Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor ten piedad.
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos.
Dios Padre, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Sacerdote Eterno y Rey soberano, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, fuente de santidad y guía de los pastores, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros.
Por el Papa, vicario de Cristo, óyenos, Señor, y ten piedad.
Por los cardenales de la Santa Iglesia de Dios, óyenos, Señor, y ten piedad.
Por los obispos de la Santa Iglesia de Dios, óyenos, Señor, y ten piedad.
Por los sacerdotes de la Santa Iglesia de Dios, óyenos, Señor, y ten piedad.
Por los diáconos de la Santa Iglesia de Dios, óyenos, Señor, y ten piedad.
Por los seminaristas de la Santa Iglesia de Dios, óyenos, Señor, y ten piedad.
Por los ministros de la Santa Iglesia de Dios, óyenos, Señor, y ten piedad.
Que los clérigos fieles a sus promesas, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
Que los clérigos que se esfuerzan por ser santos, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
Que los clérigos ortodoxos en materia dogmática, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
Que los clérigos que predican con coraje, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
Que los clérigos reverentes en materia litúrgica, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
Que los clérigos generosos en confesar, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
Que los clérigos dedicados a las obras de misericordia, por la preciosa sangre de Jesús, sean fortificados.
A los clérigos desorientados, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos desmoralizados, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos exhaustos, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos menospreciados, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos calumniados, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos perseguidos, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos silenciados, preciosa sangre de Jesús, consuélalos.
A los clérigos abusadores, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
A los clérigos ambiciosos, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
A los clérigos vengativos, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
A los clérigos heréticos, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
A los clérigos irreverentes, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
A los clérigos cobardes, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
A los clérigos tibios, preciosa sangre de Cristo, lava y conviértelos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, protege y salva a tus sacerdotes.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, sana y purifica a tus sacerdotes.
Cordero de dios, que quitas los pecados del mundo, multiplica tus sacerdotes santos.
Oremos: O Señor Jesucristo, apiádate de tu pueblo y que la luz de tu rostro nos ilumine para que aquellos que vivimos en el valle de las sombras de la muerte, seamos librados de las iniquidades que nos afligen y que así podamos recibir muchos pastores según tu Sagrado Corazón, para que, santificándonos a todos, conduzcan a tu grey hasta los prados de gracia y gloria donde Tú vives y reinas con el Padre en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Tradujo Jack Tollers
Fuente: http://vultuschristi.org/index.php/2018/09/the-spirit-comes-to-the-aid-of-our-weakness/