lunes, 27 de noviembre de 2023

El deber de la memoria: Cristina Campo

 


Este año, 2023, es significativo para todos aquellos que consideramos que la batalla por la liturgia tradicional es crucial para la supervivencia de la Iglesia. Sabemos que es una batalla que comenzó a librarse en el momento mismo en que Annibale Bugnini comenzó con sus maquinaciones, y que es una batalla en la que muchos dieron todo, su fortuna y su vida entera, por librarla. Y a ellos debemos recordar y agradecer, pues se trata de un acto de justicia. Este año se cumple el centenario del nacimiento de Cristina Campo que durante los años más álgidos de la batalla, luchó y dio un testimonio invalorable que es ejemplo de tenacidad, de convicción y de valentía, y nos inspira para atravesar estos años difíciles que estamos viviendo.

    Cristina Campo fue el pseudónimo de Vittoria Guerrini, brillante escritora que en los últimos años ha sido redescubierta por la crítica literaria. Nacida en Bologna en 1923, hija de un importante músico que llegó a ser presidente de la Academia Santa Cecilia. Desde muy joven tuvo lo que ella llamaba un “temperamento místico” que se intensificó con la lectura de ciertos autores, fundamentalmente Simone Weil, quien la marcaría profundamente. En Florencia frecuentó a un importante grupo de escritores e intelectuales que incentivaron su agudo intelecto y su innata facilidad para la escritura. En 1955 se trasladó junto a sus padres a Roma. Y va a ser en la Ciudad Eterna donde Cristina Campo comienza su camino de retorno a la fe que había dejado hacía años. No sabemos exactamente cómo se produjo su conversión. “El momento en que todo se junta y se reúne”, como le gustaba decir. Su director espiritual, el padre y más tarde cardenal, Paul Augustin Mayer, habla de una profunda ruptura con un pasado que ella recordará a partir de entonces como “muy tormentoso”. Ciertamente tuvo influencia también para este paso su gran amistad con el brillante filósofo tradicionalista Elémire Zolla, y sus visitas a la abadía de San Anselmo, en el Aventino. Recordaba perfectamente la primera de esas visitas: el 19 de marzo de 1964, fiesta de San José. El canto de las vísperas solemnes por parte de los cientos de monjes que allí residían la conmovieron profundamente. Más tarde escribirá: “Se sabe de muchas conversiones debidas a la predicación, pero la chispa puede encenderse con un solo gesto litúrgico perfecto; hay quien se ha convertido al ver a dos monjes inclinarse profundamente juntos, primero ante el altar, luego el uno ante el otro, retirándose después a las profundidades de la sillería del coro”. Quizás este fue su caso. 

    Pero ese mundo al que había llegado, ese “paraíso” como ella lo llamaba, y que consistía en la liturgia católica muy pronto comenzó a ser amenazado; más aún, comenzó a ser desmantelado. Recordemos que fue ese mismo año, 1964, cuando comenzaron los “experimentos litúrgicos”, varios de los cuales tenían lugar en San Anselmo: concelebraciones, misa cara al pueblo, uso de la lengua vulgar, etc. 

    En 1965 murió su padre y, para el funeral, por tratarse de un conocido hombre de cultura, Cristina Campo consiguió algo inaudito: una misa solemne de réquiem celebrada por el P. Mayer y cantada por toda la comunidad de monjes de la abadía de San Anselmo. Esta ceremonia la impactó profundamente: “Nunca he visto ni oído nada más hermoso en este mundo”, escribió. Y por eso mismo, porque eso tan hermoso estaba a punto de ser destruido, es que se decidió a actuar: “Debemos salvar la liturgia; escribamos al Papa”, fue su decisión en medio del duelo por la muerte de su padre. Y será esa decisión la que la llevará a emprender incansablemente innumerables acciones en defensa de la liturgia tradicional, como la nota que elevó al Papa Pablo VI, firmada por importantes representantes de la cultura del mundo entero o su presencia fundamental en la redacción del Breve examen crítico al Novus Ordo Missae, que luego sería atribuido a los cardenales Ottaviani y Bacci.

