Buenos días. Soy Juan Berretta. Ustedes seguramente me recordarán. Me hice famoso por la entrevista que le realicé al Papa Francisco en su casita de Santa Marta y por mis intervenciones durante sus magisterios aéreos. Hacía tiempo que podía volver a encontrarme con él y su séquito, pero, por esas casualidades de la vida, he vuelto a acompañarlo en el avión.
Resulta que como el director del diario para el que trabajo había recibido algunos comentarios maliciosos sobre mis trabajos pontificios, me asignó a otra sección y me encomendó que fuera a cubrir el partido de la selección argentina en Estados Unidos. Y como el diario es medio berreta, me sacó el pasaje más barato que encontró: por Turkish Airline. Iba primero a Estambul y de allí, a Nueva York. Pero cuando llegué a la capital de Turquía estaba muy cansado y somnoliento y me mentí en la cola equivocada. La cosa es que un rato después de volar, avisaron que habíamos llegado a Ereván, lo que a mí me sonaba a cucurucho de helado. La verdad que no tenía idea qué era eso y tampoco podía entender los carteles, todos escritos con rayas y rulitos. Finalmente, me dijeron que estaba en Armenia y, ¡oh bendición de los dioses!, que allí estaba de visita del Papa Francisco. Inteligente y rápido como soy, comencé a buscar a mi amigo Mons. Guillermo Karcher, que seguro me hacía un lugar en el avión para regresar con ellos a Roma. Pero nadie sabía decirme dónde estaba, y muchos se hacía los distraídos, hasta que encontré a un gentiluomo que me dijo que seguro lo encontraría en un barsucho, triste y solo, tomando un Ararat, “perche adesso fa lezione ai chierichetti di Rebbibia”, me dijo. Y, efectivamente, allí estaba el pobre monseñor, acongojado porque lo habían relegado de su papel estelar en el mundillo pontificio. “Otro misericordiado”, pensé.
Apenas me vio se puso nervioso.
- ¡Que no lo vean, que no lo vean! Me han prohibido hablar con la prensa.
- Yo no quiero hablar con usted. Yo solamente quiero un lugarcito en el avión.
- Se lo consigo, pero ahora váyase. Déjeme rumiar mis penas.
Y, efectivamente, cuando llegué al aeropuerto, me dejaron subir en el avión pontificio, custodiado a mi derecha por un monsignorino, y a mi izquierda por Elizabetta Piqué.
Y a poco de haber despegado, apareció el Papa Francisco, locuaz y risueño, como si recién se hubiese tomado la pastilla, o el vasito de ginebra. Mi colega Elizabetta se puso como loca de contenta y el monseñor sacó una lima y comenzó a arreglarse las uñas. El P. Lombardi dio inicio a la conferencia de prensa.
- ¿Cuáles son sus sentimientos e impresiones sobre nosotros los armenios?
- (...) Armenia ha cargado cruces, pero cruces de piedra, pero no ha perdido la ternura, el arte, la música, esos ‘cuarto de tono” tan difícil de entender, y con gran genialidad...
- ¿Está bien de salud Su Santidad? - le pregunté preocupado a Elizabetta - Me parece que está desvariando. ¿Qué tienen que ver los cuarto de tono, que también lo tiene el canto litúrgico griego y, los caldeos y los teníamos los latinos en el gregoriano hasta que al San Pío X se le ocurrió eliminarlos, con los sufrimientos del pueblo armenio?
- Cállese la boca -me dijo la periodista- que el Papa está inspirado por el Espíritu Santo.
Y seguía hablando Francisco:
- (...) Sí, tengo muchos amigos armenios. Una cosa que habitualmente… no me gusta hacer para descansar, pero iba a cenar con ellos y ustedes hacen cenas pesadas… pero era muy amigo, muy amigo, ya sea el Arzobispo Kissag Mouradian, el apostólico como de Boghossian, católico (...)
- Sí, y yo tengo dos amigos judíos y a veces como con ellos vareñikes... ¿qué tiene que ver? Este hombre no está bien - dije despacito. El monseñor que estaba a mi lado puso cara de rata cruel y siguió arreglándose las uñas.
