PRÓLOGO
1. Disiento con muchas de las afirmaciones que sostiene el
Dr. Antonio Caponnetto. Basta leer las entradas de este blog para comprobar la distancia que nos separan en la visión sobre distintos temas. Por ejemplo, no me defino como “católico militante” sino como cristiano
en comunión con la sede de Roma, y tampoco soy “nacionalista”. Es decir, no soy
“capponettista”.
2. No mantengo relación alguna con los organizadores de unas
“Jornadas de Formación Social”, y nunca propiciaría, ni asistiría ni
aconsejaría asistir a homenajes públicos al p. Meinvielle.
CAPÍTULO I
Los argentinos estamos ya acostumbrados desde hace muchas décadas
a sufrir malos obispos. Hemos tenido obispos liberales y obispos marxistas,
obispos cobardes, algunos obispos herejes, obispos sacrílegos, obispos adúlteros
y obispos manfloros, obispos tibios y obispos componedores, obispos trepadores
y obispos fariseos, muy pocos obispos buenos, y casi ningún obispo santo.
Hemos tenido también algunos obispos felones, es decir, “desleales y traidores”, según lo entiende la
Real Academia de la Lengua. ¿Y para con quién esa deslealtad? Para con el
Evangelio y para con los fieles que les fueron confiados por el buen Dios. Todos recordamos, por ejemplo, la felonía
mayúscula cometida por un importante arzobispo argentino hace algunos años
cuando, al tratarse en el Congreso de la Nación la llamada “Ley de Salud Reproductiva”, prohibió a los colegios católicos de su jurisdicción movilizarse
contra esta impía medida. Es el mismo purpurado que, años después, apenas si se movió con
timidez cuando diputados y senadores se aprestaban a votar la ley del “matrimonio
igualitario” y desanimó a sus fieles a manifestarse en contra.
Pero ahora nos ha sorprendido y, fuerza es decir, entristecido
mucho la felonía cometida por Mons. Eduardo Taussig, obispo de San Rafael, un prelado
al que muchos consideramos como integrante del escaso grupo de buenos obispos y
que deseábamos tener al frente de nuestras propias diócesis.
Es que Mons. Taussig ha enviado a los “párrocos y
responsables de movimientos, instituciones y comunidades religiosas” de su
diócesis la carta que se adjunta a esta entrada, repudiando la visita del Dr.
Antonio Caponnetto a la ciudad de San Rafael y desaconsejando vivamente a sus
fieles asistir a sus conferencias.
CAPÍTULO II
El obispo Taussig, en el punto 1 de su nota, repudia “las
tomas de posición y juicios” del Dr. Caponnetto acerca de los tres últimos
Sumos Pontífices, las que a veces, según el prelado, han sido injuriosas
hacia las personas de los papas referidos y provocado el desconcierto en los
fieles.
Llaman la atención dos cosas. En primer lugar, la abierta
actitud de “incorrección política” del prelado al repudiar opiniones -que se
suponen libres en un estado democrático al que ese mismo obispo ha alabado en
más de una ocasión- expresadas por un intelectual católico argentino. Pero llama mucho más la atención que este celo del ordinario de la diócesis
sanrafaelina se concentre pura y exclusivamente contra el Dr. Caponnetto cuando
a su jurisdicción, como a todas las ciudades de nuestro país, la visitan
regularmente conferencistas y otros charlatanes de feria que no se expresan
contra la figura de los romanos pontífices sino contra la persona sacrosanta de
Nuestro Señor Jesucristo y contra su Iglesia.
Es extremadamente llamativo que Mons. Taussig haya apostado
por una defensa acérrima, rayana con la idolatría, de la persona de los papas
-de los últimos papas, vale aclarar, porque difícilmente Taussig defendería hoy
a Pío XII, por ejemplo-, y se despreocupe cuando los ataques se dirigen contra
los misterios de la fe, contra la sagrada liturgia o contra la doctrina
católica. Quisiera saber yo si, en vez
del Dr. Caponnetto el conferencista fuera el famoso Mons. Luis Rivas, profesor
de Sagradas Escrituras de la Facultad de Teología de la UCA, y autor de
numerosos libros en los que limpiamente destruye la Verdad revelada en los
textos sagrados, reduciéndola a emergentes de las comunidades judías y
cristianas y provocando como consecuencia una enorme confusión en los fieles, si
en tal caso, digo, se comportaría Mons. Taussig con el mismo vigor propio de una
empresa quijotesca que ha demostrado en esta ocasión. Me temo que él y sus curiales estarían sentados en primera
fila tomando nota de lo que diría el tal Rivas.
