martes, 29 de septiembre de 2009

La cuestión del mal


La memorable discusión que tuvimos en este blog acerca de la afirmación Ya estamos salvados exigía, a mi entender, algunos otros desarrollos, entre los cuales está la cuestión del mal, no sea que se pensara que, porque ya estamos salvados, somos inmunes a las acechanzas del Malo y del mal.

La cuestión del mal, sin fe, no tiene solución. Es decir, que las explicaciones filosóficas, como aquella clásica que lo define como “la ausencia del bien”, no dice mucho o, más bien, dice nada. Y si no están de acuerdo, pregunten a la madre que sostiene en sus brazos a su hijo moribundo y doliente. O lean el diálogo de Iván y Aliosha en Los hermanos Karamazov. Pero no es este aspecto del mal que me interesa comentar aquí, sino la concepción que muchas veces tenemos los cristianos modernos sobre esta realidad.

En efecto, muchas veces se considera al mal solamente como un extravío moral en el que el hombre conservaría, aún en su culpabilidad, la total autonomía. No seamos ilusos. Con respecto al mal, nosotros no somos los primeros autores. Somos apenas unas pálidas comparsas, arrastrados – voluntariamente – en la falta de otro más grande que nosotros. Y, por eso mismo, nuestra salvación necesita la intervención de alguien más grande que aquel que nos ha vencido. Me llama la atención la obstinación, y la furia, de mucho lectores del blog en su empeño por conservar la autonomía y el poder en la obra de la salvación y, sospecho, también en obrar el mal.

La culpa del Malo nos arrastra. Él es un ser espiritual, como nuestra alma y como Dios mismo, pero la diferencia es que, por su naturaleza, está más cerca de Dios de lo que lo estamos nosotros por la nuestra. Por eso, frente a la afirmación paulina “Nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra el poder de las tinieblas”, debemos estar ciertos que el único modo de vencer esas fuerzas es con Dios mismo.

Nosotros hemos perdido nuestro estado de vida sobrenatural por la seducción de un mundo enemigo de Dios. No dejamos de pertenecer a nuestro Creador para pertenecer a nosotros mismos, sino para pertenecer a Satanás, al ángel de la luz que prefirió las tinieblas a la luz.

Por eso, creo que hay que revisar las convicciones que tenemos acerca del “poder” de nuestra libertad. La expresión “Yo hago el mal”, es más moderna de lo que parece o, al menos, le reconoce al hombre una mayor autonomía de la que realmente posee.

No significa esto negar nuestra responsabilidad personal en el obrar malo: somos tan culpables como Eva y Adán y somos, también, culpables en ellos. Es por eso que el único modo de escapar de las, para nosotros, invencibles fuerzas del Malo, es con el Nuevo Adán y con su nuevo árbol de salud. Solitos, no podemos, por más rosario, cilicio y novenas que hagamos. Nosotros jamás lo venceremos. Quien vence, siempre, es Él.

lunes, 28 de septiembre de 2009

Las dos Romas


Noticia de Zenit:

¿DEBERÍA LA “TERCERA ROMA” REUNIRSE CON LA “PRIMERA ROMA”?

El reciente encuentro entre el Papa y el arzobispo Hilarión podría suponer un cambio de rumbo

WASHINGTON, jueves 24 de septiembre de 2009 (ZENIT.org)- A veces no hay fuegos artificiales. Los puntos de inflexión pueden pasar en silencio, casi inadvertidos. Podría ser así con el "Gran Cisma", la más seria división en la historia de la Iglesia. El final del cisma podría llegar más rápidamente y más inesperadamente de lo que la mayoría imagina.

El pasado 18 de septiembre, en Castel Gandolfo, el palacio de verano de los Papas situado a unos 30 km de Roma, un arzobispo ortodoxo ruso llamado Hilarion Alfeyev, 43 años (un erudito, teólogo, experto en liturgia, compositor y amante de la música), se encontró con Benedicto XVI, 82 años (también un erudito, teólogo, experto en liturgia y amante de la música) durante casi dos horas, de acuerdo con fuentes bien informadas. (Por ahora no hay fuentes "oficiales" sobre este encuentro - la Santa Sede aún no ha hecho público un comunicado oficial sobre el encuentro).

