¿Quién soy yo para juzgar?
Hasta qué punto el pontificado bergogliano tiene un carácter estratégico puede verse también en la conexión sistemática de los diversos temas teológicos. El Sínodo sobre la Familia con Amoris laetitia, el Sínodo Amazónico, el Sínodo sobre la Sinodalidad, la Declaración de Abu Dhabi, Evangelii gaudium, Fratelli tutti, Laudato si, Laudate Deum, Fiducia supplicans no son en absoluto meros acontecimientos individuales, sino momentos coordinados en el programa para la aplicación integral de la ideología bergogliana central. Por último, me gustaría abordar un aspecto que es esencial para la realización de la inclusión universal y que fue constantemente enfatizado por Bergoglio y su entorno, especialmente en el contexto del Sínodo sobre la Familia y en el de la Sinodalidad. Se trata de algo así como el fundamento epistemológico del proyecto de inclusión universal.
La destrucción de la moral comienza con la depotenciación del alcance de la razón. Cuanto más se separe la razón del “ser-en-sí” de las cosas, mayor será la parte inherente de los juicios subjetivos en la constitución del mundo-objeto. En su forma radical, este ser-en-sí se niega por completo y lo que llamamos “realidad” no es más que un fenómeno lingüístico, es decir, un sistema de signos cuya validez interpersonal depende exclusivamente de acuerdos culturales. El deconstructivismo francés de Foucault o Derrida tiene precisamente esta posición como premisa epistemológica. Según Foucault, no debemos imaginar que el mundo se nos presenta con un rostro legible. El orden de las cosas lo creamos nosotros mismos, nuestros mundos y los esquemas de su constitución son los llamados discursos. No puede haber continuidad entre los discursos epocales. Eso exigiría un marco de referencia objetivo y unas normas de juicio. Así, lo que llamamos historia no es más que una construcción de categorías. En consecuencia, todos los conceptos de verdad y moral parecen ser meras construcciones culturales. Son escenas de una representación más o menos imaginativa, y categorías como la ley natural son invenciones dentro de ese guión. Es cierto que Foucault sigue refiriéndose a la vieja moral. Pero nunca las reconstruye tal y como se entendían a sí mismas, sino que las interpreta como técnicas de una subjetividad que se escenifica a sí misma.
Ahora bien, sería una exageración llamar a Jorge Bergoglio un deconstruccionista. Carece de los requisitos intelectuales para ello. Sin embargo, hace uso de la caja de herramientas deconstructivista. Y lo hace utilizando el término “distinción”, que él y quienes le rodean subrayan constantemente. Francisco utiliza este topos, que procede de la espiritualidad ignaciana, para formular elocuentemente sus puntos de vista sobre la imposibilidad de realizar juicios morales objetivos en términos de verdad y epistemología. En otras palabras, la distinción bergogliana no quiere enfatizar las distinciones indietrísticas, sino que persigue la intención opuesta de integrar necesariamente “todo, todo, todo”.
La idea subyacente al discurso bergogliano sobre la diferenciación puede calificarse de nominalista: No disponemos de percepciones conceptuales fácticamente adecuadas; existe una brecha insalvable entre nuestro supuesto conocimiento teórico o nuestras categorías orientadas a la generalidad, que según esta lectura pueden descifrarse como meras funciones de afrontamiento del mundo, y la realidad, que se da en innumerables detalles. Esto significa que, incluso en contextos morales, las circunstancias individuales no son casos de una generalidad a partir de la cual sería posible un juicio objetivo preciso. Forman singularidades absolutas, que como tales ya no pueden normalizarse desde una posición extrínseca, sino que sólo pueden abordarse desde dentro, con una consideración empática de las diversas circunstancias.
En términos de teoría moral, esto conduce a una posición de ética situacional en la que la conciencia no es simplemente —como enseña toda la tradición— la máxima autoridad moral subjetiva, sino que el propio sujeto individual se convierte en legislador y juez de su propia causa. “¿Quién soy yo para juzgar?”, esta famosa frase de Francisco expresa con precisión la actitud nominalista de fondo que libera la pastoral de la doctrina o la sustituye por la ya sólo posible práctica del “discernimiento”. Y como la doctrina sólo puede formular ideales y consejos prudenciales en términos de epistemología, cuyo modo de aplicación sólo puede ser decidido por el propio sujeto concreto, la forma de la ley en la que hasta ahora aparecía la doctrina debe desaparecer. “Apenas logramos comprender la verdad que hemos recibido del Señor. Es con la mayor dificultad que logramos expresarla. Por eso, nosotros (el magisterio apostólico del Papa y de los obispos) no podemos pretender que nuestro modo de entender la verdad nos autorice a ejercer una estricta vigilancia sobre la vida de los demás” (Papa Francisco, Gaudete et exsultate, n. 43). El “¿Quién soy yo?” se refiere sobre todo a este trasfondo epistemológico.
En consecuencia, la “razón débil” incluso hace que parezca teóricamente imposible excluir moralmente los planes de vida, con una excepción, por supuesto. Los indietristas con su presuntuoso concepto de razón deben ser marginados. No sólo son monstruos psicológicos y morales, sino también filosóficos, que se niegan a dejarse iluminar por el escepticismo epistemológico. Por el contrario, la débil razón papal se alaba a sí misma por su modestia, que abre un campo completamente nuevo a la tolerancia y lleva a la Iglesia a transformarse de doctrinaria a una Iglesia que escucha, de sentenciosa a inclusiva y compasiva, de directiva a acompañante y de proselitista a dialogante.
Por eso es coherente el programa bergogliano de superación de la autoridad sacerdotal descrito por Mons. Eleganti (https://katholisches.info/2023/10/20/die-aufloesung-kirchlicher-autoritaet/). Si epistemológicamente sólo son posibles decisiones individuales caso por caso, el confesor sólo puede ser un acompañante en el camino hacia estos juicios situacionales. Irónicamente, esto ha sido codificado en la ley por el arzobispo Koch de Berlín, por ejemplo, con respecto a la recepción de la comunión por los no católicos en los matrimonios de confesiones diferentes: si las personas han llegado a la conclusión de que se les permite recibir la comunión después de su discernimiento privado, el sacerdote, que ha sido expresamente reducido a una función de asesoramiento, ya no tiene la autoridad para negarse.
