Porque cualquiera que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre también se avergonzará de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles. (Mc. 8, 38)
sábado, 31 de mayo de 2014
jueves, 29 de mayo de 2014
"...y una nube lo ocultó de sus ojos".
Hace pocos días me escribía un amigo a quien le había pedido
un aporte para el blog: “Estoy pasando por unas tinieblas espirituales,
morales, psicológicas que... qué sé yo. Pero si se despejan un poco las
presentes brumas, veré qué se puede decir (y cómo)”.
Esta confesión me hizo recordar que los autores que más han
influido en mi formación –Lewis, Tolkien, Knox, Newman, Belloc, Castellani-
coinciden en hablar de los frecuentes momentos brumosos que debieron atravesar
en sus vidas. Y por “bruma” aquí entiendo una cierta incapacidad para ver y
valorar la realidad a nivel, fundamentalmente, emotivo. Es decir, la razón
adhiere firmemente a la fe, pero los sentimientos y las emociones insisten en
mostrarnos el absurdo que implica seguir creyendo y viviendo de acuerdo a las
exigencias de esa fe. El ánimo, entonces, suele precipitarse hacia un estado de
aburrimiento o tedio profundo y de atonía o falta de tensión. Y es bruma, porque entre la “realidad real” y
la realidad tal como es percibida y valorada a nivel de las emociones, se
interpone una espesa niebla que no deja ver nada.
Es la misma experiencia del rey Théoden cuando, con sus
tropas, se acercaba a Isengard: “A los lejos y a la derecha, asomaban las Montañas
Nubladas, cada vez más altas y sombrías a medida que avanzaban las huestes.
Ante ellos, el sol se hundía lentamente. Detrás, venía la noche”. Y es la misma
zona crepuscular en la que, por momentos, se adivina que vive el Hombre del
Sillón, en El despertar de la señorita
Prim, para quien la vida de fe es primariamente racional más allá de que
las emociones muchas veces jueguen despiadadamente en contra. Y es el Videmus in aenigmata, de San Pablo, que
nos alienta recordándonos que, a pesar de esa vista brumosa que tenemos hoy, “como
en enigma”, tendremos en el futuro la visión cara a cara.
Es justamente hoy, jueves de la Ascensión del Señor, el día
de nosotros, los viatores que caminamos
en medio de las brumas, o bien, el día de aquellos que “creen sin haber visto”,
o de los que seguimos al Cordero sin haber estado nunca con Él. La Escritura nos
advierte que así será. Se lee hoy en la Epístola: “Y cuando dijo esto, vieron
que fue elevado, y una nube lo ocultó de
sus ojos”. Sí. A los apóstoles testigos de la Ascensión, cuando el Señor se
marchó, una nube, o una bruma, se les
interpuso entre Él, que se elevaba, y sus ojos. Ellos, como nosotros,
comenzaron a vivir y a ver ya a través de la bruma, pero ahora ven cara a cara.
¡Gaudete in Domino!
martes, 27 de mayo de 2014
Rogativas
Hoy es el segundo día de Rogativas, una ceremonia litúrgica
que fue eliminada por el Concilio Vaticano II. Se trataba de un rito que hunde
sus orígenes en el siglo IV y que obedecía a las palabras del Señor antes de su
ascensión que nos mandan a orar y pedir, tal como se leyó en el evangelio del
pasado domingo. Consistía en unas largas letanías a todos los santos y varias
oraciones que se cantaban, con los fieles en procesión, antes de la misa de los
tres días que preceden el jueves de Ascensión.
Estas letanías no podrían rezarse en la actualidad
públicamente. No, al menos, después de los gestos que nos hemos acostumbrado a
ver y que, obscenamente, se han repetido en los últimos días. Aquí van algunas
de las frases letánicas que deberían ser eliminadas:
Para que te dignes
humillar a los enemigos de la Santa Iglesia.
Hemos visto como el papa Francisco, hace un par de días,
exclamó un satisfecho ¡Lo logramos!,
al abrazarse y besuquearse con un rabino y un religioso musulmán frente al Muro
del Templo de Jerusalén. ¿Hay, acaso, enemigos más claros de la Iglesia que la
Sinagoga y el Islam? Aquella, crucificó al Señor reclamando para sí y sus
descendientes la sangre divina derramada; éste, desde sus orígenes no dejó ni
deja de perseguir a los cristianos.
Para que llames a todos
los que están equivocados a la unidad de la Iglesia, y conduzcas a todos los
infieles a la unidad del Evangelio.
Ya no hay equivocados ni infieles en la visión del papa Francisco.
Hasta los ateos y los marxistas son buenas personas… Los judíos y musulmanes
merecen abrazos, y los protestantes son hermanos de los que nos diferencian
naderías. Y el obispo de Roma está dispuesto a discutir la función del primado.
Es decir, la unidad de la Iglesia es un tema abierto a la discusión.
Para que dirijas
nuestras mentes a los deseos del cielo.
¿Es que alguien escuchó al pontífice referirse a estos
deseos? Pareciera que nuestras mentes debieran estar dirigidas a lograr la paz
mundial y la concordia entre los argentinos; a acabar con los contenedores
humanos y a llorar a los muertos de Cromagnon o los náufragos africanos que no
han sido suficientemente llorados; a acabar con la pobreza y la desigualdad
social; a no chismorrear ni hacer lobby y a dejarse misericordiar. Del cielo y
de la vida eterna, ni noticia.
