jueves, 21 de noviembre de 2024

Mons. Gustavo Zanchetta dejó (¿huyó?) la prisión y está en el Vaticano

 


Todos conocemos al obispo Gustavo Zanchetta, y datos sobre él pueden encontrarse profusamente en Internet. Hagamos una síntesis: sacerdote de la diócesis de Quilmes luego de haber sido formado por los capuchinos, siempre fue particularmente cercano al cardenal Jorge Bergoglio. Muy poco tiempo después de que éste fuera elevado al pontificado romano, lo eligió obispo de Orán. Fue una de sus primeras nominaciones episcopales. Apenas conocida la noticia, un grupo importante de sacerdotes de Quilmes envió una carta a Francisco cuestionando al P. Zanchetta: según afirmaban, no tenía condiciones para ser obispo. Y enumeraban sus faltas: habría ofrecido a una persona un trabajo en un colegio de Florencio Varela “a cambio de algún servicio” y abusaba de seminaristas que estaban bajo su mando. Y además de esos abusos de poder y sexuales, era también acusado de protagonizar varios “desmanejos económicos”. Por supuesto, a Bergoglio le importó un bledo y fue igualmente consagrado y entronizado.

Pero no duró mucho en su sede. Cuatro años después renunció aduciendo una grave enfermedad para la que fue a buscar cura a ¡Corrientes! Todos olieron gato encerrado y lo había: El secretario del obispado de Orán denunció al obispo puesto que encontró en su celular, además de pornografía, varias selfies de Zanchetta en las que aparecía “desnudo, mostrando sus genitales y en actitudes masturbatorias”.

Algún tiempo después, la denuncia la hicieron dos seminaristas de la diócesis de Orán. Aseguraron haber sido abusados sexualmente en retiradas ocasiones por su obispo. Los relatos son escabrosos. Zanchetta huyó a Roma. Allí, el Papa Francisco, en vez de mandarlo de regreso a que afrontara sus delitos, lo designó asesor de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, con un suelo de varios miles de euros.

Pero la presión fue demasiada y Zanchetta tuvo que volver a Argentina y afrontar el juicio en su contra. Fue hallado culpable de abuso sexual agravado y condenado a cuatro años y medio de prisión efectiva. No duró mucho en la cárcel común. Pronto le fue concedida la prisión domiciliaria en el convento de las Concepcionistas de Orán. 

Pero las cosas volvieron a cambiar. Los aires del norte argentino no le sientan bien a Su Excelencia y tiene problemas de salud: es hipertenso; una enfermedad, como todos sabemos, gravísima y muy rara, por lo que no le ha quedado otra opción que hacerse tratar en… Roma, pues allí donde tiene a sus médicos de confianza. Parece una broma pero es real: así lo anuncia un medio de prensa de Orán, que no hace más que confirmar lo que sabíamos desde hace algunos días: Mons. Gustavo Zanchetta ya estaría en el Vaticano, o estaría a punto de viajar a Roma, protegido nuevamente por el Papa Francisco.  

Me tienen sin cuidado las oscuras maniobras que se habrán realizado con la justicia de Salta para permitirle a un condenado y encarcelado un viaje al extranjero con el peligro cierto de fuga. Sabrán los jueces lo que hacen. Lo que me preocupa, y lo que da mucha bronca, es el doble discurso de Begoglio y la doble vara para medir.

Ya dimos cuenta en este blog lo ocurrido con el ahora Sr. Principi, y pocas semanas después aparece el caso de Zanchetta. “Tolerancia cero”, es la divisa pontificia. Y ciertamente esa es la tolerancia para sacerdotes un pocos trastornados como el P. Fernando Cornet, excomulgado la semana pasada por negar la legitimidad de Francisco. Tolerancia cero tuvo también Mons. Pedro Martínez cuando decidió que las mujeres no podían ser monaguillas, y se le exigió la renuncia a su diócesis. Tolerancia cero tuvo Mons. Strickland que afirmó que algunos aspectos de las doctrina enseñada de Francisco era contraria a la doctrina secular de la Iglesia, y fue expulsado de su diócesis. Y podríamos seguir aumentando el listado de misericordiados por razones similares. 

Sin embargo, los acusados y condenados por abusos sexual tienen tolerancia 1, o 2 o 3,5. En esos casos, la misericordia pontificia se despliega en todo su esplendor, como el plumaje de un pavo real. Basta recordar el caso McCarrick: ¿cuánta presión y cuantos años debieron pasar para que finalmente ese monstruo fuera desposeído de su cardenalato? 

La vara pontificia se tuerce fácilmente cuando el reo es culpable de ciertos delitos y, mucho más cuando, además, es cercano al afecto pontificio

El rito maya y las clarisas de Balaguer


 

En este blog no suelo publicar noticias sobre abusos litúrgicos: es un tema demasiado setentoso y para comprobar los abusos no es necesario un blog: basta ir a cualquier iglesia de barrio.

    Sin embargo, en esta ocasión se han dado dos hechos que no tienen tanto que ver con el abuso cuando con el ridículo. 

    El primero, fue el avant premier del rito maya, celebrado en alguna iglesia de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas de México. Se trata, por supuesto, de una nueva creación de laboratorio, sólo que en este caso no están Bugnini, ni Botte, ni Jungmann, ni Vagaggini, ni el resto de liturgistas que inventaron el rito de Pablo VI y que, aunque progresistas, sabían de liturgia. 

