Creo que todos somos conscientes que estamos viviendo tiempos históricos que anuncian un profundo cambio de época, y no por causa del coronavirus, porque pandemias han habido cientos a lo largo de la historia, y cuando pasan, las cosas siguen más o menos iguales. Mucho más grave y definitorio que un bichito es el profundo cambio operado en la Iglesia Católica que sí puede provocar modificaciones mucho mayores y radicales.
Lo que está sucediendo en Alemania, a mi entender, no es más que el epifenómeno de lo que sucede en lo profundo de toda la Iglesia, y las afirmaciones que los alemanes están declamando abiertamente, las firmarían en lo profundo de su corazón una buena mayoría de obispos, sacerdotes y fieles. Una larga entrevista concedida por el cardenal Müller, en la que describe la situación de Alemania, sirve para demostrar el fenómeno del que hablo. Estamos frente a una iglesia, también en Argentina, España y todo el mundo, que ha renunciado a la pretensión de verdad y de ser la única que posee la verdad de la revelación, y que tiene muchísimo cuidado en no presentarse con esos títulos, no sea que la apedreen en las plazas públicas de los medios de comunicación. La Iglesia, en la práctica, se ha reducido a la ética social y al sentimentalismo religioso, y la única legitimidad que acepta es la que proviene del interior de cada católico (¿por qué un sacerdote va a negar la comunión a un adúltero si él, en su interior, se sabe justificado en su proceder?). Una iglesia de este tipo está condenada a la irrelevancia social, y es lo que está sucediendo. Bouyer, hace varias décadas, se reía con sorna de los católicos que corrían a estrecharse en abrazos con los enemigos de la fe, protestando su modernidad, amplitud de miras y fraternidades universales, y lo único que conseguían era la burla y el desprecio, la misma burla y desprecio que recibe hoy el Papa Francisco y otros personajes eclesiásticos por el estilo.
En pocas décadas, la Iglesia Católica ha dejado de ser y de proclamarse una religión sobrenatural para convertirse en una religión civil, que ha negociado todo en aras de conseguir la aceptación del mundo. Cuando un Papa da la comunión públicamente a un protestante —lo mismo que harán abiertamente los alemanes en pocos días—, está cuestionando la necesidad de la gracia; cuando se besa, reza y firma acuerdos con un musulmán, está despreciando la fe en el Dios Trino y en la divinidad de Jesucristo. Y esto que ha hecho últimamente Francisco, y que con variantes no muy pronunciadas también habían hecho Pablo VI y Juan Pablo II, ambos aparentemente santos, es compartido sin cuestionamientos por la inmensa mayoría del clero y de los fieles. Estamos frente a una iglesia diluida, la sal que perdió su sabor y que ya no sirve más que para ser arrojada al camino y pisada por los viandantes (Mt. 5,13).
Con la llegada de Bergoglio al solio de Pedro, se impuso de un modo magisterial —y destaco este carácter afirmado por el mismo pontífice— un principio que el marxismo y toda la progresía había usado a mansalva en las últimas décadas: la realidad se impone y los principios deben ceder frente a ella. Es este el nuevo superdogma. El ideal es la celibato sacerdotal, la castidad matrimonial y la continencia en los jóvenes, pero la realidad es que los sacerdotes quiebran frecuentemente sus votos, y la castidad es poco y nada observada en los otros estados de vida. Por tanto, esta “realidad de la vida” debe imponerse a los principios, los que deberán ceder sus pretensiones. En el mejor de los casos, quedarán como ideales a los que cada cual se acercará en la medida de sus posibilidades. Es esta la nueva moral católica y la teología moral que se enseña en la mayoría de los seminarios católicos. Y es, en el fondo, una renuncia a la fe en Jesucristo. Él es el liberador del pecado, de la muerte y del demonio. Él no respondió a la “realidad de la vida” del divorcio , que era común en su tiempo, o a la envidia de los fariseos, o a la violencia de los romanos, con el conformismo, ni les sugirió discernimientos, ni pretendió un “cambio de paradigma” de la fe de Israel. San Pablo no se detuvo a respetar los “proyectos de vida en común trazado por dos personas del mismo sexo adultas en la fe” sino que espetó en alta voz: “No os dejéis engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales heredarán el Reino de Dios” (I Cor, 6,9).
Decía al comienzo que estamos frente a un nuevo escenario que exige necesariamente medidas también nuevas. Y no me parece que siempre acertemos en este empeño. A veces, a fuer de conservadores, pretendemos aplicar las estrategias y argumentaciones que fueron más o menos eficaces en siglos anteriores y que ahora no tienen ya ningún peso, al menos para esgrimir en la primer línea de batalla. Después de la Reforma Protestantes y después de la Revolución Francesa, es decir, después de la subversión del orden religioso y político, podíamos hacer apologética de nuestra fe refiriéndonos, por ejemplo, a los “motivos de credibilidad de la Iglesia”, entre otros, la “santidad de su miembros”, pero eso, después de los escándalos de los últimos tiempos, no se lo cree nadie, y no prueban absolutamente nada. Y tampoco podemos ya argüir en contra del divorcio, de la homosexualidad e incluso del aborto apelando a la ley natural, porque nadie acepta ya la existencia de una naturaleza y mucho menos de una ley que provenga de ella. Esgrimir las armas de la apologética del siglo XIX es una pérdida de tiempo, y esto no significa que nos hayamos quedado sin argumentos. Sencillamente, nos quedamos sin oídos aptos para escuchar y comprender esos argumentos.