Le tocaba ahora a un francés, Jean Luis de la Vassiere, que dijo:
- Santo Padre, quisiera agradecerle por mi parte y del semanario La Croix. Vamos camino a Roma y queríamos agradecerle por este soplo de primavera que sopla sobre la Iglesia (...)
- ¿Estái mamao? - grité yo apenas escuché esa barbaridad -si hace más frío que en Siberia.
El francés, muy afrancesadamente, me miró con odio y le tocó el turno de mi amiga la Piqué:
- Felicitaciones por el viaje ante todo. Sabemos que usted es el Papa y está también el Papa Benedicto, el Papa Emérito. Pero últimamente hicieron un poco de ruido unas declaraciones del Prefecto de la Casa Pontificia, Mons. Georg Ganswein, que sugirió que había un ministerio petrino compartido con un Papa activo y otro contemplativo. ¿Hay dos Papas?
- Benedicto, está en el monasterio rezando: yo he ido a encontrarlo muchas veces o al teléfono. El otro día me ha escrito una carta con aquella firma suya, dándome algunas felicitaciones por este viaje, y una vez, no una vez sino varias veces, he dicho que es una gracia tener en casa al abuelo sabio. También se lo he dicho en su cara y él se ríe, pero él es para mí el Papa Emérito, es el abuelo sabio, es el hombre que me custodia la espalda con su oración.
- Es decir, es el viejito gagá al que entretenemos con algún chiste de vez en cuando. ¿Es eso lo que está diciendo? - pregunté a Elizabetta, pero no me escuchó, embobada como estaba.
- (...) Luego he escuchado, pero no sé si sea cierto, esto. Lo subrayo, he escuchado, tal vez sean dichos, pero van bien con su carácter, que algunos han ido allá a lamentarse por este nuevo Papa, y los ha echado, con su mejor estilo bávaro, educado, pero los ha echado. Si no es cierto está bien dicho porque este hombre es así, es un hombre de palabra, un hombre recto, recto, recto.
- Hummm, dije yo. Este es un mensaje que le está pasando al pobre Benedicto: ‘O te portás bien, y no abrís la boca contra mí, o terminás como Celestino, con un clavo en la frente”.
- También estaré yo - seguía diciendo Francisco - y diré algunas cosas a este gran hombre de oración, de coraje, que es el Papa Emérito y no el segundo Papa. Él es fiel a su palabra y es un hombre de Dios, muy inteligente y para mí es el abuelo sabio en casa.
- Betina -le dije la Piqué poniendo cara de inteligente - es un mensaje que está pasado. Si Ratzinger apenas tiene diez años más que él. Si de abuelazgo se trata, ambos están en el mismo estado, aunque uno es sabio y el otro insensato. Y le dice clarito a Ganswein que el único Papa es él, y que el otro es un viejo choto.
- No me hable - me dijo seca la Betina. Y yo seguí escuchando al colega americano:
- ¿Está preocupado de que el Brexit pueda llevar a la desintegración de Europa, eventualmente a la guerra?
Yo me puse contento. Aquí el papa Francisco iba a defender a los pescadores, artesanos y agricultores ingleses que votaron por el Brexit contra sus odiadas multinacionales y finanzas globales. Pero quedé decepcionado. Comenzó diciendo:
- La guerra ya existe en Europa, además existe un aire de división, no sólo en Europa, pero en los mismo países, recuerda usted Cataluña, el año pasado Escocia.
- Lombardi, ¡auméntele la dosis! -grité. ¿Alguien me explica qué es eso de que ya hay guerra en Europa? Este hombre no está bien. La otra vez dijo que ya había estallado la Tercera Guerra Mundial. Pero me tuve que quedar callado. Tres guardias suizos se me acercaron amenazantes.
- Estas divisiones, no digo que sean peligrosas, pero debemos estudiarlas bien, siguió el Papa.