Nuestra tarea
No puedo responder hasta qué medida es Jorge Bergoglio un estratega. Sin embargo esto ni siquiera es necesario. De hecho, su pontificado se caracteriza por la aplicación sucesiva de la agenda de la nivelación de las diferencias y la inclusión universal, que es la obsesión omnipresente de nuestra era mundial. Toda la política queer que para la izquierda postcristiana en la Iglesia se ha convertido prácticamente en el centro del proyecto de creación de un sentido neorreligioso, es un reflejo directo de esta obsesión. Es probable que el propio Bergoglio se sienta impulsado principalmente por un resentimiento profundamente arraigado contra la doctrina clásica de lo sobrenatural. Este resentimiento le ha llevado a invocar espíritus que desatan una irresistible dinámica propia. Aseguran su poder mediante la independencia sistémica. Probablemente, el resentimiento bergogliano habrá sido alimentado con más fuerza por el elitismo de la frase: “Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la encuentran”. (Mt 7,13s) ¿Qué mejor manera de ilustrar que esta misma frase debe ser superada en la teología de la inclusión en la defensa que Bergoglio hace de Judas y la potenciación de todas las criaturas turbias del clero? Es el resentimiento que proclama: “Dios te acepta como eres”.
Pero la agenda del resentimiento va aún más lejos. Dios no sólo debe aceptar las realizaciones egocéntricas del hombre, sino que estas realizaciones deben convertirse en los lugares calificados para experimentar a Dios mismo. En una simpática anticipación del misticismo orgásmico del cardenal Tucho, un director espiritual de un seminario alemán hablaba hace décadas en sus “exhortaciones espirituales” de cómo los seminaristas debían “masturbarse en Dios” y experimentar el propio placer de Dios. La dicha del cielo se interpreta en la teología tuchesca de la lujuria en el paradigma de la masturbación. Es la despreciable moral del resentimiento de las almas débiles la que se ha convertido en la medida de todas las cosas en la Iglesia moderna, esas criaturas blandas y libidinosas que, parafraseando a Nietzsche, no pueden mandarse a sí mismas ni obedecerse a sí mismas.
Creo que la independencia sistémica es lo que realmente asusta en todos estos procesos. El poder de la nueva era mundial también es capaz de realizarse consecuentemente a través de Jorge Bergoglio. El filósofo Martin Heidegger descifra este poder como el poder de la técnica. Con esto Heidegger no se refiere a la tecnología de las máquinas, sino al espíritu de la maquinación totalizadora, que nivela todas las diferencias cualitativas y jerarquías y conduce a una cultura de masas radical. Todas las cosas, todas las especificaciones naturales y las tradiciones que han surgido históricamente, se licúan en el crisol de esta maquinación en meros momentos de un dominio autocirculante. El resultado es un mundo estandarizado en el que las cosas pierden toda distancia y, por tanto, toda referencia y significado, como en una superficie infinita. “Algo corre alrededor del globo”, dice Heidegger refiriéndose al poder de la maquinación. Es difícil pasar por alto el hecho de que el espíritu de esta maquinación es el espíritu de la nueva era mundial de la que habla Scheler, y que también se ha apoderado plenamente de la Iglesia católica.
Los cristianos identifican el poder de maquinación descrito por Heidegger con un nombre determinado. Este poder ha tendido la red de su ideología unificadora alrededor de todo el globo porque quiere —con una impresionante retórica moral y espiritual— hacer irreconocible una determinada particularidad. Esta particularidad es Cristo, que en su absolutización es el factor perturbador más molesto para todos los esfuerzos de igualación e inclusión. Hay que borrar su recuerdo de la memoria del mundo. La Iglesia ha sido muy útil a este poder desde hace algún tiempo, porque ha estado posicionando al Jesús de la ternura que todo lo abarca frente al Cristo, organizando reuniones de Asís, sínodos de Amazonas y documentos de Abu Dhabi y declarando que la paz mundial, la hermandad natural de todos, el servicio al bien común político y la nueva preocupación mitológica por la “Madre Tierra” son las preocupaciones decisivas del cristianismo. Por el momento, las cosas van muy bien para este poder.
Creo que debemos tener cuidado de no pasar por alto este proceso fundamental en todos nuestros análisis. Todas las atrocidades de la evolución cultural y teológica general de los últimos siglos, incluida la dilución de las diferencias religiosas y la impresionante decadencia litúrgica, son sólo momentos del programa global de olvido de Cristo. En uno de sus ensayos, querido Wanderer, Usted plantea la pregunta casi desesperada “¿Qué debemos hacer?” ante la apostasía de la Iglesia. Políticamente, es muy poco lo que podemos hacer. Pero podemos, en una lucha común con las armas espirituales de que disponemos, oponernos al diabólico proyecto de borrar el rostro de Cristo. En tiempos más patéticamente competentes, habríamos dicho: Él nos llama a la batalla.
Suyo
Vigilius
Magnífico!!!