En mi opinión, ha llegado la hora de argüir el último y fundamental argumento: Dios lo quiere así, aunque la “realidad de la vida” sea otra. Dios no quiere el adulterio, ni tampoco quiere la fornicación según o contra natura, como tampoco quiere el robo o la mentira. Esta es su Voluntad, expresada claramente en la Revelación a través de las Escrituras y la Tradición, y es nuestra obligación obedecerla, sabiendo que esa obediencia nos hará libres. Se trata, en el fondo, de la tentación primigenia, de querer ser como dioses, de querer establecer nosotros mismos las reglas. Y así como muchos pueden argumentar que todos tienen derecho a rehacer su vida luego de un fracaso matrimonial, o que tienen derecho a amar a quien sea independientemente de su sexo, y que es arbitraria toda disposición contraria, también Adán y Eva tenían derecho a protestar por la arbitrariedad de no poder comer del famoso manzano, siendo como era un árbol más del jardín de Edén. En el fondo se trataba de la voluntad de Dios: Él, porque es Dios, decidió que de ese árbol no se comía; y porque es Dios decidió también la prohibición del adulterio y de la fornicación en todas sus variantes. Y nosotros sólo podemos decir: "¿Quién como Dios?"
Quis ut Deus?
[Nota bene: Muchos dirán que se trata de un recurso propio del voluntarismo escotista. No es esa mi intención y lo dejo claro en el post].
Creo que la santidad de la Iglesia es patente en tantos miles de mártires actuales.
ResponderEliminarLamentablemente, lo patente a lo ojos del mundo es el pecado de miles de sus miembros, entre ellos, cardenales y obispos.
EliminarSer muerto en situaciones trágicas no es martirio. Martirio es morir por afirmar las verdades de la Fe. Ahora, desde los años 60s, ¿Cuántos casos conoce de estos? No hablamos de morir ejerciendo una encomiable labor asistencial, sino propiamente hablando dar el testimonio de Cristo hasta pagarlo con la propia sangre. Aguardo su respuesta, y aún si puede mencionar alguno, medite cuántos con respecto a tiempos previos. ¿No leyó las palabras del Espíritu a la Iglesia de LaOdisea, en el Apocalipsis?
EliminarPlinio Moisés
Depende del diario que lea. El comentarista debe leer Flos Sanctorum que se renueva cada día o cada hora canónica. Ud quizá prefiera con otros leer Historia calamitatum, que siempre es de ayer.
EliminarEso no es responder mi pregunta. Morir en situación heroica, no hace al mártir, hace al heroe cívico... curiosamente con una iglesia reducida al civismo. En síntesis, buena gente que quizá merezca un monumento, pero no un altar ni una estampita. Mártires sin duda alguna son los cristianos en China, donde por Fe y sin duda alguna por FE, están siendo carneados como ganado para vender sus órganos o sufriendo vejaciones que no puedo narrar en este espacio. No confundamos los tantos, que eso es cosa del sulfuroso.
EliminarPlinio Moisés
Mártires reales anónimos si hay muchos, sin prensa, sin nombre..por ejemplo en Aleppo
Eliminar¡Por que sí!
ResponderEliminarEs el argumento cuando el otro no tiene intención de ceder en sus locuras. Creo que lo entiendo y comparto la posición.
O sea, ser furiosamente antiliberales.
ResponderEliminarParticularmente entiendo que quizás el avance de esta Iglesia insípida no comenzó por la moralidad sexual, ese fue el resultado final, sino por el carácter estético. La estética Católica se diluyó inmediatamente después del Concilio. Basta con ver las estampas de los santos, las canciones de Misa y la arquitectura de las parroquias.
ResponderEliminarLa Iglesia destruyó su distinción artística, dejando un sin fin de sin sabores que se conservan a día de hoy. La educación de la Fe entra por los sentidos y si esos sentidos se llenan de un espíritu oblicuo, amorfo y anodino, esa misma será la forma de creer.
Es muy interesante, cómo ejemplo, tratar de distinguir el género músical al que pertenecen las canciones de Misa hechas por Meana. No tiene género; no es rock, no es balada, no es folklore, no es canción, no es nada. Nada. No tiene pies, es una fusión artificial de géneros modernos que no dicen absolutamente nada. Y, es la estética que la Iglesia difunde masivamente.
Ni hablar de las imágenes de plástico de los santos, las cuáles llegan a ser una falta de respeto importante.
Cómo otro punto importante, creo que la Iglesia al haber abrazado de cierta forma el liberalismo y la democracia moderna en el siglo XX, se ha olvidado de la avaricia y la acumulación desmedida de dinero como pecado, y tuvo un punto de encuentro con el protestantismo en entender que el bienestar económico como el bienestar espiritual. Y ésto es otra forma de disolución.
AP.
Con todo respeto, el declive estético tiene muchas aristas, y empezó antes del Concilio.
EliminarPor ejemplo, toda la imaginería edulcorada producto de la devotio moderna, en estatuas, estampitas, etc. Ni hablar de la papolatría o hipertrofía de la devoción al Sumo Pontífice expresada en las estampitas... un horror.