Quema con el fuego del
Espíritu Santo nuestros riñones y nuestros corazones, a fin de que te sirvamos
con cuerpo casto y te agrademos con un corazón puro.
Causa risa… Se nos pide dejarse quemar el interior antes que
caer en la fornicación, pero nuestro papa besa las manos de un sacerdote que
públicamente defiende el sexo entre homosexuales, afirma que él es no es nadie
para juzgar a los que practican esta perversión, considera que los actos de
este tipo cometidos por su asistente, Mons. Ricca, son “pecados de juventud”, declara
públicamente que los refocilos del arzobispo Maccarone con su chofer pertenecen
a su vida privada y alaba frente a los católicos de su propia diócesis al
obispo Bargalló, sorprendido in fraganti
con una rubia señora divorciada en un lujoso hotel caribeño.
Hoy también es el día de San Beda el Venerable, uno de los
doctores de la Iglesia menos conocido. Yo me pregunto: ¿la fe de Francisco es
la fe de San Beda?
lunes, 26 de mayo de 2014
El besamanos
El día 6 de mayo, el Romano Pontífice felizmente reinante,
recibió en Casa Santa Marta al P. Michele de Paolis, con quien concelebró la
santa misa y, acto seguido, le besó las manos.
La noticia, y la foto, fue publicada el viernes 23 y, como
podía , dio pie a un nuevo escándalo.
¿Quién es el P. Michele de Paolis? No vamos a repetir aquí
lo que ya ha aparecido abundantemente en otros sitios. Quienes quieran
enterarse pueden hacer click aquí,
aquí
y aquí,
con diferentes miradas sobre el personaje.
En este caso, solamente haré mención a la progenie del
sacerdote defensor del amor y del sexo homosexual. Se trata de un discípulo
directo del famoso, en los ’50, Abbé Pierre, el cura revolucionario francés.
Sobre él escribía el P. Castellani:
“Acerca de los santos
notorios. Siempre les he desconfiado. En nuestros días de mistificación y
catolicismo mistongo son peligrosos. Cada vez que me han dicho "¡Ah,
visítelo al P. Baula, el Provincial de los Salesianos, y se encontrará con un
verdadero santo, como los santos antiguos…" y lo he hecho, me he
encontrado con una falsificación de la santidad.
Hace un año trajeron aquí para oficiar de "Santo"
a un francés llamado "Abbé Pierre" y lo pasearon por el país, y
después por el Uruguay y Brasil como muestra refulgente de la santidad de la
iglesia. Quien lo trajo fue una entidad benéfico-propagandística llamada Emaús.
El empresario y garante de la operación publicitaria fue un jesuita llamado
Balista, sumamente corto de alcances y (como se vio después) también de
honradez.
Balista había ido a Europa expresamente a visitar al Abbé
Pierre, y lo había encontrado en una clínica de Suiza internado como
"débil mental". Sin embargo lo trajo aquí. Aquí lo llevaron en
procesión por todas partes como a imagen de paramento, y él hacía con gran
seriedad la comedia del Paráclito encarnado.
Bien: el famoso santo, que fue acatado incluso en la Curia
de Buenos Aires, es un caso patológico, al lado del cual el famoso Miguel de
Molinos es un gran señor.
Es un caso de encierro, simplemente.
Llegado a Buenos Aires fue llevado de visita al Presidente de
la República en su Residencia de Olivos.
Quienes lo presentaron al Presidente fueron una pareja
aristocrática de Emaús—y el P. Balista.
Comenzado el almuerzo, el santo se mostró enfermo—de verdad
o a fingidillas.
La señora que lo había presentado lo llevó como a un
inválido a la alcoba de Frondizi y lo acostó. Frondizi no había llegado todavía…”
La historia sigue, pero mejor la dejamos aquí.
En 2005, apareció con el título Mon Dieu… porquoi? un libro que consiste en una entrevista que le
concedió el abbé Pierre al periodista Frédéric Lenoir. En un pasaje se refiere
a su celibato: “Yo elegí muy joven la castidad. Mi vida de monje, absorbida enseguida totalmente por la ayuda a los más necesitados, me hizo descartar todo
tipo de relación amorosa. Pero esto no anuló en absoluto la potencia del deseo,
y me sucedió de haber cedido a él pasajeramente, pero nunca dejé que echara
raíz”. Con eso nos quedamos tranquilos…
En la reseña a otro de los libros del cura francés, se lee: “No
le sorprendería que Jesús haya tenido relaciones sexuales con María Magdalena.
No ve ningún argumento teológico mayor que le prohibiese a Jesús conocer una
experiencia sexual.
Está convencido, conociendo profundamente la naturaleza
humana, que Jesús vivió la experiencia del deseo sexual que ha vivido todo
hombre.
El Abate no condena a dos personas del mismo sexo que
quieran unirse, como lo hace la Iglesia. Entiende el deseo de los homosexuales
de hacer conocer el amor”.
Discípulo y émulo de este señor es el P. Michele de Paolis,
a quien el papa Francisco le besa las manos.
