Hace algunas semanas fui invitado a una
comida de la que participaban muchos amigos y algunos desconocidos. Por la
providencial magia de las presentaciones quedé ubicado junto a un matrimonio
que resultó ser de lo más agradable. En un momento del diálogo, él, un
verdadero gentleman de los que ya casi no existen, soltó una expresión que me
impresionó no tanto por su contenido –que ya había escuchado y repetido muchas
veces-, sino por la carga de tristeza y resignación que pesaban en las
palabras: “Estamos rodeados de vulgaridad”, dijo, y el ritmo de la conversación
ocultó la frase que pasó casi desapercibida para el resto de los asistentes.
Sin embargo, me quedó dando vueltas y volvió
con fuerzas cuando hace pocos días, paseando junto al control remoto por las
múltiples posibilidades de la televisión, escuché a un personaje –no sé si
cómico, conductor o híbrido- que opinaba acerca de la expresión “Buen gusto”. Para
él, nadie podía erigirse en árbitro de lo que es buen gusto y de lo que es
vulgar. Fue como un desafío. Debía pensar alguna respuesta que fuera más allá
de lo anecdótico y, releyendo algo de Schiller y algo de Stuart Mill, aquí está
lo que salió:
¿Qué es lo vulgar? Es todo lo que no habla al
espíritu y que no despierta otro interés que el de la sensibilidad. Es decir,
es aquello que se dirige a satisfacer exclusivamente la zona animal de nuestra
humanidad. Es por eso que Platón decía, por ejemplo, que la música que se
orienta solamente a provocar el movimiento de los cuerpos, es música de
esclavos. Y lo mismos podríamos decir de cualquiera de las otras expresiones de
la cultura.
Son necesarias, sin embargo, dos precisiones.
No es el caso de despreciar la “animalidad” humana; la cuestión es no otorgarle
exclusividad. Si seguimos con el mismo ejemplo platónico, una pieza musical de
Bach o Brahms provocará el gozo del espíritu pero también el del cuerpo. En efecto,
todos tenemos experiencia del gozo sensible que provoca una buena melodía.
En segundo lugar, hay que observar que la
vulgaridad reside más bien en las personas que en las cosas. Y así, una persona
vulgar profanará la materia más noble por medio de un procedimiento vulgar; pero
una gran personalidad y un espíritu noble, sin embargo, sabrá ennoblecer
también lo vulgar al relacionarlo con una idea y descubrir en él, cuando es
posible, un aspecto grande.
Aquí aparece una inevitable analogía con el hombre prudente aristotélico, que se
constituye en la medida y paradigma de la virtud. Para ser virtuoso, hay que
mirar al hombre prudente. “A los buenos les parece bueno el bien y a los malos
cualquier cosa”, decía el Estagirita. Es decir, para saber lo que es bueno,
debemos mirar al que es bueno. Análogamente, para saber lo que es la nobleza
–como antónimo de vulgaridad-, debemos mirar al noble. Claro que la cuestión
ahora sería definir quién es el noble (hace muchos años leí algo al respecto
del cardenal Rafael Merry del Val. Lamentablemente, nunca más pude encontrar
ese texto), pero no es el objeto de esta reflexión. Arriesgo solamente una idea:
la nobleza es la expresión de la grandeza del alma en acciones y ademanes.
Pero vayámonos al otro extremo. ¿Quién es el
vulgar? Porque aquí la cuestión no es sencilla. No se podría decir con
propiedad que una persona que vive en una villa, lugar donde nació y se crió,
escucha cumbia, toma vino en tetrabrick y se viste de musculosa, sea vulgar. Esa
es, en definitiva, la expresión de su cultura. O, quizás, podría decirse que esa
persona es vulgar pero no debería ser condenada por ello. En todo caso, debería
ser función de la sociedad educarlo de modo tal que, con el paso del tiempo,
elevara sus gustos y fuera capaz de gustar de cosas más refinadas y superiores.
En cambio, si esas expresiones de vulgaridad
las vemos en personas a las que, por su origen, cultura o posición, tenemos el
derecho de exigirles costumbres refinadas, entonces sí aparece la indignación y
luego, la tristeza y la resignación. Cuando vemos fotografías o videos de la
gala en el Colón con que se festejaba una fiesta patria o el inicio en la
función de los presidentes argentinos, y ahora la vemos a “ella” abrazada con
rockeros y cumbieros en la Plaza de Mayo y rodeada de la chusma (no me refiero
a la que está abajo del escenario, sino a la que está arriba); o cuando
escuchamos al vicepresidente de la Nación en la sesión inaugural de la Asamblea
Legislativa hacer bromas por micrófono acerca de que el presidente de la cámara
de diputados tiene hambre, provoca en cualquier bien nacido indignación y
tristeza y, finalmente, resignación.
