¿Enjuagues, cálculos, componendas y trucos?
No es su estilo.
¿Sombrerazos, arranques de ira, amargas recriminaciones?
No es su estilo.
Su estilo es pacífico, manso, razonable, sensato y paciente.
Así lo fue siempre, antes de ser Papa y ahora también.
No sirve para gobernar, dicen por ahí.
¿Ah no?
Fíjense si quieren (escribo esto para consuelo de los
desconsolados, que si no, ni me molestaría). Sus enemigos (de adentro, de
afuera de la Iglesia) sí que usan de todo eso, cuando no de extorsión, manejos
financieros, trampas varias y aún, si me apuran, negocios diabólicos (y con
esto último no me refiero a cuestiones de dinero). Cualquiera que haya leído a
Malachi Martin sabe bien a qué me refiero.
Pero él, Benedicto XVI, no es así.
Él es cristiano, piensa en cristiano, obra como hijo de la luz, no
sabe nada de todo eso. Consulta y sigue la voz de su conciencia, como quiere
Newman, como quiere Castellani. Lo demás lo tiene sin cuidado.
Por eso abdica, no renuncia (no tiene ante quién presentar una
renuncia).
Saca una cuenta sencilla: yo, a mi edad, con todo esto no puedo, o,
por lo menos, estimo que muy pronto ya no podré.
"Esto" se me ha vuelto ingobernable, inmanejable… (quizás
insoportable, eso no sé).
Mi autoridad llega hasta la puerta.
Abdica, pues, se va.
Yo pensé que el rayo ése (que profetizó la burra de Balaam, nuestro
querido Sodano) procedía de Dios, enojado con los lobos de adentro, con los de
afuera.
Enojado con Sodano.
Pero tampoco es su estilo, Dios no suele hacer cosas como ésa: enviar
un rayo que reviste la basílica de San Pedro de un azul eléctrico que dura sólo
unos pocos segundos.
Y que nadie sabe qué significa.
No es el estilo de Dios, me parece.
Mejor, me parece el estilo del demonio, que descarga su ira al
comprobar que, una vez más, sus planes le salieron mal.
Porque al abdicar, el Papa asegura que en el futuro los lobos de
adentro y los lobos de afuera no la tengan tan fácil.
Al diablo se le acaba el tiempo, y lo sabe.
A José Ratzinger también, y él también lo sabe.
Pero el Dueño del tiempo es Dios.
Y entonces, inspirándolo suavemente ("disponit omnia
suaviter", Sap. VIII:1), le revela lo que tiene que hacer. Como un remedio
homeopático, que cuanta menor la dosis, más poderoso el efecto.
Me voy porque estoy viejito y cansadito. Permiso.
Y no hay un solo cardenal, un solo obispo, un solo sacerdote, un
solo fiel fiel que no sepa lo que eso quiere decir.
Con su humilde abdicación Benedicto XVI ha dicho la palabra más
vigorosa, más fuerte, más potente—como amplificada por diez mil altavoces—, de
todo su pontificado.
No doy más, para mí esto es inmanejable.
Quizás otro pueda, yo no.
Y así, sin enjuagues, sin planes maquiavélicos, cálculos mundanos o
secretas conjuras, influye sobre el (poco o mucho, no sabemos) tiempo por venir.
No sólo con lo que dijo, con lo que escribió, con lo que hizo.
No sólo nombrando a la mayoría de los cardenales que decidirán
quién es su sucesor.
Mucho más, con su abdicación.
De manera que cuando se reúna el cónclave no habrá ni un solo
cardenal que no sepa lo que le espera al que acepte su elección.
Intentar gobernar lo que su antecesor tachó de ingobernable;
manejar lo que, al final, a su antecesor le resultó inmanejable.
Eso sí, esto es recoger todas las cartas y dar de nuevo.
¿La beatificación de Paulo VI, la canonización del Magno? Sí,
bueno, esperáte un poco.
No digo que al abdicar Benedicto XVI haya pensado así.
No es su estilo.
Pero el resultado se verá.
Y el diablo ya lo vio.
Otra vez le ganaron de mano.
Con armas blandas, humildad, espíritu de contrición y esa coraza
indestructible que es la Fe.
Supongo que a él, al demonio, todo esto le debe traer a la memoria
aquel episodio que rememoramos todas las semanas santas: cómo quiso suprimir al
Gran Profeta (el que se había negado, como recordamos hoy, a convertir las
piedras en pan, a tirarse del pináculo del tiempo, a conquistar toda la tierra
adorando al Tentador).
