martes, 27 de diciembre de 2011

Gorilismo vintage


Se le fue la mano


Pobre Iván. Se le fue la mano con sus prácticas autoeróticas y se fue derechito a las profundidades donde habrá sido recibido por su abuelo Onan.
Llama la atención el nivel de perversión y de adicción a un placer sexual altamente sofisticado que tenía el pobre muchacho y que nos hace vislumbrar el estado de depravación pompeyana en el que se encuentra una parte importante de la sociedad.
Pervertidos siempre existieron, pero no estoy tan seguro que recurrieran a técnicas tan peligrosas y rebuscadas. Abyssus abyssum vocat; por eso, ¿cuál habría sido el próximo paso de Iván? Mejor ni pensarlo.
Pero lo preocupante del caso, es que Iván Heyn era un gobernante con un alto grado de responsabilidad. Y enseguida podemos pensar que no era solamente él, sino también otros de sus amiguitos de La Cámpora que ocupan puestos igualmente importantes y que son “como hijos” de la Viuda Negra, quienes podrían tener este tipo de aficiones o, mejor dicho, que están esclavizados a este tipo de perversiones. Y esto sí que es un problema que nos incumbe, al menos desde la perspectiva aristotélica.
Para el Estagirita, la virtud de la templanza es la encargada de moderar los apetitos de la carne. Una virtud de la que Iván adolecía. Templanza, en griego, se dice sophrosine, es decir, la que salvaguarda o protege a la phronesis o prudencia. Debido a que el placer sexual es tan fuerte e intenso, el hombre corre el riesgo de caer en su adicción y, de ese modo, se le nubla el juicio y no puede desarrollar adecuadamente su facultad intelectual. Será incapaz de juzgar sobre el concreto singular, función de la prudencia, porque su inteligencia estará nublada por las pasiones. Y por eso, la templanza tiene como función precisamente proteger a la inteligencia y a la prudencia a fin de que pueda juzgar correctamente. Y si la prudencia o phrónesis es la virtud distintiva del gobernante, es fácil darse cuenta la importancia que posee para él la templanza o sophrosine.
La conclusión es clara. En manos de quiénes estamos…

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Que parezca un suicidio

Reconozco que he leído mucho a Agatha Christie y que he visto la serie completa de Inspector Morse y otras películas policiales, pero lo del suicidio del camporista me parece muy raro.
1. Si quiere suicidarse, por qué elegiría hacerlo en un viaje oficial, sabiendo del escándalo que causaría y siendo él como era kirchnerista puro.
2. Si le vino la urgencia del suicidio mientras estaba en Montevideo, por qué no dejó una carta a fin de evitar cualquier suspicacia.
3. Dicen que en su habitación habían bolsas con las compras que había hecho esa tarde. Si te pensás suicidiar, no vas a andar comprándote pilchas y perfumes unas horas antes.
4. Es muy llamativo el modo en que dice que se suicidó: colgándose con un cinturón del barral de un placard. O sos un enano, o el placard es altísimo, porque no veo otro modo de colgarse de allí.
5. Dicen que estaba desnudo y con el cuerpo húmedo, como recién salido de la ducha. ¿Es que la urgencia no le dio tiempo a secarse? ¿Por qué ahorcarse desnudo?
6. Dicen que se estudia también la posibilidad del accidente. Pero, ¿quién se ajusta un cinturón al cuello y se accidenta?
7. Y lo más raro de todo es que nadie diga que es raro.

Yo veo dos posibilidades:
O el muchacho se estuvo refocilando con alguna señorita o señor y surgió un problemita,
O alguien dio la orden de que pareciera un suicidio. ¿Quién? Me viene la tentación de pensar que se comenzó a re-editar la lucha entre la JP y la Juventud Sindical de los '70, pero no creo que la cosa se tan brava, al menos por ahora.

lunes, 19 de diciembre de 2011

Los siete mil hombres


Leí el último sábado un interesante escrito del Dr. Aníbal D’Angelo Rodriguez que pueden bajar desde aquí. El autor propone una periodización histórica del último siglo y medio en la que muestra el avance ya incontenible de los enemigos de Cristo, y la aceleración de la persecución en la última década. Los orcos están a las puertas. Finaliza el texto con estas palabras: “Tal como las cosas se presentan, sería necio imaginarse que este enemigo poliforme, que ya ha probado nuestra sangre, va a detenerse en algún punto antes de cobrarse la vida de los últimos cristianos”.
En una primera lectura pareciera que la expresión “últimos cristianos” es un poco exagerada. En la actualidad, se contabilizan más de mil millones en todo el mundo. Le resultaría harto difícil al Enemigo cobrarse la vida de tantos. Sin embargo, en una lectura más atenta, salta a la vista que estos últimos cristianos “no son todos los que están”. En el Antiguo Testamento son significativas las palabras que Yavé dirige a Elías: “Me he reservado siete mil hombres en Israel: todas las rodillas que no se doblaron ante Baal y todas las bocas que no lo besaron” (I Re. 19.18). Todo el resto del pueblo elegido, aún siendo y llamándose israelitas, habían traicionado a su Dios y no eran dignos de ese nombre. Sólo un puñado permanecía fiel.
Es una imagen que bien refleja el concepto de últimos cristianos que emplea el Dr. D’Angelo Rodríguez. Porque, si miramos la situación en nuestro país, casi todos los que ya fueron ganados y forman parte de las filas de los orcos, son cristianos. Pero pareciera que no son del grupo de los siete mil, porque doblaron su rodilla ante Baal.
Pero aquí entra un punto que me asusta: el creerse parte del pequeño grupo de los elegidos. Porque, guste o no a los jerarcas actuales de la Iglesia, se salvarán solamente los elegidos, aquellos que fueron predestinados a la gloria. Y sobre esto no hay duda alguna: lean la Escritura, particularmente a San Pablo, y verán que la salvación no es masiva ni popular. Ahora, ¿qué es lo que hace ser a una persona parte de los elegidos, o parte de los siete mil?
La respuesta bordea una tentación es muy fuerte porque somos muy propensos a necesitar imperiosamente seguridades. Calvino solucionó el tema afirmando que los elegidos serían aquellos bendecidos por Dios aún en esta vida, y ya sabemos lo que eso significó: los privilegiados del mundo terminaron adquiriendo la seguridad de su salvación. Pero Calvino era un hereje. Fuera, entonces, cualquier relación con semejante personaje. Porque nosotros tenemos en claro que del grupo de los elegidos forman parte los que están en la Tradición, es decir, los que van a la Misa tradicional y reciben los “buenos sacramentos” que imparten en exclusiva los sacerdotes de la FSSPX. Aunque el vecino estará seguro, en cambio, que es garantía de salvación vivir bajo la dulce égida de Carlos Buela (últimamente desaparecido) y de su cohorte encarnada; para otros será pertenecer a la Obra y tener en casa estampitas de Escrivá de Balanguer con el exagerado prefijo de San; algunos, incluso, aducirán la pertenencia por su fidelidad, a pesar de todas las calumnias, al pervertido Maciel Degollado. En fin, cada uno trata de buscar la certeza de la propia salvación en la pertenencia a determinados grupos y en la ejecución de determinadas obras.
Pero creo que no es así. San Pablo, en la carta a los Romanos (11,4), retoma el texto del libro de los Reyes, y lo explica diciendo: “Del mismo modo, también ahora subsiste un resto elegido por gracia. Y si es por gracia, ya no lo es por las obras de la ley”. Es bastante claro. No son las obras de ley, es decir, las afiliaciones y las devociones las que nos garantizan la pertenencia al grupo de los elegidos. A ese grupo se ingresa solamente por la gracia de Dios. Y Dios da la gracia a quien quiere y porque quiera. Y la da en la hora primera, en la sexta y en la nona.
Por eso, mind the gap, no sea que el sodomita que nos asquea con su presencia, llamado a la última hora, nos preceda en el Reino de los Cielos, y nosotros desde afuera gritemos: “Señor, yo recibí todos los domingos “buenos sacramentos”. Y escuchemos las terribles palabras: “No te conozco”.

