Estando yo enfrascado en mis lecturas y estudios, saludablemente alejado del mundo de los blogs y, más saludablemente aún del incomprensible país en el que me tocó en suerte nacer, recibí de un amigo la noticia que Juan Manuel de Prada había publicado hace algunos días, una segunda columna con furiosas diatribas contra Dreher y su libro y, sobre todo, contra los que de un modo u otro adhieren a su tesis de la opción benedictina. Olvidé el asunto, y hoy, sin demasiadas ganas y por insistencias amicales, leí el artículo. Y me indigné.
Con una catarata de insultos que recuerda las que descarga ocasionalmente el Papa Francisco contra monjas solteronas, o contra católicos con cara de pepinillos en vinagre, De Prada trata a los benedictinistas de liberales, egoístas, comunitaristas, burgueses, católicos pompier, faltos de caridad, dimitentes del bien común e hipócritas. Con la pluma que lo caracteriza, salpica con sus agravios un texto breve, cuyo párrafo más extenso es la cita textual de un autor desconocido del siglo II. Y es justamente en esa cita en la que basa toda su argumentación.
Un rápido análisis del escrito de De Prada arroja como resultado tres breves párrafos que poseen como núcleo los improperios señalados, a los que reviste con una serie de afirmaciones que no pasan de eso: aseveraciones tomadas de aquí y allá, sin ninguna prueba o fundamentación. En el mejor de los casos, remite a un artículo de don Juan Retamar Server que apareció recientemente en la revista Verbo, lo cual habilita la sospecha que la parrafada de De Prada no sea más que una suerte de Verbo for dummies, o sea, una vulgarización de la postura de esa publicación que, recordemos, reivindica el trono de España para el heredero carlista de la casa de Borbón, una posibilidad tan arriesgada -o factible- como las comunidades benedictinas que propone Dreher. Son tres párrafos, en definitiva, que no tienen fundamento alguno, porque su autor intenta sostener toda la argumentación en el párrafo central, es decir, en la larga cita de la Carta a Diogneto. En otras palabras, su discurso se sostiene en un argumento de autoridad, y aquí reside el problema, según mi modesto entender.
Veamos el caso. La cita corresponde a los capítulos 5 y 6 de la Carta a Diogneto (πρὸς Διόγνητον) sobre la que podemos arrimar algunos argumentos de crítica externa e interna.
Crítica externa
La Carta a Diogneto posee una historia particular ya que su aparición en el mundo cristiano es reciente. Ocurrió cuando un joven estudiante de griego encontró el manuscrito en una pescadería de Constantinopla, en la pila de papeles con los que se envolvían los pescados. Esto ocurrió en 1436, y es el único manuscrito que se poseía hasta que pereció en el incendio de la biblioteca de Estrasburgo en 1870.
Estos datos no son sólo una anécdota. Son significativos porque dan cuenta que la Carta fue totalmente desconocida por los Padres de la Iglesia. Ni siquiera Eusebio de Cesárea la menciona, lo cual es mucho decir puesto que este autor hace referencia en sus obras a prácticamente la totalidad de la literatura cristiana pre-nicena.
La otra cuestión es que desconocemos al autor autor del texto. Hay opciones para todos los gustos: Quasten se inclina por Cuadrato, aunque no termina de convencerse; Marrou dice que es Panteno, el fundador de la Escuela de Alejandría, otros, que es Clemente el alejandrino o el romano, e incluso Connolly arriesga la posibilidad que sea un documento falso, escrito en el siglo XVI.
Estos hechos nos conducen a una primera conclusión: la Carta a Diogneto no pertenece a la Tradición de la Iglesia, más allá que haya sido escrita efectivamente por un autor cristiano del siglo II. Y esto es así porque no fue un texto recepcionado por los Padres, ya que ninguno de ellos lo tuvo en cuenta. En efecto, todos los textos patrísticos están permanentemente cruzados de citas y referencias mutuas. El hecho de que este curioso texto, descubierto de un modo muy curioso no haya sido citado ni siquiera una vez por sus contemporáneos o por autores de lo siglos posteriores, es por demás curioso.