Y Él, en el tiempo oportuno,
le ganó de mano al que lo quería matar entregando su espíritu diciendo con
grande voz: "consummatum est".
Y luego, chau.
Resucitó.
Como para no descargar un rayo furibundo sobre la basílica de San
Pedro.
A modo de comentario en un tema en el que estoy muy interesado.
ResponderEliminarSi alguno cree que el diablo ... por su propia autoridad sigue produciendo los truenos, los rayos, las tormentas y las sequías, como dijo Prisciliano, sea anatema.
De acuerdo con usted, Don Miles. Y para ser coherentes propongo que se eliminen del Rituale Romanum los exorcismos que desde siempre la Iglesia y sus ministros utilizaron para conjurar a las tormentas y demás "fúlmines". Era un error. El diablo no tiene poder sobre la materia.
ResponderEliminarWamderer nosé que pasa con usted, pero se está viniendo abajo el nivel de los últimos post, ustedes saben bien que dan para más, o bien están queriendo amrear la perdíz; este post es de una sensiblería y complicidad de cura neocon porfavor suban, no nivelen por abajo.
ResponderEliminarJuan Pablo
Jejejeje...
ResponderEliminarConste: Credo en la efectividad del Rituale (y en lo que supone, ergo).
Como me consta también qué difíciles somos los católicos si se trata de concordar 100%
Oremus et pro concordantia
'
Entiendo, pero es que me interesa muchísimo el que quede claro el sentido estricto de ese anatema, porque ocurre que ese es un asunto en el que estoy trabajando hace tiempo.
ResponderEliminarAl final todo ronda en la permisión de Dios y los demonios como causas segundas personales que por Revelación sabemos que pueden pedir a Dios para interferir en la creación.
Juan Pablo, una cosa es que usted no esté de acuerdo con los últimos posts y otra distinta es que éstos no tengan nivel.
ResponderEliminar¿Será acaso que Miles Dei se creyó su apelativo de "Soldado de Dios" y fue ascendido por Su Divina Majestad al grado de Edecán de San Miguel y, por eso mismo, sabe cuándo Dios le permite a los demonios, y cuándo no les permite enviar rayos y centellas?
ResponderEliminarHay que ser cabeza dura, che.
Terzio, hace unos post atrás uno dijo que toda la pelea -casi permanente- que aparece por estos blogs tiene como causa el que "estamos como ovejas sin pastor" (el comentario fue prerenuncia). A mi me parece mas bien que lo que no encontramos es un pastor que confirme todas y cada una de nuestras opiniones, aún las más periféricas. En fin, a que somos pecadores.
ResponderEliminarEl Juglar
Con el permiso de Dios, claro está, el diablo puede actuar sobre la materia, como de hecho, los ángeles lo hacen frecuentemente en la Escritura.
ResponderEliminarCita de Newman:
"It was an Angel which gave to the pool at Bethesda its medicinal quality; and there is no reason why we should doubt that other health-springs in this and other countries are made such by a like unseen ministry. The fires on Mount Sinai, the thunders and lightnings, were the work of Angels; and in the Apocalypse we read of the Angels restraining the four winds. Works of vengeance are likewise attributed to them. The fiery lava of the volcanoes, which (as it appears) was the cause of Sodom and Gomorrah's ruin, was caused by the two Angels who rescued Lot. The hosts of Sennacherib were destroyed by an Angel, by means (it is supposed) of a suffocating wind. The pestilence in Israel when David numbered the people, was the work of an Angel. The earthquake at the resurrection was the work of an Angel. And in the Apocalypse the earth is smitten in various ways by Angels of vengeance."
¿Y los ángeles caídos? También: como por ejemplo se ve en el Capítulo Primero del libro de Job; con permiso divino, Satán hace caer fuego del cielo que abrasó a las ovejas y a los siervos, devorándolos" (I:16) y luego un "gran viento" (I:19) que hace toda clase de desastres.
Acerca del diablo y su modo de influencia sobre la materia, Frank-Duquesne tiene largas e interesantes consideraciones en su "Satán" (de próxima aparición).
Claro que sí, de otro modo no podría ejercer su principado sobre este mundo, ni decirle a Cristo en la tercera tentación que "todo esto es mío" sin que Nuestro Señor le dispute el título.
Antes de efectuar la Redención.
Pero sí, con permiso divino, Satán ciertamente puede actuar sobre las fuerzas de la naturaleza, cómo no, y sobre la materia: fíjense si no en las repercusiones materiales de una posesión diabólica, por ejemplo...