lunes, 12 de diciembre de 2011

El freezer


Hay un tema que vengo hablando desde hace tiempo con amigos y, en general, acordamos en el diagnóstico. La hipótesis podría formularse del siguiente modo: “Las casas de formación religiosa -seminarios, noviciados, etc.- tanto femeninos como masculinos se comportan en muchos casos como una suerte de freezer en tanto “congelan” al adolescente o joven en el grado de madurez que había alcanzado al momento del ingreso”.
Y empiezo con un argumento de autoridad. Hace algunos meses, un amigo me transmitió esta asombrosa expresión que había escuchado personalmente de uno de los formadores de un seminario “del palo”: “Que una persona cambie en su modo de ser entre los ocho y los dieciocho años, es normal. Pero que cambie entre los dieciocho y los cuarenta está indicando que algo no está bien”. Es clara la convicción del cura que llevaba más de diez años como profesor de seminario y con importantes responsabilidades dentro del mismo.
La idea que él maneja y que, podemos suponer, manejan los superiores de esa casa de formación, es que el modo de ser, de pensar, de actuar, de expresarse de un adolescente de dieciocho años debe permanecer intacto para el resto de su vida. La cuestión es que el modo de ser o de expresarse no es más que el reflejo del complejo que compone la vida íntima de la persona y que incluye sus emociones, sus sentimientos, su historia personal, sus pasiones más o menos desordenadas, etc. Dicho de un modo más sencillo, es la afectividad uno de los factores que condiciona el modo de ser personal, y la afectividad de un chico o chica de dieciocho años es, necesariamente, inmadura.
Según la directiva expresada por el sacerdote, el seminarista debe ser “freezado” en esa etapa de su vida afectiva, es decir, debe ser preservado en la inmadurez propia de la adolescencia o primera juventud. El seminario se convierte, entonces, en un monstruoso experimento criogenético que lanza al mundo, luego de siete u ocho años de formación, a seres completamente indefensos e incapaces de jugar el papel y de afrontar las responsabilidades propias de su edad y estado.
Y los resultados están a la vista. Yo he visto en numerosas ocasiones a monjas de 70 años jugando con muñecas y emocionarse infantilmente con las chucherías que sus amigas le regalan. He visto curas con más de diez años de ordenados que conservan exactamente las mismas expresiones, los mismos tics, las mismas bromas, las mismas conversaciones que tenían en sus años de seminaristas.
Y la actitud es comprensible. Han vivido ocho años en una suerte de “conservadora” en la que se extreman los mecanismos de control, como es lógico que sea. El seminarista está preservado a fin de que pueda permanecer fiel a su vocación y encuentre todas las ayudas y auxilios necesarios para enfrentarse y vencer a los peligros que le acecharán. Cuando sale al mundo, el golpe es durísimo porque, de un momento a otro, han caído todos los andamiajes que lo sostenían y las armas que naturalmente debería tener, es decir, su madurez y equilibrio afectivo personal, no los posee. Frente a esto, yo veo que puede tomar tres actitudes: o se arroja a los brazos del mundo, o se refugia en su inmadurez de adolescente o sale adelante santificándose, pero esto último es para pocos, cada vez menos.
¿Hay excepciones? Muchísimas. Por ejemplo, los amigos y conocidos sacerdotes que tengo que ingresaron al seminario de grandes, es decir, después de haber terminado una carrera universitaria, están todos perfectamente ubicados en su rol. Igualmente sucede con la mayoría de los monjes. Creo que la vida monástica exige, necesariamente, un equilibrio constante que acompañe desde el inicio ese tipo de vida. Quien no lo va adquiriendo, pronto abandona el monasterio.
¿Cuál es la solución? Fácil: eliminar los seminarios y, si esto no es posible, no admitir ingresantes menores de 24 años, con una carrera universitaria finalizada o bien, “con experiencia laboral acreditable”.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Una gran película

Se trata de "Quemados por el sol II", una película del director ruso Nikita Mikhalkov -el mismo de "El barbero de Siberia"- quien, además, es autor del guión y el protagonista. Se trata de la producción cinematográfica más costosa de Rusia y fue estrenada en 2010.
La primera parte apareció en 1994 (no la he visto) pero la segunda puede verse independientemente de la primera. En cualquier sitio especializado de Internet conseguirán una sinopsis del argumento.
Con historias paralelas y flashback, narra parte de la vida de un condecorado general soviético que, debido a las purgas stalinistas, es hecho prisionero y separado de su familia. Durante la Segunda Guerra Mundial se dedicará a buscar a su hija, y ésta se dedicará a buscar a su padre.
Escenas maravillosas y escenas crudas que muestran los horrores de la guerra.
Recomendable.
La película está en cuatro archivos intercambiables que podrán bajar de cuatro servidores diversos, a fin de evitar las esperas.

Opción 1Opción 2Opción 3Opción 4

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Lectura de Hopko

El P. Thomas Hopko es un sacerdote ortodoxo norteamericano de familia rusa de setenta y dos años.
Con una buena formación académica, ha tenido éxito como conferencista y autor de libros de divulgación de la doctrina cristiana.
Además, es un miembro activo de algunos movimientos ecuménicos y del Consejo Mundial de Iglesias.
Este curriculum no me entusiasma mucho, sobre todo el último punto.
Sin embargo, estuve leyendo la "desgrabación" y traducción que hizo Jack Tollers de uno de sus videos, y me parece recomendable.
Se titula La Iglesia Ortodoxa frente a la Homosexualidad. Son más de cuarenta carillas en las que plantea una visión realista del tema, y me refiero a realista desde una visión cristiana.
Pero más allá del tema central -la homosexualidad- que podrá interesarnos más o menos, o que podremos acordar en mayor o menor medida con sus opiniones, no deja de ser interesante la visión que propone de la vida humana, del pecado y de la redención, que no son otras más que lo que propusieron los Padres.
Me parece recomendable sobre todo para los sacerdotes puesto que es un colega quien expone las "prácticas pastorales" para tratar un tema complejo.
Pueden bajar el archivo desde la página de Jack Tollers.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Otro buen libro de Gutman

Daniel Gutman es el autor de Tacuara, uno de los pocos (o único?) libro que narra la historia del grupo nacionalista de los '60. A pesar de que el autor, obviamente, no simpatizaba con los tacuaristas, es un buen libro.
El año pasado editó otro trabajo: Sangre en el monte. En este caso, es la historia de la Compañía de Monte del ERP que operó en los cerros tucumanos y su aniquilamiento por parte del ejército argentino.
También es un buen libro. Aunque breve -poco más de 250 págs.-, narra los sucesos fundamentales de esos años, y lo hace de un modo equilibrado. Quiero decir: cuenta los dos lados de la historia, y no sólo uno como estamos acostumbrados en los dos últimos años.
Recomendable.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Alsogaray, Neustadt, Grondona y el Athonita

Una divertida y ocurrente hermenéutica athonítica de un reportaje televisivo de hace casi treinta años. Para pasar un nostálgico el fin de semana.