¡Estamos cada vez más en el horno, que no deja de subir
temperatura!
sábado, 24 de mayo de 2014
En el bar del Titanic
Envuelto en mi desesperación, sudando por razón del temor, perplejo como
nunca ante el curso que tomaban los acontecimientos, en lugar de ir—como correspondía—a
rezar a la capilla, me fui al bar.
La barra estaba desierta y no encontré a nadie allí sino el barman que
se mantenía firme en su puesto de combate. La barra estaba inclinada pero eso
no impidió que bebiéramos whisky puro, los dos, ansiosos por que los duendes de
la botella operen cuanto antes sobre nuestros aterrorizados espíritus.
Le dije al barman, cosa de hablar de algo para distraernos, mientras
caían algunas botellas y se rompían a las espaldas del hombre y las mesas y
sillas se apilaban contra uno de los costados del bar.
- Deberíamos estar rezando en la capilla…
- No, no creo.
- ¿No cree en Dios?
- No, sí, claro que sí. Pero no creo que necesariamente tengamos que acudir a la
capilla. Aquí estamos igualmente bien. O mal, qué sé yo. Y acá se puede rezar
también, qué se cree usted. En cualquier caso, este es mi puesto, "mi
honra está en juego…"
- "Y de aquí no me muevo", je. Les Luthiers,
sí, ya sé.
- Yo ya estoy tan pedo que no me acuerdo bien cómo
rezar. Por lo menos la oración esa de Santa Teresa, ¿cómo era? "Nada se
pasa, todo se turba", no… no me puedo acordar.
- Y pensar que habían dicho que ni Dios lo podía
hundir. Y bueno, qué sé yo, no quiero ser pesado, pero, dígame una cosa, ¿no?: se está hundiendo nomás. Sírvase otro trago,
mi amigo.
- "¿Todo me espanta?" No no era así.
- Para mí que está mal hecho…
- ¿Lo qué?
- El bote este: se está hundiendo solo.
- O lo está hundiendo el capitán.
- No, para mí que lo está hundiendo Dios.
- O el diablo.
- O ambos, cada cual con su propio plan.
- O entre todos, el capitán, la tripulación, el diablo
y Dios. A fin de cuentas, no es tan fácil hundirlo.
- Pero se hunde nomás, qué le vamo' a hacer.
- Pero habían dicho que ni Dios lo podía…
- Sí, bueno, todo lo que quiera, pero habría que ver
quién dijo semejante pavada…
- Distorsionaron todo. En realidad, lo que dijo el
Armador fue que el diablo no prevalecería… no que no se podía hundir esta
estructura. Que algunos se salvarían, a pesar de todo. Pero se preguntaba
cuántos serían, dando a entender que no serían muchos. Pero que esta estructura
se iba a hundir con capitán y todo, nunca dijo que no.
- Dijo que rezaría por el capitán…
- Sí, pero eso no quita que el capitán es libre y
puede ser una bestia peluda…
- Claro, como este que nos tocó ahora.
- Un perfecto animal.
- Un salvaje.
- Un ignorante, un presuntuoso, un macaneador.
- Un improvisado, un improvisador, un imprevisto
plebeyo... un perfecto mentiroso.
- Y todavía tenemos que soportar que buena parte de la
tripulación diga que es humilde, mientras el barco se hunde en buena parte por
culpa de este hombre… y de buena parte de la tripulación.
- Convídeme otro trago, que nos hundimos todos
l.p.q.l.p. ¿"La paciencia siempre me falta"?. No; tampoco.
- Y todavía tiene el tupé de decir "sálvese quien
pueda".
- Cuando no le da por decir que igual estamos todos
salvados… incluso los pedófilos.
- O que es
igual, porque no se salva nadie. "Hemos sido derrotados con todo
éxito".
- ¿Les Luthiers?
- École.
- El capitán está borracho…
- Sí, ya sé, "ebrio de la sangre de los
santos", ya sé, no me digás…
- Es una bestia.
- Una bestia bermeja.
- Pero hay una cosa: el barco se hunde. ¿Pero cómo era
la cosa, la gran siete, que no me puedo acordar, la oración de la gallega esta?
¿"Dios no me alcanza"? Se me ñubla la vista. No me acuerdo un soto.
- Bueno, Castellani lo había dicho. Que el Titanic no
tiene promesas de eternidad.
- Ese no sabía de náutica.
- ¿Quién, Castellani? Sabía como el que más. Pero el
Armador dijo que un pequeño resto se salvaría… aunque quedara a merced de los
vientos…
- Pero dicen que el Armador también había dicho que
nos acompañaría en el viaje, hasta el fin…
- Puede ser, pero yo por aquí no lo ví, che.
- Dame otro whisky.
- ¿Qué, y ahora nos tuteamos? ¿Qué pasa?
- No sé, estoy medio en pedo ya, porque cada vez veo
todo más torcido. ¿Y cómo era eso de la Teresa? "Dicen que Santa Teresa,
cura a los enamorados?" Ah, no. Esa es otra.
- Tengo miedo, me quiero matar.
- En algunos países el suicidio se castiga con la pena
de muerte.
- ¿Les Luthiers, otra vez?
- Ea.
- Ahí afuera en la cubierta está tocando la orquesta
"Cerca de Tí", que supongo refiere al Armador. A lo mejor lo están
viendo. Podríamos ir a ver, no sea que…
- Quédese aquí mi amigo. Vamos a tomar otra copa.