Musicalmente, la cosa se mantuvo más o menos hasta el Concilio.
Pero lo estético es siempre un mero síntoma y no la raíz del mal.
Claro. Es un proceso. Y efectivamente la estética es el síntoma. Pero, la forma de disolver al pueblo fiel, a los parroquianos, fue gracias al cambio estético. Los cambios espirituales se representan con cambios estéticos, ya que es la forma más sencilla de no encontrar resistencia, o encontrar una muy leve.
EliminarLa estética amolda una forma de ver la fe. Si se presenta un Cristo andando en bicicleta con aires de John Lennon (ésto lo vi en panfletos salesianos) se está enseñando una forma muy clara de ver a la Segunda Persona de la Trinidad.
Lo que quiero decir es que la disolución estética fue la herramienta para la disolución espiritual de la Iglesia. No es ni la cuasa primera ni el fin último, es el artificio que ablanda el pensamiento y enceguece el corazón de los fieles.
Pd: Es muy sintomático, a día de hoy, que en el sitio oficial del Vaticano (vaticano.va) no hay imágenes de Cristo ni la Virgen. Me llama sumamente la atención. Creo que representa mucho el orden de las cosas para Roma.
Saludos. AP.
En eso sí, plenamente de acuerdo.
EliminarY se aplica con mucha más razón a la Liturgia. Ver el iluminador libro "El Ordo Divino de Cranmer" de Michael Davies.
Buenas tardes. Yo no veo voluntarismo escotista por ninguna parte, aunque otros pueden verlo. Mi olfato me indica un aroma a Juilly.
ResponderEliminarRecuerdo haber leído a Bouyer que redención, creación, o salvación, son palabras que causan nauseas entre los católicos, y un viejo periodista italiano tuvo la sensación de que el papa no concedía a Cristo más naturaleza divina que la que pueda tener la sota de copas, esto lo escuché en la televisión. Nisi Dominus.
Con quien no quiere pensar, no se puede discutir, pues es un dogmático. Y apuntar a una lucha de dogmatismo contra dogmatismo es inútil a mi parecer, pues en esas nadie tiene las de ganar (Por ejemplo, si ud. discute que la homosexualidad está mal porque Dios no lo quiere, vendrá alguno a acomodar el Evangelio para que Dios sea el más ferviente defensor de los pobres homosexuales. De este acomodamiento hermenéutico los protestantes tienen 500 años de experiencia). Al final, todos e reducirá a una mera lucha de poderes, en lo que encima hoy día también llevamos las de perder.
ResponderEliminarEl método deberá ser el de siempre: tomarse el laburo de ver todo lo bueno y verdadero que hay en las tesis modernas (que no todo está tan mal che), y hacerlo dialogar con la filosofía y teología perenne. El ejemplo de Santo Tomás de Aquino en esto es verdaderamente ilustrativo.
Estimado Valveno, usted tiene razón si lo que pretende es discutir.
EliminarLo que yo estoy proponiendo es que el tiempo de las discusiones terminó. Es imposible discutir con el mundo contemporáneo, y no se trata de tomarse o no el trabajo. Para cualquier discusión tienen que haber puntos en común, y ahora ya no los hay.
Que es imposible discutir me parece evidente. Si el mundo anda diciendo que una mujer en realidad, si lo dice, es hombre (lo del pasto verde de Chesterton), no hay forma de empezar; son cabezas que están directamente en distintos planos. Una anécdota real: conversación sobre si Dios castiga o no; se le dice al negador que existe algo así como la carta magna del castigo, Hebreos XII, que se repite en la carta a la Iglesia de Laodicea, más otros pasajes claros al respecto. Respuesta: es Ud. un literalista. Es imposible avanzar en algo así. Ahora, si se dice que tal o cual comportamiento es lo que Dios quiere, puede aparecer el sanbenito recién descripto, y vuelta a empezar. Cuando 2 + 2 ya no es cuatro, es imposible toda conversación, y si se trata de consagrados, ni hablar.
EliminarEstimados, muchas gracias por sus comentarios. Esto me recuerda a lo que decía una docente de lógica: cuando el problema no está en el juicio sino en la simple aprehensión, cuando el ideologizado se cierra en su postura, el único modo que queda es evidenciarle su absurdo a partir de los actos.
EliminarQue no es otra cosa que lo que planteaba Chesterton en su gran Manalive: “I am going to hold a pistol to the head of the Modern Man. But I shall not use it to kill him–only to bring him to life.”
Iba a decir que me llamaba la atención el post por ser un "recurso propio del voluntarismo escotista", hasta que vi la "nota bene", jaja. La verdad es que no entiendo la diferencia con el mismo.
ResponderEliminarBertrand.
Pero el mundo contesta que Dios? y volvemos a necesitar de la apologética. Al final todo es cuestion de Fe.