En primer término, vean los diez minutos iniciales de este video.

Como dicen varios apotegmas paternos, las parábolas no hace falta inventarlas: la realidad misma es una inmensa parábola del Misterio. Como en aquel diálogo de san Serafín con Motovilov, aquí les paso un youtube (sirven sólo los diez primeros minutos) de un camuflado staretz en diálogo con dos discípulos. Aunque jamás abandonan el lenguaje metafórico, hablan de la Iglesia: se sobrentiende. Más concretamente, hablan sobre la pastoral eclesial en general y el hiperactivismo en particular. Algunas frases célebres, desparabolizadas:

1.        ¿Sobre qué van a debatir la vanguardia progresista con los segmentos conservadores?¿Si sotana o chomba? Facetas, minucias. En definitiva, ambos proponen lo mismo: hacer y hacer y hacer, sin respaldo en el ser...
2.        La única alternativa real, diametralmente opuesta a ambas, es la opción contemplativa. Es la única esperanza para salir del movimiento pendular entre conservadores y progresistas.
3.        Si el número cuenta, evidentemente nuestra propuesta sale última; pero si cuenta la milenaria sabiduría, la cosa cambia...
4.        La crisis va a llegar sola, es cantado, no hace falta convocarla. Troya cae por su propio desacierto. Yo no soy Casandra, pero una Iglesia que habla más de lo que reza, hace más de lo que piensa, gasta más de lo que atesora, inexorablemente devalúa su moneda, su anuncio evangélico. Y termina en default.
5.        ¿Qué va a recibir el futuro Papa, el futuro Primado de la Argentina, el futuro Arzobispo de Mendoza? Cuando una Iglesia habla un 15% más de lo que reza, ya entra a deteriorarse. Nosotros estamos en un 700%. ¿Sabe cuánto de lo que hace la Iglesia brota genuinamente de su vida interior, de su contacto fontal con el Señor? Apenas el 22%. En la peor época de los Borgia llegamos al 18%. Esto es lo que se recibe. Librado a sí mismo, se desbarranca solo, pues las fuerzas negativas siguen actuando solas. Y las fuerzas positivas hay que crearlas, no pueden presuponerse.
6.        A nadie le cae bien esta crisis eclesial, obviamente. Pero cambiar aspiraciones, deseos, intenciones no sirve de nada: sin un viraje real en la estrategia todo va a seguir igual y peor. Tome el AICA de esta noche y verá los cien mil misioneros que se proponen enviar a evangelizar, con los recursos de su discipulado orante. ¿Pero a qué discipulado orante refieren si los Sagrarios están solos?
7.        Ahora, esto es curioso: esta gente parece haber descubierto la pólvora, pues todo lo que los santos han dicho y hecho en su vida espiritual para prepararse a la misión parece haber sido innecesario: alcanza con emitir un panfleto (de vanguardia o vetusto, progre o tradi), aprenderse bien el discurso y salir a vociferarlo.
8.        Este proceso de descomposición no es irreversible. Se lo puede revertir, pero hay que cambiar drásticamente la estrategia y darle una primacía absoluta a la vida espiritual por sobre toda actividad. Sobran recursos naturales y sobrenaturales para generar ese cambio.
9. Y ojo con la ilusión neokeynesiana —un Tucho Fernández, por caso—: ¿qué dice? Que la vida espiritual sin duda es imprescindible, pero que ésta se abastece de la misma misión: la misión misma retroalimenta la vida contemplativa del cristiano, como la dínamo de la bicicleta genera luz NO enchufada a la pared como se recarga un celular, sino en la medida misma de su movimiento (sic). La falacia de esto no es tan evidente (y de ahí que haya entrampado a tantos). Pero esto no funciona así, pues para iniciar esta misión generadora de contemplación he de empezar con una actividad sin respaldo en oro. En el oro del verbo orar. Y ahí se desatan todos los problemas...

jueves, 1 de diciembre de 2011

Last release


Selección de los mejores sermones de John Newman traducidos por Jack Tollers. Imperdible.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

La estampita del Coronel


Wanderer:
Respecto al clericalismo, no puede decir más que… ¡plagió mi tesis!
Hablando en serio, sostengo lo mismo aunque con algunos matices.
Cuando en 1870 caía Roma en manos de Vittorio Emanuelle, desde la Ciudad Eterna salieron hacia París unas fotitos del hoy beato Pío Nono arrodillado rezando o sentado en su trono con cara triste. Dichas fotitos llegaron a los talleres de St.-Sulpice, donde fueron reproducidas por millares con leyendas como “Pío IX prisionero en el Vaticano” y del otro lado alguna oración indulgenciada. 
Tras la explosión de las modernas congregaciones misioneras y educadoras que se expandieron por todo el mundo, estas estampitas de baja calidad y dudoso gusto “crearon” su demanda. Donde antes había un viejo crucifijo y algún cuadro barroco de la Virgen, se colocaba una imagen del Papa.
Se iniciaba así un verdadero “culto” al Papa. 
Nadie recuerda los nombres de los pontífices romanos anteriores a Pionono (excepto, quizás, Pío VI por su incidente con Napoleón). Pero desde 1870, en adelante, “Santo Padre” fue algo más que un título honorífico. 
León XIII, Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI… todos “santos” esperando su canonización. La que tarde o temprano les llegará. Uno será el Papa Obrero, el otro el Papa de la Ortodoxia, el de más aquí el de la Paz, y el que le sigue el del Apostolado Laico. Le seguirá el Papa Angélico, el Papa Bueno, el Papa del Concilio, el Papa de la Sonrisa, el Papa Viajero, etc., todos darán razones para “la esperanza”…
Si uno sostiene una legítima independencia respecto del Papado en cuestiones opinables y se remonta a los grandes Doctores medievales y Padres de la antigüedad (o simples laicos de a pié) que, en su momento, lo hicieron, le espetan en la cara “¿cómo se atreve a comparar al Papa con los papas medievales/renacentistas/…?”
Parece que hoy hemos “evolucionado” y, por fin, el Espíritu Santo se avivó: Ya no puede haber Papas politiqueros, tramoyistas, demagogos, cobardes, seniles… o, simplemente, bobos.
Toda palabra en boca del Romano Pontífice será poco menos que Palabra de Dios. Para el caso no importa si creemos que esa palabra divina fue dicha ayer nomás o en 1958. Siempre será una genialidad, sea que coleccionemos libritos encíclicas o discursos radiofónicos.
Si a eso sumamos el hecho de que, pareciera que, todos los caminos (episcopales) conducen a Roma y que todos los obispos se han transformado en delegados pontificios… aún cuando lo hagan en disidencia, podemos entender cómo se refuerza a sí mismo el clericalismo.
Antes debían estar suscriptos a Civiltà Cattolica o alguno de los muchos periódicos que reproducían la publicación italiana cuasi oficial y oficiosa. Hoy deben estar suscriptos al L’Osservatore Romano o tienen algún funcionario curialesco que les acerca una impresión de Zenit o alguna otra “agencia católica”. Y, lo mismo, se reproduce en miniatura, aún en fraternidades o sociedades sacerdotales suizas.
Lo importante es estar informado de lo último que se supone debemos creer, decir, hacer,     pensar…
Coincido, el problema es la ideología, y la ideología era y es el clericalismo, en sus diferentes versiones: parroquial, movimientístico, episcopal, romano o conciliar. Al convertirnos en católicos que ya no están atentos a la Tradición (y aún a las tradiciones) sino a “lo último”, no es difícil ver cómo nos aborregamos y estamos indefensos frente a cambios “de dirección”, de derecha a izquierda, o de izquierda a derecha.