El silencio sugiere que lo que se habló fue importante - quizás tan importante que la Santa Sede cree que aún no es prudente revelar públicamente lo que se trató.

Pero hay numerosas "señales" de que el encuentro fue destacadamente armonioso.

Si es así, esta reunión del 18 de septiembre podría haber marcado un punto de inflexión en las relaciones entre la "Tercera Roma" (Moscú) y la "Primera Roma" (Roma), divididas desde el 1054.

El arzobispo Hilarión estuvo en Roma cinco días la pasada semana, como representante del nuevo Patriarca Ortodoxo ruso Kirill de Moscú.

Una persona clave a la que el arzobispo Hilarión encontró fue al cardenal Walter Kasper. El 17 de septiembre, el cardenal dijo a Radio Vaticano que él y el arzobispo Hilarión tuvieron "una conversación muy tranquila".

El cardenal Kasper también reveló algo sorprendente: que él había sugerido al arzobispo que las Iglesias ortodoxas formasen una especie de "conferencia episcopal a nivel europeo" que podría constituir un "interlocutor directo para cooperar" en futuros encuentros.

Esto sería un paso revolucionario en la organización de las Iglesias ortodoxas.

¿Encuentro entre el Papa y el Patriarca?

El cardenal Kasper dijo que un encuentro entre el Papa y el Patriarca no está en la agenda inmediata, y que seguramente no tendría lugar en Moscú o en Roma, sino en algún lugar "neutral" (Hungría, Austria y Bielorrusia son algunas posibilidades).

El propio arzobispo Hilarión reveló mucho de cómo se estaba desarrollando su visita a Roma cuando mantuvo un encuentro en la noche del 17 de septiembre (antes de su encuentro con el Papa) con la Comunidad de San Egidio, un movimiento católico conocido por su trabajo con los pobres de Roma.

"Vivimos en un mundo descristianizado, en un tiempo que algunos definen - erróneamente - como post-cristiano", afirmó el arzobispo Hilarión. "La sociedad contemporánea, con su materialismo práctico y su relativismo moral, es una oportunidad para todos nosotros. El futuro de la humanidad depende de nuestra respuesta... Ahora más que nunca, los cristianos debemos estar unidos".

Un informe de Interfax, reveló el 18 de septiembre que el arzobispo Hilarión habló con el Papa sobre "cooperación entre la Ortodoxia Rusa y las Iglesias católico-romanas en el área de los valores morales y de la cultura" - en particular durante las Jornadas de Cultura Espiritual Rusa, un tipo de exposición con conferencias programadas para la primavera de 2010 en Roma. (Uno podría imaginar que el Papa mismo podría asistir a esa exposición).

En memoria de la visita, el arzobispo Hilarión regaló al Papa una cruz pectoral, realizada en los talleres de al Iglesia Ortodoxa Rusa, según informó Interfax.

El 21 de septiembre, una noticia de Interfax proporcionaba detalles sobre las declaraciones de Hilarión esa mañana en las catacumbas de San Calixto.

"Negados por el mundo, lejos de los ojos humanos, en el profundo suelo de las cavernas, los primeros cristianos romanos realizaron la hazaña de la oración", dijo Hilarión. "Sus vidas produjeron el fruto de la santidad y de su heroísmo martirial. La Santa Iglesia se construyó sobre su sangre derramada por Cristo".

Entonces la Iglesia salió de las catacumbas, pero la unidad cristiana se perdió, dijo el arzobispo.

El arzobispo Hilarión dijo que el pecado humano es la causa de todas las divisiones, y que la unidad cristiana sólo podrá restablecerse por el camino de la santidad.

"Cada uno de nosotros, desempeñando conscientemente la tarea que la Iglesia nos ha encomendado, está llamado a contribuir personalmente al tesoro de la santidad cristiana y a trabajar para lograr la unidad cristiana que Dios nos mandó", dijo el arzobispo.

Un segundo informe de Interfax, ese mismo día, añadió más información sobre el encuentro con el Papa.