ResponderEliminarLo que dice este post lo pensé hace mucho. Nuestra razón está oscurecida por le pecado (o en nuestro tiempo por la abundancia de él) y por ello no puede ver, en forma total o parcial, el mal del pecado especialmente el que es contrario al sexto y noveno mandamientos. Se razona así: si hay 'consentimiento', dónde está el mal? Es decir, el mal asociado únicamente a un daño o una violencia, porque ese sí sería evidenciable por el ser humano (de hecho es lo que reprime la Sociedad civil, que no se mete en lo privado). Pero repito, y lo dice muy claro la nota, es una forma de hacernos nosotros legisladores divinos y no lo somos (además de que, en ese caso, habría tantos legisladores como personas: siguiendo con el ejemplo, unos dirían que el ´consentimiento sexual' pudiera darse a tal edad, otros a otra edad menor...etc). Esto es, lo mismo que ha pasado con la Fé y las distintas denominaciones, cada una con su interpretación, pero llevado a la moral.
ResponderEliminarEl articulo toca una cantidad de cuestiones.
ResponderEliminarUna es el argumento ad intra de la fe versus el argumento ad extra. No es sensato que haya discrepancia entre ellos. Esto es, si cuando alguien presenta su fe a un no cristiano no arguye en base a los motivos de credibilidad por los que él mismo sostiene que la Tradicion y Escritura, interpretadas (y tambien identificadas, recordemos la cuestion del canon biblico) por el Magisterio de la Iglesia, contiene la Revelacion divina, directamente pierde el tiempo. Decir "esto es así porque Dios lo quiere" genera la respuesta inmediata "Y cómo sabes que Dios lo quiere?"
Otra cuestion es que, en un cierto sentido, el motivo de credibilidad de la fe cristiana, en particular frente a los judios, es precisamente que "la realidad es superior a la idea". Porque la posicion cristiana no es "La interpretacion cristiana del Antiguo Testamento es tanto mejor que la rabinica que los eventos del Nuevo Testamento, en particular la resurreccion de Jesucristo, tienen que ser historicamente facticos" sino al reves: "Los eventos del NT, en particular la resurreccion de Jesucristo, son historicamente facticos, y por lo tanto la interpretacion cristiana del AT es la correcta." La fe de los apostoles se basaba en una realidad, la de los milagros y en particular de la resurreccion de Jesus, no en una idea.
Hace unos días vi la película autobiográfica de Julia von Heinz, "Und morgen die ganze Welt" (Y mañana el mundo entero, 2020), en la que la directora cuenta su paso por Antifa. Una película que ha sido muy criticada por mostrar una cara nada amable ni angelical de este movimiento que es la niña mimada del progresismo.
ResponderEliminarEn un momento están organizando una medida de fuerza contra unos "nazis" y uno de las dirigentes dice: "Hay que sumar a los hippies, los veganos, los religiosos..." La protagonista, más radical, dice: "Los nazis se van a burlar de nosotros. ¿¡Quieres llevar monjes en sandalias?!"
Por otro lado, Jesús sí que introdujo un cambio de paradigma en la fe y praxis de Israel, esto es la trinidad de Personas divinas en la unidad de naturaleza y la Encarnacion de la segunda Persona en cuanto a la fe y la caducidad de las disposiciones de la Torah sobre observancia del sabado, dieta, pureza ritual, etc. Y el fundamento que daba para ese cambio y su rol de Mesías era en base a la realidad, no a la idea, como se ve en su respuesta a los enviados de Juan el Bautista: "Vayan y cuentenle a Juan lo que han visto y oido: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, ..." (Mt 11,4-6).
ResponderEliminarCuando uno trata de hacerle entender a alguien con miles de argumentos sobre algo que se cae de maduro que por naturaleza las cosas deben ser de tal manera y se cansan de sacar argumentos de la galera para tratar de justificarse, no queda otra que ir al grano, afirmar que es así por voluntad de Dios y si le gusta perfecto y si no, lo siento mucho...
ResponderEliminarSi no aceptan la Inteligencia de Dios, manifestada en sus creaturas, ¿cómo podrán aceptar su Voluntad?
ResponderEliminarWanderer, me leyó la mente. El entorno católico conservador siempre ha insistido para los temas morales en los argumentos de “la ley natural que está inscrita en el hombre”, acudiendo a cadenas de raznoamientos para establecer que el matrimonio debe ser heterosexual e indisoluble, de que el sexo solo debe estar dentro de ese matrimonio, etc, que a nadie le llegan excepto a los ya convencidos por la fe. ¿Suena fideista y casi protestante lo que digo? Es lo que he visto siempre: no conozco a nadie que practique la moral sexual católica por deducciones inferidas de un manual, sino cristianos que cumplen los mandamientos porque confían en que lo que Dios ha pedido es bueno.
ResponderEliminarNo en vano Lossky decía que el estado de naturaleza “pura” es al final del día una teoría, porque nuestra vocación es la unión con Dios y lo que vivimos actualmente es un estado contranatura. Sin aceptar verdades de fe como la creación, el pecado y la encarnación, realmente no se en que ayudan los raciocinios por estructurados que sean.
En cuanto a los “signos de credibilidad”, el problema es que muchos apologistas preconciliares (y ahora en el Tradiverso) las han tratado como “evidencias” o “demostraciones” de la verdad del cristianismo, ante las cuales solo cabe el acto de fe como la conclusión de un silogismo. La fe no dejar de exigir ciertas disposiciones del sujeto tales como la humildad y un interés genuino por alcanzar la verdad: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos”.
El profeta no debate. Expone la verdad de Dios y allá cada cual.
ResponderEliminarEs lo que toca.
Amen.