Coronel Kurtz

lunes, 28 de noviembre de 2011

Cambio de signo


No cabe duda que el Concilio fue crucial para el desbarranque de buena parte de la juventud católica argentina hacia la izquierda y, luego, hacia las FAP o Montoneros. Pero resulta inverosímil pensar que el cambio se produjo mágicamente. Necesariamente, algo venía muy mal desde hacía décadas.
Veamos un caso testigo: el P. Miguel Mascialino. Hijo de inmigrantes italianos, católicos de siglos. Una hermana monja, un hermano cura y otro hermano dirigente nacionalista. Ingresó al seminario menor de Buenos Aires en 1940. Luego hizo la filosofía en Devoto, donde estaba Castellani de profesor, y la teología en la Gregoriana. Se quedó en Roma y completó sus estudios en el Biblicum. En 1955 vuelve ya cura a Buenos Aires y es teniente en San Nicolás y luego profesor en Devoto. Once años después, en 1966, estaba amancebado con una tal Lucía, era estrecho colaborador de García Elorrio, integraba los primeros comandos armados y realizaba operativos. Una última pizca de sentido común lo llevó a enemistarse con los líderes y, de ese modo, apartarse justo a tiempo de Montoneros.
¿Cómo fue posible tamaño vuelco en tan poco tiempo con la formación que tenía el P. Miguel? Ciertamente, después de leer La descomposición del catolicismo, sabemos que la formación no era tan buena, pero algo más pasó. En realidad, fueron varios los factores que estaban activos en esos momentos, aunque dispersos, y al Gordo no se le ocurrió mejor idea que juntarlos a todos en Roma convocando a un Concilio. Y la cosa explotó, y casi se lleva a la Iglesia puesta.
Yo quiero proponer una teoría, a ver qué les parece. La podría titular: Cambio de signo en la ideología.
Es cierto que podríamos remontarnos a Trento, la Contrarreforma y el barroquismo, como bien lo hace Disandro, pero me vengo bastante más acá, a la segunda mitad del siglo XIX y a Pío IX. Mastai Ferrati había sido colaboracionista con las tropas napoleónicas y, cuando se fueron, se encontró que no sabía qué hacer. Se metió entonces de cura, y fue lo suficientemente hábil para trepar con rapidez y pronto ser obispo y, para ser franco, obispo liberalón. Y así nomás, llegó a papa, bastante joven para el promedio lo que le aseguró un pontificado interminable (a quienes no les gusten estas apreciaciones sobre Pío IX, lean su biografía por Ives Chiron). Estando ya en el solio se le fueron los aires liberales y se encontró con un problema grave: la Iglesia, concebida hasta ese momento como indisolublemente unida a un importante Estado soberano y con fuertes prerrogativas en todo el mundo, iba a perder esos privilegios. Pío IX sabía que, a los sumo, podría atrasar algún tiempo la situación mientras lo protegieran los franceses pero que indefectiblemente en algún momento, todo se iba a caer. Debía tomar una decisión, adoptar una estrategia nueva, y lo hizo, y Dios nos libró a todos nosotros estar en su pellejo.
Para contrarrestar la pérdida de la soberanía política de la Iglesia y su influencia en la sociedad, debía afirmarse el poder espiritual y dogmático del Papa e instrumentar medios para que los católicos y el catolicismo ocuparan puestos de dirigencia y de acción. Y esta será la estrategia seguida por todos los pontífices hasta Pío XII. Y se vino entonces el Vaticano I y la innecesaria proclamación del dogma de la infalibilidad pontificia, como las también innecesarias proclamaciones dogmáticas de la Inmaculada Concepción y, casi un siglo después, de la Asunción. La cosa era mostrar poder. Si se había perdido poder político, se aumentaba el poder espiritual. Había que compensar.
En el ámbito social, apareció León XIII con la Rerum novarum y, décadas más tarde con Pío XI, la Acción Católica, un invento paralelo a la  Acción Francesa de Maurrás y a otras varias “acciones”. La cuestión era instaurar en la sociedad el Reinado Social de Cristo y, para coronar todo, se inventó la fiesta de Cristo Rey. De lo que se trataba era de poner a disposición de los obispos una organización perfectamente jerárquica que formara “cuadros” católicos dispuestos a la acción. Cualquiera que haya sido “aspirante” de la ACA, o se haya “oficializado”, recordará la machacona insistencia sobre la jerarquía, sobre la formación y sobre la acción. Y a imagen y semejanza de la ACA comenzarán a surgir otros movimientos, con mayor o menor prevalencia clerical o laical. ¿Quién no se acuerda del famoso lema que aparecía al pie de Verbo en los ’70: “Formación para la acción, en la acción”?
No quiero criticar con esto a la Acción Católica. Fue la mejor respuesta que pudieron encontrar para una época de desconcierto. El problema fueron las derivaciones de este nuevo modus operandi de la Iglesia. El nacionalismo y los movimientos nacionalistas católicos como Tacuara, por ejemplo. En el fondo, no era más que un “secularismo de derecha”, como bien lo define un viejo fraile dominico. La fe y el cristianismo eran una doctrina que debía ser expandida a la sociedad, con todos los medios que se tuvieran al alcance -y aquí entra la Compañía- y a ella se le adicionaba un patriotismo enardecido basado en los mitos formulados por los historiadores revisionistas. En el fondo, el cristianismo era sobre todo una ideología. Una ideología de derecha.
Y ahora ya es más fácil entender lo que pasó. Cuando los incendios se juntaron en Roma convocados por Juan XXIII, y apareció la Pacem in terris y, años después, la Populorum progressio, y después Medellín, ya estaba todo hecho. Le cambiaron el signo a la ideología. El proceso era bastante fácil. Con cuadros acostumbrados a la obediencia jerárquica, con estructuras armadas, con líderes reconocidos, con militantes de Acción Católica con formación elemental y orientados sobre todo a la acción, sólo era cuestión de presionar el switch. Es decir, cambiarle el signo a la ideología. Y así lo hicieron.
Los Tacuara se hicieron montoneros y los curas guerrilleros.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Eran nuestros III