Y hablando de curiosidades, no puedo omitir el hecho que la Carta a Diogneto haya sido estudiada de modo entusiasta por académicos pertenecientes al Opus Dei. Notable curiosidad, la de apoyarse en un texto promocionado por el Opus para refutar al liberalismo….
Todos los discursos, y de modo particular los patrísticos, deben ser contextualizados para realizar una exégesis correcta. Concretamente, es importante saber con quién está dialogando el autor y en qué circunstancias escribió su texto. Si la Carta a Diogneto fue escrita en el siglo II o III, pertenece a lo que se llama literatura apologética, cuyo autor más emblemático es San Justino con su Diálogo con Trifón. Y una de las características de esta literatura es que busca mostrar que los cristianos no eran bichos raros o psicópatas que adoraban a un burro y comían niños asados. Los cristianos eran gente pensante, que profesaban una religión que podían ser explicada en términos racionales aún conservando sus misterios, y que no tenían costumbres extrañas de corte antropofágico.
De Prada no tiene en cuenta este factor y, entonces, lee la Carta con los ojos de un cristiano del siglo XX que, después de una encíclica del Papa Pío XI, se ilusiona con el reinado social de Cristo, y entonces, debe participar activamente del mundo y de las políticas de sus reyezuelos. De Prada debería probar, con argumentos que no sean los mismos que utiliza el Opus Dei para justificar su enamoramiento del mundo, que el autor de la Carta a Diogneto dice efectivamente lo que él cree que dice. Y no lo hace.
Por otro lado, es posible hacer una exégesis de la Carta a Diogneto diametralmente opuesta a la que propone De Prada. Si se lee detenidamente la totalidad del texto, queda claro que la afirmación central del autor es que los cristianos son ciudadanos del cielo (“Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo”) que se encuentran transitoriamente en este mundo, del cual son excluidos porque este mundo los odia. Más aún, la comparación que realiza entre los binomios cuerpo - alma y mundo - cristianos -que tiene un claro origen platónico y estoico- lleva inmediatamente a afirmar el valor secundario del que se reviste el mundo para los cristianos, tal como es secundario el valor del cuerpo para alma, más allá que resulte imprescindible para alcanzar la salvación.
Entonces, si bien es cierto que los discípulos de Cristo necesitan del mundo en tanto hombres carnales, de esto no se sigue que deban involucrarse en los asuntos del mundo y, mucho menos, en la política del mundo. Se trata, a mi entender, de un salto injustificado que hace De Prada del concepto mundo (κόσμος) al concepto acción política. Escribe, en efecto: “La Carta a Diogneto nos hace una propuesta política valerosa y auténticamente cristiana”. Tal como hizo en su primera columna sobre este tema, don Juan Manuel se despacha con otro sofisma, en este caso un silogismo de cuatro términos, ya que la supositio de mundo no es la misma supositio de propuesta política.
Y vayamos aún más lejos. Pareciera que el autor de la Carta a Diogneto dice exactamente lo contrario a las afirmaciones de De Prada: “Los cristianos están encerrados en el mundo tal como el alma está encerrada en el cuerpo”, escribe. Podríamos pensar, entonces, que la mejor solución es la de Dreher, que propone escapar de la cárcel del mundo.
Finalmente, y como una pequeña coda, me pregunto qué opinarían mis amigos nacionalistas que, según dicen, Dios habría definido que cada hombre naciera en una patria determinada a la que debería amar hasta dar la vida por ella, cuando leen en el texto patrístico propuesto por De Prada que para los cristianos “toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña”.
Como dije en el comentario a la primera columna de Juan Manuel de Prada hace algunas semanas, no me interesa defender a Dreher ni a su libro, que no me parece gran cosa. Pero no es cuestión de encarnizarse no ya solamente con un lejano autor americano, sino con muchos buenos cristianos que tratan de idear soluciones para sobrevivir en la fe en medio del mundo apóstata y luciferino en el que vivimos. Y, peor aún, hacerlo con argumentos falaces.