"El espanto todo lo alcanza". Bueno, no me acuerdo, pero algo así
era.
- El capitán es un inútil, te digo que…
- Un incompetente.
- Un gil de lechería.
- Un floripondio.
- Un chambón.
- Este barco hace agua por todas partes…
- Y eso que dijeron que ni Dios lo podía hundir.
- Dios lo puede hundir y el diablo también.
- O ambos, cada cual con su plan.
- Dame otro whisky,
l.p.q.l.p., tengo miedo. "¿Nada se pasa?"
- A lo mejor
tendríamos que tomar cognac.
- ¿Cognac?
- Sí, Chesterton
dijo que era la bebida de los valientes.
- Dame un cognac,
que ando necesitando algo más fuerte.
- Así que ni Dios
lo podía hundir, ya te voy a dar a vos…
- Eso dijeron, pero
a fe mía, no parece, che, pareciera que esto se está hundiendo, nomás. Yo tenía
un compañero de colegio que se había puesto de novio con una tal Teresa; y
cuando le preguntaron cuál era su número preferido dijo "el terese".
Está güeno. "Dios nos alcanza". Bueno, algo así.
- ¿Y la
tripulación, qué diablos está haciendo?
- Dicen que no hay
más botes salvavidas, que no cargaron más de esos, porque no iban a hacer
falta, ¿te das cuenta, che? ¡Que no iban a hacer falta!
- Porque ni Dios lo
podía hundir… dame más cognac, que el julepe me tiene a mal traer.
- Dijeron cada
cosa… que el mar iba a estar tranquilo, que la navegación sería de lo más
apacible, que no habría más tormentas, que el viento se quedaría quieto…
dijeron cada pelotudez.
- Sí, como aquello
de la primavera de la naútica…
- Y llamaron a los
que querían cargar más botes salvavidas "profetas de calamidades"…
- L.p.q.l.p. a
todos. Y nos trataron como a negros por avisar lo que se venía…
- No es verdad que
aquí tratan mal a todos los negros. También los tratan mal en otros países…
- ¿Les Luth…?
- Ajá.
- Pero tengo la impresión de que Dios puede
hundir esto, con capitán a bordo y todo.
- Y a nosotros, los
negros, también.
- Sálvanos, Señor
que perecemos.
- Dame otro trago,
antes que sea tarde, que todavía tengo miedo.
- Ahora, hablando
en plata… el capitán es un inútil.
- Sí, pero es el
capitán.
- ¿"Las majas
del bergantín"?
- Eco.
- Un gil a cuadros…
- Un pescado
atómico.
- L.p.q.l.p.
- "Todo se
turba, nada me alcanza"… ¿Cómo era, che?... dame más cognac.
Jack Tollers.
viernes, 23 de mayo de 2014
El papelón desde la Cúpula
Ya les comenté que, desde que está el papa Francisco, en los
ambientes eclesiásticos romanos se publican muchas noticias de la Iglesia en la
Argentina. Se la mira como se hacía con Polonia a fines de los 70' y hasta la
mitad de los 80' por ser la Iglesia que dio al papa Juan Pablo II.
También circulan en las gacetillas de análisis - entre los
otros temas- apreciaciones sobre lo que ocurre allá en el finis terrae.
La historia del telegrama de salutación por el 25 de Mayo
está vista como una opera buffa. Quien
quedó muy mal parado es Mons. Karcher, no sólo por lo indecoroso de su lenguaje
(que fue traducido y explicado en las gacetillas), sino por haberse arrogado el
papel de vocero. Por su lugar de ceremoniero y colaborador inmediato en asuntos
personales del Papa debía guardar silencio. No le corresponde asumir el papel
de vocero oficial ni oficioso. No era difícil darse cuenta de que se trataba de
los acostumbrados telegramas que la Secretaría de Estado envía a pedido de la
nunciatura del lugar y a través de ella se entregan al gobierno. Lo sabe
cualquier allegado a la Santa Sede y, con mayor razón, alguien que se formó en
la Academia y trabajó un tiempo en la Secretaría, aunque hoy sea un maestro de
ceremonias litúrgicas.
El resultado es que Karcher lo ignoró al Nuncio en Buenos Aires
y a la Secretaria de Estado en el Vaticano, y arriesgó las difíciles relaciones
con el gobierno argentino. Ya hace unos días hubo también confusión por hacerse
eco de una supuesta declaración de Parrili acerca de que la Presidenta no iría
al Tedeum. Luego se aclaró oficialmente que sí concurrirá.
En las oficinas del Palazzo Apostolico se implora por una
vuelta a la normalidad en la que cada sector haga lo suyo: de los aspectos
domésticos y personales del Papa, se ocupen sus secretarios de la Casa
Pontificia, y de las relaciones con los Estados la Secretaría de Estado.
En el Vaticano se solía decir que habiendo allí tantos
italianos, lograba ser sin embargo una organización seria. En los últimos
tiempos salieron a la luz episodios que le bajaron validez a esta jactancia.
Aunque (a mi fundado parecer) no del todo. Pero, de todas maneras, el sainete u
opera buffa que gira en torno al Papa
acarrea las risas y sonrisas irónicas de muchos curiales: Ormai, sono gli argentini (al fin y al cabo, son los argentinos).