EliminarPlinio Moisés
Exacta. ¡porque sí!, porque Dios así lo quiere
EliminarExcelente lo suyo, Don Wander, comparto plenamente que la apologética del siglo XIX hoy no sirve ni para convencer a la Santa Sede, la que de muchos años a esta parte supone que la doctrina de la Iglesia necesita un service urgente para ponerla a tono con el mundo, eso que Juan XXIII llamaba aggiornamento para no perder el tren.
ResponderEliminarEl que no quiere ver señales que no las vea, pero es evidente que estamos en las postrimerías de una etapa de la Historia que para muchos será la última.
Algo está muriendo y algo está naciendo, aunque todavía nadie pueda vislumbrar lo que está por ocurrir.
Como un acto de rebeldía contra el Papa y la CDF que por boca de Monseñor Ladaria dijo hace pocos días que la práctica de la homosexualidad es pecado, hoy 10 de mayo centenares de iglesias abrieron sus puertas en Alemania para bendecir a todas las parejas homosexuales y lesbianas que se presenten.
El diario ABC de España dice que es tan grande la afluencia de esas parejas que se presentan, que la bendición que empezó en las misas de ayer domingo se extenderá hoy lunes todo el día.
Que la apostasía hoy ha trepado hasta las más altas cumbres de la Iglesia nadie lo duda, aunque por lo visto tampoco a nadie le interesa.
Prueba de ello es que para el Papa Francisco la preocupación pasa por el cambio climático, la seguridad de los migrantes, la Agenda 2030 de la ONU, que las vacunas contra el Covid19 estén disponibles para todos y que los organismos de crédito internacionales no ahoguen a los países del tercer mundo con la deuda externa.
Justamente por eso, este jueves 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, Bergoglio recibirá al presidente argentino Alberto Fernández que viene a pedirle ayuda para llegar a un acuerdo con el FMI.
Bergoglio sabe muy bien que Fernández aprobó la ley del aborto y otras leyes de transexualidad, educación sexual para los niños en la escuela, ideología de género y cualquier capricho que le acercan los grupos LGBT, pero él no se detiene en minucias, él juega en la alta política, como el acuerdo que hace poco cerró con los Bilderberg, Soros, Rockefeller y cía. para poner en marcha un capitalismo con rostro humano.
Pero como usted bien dice, Don Wander, tal vez Dios lo quiere así. Y si nosotros también lo entendemos así, a lo mejor comprendemos que por más que el mundo apueste a las vacunas esta pandemia llegó para quedarse, porque detrás del virus original de China vendrán otros virus mutantes y a ellos les seguirán terremotos, volcanes en erupción, tsunamis y todas las calamidades que el mundo necesite para obligarlo a clamar por alguien que venga a traer un poco de esperanza en medio de tanto dolor, alguien que ya fue profetizado hace 2.000 años en las Escrituras con precisión, el Anticristo, ese a quien todos adorarán como al salvador de la Humanidad. Y hay que estar atentos porque eso puede ocurrir en cualquier momento, las condiciones son inmejorables...
Fuenteovejuna
Para neocones q se espantan con Alemania pero q no pueden ver más allá para entender q todo esto jamás hubiera ocurrido sin el "¿quién soy yo para juzgar?"
ResponderEliminarAhora la CDF interviene en el debate de la Conf. Episcopal de EEUU para decir q sí se puede dar la comunión a abortistas. https://www.americamagazine.org/faith/2021/05/10/vatican-communion-bishops-biden-catholic-politicians-abortion-240627
Palamita, entiendo que el post de Wanderer se refiere a la aceptacion de la moral catolica por quienes ya profesan la fe catolica. En el caso de esas personas, fundamentar esa moral en base a la ley natural es opcional. En el caso de los demas es una total perdida de tiempo, porque a los protestantes les importa solo lo explicitamente mandado en la Biblia, a los musulmanes la sharia, a los judios la halakha, y a los ateos lo que les piace. En realidad, los unicos que comparten el concepto de ley natural son los sikh.
ResponderEliminarTal cual. No es tiempo de discusión. Sino de predicar el pecado original y la consecuente condenación del género humano y la única salvación por la cruz de Cristo. Y al que no le guste que arda.
ResponderEliminarLa apologética tradicional no sirve porque combate molinos de viento inexistentes y concediendo que el adversario es, en el fondo, superior (casi pidiendo permiso para existir).
ResponderEliminarCreemos que vivimos en una época racionalista, científica, atea, descreida, etc. Bobadas, nuestra época es tan idolatra, supersticiosa, crédula que el paganismo antiguo me parece una época indiferente en el tema religioso. Lo que tenemos son Baales con disfraces como Democracia, Ciencia, lo Gay,el Ecologismo, la Pachamama, etc. a los cuales tomamos demasiado en serio dando razones cuando son idolillos del tres al cuarto (prefiero mil veces el panteón grecorromano).
Pues ben, debemos ser como S. Bonifacio: hacha al arbolito y a derribar tabúes. La apologética moderna debe, en mi opinión, empezar por lo más básico: llamar al pan, pan y al vino. vino. Desacrar a esos simulacros, no discurrir sobre ellos porque sobre imbecilidades es causa vana. Chestertón, Bloy, Papini y Castellani lo entendieron bien, por eso son tan actuales.