No nos corran con la vaina, (y ahora vuelvo a la pausa).
Se me cayó Prada, al menos en esto. Prefiero pensar que escribe por calentura y no por reflexión.
ResponderEliminarDe lo que he leído de Dreher, puedo inferir que su propuesta no se presente como el ideal o como lo que debiera ser, sino como lo que podemos hacer ahora y mientras las circunstancias no varíen. Tampoco pretende Dreher teorizar sobre el tipo de comunidades que promueve: simplemente dice cuales son las formas asociativas que podemos usar al presente.
Nuevamente, no se critica lo acertado o inútil de la opción benedictina, sino que se la prejuzga desde un proyecto político que ni siquiera sus defensores han podido llevar a cabo.
En cuanto a la Carta a Diogneto, yo la leo del siguiente modo: los cristianos debemos vivir con naturalidad, en el sentido de que la vida cristiana es efectivamente la única natural y que el estado de pecado es antinatural y enfermo. Los cristianos no debemos exhibir nuestra fe como un pose, como quien exhibe que es fan de la Juventus o de Calamaro, y es justamente lo que abunda entre los tradis: posar como tradis.
Eso no quita el martirio, por supuesto. Pero si uno lee las actas de los Martires parece notar que su actitud estaba lejos de un héroe de película mirando la cámara, sino que tenían la paz de quien simplemente cumplía con su fe.
Pienso que hay que distinguir los argumentos factuales de Prada de aquellos de puro lucimiento literario -que no son pocos- para llegar a una comprensión correcta del escritor español; personaje que, en medio de sensatísimas observaciones, inmiscuye toda clase de exabruptos literarios más propio de un estilo a lo Bloy. Es el peligro del exceso ...
ResponderEliminarSi yo digo "Mozart es el mejor, acaso el único, músico de verdad..." digo una verdad y lo acompaño de una gansada inmensa, una especie de exageración, muy literaria, para reforzar la afirmación principal. Pero Mozart no debe pagar por ello, a pesar de todo.
W. dice bien que él no defendió a Dreher sino que lo comentó simplemente. W. es más grave (de gravitas romana) que Prada, que duda cabe, pero en el fondo dicen cosas no tan diversas aunque distinta manera, cada uno fiel a su propio e intransferible estilo. El estilo es el hombre.
A León Bloy lo acusaron de "modernista literario", de exagerado, de pelmazo (su novela "La mujer pobre" es un bodrio fenomenal) ... mil cosas; pero en el fondo, fué un testigo insobornable e imprescindible de una época de decadencia imparable. Como escritor, era más un panfletista y Prada en esto se le parece mucho, siendo él también un converso como el francés, y viador en una época y un lugar que te la voglio dire.
No da para enojarse esta cuestión.
Es el caso de utilizar los ojos lectores como pinzas...
Cordialmente
LMSS
Hay por lo menos un punto en el que está Vd. equivocado, sin entrar en lo demás. La revista Verbo no reivindica el trono de España para nadie. Es cierto que su actual director y varios de sus colaboradores habituales son carlistas, pero otros no lo son y la línea editorial de la revista, desde luego, no lo es. De hecho, ni Eugenio Vegas ni Juan Vallet (los fundadores de la publicación) eran carlistas, aunque Vallet sí tenía lazos con el Carlismo. No así Eugenio Vegas, que fue juanista e incluso llegó a ser preceptor de Don Juan Carlos.
ResponderEliminarUn saludo.
Por otra parte, la participación de los católicos en la vida pública vendría alentada, ya antes de Pío XI, por la Immortale Dei de León XIII.
ResponderEliminarNunca me gustó este señor de Prada.
ResponderEliminarNo quiero perder tiempo en calificarlo. Sí diré, que no creo para nada en su "conversión".
Soledad Sola
Aplomado análisis don Wanderer. Y estuvo bien Diogneto anticipándose (je) a la ideología de sus amigos nacionalistas.