Creciente influencia

"Durante la conversación con el Papa Benedicto XVI, el arzobispo Hilarión de Volokolamsk habló sobre el estatus de los creyentes ortodoxos en la Ucrania occidental, en la que tres diócesis ortodoxas habían sido casi eliminadas como resultado de las acciones coercitivas de los greco-católicos a finales de los 80 y principios de los 90", afirmó Interfax.

El arzobispo Hilarión "declaró la necesidad de dar pasos prácticos para mejorar la situación en Ucrania occidental", dentro de los territorios de las diócesis de Lvov, Ternopol e Invano-Frankovsk, afirma el reportaje.

Mientras tanto, en la propia Rusia, la influencia de la Iglesia ortodoxa rusa, encabezada por el Patriarca Kirill, parece estar creciendo, aunque no sin oposición.

La subida en Rusia de Kirill y su influencia cada vez mayor en materia legislativa parece suscitar la oposición de los "siloviki", las fuerzas relacionadas con la antigua KGB.

En un artículo en la edición actual de Argumenty Nedeli, Andrey Uglanov dice que la actividad extraordinaria Kirill ha atraído la atención de algunos a quienes no les gusta que sus posiciones se pongan en duda, y mucho menos se cuestionen. Y esto se ha convertido en el "gran problema" de Kirill.

Estos "siloviki", dice Uglanov, se sienten ofendidos por la actividad "anti-estalinista" y "anti-bolchevique" de Kirill, incluyendo su presencia en la piedra Solovetsky en la plaza de Moscú de Lubianka, en el mismo día de la memoria de las víctimas de la represión política.

En este contexto, la visita de Hilarión a Roma reviste mayor importancia.

La Iglesia ortodoxa rusa es un poder en Rusia, pero afronta oposición y necesita aliados.

Lo que está sucediendo en la visita de Hilarión a Roma, por tanto, podría tener ramificaciones no solo para la superación del "Gran Cisma", sino también para el futuro cultural, religioso y político de Rusia, y de Europa en su conjunto.

Es especialmente significativo, en este contexto, que Hilarión, el "ministro de exteriores" de Kirill, tenga algunos de los mismos profundos intereses que Benedicto XVI: la liturgia y la música.

"A los quince años, entré por primera vez en el santuario del Señor, el Santo de los Santos de la Iglesia ortodoxa", escribió una vez sobre la liturgia ortodoxa. "Pero fue solo después de mi entrada en el altar cuando comenzaron la 'teourgia', el misterio, y la 'fiesta de la fe', que continúa hasta el día de hoy". "Después de mi ordenación, ví mi destino y mi principal llamada al servicio de la Liturgia Divina. De hecho, todo lo demás, como los sermones, la atención pastoral y la erudición teológica, se centra en el punto de interés principal de mi vida - la liturgia".

Liturgia

Estas palabras parecen encontrar eco en los sentimientos y en las experiencias de Benedicto XVI, que ha escrito que las liturgias del Sábado Santo y del Domingo de Pascua en Baviera cuando era un niño han conformado todo su ser, y por tanto sus escritos sobre liturgia (uno de sus libros se titula "Fiesta de la Fe") es lo más importante para él de todos sus esfuerzos académicos.

"Los servicios divinos ortodoxos son un tesoro inapreciable que debemos custodiar cuidadosamente", escribió Hilarión. "He tenido la oportunidad de estar presente en servicios tanto católicos como protestantes, que fueron, con raras excepciones, bastante decepcionantes... Desde las reformas litúrgicas del Concilio Vaticano II, los servicios en algunas iglesias católicas han acabado siendo poco diferentes a los protestantes".

De nuevo, estas palabras de Hilarión parecen encontrar eco en las propias preocupaciones de Benedicto XVI. El Papa ha puesto en claro que él desea reformar la liturgia de la Iglesia católica, y preservar lo que contenía la vieja liturgia y que ahora corre el riesgo de perderse.

Hilarión citó al ortodoxo Juan de Kronstadt de forma aprobadora. San Juan de Kronstadt escribió: "La Iglesia y sus servicios divinos son una encarnación y una realización de todo en el cristianismo... Es la sabiduría divina, accesible a los corazones sencillos y llenos de amor".