Y otra del Coronel


Y algo que no hay que olvidar es la calentura por el otro sexo. Especialmente cuando hablamos de adolescentes y post-adolescentes (que fueron católicos practicantes en su adolescencia, no sé si me explico). Especialmente cuando estamos en plena época de aparición de la minifalda...
No me acuerdo quién, creo que Caparrós, lo dice claramente sobre Fernando Abal Medina: le calentaba la Arrostito, ella sí comunista de toda la vida y -por tanto- liberada sexualmente. 
También se sabe bien de la cohorte de "niñas bien" que seguían a los curas Mujica y Mayol (el de la guitarrita en misa... en tiempos de Pío XII, remember). 
Una señora conocida mía (hoy cercana a los 70), de familia tradicional y ultra-católica, colegio de monjas tradicional (que hoy ya no existe y donde hay una torre), que había sido de la Legión de María en la adolescencia y "misionera" en el Norte durante la universidad, me comentaba que, luego de una vida donde ser católica significaba juntar sellos los domingos después de misa y contar a las viejas legionarias a cuántos había convertido en la semana; aparecía de repente en una de las reuniones de su grupo misionero un Galimberti (u otro menos conocido), rubio y canchero, diciendo que ser católico era "dar la vida por los pobres". No hay que aclarar que, en determinado momento, JAEN tenía más chicas que muchachos, y -entre ellos- ex seminaristas, como Grosso de infeliz memoria, o ex tacuaras, compañeros de ruta del Tano. Ella y otras de sus amigas (en ese entonces los grupos misioneros juntaban cientos de jóvenes) se unieron a éste y otros grupos similares, donde se hablaba de nacionalismo, de liberación, de emancipación nacional, de "II República", etc. Se leía tanto a Jauretche como a los hermanos Irazusta, a Ortega Peña/Duhalde (E.L., el ministro K, no el ex presidente) como a Scalabrini Ortiz, en fin todo lo que editaban Peña Lillo, Patria Grande, etc.
Mientras tanto, en los grupos misioneros se visitaba al obispo Podestá ¡en el Luna Park lleno! Donde según el obispo de Avellaneda, Pablo VI aprobaba el socialismo. Y se leía a un cura franco-argentino que publicaba "Morir por el pueblo" (con foto del cura guerrillero Camilo) con imprimatur y todo. 
Todo en grupo de amigos, de chicas y chicos. Los mismos que hoy van a la puerta de la misa de 8 a "mirar"... y se quedan afuera o, peor, entran.
Los que han estudiado el caso explican por qué fracasó el grupo de García Elorrio (Comando Camilo Torres, cuya única acción fue sacarle el micrófono a Caggiano en plena misa por el Día del Trabajador y que se los lleven presos a todos), a pesar del éxito de su Cristianismo y Revolución. Y una de las causas que se dicen es que este ex-seminarista de San Isidro era profundamente misógino.
A diferencia de Mugica que, si bien dicen que nunca "concretó" nada, llegó a invitar a su casa (bah, la paqueta casa de sus padres) a numerosas de sus discípulas de Recoleta. O Mayol... que en este caso sí terminó tirando la toalla, digo la sotana.
En fin, ser "militante" era también una forma de conocer chicas / chicos para adolescentes formados en colegios religiosos aún tradicionales. Y los zurdos eran pintones, y las zurdas estaban buenas. Y no tenían tantos "prejuicios"... y si los tenían, siempre había un cura tercermundista que podía "bendecir" su relación... y sus relaciones. 

Eran nuestros II

Y aquí la hermenéutica del Séptimo Rey Mago:


Se dieron, todas juntas, varias cosas, varios factores. Primeramente creo que es importante recordar que el catolicismo "militante" preconciliar dejaba muchísimo que desear en nuestras pampas. Antes del Congreso Eucarístico del 34 ir a Misa era de señora gorda y los grupúsculos de derechas (desde la legión cívica, prefascista, hasta la mismísima "Nueva República") estaban alejados por varios trancos del catolicismo. Todavía, de más está decir, no había aparecido esa cosa rara que inventó España en el 39: el "Nacionalcatolicismo", que sazonado un poco de Juan Manuel de Rosas se torna en Nacionalismo Católico argento.
Pero vino el 34 y vino el Congreso y vino el futuro Papa, y todo en sintonía con el auge de los fascismos en Europa... y el mix de neutralistas y católicos generó, en los 40´s y 50´s (en la posguerra ya, pero sin los embates del Dogma de la Shoá todavía) cosas como la UNES y TACUARA.
Y acá se complica.Tacuaras hubo varias, pero todas juntas. La "oficial" y "A class" del joven Alberto Ezcurra, con los cursos de la Summa, los escritos del Capitán Codreanu, los discursos de José Antonio, el nacionalsindicalismo como respuesta a un conservadurismo liberal que mantenían en la generación anterior (aunque hayan leído a de Maeztu e tutti quanti), el saludo romano, el corte marcial, etc. Otros tacuaras se incorporaron al "fenómeno" tacuarista que, mal que me pese, describe (eso eh!, no todo!) bien el paisano Gutman en su libro al respecto. 
Llegaron los 60s con Fidel devenido en comunista (recordarlo con sus quichicientos rosarios entrando en la Habana, su "We are not communists" en EEUU una vez derrocado Batista, etc), con la revoluta en las universidades yankees (luego en Paris, y no antes, como bien muestra Esparza), Camus, Sartre, cassettes de Perón, etc. Pero vino también, y MUY PARTICULARMENTE el Concilio que se llevó puesto todo lo que encontró en el camino (V.G: La Iglesia). Acá, en Argentina, se combinó con lo que había: jesuitismo. 
De ahí un Padre Mujica Echagüe dando clases de Teología Moral a los "fachos" del Salvador (historia y filosofía), recordado aún con su motito-ciclomotor y su cara de nene bien, después de que los "fachos" venían de cursar con Vicente Sierra, Peco Ibarguren, Sánchez Albornoz, etc. No eran "tacuaras" ya esos muchachos, eran nacionalistas a secas, con mucho saludo romano, mucho libro mal digerido, mucha intención de ser revolucionario sin ser de izquierdas (al principio al menos), con una Iglesia que, desde sus soldados jesuitas y jesuitizantes los instaban a leer bazofia y a pensar bazofia. En la UCA, mientras tanto, la Democracia Cristiana (Los peces colorados flotando en agua bendita como decía el Pocho) sumaba a roletes jóvenes estudiantes a sus filas.
Llegó Perón como opción política (70, antes ni él se creía volver), feneció la "posibilidad Onganía" y al tacho con todo eso. De Royo Marin a Thomas Merton, de Merton a Cué, de Cué a...al carajo. En política, creo que fue igual.
Sin Concilio y sin Compañia, esto no se entiende. 