Como decía mi amigo, “estamos rodeados de
vulgaridad”.
Pascal hablaba, no obstante de la "parte más noble del pueblo". Quizás haya que ir en la dirección de Ibsen, de que la masa cuando es elevada y espiritualizada, se convierte en pueblo. Referente al goce estético, me parece interesante el aporte kantiano: lo que place universalmente sin interés alguno, más que por sí mismo. Precisamente en los casos aducidos lo hermoso queda regido bajo la especie de la sensibilidad, sometido a un objeto extraño, y por lo tanto "extrañado" y des-estetizado por ello.
ResponderEliminarNo olviden las fotos del vicepresidente tocando con Calamaro y los de La Mancha de Rolando en el estudio de grabación de estos últimos de Parque Leloir que publicó Perfil en diciembre.
ResponderEliminarVestía remera rockera y pantalones cortos. Además estaba descalzo y los que tenemos algo de calle sabemos que esa carita se te viene cuando lo que te metiste no es vino, precisamente.
Además su mujer (en realidad está juntado y dijo que no le interesa casarse), la del pelo teñido de rojo, acaba de sacar una revista de rock que se llama Minga.
La Cámpora un lujo al lado de este negraso.
En la sociedad materialista, existe un sólo hombre: el animal.
ResponderEliminarPocas cosas más vulgares que la reaparición del carnaval en la Ciudad de Buenos Aires y su crecimiento en Gualeguaychú.
ResponderEliminarY los días feriados para Buenos Aires los dio el millonario Mauricio Macri, ex alumno del Newman...
Nicolás Gómez Dávila dixit:
ResponderEliminar—«La vulgaridad consiste en pretender ser lo que no somos».
—«Vulgaridad intelectual es el talante de quienes sólo son capaces de las verdades de su tiempo».
—«La buena educación no es, finalmente, sino la manera como se expresa el respeto.
Siendo el respeto, a su vez, un sentimiento que la presencia de una superioridad admitida infunde, donde falten jerarquías, reales o ficticias pero acatadas, la buena educación perece.
La grosería es producto democrático».
—«Los argumentos con que justificamos nuestra conducta suelen ser más estúpidos que nuestra conducta misma.
Es más llevadero ver vivir a los hombres que oírlos opinar».
Hay una cuestión de fondo en todo esto de la que carece la mayoría de las personas de hoy día: el arraigo.
ResponderEliminarSin esto no puede haber otra casa que vulgaridad. Es su consecuencia necesaria. Nada se guarda, ni natural ni sobrenatural, cuando es mandato evangélico, escatológico-evangélico, guardar ambas cosas. El tradicionalismo litúrgico no es más que un cuentazo sin las pequeñas tradiciones familiares, señas, hábitos que también se transmiten. Y así el niño no está desnudo, disociado, y llega a ser un hombre y no una bestia de la villa o de la City.
Esto no es magia ni exclusividad de lectores o iniciados. La auténtica cultura se vive y trasnmite casi inconsientemente.
La cadena hoy se corta ya no entre abuelos y nietos, sino entre hermanos que se llevan diez años de diferencia.
La misma etimología de cultura supone un esfuerzo por guardar, velar y guardar, y volvemos al Evangelio.
Paradógicamente, buena parte de la Iglesia se volcó a la vulgaridad y la defensa de valores villeros, comunistas, de asistencialismo social; pero san Juan Bosco además atender a los pobres les acercaba con celo la auténtica cultura, que ciertamente hoy no honran los colegios de su congregación.
También inconcientemente, puse inconsientemente.
ResponderEliminarUn temazo éste.
ResponderEliminarCoincido con SP5 en el tema del arraigo. Excelente aporte.
Supongo que, si recordamos que el pescado se pudre por la cabeza, también podríamos releer algunas páginas de El medio pelo de Jauretche. O tantos textos de Waugh sobre la decadencia de la aristocracia y sobre el esnobismo (la mala imitación que "las clases medias" [me refiero al estilo de vida no al nivel socioeconómico] hacen de los primeros).
Cuando veo a chicos y chicas (y ya no tanto) de ojotas y sentadas en el suelo a lo indio en misa en el Pilar, San Nicolás de Bari o Las Esclavas, no puedo evitar recordar todo esto.
En cuanto a lo opuesto de lo vulgar, no sé si, en vez de noble (término equívoco), pondría mejor la caballerosidad, al menos como la entiende Newman en Idea de la universidad o C.S. Lewis en un ensayito que se puede encontrar en la web.
Muy buena la idea de SP5.