Estas palabras resuenan en palabras escritas por el cardenal Ratzinger, ahora Benedicto XVI, quien a menudo dijo que la liturgia es una "escuela" para los sencillos cristianos, impartiendo las profundas verdades de la fe incluso incluso a los ignorantes a través de sus oraciones, gestos e himnos.

Hilarión en años recientes ha llegado a ser conocido por sus composiciones musicales, especialmente para Navidad y para Viernes Santo, celebrando el nacimiento y la Pasión de Jesucristo. Estas obras han sido ejecutadas en Moscú y en Occidente, en Roma en marzo de 2007 y en Washington en diciembre de 2007.

Unas relaciones más cercanas entre Roma y Moscú, entonces, podrían tener profundas implicaciones también para la vida cultural y litúrgica de la Iglesia en Occidente. Esto podría ser una renovación del arte y la cultura cristianas, además de la fe.

Todo esto estaba en juego en la reunión reservada entre el arzobispo Hilarión y Benedicto XVI en la tarde del viernes, en el palacio apostólico con vistas al lago Albano.

[Por Robert Moynihan, traducción del ingles por Inma Álvarez]

jueves, 24 de septiembre de 2009

Wanderología

Sir Jack Tollers ha publicado en sitio un interesante escrito wanderológico en el que discute, al más preciso estilo escolástico, los pro y contra de este blog.
Pueden bajar el documento desde aquí.

Gracias don Tollers!

lunes, 21 de septiembre de 2009

Del Laico Infiel al Sacerdote Fiel


En la redacción del Wanderer se recibió la siguiente carta:

Estimado Señor Wanderer:

He estado leyendo con mucho interés sus últimos post acerca de la salvación y de la gracia, y las discusiones que ellos han suscitado.

En los últimos días, un lector nos alertó acerca de un post, de un autoría del Sacerdote Fiel, que había sido publicado en el blog de Cabildo en el que, de alguna manera, se contestaba los suyos y se advertía de los peligros que ellos encerraban. ¡Qué interesante es ese escrito!

Nos advierte el fiel sacerdote que los escritos wanderianos producen confusión en las almas. Y tiene razón, aunque no veo bien el motivo. Es que, le soy sincero Wanderer, yo no sé bien qué es el alma o, dicho de otro modo, yo creo que no soy un alma. Me parece que soy un hombre, y no veo cómo se puede confundir al alma sin confundir al hombre. Lejos de mí, laico infiel como soy, de criticar al Sacerdote Fiel, pero me resulta difícil comprender su defensa de la naturaleza humana cuando nos considera solamente un alma. Pero claro, es probable que sea yo tan carnal, que me conciencia de alma esté ofuscada por mi conciencia de cuerpo.

El Padre Fiel destaca que el peligro no es sólo actuar contra la gracia, sino también no “cooperar con ella” porque se espera todo de ella. ¡Qué triste me puso esta afirmación! Porque yo espero todo de la gracia. Por supuesto que quiero cooperar, pero soy pecador, y necesito de la gracia para que me ayude a cooperar. Yo solito no puedo hacer nada, y no digo esto como retórica, sino a partir de mi propia y dolorosa experiencia. Porque si yo tengo que cooperar, creo que me voy a condenar. Es que, Wanderer, yo quiero cooperar, pero no puedo cooperar. Y cuando coopero, es porque la gracia me hace cooperar. Lo único que puedo hacer es ponerme delante del Señor, abrirle mi corazón y mostrarle mi miseria.

El Sacerdote Fiel nos advierte que con puro rezar el rosario, novenas y triduos no es suficiente. Yo estoy de acuerdo con él, don Wander. A veces, pocas, rezo el rosario, pero la lectura de la Palabra de Dios y la lectio de los Padres de la Iglesia me ayudan mucho. Probablemente el Padre Fiel me diga que eso es lo que hacen lo protestantes o los protestantizantes como Newman y Bouyer, pero yo no entiendo por qué alimentarse diariamente de la Palabra, es decir, del Verbo o del Logos, puede ser peligroso. A mí se me hace que, cuando leo su palabra, el Señor abre la caparazón de las letras y de los sonidos, y se me revela Él mismo, dándome el don de su paz. ¿Es que será esta una práctica protestante? ¿Es que me estaré volcando por la libre interpretación? Yo creía hasta ahora que quien obraba es el Espíritu, pero quizás, para obrar, la Trinidad necesite siempre al Sacerdote Fiel o a algún otro ministro consagrado. En definitiva, yo soy un pobre laico infiel.