Ahora, para hacerlo hay que estar dispuesto al martirio pues hay que ver quien es el guapo que diga que los maricones y trans son enfermos mentales; que los divorciados son putos y putas (sic), que la mujer abortista es una asesina de niños, por ejemplo.
Esto es igual en la Iglesia y sé que voy a causar escandalo pero creo que es la verdad. Esta muy bien debatir sobre la devotio moderna, las causas de la actual crisis con argumentos eruditos pero tenemos que reconocer los siguientes hechos:
-El Vat II es una colección de textos en su mayor parte cursis, relamidos, pomposo, estupidos, llenos de chorradas de la peor especie, dignos de mofa y befa.
-Que nuestros obispos, salvo algunos, son unos lamebotas, ignorantes cuya unica virtud es ser más lacayos que nadie con el superior reinante. El demonio será un simio Dei pero estos son miniyos de sus superiores. Papa Pancho es su arquetipo.
-Que los curas modernistas son mas repelentes que Lennon en la cama con Yoko Ono con ideas de guardería, infantiles y memos hasta decir basta. Vease lo de Alemania, hasta los satanistas profanan los sacramentos con mayor dignidad y saber (por lo menos saben con Quien se están jugando los cuartos) y no haciendo mamarrachadas que ni se concebirían entre parvulitos.
-Y que decir de los fieles que siguen a semejantes curas.
Permítame que aplauda su exposición de los hechos.
Eliminar👏👏👏
Eck: excelente!!! Coincido totalmente.
EliminarMás o menos es lo mismo que pienso yo, Eck. El tiempo de debate es con quien quiere debatir. La posmodernidad irracionalista no quiere debatir, sino imponer, y lo único que cabe es predicar y esperar el martirio. Dios no nos fallará llegado el momento. ¿Fallaremos nosotros?
EliminarTodo este asunto alemán es al fin de cuentas un problema monetario, de euros; se están quedando sin "clientes". Qué le disgusta al "cliente"(feligres)? La moral sexual tradicional? Ok, la adaptamos a sus demandas y Plin caja!
ResponderEliminarPor eso mejor solos que mal acompañado.
ResponderEliminarEl artículo es una muy buena descripción de la apostasía de la cúpula de la Iglesia, pero junto a esta realidad convive otra realidad, la realidad sobrenatural de la Iglesia, que es indestructible, y en la que vive un resto fiel.
ResponderEliminarSuscribo por lo escrito por Eck.
ResponderEliminarSaludos.
Rodion
Muy bueno
ResponderEliminarExcelente Don Guander.
ResponderEliminarHan reemplazado.
La creencia por la vivencia.
La docencia por la conciencia.
Lo importante es que usté se sienta bien, el resto no importa.
Con el respeto de siempre
Puestero del Oeste
No se puede negar que a veces la realidad lleva a la falta de esperanza o al desánimo. Pero más allá de toda tentación "catastrofista" creo que quizás vale la pena concebir la posibilidad de que este momento de la historia de la Iglesia sea una kénosis, una purificación, permitida o incluso querida por Dios, de la cual salga una Iglesia renovada, más genuina, con una espiritualidad más profunda, y menos dependiente del apoyo de las leyes civiles o del poder político o de las costumbres generalizadas de una época.
ResponderEliminarPapas, cardenales, obispos y presbíteros tendrán sus culpas, pero es cada cristiano en conciencia el que debe preocuparse por el camino de su santidad ante Dios. A veces, las culpas se ponen en la teología que se enseña (no siempre habiendo leído a los autores o manuales a los que se critica) o en ciertas personas de la jerarquía (que podrán tener sus culpas porque la "cura animarum" y la toma de decisiones prudenciales es siempre compleja y no exenta de errores), pero únicamente con la mayor santidad de cada cristiano se logrará revertir cualquier crisis en la Iglesia.
Aquellos que sintieron la llamada al sacerdocio o a la vida monástica o a la enseñanza de la teología o incluso el cristiano llamado a la vida familiar en su trabajo o profesión, ¿han dado ese testimonio? ¿Han hecho todo lo que Dios les pedía? ¿O a veces criticamos desde fuera, sin habernos comprometido a nivel personal? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Creo que volvemos, quizás, hoy día, a la situación de los comienzos del cristianismo, en mediod e una sociedad a la que hay que convertir o re-convertir. Hay que tener fe y esperanza, confiar en la oración y la penitencia.
Quizás esta sea una crisis casi terminal, pero —si Dios así lo quiere— esta crisis alumbre una renovación inspirada por el Espíritu Santo para animar a la Iglesia del tercer milenio del cristianismo en una mayor profundización y realización del mensaje de Jesucristo.
No. No volvemos a ninguna "situación de los comienzos del cristianismo". Acabar con esa idea.
EliminarY lo del compromiso personal, a las vueltas con eso no hacemos nada porque no nos hemos "comprometido lo bastante" en el pasado.
Me parece que el argumento que propone tampoco tiene valor a los ojos del mundo que cuestiona la existencia de Dios, la posibilidad de conocerlo y la autoría divina de la Revelación. Nuestra esperanza no está en lo que nosotros hagamos, aunque debemos hacerlo (vivir cristianamente cumplir los mandamientos, realizar las obras de misericordia, recibir los sacramentos) ni en los argumentos que usemos, aunque debemos usarlos cuando la situación lo requiera para predicar o defender nuestra fe. Nuestra esperanza está en la obra que Dios hace por medio de su gracia y en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Porque tenemos esa esperanza obramos, predicamos y luchamos por el Evangelio.
