigos católicos volvería a condenarlo a muerte.
La cuarentena a la que nos han forzado los gobiernos y que en muchos casos es absolutamente disparatada (por caso, Argentina sigue en rígido encierro aún cuando ayer domingo hubo un solo muerto por coronavirus), ha puesto de manifiesto la clase de clérigos con que cuenta la iglesia. La casi totalidad de los obispos ha aceptando con pasividad y aplausos la suspensión del culto público dispuesta unilateralmente por las autoridades civiles; y una buena mayoría de sacerdotes están agazapados en sus madrigueras dando muestra de una cobardía pavorosa. Un número minoritario de ellos, sin embargo, de modo clandestino a fin de no ser perseguidos por sus obispos (y no por las autoridades seculares), han continuado con la celebración de los sacramentos. Señalo un ejemplo paradigmático: mientras el párroco de San Vicente Ferrer, en la arquidiócesis de Mendoza, rechaza sistemáticamente a sus fieles que le piden confesarse o recibir la comunión y a la vez se congratula por tener su templo lleno de personas que acuden a vacunarse (como puede verse en este video), otros sacerdotes, que organizan confesiones al aire libre y siguiendo todos los recaudos sanitarios vigentes, son reconvenidos malamente por varios obispos.
No se trata de casos aislados o de clérigos microcefálicos, que los hay (vean este que lava los pies al hombre invisible y este otro a un oso de peluche para cumplir con el rito —optativo— de la liturgia del Jueves Santo) y que siempre los hubo en la iglesia. Es algo mucho más grave. Es la evidencia más paladina de lo que tantas veces y durante tantos años se insistió en muchos medios: el fracaso rotundo del Vaticano II que pretendió abrir ventanas en el vetusto edificio de la iglesia a fin de que entrara el fresco aire del mundo, y lo que consiguió fue intoxicar a sus curas y fieles.
Lo que estamos viendo es que la enorme mayoría de los religiosos y clérigos no tienen fe; que ya no creen en su ministerio, que ya no tienen ganas de desempeñar su papel y que tratan de persuadir a los demás, para persuadirse a sí mismos, que éste ya no tiene sentido. “Hay que decirle a los fieles que hagan un acto de contrición perfecta pero que no vayan a confesarse”, afirmaba con fuerza un importantísimo obispo argentino. ¿Qué significa esto? Sencillamente, que ya no creen en la misión para la cual fueron consagrados: ser dispensadores de la gracia de Dios a través de los sacramentos; no le encuentran sentido a ese ministerio puesto que desde hace décadas su única preocupación es la humanidad en su estado más básico y carnal.
El catolicismo posconciliar (y no solo) de pontífices, sacerdotes y escribas ha estallado en un ateísmo que en estos días se ha mostrado abiertamente. Como el dios a quien seguían y proclamaban es un dios falso, les queda apenas un cristianismo insuficiente que la impostura de tantos años ha hecho evidente en las últimas semanas. Estos obispos y clérigos intentan justificarse a los ojos de los hombres de quienes se han aprovechado demasiado tiempo, escupiendo sus dioses idolátricos en un torrente de palabras incoherentes y aburridas. Ya no pueden volver al Dios de Jesucristo y mucho menos pueden conducir nuevamente a sus víctimas hacia Dios.
El Jesús que siguieron es un Jesús totalmente humano, reducido explícitamente a la medida humana habitual, en lugar de Dios. “Un hombre para los demás”, las cancioncistas estúpidas que nos hablaban de un “pescador de hombres”, terminaron de este modo trágico. Es la única imagen de Jesús que aceptaron —y de allí su rechazo visceral de la liturgia tradicional—, y rehusaron darle a sus fieles al Jesús que nos revela al Padre. Durante muchas décadas nos han estado dando un sustituto, un ersatz. Esto equivale a decir que el hombre clerical sólo acepta adorar a Jesús en sí mismo. El “culto a la humanidad de Jesús” tan propio de la iglesia latina en los últimos siglos, pero totalmente desconocido para la patrística, terminó en nuestros años con un Jesús totalmente humano, despojado de su divinidad y de su misterio. Estamos frente a la última idolatría, como la llamaba Boulgakoff, perpetrada por los clérigos, que abandonaron al cristianismo para seguir al “jesuismo”.