- Pero ¿cómo? ¿no era que había guerra? Y ahora dice que no son peligrosas... Esto es una incoherencia total -dije despacito al monseñor que se había empezado a cortar las cutículas.
Y seguía Su Santidad:
- Esta es una emancipación más comprensible porque detrás hay una cultura, un modo de pensar, en vez que la secesión de un país, aún no hablo de la Brexit, pensamos en Escocia, en todos estos, es una cosa que ha dado nombre y esto lo digo sin ofender, usando la palabra que usan los políticos, la balcanización, sin hablar de Los Balcanes.
- ¿Está diciendo que detrás de los escoceses no hay una cultura, un modo de pensar, un idioma y una historia? ¿Pero es que este hombre sabe algo de Escocia para decir ese disparate? Seguramente ignora que los únicos que dieron albergue a los pretendientes jacobitas fueron los papas y que el último pretendiente murió cardenal.
- ¿Los qué? - me preguntó el monseñor mientras se mirada las uñas.
Era el turno del periodista alemán:
- Hoy habló de los dones que comparten las Iglesias. En vista que usted irá dentro de 4 meses a Lund para conmemorar el 500 aniversario de la Reforma, pienso que tal vez este sea el momento justo no sólo para recordar las heridas de ambas partes, pero también de reconocer los dones de la reforma, tal vez sea una pregunta herética, la de anular o retirar la excomunión de Martín Lutero o de cualquier rehabilitación. Gracias.
Y respondió el Papa:
- (...) Él (Lutero) era inteligente, ha hecho un paso adelante justificando el porqué lo hacía, y hoy luteranos y católicos, protestantes, todos, estamos de acuerdo con la doctrina de la justificación, en este punto tan importante él no se ha equivocado.
Yo me agarré la cabeza con una mano y saqué un libro con la otra.
- Pero eso es mentira, dije despacito mientras buscaba una cita. Santidad, dije en voz alta- ni siquiera la declaración conjunta sobre la justificación de la Comisión Teológica dice esto, se limita a señalar puntos comunes, como dice expresamente. Y leí: "Cabe señalar que no engloba todo lo que una y otra iglesia enseñan acerca de la justificación, limitándose a recoger el consenso sobre las verdades básicas de dicha doctrina”. Por tanto, Santo Padre, si usted dice que está de acuerdo con la doctrina de la justificación de Lutero, usted es el único católico que puede sustentar que el hombre justificado es a la vez justo y pecador; o que “El libre albedrío después del pecado es cosa de título solamente. Y en tanto en cuanto uno obra lo que está en él, uno peca mortalmente” o que el perdón obtenido en la confesión no anula la falta sino que la soslaya; o que la fe sin caridad justifica. Usted está hablando como luterano:¡es un Papa hereje! -grieté con desesperación.
El P. Lombardi hizo un gesto a los guardias que sujetaron por los hombres y estaban a punto de meterme una trompada cuando se acercó un fotógrafo cámara en mano. Eso los detuvo. Yo me tranquilicé y seguí escuchando al Papa:
- En ese tiempo (el de la Reforma) la Iglesia no era un modelo de imitar, había corrupción en la Iglesia, había mundanidad, el apego al dinero, al poder, y por esto él (Lutero) protestó.
- Pero eso es lo que dice un chico que leyó un manual de historia del secundario -dije despacito. El mismo Lutero dijo: “Yo no condeno las costumbres impías de Roma, condeno las doctrinas impías”, o “Maldeciré y reprenderé a los canallas hasta que me vaya a la tumba, y nunca oirán de mí una palabra civilizada. Tocaré a muerto en sus tumbas con rayos y truenos, porque no soy capaz de rezar al mismo tiempo que maldigo. Si digo “bendito sea Tu nombre, debo añadir: “malditos, condenados, maldito sea el nombre de los papistas. Si digo “Venga a nosotros tu Reino” a la fuerza he de añadir “que el papado sea maldito, condenado y destruido”. En verdad rezo con mi boca y mi corazón todos los días sin interrupción “(Lutero, Sammtl. W., XXV, 108)”.