ResponderEliminarComo digo Joseph Ratzinger hace ya muchos años:
ResponderEliminar“Seamos, por consiguiente, prudentes con los pronósticos. Aún es válida la palabra de Agustín según la cual el ser humano es un abismo; nadie puede observar de antemano lo que se alza de ese abismo. Y quien cree que la Iglesia no está determinada sólo por ese abismo que es el ser humano, sino que se fundamenta en el abismo mayor e infinito de Dios, tiene motivos más que suficientes para abstenerse de unas predicciones cuya ingenuidad en el querer tener respuestas podría revelar sólo ignorancia histórica”.
"Con esto hemos llegado a nuestro hoy y a la reflexión sobre el mañana. El futuro de la Iglesia puede venir y vendrá también hoy sólo de la fuerza de quienes tienen raíces profundas y viven de la plenitud pura de su fe. El futuro no vendrá de quienes sólo dan recetas. No vendrá de quienes sólo se adaptan al instante actual. No vendrá de quienes sólo critican a los demás y se toman a sí mismos como medida infalible."
"También en esta ocasión, de la crisis de hoy surgirá mañana una Iglesia que habrá perdido mucho. Se hará pequeña, tendrá que empezar todo desde el principio. Ya no podrá llenar muchos de los edificios construidos en una coyuntura más favorable. Perderá adeptos, y con ellos muchos de sus privilegios en la sociedad. Se presentará, de un modo mucho más intenso que hasta ahora, como la comunidad de la libre voluntad, a la que sólo se puede acceder a través de una decisión. Como pequeña comunidad, reclamará con mucha más fuerza la iniciativa de cada uno de sus miembros."
"Será una Iglesia interiorizada, que no suspira por su mandato político y no flirtea con la izquierda ni con la derecha. Le resultará muy difícil. En efecto, el proceso de la cristalización y la clarificación le costará también muchas fuerzas preciosas. La hará pobre, la convertirá en una Iglesia de los pequeños. El proceso resultará aún más difícil porque habrá que eliminar tanto la estrechez de miras sectaria como la voluntariedad envalentonada. Se puede prever que todo esto requerirá tiempo."
"Pero tras la prueba de estas divisiones surgirá, de una Iglesia interiorizada y simplificada, una gran fuerza, porque los seres humanos serán indeciblemente solitarios en un mundo plenamente planificado. Experimentarán, cuando Dios haya desaparecido totalmente para ellos, su absoluta y horrible pobreza. Y entonces descubrirán la pequeña comunidad de los creyentes como algo totalmente nuevo. Como una esperanza importante para ellos, como una respuesta que siempre han buscado a tientas."
"A mí me parece seguro que a la Iglesia le aguardan tiempos muy difíciles. Su verdadera crisis apenas ha comenzado todavía. Hay que contar con fuertes sacudidas. Pero yo estoy también totalmente seguro de lo que permanecerá al final: no la Iglesia del culto político, ya exánime, sino la Iglesia de la fe. Ciertamente ya no será nunca más la fuerza dominante en la sociedad en la medida en que lo era hasta hace poco tiempo. Pero florecerá de nuevo y se hará visible a los seres humanos como la patria que les da vida y esperanza más allá de la muerte."
Estimado WG, creo que no entendió lo que quise decir. No se trata de oponer un argumento, pues ya no hay oídos para oírlos. Se trata simplemente de decir la verdad, independiente de la convicción que esta pueda presentar.
ResponderEliminarEn definitiva, es casi lo mismo que usted aduce correctamente.
Bueno, en realidad me parecía contradictorio afirmar que no hay oídos que puedan oir y un argumento que dar. No estrictamente contradictorio porque puede haber algo que debamos decir aunque nadie esté para escucharlo, pero ¿cuál es el sentido de predicar lo que nadie va a oir? Por eso me pareció que valía la pena remarcar que pueden llegar a oir pero que depende más de Dios que de nosotros. San Juan Pablo II afirmó una vez que Cristo parecía impotente en la cruz y ese fue el momento en que obtuvo la Victoria para nosotros para siempre. Sin ánimo de disputar lo digo, pero es mi convicción.
EliminarEl sentido de predicar lo que nadie va a oír lo puede encontrar en Jeremías, por ejemplo.
EliminarSin duda predicar lo que se sabe que no va a ser oído tiene muchas razones. Una es manifestar la justicia de Dios que no condena sin antes advertir a los pecadores. Otra es aumentar el castigo de los impíos y cubrirse de gloria a costa de ellos. Otra es por el predicador mismo que da un testimonio gratuito y valiente. También pueden encontrarse otras razones.
Eliminar¿Cuál es el sentido de predicar lo que nadie va a oír?
ResponderEliminarUna pregunta que podría ser innecesaria a la luz de la tradición, que incluye a los cuatro evangelistas; puede que fuera cierto como decía Bouyer que los católicos no han dejado de no tener mucho interés en las Escrituras, dado que el papa conoce perfectamente lo que quieren decir y eso exalta la ignorancia como fruto de la santidad y signo de la sumisión servil al obispo de Roma.
