Proemio: Leyendo y releyendo las obras y la biografía de Ronald Knox he decidido publicar en el blog una especie de Ronnie´s Highlights, que vendrían siendo, en este caso, una reflexión de problemas actuales a la luz de los textos de Knox.
Guardo una profunda admiración por Knox y por todo lo que Carpenter denomina The Brideshead Generation, es decir, las dos generaciones formadas en Oxford antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue aquella la última manifestación de cultura y civilidad cristiana con orígenes medievales. La Gran Guerra acabó con la mayoría de ellos; la Segunda Guerra con casi todos los que quedaban y el Concilio Vaticano II terminó de liquidar los restos.
Me pregunto por qué Ronald Knox es tan poco conocido en Argentina. La razón más importante reside, sin duda, en la casi inexistencia de traducciones de su obra, lo cual no responde la pregunta, sino que la patea... para atrás. ¿Por qué no hubo, y no hay, interés en traducirlo? Supongo que las razones son varias: Ronnie es demasiado inglés para los nacionalistas, demasiado mundano para los piadosones (y para “Panorama Católico Internacional”), demasiado literato para los teólogos, demasiado sospechoso para los sabuesos de herejías, demasiado finoli para los kukús, en fin, demasiado libre para quienes no lo son.
La urgencia del apostolado: Hace un tiempo, en una charla de amigos, uno de ellos inició su perorata con la siguiente afirmación: “Para nosotros, de formación jesuita, que entendemos la importancia y urgencia del apostolado...”. Con horror me di cuenta que tenía razón y, lo que es peor, que yo caía en semejante tropa de soldados ignacianos. A partir de ese momento, mis esfuerzos de deserción se apresuraron e intensificaron.
Pensando luego en tal situación vinieron a mi memoria anécdotas o conversaciones que ilustraban la triste verdad pronunciada por mi amigo. Por ejemplo, recuerdo un día haber subido a un ómnibus de larga distancia al que también ascendió un seminaristillo ensotanado que luego supe pertenecía al seminario de San Rafael. Lo primero que hizo el cachorro de cura fue entregarle amablemente a la azafata (¡) un DVD con alguna película piadosa a fin de impedir que proyectaran las que habitualmente proyectan en ese tipo de viajes. ¿El muchachito temía que algunas escenas alteraran su virtud? Es probable, pero más temía, o se sentía responsable, de los eventuales pecados que el resto de los pasajeros cometeríamos al ver y escuchar escenas reñidas con la decencia (Los seminaristas de Hobbes tienen licencia para ver películas que muestren cualquier tipo de violencia, sangre, piñas y asesinatos, pero ninguna que pueda acarrear la más mínima perturbación carnal. Es decir, hay que cuidarse de caer en los pecados propios del apetito concupiscible [los del sexo solamente; se puede comer y beber sin problemas], pero con los propios del irascible, no hay cuidado; en todo caso demuestran que somos machitos).
Recordaba también una frase escuchada a un amigo sacerdote, que me impresionó: “He comprobado que lo que más fruto apostólico dio fue aquello que hice espontáneamente, sin ningún esfuerzo o planificación”.
Vayamos ahora a Knox. Luego de una infructuosa estancia como profesor en el irremediable seminario de St. Edmund, Ronald fue designado capellán de los estudiantes católicos de Oxford. Durante los trece años que permaneció en esa función se mantuvo alejado de los estudiantes que no eran católicos. Sentía que su misión no era convertirlos. Explicaba que él era el cayado del pastor y no el anzuelo del pescador. Tampoco se sentía obligado a hablar de temas religiosos o morales cuando lo invitaban a disertar en algunas de las sociedades literarias u otros foros universitarios oxonieneses. Nunca se constituyó delante de sus colegas universitarios en un campeón de la fe, como sí lo hacía el P. Martindale, S. J.
Además, reprobaba lo que él llamaba spinal. Se refería a la manía jesuita y opusdeiana, de no dejar de introducir temas piadosos en cualquier conversación. En las conversaciones sociales no debían buscarse fines edificantes, sino comportarse como un caballero, es decir, evitando temas de religión y política. Lo piadoso y edificante lo reservaba para su labor pastoral, particularmente las homilías y conferencia de los días domingo en Old Palace, la sede de su capellanía.