Porque, pienso, quizás sea ese el orden que estableció Dios. El post del Sacerdote Fiel es un dechado de orden: el orden de la naturaleza, la gracia natural, la gracia sobrenatural; silogismos correctamente formulados y ordenados. ¡Qué bien ordenada debe tener su cabeza el padrecito fidelísimo! Y no sólo su cabeza. Él, a diferencia de este pobre pecador, debe vivir en un universo natural y sobrenatural perfectamente ordenado por su razón poderosa y taxonómica, donde cada cosa encaja perfectamente en su lugar. Yo, en cambio, cada vez confío menos en los órdenes de la razón. No entiendo esas distinciones entre tantas gracias: actual, habitual, natural, sobrenatural… Yo creo que la gracia es kharis, es el resplandor de Dios y es su compasión casi maternal que se refleja es su amor misericordioso. Yo creo que la gracia es el donum Dei que el Señor le prometió a la Samaritana, y que es Él mismo. Yo creo que la Gracia es la adopción que hace de nosotros por el Espíritu los hijos de Dios en Cristo resucitado. Yo creo que la gracia es “el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado”. Y todo esto, creo yo, muy racional no es o, al menos yo, no puedo explicarlo con la razón. Trato de vivirlo.

Pero el párrafo del Sacerdote Fiel que más me ha perturbado es el último de su post. Allí se me dice que debo poner mi propósito de enmienda frente a mí, “por delante, frecuentemente, varias veces al día, para motivar mi voluntad”. ¡Qué pecador debo ser yo, si cuando salgo de confesarme ya me olvidé de mi propósito de enmienda! Yo, durante el día, con mucha frecuencia, trato de poner delante de mí la memoria de un Dios que me ama y que se entregó por mí y la certeza de que mi Señor venció a la muerte con su muerte y que me espera en el cielo para incorporarme a su vida divina. ¡Qué mal lo mío! Yo nunca trato de motivar mi voluntad para no volver a pecar. Apenas si puedo motivar mi amor por Dios.

Un Laico Infiel

jueves, 10 de septiembre de 2009

El elefante barroco


Ludovicus responde a los pedidos de explicación acerca del barroco.
Como las demandas también me incumbe, hago mías las palabras de Ludovicus. Algo así como un Wandericus.

Sólo un aporte para seguir pensando este interesante tema.

Efectivamente el término paradigma lo introduje en forma no inocente. Y la referencia a la analogía con Kuhn se la debo a un amigo muy "psíquico" pero sobre todo físico él.

La fe desnuda, químicamente pura, es imposible, y por cierto no condice con el misterio de la Encarnación. Perdónenme la palabra demodée, pero siempre hay -horresco referens, parece tan viejo ya el juanpablismo- "inculturación".

Es decir, esa fe se encarna temporalmente en "paradigmas", animalitos conformados por una espiritualidad, un énfasis en determinadas verdades en desmedro de otras, una praxis más o menos recta y una forma de vivir el Misterio -un culto-, todo seleccionado y filtrado conforme el "air du temps". Es inevitable.

Aunque sea reaccionando en contra, como dice San Ignacio (y qué interesante destacar la modernidad de ese "reagere contra" ignaciano). Estos paradigmas no son la fe, sino son la forma en que esa fe se vive y manifiesta, velándola o volviendola más lúcida. Hoy los llamaríamos ideologías, pero son más que ideologías.