Santo Tomás lo explica a las claras:
"Así como Dios conoce en su esencia las cosas materiales, así también las conocen los ángeles, puesto que están en ellos por sus especies inteligibles." (S.Th. I,57,1).
Y sí, los ángeles caídos también: con permisión divina pueden hacer toda clase de cosas.
Aunque por poco tiempo: Cristo Nuestro Señor ya lo vió a Satanás "caer como un relámpago del cielo" (Lc. X:18).
J.T.
Ya están cambiando de tema, otra vez, párenla che, que lo de la abdicación del Papa merece más reflexión...
ResponderEliminarGracias, Tollers. En el futuro comprenderán porqué saqué este tema.
ResponderEliminarWanderer, cualquiera de los que me sigue un tanto sabrá que soy partidario de la interrelación angélica-demoniaca-humana como parte de la historia de la salvación.
Una vez alguien me puso la objeción de ese anatema, que obviamente se refiere al sentido maniqueo en que Prisciliano atribuía autoridad similar a la divina al maligno y no tanto a la propia acción sobre la materia por parte de los demonios como consta por la autoridad aún mayor de San Agustín. A consta de su paciencia he obtenido un buen post de Tollers y quizás se ha iluminado el tema en cuanto se muestra que la historia no es una línea binaria maniquea, sino más bien una onda modulada por el concurso divino, que en ese rayo está también presente, aunque sea en forma de permisión.
Lo de que Satanás puede actuar en la materia supongo que lo han sabido muy bien algunos santos, como San Pío de Pietrelcina, que sufría sus castigos y daños en su propio cuerpo.
ResponderEliminarInteligente y esperanzador el post de JT.
ResponderEliminarGracias
Ayer leía esto en una gaceta del siglo XIX, no deja de ser interesante:
ResponderEliminar"Siempre me ha causado admiracion no leer ni en la Biblia, ni en Flavio Josefo, que el rayo hubiese caido en el templo; porque á mas de su dicha colocacion, contenia mucho metal capaz de atraer loá rayos. „E1 silencio se hace mas notable, porque vemos como los historiadores refieren con proligidad hechos de semejante naturaleza. Los de la antigua Roma especifican los rayos que cayeron en el capitolio: un templo tan elevado como el de los judios estuvo libre por mas de mil años de los acontecimientos del rayo, siendo las tempestades muy frecuentes y vigorosas en la Palestina."
Miles, en el punto más elevado de la cúpula de San Pedro hay un pararayos, es decir, un artefacto que atrae a los rayos a fin de que no caigan en otra zona del cupulone y lo dañe.
ResponderEliminarQuizás sea este un dato que convenga tener presente.
No me he podido sacar de la cabeza la frase de Ludovicus del 12 del corriente: "Es muy paradójico que uno de los mejores Papas de estos últimos siglos sea uno de los peores políticos". Aunque a decir verdad, me parece que la entiendo al revés que él. Tiene muchísima miga y me parece que es una de las claves de la abdicación de Benedicto XVI. Más aún, implica toda una teología de la Historia.
ResponderEliminarA la manera de Clinton: the paradox, stupid.
El sotreta.
Sotreta, a varios nos parece que es una frase con mucha miga y, paradójicamente, también la entendemos al revés que el querido Ludovicus.
ResponderEliminarSotreta, la acotación de Ludovicus se explica por aquello de Chesterton...
ResponderEliminar"ha prosperado en nuestro tiempo la más singular de las suposiciones: aquella según la cual, cuando las cosas van muy mal, necesitamos un hombre práctico. La verdad es que, al menos, necesitamos un teórico. Un hombre práctico significa un hombre acostumbrado a la simple práctica diaria, a la manera en que las cosas funcionan normalmente. Cuando las cosas no funcionan, has de tener al pensador, al hombre que posea cierta doctrina sobre por qué no funcionan (...). Si tu aeroplano tiene una ligera avería, un hombre mañoso puede arreglarlo. Pero si la avería es grave, es mucho más probable que nos veamos obligados a sacar a rastras de una facultad o laboratorio a un viejo profesor despistado con el pelo blanco despeinado para que analice el mal. Cuanto más complicada es la avería, más canoso y despistado deberá ser el teórico necesario para ocuparse de ella; y en algunos extremos, nadie sino el hombre (probablemente chiflado) que inventó tu nave voladora podrá decir con seguridad qué le pasa".
ludovicus dijo,
ResponderEliminarLa pregunta que me hago es si se puede ser un gran papa sin prudencia politica. Creo que no.