ResponderEliminarTodo este proceso subversivo y deconstructivo de la Iglesia, ha sido descripto y desarrollado en forma admirable en estas cinco entregas. La realidad nos demuestra, día a día, que, más allá de alguna diferencia en algún matiz que se nos pueda ocurrir, esto está sucediendo a nuestra vista. Sobrecogedor y pavoroso. Pero, me permito opinar como el bloguero. No le adjudico a Francisco talla intelectual como para pergeñar y desarrollar semejante plan. Esta rara avis del jesuitismo, que, a diferencia de los jesuitas de su generación que eran casi todos doctores o ampliamente versados en alguna disciplina, alcanzó, solamente, una pobre tecnicatura en química y algo, menor, en literatura. Y en su vida cotidiana nos demuestra que no solamente carece de aptitudes, sino que aborrece todo lo que tenga que ver con esfuerzo y profundidad intelectual. No, Francisco no es capaz de ser el cerebro de esta monumental conspiración dentro de la Iglesia. No es un estratega, es un ejecutor. A nadie se le ocurre que haya sido idea de Francisco, por ejemplo, el sínodo de la sinodalidad. Él no es un mero ejecutor, es el ejecutor principal y quien lleva la batuta en el desarrollo del plan. Pero el plan es de otros y son quienes lo han elegido para llevarlo adelante, llámese mafia de San Galo (¿se escribe así?) o cualquier otra mafia que tanto abundan en la Iglesia. Y al candidato lo estudiaron y lo eligieron. Por eso está Francisco donde está, porque con sus ansias de poder y de figuración, siendo, básicamente un inescrupuloso, no tendría el menor reparo en ir hacia adelante, atropellando todo a su paso, ya sean dogmas, tradiciones o personas, lo mismo da. Puede ser que Francisco meta sus garras en el plan primigenio y le dé alguna impronta propia, pero la sustancia, lo realmente importante, le ha sido dado por otros más poderosos que él. Él es un ejecutor.
ResponderEliminarA eso me refería yo en la entrega anterior, al abogado defensor en la película “los hijos de la calle “ (1996). Los estrategas dotados lo buscaron a él por su rudeza mental. Era el apropiado, dado que no tiene formación o sentido de conciencia para “convertirse”, sino que ejecuta lo que conoce, cree saber, y le ha sido confiado.
EliminarY por cierto, a medida que avanza la consideración acusatoria de Virgilius más penetrante y aguda es la formulación de su expresión. Más en este apartado Virgilius, no conforme con poner el dedo en la dolorosa llaga que hoy afecta a toda la Iglesia católica, para bien de todos sus lectores también nos propone una restauradora vía de sanación y reparación de la misma.
ResponderEliminarRespecto a lo primero lo hace viendo que a lo que se refleja como base de todo la profusa labor doctrinal de Bergoglio, es la ceguera doctrinal que proviene de una infausta concepción nominalista con arreglo a la cual, lo que debe contar ya no son los principios de carácter universal y necesarios con fundamento en la verdad de las cosas, sino el simple conocimiento del singular sin mayor vuelo especulativo. Y como consecuencia de este fatídico sello nominalista, no ha de sorprender que Bergoglio incursione más sobre el conocimiento del orden práctico que sobre el conocimiento de orden especulativo, esto es, el que conviene a los órdenes metafísico y teológico, pero que lamentablemente también tendrán lamentables consecuencias sobre este delicado punto de la doctrina cristiana. Así, pasando alegremente por alto la enseñanza tradicional, incursiona en el campo de la ética apoyándose en la renga moral de circunstancias. Pero lo hace apoyando la luz del obrar moral ya no en el bien objetivo de la cosa misma, sino en la subjetivista consideración del sujeto moral, donde lo único que cuenta es el frío cedazo de la duda, que se funda en el “discernimiento” del propio individuo, cuya desmoronada base escéptica termina por hacer tabla raza incluso con la Palabra de Dios, ya que apelando a una lamentable posición de carácter irracional se niega a reconocer la posibilidad de alcanzar una recta interpretación de los datos de la Revelación. Si de esto se sigue que, bajo el denigrante cartel de "clericalismo", la autoridad de la labor magistral de los sacerdotes como asesores espirituales queda virtualmente descalificada, entonces los fieles creyentes, abandonados a su propia suerte, se van separando progresivamente de sus prácticas religiosas hasta terminar abandonando la fe que los alimentaba. Con lo cual hoy la Iglesia católica sufre los estragos de una enorme ola de apostasía. Lo cual no es precisamente bueno, cuando quien entiende así las cosas, es precisamente a quien, por expreso mandato divino, le ha sido asignada indelegable tarea de la confirmación en la fe de todos los fieles católicos.
Con respecto a la actitud a tomar, el propio Virgilius, reconoce su impotencia para dar freno y cambio de dirección a la actual gestión de Bergoglio como cabeza de la Iglesia, pero está altamente convencido de la necesidad de dar la buena batalla contra el actual deterioro de la doctrina y fe de los fieles católicos.
Por mi parte creo que para librar esa batalla los católicos debemos poner nuestra mirada en las luces y fuerzas que vienen de lo alto, lo que incluye también a poner la mirada en los grandes santos que, cada uno a su modo, en su momento y con la ayuda de Dios, con enorme dosis de coraje y sabiduría evitaron la destrucción de la Iglesia.
¡Señor, ven pronto a nuestro auxilio! ¡Alabado sea Jesuicristo!
Qué buen comentario. Acorde al nivel del artículo completo de Vigilius, que nos iluminó la realidad de algunos actores hasta un punto que es difícil de aceptar como posible. Nunca terminamos de aprender ni de asombrarnos. Pidamos siempre el auxilio del Espíritu Santo.
EliminarEs que ahora no hay nadie aquí en la tierra que nos ayude, como en tiempos del Antiguo Testamento, como lo hicieran los profetas.
ResponderEliminarDios esconde su rostro a causa de nuestros pecados y maldad.
Queda en claro que frente al olvido deliberado de Cristo en el mundo y en la Iglesia (cuántos documentos y alocuciones del pontífice
ResponderEliminar-¿apóstata?- actual en los que casi no se lo menciona), la batalla es espiritual, siempre dentro de la tradición fundada por el mismo Jesucristo Señor Nuestro ¡Que El nos asista!
Mejor traducir "discernimiento" que "distinción".
ResponderEliminarMagnífica explicación de los porqués de esta apostasía galopante en la cual ya estamos y que se acrecentará más todavía.
ResponderEliminarDice el Catecismo en su numeral 675:
"Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22)."
Que Nuestro Señor Jesucristo abrevie estos tiempos, de lo contrario los salvos podrán contarse con los dedos de una mano.