El asunto de la cena VIP en ocasión de las canonizaciones
muestra que el Papa no está dispuesto a aceptar costumbres que para un europeo
de cierto nivel son habituales. Francisco quiere imprimirle a la Curia y a lo
que la rodea un estilo de sobriedad y de impronta pastoral que muchos no
alcanzan a ver. El episodio también muestra que al Papa le resulta muy difícil
acertar en sus nombramientos, porque los protagonistas de la cena VIP son
personas que él nombró como de su confianza. Necesita ser mejor asesorado, pero
él necesita acertar en qué tipo de asesores elige.
El viaje a Tierra Santa (Jordania, Palestina, Israel) es de
gran trascendencia. Pero no cabe esperar resultados maravillosos. Corre la voz
de que le han pedido con insistencia al Papa, y él habría aceptado, confiar en
los especialistas de los equipos de la Santa Sede, no tomar iniciativas en el
terreno sin consultar, porque allí todo es muy sensible. Librado a su suerte el
estilo degli argentini puede tener
consecuencias que borren de un plumazo lo que se consigue en décadas. Bien
llevada, esta gira puede poner un granito de arena en buen camino. Hay que
acompañarla rezando.
Dall'ombra der Cuppolone
jueves, 22 de mayo de 2014
miércoles, 21 de mayo de 2014
Minuisti eum paulo minus ab Angelis
El texto corresponde al salmo 8, en el que se alaba la obra
de la creación divina, y se asegura que Dios hizo al hombre “un poco inferior a
los ángeles”.
También el apóstol Pedro, en su segunda epístola, escribe: “Estos
hombres audaces y arrogantes no tienen miedo de blasfemar contra los ángeles
caídos, mientras que los ángeles, superiores en fuerza y en poder no pronuncian
ningún juicio injurioso contra ellos en la presencia del Señor”.
Queda claro para todos los cristianos que, de acuerdo con la
revelación divina, los ángeles son superiores a los hombres.
Del mismo modo se expresó también la Tradición y la
teología. Orígenes, en el siglo III, consideraba que tantos los ángeles como
los hombres poseían una misma naturaleza espiritual que había caído, por
enfriamiento en el amor, desde la Unidad originaria. Sin embargo, los hombres
habían caído más bajo que los ángeles, por lo que eran inferiores a ellos.
Santo Tomás de Aquino, diez siglos después, dedica en la primera
parte de su Summa theologiae, un
tratado sobre los ángeles (qq. 50-63) en la que demuestra las perfecciones y
superioridad de estos seres con respecto al hombre y a las demás criaturas
corporales. Por otra parte, escribe también la cuestión disputada De spiritualibus creaturis donde
nuevamente insiste en la misma superioridad angélica.
Y, como estos dos doctores de líneas y pensamiento harto
diferente y separado por muchos siglos, podríamos mencionar a cientos de otros
autores que abundan en la cuestión de la superioridad de los ángeles con
respecto a los hombres.
Pues bien. ¡Albricias hermanos! Estas cuestiones de los
ángeles y debes seres alados y voladores no son de particular interés del papa
Francisco quien hoy, en su homilía de Santa Marta, ha proclamado que el hombre es superior a los ángeles. He
aquí sus palabras:
“Y a los ojos de Dios nosotros somos lo más bello, lo más
grande, lo más bueno de la creación. Pero padre, ¿los ángeles? ¡No! Los ángeles
están más abajo nuestro, ¡nosotros somos más que los ángeles! Lo escuchamos en
el libro de los Salmos. ¡Nos quiere el Señor! Debemos agradecerle por esto”.
Quienes no puedan dar crédito a sus oídos, o a sus ojos,
frente a tamaña burrada teológica, pueden leer el texto completo de la homilía aquí.
Y aclaro, por las dudas, que el papa no se está refiriendo a que la naturaleza
humana, en tanto que objeto de la encarnación del Verbo, es superior a la
naturaleza angélica, lo cual sí pertenece a la tradición teológica católica.
Bergoglio está hablando de la creación simpliciter,
y del texto del Génesis deduce que el hombre es “lo más bueno de la Creación”!
Yo me permitiría darle un consejo a aquellos prelados que
rodean al Romano Pontífice: frénenlo y sáquenle el micrófono… En cualquier
momento se va mandar una herejía contra el misterio trinitario que no sé cómo
van a hacer Müller y Lombardi para explicarlo, y no lo va a hacer por hereje
sino por iletrado.
Y para pasar el mal rato, va un regalito: todos los número
de la revista JAUJA en PDF y gratis:
(Aclaración: el trabajo de digitalización no es mío sino que, gentilmente me fue cedido por su autor)
(Aclaración: el trabajo de digitalización no es mío sino que, gentilmente me fue cedido por su autor)
16-17. https://ia902509.us.archive. org/23/items/ 1617AbrilMayo1968_201405/16- 17-%20Abril-Mayo%201968.pdf
lunes, 19 de mayo de 2014
Rumores en la Cúpula
Llama la atención en Roma la aparición de los prelados más
papistas que el Papa. Como contracara de la llamada resistencia de los
señalados como conservadores, comienza a aparecer un nuevo perfil de obispos: los
que leen los gestos de Francisco y los exageran por su parte. El caso más
llamativo es el secretario de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI). Monseñor
Nunzio Galantino fue nombrado en ese cargo directamente por el Papa, y lo ha
distinguido nuevamente con una próxima visita a su pequeña, alejada y sufriente
diócesis. Pero Galantino no quiso participar de la reunión de alumnos y
profesores de escuelas y colegios católicos. Fue una multitud (trescientos mil,
dicen) que aclamó al Papa en la Plaza de San Pedro y llenó la via della
Conciliazione. El Papa los entusiasmó y alabó la tarea de la escuela católica.