    En 1966 fundó en Roma el capítulo de Una Voce Italia. Luego, estableció una Escuela de Canto Gregoriano, y alentó la fundación de otros capítulos de Una Voce en otras ciudad italianas. En la sede de la asociación romana se reunían personas muy diferentes: profesores, estudiantes, amas de casa, jubilados. Cristina preparaba casi todas las reuniones, pero no le gustaba hablar en público. Normalmente escribía pequeños folletos para distribuir en las reuniones, en los que describía los gestos litúrgicos, las oraciones perdidas, recogía textos de los Padres del Desierto y de los grandes místicos, hablaba del incienso y de la bendición de las campanas, de la señal de la cruz y de los cantos de Adviento. 

    Hay varios testimonios sobre cómo, con su prodigiosa capacidad de lectura, absorbió y reelaboró los conocimientos teológicos y rituales de la Iglesia católica. Animada por una vibrante pasión litúrgica, Cristina Campo supo transmitir y suscitar en quienes la rodeaban la reverberación de esa pasión con una actividad incesante y casi febril que llegó a implicar a ilustres nombres de la cultura, las artes y las letras en la defensa de la liturgia tradicional. 

    La suya fue una batalla infatigable que agotó sus fuerzas. Se dedicó plenamente al combate de defender la liturgia tradicional y para ello renunció al sueño y a la comida. Para los médicos era una cuestión desesperada. Murió en Roma, el 10 de enero de 1977. En esa ocasión, el boletín de Una Voce escribía lo siguiente: “Quién no ha vivido los inolvidables días de 1966, cuando, frente al avance masivo del enemigo, que se levantaba contra la Iglesia de siempre, sólo una joven frágil y ya enferma se erguía como barrera. Quienes no la vieron luchar tamquam leo [como un león] contra las hordas que agrandaban la sacrílega revuelta clerical, utilizando, más que su conocida y aguda dialéctica, una preparación teológica superior a la de algunos prelados; quienes no estuvieron entonces a su lado, no pueden imaginar la enorme cantidad de trabajo realizado por defender la causa de la liturgia católica”.

    El recuerdo de Cristina Campo debe ser hoy para todos nosotros un aliciente y un ejemplo. Animarnos a seguir en nuestro empeño de que, a pesar que parezca que las tinieblas se han adueñado del mundo y de la Iglesia, Dios no permitirá que el tesoro de los siglos que nos fue legado por nuestros padres desaparezca. Pero Dios cuenta con nosotros, como contó con Cristina Campo. Como ella, entonces, no temamos en luchar y defender nuestra causa, aunque el costo a pagar sea elevado.

27 comentarios:

  1. Del prólogo a la edición española de LOS IMPERDONABLES (Ed. Siruela - 2020):

    "... Cristina Campo era una mujer pequeña, fragilísima, bella, de una gracia incomparable, de sobria elegancia y demasiado activa; de vez en cuando se derrumbaba traicionada por su corazón; se quedaba en la cama unos días y luego volvía a hacer la misma vida». Ella misma se vio como la Maria Portinari del tríptico Portinari de Hugo van der Goes, medio monja, medio hada, siendo esta la imagen que utilizó como portada para Fiaba e mistero, e altre note y que se mantuvo como portada de Gli imperdonabili. Necesitada del «mundo», pero también recluida en la abadía benedictina del Aventino hasta que el Concilio Vaticano II acabó con el latín y los cantos gregorianos, para refugiarse a partir de entonces en el Russicum, donde sobrevivía el rito litúrgico ortodoxo..."

    https://www.siruela.com/archivos/fragmentos/Los_imperdonables.pdf

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  2. La memoria es un deber, sí. ¡Gracias Wanderer!