Hace pocos meses publicaba un artículo que daba cuenta de esta situación en el caso de las religiosas. Se trata de un ateísmo práctico extendido por toda la clerecía, que dejó de pensar por sí misma su fe para esperar una teología y una espiritualidad lista para consumir, elaborada por los religiosos de moda. ¿Quiénes creen que comprar los libros de autoayuda espiritual, de los “cien consejos para la oración” y de tanta basura más publicada por Paulinas, Verbo Divino o Salesianos? Los curas y las monjas, y los seglares que se han criados bajo sus faldas. Todos ellos incapaces de ver las cosas por sí mismos, se tragaron la sopita aguada que recibían de los documentos de las conferencias episcopales, de los capítulos de sus respectivas congregaciones y, últimamente, de la verborragia diaria de Santa Marta. ¿Cuántas décadas hace las que los obispos y religiosos no nos predican a Jesucristo, el Verbo, que nos revela al Padre, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob? ¿Cuántos décadas hace que nos están engañando, y engañándose a sí mismos, con la predicación de ese Jesús puramente hombre?
Estamos viendo los resultados de la farsa mantenida durante tanto tiempo. Y lo que comenzó hace algunos años con la revelación de la enorme corrupción sexual que se extendía por las filas del clero, adquirió ahora evidencia universal ante la claudicación a la que estamos asistiendo.
"Lo que viene"? O más bien:lo que ya está? Una iglesia sin más identidad que ser la pantalla religiosa del nuevo orden mundial
ResponderEliminar“Hay que decirle a los fieles que hagan un acto de contrición perfecta pero que no vayan a confesarse”, afirmaba con fuerza un importantísimo obispo argentino
ResponderEliminarMas o menos lo mismo dice el padre Gomin de la frate en Martínez
Muy buena síntesis del problema dela Iglesia actual
ResponderEliminarQué tristeza. Y como fresa del postre un peronista en el Vaticano.
ResponderEliminarDebemos volver a los libros de los Santos Padres para tener teología; fuera de ellos, nada.
Muy bien dicho.
ResponderEliminarLbC
Si..ya esta.Pero sea aun peor ..mucho peor..!!!!
ResponderEliminarLas canciones estúpidas que nos hablaban de un “pescador de hombres”... dice usted. Perdón, de quién es la frase y la alegoría?... Si. De Jesús. Y a quién se la dice? ... Ah. Si. A Simón Pedro. Le podrá a usted gustar o no la melodía, la sincopa y el contratiempo de la canción. Pero se ha burlado de la frase. Es que está todo dicho. Mero crustianismo. O ser un mero.
ResponderEliminaranónimo de las 15:54. Escuche lo que dijo el Padre Gomis y la suya es una interpretación con mala fe. El dijo que si había una situación extrema en que uno no se puede confesar, le queda hacer una contrición perfecta. Busquen en YouTube "Qué hacer si necesito confesarme y no puedo?"
ResponderEliminarAnónimo 21:09, no sea bobo. Yo me refiero a la canción que se titula “Pescador de hombres” y no a la frase de Nuestro Señor.
ResponderEliminarY no es que me desagrade la melodía, me desagrada la letra que está precisamente tomada del evangelio.
Don Wanderer hace décadas que deje la vida sasacramental, de creer en la vida cristiana parroquial y de movimientos, y honestamente no puedo dejar de sentir rechazo por muchisimos clérigos. Tengo muchas dudas sobre lo Trascendente(disculpame), pero me agrada leer su blog, me gusta su criterio y sus analisis, y la defensa que hace de sus convicciones...me da esperanzas de que lo Trascendente realmente este «ahi». Cordialmente
ResponderEliminarQuizás a partir de esto que está sucediendo las misas dejarán de ser la rutina en la que se había caído sin ninguna coherencia.
ResponderEliminarSe dejarán de celebrar misas completamente politizadas?...Se dirá misa en los pueblos pequeños apartados que no hay nunca misa,y para suplir tiene que ir una monja a hacer una para-liturgia ?..Se cerraran parroquias que están de sobra en los lugares importantes que van cuatro gatos mientras otros lugares no son atendidos.?.etc.Creo que hará falta una gran reorganización mucho más justa.Hay mucha mentira en el tema de las misas consentida por la jerarquía que deberá ser reestructurada.Lo que ahora está ocurriendo en este tema tiene mucho de providencial.
Con toda admiración por esta página y con todo respeto, creo que se ha dejado inflamar y ha desbarrado en dos puntos: precisamente, la canción de “pescador de hombres” es una que revela el misterio de Cristo en la vocación de los apóstoles (ansia eterna de las almas que esperan) ni puedo creer que en la edad patrística fuera desconocido o minusvalorado el tema de la humanidad de Cristo.