    He podido ver apenas unos segundos de la misa en este nuevo rito —en realidad, es el novus ordo missae con adendas indígenas— y ya aparecen objeciones y predicciones. La más obvia de todas es que difícilmente, o muy esporádicamente, podrá celebrarse por una sencilla razón: es muy caro y muy ridículo. Por lo que se aprecia en el video, todos los asistentes —sacerdotes y laicos— llevan una corona de flores. Me pregunto cuántos párrocos estarán dispuestos a hipotecarse en la florería del pueblo para tener coronas disponibles para todos y todas a la hora de celebrar la misa. Y me pregunto también cuántos de ellos, por más mayas que se autoperciban, aceptarán celebrar la misa con una tiara florida en sus cabezas. Es demasiado ridículo, por más originarios que sean. 

Por otro lado, me pregunto si esos mismos párrocos estarán dispuestos a comprar kilos de incienso para alimentar el caldero que pasean por el altar. No se trata de un pequeño turíbulo; más bien parece un botafumeiro alternativo.



El segundo caso es el de la performance teatral que representaron las clarisas de Balaguer, diócesis de Urgell. Con las clarisas venimos de mal en peor: unas se hacen sedevacantistas siguiendo a un payaso que se cree obispo, y las otras desfogan sus dotes actorales reprimidas en una lamentable puesta en escena en medio del presbiterio de su iglesia. 

Por lo que puede verse en el video —y en otros por el estilo que están en Youtube— estas monjas han querido representar alguna cosa a través de danzas contemporáneas, con música y vestuario al tono. Yo no puedo imaginar la cara que habrán puesto los asistentes al ver a mujeres mayores, solteronas todas ellas, representar con seriedad un espectáculo tan bochornoso, que produce vergüenza ajena aunque uno lo mire en solitario.

 

Los dos casos —el rito maya y la performance de las clarisas— llevan a una reflexión. Me vino a la memoria la frase que escribió Chesterton en Ortodoxia: “Cuando los hombres dejan de creer en Dios, no es que no crean en nada: creen en cualquier cosa”. Los curas mayas y las monjas clarisas, siguiendo a sus mayores, abominaron de la liturgia tradicional y se burlan de ella. Se burlan de las mujeres que usan mantilla, pero ellos —varones y mujeres— usan una corona de flores; se burlan de la solemnidad y de los gestos hieráticos, pero ellas son capaces de danzar haciendo el ridículo; se burlan del turíbulo, del velo del cáliz y de las repetidas cruces que se hacen sobre los dones, pero ellos usan una marmita humeante para incensar las ofrendas con movimientos perfectamente estudiados; se burlan de los antiguos hábitos religiosos y abandonan el hábito coral, pero se visten con un esperpéntico poncho rojo; se burlan de la rigidez de los ministros sagrados [recordemos el gesto del Papa Francisco que “despegó” las manos unidas que tenía un pequeño monaguillo], pero alientan a señoras mayores a que intervengan con danzas perfectamente estudiadas y calculadas en la celebración de la misa. 

    El ridículo no tiene límites, y de él difícilmente se vuelve. 

lunes, 18 de noviembre de 2024

La chancha y los veinte. Rebelión en la Conferencia Episcopal Argentina

 


El refranero argentino, para referirse a una persona que posee una ambición desmesurada, dice que quiere “la chancha y los veinte chanchitos”. Es el caso del Papa Francisco que, en ciertas áreas de la Iglesia, pretende poseer todos los resortes. Una de esas áreas es la Conferencia Episcopal Argentina. Todos recordamos que cuando sospechó una rebelión en la reunión plenaria de 2017, que se resistía a elegir como presidente del episcopado a quien él quería —Mons. Ojea Quintana—, envío al mismísimo arzobispo Paul Richard Gallagher, uno de los más encumbrados de la secretaría de Estado, a poner orden en la granja. 

En la reunión de la semana pasada, tal como decíamos en el último post, la rebelión se concretó… a medias. Lo que se sabe es lo siguiente:

1. A la hora de votar al presidente, todos los obispos sabían que la voluntad pontificia había dictaminado sinodalmente que debía ser elegido Mons. Marcelo Colombo. Sin embargo, el más votado, y por mucho, fue Mons. Cesar Fernández, obispo de Jujuy, y que suena como próximo arzobispo de Paraná. Los francisquistas se volvieron locos; no lo vieron venir. Presionaron y amenazaron y, pro bono pacis, Fernández bajó su candidatura y fue finalmente elegido Colombo, y a él se le concedió la segundo vicepresidencia. Desconozco el motivo del metejón de los obispos argentinos por Fernández. Quizás haya sido simplemente el modo de mostrar su oposición o, al menos, no subordinación al sinodal Papa Francisco. 

2. Este desacato se observó también en un manifiesto que presentaron los once obispos del NEA (Noreste argentino), con fuertes y abiertas críticas a Bergoglio.

3. Probablemente una de las razones sea el hartazgo de estar sometidos a las mafias dependientes de Santa Marta. Por ejemplo, cayó muy mal la venganza, a través de mentiras y trampas, de Mons. Colombo contra Mons. Bochatey, secretario de la CEA, que daba por segura su continuidad. [El obispo de la Orden de San Agustín, comentan los frailes de la curia generalicia en Roma, siempre fue muy ambicioso]. Pero esto no ocurrió sino que, por una matufia del entrante Colombo y el saliente Ojea, se nombró como secretario a Mons. Raúl Pizarro, pupilo sanisidrense de Ojea. Enterados los obispos de la maldad cometida, impusieron a Mons. Bochatey como presidente de la Comisión de Fe y Cultura.

4. Algo similar ocurrió con Mons. Jorge Scheinig, arzobispo de Mercedes -Luján. Es uno de los mimados de Bergoglio y de su nomenklatura, y estaba convencido de que las presiones y mimos romanos funcionarían y sería elegido para integrar la nueva cúpula. Y tan seguro estaba, que no se anotó para integrar ninguna comisión. Cuando vio que su nombre ni siquiera figuraba en los placet se inscribió fuera de término para presidir la comisión de Educación, convencido de que era número puesto… Pues bien, perdió frente al auxiliar de La Plata, Mons. Jorge González, por ¡setenta votos contra veinte!