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  3. ¡Me encantó este homenaje a Cristina Campo! Como Rostova, se lo agradezco.
    Me llama un poco la atención que considere que entre los factores que contribuyeron a su conversión estuviera su amistad con Elémire Zolla, a mí me había parecido que contribuyó sí, ciertamente, a su visión tradicionalista en sentido amplio, relacionado un poco con el concepto de tradicionalismo a la Guénon, pero no estrictamente a su conversión.
    Y gracias también al anónimo que trae a colación el párrafo de la introducción de Los Imperdonables, en que se alude al refugio que encontró Cristina en el Russicum. Donde vive el rito bizantino ruso en unión con Roma, y donde, tras los pasos de Cristina, encontramos refugio quienes tenemos la dicha de pasar alguna vez por Roma.

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  4. I el Papa enfermo. Los turrones se los come, pero los huevos de Pasqua no lo veo claro.

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  5. Gracias Wanderer, supongo que numerosos laicos dedicaron sus esfuerzos en preservar la liturgia y la enseñanza de los Apóstoles, que constituyen la norma fundamental de nuestra fe. Este compromiso con la fidelidad al depositum fidei, transmitido por nuestros padres (incluyendo a los preconciliares más cercanos en el tiempo) ha sido crucial en el crecimiento y el mantenimiento del entusiasmo de los fieles. El testimonio admirable que compartió deja en evidencia cómo la imposición del Concilio fue tanto despiadada como malintencionada, incluso las instituciones inherentemente tradicionales como abadías y monasterios, no quedaron exentas. Llega a ser notable que figuras como Vittoria Guerrini se hayan visto obligadas a refugiarse en la iglesia ortodoxa rusa como resultado de estos cambios. Tentación que ha suscitado en más de uno por acá en algún momento.

    Coincido con que Dios cuenta con nuestros talentos, creo que es posible que podamos agruparnos en comunidades pequeñas para divulgar la espiritualidad tradicional siguiendo el ejemplo que se dignó a describir en su artículo, es algo que decidí emprender hace un tiempo, estaré consultando su aplicabilidad con algunos sacerdotes que, si bien celebran novus ordo, vi que intentan conservar himnos tradicionales y el uso del órgano en sus misas.

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  6. Somos de Chivilcoy y el novus ordo, al que acudimos por duro precepto, nos está secando la fe. Necesitamos en el marco de una distancia razonable un sitio donde podamos escuchar el rito tridentino.... alguna sugerencia???

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    1. En Mercedes a veces iba un sacerdote de la FSSPX, no sé si hay otra cosa...
      Algún alma caritativa que en privado avise si hay alguna visita con misa de algún sacerdote tradicional

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  7. El Russicum no es la iglesia ortodoxa rusa.

    Il Collegium Russicum (Pontificium Collegium Russicum, noto in breve come Russicum) è un istituto di formazione cattolico con sede a Roma, dedicato agli studi della cultura e della spiritualità della Russia.
    È situato presso la basilica di Santa Maria Maggiore, separato dal Pontificio Istituto Orientale dalla chiesa di Sant'Antonio Abate all'Esquilino.
    Fu eretto il 15 agosto 1929 da papa Pio XI, che intendeva creare un istituto di formazione per i molti seminaristi immigrati dalla Russia bolscevica a causa della persecuzione anticristiana e anticattolica del regime sovietico. Il denaro necessario per l'edificio del collegio e per il suo restauro fu reperito con le donazioni pervenute da fedeli di tutto il mondo in occasione della canonizzazione di santa Teresa di Lisieux.
    Il Collegium Russicum è affidato alla Compagnia di Gesù e fornisce istruzione e alloggio a studenti cattolici e ortodossi.
    Il primo rettore fu Vendelín Javorka, S.I., internato nei gulag.

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    1. En efecto, ese colegio es católico; pero liturgia del Russicum es bizantina y el idioma utilizado es eslavo eclesiástico (como en varias Iglesias ortodoxas, incluida la rusa).

      La elección de Cristina Campo no es excepcional.
      Uno de los desastres de la misa de Montini fue que el que sintió que eso perjudicaba a su alma, se afiliase a una iglesia ortodoxa si tuvo la oportunidad.