Ahora mons. Galantino se despachó desacreditando irónicamente a los fieles
laicos pro-vida que rezan delante de las clínicas donde se practican abortos.
Despertó una fuerte e inteligente reacción laical, a la que no ha sabido
responder (al menos por ahora).
Tanto en clérigos como en laicos se va viendo cada vez más
clara la opción por usar la libertad de los fieles que reconoce el mismo Código
de Derecho Canónico. Actuar con fidelidad a la doctrina explícita y clara. Si
es con el beneplácito de la jerarquía, mejor. Si no lo es, no es
imprescindible. También el criterio de hacer efectiva la descentralización,
disminuir la papa-dependencia, y fortalecer las comunidades locales. Hay plena
confianza en que el Papa no modificará ni un ápice de la doctrina. Que a lo
sumo promoverá costumbres o acciones innovadoras y en desacuerdo con la
disciplina vigente. Pero nada más (que ya es mucho).
En otro orden, les comento algo con referencia a la
Argentina. Desde la elección de Francisco, los medios de prensa que se leen en
los ambientes eclesiásticos prestan atención a las noticias que vienen de la
Iglesia en la Argentina. Antes no existían esas noticias. Obviamente, siempre
hay una referencia indirecta, como si fuera una iglesia modélica: de la que
surgió el Papa (como en los 80' se miraba a Polonia). En los últimos días
aparecieron las noticias del contrapunto de los obispos argentinos y el
gobierno. En el medio, la existencia de llamadas ida y vuelta con Santa Martha
a ese propósito. Esas crónicas abonan los comentarios romanos sobre lo que se
señala (críticamente) como el estilo del VDR (vescovo di Roma): alentar
direcciones de acción opuestas, con medias frases y gestos de lectura abierta.
El último sábado, en lo que parecía un apacible día de
primavera romana, una conversación telefónica con Buenos Aires le trajo
malestar al Papa. A pesar de las aclaraciones de Tucho Fernández y de los
esfuerzos de Mons. Arancedo que visitó a la Presidenta, surgió la novedad de
que nuevamente ella no asistirá a la Catedral para el 25 de Mayo. Lo que
parecía un nuevo rumbo en las relaciones con el gobierno, y la idea de
Francisco de que el último tramo del gobierno de Cristina fuera en buena
relación y con acompañamiento de la Iglesia, se empantanó. La noticia no cayó
bien. Se puede interpretar que tanto por el freno al objetivo principal, como
por el deslucimiento que significa a la actuación de los alfiles episcopales de
Bergoglio (léase Fernández, Lozano y Sucunza) que estaban quedando anotados
como la primera línea de la CEA. También se entiende que la figura del Nuncio
permanece bastante al costado en todo este trámite.
El cardenal Jorge Mejía está cada vez más delicado de salud.
Sus episodios de agravamiento y de internación se repiten cada vez con mayor
frecuencia. El Papa lo bromea amistosamente con una expresión de raigambre
peronista: para un Jorge no hay mejor que otro Jorge.
La primavera está hermosa y la sombra del Cuppolone es una
maravilla.
Dall'ombra der Cuppolone
viernes, 16 de mayo de 2014
De escapes y de escapismos
¿Por qué
desdeñaríamos a un hombre que
encontrándose
en la cárcel,
intentara
fugarse y volver a su casa?
¿Y por qué
lo menospreciaríamos, si,
cuando cae en la cuenta de que no puede salir,
se pone a
pensar y a hablar de otras cosas
y no sobre
los carceleros y las paredes de su prisión?
Al recurrir
así a este vocablo "Escape",
los
críticos han elegido la palabra equivocada,
y, lo que es peor, están confundiendo
—y no
siempre es un error inocente—
el Escape
del Prisionero con la Huída del Desertor.
J.R.R. Tolkien
Si alguno
se imagina que sabe alguna cosa,
vaya
enterándose que aún no sabe nada,
como se
debe saber.
I Cor. 8:2
Se entregó
por nuestros pecados,
para
sacarnos de este presente siglo malo.
Gál. I:4
A propósito
del desencadenamiento de malas noticias todos los días, de la catarata de
bergoglemas con que nos desayunamos todos los días, nos hemos puesto a
conversar, el Anónimo Normando y yo, sobre los peligros de la hora.
Y para empezar, hemos coincidido
que uno de esos peligros consiste en dejarnos encerrar demasiado, que corremos
el riesgo de hacemos dependientes del enemigo que tenemos enfrente y nos
quedamos como hipnotizados por el basilisco que no deja de mirarnos, como el
ojo de Sauron.
Y nos pareció que hay que
escaparse de eso.
Un poco. Y bien.
Allí fue que el Anónimo Normando
recordó el texto de Tolkien que encabeza esta nota, la distinción primera que
hemos de hacer, entre escapes legítimos y falsos escapismos, entre el escape
del prisionero y la huída del desertor.