Por descontado que Bergoglio no es un heresiarca ni un ideólogo, es un táctico del momento histórico que le tocó, como lo fue Perón. Lo que no quita que su ¨ethos¨sea modernista e imbuido de toda la morralla de la decadencia católica del siglo XX. Y como todo mediocre con poder -a diferencia de Napoleón, que sí sabía quién era-, no sabemos hasta qué punto sea consciente de lo que hace, o esté pensando en la gran estrategia, no lo sabemos. ¿Era Stalin un marxista convencido, o simplemente un tirano que vio la ocasión de ejercer el poder para sí y para unos pocos y retenerlo cabalgándolo? La mente del tirano es impenetrable, usa al pueblo y unos pocos lo usan a él. Nos sorprendería saber cuánto egoísmo y espíritu pequeño se esconde atrás de la supuesta adhesión a una ideología. El tirano llama a cambiar la Historia mientras está pensando en la paella que se va a comer a la noche.
ResponderEliminarEn cualquier caso no tiene importancia, lo que valen son los procesos, y Bergoglio, indiscutiblemente, quiera o no, forma parte de la radicalización del movimiento conciliar y la desidentitación católica que tan bien describe el autor de este post.
Todo este proceso no es otra cosa de la etapa siguiente de considerar "el hombre como medida de todas las cosas" , por tanto la abolicion del pecado, y por tanto de la necesidad de la Gracia divina, y por tanto la abolicion de Dios.
ResponderEliminarEl principal estratega es el señor de las tinieblas, que cuenta con varios ayudantes y demasiados tontos utiles.
Desenmascarar estos planes ya hacerles frente.
Muy bueno, gracias Wanderer por traducir y compartir. No creo que podamos hablar de una oposición entre los argumentos aquí vertidos en el blog (no sólo la cuestión de la busqueda del poder por el poder en Bergoglio, sino también su resentimiento en sentido castellaniano) y la "estrategia" que plantea Vigilius (que en realidad más que una "estrategia" de Bergoglio deberíamos hablar de un echos en el Vaticano que ofrece unas herramientas a Bergoglio de las que éste hace uso, consciente o no de sus implicancias para la Iglesia en el largo plazo). Creo que son, en realidad, argumentos complementarios.
ResponderEliminarLa magnífica tomografía computada que Vigilius hace de Francisco tiene por finalidad -según él mismo expresa- responderle a Wanderer quien "ha subrayado que no comparte mi postura de que Francisco sea un estratega" porque entiende que sólo es "un pícaro jesuita porteño poseedor de una ambición infinita y enfermiza de poder".
ResponderEliminarDespués de leer las cinco entregas de su magnífico trabajo -digno de sacarse el sombrero- creo que estoy más cerca de Don Wander que de él.
Lo entiendo así, porque mientras estuvo en Buenos Aires Bergoglio siempre demostró que para él lo más importante era la fraternidad universal en oposición a la doctrina tradicional de la Iglesia, la que por insistir en ir al choque con el mundo lejos del amor buscado, sólo puede cosechar el desprecio y hasta el odio de las grandes mayorías a las que la Iglesia tiene el deber de convertir.
Por tal motivo, una vez sentado en la Silla de Pedro su postura anticatólica se convirtió en un plan, tal vez rudimentario, pero plan al fin, porque Bergoglio entendió que podía usar al mundo en su beneficio para hacer realidad esa iglesia nueva que albergue a todos, todos, todos, con la que soñaba en Buenos Aires. Y algo más..., de esa manera podía acrecentar su poder hasta convertirse en el jefe de una nueva y única religión universal.
Si eso lo convierte en estratega me parece que le queda grande porque su pobreza intelectual es manifiesta.
En todo caso, más lógico sería pensar que el poder en las sombras, ese NOM que controla el mundo al que Bergoglio cree usar, en realidad se deja usar porque ve en Bergoglio el robot ideal para manejar a control remoto y así llevar al triunfo el siniestro plan que viene acariciando desde hace más de un siglo para infiltrar a la Iglesia y conquistarla desde adentro.
No, definitivamente, Bergoglio no es un nuevo Napoleón ni mucho menos porque no tiene la estatura ni de estratega ni de estadista. No hay que pagar por el pito más de lo que el pito vale.
es triste, pero nada de lo que hagamos servirá, el derrumbe de la iglesia tal como la conocemos sera inevitable, quedara muy poco o nada.
ResponderEliminarNada pasa por casualidad.
EliminarDe hecho es mejor que pase porque es la única manera de separar el grano de la paja; y ya sabemos qué le pasará a la paja.
La Iglesia Montinista no tiene fruto y desaparecerá.
La Iglesia fiel, muy pequeña, es verdad, sin la opresión de los montinistas, será libre y podrá crecer y prosperar. Con la ayuda de Dios.
Por eso no hay que tener miedo o sentir pena.
Lo importante es lo que cada uno hace con su fe y con la comunidad de los seguidores de Cristo Jesús.
Y como en la parábola de los talentos, todos tendremos que dar cuenta de lo que hemos hecho y de lo que no hemos hecho con los talentos recibidos.
Hay un artículo titulado "Live Like the Amish?", de David Larson publicado en Crisis Magazine en el que informa sobre el sorprendente crecimiento de los Amish, cuyo número se duplica cada 15 o 20 años.
EliminarEl artículo está escrito desde una perspectiva católica.
mire Eric Kaufmann en Wikipedia.