Habitualmente se opacan más por el lado de la praxis, habida cuenta de que la Iglesia cuenta con la promesa de la infalibilidad en materia dogmática. Se opacan y deforman en la praxis, y desde esa praxis contaminan la doctrina, con énfasis desmedidos, sin una formulación explícitamente herética. La herejía es un sabor, más bien. De ahí la dificultad que tenemos con Wanderer en aislar el "paradigma barroco, preconciliar" o como se llame, ponerle nombre, cazar al animalito.

En realidad, el animalito se ve o no se ve. Cuando lo palpamos, nos pasa como a la parábola de los ciegos y el elefante: que el barroco es muy sangriento - pero señor, si el cristiano debe derramar la sangre - que el barroco es anticontemplativo - pero no, señor, rezaban todo el día - que es dolorista - acaso en la Edad Media no decían que la vida es un valle de lágrimas - el barroco descentra la ascética - ¿pero san Francisco no se flagelaba con ortigas y san Simeón no vivía en una columna? - que está obsesionado con la muerte - entonces Platón que define la filosofía como preparación para la muerte y no digamos los Padres, ¿son barrocos? Y así ad infinitum, recorriendo la trompa, la cola, las patas del elefante...

Hay que ver el animalito completo. Y el animalito tiene una estructura, una "forma" que formaliza todo: la elefantiasialidad. Si no la vemos, seguimos discutiendo, porque me van a traer innumerables ejemplos prebarrocos para demostrar que todo eso está en el cristianismo. Sì está. Lo que no está es la "forma" del paradigma.

O para decirlo con el ejemplo de Elder Sofrony: Si tienes un gran mosaico y lo rompes, no por tener todos los pedazos tienes el ícono. La modernidad barroca tiene todos los mosaiquitos, pero no sabe armar el ícono. O lo arma como lo armó.

La verdadera fe, como dice Santiago, es preservarse de la contaminación del mundo. Los paradigmas mezclan teorías estéticas, doctrinas, ideas del Zeitgeist con la fe. A veces sale muy bien, a veces muy mal. Nunca es perfecto. El hombre es un animal situado, encarnado, inmerso en la temporalidad.

Ese carácter anfibologico se revela no sólo en nuestras culturas laicas, propias del "two-storey Universe", como las llaman el mismo Elder Sofrony, sino también y sobre todo en una sociedad que se revela cristiana. Como en los países católicos durante los siglos posteriores a la reforma, afectados por el enorme giro antropologico renacentista, que recién se ha completado en el siglo XX. A las puertas del Concilio de nuestros afanes.

El "paradigma" barroco se conforma pues en un clima antropocéntrico, crecientemente antimetafísico, afectada por el "olvido del ser heideggeriano", activista y pragmático, anticultico, nominalista, voluntarista, apartado de la gran Tradición mistérica, moralista y enemigo de la mística.

¿Puede sorprender que la formulación del paradigma haya sido afectada por el Zeitgeist? Estáis en el Mundo, dice el Señor. ¿Es que el Espíritu Santo garantiza la intangibilidad del paradigma que asume el cristianismo en cada tiempo? ¿Habría que esperar un milagro permanente? ¿Una pureza química en medio de las desviaciones sin cuento que trae que el hombre haya decidido ser el centro del Universo?

El milagro es lo contrario: un San Pío V respetando las venerables tradiciones liturgicas seculares en el mismo siglo en que hubo Papas que encargaban Himnos liturgicos cambiando el nombre "Cristo" por "Apolo" o "Yaveh" por "Jove"; o un Benedicto XIV, flor del pontificado, baluarte de la razón catolica en medio del agnosticismo más descarado de la Ilustración; o que en el fangodel Sulpicianismo más burgués y cursi surja la Flor de Lisieux. Que entre los jesuitas más extraviados en el nominalismo suareciano se ierga un San Roque González. Que, en fin, en un contexto de oportunistas italianizados, rosqueros y obsecuentes papólatras aparezca la figura señera del Siervo de Dios John Henry Newman.

Cuando empieza a hacer crisis el paradigma, por la creciente obsolescencia de sus elementos constitutivos, que no alcanzan a explicar la "realidad" -en este caso, la fe-, viene el cambio de paradigma, la sustitución, lo que ocurre en bloque, como dice el estimado Kuhn. Algunos se aferran el paradigma, lo identifican con la fe. Otros rechazan in toto paradigma y fe. Tiran al bebé con el agua de la bañera sucia. Voilá la lucha.