Pero claro, me apresuro a
reconocerlo redondamente: esta es materia difícil, este asunto de los
escapismos, de las escapadas, de las escapaditas y de los grandes escapes. Y la
dificultad está, antes que en ninguna otra cosa, en las numerosas y tediosas
distinciones a las que estamos obligados al dirigirnos a esta cuestión. Para
facilitar un poco la inteligencia de todo esto, me propongo usar aquí la
palabra equívoca que dice Tolkien, del siguiente modo: "escape" por
cosa legítima, necesaria, buena y sensata; "escapismo" por falsas
salidas, rumbos erróneos, cobardes huídas y actitudes insensatas
Pero antes que nada, hemos de ver
de dónde nos queremos escapar, de qué diablos.
A modo de ejemplo, hay quiénes
quieren escaparse de todo, sencillamente, y se suicidan (conocí personalmente a
uno, uno que supo ser amigo, y presumo de entenderlo un poco, un poco
bastante). Pero eso está mal, claro, que se parece más a la fuga del desertor
que dice don Tolkien y no tanto al Gran Escape que aquí propongo. Porque
nosotros no somos del mundo, pero estamos en él, presos por un tiempo, por
Voluntad de Uno que sabe más. Y que vino a rescatarnos de esta cárcel de
maneras y modos muy suyos (y ya se los dije, ya les avisé: esto no es fácil de
entender).
Están los que se quieren escapar
de la pesadez de esta existencia, del aburrimiento, del tedio de esta vida y lo
procuran drogándose o entregándose al alcohol o prolongando artificialmente las
horas de sueño (ay, si sabremos de esto). Son pequeños escapes, a veces
legítimos, pero muy a menudo, no. Como decía Chesterton, hay que beber porque
uno está feliz, no para estarlo. Y ahí tienen otra distinción (que, como decía
el mismo Gordo, distinguir es propio de gente distinguida).
A veces, se recurre a esto como
quien quiere anestesiarse, como si dijéramos, para ir llevándola. Cristo se
negó: "Le dieron a beber vino mezclado con hiel; y gustándolo, no quiso
beberlo" (Mt. 27:32).
Pero claro, no es para todos la
bota del potro. Así y todo, conviene andar con pies de plomo en esto también,
andar con cuidado con esto de anestesiarse, pues la inclinación se hace cada
vez más fuerte y el escape puede terminar mal (que así se murió el gran Michael
Jackson).
Con la droga, no puede terminar
de otro modo. Con el alcohol—bueno, el tema es tan grande y la materia tan
intrincada que lo dejaré para otra vez.
Baste indicar aquí con Santo Tomás que toda destemplanza se enraíza en
una fuerte inclinación que tenemos hacia la nada… de donde venimos y hacia la que
tendemos (por lo menos hacia allí se inclina la mitad de nuestra naturaleza,
compuestos como estamos de ser y nada).
Y en cualquier caso, ¿cómo nos
escaparíamos de este siglo malo acentuando la solicitación terrena? (Y es de
saber que hay modos sutiles de acentuarla, no sólo alimentando la
concupiscencia, a veces con la excusa de "meternos en política", a
veces dejándonos enredar en los negocios de la vida).
Hay quienes quieren escaparse de
la vulgaridad que nos rodea, de la democratización de todo, del generalizado
cretinismo de los profesores, periodistas, publicistas y polígrafos que dominan
por doquier, y el escape sería con recurso a cosas más elevadas, las artes, un
buen libro, la música o la poesía. Y eso puede estar muy bien. Y otras veces,
no tanto. Porque depende del modo en que uno se refugia en todo esto. Hay casos
en que uno busca salida hacia cosas superiores, más refinadas, más bellas,
escapando así de lo plebeyo, de lo vulgar, de lo feo que lo rodea: y eso es
bueno, y eso es necesario, y eso está muy bien. Pero existe un modo desordenado
de huir hacia todo eso, sobre todo cuando lo que lo impulsa hacia la cultura y
el refinamiento procede más de una suerte de esnobismo, de un resentimiento
invertido, de un desprecio por las masas envilecidas por la propaganda y no de
un sencillo instinto, de un gusto desarrollado por lo mejor, por la "areté",
por el "aristos" (las estupideces que en esta materia profiere
Bergoglio, tienen siempre un alguito de verdadero, que si no fuera así, sus
dichos caerían en saco roto). Como digo, depende.
El historiador, por ejemplo, que
escapa hacia el pasado, huyendo de ese "presente siglo malo" que dice
San Pablo, puede hacerlo bien y puede que no tanto. Si lo hace impulsado por un
fuerte apetito de saber, de conocer la verdad de lo que pasó, de averiguar qué
fue lo que sucedió, su escape en el tiempo es legítimo y muy bueno, y cuando
vuelva al presente, vendrá enriquecido con cosas que aprendió a fuerza de
estudiar lo pasado. Pero hay historiadores, ya saben ustedes, que nunca vuelven
del pasado y sólo estudian y leen cosas de "en antes" para no tener
que enfrentar lo que les toca en el aquí y el ahora. Y ese escape se parece más
a la huída del desertor, y eso está mal.