ResponderEliminarMe llama la atención que muchos jóvenes y otros mayorcitos, no tengan las más remota idea o interés acerca de sus ancestros. Y no me refiero a sus choznos. Ni siquiera saben cuál era el origen de su abuelo.
Impecable descripcion.
ResponderEliminarDos ejemplos.
1) Ayer a la nochecita cuando sali a correr por las calles de mi pequeño pueblito y vi, para al principio debo reconocerlo morbo, luego ahora puedo ponerle una palabra que lo describa, vulgaridad, a un grupo de entre unos 30 a 40 individuos ensayando con sus bombos, tamboriles y redoblantes, el ritmo de una murga, mientras que otros 20 mas o menos, los acompañaban "bailando" tal cual fueran monos. Subi el volumen del Mp3 y segui corriendo.
2) Por otro lado mi sobrino va a un colegio de mas de dos lucas al mes, muy cheto de gente de country, bilingue, etc. En un video que nos mostraron en ocasion de una reunion familiar vimos, con espanto mi mujer y yo, que todas las nenas ante la pregunta de la maestra sobre que querian ser cuando fueran grandes, contestaban "Modelos", no maestras no mamas, sino modelos, y los chicos querian ser futbolistas, no bomberos, no policias, no soldados, sino futbolistas, como Messi, que en palabras de mi rechoncho sobrino de 7 años, no habia terminado la escuela y era el mejor jugador de futbol.
Como si fuera poco, el otro dia mi sobrinito estaba en el parque de casa jugando con mi hija y comenzo a entonar una cancion de los wachiturros, lo hice callar automaticamente, y ante la pregunta sobre porque se tenia que callar (el muy insolente se da el tupe de cuestionar la autoridad), le dije que era una cancion fea y de negros. El se callo, pero antes me dijo que igual le gustaba.
En ambos casos no es culpa ni de los murgueros ni de mi sobrino, sino del mundo que les hace creer que eso que hacen es lo correcto y lo mejor, cuando en realidad, es como dice usted al citar a Platon, es lo que los hace esclavos.
La antitesis de lo vulgar es lo que repercute en el espiritu, y solamente en el espiritu repercuten el Bien, la Verdad y la Belleza, que en definitiva son Dios. Y que es justo lo que el mundo no quiere que pase.
En las series y películos inglesas de las que gustamos muchos lectores de este blog, se ve que en las familias de la aristocracia y la alta burguesía, las comidas diarias eran de gala. Es decir, todos se "vestían" para comer: jaquet ellos y de largo ellas.
ResponderEliminarYo no viví eso, pero si recuerdo que mi madre -que aún vive y es bastante joven-, siempre nos decía a mis hermanos y a mí: "A cambiarse para la comida", y ella misma se vestían con más elegancia. Y esto diariamente. Y lo mismo sucedía en casa de mis abuelos. Y no somos de sangre azul.
Interesantísimo este debate. Hace ya muchos años que la sociedad (argentina y mundial) se ha embrutecido. Presiento que a ello contribuyó el debilitamiento de la Religión y la disgregación de la familia tradicional. En pasadas épocas se apreciaba el señorío; hoy, el gentilhombre hace las veces de pelotudo (en todos los niveles sociales. Soy un hombre maduro; en mi niñez mi abuelo paterno -muy anciano- convocaba a sus hijos adultos (casados, con familia formada y con su propio patrimonio) para retarlos o aconsejarlos, dada la reverencia que se le tenía. Hoy si un abuelo hace lo mismo corre peligro de ser encerrado en un geriátrico. Al apagarse la luz del espíritu todo se embrutece...
ResponderEliminarEstas son descripciones de los síntomas, de las consecuencias, de la decadencia de una sociedad. Pero no son las causas... Estas cosas no suceden porque si, no suceden al azar, tampoco suceden por cambios graduales y naturales, como si fueran movimientos tectónicos. Estas cosas son forzadas y dirigidas por un pequeño grupo de personas que marcan las pautas culturales a través de la TV, el cine, las noticias, etc.
ResponderEliminarEste grupo minúsculo, palabras textuales del Arzobispo Charles, J. Chaput de Denver y ahora en Philadelphia, no tiene asiento en la Argentina sino en EEUU y Europa, y decide que es lo que se puede decir y hacer y quien lo puede decir y hacer; el famoso "who/whom" de Lenin, al menos en el llamado mundo "occidental". Los giles de acá, el grupo Clarin, La Nación, y nuestros zurdos/liberales simplemente copian lo que viene de afuera.