5. Una de las comisiones más apetecidas es la de Cáritas. En ella se maneja mucho dinero y garantiza exposición mediática. La gran mayoría de votos para ocupar la presidencia fueron para un ignoto obispo patagónico, para espanto de los obispos villeros que veían cómo se les escapaba un puesto que consideran propio por naturaleza. Comenzaron nuevamente las presiones sinodales, el patagónico se bajó y fue elegido Mons. Gustavo Carrara, villero auxiliar de Buenos Aires.

6. Un signo del enrarecido ambiente anti-bergogliano que se manifestó en la reunión episcopal, fue la algarabía que suscitó la elección de Mons. Enrique Eguía Seguí, obispo prelado de Dean Funes, como presidente de la Comisión episcopal de Pastoral Universitaria, consagrado en la primera votación por una mayoría aplastante. Su nombramiento fue acompañado por un estruendoso aplauso. Recordemos que en 2022, Mons. Eguía Seguí, había sido desterrado por orden directa de Bergoglio a las desérticas pampas cordobesas, luego de un confuso episodio en el que fue embarrado junto a otros sacerdotes por cuestiones económicas, y a los cuales el cardenal Poli defendió públicamente.

7. Sigue causando extrañeza el destierro del arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva. Sus funciones han quedado reducidas a segundo miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Carcelaria y tercer miembro de Comisión Episcopal de Fe y Cultura. El siempre bien informado blog de la Cigüeña de la Torre nos informa que que “según un influyente prelado”, el Papa está muy disgustado porque Jorgito “tomó medidas de modo muy independiente que van contra los deseos de Santa Marta”. Ante dos jóvenes sacerdotes argentinos que lo asisten, el Papa habría manifestado su desagrado por los cambios radicales que hizo en el Seminario y algunos nombramientos de párrocos. A Bergoglio no le gusta tanta autonomía; la sinodalidad tiene límites. Todo debe ser consultado con él. Por otro lado, la arquidiócesis afronta serios problemas económicos que el arzobispo peronista no ha sabido resolver, y que han tenido como consecuencia el cierre de la la Casa del Clero, dejando a un buen número de sacerdotes en la calle, y se estima que deberá cerrar también varios colegios parroquiales. Y añade el periodista español que, “según el mismo prelado, es altamente probable que salten algunos escándalos como el de un conocido párroco del centro de Buenos Aires y sus afectos contra naturam”. 

“Sarna con gusto no pica”, dice otro refrán. Santo Padre, si usted elige obispos simplemente por simpatía y porque le gusta fastidiar a sus enemigos, y no se fija en las reales capacidades de los candidatos, no se queje entonces porque le puede salir gato por liebre, como le ha pasado ya tantísimas veces. 

8. Mons. Marcelo Colombo, flamente presidente de la CEA, ya emitió sus primeros oiks en los medios de prensa. Como era de prever, en todos los casos ocuparon un pequeño recuadro de las columnas laterales de los portales, y apenas si duraron cuatro o cinco horas. A nadie le importa nada lo que pueda decir, ni siquiera a las monjas, tan afectas como son ellas a las palabras episcopales. La irrelevancia total de la hablábamos la semana pasada.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Las nuevas autoridades de la Conferencia Episcopal Argentina

 


El martes se conoció la nueva cúpula de la Conferencia Episcopal Argentina. Estará presidida por Mons. Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza, y secundado por el cardenal Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba y por Mons. César Fernández, obispo de Jujuy. 

No son muchos los comentarios que pueden hacerse. Vista la intrascendencia de la Iglesia argentina, los cambios sólo interesarán al clero y al monjerío moribundo, que ya están llenando sus grupos de whassapp de chismes.

Quienes conocen desde muy cerca a Mons. Colombo coinciden en dos cosas: a diferencia de buena parte de sus hermanos en el episcopado argentino, es un hombre que sabe leer y escribir. Incluso, es capaz de usar correctamente los cubiertos y distingue una copa de agua de una copa de vino. Estudió derecho y tiene estudios universitarios completos. Eso es ya un logro. La segunda característica que señalan es que se trata de un político; pura y exclusivamente de un político y, consecuentemente, todas sus decisiones son políticas, incluso su desprecio y desinterés ya no solo por los numerosos fieles tradicionalistas de sus arquidiócesis sino incluso por los conservadores, que son más numerosos aún. Es conocido por la despiadada persecución que infligió a sacerdotes que continuaron celebrando misa discretamente durante la pandemia, o que se atrevían a dar la comunión en la boca a los fieles que se lo pedían o, peor aún, que se les ocurría cantar el Kyrie en griego en la misa. Se estima que sus preocupaciones no son de progresismo litúrgico; simplemente quiere alejar a este tipo indeseable de ovejas que tiene la costumbre de tomar habitualmente senderos ubicados a la derecha de los prados de pasturas. 

El problema es que sus intervenciones en la política nacional y provincial son escasas y penosas. Escasas, porque a los medios de comunicación no les interesa publicar noticias que no despiertan el menor interés en los lectores; y penosas, porque no pueden repetir más la aburrida monserga progre, que ya perdió cualquier posibilidad de despertar algún tipo de reacción. Quizás su intervención más conocida fue cuando se expidió… contra la minería. Sin conocer en lo más mínimo los procesos de tratamientos de materiales contaminantes y de aprovechamiento del agua que posee las empresas mineras, recordó que “nosotros somos el agua, el aire y la tierra. El agua somos cada uno”. Es fácil prever la repercusión que tendrá en el gobierno nacional las elaboradas y sólidas argumentaciones de Colombo.