Más de un lector del blog se escandalizará por estos hechos y habrá ya maldecido y condenado al pobre de Ronnie. A mí me tranquilizan, y me producen una enorme paz interior. Yo no salvo a nadie; soy completamente incapaz de iniciar siquiera mi propia salvación. Quien salva es Dios, y Dios no me necesita. En todo caso, me podrá usar en algunas ocasiones, y las más de la veces, sin que yo mismo me dé cuenta. Mis maquinaciones y planificaciones apostólicas, en general, son infructuosas, y muchas veces hacen daño. Así de inútil soy.
Lo más que puedo hacer, es hacer lo que hago: Age quod agis. No se me pide más. Y con esto, a veces Dios hace maravillas.
Guardo una profunda admiración por Knox y por todo lo que Carpenter denomina The Brideshead Generation, es decir, las dos generaciones formadas en Oxford antes de la Segunda Guerra Mundial. Fue aquella la última manifestación de cultura y civilidad cristiana con orígenes medievales. La Gran Guerra acabó con la mayoría de ellos; la Segunda Guerra con casi todos los que quedaban y el Concilio Vaticano II terminó de liquidar los restos.
Me pregunto por qué Ronald Knox es tan poco conocido en Argentina. La razón más importante reside, sin duda, en la casi inexistencia de traducciones de su obra, lo cual no responde la pregunta, sino que la patea... para atrás. ¿Por qué no hubo, y no hay, interés en traducirlo? Supongo que las razones son varias: Ronnie es demasiado inglés para los nacionalistas, demasiado mundano para los piadosones (y para “Panorama Católico Internacional”), demasiado literato para los teólogos, demasiado sospechoso para los sabuesos de herejías, demasiado finoli para los kukús, en fin, demasiado libre para quienes no lo son.
La urgencia del apostolado: Hace un tiempo, en una charla de amigos, uno de ellos inició su perorata con la siguiente afirmación: “Para nosotros, de formación jesuita, que entendemos la importancia y urgencia del apostolado...”. Con horror me di cuenta que tenía razón y, lo que es peor, que yo caía en semejante tropa de soldados ignacianos. A partir de ese momento, mis esfuerzos de deserción se apresuraron e intensificaron.
Pensando luego en tal situación vinieron a mi memoria anécdotas o conversaciones que ilustraban la triste verdad pronunciada por mi amigo. Por ejemplo, recuerdo un día haber subido a un ómnibus de larga distancia al que también ascendió un seminaristillo ensotanado que luego supe pertenecía al seminario de San Rafael. Lo primero que hizo el cachorro de cura fue entregarle amablemente a la azafata (¡) un DVD con alguna película piadosa a fin de impedir que proyectaran las que habitualmente proyectan en ese tipo de viajes. ¿El muchachito temía que algunas escenas alteraran su virtud? Es probable, pero más temía, o se sentía responsable, de los eventuales pecados que el resto de los pasajeros cometeríamos al ver y escuchar escenas reñidas con la decencia (Los seminaristas de Hobbes tienen licencia para ver películas que muestren cualquier tipo de violencia, sangre, piñas y asesinatos, pero ninguna que pueda acarrear la más mínima perturbación carnal. Es decir, hay que cuidarse de caer en los pecados propios del apetito concupiscible [los del sexo solamente; se puede comer y beber sin problemas], pero con los propios del irascible, no hay cuidado; en todo caso demuestran que somos machitos).
Recordaba también una frase escuchada a un amigo sacerdote, que me impresionó: “He comprobado que lo que más fruto apostólico dio fue aquello que hice espontáneamente, sin ningún esfuerzo o planificación”.
Vayamos ahora a Knox. Luego de una infructuosa estancia como profesor en el irremediable seminario de St. Edmund, Ronald fue designado capellán de los estudiantes católicos de Oxford. Durante los trece años que permaneció en esa función se mantuvo alejado de los estudiantes que no eran católicos. Sentía que su misión no era convertirlos. Explicaba que él era el cayado del pastor y no el anzuelo del pescador. Tampoco se sentía obligado a hablar de temas religiosos o morales cuando lo invitaban a disertar en algunas de las sociedades literarias u otros foros universitarios oxonieneses. Nunca se constituyó delante de sus colegas universitarios en un campeón de la fe, como sí lo hacía el P. Martindale, S. J.