Eran nuestros I


Un comentador del último post afirmaba que los montoneros “estaban con nosotros pero no eran nuestros”. No estoy de acuerdo. Eran nuestros, y se dieron vuelta. He hablado con personas que vivieron esas épocas y cuentan como en los grupos católicos universitarios, por ejemplo, donde todos eran grandes amigos, en un momento, se separan. Algunos permanecen y otros se van. Pero todos “eran nuestros”. Algo muy fuerte pasó.
Comparto la explicación de causas remotas de Disandro. Yo tengo otra que publicaré en un par de días. Y el Coronel Kurtz envía otra muy interesante también. Creo que son claves de lectura que se completan, y no se oponen.
Un buen tema de discusión:

Más allá del estudio meta-histórico (digamos) à la Disandro, hay causas más próximas.
No es tan raro ver cómo se produce la metamorfosis desde católico devoto, tradicional, con simpatías nacionalistas o conservadoras, hasta el militante revolucionario (no sólo montoneros y erpianos, sino también los famosos "cuadros de apoyo" que, según Firmenich, llegaron a más de 50.000 personas y que incluían a sacerdotes, obispos y laicos "comprometidos") si se analiza el contexto, se estudian las trayectorias personales, las motivaciones, etc. 
"Por suerte" los zurdos han escrito mucho sobre estos temas (en general lo publicado en los '90 tuvo mayor ánimo crítico que lo publicado antes y ahora donde se recurre al mito del "joven idealista").
Hace unos años copié los nombres de los que firmaban los manifiestos del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y, gracias a Google, "investigué" un poco. Lo mismo hice con los que firmaban los artículos de Cristianismo y Revolución. 
En general las trayectorias son muy parecidas: el Humanismo (la rama universitaria de la DC), las misiones rurales, los "Diálogos entre cristianos y marxistas", los grupos de estudio Teilhard de Chardin, los asesores universitarios de la JOC, algún paso por el nacionalismo más o menos peronista (Azul y Blanco, Tacuara, etc.), los "curas sociólogos" graduados en Louvain y los "curas obreros" venidos de Italia, Francia, Bélgica y España, etc. 
Todo bajo la conmoción del Vaticano II, donde se puso absolutamente todo en estado de duda (según testimonian los que en esos años estaban en el seminario).
Y en el contexto de Vietnam, las guerras anticoloniales de Africa, la Cuba castrista, etc.
Del otro lado, una sociedad y una Iglesia argentina aburguesada, mistonga, que le gusta coquetear con el poder, etc.
No es difícil que muchos se hayan "confundido". El mismo Castellani reseñaba en Jauja con bastante benevolencia el piquete que los curas tercermundistas le hicieron a Onganía en la Casa Rosada, donde amenazaban no festejar la Navidad (¡!) si no se tomaban medidas de gobierno concretas contra el hambre. [Esto no obsta a que, tiempo después, el mismo Castellani haya destrozado casi ridiculizándola la "doctrina" de los "terceromúndicos".] 
También obispos de fama más o menos conservadora (como Aramburu, Di Stéfano, etc.) van a proteger --al menos en un comienzo-- a estos curas, religiosas y laicos que iban radicalizándose cada vez más en sus posturas, quizá cuyo extremo más notorio fue el Padre Adur (que terminó sus días como Capellán con grado de capitán del Ejército Montonero [sic]).
Lo cierto es que, aún los que no terminaron con un ametralladora en la mano y tarde o temprano se abrieron (a muchos de los tercermundistas les importó más la bragueta que la revolución), han tenido vidas bastante miserables en la mayoría de los casos. Otros hicieron suyos los principios de (Groucho) Marx y no tuvieron mayor empacho en integrarse en la antes tan denostada "iglesia institucional" por un plato de lentejas (y hoy, algunos de ellos, cuando los vientos políticos otra vez soplan del poniente, sacan a relucir sus prontuarios). Unos pocos, en fin, a su modo, se reconciliaron con Cristo y la Iglesia.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Malasso



Recuerdo de la muerte. Se trata de un libro viejo de Bonasso que no había leído. Hace casi treinta años que lo escribió, en su exilio mexicano, y narra las desventuras de Jaime Dri, diputado de la JP por el Chaco, pasado a la clandestinidad y devenido terrorista montonero en los ’70.
Interesante saga la de estos Dri. Una familia de catorce hermanos de Chajarí, hipercatólicos, varios de ellos curas y monjas. Por ejemplo, Rubén Dri, sacerdote apóstata y actualmente profesor en Sociales de la UBA, o el tercermundista Raúl Dri, aún incardinado en la arquidiócesis de Paraná. Las monjas no sé cómo habrán terminado.
El libro podría haber sido muy bueno. La historia daba pero al autor no le dio el piné. Bonasso pretendió escribir una novela a través de la técnica de una sucesión inconexa de párrafos, el estilo Vargas Llosa; pero no tiene, ni de lejos, el talento de Vargas Llosa.
O bien creía que, para escribir una novela, era suficiente con describir. Y entonces se embarca en eternas y farragosas descripciones con aires proustianos que culminan no sólo en lugares comunes sino en espantajos literarios como este: “Nubes sangrientas se estiraban hacia el poniente y el sol era un melocotón gigantesco que se iba sumergiendo en la llanura” (p. 208).
Al libro le falta también sinceridad. Es natural que Bonasso presentara una visión positiva de los montoneros. Él era parte importante del movimiento. Pero un poco de vergüenza debería tener. Presenta a todos los detenidos y desaparecidos como pobres muchachitos perseguidos por la patota militar sin ninguna referencia a lo que había causado tal persecución. Relata solamente en media carilla el secuestro de Aramburu, en un brevísimo párrafo el asesinato de dos miembros de la policía caminera por parte de una “compañera” porque se había detenido a la vera de la ruta con su auto cargado de explosivos y los dos uniformados se acercaron a “meter sus narices donde no debían”. Y el único hecho terrorista relatado con detalle es el ataque a la ESMA en 1978 por parte de un comando montonero y que finalizó apenas con daños de mampostería.
Sin ningún pudor cuenta el modo en que los terroristas detenidos confundían a la opinión pública mintiendo. Por ejemplo, al afirmar que en la ESMA tenían a los prisioneros engrilletados y atados a columnas (p. 416). Y, estúpidamente, páginas antes él mismo relata la rutina diaria en ese mismo centro de detención: “La población del Sótano no tenía un horario estricto para levantarse; solían hacerlo entre siete y media y ocho. Por turnos iban pasando al baño grande a ducharse y luego se juntaban el comedor a desayunar el inevitable mate cocido. A media mañana solían regalarles el paladar con un café. Los fumadores recibían diariamente un atado de cigarrillos… Después, cada uno se metía en su cubículo a trabajar o a simular que trabajaba… A las doce bajaba el almuerzo del tercer piso. Invariablemente era pollo o carne con papas y ensalada. Una bazofia nutritiva”. Caradura; más de uno quisiera comer hoy la tal bazofia y tener ese ritmo de vida.
En fin, un libro de desechar. Malasso por donde se lo mire.


P.D.: Siguiendo con las recomendaciones, imperdible el último episodio de Lewis emitido el lunes por “Films&Arts”, titulado “Justica salvaje”. Narra el asesinato de una “obispa” progresista ocurrida en un convento-college de frailes tradicionalistas y ambientada, como siempre, en Oxford.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Malick, la clave

Ludovicus nos pasa la "clave de lectura" de El árbol de la vida:


Ojo con Malick. Es engañoso, uno cree que es una mezcla de Heidegger y del Libro de Job, o de Kubrick con Dante, y lo es, pero hay más. Hay un filósofo y un artista que hace hablar a Dios a través de las voces en off de los protagonistas, que lo buscan con los gemidos inefables de San Pablo. "Tú nunca me buscarías si no me hubieras encontrado"

Pretencioso, lo admito. La guerra de Troya la pinta Homero en unos pocos días de cólera sin manzanas divinas ni artilugios equinos y el viaje de Dante por los tres mundos dura unas cuantas horas de entrevistas sin necesidad de acudir al Juicio Final. El arte clásico requiere unidad en la medida, la microhistoria reflejando el Cosmos, no la yuxtaposición de ambos planos: "to behold infinite in a grain of sand". En este sentido, el enorme Sean Penn se disgustó ante las desmesuras cosmológicas representandas en las tintas kubrickianas y las escenas ambientadas en el Jurásico. Hay hybris, qué duda cabe.