ResponderEliminarLos cristianos tienen que participar en política sólo para defendernos o para defender inocentes.
ResponderEliminarEs un error pensar que si no participamos nos van a dejar solos en paz.
Es verdad. Lo de Prada es de cuarta. Tengo mis dudas sobre la "opcion" pero después de leerlo da como para meterse en un monasterio. Dónde está escrito que un Cristiano tenga que conquistar el poder político. O militar para cambiar el mundo. Este español dejó la cruz en un rincón y agarró la espada.
ResponderEliminarHay que ser indulgente con de Prada en el sentido de que escribir una columna semanal (o más, no lo sé) no es fácil.
ResponderEliminarCreo que es un periodista de los que Chesterton o Castellani, por ejemplo, hubieran gustado. Es un tipo formado, comprometido y frontal. Pero la maldita velocidad de escribir a contrareloj y encima de un tema bien complejo evita el reposo necesario para estudiar, reflexionar y decirlo bien. A esto se suma su estilo propio tan vehemente.
Pero para eso (ocio) están los auténticos ´pensantes´como el W. Es notable como el caminante ve los sofismas claramente pero no se ve animadversión con de Prada. Esto hay que agradecerlo.
Se ve que de Castellani mucho no entendió.
ResponderEliminarYa sé que no tiene que ver con el tema y pido mil disculpas. Pero estoy leyendo el magnífico libro de Prada sobre Filipinas, lo recomiendo !!!
ResponderEliminarEsta afirmación:
ResponderEliminar“Los cristianos están encerrados en el mundo tal como el alma está encerrada en el cuerpo”
parece más propia del dualismo extremo de los gnósticos que de la afirmación cristiana de la materia redimida por el misterio de la Encarnación del Verbo.
¿Acaso no recordó San Agustín que "Dios se hizo Hombre para que el hombre fuera un poco Dios"?.
Por otro lado, esta otra:
“toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña”
seguramente provocaría en algún gibelino disandrista una instintiva indagación sobre las tendencias veterotestamentarias y hebraicocristianas del citado Diogneto, ja.
Lo que echo en falta de parte de muchos de estos comprometidísimos antiliberales, que defienden una sociedad católica y toda la parafernalia... Hagan algo por eso.
ResponderEliminarEs un pensamiento particular, y cada uno sabrá qué hace o no o qué tiene que hacer y demás. Pero mi impresión es que todo aquello que órbita alrededor de Verbo y similares, a veces pueden llegar a una erudición grandísima sin que nada aterrice.
Se van repartiendo etiquetas de liberal a todo sin que ellos propongan nada tangible. Me parece de una falta de realismo grande y, en cierto sentido, de estar completamente apartados del mundo, o, en su lenguaje, de no entrar en política de ninguna forma. ¿Qué propuesta política ha hecho esta gente desde sus cómodas butacas en que se encuentran solo con gente de su cuerda? ¿Qué se saca de debates entre "fachas" y "carlistas" o de discusiones sobre la legitimidad jurídica de la Constitución de hace ya cuarenta años?
A menudo me he reconocido muy cercano al carlismo (aunque con ciertas reticencias estéticas por no dejar de ser sino un residuo barroco de una supuesta gran cristiandad medieval), pero creo que a menudo, determinados grupos pecan de una gran falta de realismo y, sobre Dreher en particular (que no es santo de mi devoción), propone meramente una guía de supervivencia de cristianismo. Si no hay una primera supervivencia, ¿cómo llegará el anhelado siglo XVII español que quieren restaurar?
Al final, hay que arar con los bueyes que hay y, por ejemplo, una realidad ultraliberal como lo son los EUA es más favorable a la libertad de la fe católica que no un estado ideológico que pretende imponer unas ideas concretas (con una supuesta verdad detrás). En EUA, si quisieran, un día podrían los cristianos refugiarse en cuevas; en España vendría el estado, destruiría los núcleos familiares y mandaría a los hijos a escuelas "públicas" (es decir, estatalistas). Ciro y Constantino fueron grandísimas herramientas de Dios para el bien de la fe católica.