El conspiracionismo de Dark Henry tiene algunos problemas:
ResponderEliminara. Fanatiza. Conozco gente que cuando no piensa en judíos piensa en masones.
b. No tiene soluciones el panorama planteado. ¿Cómo ganarle al NOM? Entonces opta por regocijarse "teniendo la posta".
c. Entra en una burbuja de insospechadas páginas web y no atiende al hoy. Hablamos de la familia, de gente de carne y sangre, de una autoridad paterna, de modales, de hábitos comunes. No queremos perder de vista al ser.
No hay NOM posible manejado desde Nueva York por nefastos judíos que se meta en mi casa si no lo permito. Otra cosa es que lo permita por idiota o vago.
No olvidemos justamente hoy el consejo del fraile. Ahí hay una pequeña tradición que vale la pena guardar y que nos aleja de la vulgaridad: "siempre rezarle a los Santos Reyes Magos".
ResponderEliminarEl Carlista.
Dark Henry, coincido.
ResponderEliminarEspecificando un poco, sería CFR-RIIA y sus dueños...
Estoy de acuerdo con Dark Henry, las costumbres y la moral cambian tan rápido porque no es un cambio natural, los cambios naturales son graduales, esto es ingeniería social y las herramientas son las series de TV, las películas y la música yankee.
ResponderEliminarSi sus nietos o hijos están a favor de la legalización del matrimonio entre homosexuales es porque ven la serie Glee, o por el video musical del hit Beautiful de Christina Aguilera, o del hit Fireworks de Katy Perry.
Contra eso no se puede o es muy difícil competir.
Yo tengo 27 años, mi sobrina 19, y nos separa un abismo.
Una pregunta, cuando un montón de chicos de clase media o media alta, hijos de antiperonistas, se identificaron con el peronismo, tal vez por moda, no podría asegurarlo, no fue vulgaridad eso?
Saludos
Ex Luterano
Al anónimo anticonspiracionista de las 13:48. Procedamos a "deconstruir" su muy emocional cortina de humo.
ResponderEliminara) Ýo no di nombres pero ud. aportó algunas pistas inmediatamente. Será por eso que "el ladrón piensa que todos son de su condición", o será como el linea media asustado de los Vertbisky de este mundo que le apunta al Lefe y dice "él es el extremista, no yo"? Al final de la jornada la "posta" es quien está con el Logos (Cristo) y quien está en contra de Él.
b) Proponer soluciones cristianas frente al Nuevo Orden Mundial no es fácil. Las tiene ud? Mi post fue simplemente llamar la atención a las causas de esta triste realidad. Habia notado cierto sentimentalismo en algunos comentarios y siempre trato de tener en mente el consejo de Cristo de ser "astutos como serpientes". Esto no se arregla asi nomás ya que los que siguen al Logos están disgregardos o no tienen poder (o han sido asesinados). Las cosas van a mejorar, pero humildemente pienso que como dicen los gringos "it's going to get worse before it gets better". Eso si, no hay que desesperar ya que "al final mi corazón inmaculado triunfará"
c) La cita del arzobispo Chaput no la saqué de internet, sino que se la escuché personalmente a él en una charla. Y respecto a Vladimir Ilich, bueno es un tipo bastante famoso como para que tenga que buscar algunas de sus bien conocidas citas en "insospechadas paginas web".
Disiento en algo más aun: El NOM no es una conspiración, al contrario está anunciado a cielo abierto. Tiene defensores y promotores (bien armados dicho sea de paso, sino preguntele a los serbios, iraquies y libios) públicos que se regodean sobre su supuesta llegada y el fin de la historia, como bien menciona otro Anónimo a las 14:42. Ellos tienen el poder ahora, y desde hace varias décadas. El que no quiere ver la realidad es como el proverbial avestruz con el cuello enterrado ya que esto está directamente relacionado amigo Anónimo a "la familia, la gente de carne y sangre, la autoridad paterna, los modales, los hábitos comunes", etc. Esto es precisamente lo que quieren destuir!
Y no olvidemos las advertencias de Sartori en Homo videns acerca de la pérdida de la capacidad de abstracción producida por el abrumador impulso de lo audiovisual.
ResponderEliminarVeo también un problema adicional: la vulgaridad se ha impuesto en la Iglesia. Es habitual ver templos bellísimos tapizados de afiches o carteles en papel o plástico con frases bobaliconas. Y no solamente en los medios progres. También en los del palo. Y una anécdota: hace un par de años, viajando de regreso a Buenos Aires desde Europa, me tocó compartir el vuelo con un grupo de monjas del IVE. Luego de algunas horas de viaje, me levanté y las vi a todas ellas, tiradas literalmente en el asiente, con el velo puesto sobre la cara. Un triste espectáculo de vulgaridad.
ResponderEliminarQue algo sea increible no lo hace falso. La ingeniería social es una realidad. Vean en youtube los videos de "lady Gaga".
ResponderEliminarEl hijo manco de Freud