And yet, and yet... ¿es tan ridícula la escena teilhardiana del dinosaurio? "El Espíritu del Señor se movía sobre las aguas". ¿No son igual de desmesurados los leviathanes, behemothes y torbellinos del libro de Job? ¿No se proyecta la sombra del Redentor en ese libro como la del hermano muerto en el film, abriendo la única puerta de salida que la naturaleza tiene frente a la gracia, el sacrificio? La expresión de Penn cuando emerge de su viaje interior muy similar al dantesco lo dice todo. Dice lo que todo hombre sabe: que el sentido del Universo radica en dejarse perder. Que la vida humana es un juego en que gana el que pierde, en que el que la pérdida de la naturaleza es el encuentro de ella con la gracia, un encuentro que se corporiza en una playa en la más bella escena de la Resurrección que el arte haya plasmado. 
Y que toca a todo aquel (todos) que haya tenido una familia, una microhistoria banal y una tentación del sinsentido que lleva a oscilar entre Eclesiastés y el Libro de Job, la distancia exacta entre la pregunta y la respuesta, entre el Origen y el Final.

No es un mérito pequeño de este "arte menor". 

domingo, 20 de noviembre de 2011

El árbol de la vida

El último fin de Terrence Malick, tan del gusto de Ludovicus.
Vale la pena verla. El argumento, la fotografía, la música, superiores.
Dos horas y media de poesía in motion pictures.
De aquí pueden descargar una buena versión: Archivo 1 - Archivo 2

jueves, 17 de noviembre de 2011

Marketing dominico

Siempre me han causado un fuerte rechazo las campañas de marketing que desarrollan las órdenes religiosas. Casi siempre se presentan como ONGs dedicadas a la ayuda social con una vida casi tan divertida como una noche de boliche. Sus protagonistas suelen ser frailes y monjas con cara de bobos y vestidos mundamente que, sin darse cuenta, proponen al candidato una vida mundana.
A Dios gracias gracias, son muy pocos los "pescados" con esas campañas.
Sin embargo, los dominicos de Argentina han elaborado un video con claras intenciones vocacionales que marca una diferencia, verdaderamente, reconforta. Señalo algos aspectos:
1. A lo largo de todo el video se deja claro que la centralidad de la vida religiosa es la oración, y esto dicho de muchos modos y por todos los entrevistados.
2. Consecuentemente, la acción social aparece sólo como el reflejo de la vida religiosa y no como su objeto.
3. Todos los frailes aparecen de hábito.
4. Hablan frailes mayores, y no solamente jóvenes, despreciando la juventulatría a la que nos acostumbró JPII y otorgando el lugar que merecen los mayores.
5. En varios momentos se incluyen tomas de momentos solemnes de la liturgia.


lunes, 14 de noviembre de 2011

Lectura obligatoria

Excelente libro de Yofre, con afirmaciones ampliamente documentadas.
Sin cuestionar el heroísmo de muchos de los combatientes de Malvinas y mucho menos los derechos de Argentina sobre las islas, queda clara, luego de la lectura del libro, la insensatez de dos trasnochados -Galtieri y el Bolita Anaya- que nos metieron en una guerra totalmente improvisada e innecesaria que le costó tanto a nuestro país, desde la destrucción de su flota aérea hasta la posibilidad real y concreta de ejercer la soberanía en el archipiélago en el largo plazo.
De lectura obligatoria.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Hopko y el fin de los tiempos


Una interesante propuesta del P. Hopko: una visión sincrónica del Apocalipsis en vez de la diacrónica. Visiones complementarias y no opuesta.

Los subtítulos son de Jack Tollers.


miércoles, 9 de noviembre de 2011

La gran herejía de Arancedo



Un amigo, el mismo de la robe de chambre azul, me comentó una interesante anécdota que tiene por protagonista al flamante presidente de la CEA, Mons. Arancedo.
Resulta ser que, en la segunda mitad de los ’80, un muchachito de la zona del Gran Buenos Aires de la que Arancedo era obispo auxiliar, ingresó al seminario de San Rafael. Por disposición del obispo esa sede, Mons. León Kruk, debía comunicarle a su propio ordinario la decisión de marcharse. Y allá fue el ensotanado joven.
No más ingresar al obispado ataviado con semejante vestimenta, el hoy presidente de la CEA montó en cólera, y rápidamente quiso saber los motivos por los cuales había preferido el seminario cuyano al suyo propio. Con el candor propio de los años, el muchacho le respondió: “Porque en otros seminarios se enseñan herejías”. Y el purpurado le respondió con la certeza que le daba su carácter apostólico: “Ya no existen más las herejías”. Sorprendido, y buscando congraciarse con el obispo, el clérigo le prometió: “Sin embargo, monseñor, una vez que sea ordenado en San Rafael estoy dispuesto a regresar a esta diócesis”. “Ah no, -respondió Arancedo-, eso jamás. Si no obedecés ahora tampoco vas a obedecer después”.
Permitámonos una exégesis de las palabras episcopales: Resulta claro y concluyente que para Mons. Arancedo ya no existen problemas doctrinales dentro de la Iglesia católica. A lo sumo, habrá diversidad de opiniones, aspectos más acentuados que otros, conveniencias coyunturales de resaltar ciertas facetas de la doctrina, etc., pero no hay herejías. Una solución interesante y similar a la de Moreno: si se niega la realidad, los problemas desaparecen; si no hay herejías, no hay conflictos en la Iglesia.
Sin embargo, no todo es color de rosa porque ciertamente hay un problema que persiste: la desobediencia. Es decir, no hay inconvenientes en la Iglesia conciliar con que se nieguen o se cuestionen los dogmas; no hay problemas con que en seminarios y en universidades católicas se enseñe doctrinas contrarias a la fe de la Iglesia. El problema es que se desobedezca. He aquí la gran herejía de la Iglesia contemporánea. Y en esto está de acuerdo todo el zoológico eclesial: lefes, progres, conservadores, líneas medias, neocones. Para irse al cielo hay que obedecer a Arancedo, a Escrivá, a Ianuzzi, a Buela o a Maciel. Ellos son caminos seguros de salvación.
Linda joyita tenemos como presidente de la CEA.