Al que compara a Prada con Leon Bloy: Hay que tener más cuidado con las comparaciones, amigo. Un poco de seriedad..
ResponderEliminarCuriosamente De Prada toma o copia su propuesta del libro de Monseñor Chaput, arzobispo de Filadelfia,"Extranjeros en tierra extraña" (en España publicada por la editorial del Opus Dei,PALABRA, en el año 2017), libro que escribió su eminencia en respuesta al libro de Dreher. Dicho libro cita de forma profusa (incluido su título) la Carta a Diogneto.
ResponderEliminarEstimado D. Pedraza: me permito solamente aportar que el título se basa principalmente en Act 7,6.
ResponderEliminarTengo una duda, ojalá don Wanderer o cualquier comentarista instruido me la sepa contestar:
ResponderEliminarEn octubre se hará el "Encuentro Nacional de Mujeres" en La Plata y, como todos los años van a intentar destruir la Catedral. Ya anda circulando por wsp un mensajito del Tucho que pide que nadie vaya a "defender" la Catedral porque quiere que la policía actúe y ésta no puede actuar si es que hay dos bandos enfrentados. A mi me parece lógica la postura del Tucho, pero varios conocidos se oponen y quieren ir igual
¿Qué se supone que es lo correcto? ¿Hacerle caso al Tucho y no ir o ir igual?
Uno de por ahí escribió: "Al que compara a Prada con Leon Bloy: Hay que tener más cuidado con las comparaciones, amigo. Un poco de seriedad.."
ResponderEliminarBueno. Ilústreme...
LMSS
Anónimo de las 14:30
ResponderEliminarRecuerdo que Lutero decía que no tenía nada de pecaminoso formar parte de las fuerzas de seguridad y tener que utilizar la violencia física de vez en cuando para hacer cumplir la ley, porque Jesucristo no le pidió al centurión romano que cambie de trabajo (y eso que era la fuerza opresora de un imperio pagano).
Aunque el razonamiento provenga de un archihereje, creo que en eso tenía razón.
Si Tucho cree que la policía va a defender la Catedral, esperemos que tenga razón y dejemos que lo hagan, que es su trabajo y para eso pagamos impuestos.
A esta altura de la historiahistoria creo que los católicos tradis que siguen defendiendo la bondad de participar activamente en política son unos cínicos. No estamos en épocas del Centurión romano que, fiel a un emperador pagano, podía ser relativamente respetable, como pagano, en su vida moral. No estamos en épocas en donde los reyes, con todos sus vicios y defectos, sostenían una legislación cristiana. No estamos, tampoco, en épocas en donde las repúblicas, nacidas de la nefasta revolución, eran gobernadas por masones que, mal que bien, sostenían una moral natural. No. Estamos en épocas en donde para meterse en política hay que afiliarse a un partido o crear uno. Los partidos que ya existen son partícipes, primarios o secundarios, de la sodomización de la ley, del enriquecimiento desmedido a costa de cuanto negocio podrido existe. Y para crear un partido hay que estar dispuesto a salir a negociar con ellos. Lo que supone que me das un espacio y me trago esto o aquello, me dejas entrar y me hago el gil respecto de otra porquería.
ResponderEliminarHe dicho que son cínicos, no lo digo para ofenderlos sino porque no pueden ser otra cosa. Acaso son idiotas? No, y los que se meten en politica por más catolicos que sean terminan haciendo mucha plata. NO JODAN.
Por supuesto que a personas como yo nos tildan de comunitaristas y no sé qué más. No soy comunitarista, pero no soy inocente. La política da plata. Los entristas lo saben.
Mr. Wanderer, muchas gracias por su inteligente y documentada respuesta. Nos hace pensar mucho y bien.