EliminarEs el retorno de lo arcaico religioso. El ciclo ya ha sucedido otras veces. Lo que aquí se denomina des-cesuralización, fue estudiado por la antropología como indiferenciación. Al límite de la desaparición pura y simple, una sociedad recurre al medio de menguar la similitud contagiosa. Ese mecanismo, que llega a restituir la diferencia allí donde cada cual se volvía similar al otro, es el sacrificio. es decir, la inmolación de una víctima expiatoria, a la vez culpable del desorden y restauradora del orden. Millones de víctimas inocentes fueron así inmoladas desde los albores de la humanidad para permitir a sus congéneres una vida en común; o más bien para evitar que se autodestruyeran. El momento decisivo de esa evolución lo constituye la revelación cristiana en la Cruz. No se trata de la muerte de un individuo concreto, se trata de la superación, a través de uno solo, de lo que afecta a toda la humanidad desde la fundación del mundo. La crucifixión no cae en el mito porque revela la génesis mimética del chivo expiatorio y su papel fundador y organizador de la cultura humana. Pero no fuimos lo suficientemente cristianos. NI la Iglesia lo es hoy, evidentemente. Puede formularse esa paradoja de otra manera, y decir que el cristianismo es la única religión que prevé su propio fracaso. Esa presciencia se llama apocalipsis. Pero el apocalipsis no anuncia el fin del mundo; funda una esperanza. Quien repentinamente ve la realidad no está en la desesperanza absoluta de lo impensado moderno, sino que recupera un mundo en que las cosas tienen un sentido. La esperanza sólo es posible si nos atrevemos a pensar los riesgos del momento actual. A condición de oponerse a los nihilistas, para quienes todo no es más que lenguaje, y a los "realistas", quienes niegan a la inteligencia la capacidad de palpar la realidad: la casta global que pretende salvarnos, mientras día a día nos hunde un poco más en la devastación.
ResponderEliminarSoy adulto mayor .
ResponderEliminarSi tuviera que elegir una causa de la declinación de la Iglesia Católica en el último siglo sería el de la "doble vara"
Por ejemplo : en Mar del Plata cerraron en el 2023 el Geriátrico de Lourdes y la iglesia no tiene otra opción.
Adulto mayor? Vaya expresion interesante! Yo tengo 56, pero cuando pasen unos años mas, espero que no me llamen de ede modo, sino "anciano".
EliminarSeria muy dificil hallar un adulto "menor"...
Estos detalles, asi como decir "Presidenta" y muchos otros, son los que muestran como hemos cedido terreno en la batalla cultural.
He seguido con interés los Post
ResponderEliminarGracias!
Estoy de acuerdo con la idea de que el pensamiento más tradicional y auténtico se ha diluido con varios disolventes de los que se han hablado.
Me han dado luz los últimos párrafos.
El cristianismo actual ha eliminado a Cristo.
Recuperemosle!!
La lógica de constitución del sujeto en el cristianismo católico se va diluyendo en el último medio siglo.
ResponderEliminarLo curioso es que en los otros cristianismo "institucionales" también pasa lo mismo.
Es una suerte de "agotamiento" de los "seguidores de Pablo".
El ejemplo actual es Alemania.
Es la Era de los "Cristianos Independientes ".
¡Entonces es válido lo que está en INFOVATICANA?
ResponderEliminarhttps://infovaticana.com/2024/01/22/cardenal-ouellet-la-era-del-cristianismo-ha-terminado/
Sí; tiene toda la razón.
EliminarPero su trabajo es volver al catolicismo.
Hay que pensar además que tal vez en occidente ese sea el caso.
Pero el mundo no es sólo Estados Unidos y parte de Europa occidental; en el resto del mundo no existen esas tonterías.
Las contestaciones del cardenal son de lo más reveladoras:
Eliminar..."Estamos en el umbral de un salto cualitativo de la especie humana, en el umbral de una mutación transhumanista? Todo parece posible», afirma el purpurado"...
Esto es totalmente ridículo y uno no sabe si este señor se está escuchando. Parece basura new age.
«Olvidamos fácilmente que la gran mayoría de la gente vive en condiciones inhumanas». En esta situación, la Iglesia debe preguntarse «qué motivo de esperanza podemos ofrecer a quienes buscan un sentido»,
La mayoría de la gente vive como siempre ha vivido la humanidad. Hasta que no vivan en economías capitalistas, no podrán vivir como capitalistas.
En cualquier esa no es función de la Iglesia ni eso tiene nada que ver con el mensaje de Cristo.
"La nueva situación antropológica exige diálogo, respeto a la diversidad y solidaridad con los más pobres y vulnerables"
Eso parece palabrería "progresista". No tiene absolutamente nada que ver con el catolicismo.
"solidaridad" es la secularización de la palabra caridad (charitas: amar al prójimo como Dios nos ha amado).
Si hay alguien que no debe usar esta palabra ni otras similares, son precisamente los consagrados, porque, como líderes deblas comunidades católicas son responsables de mantener la fe en ellas y evitar la secularización, que no es inevitable ni necesaria.
En fin, que veo que este necio no cree en la Iglesia Católica ni en el mensaje salvífico de Cristo. ¡Y es un Cardenal; esto es, un Príncipe ELECTOR!
Parece que su sitio es en una logia; no entre católicos.
Con este tipo de cardenales ¿quién necesita enemigos?
Continúa el cardenal Ouellet:
Eliminar..."la Iglesia debe preguntarse «qué motivo de esperanza podemos ofrecer a quienes buscan un sentido"...
La misión de la Iglesia no es ofrecer "esperanza" a quienes buscan un sentido.
El mandato de Cristo de "ir y predicar es extender" el Evangelio y administrar los sacramentos para SALVAR a los hombres.
Es posible que alguien "en busca de sentido" lo encuentre en la Iglesia o, mucho mejor aún, en seguir a Cristo. Pero el mensaje de Cristo no se dirige (sólo) a los que buscan sentido a la vida.
Este señor está bien perdido y no se encuentra.
Me pregunto a quién reza.
¿Meditará con las piernas cruzadas y una barrita de incienso sobre la Pachamama y los dogmas masónicos?
Anónimo de 17,45 y 17,50: de cómo vive la Humanidad y la Distribución delos bienes SI es asunto de la Iglesia, lo mismo que el sentido de la Vida. La crítica va por otro lado
EliminarLa "Iglesia de los Santos de los ultimo días " , ya existe .
ResponderEliminarLa Era del Cristianismo no ha terminado.
ResponderEliminarLo que ha terminado es el Cristianismo Institucional.