ResponderEliminar"Me has mirado a los ojos / Sonriendo has dicho mi nombre". Quizás esta es la espiritualidad que a Ud. le gusta, la del Barba bonachón que le da una palmada en el hombro y le sonríe al que se hunde en el barro del pecado. Una basura que debería ser desterrada de las iglesias.
EliminarEstimado P. Albrit, con respecto a la canciocita, más allá de que su letra tenga aquí y allá frases evangélicas, en Argentina es uno de los emblemas de las misas melosas, progres e inmanentes. Esa es la razón de la inclusión en el artículo.
ResponderEliminarEn cuanto a la devoción de la humanidad de Cristo en la patrística, es bastante sencillo comprobar lo que digo. En primer lugar, en cualquier historia de la espiritualidad encontrará el dato que fue San Bernardo y la escuela Cisterciense la que comenzó con la devoción de la humanidad de Cristo, desconocida antes del siglo XII.
Por otro lado, es cuestión de ver la espiritualidad oriental -sea católica u ortodoxa- actual, que está mucho más ligada a la patrística. No descubrirá en ella ninguno de los rasgos de la devoción a la humanidad de Cristo tal como se dio en Occidente. Por caso, no encontrará nunca esos cristos sangrantes y retorcidos de dolor que tanto gustaron al barroco español.
P. Albrit. No es que la Patrística y la espiritualidad oriental desconozcan o minusvaloren la humanidad de Cristo, sino que se tratan de mantenerse fieles en todo a la Cristología de Calcedonia (una sola hipostasis del Verbo Encarnado de dos naturalezas perfectamente unidas y distintas). Los teólogos de oriente insisten en que el culto a Cristo no puede disociar nunca la divinidad de la humanidad, actitud que se refleja en el rechazo a la devoción del Sagrado Corazón y a la iconografía realista, sobre todo de la Pasión.
ResponderEliminarY van más allá: los cismáticos señalan que las devociones tradicionales de los “latinos” -incluso las preconciliares- tienden al emocionalismo y la sensualidad, sobre todo las revelaciones privadas de algunas videntes en que la relación con Cristo adquiere ribetes casi eróticos. Quizás no andaban tan perdidos, dados los resultados.
Hace poco vi "Il Vangelo secondo Matteo" de Pier Paolo Pasolini. Impresionante como destruye al cristianismo buenista; es una buena película para ver como alguien sin Fe como Pasolini pudo traernos un Cristo celoso de las almas y combatiente del fariseísmo.
ResponderEliminarYo no tengo dudas de que buena parte del clero no lee el Evangelio. Y si lo lee, supongo que se creen "más cristianos que Cristo".
Una vez un amigo, que tomó la comunión de adolescente en un colegio católico con una formación nula, le conté sobre el altercardo que tuvo Cristo con los fariseos, llamándolos "raza de vívoras" y "sepulcros blanqueados". Y me dijo, blasfemamente pero con inocencia: "es un hdp". Bueno, los frutos ya se conocen.
"...un Jesús totalmente humano, despojado de su divinidad y de su misterio. Estamos frente a la última idolatría... Cuántas décadas hace que nos están engañando, y engañándose a sí mismos, con la predicación de ese Jesús puramente hombre?"
ResponderEliminarGracias, Wanderer, tal es el paradigma --católico, al menos-- de las últimas décadas. (cuán hermosos, sin embargo, esos crucificado medievales, barrocos, decimonónicos, incluso, que siguen escapando radicalmente a la inmanencia).
Gracias también a Palamita cuando nos llama la atención sobre los ribetes casi eróticos de tantas revelaciones privadas (algunas de santas que suscitan extraordinaria devoción --y no hablo, desde luego de Santa Teresa). Ribetes eróticos y amores exclusivos y privados.
Por si Wanderer lo considera oportuno:
ResponderEliminarI Carabinieri nella chiesa di Gallignano chiedono al parroco di sospendere messa
https://youtu.be/nRfpJXf5Rxo
Lo más sorprendente de todo el post es que los "padre obispos" Martín y Oscar estén usando mitra (que llevan como una corona de cartón de Burger King). Debe ser una ordenación, única explicación posible.
ResponderEliminarHablando de revelaciones privadas con ribetes de amores exclusivos o privados....qué saben de Vasula Ryden? Por acá hay algunos sacerdote que la promueven convencidos.
ResponderEliminarNo hace falta leer a Bulgakof, Dominique Bourmaud los define perfectamente en cien años de modernismo.