Además, reprobaba lo que él llamaba spinal. Se refería a la manía jesuita y opusdeiana, de no dejar de introducir temas piadosos en cualquier conversación. En las conversaciones sociales no debían buscarse fines edificantes, sino comportarse como un caballero, es decir, evitando temas de religión y política. Lo piadoso y edificante lo reservaba para su labor pastoral, particularmente las homilías y conferencia de los días domingo en Old Palace, la sede de su capellanía.
Más de un lector del blog se escandalizará por estos hechos y habrá ya maldecido y condenado al pobre de Ronnie. A mí me tranquilizan, y me producen una enorme paz interior. Yo no salvo a nadie; soy completamente incapaz de iniciar siquiera mi propia salvación. Quien salva es Dios, y Dios no me necesita. En todo caso, me podrá usar en algunas ocasiones, y las más de la veces, sin que yo mismo me dé cuenta. Mis maquinaciones y planificaciones apostólicas, en general, son infructuosas, y muchas veces hacen daño. Así de inútil soy.
Lo más que puedo hacer, es hacer lo que hago: Age quod agis. No se me pide más. Y con esto, a veces Dios hace maravillas.
gibelino@hotmail.com
Estimado Caminante:
ResponderEliminar¡Excelente post! Ojalá los leyeran los "lavarropas", esas máquinas de dar vueltas con pretextos apostólicos...
Cordiales saludos.
Pablo (Rosario)
Parafraseando: por qué hay tan poco interés en S Tomás de Aquino en la Argentina y en el mundo? Traducciones hay. Pero para comprenderlo hay que practicar la humildad y conocer la analogía.
ResponderEliminarAmigo Wanderer:
ResponderEliminarCuánto bien puede hacer Ronnie Knox entre nosotros! Se merecía este post. Todavía recuerdo con asco, pena y horror lo que de él encontré en una página web yanqui kukolefe donde lo acusan de toda herejía posible. Supongo que Ud. la habrá visto. Una verdadera iniquidad.
Lo más notable es que tempranamente Ronnie se ocupó de estas patologías religiosas, en su largo y maravilloso "Enthusiasm", el libro en el que trabajó toda su vida y que consideraba su obra favorita. Allí describe desde la primitiva Iglesia hasta su tiempo todas esas manifestaciones kukus avant la lettre, destacando el papel de las mujeres y señalando muy bien el fenómeno descripto por Ud. en uno de mis posts predilectos: "La segunda redención". Pero cabe subrayar la caridad, comprensión y simpatía que Knox mantiene para con estos locos, al revés de lo que ellos hacen con él. "Enthusiasm" sería un libro para traducir con urgencia y hacer leer en seminarios y grupos católicos, en lugar de tanta huevada en que se gasta papel.
Conviene releer igualmente su correspondencia con Chesterton en ocasión de ser éste recibido en la Iglesia Católica, que está en la biografía de Maisie Ward. Hace poco salió en Gladius un poema de Knox cuando murió Chesterton. Una joyita. Y se volvió a publicar en inglés la biografía de Ronnie que hizo E. Waugh. Que habría que leer muy bien antes de hablar de él.
En fin, Wanderer, al verlo en su blog tuve un arrebato de entusiasmo yo mismo, como puede ver.
Muchas gracias
El anónimo normando
Me ofrezco a traducir la biografía de E. Waugh sobre el viejo Ronnie--sólo que no dispongo de una copia en inglés... ("Enthusiasm" se me hace un poco extenso).
ResponderEliminarPero, bueno, además de todo, no hace falta ser inglés para darse cuenta de lo que es en sí. Y esto, fue escrito en plena contrarreforma:
"Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como esta" (Cántico espiritual, CB, Anotación para la canción 29, n. 3: Obras Completas de San Juan de la Cruz, Ed. de Espiritualidad, Madrid 1988, p. 706).
Jack Tollers
Pablo: Se agradece.
ResponderEliminarNormando: He leído en más de una ocasión que la biografía de Ronnald Knox escrita por Waugh es la mejor biografía jamás escrita. Hay una edición españala realizada por Palabra pero dicen que la traducción es malísima.