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  8. Leandro una pequeña aclaración (doble) "se hayan visto obligadas a refugiarse en la iglesia ortodoxa rusa" 1º Nunca dejó la fe católica. Iba a la liturgia del Colegio Pontificio Ruso fundado por Pio XI y aún existente. 2º "refugiarse", es cierto en cierto sentido, pero en el caso de Cristina se trató de un descubrimiento (hecho antes de la creación del Novus Ordo) y aunque la liturgia Latina se hubiera mantenido intacta, ella halló también tesoros en la liturgia del Russicum que valían per se.

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  9. Simpática síntesis de la vida de C. Campo. ¡Gracias!

    Es curioso cómo la resistencia a la reforma litúrgica no vino en general de tomistas de estricta observancia (con alguna excepción), sino de personas más o menos vinculadas al existencialismo (además de ella, pienso en von Hildebrand o Thibon).

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  10. Debe ser de esas almas que, por el misterio del Dogma de la comunión de los santos, logró más adelante una incipiente, aunque fuerte, renacimiento de la liturgia tradicional, como la vemos hoy en día; a pesar del dramático y terrible empeoramiento de la crisis en la Iglesia.
    Debe haber habido otra, y deben estar habiendo ahora otras. Es cuestión de rezar más, moverse más y confiar más en la Providencia que para restaurar su liturgia se valió de esta mujer (entre otros)

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  11. “La suya fue una batalla infatigable que agotó sus fuerzas. Se dedicó plenamente al combate de defender la liturgia tradicional y para ello renunció al sueño y a la comida”. (Wanderer)
    ¡Qué notable testimonio de amor a Dios y a la Iglesia el de Cristina Campo! Y es deber de todo buen cristiano el reconocerla como se debe a las grandes almas que engrandecieron a la Iglesia en todos los tiempos. En ese sentido grande es también el alma de quien, como Wanderer, da este hermoso testimonio de agradecimiento a esta noble mujer que parece haberlo dado todo para salvar el rico tesoro de la liturgia tradicional. Ella logró hacer lo que hizo gracias a su esfuerzo por conocer y dar a conocer a otros lo más excelso de la teología y de la liturgia de la Iglesia Católica. Como el de tantos buenos cristianos, era su modo de amar a Dios y a su Iglesia. Algo que, sin duda, pone en evidencia el grado de ignorancia, ineptitud y torpeza de quienes, llevados por vaya a saber qué oscuras razones, pretendieron destruir sistemática y despiadadamente. ¡Gracias Wanderer por dárnoslo a conocer! Espero que, con la ayuda de Dios y otros santos varones y mujeres que, sin duda, siguiendo el ejemplo de Cristina, vendrán en su defensa, esa buena teología y bella liturgia que, en su momento iluminó las mentes y corazones de todos los cristianos, vuelvan a ocupar, en el seno de la Iglesia, el sitial de honor que por su dignidad les corresponde.
    ¡Qué Dios y toda la corte celestial te guarden, bella y distinguida dama Cristina!
    ¡Dios guarde a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!

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  12. Referencias a Elémire Zolla, un texto de Guido Ceronetti y anotar a Héctor Murena en ese círculo y la recepción en "Sur", todo a propósito de Cristina Campo, nos lleva a otro tiempo y hasta a otra Argentina donde fiaba e mistero aún tenían lugar

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  13. Muy bonita historia y muy alentadora

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  14. La figura di Cristina Campo, malgrado le buone intenzioni, non è purtroppo esente da una certa deriva , comune al tradizionalismo italiano degli anni '70 , i cui influssi sono a volte presenti anche oggi. In reazione alla crisi post conciliare e soprattutto nell'ambito della difesa del rito antico , nacque una sorta di 'salotto buono' i cui adepti finirono su un versante di chiaro segno esoterico (cosiddetto "cattoadelphismo") . L'analisi più lucida del fenomeno si deve a Piero Vassallo (1933-2022) e a Don Francesco Ricossa. Si veda ad es.