En cuanto al cardenal Sixto Rossi, todos afirman que se trata de un hombre de fe; buen predicador de ejercicios espirituales y buen director espiritual. Eso no lo hace buen obispo, pero algo es algo. Consolémonos. En cuanto a Mons. Fernández, es un total desconocido. Veremos.

Todos sabemos que en el ámbito eclesial argentino, no se mueve una mosca sin que la autorice Bergoglio. Es decir, necesariamente fue el Papa quien, sinodalmente, designó a la cópula de la CEA. ¿Por qué lo eligió a Colombo? No lo sé, pero supongo que buscaba que alguien que enfrentara a Milei sin hacerse el loco. Hasta ahora, Mons. Colombo ha limitado sus críticas a los “modos” del presidente argentino que podrían generar violencia… Críticas de salón; Bergoglio sabe que, con los altos niveles de apoyo popular que tiene Milei, y que aumentarán seguramente en los próximos meses, no le convenía tener a loquito que terminará hundiendo más la imagen ya no solamente de la Iglesia argentina sino del mismo Bergoglio.

Lo más intrigante de la elección es, sin embargo, qué es lo que se rompió entre Bergoglio y García Cuerva. Son muchos los gestos y no pueden ser coincidencias: le sacó el primado, por segunda vez le negó el capelo cardenalicio y ahora lo desplaza de todos los puestos de de la CEA. Ni siquiera preside alguna comisión ni es delegado de ninguna cosa. Nada de nada. Es muy raro, y esto no es cosa de los obispos que no atreverían a semejante humillación. Esto es una orden que vino de arriba. ¿Qué habrá hecho? Seguramente, los clérigos lectores de este blog podrán darnos pistas.

lunes, 11 de noviembre de 2024

La Iglesia frente al cambio de época

 


El triunfo de Donald Trump ha sido la última prueba, de dimensiones planetarias en este caso, de una realidad que se veía ya desde hace algunos años. Lo crucial no fue el triunfo de Trump, por el cual me alegro mucho, sino la aplastante derrota no tanto de Kamala Harris, una pobre y mediocre infeliz, sino de los medios de prensa, aliados incondicionales e imprescindibles del progresismo mundial. El mismo fenómeno lo habíamos visto el año pasado en dimensiones más modestas con el triunfo de Javier Milei en Argentina, y el asombroso apoyo popular que conserva luego de un año de gestión, y en otros países de América y Europa, pero el caso americano, guste más o menos, es paradigmático. En pocas palabras, ha quedado demostrado a la vista de todo el mundo que comienza un cambio de época. 

[Un detalle más que inquietante: los cambios de época se suceden cada vez más a menudo. Ya no tardan centurias, sino décadas, y son tanto o más brutales que los cambios de época clásicos que se daban de siglo en siglo. ¿Será la aceleración propia de la cercanía del fin?]

Este cambio de época está marcado, entonces, por la desaparición de los que pomposamente se autoproclamaban “cuarto poder”: la prensa y los periodistas alquilados por la ideología o por los gruesos sobres de los amos del mundo disminuirán enormemente su influencia en favor de las redes sociales. Pero podemos señalar varias características más: aunque más no sea que debido al movimiento pendular de la historia, creo que habrá un giro a la derecha, entendida como “ultraderecha” según la denominación mediática. Me refiero a un movimiento no solamente político sino también cultural que afirmará valores tradicionales de Occidente. Por cierto, no me refiero a una “restauración de la cultura cristiana” ni a una refundación de la cristiandad, sino a un simple regreso a los elementos básicos de la sensatez humana. 

Los cambios más profundos e importantes, sin embargo, según mi opinión vendrán de algo con respecto a lo cual no hemos tomado aún sus justas dimensiones. Me refiero a la inteligencia artificial. En muy pocos años veremos desaparecer profesiones tradicionales, desaparecerá también la universidad de masas y, consecuentemente, la acreditación de saberes y los modos de acceso al mercado laboral o, lo que es lo mismo, los modos y condiciones de vida de cada uno de nosotros. Se trata de un cambio revolucionario del que todavía no somos del todo conscientes y que nos asombrará más de lo que pensamos.

Pero este no es un blog de reflexiones políticas o sociales. Lo que me interesa preguntarme frente a este panorama del todo nuevo al que nos estamos enfrentando es cómo reacciona y cómo se prepara para reaccionar la Iglesia. Si miramos hacia atrás en la historia, veremos que la Iglesia siempre reaccionó con anticipación a los cambios de época; que siempre las medidas fueron de “conservación de los recibido” (serva quod habes), es decir, fueron reacciones conservadoras. A veces le salió bien, otras más o menos, y otras mal. Es un tema que podremos discutir pero, por ejemplo, las reformas de San Benito de Anianne en la víspera del Renacimiento Carolingio; o la de San Bernardo en vísperas del esplendor medieval, salieron bien. La de Trento frente a la reconfiguración mundial debido a la Reforma protestante, el descubrimiento de América y la consolidación del poder musulmán en las puertas de Europa, salió bastante bien aunque con graves efectos secundarios. La del Vaticano I y la Pascendi contra el liberalismo político y teológico, fue un lamentable fracaso. Y la del Vaticano II ante el mundo emergente de la posguerra, que cambió de estrategia y en vez “conservar lo recibido”, lo entregó al enemigo (perde quod habes), fue catastrófico. Y todo hace prever que lo que ocurrirá en esta ocasión será aún peor.