ResponderEliminarSolo un reparo amistoso referente al penúltimo párrafo... Este asunto de la patria y del nacionalismo. Disculpe, solo que lo veo desgajado del texto, veo que trae el tema a menudo y acompañado de cierta inquietud; y veo, por último, que plantea una cierta antinomia entre patria terrenal y eterna que no sé cuánto se realiza en la vida. En otras palabras y con un ejemplo que sirve: tengo un padre terrenal y uno eterno a quienes amo, que cada uno en su lugar, no debieran generar ningún conflicto interior ni desasosiego alguno. Un Ordo Amoris que nos hace amar todo en el Todo.
Eso sí, otro cantar es lo que se entiende cuando se dice patria. Pero si eso no está, el silogismo que ud. plantea pierde contundencia. O, tal vez, es innecesario en el texto que nos propone.
En fin, reflexiones de alta mar, mi patria de sueños y de estrellas.
Suyo,
Capitán Dalroy.-
De Prada conozco poco , y de eso poco , lo que le leí hasta 2013 , incluyendo su primer artículo sobre Bergoglio : “El Telepapa” , siempre me pareció bueno.
ResponderEliminarPero después de eso, todo lo que le leí , me pareció que tenía un mal olor creciente , como le pareció a Soledad Sola, por mas lecciones de Chesterton o Castellani haya dado.
Algo le pasa , vaya a saber uno que es, pero algo raro tiene esa persona.
Debe haberlo tenido siempre, pero ahora se hace más visible.
Creo, que , con todo lo que viene pasando , lo mejor es no perder el tiempo con el, por más culto y valioso haya sido, y corresponde ignorarlo.
De Prada se equivocó, pero suscita la típica persecución de cristianos por cristianos, no muy diferente a la que el mismo práctico con Dreher, que hará de ellos buenos cristianos.
EliminarSin duda, ignorarlo puede estar entre las formas más perfectas de persecucion, pero también de santificación del hermano para que alumbre la humildad propia de los pobres de espiritu.
Con respecto a su oportuna coda, Wanderer, qué quiere que le diga. Yo tiendo a compartir la opinión de Alfredo Cruz sobre el nacionalismo: “un engaño que nos hace creer que somos lo que, en verdad, no somos, y que nos empuja a incorporarnos a una causa que no es la nuestra” (E. nacionalismo, una ideología...p. 73).
ResponderEliminarCapitán Dalroy, parece interesante la analogía del padre terrenal con el Padre celestial. Es más, el cuarto mandamiento manda honrar a los padres y uno no puede, por ejemplo, abandonarlos, ignorarlos o despotricar contra ellos. Incluso el A.T. está lleno de reprimendas para los que así actúan.
ResponderEliminarAhora bien, suponiendo que yo abandone o ignore a mi patria (ej. en mi caso la Argentina). Por ejemplo, porque no soporto vivir en ella y decido marcharme a un país normal, ¿yo estaría faltando de alguna manera al 4º mandamiento?
Yo creo que no. Incluso creo que sería deseable que a la primera de cambio me marche, si eso significaría para mí estar en paz, no exponerme innecesariamente a situaciones que me dañan, etc.
Por esto le decía que la analogía "parecía" relevante, pero en realidad plantea una falsa proporción entre los padres y eso que solemos llamar patria.
Hablar de patria es engañoso porque omite que los países del nuevo mundo como Argentina son muy distintos de las naciones del viejo mundo. Las naciones del viejo mundo son tribus grandes. Los argentinos no somos eso y la identidad nacional nos fue inculcada por la educación pública y el fútbol.