    Cristina Campo e gli influssi eterodossi nel tradizionalismo spurio, oppure
    qui

    Anche oggi purtroppo si assiste in Italia allo spettacolo di cattolici in difesa del rito antico che si abbeverano alle correnti sedevacantiste o della rinuncia invalida.
    Scusa per l'italiano , ma penso non avrai problema

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    1. Después de leer esos articulos me surge una humilde pregunta a todo esos autores ¿Por qué se ha de atacar a esa persona, Cristina Campo (de la cual es la primera vez que oigo en mi ignorancia), por sus errores e influencias esotéricas en su eclesiología y tenemos que venerar a De Maistre, que fue masón reconocido y nunca renegó de ella del todo con su eclesiología?

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    2. Non so dove hai letto che si debba venerare De Maistre , forse qualche articolo preso dal blog, ovviamente no. Ma qui si parla di Cristina Campo , al più di Zolla. Cito dall'articolo del primo commento:

      Va da sé che l'impegno inteso a demistificare e confutare la fittizia versione della dottrina ecclesiologica, che la Campo insinuò nell'ambiente tradizionalista, non deve influire in alcun modo sul giudizio riguardante da un lato la persona di Vittoria Guerrini e la sua eventuale conversione, (conversione che secondo alcuni interpreti citati da don Ricossa sarebbe maturata dopo la separazione da Zolla) .
      Ai battezzati corre l'obbligo di pregare per la salvezza di tutte le anime, dunque di augurarsi anche la conversione di una Vittoria Guerrini.
      Se non che l'obbligo della misericordia e della benevolenza non trascina con sé la complicità e la rinuncia ad una realistica considerazione dei fatti

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    3. Como le dije, no conozco a la señora Campo por lo que no la puedo juzgar. Hablo en general del tradicionalismo y de la eclesiología. De hecho, el artículo es totalmente ultramontano, eclesiología tan moderna, antitradicional y tan deudora del iluminismo como la que el artículo ataca y mucho mas peligrosa y sutil. Acaso ¿no es una de sus fuentes principales el "Du Pape" de De Maistre?
      Es delirante la anecdota del cardenal Siri, puesta como ejemplo. Ya decía santa Teresa que Dios nos libre de obediencias bobas como el de arrodillarse ante decretos ambiguos y algunos indignos. Mostraron más lealtad y obediencia quienes se opusieron a los decretos abusivos de Pablo VI que quienes le obedecieron al grito de: Quien obedece no se equivoca.
      Con Francisco muchas de la tesis tácitas del artículo decaen. Ya no se pueden escudar en que el Papa no quiso o no se imaginaba que o que deploraba no se cuanto. Francisco muestra a las claras lo que quiere, como lo quiere y para que lo quiere. Ya lo dije una vez: el Magisterium authenticum de los Amores de Leticia ha destruido el magisterialismo y el ultramontanismo de raiz.

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  15. GASTÓN: Los comentarios (Angheran70) que aluden a desviaciones doctrinales en el tradicionalismo católico y litúrgico italiano, o de otros países, no deberían olvidar que el origen de ellas, más que otra fuente, había de buscarse en el ambiente de caos doctrinal del que los tradicionalistas, y los demás católicos, no son culpables sino victimas. (El beso al corán de Juan Pablo II, la "canonización" de Montini, la exaltación de la figura de Lutero por parte de Francisco...son sólo algunos entre muchos ejemplos que se podrían citar de actuaciones pontificias demoledoras de la Iglesia que crean ese caos ante el que después van a surgir reacciones que serán más o menos acertadas pero que no hubieran existido sin la causa que las provocó)