ResponderEliminarEstimado W: quizas en este blog no supieran que la crisis de la Iglesia se daba paralelamente a la crisis mundial. Me he cansado de repetirlo: a este blog le falta un analista político y profetico. No supieran o no quisieran verlo....a todo aquel que lo denunciaba lo tachaban de conspirativista, sin mas explicaciones. Es asi como han sido silenciados y ninguneados los mejores analistas y maestros que hace tiempo se han tomado el trabajo de escudriñar los signos de los tiempos. La mayoria de ellos solo han continuado las lineas de pensamientos de nuestros predecesores (Castellani, Newman y un largo etc).
ResponderEliminarEspero que esto que esta sucediendo sirva al menos para levantarles la proscripción y emepezar a tomarlos en serio. Creo que un poco de humildad y amor autentico a la verdad se puede lograr. Aunque, dado el perfil psicologico intelectual de varios comentaristas, no me hago demasiadas ilusiones. Es una pena, porque en lo que hace al analisis de la cuestión eclesiastica su blog es uno de los mas serios.
Lo primero que deben hacer es sacarse su absurdo "anticonspirativismo" y tomarse las profecías como lo que son, una ayuda para interpretar los hechos apocalipticos y no caer en la desesperanza. Decia Leon Bloy hace mas de 70 años: "cuando quiero saber las ultimas noticias leo el Apocalipsis"...que nos queda a nosotros.
Lamentablemente, no se si por cansancio o prurito intelectual, de un tiempo a esta parte, hemos dejado de mirar los acontecimientos a la luz de las profecías. Como si éstas hubieran sido escritas solo para discusiones de sobremesa, y no "ad consolationem", como bien dice Castellani.
En mi lejana juventud formé parte durante unos años de un coro parroquial, así que tengo cierta experiencia. La mayoría jóvenesw que estaban allí de buena fe. Hoy en día algunos dejaron de ser cristianos, y otros intentan serlo con mejor o peor fortuna.
ResponderEliminarLas canciones pop "de misa" pueden ser insulsas o ñoñas (sobre todo si son tocadas por guitarras inexpertas a ritmos de nana), pero en su mayoría cuanto contienen es ortodoxo, dándose la circunstancia sorprendente de que cancioncillas transgresoras en los 70 cuentan hoy verdades de fe que ni los mismos curas tratan en las homilías.
Concretamente "pescador de hombres" no es de las peores. Su autor es el padre C. Gabaráin (QEPD), un sacerdote guipuzcoano (del mismo pueblo de muchos criminales nacionalistas-comunistas de la ETA) compositor de otras canciones populares conocidas como el Viñador o "La muerte no es el final", un impresionante responso cuyas estrofas centrales son el himno oficial a los caídos del ejército español (para rabia de los socialistas y comunistas gobernantes durante décadas en España por su abierta confesionalidad... y porque podaron las partes más explícitas). IMpresiona oírlo de mil gargantas de jóvenes militares durante el día que las fuerzas amradas dedican a los que dieron su vida en cumplimiento del deber.
En resumen, que en las cancioncillas hay de todo, y mucho bueno. El problema principal es, precisamente, que son "de misa". Y no deberían ser "de misa". Son canciones buenas y aptas para acampadas de escolares, ofrendas corporativas, piedad popular o precisamente actos castrenses. Pero se hacen odiosas porque están donde no deben, porque se usaron para "popularizar las misas", y al meter lo pop, lo vulgar (en el mejor sentido de la palabra) o lo bullanguero en el misterio, se cargaron el misterio.
Había que "humanizar" a Cristo a base de chabacanizarlo.
Todos los cantos litúrgicos tradicionalmente en la historia han procurado dotar de sacralidad al acto sacro. Y eso incluye a los "hermanos orientales", que desprecian la sensualidad latina, pero intentan por medios humanos que la misa parezca estar desarrolándose en el cielo. Lo cual está muy bien, y yo reivindico en la liturgia latina el regreso a ello.
Se hacen odiosas las canciones de "misa", porque hacen que aquello no parezca el misterio del sacrificio del cordero, que transforma el pan y el vino en la carne y sangre de Nuestro Señor, pan de vida y bebida de salvación.
Pasar del gregoriano o el viejo canto romano a las palmas y las panderetas, es como tomar un buen filete pampeano en un asado y triturarlo y meterle féculas hasta que se convierte en una hamburguesa del macdonalds de turno. Un crimen, en este caso, blasfemo.
Lo de que la misa sigue siendo la misa con gregoriano o con guitarras es como decir que el subproducto de comida rápida sigue siendo carne, como el asado. Como deciemos en España, "mire usted, será igual pero no es lo mismo".
Felicidades por el resto del artículo, don Wanderer, aunque lo del poema de Dostoievsky tal vez ameritara una comentario de texto