Jack: Tengo la primera edición americana de la biografía de Ronnie. Su ofrecimiento me "entusiasma". Podría hacerle llegar una copia, si se empeña en el trabajo.
Estimado amigo Wanderer:
ResponderEliminarComo ha ocurrido varias veces en este blog, me han hecho sentir una cruel realidad: soy un ignorante. Por cualquiera de las razones que ud. enumera no he leido nada de Knox ni a su respecto. Pero de la descripción que hace de su obra, su vida y sus detractores me ha invadido un fuerte deseo de leerlo. Si fuera tan amable de indicarme, por este medio o por email, cómo acercarme a su obra o a sus biografías se lo agradeceré mucho (si hubiera algo en castellano mejor porque mi inglés es muy rústico y me haría bastante larga la lectura).
Con respecto al tema del post, si bien comparto plenamente lo dicho, creo que hay que hacer algunas distinciones al respecto.
En efecto, creo que todos hemos sido "enviados" (cada uno en su orden y medida) según el mandato de Cristo en Mateo 28.
Ahora bien, cada uno está llamado a un apostolado según los carismas, dones o como quieran llamarlos recibidos. Algunos serán anzuelos, otros cayados, otros cañas, etc. A lo largo de toda la historia de la Iglesia (empezando por los apóstoles) se ha visto la existencia de múltiples y diferentes apostolados. Unos lo harán mediante el estudio, otros mediante la predicación, otros mediante la oración, etc. Creo que lo principal en el asunto es entender que no todos están destinados (según los dones recibidos) a hacer ni todo ni lo mismo. Cuando era chico solía ir de "misión" a las villas con esos grupillos pastorales típicos de todo colegio religioso. Si bien con el tiempo compredí que eso no era lo mío (lo de la misión porque lo de los grupos era simplemente un gesto ecuménico de mi parte), descubrí que algunos de esos grupos hacían grandes obras (incluso, hay que admitirlo, grupos cercanos al tercermundismo y otros que tampoco tienen mis simpatías como carismáticos, etc.). No digo que hicieran grandes santos ni mucho menos (es más, creo que la mayor parte de las veces hubiera sido mejor que no fueran) pero me parece que servían como una especie de primera línea de caballería. He visto nacer al cristianismo a familias muy hermosas. Sin dudas, ud. tiene razón, es Dios quien lo hace pero la realidad es que se vale de las porquerías más diversas por lo que, en definitiva, es bueno que existan.
Entrando en el tema del apostolado en su versión más evidente creo que el problema radica en un vicio muy común de todas las líneas de la Iglesia: la falta de estudio. Incluso cuando uno se acerca a las órdenes o congregaciones "contemplativas" surge una pregunta letal: ¿qué contemplan? Si no hay estudio la contemplación se vuelve una especie de nirvana místico.
En el caso de los "grupos de apostolado" (progres, conservadores, tradicionales, etc) se da el mismo problema y cabe la misma pregunta: ¿qué predican? Otra anécdota que me golpeó profundamente. En la universidad (uca) teníamos un sacerdote (el cual se merecería, junto con sus antecedentes y consecuentes u obsecuentes, un post) que enseñaba teología (en realidad ese era el nombre de la materia). Tenía una sana costumbre que consistía en tomar, previo a los exámenes de la materia, un exámen que sólo contenía preguntas del catecismo, sin el cual (aprobado) no se podía rendir la materia. Lo gracioso, triste o curioso es que todos los "misioneros" de mi curso (esos de rosario al pecho por afuera de la camisa y guitarra al hombro) reprobaron la prueba. Si no saben el catecismo ¿qué predican? ¿qué enseñan? ¿a qué o en qué quieren convertir a la gente humilde a la que le cantan?
Por último creo, con el cura que ud. cita, que el primer apostolado y más importante es la propia santidad. En lo personal, es el ver o tratar con personas santas lo que me llama y motiva para buscar la santidad. Es el apostolado silencioso e involuntario. Este otro aspecto es también olvidado por la mayoría de los grupos apostólicos, en los que la misión se convierte en una suerte de gran convivencia de diversión que da lugar a los espectáculos más bochornosos.