En primer lugar, es un hecho que el cambio de época encontró al Papa Francisco viejo y sin recursos en su faltriquera. Ya los gastó todos. Como buen jesuita, olió el cambió en los ’70 y se hizo de derecha durante el gobierno militar argentino lo que terminó valiéndole el episcopado; olió el cambio en los noventa y se hizo progresista y manejó hábilmente un progresismo moderado que le terminó valiendo el pontificado. Una vez encaramado a ese puesto, pretendió erigirse en el líder del progresismo global —no le bastaba con el gobierno de la Iglesia; quería ser el señor del mundo—, y gastó rápidamente todas las bengalas y fuegos de artificio que había guardado; pero eran de mala calidad; fracasó y ahora que el mundo está virando irremediablemente hacia la derecha, él ya está viejo, cansado y demasiado pegado al wokismo de baja intensidad como para intentar algunas de sus típicas acrobacias felinas y caer nuevamente del lado correcto. La cuestión no es ya mirar la reacción del Papa Francisco al cambio de época, sino la reacción y los reflejos de los cardenales en el próximo cónclave y la habilidad de quien salga elegido.

Y el primer factor del que deberá hacerse cargo el nuevo pontífice es justamente el modo en que el cambio de época está ya afectando a la Iglesia y que implica un cambio radical con respecto a lo que los católicos estábamos acostumbrados en los últimos quince siglos. Y me refiero a la intrascendencia absoluta. Y esta realidad no necesita demasiados silogismos para demostrarla. Veamos lo que sucedió en el sínodo sobre la sinodalidad; a pesar de las forzadas propagandas, fue de la más completa inutilidad e intrascendencia. Recursos de todo tipo —desde intelectuales hasta económicos— malgastados durante años para la nada misma. Pero la gravedad se profundiza cuando vemos que los medios de comunicación no solamente no le dieron el menor espacio en sus portales —porque no les interesa ya que no atrae visitas— sino que, aunque se lo hubiesen dado, no habría servido de nada porque, como decíamos al inicio, los medios de prensa perdieron ya el poder. Es decir, la Iglesia ya no solamente perdió peso y presencia en el mainstream global —ya no es más visible porque no despierta interés y, en todo caso, la única presencia con alguna relevancia en las redes sociales pertenece a los críticos de las políticas bergoglianas— sino que perdió presencia e influencia en el establishment político. Los debilitados gobiernos progresistas la ignoran y desprecian como era de suponer (recordemos lo que ocurrió hace un mes en Bélgica) y los gobiernos de derecha también, porque la consideran con razón, parte de la alianza enemiga. Paradójicamente, la Iglesia católica no pertenece a las “fuerzas del cielo”…

Esto demuestra, por otra parte, la brutal torpeza de Bergoglio que fue incapaz de anticipar el cambio. Es que justamente la Iglesia podría haber adoptado un papel de gran relevancia, y haberse convertido en un aliado de peso de los gobiernos conservadores que han comenzado a establecerse, ya que comparten buena parte de los ideales tradicionales. Sin embargo, eligió ubicarse en la vereda de enfrente defendiendo descaradamente la Agenda 2030, que deberá estirarse a lo menos un siglo; perorando con la autoridad de lamentables documentos pontificios sobre el calentamiento global y las causas antrópicas del cambio climático y adoptando todos los postulados de la cultura woke: desde las reivindicaciones LGTB hasta la defensa de la inmigración indiscriminada. 

Algún ingenuo podría decir que es esa justamente la misión profética de la Iglesia: oponerse a los Diktate del mundo, pero la realidad es que la misión profética es la proclamación del Evangelio y no la oposición boba. Si los gobiernos del mundo, por los motivos que fuere, adoptan principios concordantes a los principios evangélicos, la misión profética de la Iglesia será apoyarlos. Con Bergoglio, y como floración exquisita del Vaticano II, la misión profética de la Iglesia se confundió con la defensa de las causas propias de los vencedores de la Segunda Guerra II, que terminaron degenerando en el progresismo actual.

A Bergoglio le queda poco tiempo. La cuestión, cómo decíamos, es quién lo sucederá. Y eso depende de los cardenales electores, todos los cuales han sido nombrados por Francisco. ¿Será un Papa bergogliano? El bergoglianismo dejará de existir cuando Bergoglio exhalé su último suspiro. ¿Hay esperanzas entonces? Lo dudo. No hay razones para pensar que el criterio de selección de cardenales ha sido distinto al criterio de selección de obispos. Hagámonos a la triste idea de que la media de los cardenales es la media de los obispos. Al sucesor de Francisco lo elegirán nulidades análogas a Jorge García Cuerva, Dante Braida, José Cobo o Francisco Cerro Chaves. Es decir, con el sucesor de Bergoglio, la Iglesia continuará hundiéndose más rápidamente aún en la intrascendencia. 

¿Qué queda? Vuelvo a la profecía de Ratzinger: pequeños grupos que conservarán las hogueras encendidas. Y no necesariamente me refiero a grupos que rompan con las estructuras de la Iglesia; la misma intrascendencia de ésta volverá intrascendente el rompimiento. E incluso, no me extrañaría que, como fruto del inevitable cambio de época, esos pequeños grupos y esas hogueras vacilantes se mantengan, en buena medida, oxigenadas por las redes sociales.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Peregrinación Ad Petri Sedem 2024



(Entrevista a Christian Marquant, presidente de Paix Liturgique) 

Paix Liturgique: Señor Marquant, recién llegado de Roma, ¿puede decirnos qué ha visto?

Christian Marquant : Me gustaría decir que la 13ª peregrinación ad Petri Sedem fue un verdadero milagro. Ver cada vez más fieles, a menudo jóvenes, de todo el mundo reunirse en Roma, cerca de la tumba del Apóstol, para rezar e implorar la libertad de la liturgia tradicional, y también para dar testimonio en el corazón del mundo cristiano en su favor.

Paix liturgique: ¿Podría recordarnos en qué consiste esta peregrinación romana?