Por no hablar del escape hacia el
futuro que constituye la tara del progresista (el futuro no existe y por eso
escaparse hacia allí resulta un ejercicio harto peligroso). Claro que estudiar
las profecías y las cosas por venir puede realizarse bien, sobre todo si se
escudriñan los signos de los tiempos con ánimo parusíaco, con nostalgia por el
Rey que Viene. Y eso no es escaparse para adelante, eso es instalarse en el
centro de la realidad toda.
También está los que se escapan
de la vida social, que se refugian en una soledad buscada, que se apartan de la
vida amical auto-excomulgándose. Esto se puede hacer bien, como lo repetían sin
cesar los Padres del Desierto, los anacoretas del s. IV, si es por el bien,
precisamente, de los demás. Ahora, si uno se aisla, se insulariza
deliberadamente apartándose de los demás para su propio provecho… pues, no se
aprovechará nada y quedará preso de sí mismo. De uno mismo sólo se puede
escapar en forma de compasión, gratitud, alabanza y celebración de los demás
(contra Sartre diríamos que "los otros son el cielo", y no estará de
más recordar aquí la oración de aquel niño, ¿no?, "Señor, que los malos
sean buenos, y que los buenos sean simpáticos").
Ahora bien, Dios nos ha dado
muchas y muy variopintas maneras de escaparnos (por un rato) del tedio de esta
vida y de este tipo de escapaditas hay para todos los gustos: desde el golf
hasta la pesca, desde el juego hasta la tauromaquia, desde el ajedrez hasta la
filatelia, desde la natación hasta la taxidermia, la jardinería o un buen
viaje, o un veraneo, y todos aquellos "metaxu" que decía la Simona Weil.
Y eso contribuye al bien de todos nosotros, de nosotros y de los que nos
rodean, eso contribuye decisivamente a la riqueza de la existencia. Con tal de
que lo tomemos un poco a la ligera, con tal de que nunca nos lo creamos del
todo, que no lleguemos a pensar ni por un instante, que esas cosas, tan
divertidas, tan lindas, constituyen un refugio definitivo, un escape completo,
una ciudadela para instalarse definitivamente. Son, como dice Lewis, posadas a
la vera del camino (¡y no desdeñaremos una buena cerveza!). Pero en algún punto
hay que retomar la peregrinación, porque "no tenemos aquí ciudad
permanente" (Hebreos, 13:14).
Pero sí, hay otros modos de
escaparnos del presente siglo malo. La oración, por ejemplo; aunque hay casos
aquí también, y conozco demasiados, en que se reza "con los ojos
cerrados" (Castellani), no tanto buscando las cosas de arriba ("pensad
en las cosas de arriba"—Col 3:3) cuanto huyendo del puesto de combate, del
oficio de centinela, del deber de profeta, de magisterio, de consolar a los
demás, de la obligación que sea: Dios tiene asignado un puesto para cada cual y
siempre podemos abandonarlo malamente, huyendo como desertores (si me apuran,
ahí tienen al último Papa, un escapista profesional).
La verdadera liturgia (la
liturgia divina) constituye un inmenso escape del presente siglo malo. En sus
rúbricas y rituales, en sus pasos de danza, en sus fórmulas y vestidos, en su
música e incienso, en sus diversas posturas y juegos de luz y de sombras… toda
la liturgia constituye una especie de enorme recordatorio de que no somos de
aquí y participando de todo eso se nos facilita el escape del mundo (y en
cambio, la liturgia posconciliar, la desacralizada y desacralizante, no es sino
todo lo contrario, la teatralización de la inmanencia, de la "svolta
antropologica", la dramatización de nuestra condición mundana que no
constituye sino un refuerzo de los cerrojos de esta cárcel que nos toca en
suerte. Como decía Gamber el celebrante de cara al pueblo, cierra un círculo
del que no se puede salir).
Las conclusiones son
inescapables: estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Estamos de paso.
Cristo murió por nuestros pecados y vino a sacarnos del presente siglo malo. Como
lo dice San Pablo, otra vez: "Él nos ha arrebatado de la potestad de las
tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor" (Col. 1:13).
De manera que por razón de nuestra
condición actual, la de prisioneros cumpliendo una "probation" es
natural que nos querramos escapar de aquí (aunque sea por un rato, aunque sea
un poquito). Y ponemos toda nuestra esperanza en "la gracia que se nos
traerá cuando aparezca Jesucristo" (I Pet. 1:13) nuestro Redentor, el que
nos sacará de acá de una vez y para siempre "porque lo de antes pasó"
(Apoc, 21:4).
Pero antes de eso, nada,
contaremos con pequeños "escapes", lícitos, necesarios y buenos, pero
no se nos permitirá quedar fijas las "miradas en el cielo, mientras Él se
alejaba" sin que dos varones vestidos de blanco nos lo reproche: "Varones
de Galilea, ¿por qué quedáis aquí mirando al cielo?".
Como se ve este asunto de los
escapes y de los escapismos tiene más de una vuelta de tuerca.
Digan que los dos varones
vestidos de blanco también nos hizo una promesa: "Este Jesús que de en
medio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá de la misma manera que
lo habéis visto ir al cielo" (Hechos 1:11).
¿Vendrá? ¿De la misma manera?
Sí, para abolir el presente siglo
malo.
Y entonces sí, de eso (y de lo
que sigue) nadie podrá escaparse.
Jack Tollers
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