Caro Wanderer,
ResponderEliminar¿recuerdas el V Celam de Aparecida 2005 (?)?
En aquella ocasión los obispos latinoamericanos se reunieron en Aparecida y al mismo tiempo los teólogos de la liberación se reunieron en otra ciudad cercana, si mal no recuerdo en Itaici. Han pasado casi 20 años, pero recuerdo que en el documento final aparecieron temas que no se trataron en Aparecida. El documento fue enviado posteriormente a la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe y sufrió más de 200 correcciones*. El jefe del comité de redacción no era otro que el entonces cardenal Jorge Mário Bergoglio.
Me parece que JMB no es un hombre de estrategias, sino el testaferro, el que toma las decisiones. En la Jornada Mundial de la Juventud de 2013 concedió una entrevista a una cadena de televisión brasileña y dijo no al lobby gay, pero hoy se ha sumado de lleno a ese lobby.
*Documento de Aparecida: O texto original, o texto oficial e o Papa Francisco
https://periodicos.pucpr.br/pistispraxis/article/view/1318
A la luz de la profunda reflexión de Virgilus, se echan de ver los resultados de un proceso de progresiva desacralización de la Iglesia, cuyo eje de rotación se ejerce sobre todo en el plano litúrgico, con el cambio que implicaba la sustitución de la misa tradicional por la sustitución de la misa “Novus Ordo”: Lo cual supone uno de los indicios más claros del giro antropológico trascendental promovido por el teólogo del CVII Karl Rahner, que implicaba una subyacente apertura a los valores del mundo moderno: Primero, la sustitución de la posición del sacerdote celebrante “ad Orientem”, hacia el Este, o mirando hacia el altar, para indicar que está de cara a Dios, por la celebración “versus populum”, de cara al pueblo, como si lo que ahora importara no fuera tanto la adoración y unión espiritual con el mismo Dios uno y trino, como la comunicación horizontal con “el pueblo”, dando pie a un silencioso proceso de abandono de Dios por parte de la misma Iglesia. Segundo, la sustitución del sentido de la misa como renovación incruenta del misterio del sacrifico pascual, por la celebración de una cena, con la consiguiente devaluación de sentido que implica la equivalencia que se quiso imponer cuando se entendió a la sagrada palabra “misa, que remitía hacia lo alto, con la horizontalizante palabra “mesa” que, omitiendo al sentido de “ara”, remite más bien hacia una celebración con los hombres. Tercero, la apertura del sentido de la comunión del Cuerpo de Cristo, en muchos casos, incondicionalmente ofrecido a todos, “en la mano”, no de rodillas, e incluso, sin mirar a las condiciones espirituales de quien se acerca a recibirlo, con el consiguiente olvido de los requisitos que la misma Iglesia pide a sus pretendidos receptores: con la consiguiente devaluación del misterio de la misma celebración eucarística, del valor del mismo sacramento de la Eucaristía, del sacramento del orden sagrado y del sacramento de la penitencia. Cuarto: en lo que concierne a las homilías, el descuido en muchos casos, entre el contenido de las homilías y la Palabra de Dios y el depósito de la fe, donde lo que parece contar ya no es tanto la misma Palabra de Dios como la de los celebrantes, e incluso la del mismo “pueblo” puesto que, entre las creativas interpretaciones empleadas por algunos celebrantes donde se omiten, postergan o niegan algunos contenidos de la revelación, por ejemplo, los vinculados con las Postrimerias, cuando, derechamente, no falta la intención de sustituir la sagrada palabra de Dios por la profana palabra del “pueblo”, al que, en algunas modernas tendencias teológicas, soslayando la palabra del mismo Señor Jesucristo, se lo insinúa como el nuevo y auténtico maestro de la Iglesia. Quinto: eliminación del latín: aunque en el CVII se propició el uso del latín, de hecho, a partir de este Concilio, prácticamente se lo eliminó, con lo cual se perdió uno de los signos más significativos de la universalidad de la Iglesia Católica. Con lo cual se advierte que los cambios promovidos en el orden litúrgico están íntimamente unidos a graves consecuencias de carácter doctrinal que afecta gravemente al contenido del mismo Depósito de la Fe de la Iglesia Católica. Aunque sigo creyendo que una misa “bien rezada” según el Novus Ordo, en la medida en que concuerde con la misa Tradicional, mantiene el valor de ésta, veo en la celebración Vetus Ordo, el modo de la celebración más afín con la voluntad de Dios.
ResponderEliminar¡Señor, ten piedad de nosotros! ¡Alabado sea Jesucristo!
Off topic.
EliminarCreo que es
V i g i l i u s
no Virgilius.
Estimado Chapado a la antigua,
EliminarEn cuanto a la sustitución de la posición del sacerdote celebrante de “ad Orientem - versus Deum” a “versus populum”, refleja un cambio radical en la eclesiología de la Iglesia. A partir del Concilio con el concepto de “pueblo de Dios en camino”, se introdujo en la Iglesia el concepto de democracia. Así, en la liturgia, este cambio representa análogamente la concepción de la democracia liberal moderna de soberanía del pueblo, donde éste es la autoridad “divina” en materia política, es decir, frente al pueblo, el sacerdote también está frente a Dios. Sin embargo, el pueblo que en el rito tradicional también estaba de cara al Oriente o a Dios, ahora está de cara al sacerdote, pero ¿qué es el sacerdote en el nuevo rito? ¿No es simplemente el presidente del partido? ¿Qué es un presidente?