Christian Marquant: Su verdadero nombre, «Peregrinación de los Pueblos Summorum Pontificum», es esclarecedor. Fueron el cardenal Ranjith y monseñor Nicola Bux quienes, en 2012, tuvieron la idea de organizar un piadoso evento romano para que los representantes de los fieles católicos del mundo mostraran su gratitud al papa Benedicto XVI por haber promulgado el 7 de julio de 2007 el motu proprio Summorum Pontificum, que parecía poner fin a más de 40 años de guerras litúrgicas.

Paix Liturgique: ¿Pero esta peregrinación sigue teniendo sentido tres años después de la publicación de Traditionis custodes?

Christian Marquant: Más que nunca. Sobre el tema de la liturgia tradicional, la actitud de los papas ha variado mucho. Pablo VI intentó prohibirla. Juan Pablo II fue mucho más abierto y sobre todo Benedicto XVI, que afirmó que era un tesoro litúrgico y que nunca se había prohibido, ambos, de hecho, bajo la presión de un mundo tradicional -dentro del cual la SSPX sigue viva y creciendo. Luego Francisco intentó prohibirlo de nuevo... En realidad, desde el Concilio, la Iglesia no ha sabido cómo tratar el problema de la liturgia del pasado en un mundo eclesiástico que quiere ser el del futuro: prohibir, tolerar, reconocer, intentar erradicar... Veremos qué deciden los próximos papas para ver las cosas más claras, pero mientras tanto, cada año venimos a rezar para dar testimonio de la importancia y la universalidad del apego a la liturgia tradicional. Pase lo que pase, el antiguo rito romano seguirá vivo.

Paix Liturgique: Usted habla del apego universal a esta liturgia...

Christian Marquant : Absolutamente, porque hoy esta liturgia se celebra en más de 100 países, lo que demuestra que no es sólo un fenómeno occidental, sino que muestra realmente un entusiasmo universal... por la fe católica. Porque la liturgia está regida por la fe y expresa la fe. La liturgia tradicional es el espejo de la fe tradicional.

Paix Liturgique: ¿Cómo se organiza su peregrinación?

Christian Marquant: Desde hace más de diez años, la peregrinación tiene un programa bien establecido. El viernes, antes del comienzo de la peregrinación, se celebra un encuentro internacional de Pax Liturgica, y a última hora de la tarde las vísperas pontificales en el Panteón marcan el inicio de las ceremonias. El sábado tiene lugar una procesión por las calles de Roma hacia San Pedro, que termina con un momento de oración en la Basílica (un momento de oración en lugar de misa, ya que no se nos ha permitido celebrar misa allí durante los dos últimos años). Y el domingo, la celebración incluye una misa de clausura y una o varias misas de acción de gracias.

Paix Liturgique: ¿Y así se desarrolló la XIIIª peregrinación?

Christian Marquant : Sí, empezando por un encuentro de Pax Liturgica, bajo la dirección del profesor Rubén Peretó, que reunió a casi 200 personas en el gran auditorio del Pontificio Instituto Patrístico, el Augustinianum, donde se presentaron unas ocho ponencias y testimonios muy variados.

Paix Liturgique: ¿Puede darnos algunos ejemplos?

Christian Marquant : Lo más destacado fue sin duda la intervención del cardenal Gerhardt Muller, pero el testimonio de una joven de origen chino que se convirtió al catolicismo gracias a la liturgia tradicional fue especialmente conmovedor.

Paix Liturgique: ¿Va a publicar estas comunicaciones?

Christian Marquant : Por supuesto, pero tendrá que tener paciencia.


Paix Liturgique: Y luego las vísperas en el Panteón...

Christian Marquant : Sí, vísperas pontificales presididas por monseñor Eleganti, antiguo obispo auxiliar de Coira en Suiza, ante un número cada vez mayor de fieles en Santa María de los Mártires.

Paix Liturgique: Y el sábado...

Christian Marquant : Debíamos comenzar nuestra jornada con la celebración de la misa en la basílica de San Celso y San Julián, pero el inesperado comienzo de las obras de restauración, que pensábamos que tendrían lugar más tarde, nos impidió respetar nuestro programa inicial.



Paix Liturgique: ¿Tal vez podrían haber ido a otra iglesia?

Christian Marquant : Eso es lo que haremos el año que viene si San Celso sigue en obras, pero este año estábamos obligados por el itinerario indicado a la Prefectura de Roma y aceptado por ella. Los fieles rezaron el rosario delante de las puertas cerradas (a causa de las obras). A continuación, la procesión partió hacia la Basílica Vaticana ante una multitud de turistas sorprendidos.

Paix Liturgique: ¿Sorprendidos?

Christian Marquant: Absolutamente, porque contrariamente a lo que se podría pensar, las procesiones son bastante raras en Roma. Así que se puede imaginar que una procesión que comienza en el Ponte San Angelo, atraviesa la zona de obras del metro antes de tomar la Via della Conciliazione, la Piazza Pio XII, alrededor de la cual se asientan un gran número de Congregaciones, y finalmente la Plaza de San Pedro, no pasaría desapercibida.

Paix Liturgique: ¿Eran muchos?

Christian Marquant : Éramos 1500 (¡cifras de la policía!) cuando llegamos a San Pedro. Imagínese una larga procesión respondiendo a las letanías o cantando a voz en cuello el Lauda Sion Salvatorem en un mar de banderas...

Paix Liturgique: ¿Un mar de banderas?

Christian Marquant : Como he dicho, esta peregrinación es la de los representantes de las comunidades adscritas al usus antiquior del mundo: más de 100 banderas cruzaron las calles de Roma ese día.

Paix Liturgique : ¿Alguna oposición?