Bueno, la verdad es que el tema da para largo pero ya me extendí bastante y pido disculpas por ello.
Un abrazo.
P.L.
P.L.: Ronald Knos no escribió muchísimo. Estuvo veinte años desperdiciado por el arzobispo de Westminster, cardenal Bourne, obligándolo a enseñar en un colegio secundario y luego, como capellán de Oxford, donde se convirtió en una atracción turísitca más, siempre lleno de gente que lo aburrían y, además, sin darle un peso, o una esterlina. El pobre Ronnie se las tenía que rebuscar para mantenerse él y la enorme casa de la capellanía.
ResponderEliminarNo conozco obras de él en español. Deben existir. Yo lo he leído en inglés, lengua en la que lo siguen editando. Espero que Tollers cumpla la promesa, y yo la mía.
De acuerdo en lo quje Ud. dice. Dos observaciones:
1) El post cuestiona, en todo caso, la "urgencia" del apostolado, y no el apostolado. El matiz es importante.
2) Ud. dice que los grupos misioneros a los que asistió "no hicieron grandes santos". Tiene Ud. razón. Pero yo añado: tampoco los jesuítas hicieron grandes santos, y los dominicos nos los hicieron ni grandes ni pequeños, y ni aún los benedictinos. A los santos los hizo, y los sigue haciendo, el Espíritu Santo. Nosotros lo único que podemos hacer es "dejarnos hacer", y ni siquiera eso, porque aún ese primer movimiento de querer dejarse hacer viene del Espíritu que sopla donde quiere.
Ud., que es tomista, sabrá que esto es doctrina angélica.
Estimado Wanderer:
ResponderEliminarIntentaré entonces, al menos hasta que jack el traductor me ayude, conseguirlo y leerlo en inglés.
En cuanto a las obsevaciones, completamente de acuerdo, de hecho el matiz que señala aparece con claridad en el post, no quería contradecir sino ahondar. Con lo demás perfectamente de acuerdo también, sólo quería remarcar que existen diferentes formas de apostolado que obedecen a distintos dones particulares según prescribe San Pablo. El que obra es siempre Dios pero se vale, muchas veces, de sus creaturas. El asunto es hacer fructificar los dones recibidos en función de Cristo.
Lo de tomista me queda grande.
Un abrazo.
P.L.
En este sitio donde pueden buscarse diversas obras convertidas a archivo .pdf (hay de Belloc, Chesterton, por ejemplo) parecen haber obras de Knox también. Este fue el resultado de mi búsqueda en "Texts"
ResponderEliminarhttp://www.archive.org/search.php?query=ronald%20knox%20AND%20mediatype%3Atexts
Estimados Wanderer y PL: Hay varias cosas editadas en castellano de Knox, y bastante bien traducidas, por RIALP en la coleccion Patmos: son en general colecciones de sermones o charlas, p.ej "El torrente oculto", "El credo en camara lenta" y dos o tres mas cuyos titulos no recuerdo ahora. Se encuentran con relativa facilidad, y son excelentes.
ResponderEliminarEn librerias de muy viejo se puede encontrar incluso alguna novelita policial (El misterio de la esclusa, p.ej.): Knox escribio el decalogo del Detection Club, que presidia Chesterton e integraban, entre otros, Dorothy Sayers, Dickson Carr, Agaha Christie, etc. El Septimo Circulo de Emece, cuando estab dirigida por Borges y Bioy (!), edito "El almirante flotante", novela policial en colaboracion de varios miembos del Club, , con prologo de Chesterton, y ceo que con un capitulo de Knox.
Aparte de todo, en ingles hay un libro notable, "The Quotable Knox", con una coleccion de citas ordfenadas tematicamente. Es muy divertido.
Dios nos proteja a todos
el Anonimo Normando
Gracias por los datos. Empezaré mi búsqueda entonces.
ResponderEliminarP.L.
Al anónimo 18:09 tengo que agradecerle el link que envió---es fabuloso(www.archive.org). Hay una cantidad de Bellocs y Chestertons inconseguibles. Pero no encontré la biog de Waugh s/ Knox.
ResponderEliminarNo importa, Gibelino ya tiene mi dirección y me puede remitir el volumen cuando quiera.