En eso estamos. Pero esa es otra historia.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Ascesis y espiritualidad barroca

Tal como bien señala el Hombrecito del Sombrero Gris, las últimas discusiones del blog han estado muy divertidas, y dan para pensar. Creo que hay, al menos, dos temas conexos que deben aclararse. Uno, la naturaleza de la ascesis cristiana; y el otro, la profundidad de la presencia del Mal en el hombre y en el mundo. Y empiezo por el primero.

Insisto en el asombro que me causa el empecinamiento de muchos amigos en mantener la propia voluntad en un rol protagónico en el camino de salvación, en desmedro, a veces, de la centralidad de la gracia.

Coincidiendo con Ludovicus, adjudico esta actitud a la influencia barroca, o a la espiritualidad moderna contrareformista y, consecuentemente, al olvido de la espiritualidad cristiana tradicional, aquella emanada de las enseñanzas de los Padres y, a través de ellos, de la enseñanza apostólica.

Una de las características del barroquismo espiritual, nacido con la modernidad es la insistencia en la etapa ascética de la vida cristiana, otorgándole, incluso, una gran autonomía y desconexión con el resto del camino de perfección.

Se trata, sin duda, de una característica de la modernidad: la dispersión de lo que es uno. Y esto sucede en todos los ámbitos. En el religioso, lo vemos, por ejemplo, en la separación de teología, espiritualidad y liturgia y, en el tema que nos ocupa ahora, en la “autarquización” de la ascética con respecto a la iluminación y a la perfección, las otras dos etapas de la vida de perfección.

Para los Padres Orientales, las tres etapas del ascenso a Dios son la purificación (o vía purgativa), la iluminación (o vía contemplativa) y la perfección (o vía unitiva). Estas tres etapas aparecen también, como no podía ser de otro modo, en todos los tratados espirituales de la Contrareforma. Sin embargo, muchas veces se entendió a la primera etapa como de una purificación eminentemente moral, o moral en lo inmediato. No es así en la espiritualidad de los Padres. La purificación es del conocimiento. Es lo que dice el evangelio de Juan: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Un conocimiento purificado, y por conocimiento me refiero al conocimiento de Dios, me liberará de las ataduras, también las morales. Es decir, la purificación moral se producirá como consecuencia y fruto de la purificación del conocimiento.

Se trata, claro está, de un conocimiento amoroso y activo. No es una cuestión de “quietismo intelectualista”, sino de actividad intelectual, la única propiamente humana, que avanza en el conocimiento y en el amor de Dios que se le revela. Y es ese conocimiento amoroso el que obrará la purificación moral.

Este conocimiento se convierte para el alma en una realidad viva: no es sólo teoría, es una fuerza de vida, es una unión de amor transformadora. El conocimiento de Cristo no es sólo pensamiento, también es amor que abre los ojos, transforma al hombre y crea comunión con el Logos, que es verdad y vida. En esta comunión, que es conocimiento perfecto y es amor, el cristiano perfecto alcanza la contemplación, la unificación con Dios.

La espiritualidad barroca provocó una deformación de esta realidad, construyendo una purificación, o ascesis, dolorista y acósmica, que muchas veces termina en una falsa interioridad y en un replegarse sobre sí mismo. La ascesis bien entendida, en cambio, no implica condenación sino, más bien, preferencia. Ella debe ocupar su justo lugar de dependencia de los valores primeros y del valor absoluto, es decir, Dios contemplado, reconocido y servido en una total donación de sí mismo. Toda ascesis tiene esta finalidad.

La vida cristiana consiste en seguir a Cristo, seguirlo a todos los lugares donde Él va, y seguirlo también en la gloria de la Resurrección, y seguirlo por el camino necesario, que es la Cruz. Pero, atención, la cruz es sólo un camino. El fin es la plenitud de la vida eterna. No estamos destinados a la cruz y la cruz no debe ser nuestro objetivo. Nuestro destino es la resurrección.