Christian Marquant : Me atrevería a decir que ni una sola. Hubo asombro sin duda, emoción sin duda, pero sólo sonrisas, sobre todo porque el tiempo era magnífico. Detrás de las ventanas de las Congregaciones, no sé...

Paz litúrgica: todos bajo vigilancia policial

Christian Marquant : La policía italiana para despejar la carretera y ayudarnos a cruzar las calles deteniendo el tráfico. Una presencia seria y eficaz, ¡pero con una sonrisa!

Paix Liturgique: Luego llegaron a San Pedro

Christian Marquant: Y la seguridad vaticana, la gendarmería del Estado de la Ciudad del Vaticano y los sanpietrini, que se ocupan de la recepción y la vigilancia de la basílica vaticana, tomaron el relevo. Los peregrinos cantaron Christus Vincit durante todo el control de seguridad.

Paz Litúrgica: Y después

Christian Marquant: Según lo acordado, los sanpietrini abrieron las dos grandes puertas de bronce en el centro de la Basílica Vaticana, un momento muy solemne. Nuestra peregrinación a San Pedro se dividió en dos partes: primero, un momento de oración ante la tumba del Apóstol en la Confesión, y después la adoración del Santísimo Sacramento en el altar de la Cátedra. Ambos actos fueron presididos por el cardenal Müller, que nos dirigió previamente un sólido sermón, que publicaremos en breve.


Paz litúrgica: Y el domingo...

Christian Marquant : Dos misas fervorosas y magníficas, una de clausura y otra de acción de gracias, siendo esta última una descripción adecuada de nuestros sentimientos.

Paix Liturgique: ¿Dos misas?

Christian Marquant : La primera, por supuesto, fue la misa de clausura en la Trinidad de los Peregrinos, sede de la parroquia personal de rito tradicional en Roma confiada a la FSSP, donde, en una iglesia abarrotada (más de 200 fieles no pudieron entrar), Mons. Eleganti predicó en italiano, inglés y francés para la fiesta de Cristo Rey.

Paz litúrgica: y una segunda misa

Christian Marquant : Misa de acción de gracias celebrada por la tarde en Santa Ana de Letrán, donde Mons. Agostini, ceremoniero pontificio, celebró la misa solemne de Cristo Rey y un tiempo de adoración antes de la bendición del Santísimo Sacramento.

Paix Liturgique: Así que la peregrinación ha terminado...

Christian Marquant: También incluyó la reunión de la asamblea anual de la CISP en la iglesia de San Lorenzo.

Paix Liturgique: ¿Qué es la CISP?

Christian Marquant: Cœtus Internationalis Summorum Pontificum es la asociación responsable de la peregrinación. Tiene la particularidad de ser una asociación de asociaciones de todo el mundo. Antes estaba formada por 19 asociaciones, pero la semana pasada aumentó a 26 (para más detalles, visite el sitio web de Cœtus en https://site.summorum-pontificum.org/).

Paix Liturgique: ¿Quiénes son los nuevos miembros?

Christian Marquant: Las 7 nuevas asociaciones miembros son una de Angola, otra de Polonia, tres de América Latina (Chile, Argentina y Brasil), así como la asociación San Ireneo de Mozambique y la asociación Una Voce de Rusia.

Paix Liturgique: Es realmente una organización internacional...

Christian Marquant: Sobre todo porque otras asociaciones, especialmente asiáticas, han solicitado unirse a nosotros para la XIVª peregrinación, que tendrá lugar en 2025.

Paix Liturgique: ¿Están pensando ya en la peregrinación de octubre?

Christian Marquant : Sí, porque 2025 será un año jubilar. La procesión entrará en San Pedro el 25 de octubre, si Dios quiere, por la Puerta Santa, la de la derecha que será demolida. Durante la liturgia tradicional, los peregrinos se beneficiarán de la indulgencia jubilar. Sin duda, serán muchos. Es esencial que nos pongamos manos a la obra cuanto antes. Además, 2025 será también el año del centenario de Quas Primas. La peregrinación terminará el 26 de octubre, fiesta de Cristo Rey. Celebraremos a Cristo Rey en Roma.

Paix liturgique: Así que la peregrinación tendrá lugar los días 24, 25 y 26 de octubre de 2025, si he calculado bien las cifras.

Christian Marquant: Exactamente: los días 24, 25 y 26 de octubre de 2025. Anótenlo en sus agendas.

lunes, 4 de noviembre de 2024

El principio de revelación

 


El presidente Javier Milei apela con frecuencia a lo que llama “principio de revelación”, y es una teoría que le permite festejar un éxito en el fracaso. Parecería a simple vista una versión académica de la fábula de La zorra y las uvas, pero esconde detrás un aspecto interesante. Veamos un ejemplo local, con perdón de los lectores del blog que no son argentinos. La “resistencia” popular más consistente que ha tenido Milei a sus políticas profundamente transformadoras del país, ha sido la promovida por las universidades, que organizaron dos marchas convocadas “en defensa de la educación pública”.

En Argentina, la educación pública en todos sus niveles, incluido el universitario, libre, gratuita y laica es una enorme vaca sagrada detrás de la cual es muy fácil ocultarse. Los que conocemos el sistema, sabemos que salvo muy pocas excepciones, la universidad pública argentina está colonizada por el progresismo que, como una suerte de inquisición más feroz aún que la de Torquemada, persigue y destruye a quienes se apartan de sus líneas de pensamiento. Una prueba reciente es lo ocurrido con la Prof. María José Binetti, caso que se hizo público, y lo curioso es que esta académica no es precisamente una representante del pensamiento tradicional: es un feminista clásica. Pero no se trata solamente de una cuestión de avasallamiento por parte del marxismo cultural, sino que la universidad argentina —insisto, salvo excepciones— no es más que una bolsa de trabajo, en la que se simula investigar, enseñar y evaluar. Pura simulación. Lo mismo sucede, por otra parte, en buena parte del mundo. 