ResponderEliminarVoilà la respuesta del autor a las críticas de Prada:
ResponderEliminarhttps://religion.elconfidencialdigital.com/articulo/catolicos/autor-opcion-benedictina-responde-juan-manuel-prada-reaccionarios-salon-son-inutiles/20190917203441028666.amp.html
La cuestión se presta a los anacronismos, y los comentaristas no se han privado de echar mano a ellos. Estimados: se trata de la epístola a Diogneto, no de la epístola a Magnetto, podría resumirse. También ha servido, en algunos casos, para zurrar a un extinto: el nacionalismo argentino. A moro muerto, gran lanzada. Ese nacionalismo -del que formé parte- se puede examinar hoy bajo la forma de una necropsia, y dedicarle, en todo caso, una necrológica -de mortuis nihil nisi bonum; pegarle resulta sobreabundante y extemporáneo. Sobre el patriotismo, hay que distinguir dos cosas. Por un lado, la constancia del sentimiento que llamamos patrotismo, como una invariante antropológica; por otra, la Patria concreta, su objeto, que es variable en su consideración sociológica. Sentirse ligado a una comunidad determinada es inseparable de la naturaleza y condición humana. Reside en lo profundo del sustrato sentimental humano y participa tanto de la grandeza como de la miseria de los sentimientos. Exagerado y desequilibrado respecto de los demás factores antropológicos, es un lastre. En cuanto a la Patria a la que se pertenece, podrá dolernos o fastidiarnos y hasta indignarnos en su cristalización sociológica que es la nación y su manifestación jurídico política que es el Estado -pero ni nación ni Estado son invariantes humana, sino productos históricos. Los primeros cristianos no toman en serio las patrias terrestres, son peregrinos (Hebr. XI,13); "[qué] es para mí la patria limitada, si cualquier tierra me pertenece y ninguna de ellas es mi patria". No es un estoico cosmopolita, sino que su Patria no está en este mundo. Así se entiende la epístola a Diogneto, haya sido quien fuere su autor: "pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo -in terram degunt sed in caelo civitatem suam habet", traduce el Migne. Tiempo después se intentó la instauración de una patria cristiana, la respublica christiana, síntesis que se deshizo más tarde,se secularizó y desgajó en patrias autónomas, cuyos sentimientos fueron cristalizados en naciones. Hoy vivimos la progresiva descomposición de aquellas, enfrentadas con reacciones del sentimiento de pertenencia -jihad vs. McWorld- y el mensaje para los cristianos es cuidar el ecosistema.
ResponderEliminarDesde Mompracem
No me gustaron nada estos dos artículos de De Prada, no obsta para que siga admirándole y para quedar normalmente reconfortado por lo que escribe. Alguien hablaba del estilo periodístico, urgente, quizá influya un poco, en este caso no creo que sea determinante. De Prada tiene un estilo particular, a veces demasiado intuitivo, y eso le hace disparar sin apuntar, por instinto, y acierta muchas veces, otras falla. Lo que pasa es que esta vez se ha puesto a disparar a ráfaga y ha errado muchos tiros. La influencia de estos artículos será poca, pues esto lo ha leído más el que busca lo que escribe que el lector del medio en el que los ha publicado que es, no olvidemos, un suplemento dominical que se encarta en varias publicaciones de distinto signo. Al ser un tema de interés para católicos y para católicos interesados en el asunto la repercusión general es mínima.
ResponderEliminarY por poner un apunte que creo que, más o menos, se ha mencionado, es extraño que siendo De Prada inteligente, que lo es, parece que haya confundido o haya querido confundir lo que sería el capítulo de un manual de supervivencia dedicado a la construcción de vivac de fortuna con un tratado de arquitectura y urbanismo, y claro así no salen las cuentas. El problemas es que si a mano tienes unos palos, unas ramas, unas hierbas y unas cuerdas el tratado de arquitectura te vale para poco en estas circunstancias. Y creo que ahora estamos en esto. Lo que no significa que tiremos al tacho el tratado de arquitectura y urbanismo, todo lo contrario, hay que estudiarlo y guardarlo porque lo que aspiramos es que nos vuelva a servir. Pero ahora no tenemos ni piedras, ni ladrillos, ni cemento, nos las hemos de ver con esos pobres palos.
Laus Deo , Gracias por su análisis...me consuela en parte. He sido objeto de burdas descalificaciones y tirones de orejas, no por defender a Dreher, sino por criticar la diatriba de Prada y proponer rescatar algo de lo que sugiere, porque creo que hay cosas rescatables y reconducible a lo católico. (me equivoqué de post...sorry)
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