La idea que se transmite es que el sacerdote es una especie de primero entre iguales. En este caso, el problema inmediato que viene a la mente es la consagración del pan y del vino, sobre la cual ya habían dicho los cardenales Otavviani y Bacci, en el Breve examen crítico:
“Las palabras de la Consagración, por el modo como se insertan en el contexto del Novus Ordo pueden ser válidas por la eficacia subjetiva de la intención del ministro. Pero pueden no ser válidas, en cuanto que ya no son tales por la fuerza misma de las palabras, o más exactamente, por la virtud objetiva del modo de significar que tenían hasta ahora en la Misa. Por lo cual, los sacerdotes que en un futuro próximo no habrán sido instruidos conforme a la doctrina tradicional y quienes simplemente se fiarán del Novus Ordo con la intención de "hacer lo que hace la Iglesia", ¿consagrarán en realidad válidamente? Es licito dudar de ello”. Breve examen critico del Novus Ordo Missae, Cardenales Ottaviani y Bacci
Lo que leemos es ya un problema grave, la forma por sí sola ya no garantiza la consagración. Sólo la intención podría garantizar que se produzca, pero ¿qué pasa con la intención, cuando el Sacerdote cree que él y el pueblo realizan la consagración? ¿Podemos todavía decir que pretendemos hacer lo que la Iglesia siempre ha hecho?
El problema de la consagración realizada por el sacerdote y el pueblo fue abordado recientemente por el Prof. Paolo Pasqualucci, en el texto “A causa di ‘Traditionis custodes’ urge aprire finalmente un dibattito sul Vaticano II”.
”... il cardinale Roche traeva l’indebita conseguenza che i battezzati, in quanto appunto “sacerdoti”, partecipavano alla celebrazione eucaristica simpliciter, “concelebrando” con l’officiante, e quindi non più in posizione subordinata e solo “in voto” e pertanto diversa ratione, come aveva chiarito Pio XII nella Mediator Dei.
Le dichiarazioni del cardinale Roche non contenevano sfumature: i battezzati celebrano allo stesso livello dei sacerdoti. E questa mutazione, dall’enorme ed eversivo significato dottrinale, l’ha introdotta il Vaticano II, ci assicurano le massime autorità ecclesiastiche, fornendoci l’interpretazione autentica del Concilio su questo vitale e delicato argomento.
Ma dove ha detto il Concilio che “tutti i battezzati celebrano con lui”, con l’officiante? L’ha detto negli articoli 10 e 11 della Lumen gentium e in maniera più eclatante nell’art. 48 della Sacrosanctum Concilium, citando con una significativa modifica il passo relativo della Mediator Dei. Il passo di SC 48 è il seguente: “…offrendo la vittima senza macchia, non soltanto per le mani del sacerdote, ma insieme con lui, imparino ad offrire se stessi etc [sed etiam una cum ipso offerentes]”".
Recomiendo leer el artículo completo.
¿Qué pensar de la consagración en el NOM?
El árbol de la Iglesia será zarandeado y las hojas secas caerán, pero su tronco de 2000 años se mantendrá firmemente enraizado y vivo en Jesucristo Nuestro Señor.
ResponderEliminar..."los tiempos que se aproximan no serán de triunfos"
ResponderEliminarCon Bergoglio, los jesuitas y los montoneristas, no.
Pero recuerda que los judíos, que son una minoría, viven su edad de oro.
Lo que hay que hacer hacer es copiarles.
Aunque nunca triunfará si no hay "minorías creativas católicas"; que sean minorías, que sean creativas (o proactivas) y que sean católicas (con una fe a prueba de bombas y comprometidos con la santidad...independientes de los "clérigos".
ResponderEliminarCiertamente, la actual dirección de la Iglesia ejercida por el actual Papa Francisco no hace más que suscitar cada vez mayores preocupaciones con respecto al futuro de la Iglesia Católica. Por cierto, esto no quita que el que, en el fondo no deje de poner en manos de Dios toda mi esperanza con respecto a la subsistencia de la Iglesia Católica. Pero, lo cierto es que, pese a los juramentos de que la doctrina no ha sido tocada en absoluto, ya han sido tantos los “toques” que se le han hecho al contenido de la misma en el orden del obrar que, mucho me temo que la alteración doctrinal hoy debe entenderse como un “fait accompli”. La pregunta es: ¿está detrás de esta alteración o evolución doctrinal el sobrenatural soplo del Espíritu Santo? Y la respuesta es que, a la luz del claro contraste que se ofrece entre el proceder del actual magisterio con respecto al de sus predecesores en la larga Tradición de la Iglesia, donde el acento más se pone en el espíritu de discontinuidad que en el de la continuidad con respecto al período precedente, a menos que se sostenga que el Espíritu Santo vaya cambiando de opinión conforme vayan pasando los tiempos, tengo mis dudas al respecto.
Como diría Nietzsche, los cambios propuestos en las últimas manifestaciones “sinodales” son tan “humanos, demasiados humanos” como para ser entendidos como inspirados por la luz del Espíritu Santo. En efecto, porque, si en los inicios de la historia de la Iglesia, el mensaje del Evangelio fue considerado como “escándalo para los judíos y locura para los paganos”, porque ni los unos ni los otros estaban preparados para aceptar el duro lenguaje de la cruz, hoy más bien parece suceder todo lo contrario, pues se comete la insensatez de atribuir a la voluntad de Dios, el que, “en algunos casos” no sólo conceda el permiso de pecar, sino que lo ordene perpetrar como si en realidad fuera un bien, cuando en rigor, siempre fue considerada como faltas severamente condenadas por la Iglesia. ¿Qué otra calificación puede merecer el perverso intento de algunos obispos de la Iglesia que, sin atender a la depravación de algunas conductas, más parecen defender la autonomía del hombre frente la voluntad de Dios, que al deseo de responder con con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas a la voluntad de Dios? Mientras los primeros santos buscaban permanecer fieles a Cristo sin importar el costo, hoy parece que el celo de la Iglesia este puesto tanto en tratar de acomodarse al correr de los vientos del mundo, que parece poner sólo su empeño en transmitir “urbi et orbe” el desleal mensaje de “vivir como si Dios no existiera”. No sé si esto es lo que quiere Bergoglio, pero, ojala me equivoque, es lo que yo veo que está pasando a los ojos de todo el mundo. «Cosas teneres, Cid, que farán fablar las piedras».