Haciendo la plancha

Si alguien quiere saber qué es el jesuitismo no tiene más que atender a las elecciones de las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina. Lo mismo aquellos que se interesen por las siglas MEA (Mediocridad Episcopal Argentina).
No se trata aquí de que si eligieron candidatos conservadores o progresistas. A nuestros prelados le tiene sin cuidado -pareciera- la cuestiones del dogma y de la moral cristiana. Lo realmente importante es quedar bien con los de arriba, con los de abajo y con los del costado. Es decir, hacer la plancha en medio de las tribulaciones del mundo.
Quedan bien con el Vaticano eligiendo a Arancedo con sus adláteres. Son moderados y, el más progre, es ungido obispo de Neuquén en reemplazo del nefasto Melani. Ningún curial podrá decirles nada.
Quedan bien con el Gobierno porque eligen a un "dialoguista", primo hermano de Alfonsín. No era el caso de elegir al tirabombas del Pocho Aguer, no fuera que barrieran con el castrense y cortaran los subsidios.
Quedan bien con el ala progresista del episcopado y del clero, porque allí está Bressanelli, que los contiene y expresa.
Quedan bien con el ala conservadora, porque allí tienen a Cargnello, que hará lo propio.
Como siempre, los obispos argentinos quedan bien, y siguen haciendo la plancha.

Discusión concluida


Estimados,
La discusión desencadenada por los últimos posts está agotada. Es decir, se acabó.
Juana, sus comentarios son siempre bienvenidos, pero si publico los últimos que envió se vuelve a armar inútilmente el vendaval.

martes, 8 de noviembre de 2011

Recomendables

Para ilustrar las últimas discusiones, qué mejor que recurrir a un clásico y a un last release.
De Evelyn Waugh, Retorno a Brideshead, una de las grandes noveles del siglo XX. Narra, sin decirlo y sólo mostrando, la decadencia del mundo contemporáneo a partir de la historia de una familia católica y aristocrática de la Inglaterra de entreguerras. Muy recomendable también la miniserie producida en los '80 por Granada. Abstenerse, sin embargo, de la película estrenada en 2008, que no vale nada y traiciona la intención del autor.
Acaba de terminar la segunda temporada de Downton Abbey, serie inglesa de ITV escrita por Julian Fellowes, un catholic peer. A través de las vicisitudes de una familia noble y de su servidumbre, muestra los profundos cambios que se operan en el mundo durante la primera mitad del siglo XX, particularmente luego de la Primera Guerra Mundial. Imperdible, como siempre, la actuación de Maggie Smith. Puede bajarse de Sofacine.com

lunes, 7 de noviembre de 2011

Comentario especular



A veces conviene enfrentarse al espejo. Es la propuesta del Anónimo de las 18:40 hs.:

Hagan lo que dice el anónimo de las 11:33 y verán bien ahí lo que dije antes.
No se preocupen tanto por los morochos, los UCAboys/girls o los jóvenes K, sino por los muchachos y las chicas del palo. 
Ahí está el problema. Ahí se ve nuestro fracaso. No es que la Argentina no dejó nada. Ni siquiera es culpa de Menem o los Kirchner.
Es que ni siquiera nosotros, los que supuestamente la teníamos clara, dejamos nada. Nuestros propios hijos son más de lo mismo.
¿Hace cuánto que no ven las fotos en Facebook de sus hijos/as y las de los hijos/as de sus amigos/camaradas?
Me pregunto hasta qué punto "nuestra lucha (por Dios y por la Patria)" no era mero escapismo, mera pose intelectual o social, para después, el resto del día/semana, ser más de lo mismo, uno más del montón.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Segual


Aquí va un largo y buen comentario de Andrés, que se dice estudiante de la UCA. Me lo imagino joven, aunque escribe demasiado bien para eso.
Su hipótesis es que micos y ucaboys son, en el fondo, lo mismo. Como los actos morales, se especifican por su fin, y el fin de ambos es cómo y dónde se emborracharán el fin de semana. Las diferencias, si existen, son de maquillaje. Unos compran la ropa en los persas de Retiro, y los otros en Alto Palermo. Y no mucho más. Quien haya ido en los últimos años a fiestas de casamiento de gente bien y del palo, habrá visto que bailan cumbia, se disfrazan con gorritos y narices de payaso y toman Fernet con Coca. No muy distinto a lo que sucede en cualquier fiesta de La Matanza.
En definitiva, estamos en el horno.

Las actitudes asociales como poner la música del celular siempre las tienen los grones, pero no todos los mestizos americanos tienen esa actitud, como ya se dijo de los bolivianos.
Como dijo el Carlista, ojalá el problema fuera racial; porque sería muy fácil encontrar una solución que finalice el problema.
Y lo que dice sobre la UCA también es cierto, te lo digo yo que estoy cursando en este momento. El veneno de la UCA es exactamente el mismo que el de Braian y Shonatán: una generación entera crece sabiendo que el esfuerzo no paga. Que trabajes o no, plata vas a tener. Estudies o no, el 4 lo vas a tener. En los dos mundos se enseña lo mismo.
Yo estoy a solas, separado de todos. No vivo en un hogar rico, ni pobre. Tengo a mis bisabuelos con nombre de calle, y a mis otros labradores calabreses.
Tuve ¿amigos?, compañeros de salidas, nacidos en la Matanza, y otros de Olivos y Vicente López. En todos los casos, la única proyección a largo plazo que pueden hacer es dónde emborracharse el fin de semana.
Preguntale a cualquier chico de 20 (rico, pobre, blanco, o negro) qué es lo que Martín Fierro decía sin ser muy ducho. Vas a ver que la ignorancia de la tradición está en todas partes. No es solamente cuestión de los morochos.
Lo mismo se ve en la Iglesia. Todo tiene que ser bonito y lindo, con gran cantidad de luces y colores. Son cuantitativos, no cualitativos. Hace falta mucho ruido, aplausos y sonrisas. La vida, y la misa, es una fiesta. Y hay que disfrutar todo ahora, en el corto plazo. Nunc est vivendum, quam minimum credula postero.
Lo único que queda al alcance de algunos es, como marcaron, Ricardo Iorio. Sale en la tele sólo porque da las entrevistas estando borracho (si lo dijera sobrio lo crucifican). Pero es un decadente, pobre hombre. Será buen bajista, pero hay que ser muy caradura para grabarse cantando Cambalache tan mal, y encima publicarlo y venderlo. Puede ser nacionalista, publicitar a José Larralde y hablar de gauchos; pero no deja de ser un adicto decadente.
Cambiar esto es difícil. Lo discutí con un par de conocidos, sin llegar a nada. ¿Cómo le enseñás a pensar a una persona? A veces sostuve que habría que enseñar mucha filosofía en los colegios y esperar que surta algún efecto. Pero después te leen medio resumen de Nietzche, Hegel, y Marx, dos panfletos posmodernos, y se van a Sociales a cortar la calle.
Y ahí está el núcleo del problema: el modernismo; donde la Elección es mejor que la Libertad, el Placer mejor que el Amor, y donde el igualitarismo descendente es la ley.
Cómo vas a formar ciudadanos pensantes, si la mayoría de estos individuos se guía por "el corazón" (y la entrepierna) más que por la razón?
Tinelli no es la causa, es un síntoma.
Para ellos el que piensa, es un boludo. Si te ven un libro que nadie te obligó a leer, sos un viejo. En especial si no se trata de una novela de conspiraciones yanquis. Así, los que piensan son atraídos a la masa, porque como dice Iorio: la soledad nos invita a escapar por la gran puerta del mundo de hoy.
Andrés