¿Cuál es el sentido de predicar lo que nadie va a oír?
Dicen Mateo y Lucas que Nuestro Señor predicó a la multitud y que una vez terminó de hacerlo sentenció, Ὁ ἔχων ὦτα ἀκούειν ἀκουέτω, el que tenga oídos para oír que oiga. No encuentro razón alguna para rectificar los evangelios. Nunca hay que desdeñar el poder del verbo. Está bien que los políticos y los periodistas se preocupen por la audiencia de sus ocurrencias pero la palabra divina no depende de esas trivialidades.
El Señor nos advierte además, que cuando en algún sitio no quieren escuchar su palabra, sacudamos el polvo de nuestros pies y nos retiremos de él.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarWanderer, como se mencionó varias veces, he estado pensando un poco sobre el tema ése de la "credibilidad de la Iglesia", y el "milagro moral" (tan mentado por el CeVeDos).
ResponderEliminarEn este tema, como en tantos otros, "la Iglesia" que dice el común de la gente (o sea, los jerarcas) se ha disparado en el pie. Hace ya mucho tiempo, incluso desde antes del "Nuevo Pentecostés", se empezó a tapar cosas "pro bono Ecclesiae", no digo nada después del llegada la primavera, con "el Magno" haciendo o dejando hacer de esto una pandemia (ya que estamos). "Pro bono Ecclesiae", "pro bono Ecclesiae", se repitió hasta el hartazgo... así estamos.
Mucho más sensata fue la Jerarquía de la Edad Media, que aunque mala también, en muchas partes y en muchos momentos, puso la Inquisición para perseguir a los malos curas. El punto más alto es la bula de San Pío V en la que básicamente se condena a muerte a los clérigos pervertidos. Entonces sí que la Iglesia institucional (como se dice ahora) podía reclamar credibilidad.
Predicar lo que nadie va a oir, es como celebrar la Santa Misa sin fieles. Muchas de las cosas que hacemos como cristianos no son para obtener algún resultado humano. Eso lo comprendí cuando recé el rosario completo, las oraciones del día y asistí a las dos misas. En realidad, es un todo, una misma oración de la Iglesia que se extiende hace 2.000 años. Que el mundo no la entienda y las tinieblas no la comprendan, es profecía.
ResponderEliminarPlinio Moises
Tiendo a coincidir con W...creo que para los que aún tengan fe, el testimonio más importante será el de nuestra propia vida: el tener una vida auténticamente cristiana. Seremos escándalo para algunos, necedad para otros pero Dios nos auxiliará si se lo pedimos.
ResponderEliminarDon Wander: A propósito del blog titulado Quis ut Deus?
ResponderEliminar¡Vaya! ¡Vaya! ¡Gracias Wander por expresar con tanto coraje como precisión conceptual para denunciar errores, enseñar la verdad y tratar de explicar la actual situación de la Iglesia!
En verdad, nunca me imaginé que algún día iba a escuchar palabras como las que hoy se están diciendo aludiendo a particulares situaciones como “supuestamente” queridas por Dios, cuando en rigor, no son más que expresamente reprobadas en las Escrituras, con lo cual sólo expresan la actitud de quien parece poner su interés no tanto en congraciarse con Dios, sino con el espíritu contestatario del hombre moderno, inequívoca señal de que, quien así procede, sino es que está perdiendo la fe, es porque ya la ha perdido.
El hecho de que hoy esa tarea misional de la Iglesia sea manifiestamente más dificultosa que en los primeros tiempos, -porque hoy se realiza en el marco de una cultura que busca negar a Dios- no justifica ninguna actitud de paralizante desaliento, sino que, muy por el contrario, debe ser un claro motivo de estímulo: “¡Ay de mi sino evangelizara!
Y, precisamente, porque hoy, esa tarea se realiza en el calamitoso marco de una despiadada disputa de orden cultural, donde las deserciones en la búsqueda de la verdad y del bien, están a la orden del día, y, donde, por supuesto, la Iglesia es el principal blanco de ataques, que vienen tanto de fuera como de dentro de la misma Iglesia, es necesario que todos sus miembros, permaneciendo enteramente fieles al sagrado mandato del Señor, estemos debidamente preparados y fortalecidos para librar el irrenunciable combate por la causa de Dios. Ciertamente, porque, se trata de un combate de orden eminentemente espiritual, lo que ha de contar aquí, es tanto el auxilio de la gracia, que, por parte de Dios, no habrá de faltar, como, por nuestra parte, la perseverancia en el orden de la oración, el estudio de la recta doctrina, y el ejercicio de la caridad.
Sin duda, siempre la providencia de Dios, supo mandar a sus “enviados”, los santos de cada época, para arrojar alguna luz sobre las oscurecidas mentes de sus numerosos hijos sobre la tierra. A través de ellos, Dios no deja de golpear a las puertas de nuestras adormecidas inteligencias y voluntades, para liberarlas de las pesadas cadenas del pecado y la ignorancia.
¡Dios nos guarde! ¡Alabado sea Jesucristo!
Estimado Chapado a la antigua, le agradezco sus halagos, pero tenga en cuenta que muchas de las frases que digo en el post no son mías, son del cardenal Müller, dichas en la entrevista a la que hago referencia al inicio. Y yo apenas me he limitado a desarrollar un poco esos conceptos.
Eliminar