Estimo que una prolija traducción insumirá, coeteris paribus, unos tres meses.
De trabajo placentero.
Merci a tous.
Jack Tollers.
Hay un libro de Ronald Knox publicado por "Palabra" al que titularon "Retiro para gente joven". Lo leí de chico y recuerdo que me gustó. No sé qué tal es la traducción y si ese es el título original. Jack Tollers puede saberlo. El libro estaba en casa de mis viejos pero desapareció. De todos modos no debe ser difícil de conseguir
ResponderEliminarFRM
Estimado Jack Tollers:
ResponderEliminarme alegra mucho que le sea útil, dí con esa página de pura casualidad, ya bajé cantidad de obras, aunque la lectura no lleve el mismo paso!!
Extiendo mis saludos y felicitaciones a todos y en especial a Wanderer, nuestro anfitrión, por tantas amenas e ilustrativas conversaciones.
Anónimo de las 18:09, o RA.-
Estimado FRM, no, no tengo ése Knox. Tengo dos en inglés: "Retreat for Priests" y "The Mass in slow motion", que lo de Wanderer me ha inducido a repasar.
ResponderEliminarEl de la Misa en cámara lenta es tremendo, de a ratos se me hace insoportable, porque destaca el horror de la actual liturgia al mostrar cómo debiera ser, cómo era y con un poco de suerte... cómo volverá a ser.
El del retiro para curas, está buenísimo y me parece que pronto voy a traducir su meditación sobre la muerte. Entre otras cositas incluye la preguntita del millón, de si el cristiano dendeveras debe tenerle miedo a la muerte o no. Su respuesta es brillante, pero no la pondré aquí.
Oportunamente colgarélo en
voila.tz4.com
Saludos.
J.T.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstimado amigo Sacristán: Permitame que le retruque. Evelyn Waugh despreció siempre a la clase media, y es esa una de las críticas más fuerte que recibe de los críticos literarios.
ResponderEliminarUd. menciona que Paul Pennyfeather, protagonista de "Declinación y caída", es representante de la clase media, y tiene razón. Pero este muchachito es sólo la excusa litararia de E.W. para mostrar la decadencia de la educación inglesa, que el mismo había experimentado, y burlarse (que no es lo mismo que despreciar) de algunos representantes de la clase alta.
También Mr. Slater y Corker, personajes de "Primicias" (es mucho mejor esta traducción de "Scoop", utilizada en la edición de Sudamericana del ´47 que "Una noticia bomba") son "clase media", pero ellos no son, ni de lejos, protagonistas de la novela.
Evelyn Waugh era plenamente consciente de esto, y lo dijo en numerosas ocasiones. Por ejemplo, en una carta a Ronald Knox en 1945 escribe: "La cosa más triste es que Metroland es mi mundo, en el cual he crecido, y no conozco ningún otro, a no ser de segunda mano y a gran distancia". Como Ud. sabe, Metroland es el mundo de la clase alta inglesa, en el lenguaje del autor.
Finalmente, le recomiendo que lea sobre el tema el desopilante librito titulado "Noblesse oblige" editado por Penguin en 1961. Se trata de una discusión epistolar que mantiene Waugh con su amiga Nancy Mitford, justamente sobre el tema de la clase media. Estoy seguro que tal lectura, además de divertirlo, la aclarará las cosas.
De Ronald Knox (no me disgusta, pero tampoco me entusiasma) en castellano se han editado, por lo menos (son los que tengo) :
ResponderEliminar- Ejercicios para seglares (Bib. Cristiana, Planeta DeAgostini)
- El credo a cámara lenta (ed. Palabra)
- La fe de los católicos (Ed. apostolado de la prensa)
- El torrente oculto (Patmos - Rialp)
- Dios y el átomo (ed. Zig Zag)
A mí la biografía de Waugh no me resultó particularmente memorable, pero eso no quiere decir mucho.
Acaso menos aún -sobre todo considerando el perfil de este blog- esta opinión de Graham Greene: "Every Catholic, I suppose, has his favourite type of priest. The Knox of Oxford, the Knox of the rather precious style and of the Latin verses, the chaplain and the translator, had his apostolate in a region which I have always found uninteresting and even at moments repellent".