- Ni se le ocurra decir eso en voz alta -me dijo el monseñor amenzándome con la lima de uñas.
Y empezó a preguntar mi colega francesa:
- Hace unas semanas habló de una comisión para reflexionar sobre el tema de si las mujeres podían ser diaconisas algún día. ¿Quería saber si ya existe esa comisión y cuáles son las preguntas que tendrían que estudiar y que todavía están por resolver?
- (...) He hablado con el Prefecto de la Doctrina de la Fe y me ha dicho “mire que hay un estudio que ha hecho la Comisión teológica internacional en los años ochenta”. Luego he hablado con la presidenta y le he dicho si por favor me puede hacer llegar una lista de gente que ella crea que yo pueda tener para formar esta comisión, y me envió la lista, también el Prefecto me ha enviado la lista y ahora los tengo sobre mi escritorio para hacer esta comisión, pero yo creo que se ha estudiado tanto sobre el tema en la época de los ochenta que no será difícil tener una luz sobre este argumento.
- No entiendo, Elizabetta, no entiendo. Si ya está hecho el estudio hace pocas décadas, ¿para qué hacer otra estudio nuevamente?
- Para escuchar la voz de las mujeres - me dijo secamente.
- Pero los hechos históricos son los que son, más allá que los estudien hombre, mujeres o marcianos. La Comisión concluyó que las diaconisas de los primeros tiempos del cristianismo era ayudantes del obispo en tareas caritativas pero no recibían el sacramento del orden. Para mi que lo está diciendo para quedar bien con los periodistas.
- Ay, pero qué malo es usted -me dijo el monsignorino mientras se miraba las uñas recién acicaladas.
Le tocaba el turno a una colega americana:
- Santidad, en los últimos días el Cardenal alemán Marx hablando en una conferencia en Dublín, sobre la Iglesia en el mundo moderno, ha dicho que la Iglesia Católica debe pedir perdón a la comunidad gay por haberlos marginado. Días después sucedió lo de Orlando. Muchos dicen que la comunidad cristiana tiene algo que hacer con este odio a estas personas. ¿Qué cosa piensa?
- Esa pregunta no vale -dije yo en voz alta- si el que mató a los gays en Orlando era musulmán. ¿Qué culpa tenemos nosotros?
Esta vez fue el monisgnorino quien pidió a los guardias suizos que me sacaran, pero los tipos se quedaron quietitos. Parece que me argumento era convincente.
- Se puede condenar pero no por motivos teológicos sino por motivos digamos de comportamientos políticos o por ciertas manifestaciones demasiado ofensivas para los otros, pero estas son cosas que no entran en el problema. Además hay algunas tradiciones en algunos países, en algunas culturas, que tienen una mentalidad distinta en este problema.
- Pero, pero, eso no puede ser -empecé a gritar- la homosexualidad es un pecado que clama al cielo y debe ser condenado justamente por motivos teológicos y no culturales. ¡P. Lombardi, dígale que está equivocado. Que está diciendo justamente lo contrario de la doctrina católica!
El monsignorino estaba enfurecido. Sacó la lima e intentó clavármela en el pecho. Menos mal que se interpuso el escapulario verde que siempre llevó encima.
Y siguió hablando su Santidad:
- Creo que la Iglesia no solo debe pedir perdón como ha dicho ese cardenal marxista, no solo debe pedir perdón a las personas gays que ha ofendido, sino que debe pedir perdón también a los pobres, a las mujeres explotadas, a los niños explotados en el trabajo, debe pedir perdón por haber bendecido muchas armas. La Iglesia debe pedir perdón por no haberse comportado muchas veces. Los cristianos, la Iglesia es santa, los pecadores somos nosotros- Los cristianos debemos pedir perdón por no haber acompañado tantas opciones…
- Y ya que estamos, pedí perdón también porque la luna no es de queso y porque el agua de mar es salada... ¡Este hombre está completamente loco!
Fueron mis últimas palabras. Los suizos me encerraron en unos de los carritos donde las azafatas llevan la comida. Y me quedé allí hasta que aterrizamos.