CAPÍTULO III
Continúa el prelado cuyano reiterando la prohibición de que
se utilicen las instalaciones de parroquias o colegios de su diócesis para
albergar las conferencias del Dr. Caponnetto. Está en todo su derecho a hacerlo
y, particularmente, creo que es una buena medida. Sin embargo, sería
conveniente que el obispo prohibiera también con el mismo énfasis que en esas
mismas parroquias y colegios diocesanos se celebraran, por ejemplo, liturgias
que más se parecen a asambleas protestantes de pésimo gusto que a la Santa
Misa. Y me refiero a celebraciones que él mismo ha presidido y a las que yo he asistido, y que no han sido
más que guitarreadas, gritos y aplausos.
CAPÍTULO IV
En el punto tercero de la nota, Mons. Taussig se lamenta de que
la oratoria y la pluma magistrales de Caponnetto -“florida” la llama desacertadamente el
lenguaraz del obispado- sean ocasión de “confusión, tristeza y escándalo” para
los jóvenes y, a continuación, desaconseja la asistencia a sus conferencias y
desanima la difusión de las mismas. Recuerdo a los lectores que se
trata de un obispo argentino que escribe en el año 2013, y no de un obispo
español franquista que escribía en 1945. Parece increíble que, después del
concilio Vaticano II, ocasión en la que se anunció que los laicos católicos
habíamos alcanzado la “mayoría de edad”, aparezca un prelado a decirnos qué
debemos escuchar y a qué eventos podemos asistir, como si no fuéramos ya
grandecitos y capaces de discernir y decidir por nosotros mismos. Tamaña muestra
de trasnochado clericalismo por parte de un obispo joven llama poderosamente la
atención.
No estoy aquí negando el derecho y, aún más, el deber que
tienen los obispos de advertir a sus fieles acerca de los errores que se
propalan en el mundo y que pueden dañar la fe, pero resulta por demás llamativo
el celo puesto en perseguir y fustigar a un intelectual de prestigio -el Dr.
Antonio Caponnetto es investigador del Conicet- y católico cabal, y la indiferencia
por la confusión y desconcierto que podrían sobrevenir a los fieles a raíz de otras
palabras o gestos que, a mi juicio, mucho más graves. Menciono, por
ejemplo, la “fidelidad a la democracia” que el mismo obispo Taussig exigió en
su homilía con ocasión del Te Deum por él presidido en la ciudad de Mendoza, en
presencia de Néstor y Cristina Kirchner, en el año 2007. Y así nos ha ido con
esas fidelidades…
CAPÍTULO V
Seguidamente, Taussig pide al Dr. Caponnetto una “humilde
conversión” y “pública rectificación de sus juicios desatinados”. Recuerdo una
vez más que se trata de un obispo del siglo XXI y no de un oficial de la
inquisición española. ¿Con qué autoridad este obispo puede pedir el
arrepentimiento a un pensador por decir lo que piensa cuando no se niega ni
discute ninguna verdad de fe? ¿Es que, acaso, los católicos ya no podemos
pensar libremente y debemos someternos con docilidad al magisterio de los
obispos aún en las opiniones con respecto a aspectos que no hacen a la fe católica? ¿O
será acaso que se ha agregado un nuevo artículo de fe al Credo o se ha
proclamado un nuevo dogma del que nosotros, y el Dr. Caponnetto, aún no nos hemos
enterado?
Y, una vez más digo, ¿exigió el mismo arrepentimiento
público Mons. Taussig, por ejemplo, a los frailes franciscanos que estaban en
su diócesis y que cada dos por tres sostenían herejías en sus homilías?
¿Sale, acaso, a combatir con tanta hidalguía contra teólogos y biblistas que, efectivamente, socavan el dogma católico? Es
muy pero muy llamativa esta actitud del obispo Taussig...
Y termina el prelado insistiendo en que la palabra del Dr.
Antonio Caponnetto “altera, daña y turba” a los fieles. Ya quisieran millares
de católicos de todo el mundo ser turbados y alterados por la palabra de
Caponnetto y no por la de sus sacerdotes u obispos que hablan y predican contra
la fe.
EPÍLOGO
Así como, fuerza es decirlo, tenemos obispos felones,
tenemos también -por gracia de Dios-, algunos caballeros cristianos. Y el Dr.