(Por cierto, el Wanderer ahora es no sólo molinista y feneloniano, sino también gnóstico. Cuidado. Podemos ser varios los herejes. El párrafo en azul es de Benedicto XVI)

martes, 1 de septiembre de 2009

Los veterotestamentarios


Han sido sorprendentes algunas reacciones provocadas por el post de Ludovicus en el que comenta su afirmación de que “ya estamos salvados”. Por un lado, frenéticos talibanes al estilo de Rip que, con derroches de barroquismo y escasez de teología, se han lazando a combatir la neo-herejía. Otros, de tono más solemne, pretenden adscribir al autor a las seguras y definidas categorías de quietista, o molinista o feneloniano. Otros, sólo fueron capaces de insultar con una asombrosa agresividad y, ciertamente, sus comentarios fueron censurados.

Resulta claro que, en todos los casos, Ludovico les movió la estantería y comenzaron a desesperar con tanto movimiento. Lo ideal, por cierto, es permanecer sentados y tranquilos, en las inmóviles categorías tridentinas que brindan seguridad, y huir de la posibilidad de preguntarse y dejarse preguntar. En fin, de aceptar la interpelación.

Dos aspectos, creo yo, son los más notables. Por una parte, la tenaz resistencia a mantener la voluntad en el protagonismo de la obra de la salvación. ¿No será, acaso, un dejo de soberbia? No lo creo, al menos conscientemente. Más bien, creo que se debe a la barroquista formación espiritual que recibieron de algunos curitas con buenas intenciones y pocas lecturas. En definitiva, han permanecido en una espiritualidad antropocéntrica (“Yo soy yo y mi voluntad”) que sólo ha producido antropoides espirituales.

En segundo lugar, la notable confusión de ideas y la pertinacia en permanecer en ella. ¿Es que, afirmar que Estamos salvados, significa que debemos quedarnos de brazos cruzados y caer, por tanto, en el quietismo? Nadie aquí negó la necesidad del propio obrar, movido por la gracia, para alcanzar la salvación. Pero la cosa es que, en realidad, la salvación ya está alcanzada, simplemente porque Cristo murió en la cruz y con su muerte venció a la muerte.

Los amigos comentadores pareciera que pertenecen a una religión veterotestamentaria. En efecto, para ellos la salvación está aún por verse lo cual significa, sin más, que la redención aún no se ha obrado. Están todavía esperando la venida del Mesías. Lo cierto, y lo bueno, es que el Mesías ya vino, y ya nos redimió, y por su redención todos hemos sido salvados. Y no sólo eso, sino que también ya hemos resucitado con Él y nos estamos ya sentados a la derecha de su Padre. Y no se escandalicen, señores veterotestamentarios, porque no son palabras mías sino de San Pablo: “Convivificavit nos Christo — gratia estis salvati — et conresuscitavit et consedere fecit in caelestibus in Christo Iesu” (Ef. 2, 5-6). Lean, y relean. Si no saben latín, vayan al texto castellano: Dios “nos dio la vida con Cristo – en gracia habéis sido salvados – y nos resucitó y con Él y nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

La Antigua Alianza se asemeja a la Nueva en que ambas esperan la plena y definitiva manifestación del Señor. La diferencia es que nosotros, en la Nueva, ya hemos recibido las arras de esa unión.

Amigos, no se resistan al gozo profundo que nos da la certeza que San Pablo nos anuncia: somos “domestici Dei et cives sanctorum”. Sí, tal como lo leen: habitantes de la casa de Dios y conciudadanos de los santos (Ef. 2, 19). Hemos dejado de ser extraños y extranjeros. Somos ya habitantes del cielo. Nosotros, los cristianos. Los veterotestamentarios son otra cosa.

Y, para terminar, les dedico un cantito:

Judeae incredula,

cur manes adhuc inverecunda?

Perspice Christicolas,

qualiter laeti canunt inclyta

Redemptori carmina”.

Incrédulo de Judea,

¿por qué permaneces todavía sin vergüenza?

Observa a los cristianos

de qué modo cantan gloriosos

cantos al Redentor.

(Secuencia del domingo de Pascua en el Misal de Sarum)