De ahí mi oración para que la Iglesia vuelva a poner su mirada en el santo ejemplo de sus mayores en la fe. Porque, ¡Dios sea loado!, la misión de la Iglesia, hasta el fin de los tiempos, no puede dejar de ser otra que la de seguir bautizando y enseñando el Evangelio a todas las naciones. Y al respecto, el responder a esa misión es deber de todo bautizado.
¡Dios ten piedad y misericordia de nosotros! ¡Alabado sea Jesucristo!
Anónimo25 de agosto de 2024, 22:34 En efecto, es como Vd. dice, i.,e. Vigilus y no Virgilius Gracias por su atención. Con aprecio, le saluda. Chapada la antigua.
ResponderEliminarA Pratos Celestes28 de agosto de 2024, 15:28. Mi muy estimado Pratos Celestes, he leído su precioso comentario con suma atención y, a pesar de mi escasa formación doctrinal, sólo poseo la que me proporcionó mi escucha de las buenas homilías de santos sacerdotes, que, aunque en escasas cuotas, me brindaban sanas enseñanzas de carácter teologal y litúrgico, lo cual me permite concordar en un todo con lo que usted señala. Si no lo he entendido mal, bajo su información, todo parece indicar que lo que ya han hecho los padres conciliares, en particular, los de la línea progresista, lamentablemente ya ha afectado al corazón mismo de la doctrina católica. Me doy cuenta de que el poner el acento en el carácter sacerdotal de los fieles católicos, "sacerdocio común", en razón de su sello bautismal, no parece tener otro efecto real, que el de la devaluación del sacerdocio ministerial, con el consiguiente efecto devaluador de los sacramentos del orden, de la penitencia y de la Eucaristía. Algo que, entre otras cosas, se advierte en la arbitraria imposición de la comunión en la boca, y en la administración de la comunión a quienes no están en condiciones de recibirla, o bien porque han cometido falta grave sin confesar, o bien, porque ni siquiera profesan la fe católica. La posibilidad de que los sacerdotes que celebran la misa según el NO, no guarden la intención de quienes la celebran con arreglo al VO, me llena de espanto, por el devastador efecto que esto puede tener en el orden de la gracia para toda la feligresía que participa de dichas misas. ¡Pido a Dios que esto no ocurra jamás! Mientras tanto, con la ayuda de Dios, y de hombres mejor formados, pondré mi mayor esfuerzo en tratar de instruirme de la mejor manera posible en materia de doctrina teológica y litúrgica para servir mejor a Dios y a su Iglesia. Con particular aprecio, Chapado a la antigua.
ResponderEliminar¡Señor guarda a la Iglesia! ¡Alabadosea Jesucristo!
Estimado Chapado a la antigua,
ResponderEliminarAlabado sea por siempre!
Mi formación doctrinal es también la de un laico, estamos en el mismo barco. En cuanto a las homilías, no sé si habrás leído alguna parte del catecismo romano (lo leí por consulta), pero es interesante notar que a menudo se lee "el Sacerdote debe inculcar esto y aquello en la mente de los fieles". ". Esto significa que en la Misa Tradicional, la homilía es un lugar catequético. Esto no sucede en el NOM, donde la mayoría de las homilías son políticas o tratan otros temas. El catecismo romano fue escrito para sacerdotes ordenados, mientras que el nuevo catecismo fue escrito para todos, y terminó dando cabida a que las homilías dejaran de ser un lugar catequético...
En cuanto a la subversión democrática en la Iglesia, provoca un cambio radical, donde el pueblo se convierte en los máximos representantes de Dios y los miembros de la jerarquía se convierten en representantes del pueblo. Esto no es más que el programa de Karl Rahner, como lo explica el P. Cornélio Fabro, en el libro "La aventura de la teología progresista", ver:
"Recientemente Rahner también criticó el comunicado final del Sínodo de los Obispos de Alemania Occidental porque no seguía su línea, es decir, “el imperativo concreto... especialmente de naturaleza sociopolítica y socialmente crítica”. Así, Rahner en el reciente libro Struktur-Wandel der Kirche als Aufgabe und Chance, [3] según un vigoroso publicista católico, "pasó de teólogo a teórico de la política eclesiástica, o más bien, hizo explícito el cambio ya implícito en las otras obras que Rahner recogerá en la Iglesia del futuro "espiritualización real" con "desclericalización", "desmoralización", "apertura", "democratización". [4] Una Iglesia así del futuro sólo puede implementarse desde abajo, a través de la llamada "espiritualización real" comunidad de base” (Basisgemeinde) en la que las mujeres están en igualdad de condiciones con los hombres y en la que la obligación del celibato para los sacerdotes ya no tiene sentido, sin duda, se convierte en sinónimo de compromiso social grupal que tiene derecho a actuar y desarrollarse. independientemente de la autoridad: los errores, los de Rahner, observa el escritor, están muy extendidos hoy en día. Y está muy extendido el miedo al espantapájaros del "gueto", anunciado por Rahner y otros. Y concluye: “Los obispos alemanes recuperarán la libertad de acción cuando se desenreden lo suficiente de las ideas de este grupo [de poder teológico] y se vuelvan a dedicar a la gente sencilla de la Iglesia” [5]. Una advertencia clara y explícita que refleja la dolorosa impresión de la mayoría de los fieles, perturbados por las confusiones y dispersiones teóricas y prácticas que muchos (¿casi todos?) eclesiásticos posconciliares refrendan contra sí mismos”. La aventura de la teología progresista, Introducción, Padre Cornelio Fabro.
Respecto al grave problema de la consagración. La Misa de Pablo VI, lamentablemente, presenta el humo de Satanás que él mismo dice ha invadido la Iglesia. Ya sea por los problemas que tiene o por los abusos que se producen en sus celebraciones, ella es una especie de Misa gris en diferentes tonalidades. Las Misas progresistas con esas impactantes imágenes de payasos, Halloween y demás, si hay consagración, lamentablemente producen un efecto similar o cercano a las Misas negras satanistas.
Dios tenga piedad de nosotros y libéranos del progresismo.