Antonio Caponnetto, sin duda alguna, es uno de ellos. Más allá de mis disensos,
reconozco en él al hombre leal y fiel a Nuestro Señor y la Verdad perenne del
Evangelio, por la cual ha luchado a lo largo de toda su vida con pasión y a
costa de muchos sinsabores y dolores.
Escribía
recientemente Caponnetto que tenía pocos amigos y muchos enemigos, y se
alegraba por ello. Desde este blog queremos decirle que nosotros estamos y
estaremos del lado de sus amigos, y nos honraremos por contar con la amistad de
un verdadero caballero cristiano.
COLOFÓN
-- Se nota don Wander que le ha llamado la atención
la nota de Taussig.
-- La verdad que sí. Hay algo raro en ella y no me
termino de dar cuenta de qué se trata… Es muy llamativa…
-- Más que rara es contradictoria.
-- ¿Por qué lo dice?
-- Fíjese en el último punto. ¿A usted le parece
lógico que alguien que pretenda que sus anatemas y prohibiciones sean tratadas
con discreción escriba una circular oficial en papel membretado del obispado?
Tenga en cuenta que la diócesis de San Rafael es muy pequeña. No estamos
hablando de Munich o Chicago. Si Taussig quería decir y hacer lo que dijo e
hizo, era cuestión que pusiera a su secretario al teléfono, y en una hora las
anatemas estaban comunicadas oral y discretamente a todos los “párrocos y
responsables” de su diócesis. A quién se le ocurre poner todas esas
barbaridades por escrito y pretender que no se filtren a la prensa. Bien sabía él que aparecería un buey corneta.
-- Habrá sido un descuido; estaría ofuscado…
-- No sea ingenuo don Wander. Hay algo más detrás.
Taussig está sobreactuando. ¿No se da cuenta?
-- ¿Y por qué lo haría? Ha tenido que pagar un buen
costo de escandaletes mediáticos en su diócesis por este motivo…
-- Muy fácil… Mientras más olas se hagan y si, con suerte, el escándalo aparece en los diarios de Buenos Aires, más
probabilidades hay de que esa nota llegue al Vaticano, y no me asombraría si algún curial
acomedido la ha hecho llegar ya a la Domus Santa Marta. Con todos los entuertos
fieros que tuvo Caponnetto con Bergoglio, es natural que el papa vea con
simpatía todos los esfuerzos que se hagan para silenciarlo, denostarlo,
aislarlo y enviarlo al leprosario de los indeseables. Con esta simple notita,
Taussig ha pretendido convertirse en el adalid de los defensores de Bergoglio.
-- Puede ser, pero me parece que Taussig nunca del grupo de Bergoglio. Era más bien hombre de Aguer.
-- Y tiene razón, hasta que Bergoglio fue elegido
papa… Y ahí cambió la cosa. Ahora todos hacen cola en Santa Marta para lavar
los zoquetes negros del papa. Y, quién le dice, quizás esta sobreactuación de Eduardo
María le apresura el arzobispado que alguna vez le prometieron y que se está
demorando más de los esperado.
-- ¿Y a usted le parece que Bergoglio caerá en
estas redes de miel?
-- Humm, no lo sé. Bergoglio se está empezando a comer
crudos a varios enemigos -la venganza es un plato que se come frío, dicen-, a pesar de las lamidas de botas, o de zapatos
ortopédicos, que le prodigaron… Fíjese lo que pasó con el pobre padre Ianuzzi y
sus Miles Christi de San Luis…
-- ¿Qué pasó?
-- ¿Se acuerda de la audiencia “privada” que hace
dos semanas dio el papa a ese impresentable grupo de religiosos latinoamericanos,
quienes grabaron todo y luego lo filtraron a la prensa? ¿Se acuerda que allí
Bergoglio se burlaba de un grupo de laicos “tradicionalistas y pelagianos” que
le habían hecho llegar el “tesoro espiritual” de 3525 rosarios? ¿Saben quiénes
eran esos pobres fieles? Así es don Wander, eran fieles puntanos de Miles
Christi… así les pagó Bergoglio las vergonzosas e indignas adulaciones que el fundador de ese instituto le envió con motivo de
su elección. Y dentro de unos días se viene otra venganza mucho más brava…
-- Cuente, cuente… ¿qué sabe?
-- Mire don Wander, en el post anterior usted decía
que los dos porteñitos cancheros -Bergoglio y Buela-, que eran enemigos
íntimos, ahora habían arreglado. No esté tan seguro. Parece que se les viene muy
fiera la cosa a los muchachos de la Finca… La tormenta perfecta dicen. Habrá
que esperar las próximas semanas.