Pero hay algo más. Un buen número de universidades públicas son desde hace muchos años el lugar apropiado para hacer todo tipo de negociados ordenados a enriquecer a los funcionarios del gobierno y a las autoridades académicas. El caso más conocido es lo ocurrido en la Universidad Nacional de San Martín, pero eso es sólo la punta del iceberg. Pensemos lo que es la Universidad de Buenos Aires… Y la treta es perfecta: la universidad, como vaca sagrada, es autónoma y autárquica. ¡Nadie puede osar tocarla o auditarla! ¡Qué atrevimiento mayúsculo es el de pretender profanar a las vestales elegidas por los “ciudadanos universitarios”, vírgenes impolutas de cuya pureza no puede dudarse! Y la realidad es que hasta ahora nadie se animó a profanar el templo o a palpar a la vaca: los gobiernos peronistas o radicales, porque eran quienes se beneficiaban de los negociados; y el macrismo porque fue débil y temeroso. Milei, en cambio, se animó, y sobre todo después de la segunda marcha, que podría haber sido vista como un fracaso, quedó claro para la mayor parte de la sociedad que el problema no es la educación pública, que el gobierno no piensa tocar, sino que los jerarcas universitarios, agazapados detrás de la vaca, se niegan a ser auditados y a dar cuenta del destino de los miles de millones de pesos que reciben del Estado. Se ha demostrado el principio de revelación; no fue un fracaso sino un éxito porque ahora el Presidente Milei tiene el apoyo social para auditar el dinero público que se destina a las universidades y, eventualmente, procesar a los ladrones que desde hace décadas medran disfrazados de vestales académicas. 

Algo análogo ha sucedido en la Iglesia con el pontificado del Papa Francisco. Que desde la década de 1960 la Iglesia se estaba cayendo a pedazos era una realidad evidente que nadie se animaba a señalar, con poquísimas excepciones y a las que les costaba persecuciones, vituperios y hasta excomuniones. No sólo era el caso que disminuía el número de fieles y consagrados, que la liturgia se convertía en ocasión de creatividad de cada sacerdote, sino y sobre todo, que la Verdad del Evangelio, que es verdad salvadora y liberadora del pecado, se manoseaba, se tergiversaba y se proponía como un relato en el que cada lector podía elegir su propia aventura. E insisto, esto ocurría ya en los años ’70. Ciertamente con Pablo VI, pero también y con mucha intensidad con Juan Pablo II y con Benedicto XVI, que aunque intentó el cambio, en mi opinión fue débil y no supo rodearse de colaboradores adecuados.

¿Qué hubiese pasado si en el cónclave de 2013 hubiese sido elegido el cardenal Scola, o el cardenal Ouelet, o cualquier otro juanpablista o benedictino? Habrían continuado dando manos de revoque para tapar las grietas que permanentemente aparecían aquí y allá en los muros de la Iglesia, y dorando los estucos que se caían a pedazos. Es decir, habríamos seguido viviendo en una gran simulación: todo juntos como hermanos, de la mano hacia la civilización del amor. Una farsa mediocre que más pronto que tarde se iba a revelar como lo que verdaderamente era: una mascarada orientada a ocultar la espantosa verdad de un rostro ajado y purulento.

El Papa Francisco, en cambio, volens nolens y sin que pudiera escapar a los designios de la Providencia, no solamente ordenó guardar las herramientas de restauración sino que se preocupó incansablemente, todos los días de su pontificado, de quitar los revoques y dorados que ocultaban la realidad. Bergoglio ha sido capaz de presentar al mundo y, sobre todo, a los católicos la Iglesia a cara lavada: sin maquillajes y sin photoshop. Su fracasado y catastrófico pontificado es el principio de revelación de Milei. Los ejemplos se cuentan por miles y en este blog hemos dado cuenta de muchos de ellos durante más de diez años. Señalo solamente dos: la nominación del cardenal Tucho Fernández a la cabeza del dicasterio de Doctrina de la Fe fue un disparate y una provocación; todos estamos de acuerdo en eso. Pero, ¿es que Fernández es peor que la media del clero mundial? No lo creo; más aún, creo que es bastante mejorcito que la media. Con su nominación, el Papa Francisco no ha hecho más que revelar coram populo el verdadero estado y calidad del clero católico. 

Veamos otro ejemplo: en los últimos días, se conoció que más de quinientos católicos belgas han apostado de la fe y pedido ser “desbautizados” en reacción al discurso conservador del Papa Francisco en ocasión de su visita a ese país, donde no hizo más que reafirmar la doctrina de la Iglesia en cuestiones que no tienen que ver estrictamente con la fe: el aborto es un crimen y la mujer no puede ser un hombre, fue lo que dijo. Estos quinientos apóstatas se tomaron el trabajo de escribir a los obispos pidiendo ser borrados de los libros de bautismo, pero seguramente serán muchos más los que ni siquiera se toman esas molestias; son apóstatas de hecho. Y tengámos en cuenta que estamos hablando de personas más bien mayores, porque los más jóvenes ni siquiera están bautizados. 

El principio de revelación, en última instancia, no es un descubrimiento de Javier Milei: ya lo aplicó un jesuita antes que él a la Iglesia universal. No sabemos qué saldrá del próximo cónclave, pero el nuevo Papa tendrá al menos una ventaja: podrá enfrentarse al verdadero rostro de la Iglesia; ya no será el elegante y popular Dorian Gray el que se pasea por los salones del mundo, sino su retrato que los pontífices anteriores, como relata Oscar Wilde, lo había tenido escondido en el cuarto de juegos, cerrado bajo cuatro llaves.