Dall’ombra der Cuppolone
Cumpliendo uno de los encargos recibidos de mi comunidad para este viaje a Roma por un par de semanas, días pasados fui a comprar camisas de clergyman para llevar a mi actual misión. Obviamente, allí no se consiguen.
En el comercio especializado, muy cercano al Vaticano, tuve la alegría de encontrarme con dos sacerdotes argentinos, peregrinos in Urbe. Hacía varios años que no tenía esa oportunidad de modo personal. Muy amables, me invitaron a un capuccino en el célebre café De’Penitenzieri.
Dos sacerdotes todavía jóvenes, cultos, lectores de amplio abanico, amantes del teatro y de la ópera. Muy viajados y conocedores de la Iglesia romana, de la de otros países y del amplio territorio del nuestro.
La conversación giró a la situación de la Iglesia en la Argentina. Me comentaron que fueron alumnos del cardenal Fernández. Que no tenían intención de visitarlo, porque no les nacía. Muy distinto, digo yo, a lo que ocurría con el fallecido cardenal Pironio, visita obligada de los clérigos argentinos peregrinos in Urbe.
Les pregunté cuál era la figura académica de Fernández. Se acordaron de un ya fallecido profesor de la Facultad de Teología, tal vez el más serio y reconocido que allí hubo, quien señalaba el modelo teológico de la saturación antropológica. Un modo de pensar que desliza el objeto de la teología, desde Dios al hombre, y que reduce los pasos de la analogía al primero de ellos. Que no realiza el segundo (la negación) ni menos el tercero (la eminencia).
Por ello, me decían, Fernández se instala en la periferia del discurso teológico, buscando los márgenes, donde pueda mantener algo del centro de la noción doctrinal, pero se aproxime tanto a lo otro, que ya se difumine el centro. Con esta táctica discursiva, les decía ese maestro insigne, buscan la “salida” al encuentro de lo otro, pero cuando llegan ya no saben quién son.
También me contaban acerca de un recurso dialéctico de su antiguo profesor en Buenos Aires y hoy cardenal en Roma. Entre sus alumnos advertían que frecuentemente ridiculizaba la presentación de la doctrina oficial, como algo extremo y pastoralmente negativo. De modo que él aparecía como víctima incomprendida y aportadora de la novedad teológica y pastoral, el que marca un nuevo rumbo.
Por otro lado, mis connacionales y ocasionales anfitriones recogieron de sus amistades romanas un cierto agotamiento y un reflujo a lo propio, sin entusiasmo por las convocatorias pontificias. También es mi experiencia de estos días.
Como aprendí en mis años de servicio en la Curia, apenas volví a mi alojamiento tomé nota de lo conversado (ho fatto il verbale), para no equivocarme en las apreciaciones teológicas que me hicieron sobre Fernández. Luego les consulté si era así y aquí va.
En fin, que Tucho es un mediocre con ínfulas de sabio, un "iluminado" y por tanto también un "vendehumos"... un necio de los peores, según los describía Castellani, porque encima le han dado poder.
ResponderEliminarLo de personificación de las políticas religiosas tiene una causa : los reformistas hace 12 años que están en el poder
ResponderEliminar.
No reformaron el sistema de elección de autoridades ni reformaron el sistema de toma de decisiones.
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➡️ Somos todos reformistas pero nadie larga la manija.