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    1. Comprendo la giustificazione , Gaston , tuttavia è la stessa giustificazione che diede di sè la generazione tradizionalista degli anni'70 , Purtroppo, nell'area estrema e arroventata del cattolicesimo tradizionalista, la santità dell'azione condotta dalla Campo è tuttora opinione invincibilmente legata all'ignoranza e al malinteso intorno ai contenuti "sublimi" della sua contraffatta ecclesiologia. Ovvero in estrema sintesi , finire nella brace esoterica per sfuggire alla padella conciliare. Che poi è stata la stessa parabola di Zolla , inizialmente osannato sino a livello accademico , poi improvvisamente "impazzito" - una volta gettata la maschera - secondo certa critica cattolica dell'epoca. A parte gli anacronismi - cosa poteva saperne di Wojtyla e Francesco la Campo? - resta il fatto che ieri come oggi il cattolico disorientato non era abbandonato al nulla. C'erano (e ci sono) pastori che pur criticando gli aspetti più deteriori del periodo post conciliare non hanno mai ceduto alle lusinghe iniziatiche. Certo reagire allo strapotere culturale e in certi casi alla violenza materialista di scuola marxista non era facile.
      Corre però l'obbligo di rammentare che l'arcivescovo di Genova, l'impavido cardinale Giuseppe Siri, dopo aver opposto una ferma ed illuminata resistenza ai novatori conciliari, manifestò la sua fedeltà all'ecclesiologia tradizionale affermando che i decreti del Concilio Vaticano II si devono leggere in ginocchio, e perciò si sottomise coerentemente all'autorità di Paolo VI eseguendone i non graditi decreti

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  16. Hay versiones sobre que Bergoglio ordenó dejar en la calle y sin salario a Burke

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  17. Hacia el minuto 11.30 del video, el escritor y crítico de cine A. Faretta habla de Cristina Campo y su relación con la tradición litúrgica, y del vacío que le hizo el entorno progresista -y de la nobleza de Roberto Calasso, quien siempre le reconoció el talento:

    https://www.youtube.com/watch?v=I0w3W_I_2to

    Armando C. Hanchullos

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  18. Me parece que no tiene sentido decir que Cristina Campo estuvo en el origen de posibles desviaciones del algunos sectores de los tradicionalistas italianos, máxime cuando ella hasta el fin de su breve pero rica vida se mantuvo dentro de la Iglesia. Y luchó para que se aplicara Summorum Pontificum avant la lettre, podríamos decir, ya que lo que solicitaba era la coexistencia de las dos formas del rito romano, como las llamaría muchos añso más tarde Benedicto XVI. Como recuerda el post, fundó UNA VOCE Italia y fue su animadora incansable, al punto de que los esfuerzos que esa tarea le insumían, afectaron su delicada salud.
    Si Elémire Zolla siguió otro camino, fue su responsabilidad, él no se convirtió como Cristina Campo. Es más, él mismo dice que cada vez estaban más alejados justamente a causa de la entrega total de Cristina a la lucha por la preservación del rito romano tradicional DENTRO de la Iglesia.
    Y por otro lado, nadie pretende que todos y cada uno de los que se han sumado a este combate sean impecables en sus concepciones y vidas. Pero no obstante sus defectos personales o eventuales errores conceptuales en algún ámbito, fueron claves para que hoy siga viva la liturgia tradicional.
    El card. Siri, con todo el respeto que puede merecer, podría haberse inspirado en Mons. Antonio de Castro Mayer, quien aplicó en su diócesis lo que luego propuso Benedicto XVI con el motu proprio Summorum Pontificum. Es decir, la coexistencia de ambas formas del rito romano. Y Pablo VI no lo condenó por ello, ni los papas posteriores. Por último, considero que la lectura de rodillas debe reservase a las Sagradas Escrituras, pero no a los documentos del Concilio Vaticano II.
    Así que como afirma el post, su figura constituye un aliciente y un ejemplo.

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    1. Hay que tener mucho cuidado con eso de "documentos del Vaticano II", porque meten intencionadamente en el mismo saco a los que hicieron los Padres Conciliares y los que hicieron las comisiones. Hacer pasar estos últimos por los primeros, como le gusta hacer a Bergoglio, es una impostura dirigida a engañar a los fieles.

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