Para Miles Dei 14 de febrero de 2013 11:47 y Benjamin Franklin (nombre ad hoc) 14 de febrero de 2013 11:59
ResponderEliminarEl otro dia Giorgio Scura comentaba que la Basílica de San Pedro tiene muchos pararrayos para protegerse de los muchos rayos que descargan sobre ella:
“Fotografare un fulmine, infine, non è poi così difficile. Certo, non basta la fotocamera di un telefonino, ma con una reflex, regolando i tempi di esposizione, riuscire a catturare una saetta durante un temporale è un'impresa relativamente facile. Meno facile, forse, ritrarlo mentre colpisce la Basilica? Falso, "er Cuppolone", come lo chiamano a Roma, ha molti parafulmini, ed esiste un articolo del 2005 in cui l'arcivescovo Comastri si lamenta proprio del fatto che la basilica è colpita da troppi fulmini.”
http://www.leggo.it/news/social/fulmine_su_san_pietro_il_web_falso_ma_la_bufala_e_quella_del_duomo_foto/notizie/214060.shtml
http://www.catholicnews.com/data/stories/cns/0503533.htm
Constantemente caen rayos en la cúpula de San Pedro -en su pararrayos-. Y digamos que, en el lugar, debe haber más de un acontecimiento histórico que debió coincidir con la caída de uno o varios rayos.
ResponderEliminarPero la estupidez es siempre joven.
A) El rayo no lo he traído yo, sino Tollers
ResponderEliminarB) Pero suponiendo que estamos en ello ya traído digamos que para el mundo mutante este en que vivimos, sólo cuentan los medios. El concilio virtual, como dijo el Papa esta mañana. Luego no tienen el mismo valor histórico los rayos no contabilizados e ignorados que el rayo que es inmortalizado y captado en la intención de todo el mundo. El rayo virtual es el importante. Supongo que caerían también rayos en el Templo de Jerusalén, pero nadie contabilizó ninguno y eso fue lo importante.
Por cierto Benedicto XVI acaba de largar la hipótesis de la Iglesia de la Publicidad esta mañana aplicada al Concilio. Eso aparte de soltar su miniversión de la historia conciliar. El texto es sumamente interesante, sobre todo en la parte final. Leánlo.
ResponderEliminarLa imagen del rayo sin embargo es significativa, sin necesidad de que tenga significado específico. Constantemente aparecieron anticristos en los gobiernos del mundo, y más de una vez coincidieron algunos de sus rasgos con los de aquel que será nombrado con mayúscula.
ResponderEliminarPero la soberbia es siempre vieja y más estúpida.
Al anónimo de las 14:55.
ResponderEliminarSí, no seré tan estúpido como para negar que soy bastante estúpido.
Pero ¿joven? De ningún modo.
Antes de escribir lo que escribí cotejé un poco la cosa y vi que rayos sobre la basílica de San Pedro no son inusuales.
Sólo que resultan rarísimos en pleno invierno.
Como por ejemplo, en la mañana del 18 de julio de 1870, cuando se votó el dogma de la infalibilidad del Papa, je.
J. T.
Según Vincenzo Pinto, corresponsal en Roma de AFP, el Card Rantjith tiene "casi todas las cartas" (http://www.riposte-catholique.fr/osservatore-vaticano/rumeurs-romaines-pour-lafp-le-cardinal-ranjith-a-presque-toutes-les-cartes
ResponderEliminar¿Y si el regalo de Benedicto XVI fuera dejarnos nada menos que a Ranjith como sucesor?
Excelente. Muchas gracias Sr. Tollers.
ResponderEliminarNos dice Toller que los rayos no son infrecuentes en la cúpula de la basílica vaticana. "Sólo que resultan rarísimos en pleno invierno.
ResponderEliminarComo por ejemplo, en la mañana del 18 de julio de 1870, cuando se votó el dogma de la infalibilidad del Papa, je."
Pero la mañana de ése día era más bien pleno verano, no invierno. Recordemos que en el hemisferio norte en julio es pleno verano.
La frase de Ludovicus se debe leer -pienso yo- considerando que el Papa tiene tres oficios y no es sólo un maestro (doctor, intelectual, docente...). Gobernar la Iglesia es función política en sentido genuino (que es diferente de la politiquería eclesiástica). En fin, un tema sobre el que con el tiempo algunas cosas se verán más claras.
ResponderEliminarEl miércoles Benedicto XVI dejó caer un indicio más que yo interpreto en favor de mi hipótesis sobre la asimetría entre el deterioro físico (posible de moderar con "encarnizamiento terapéutico") y la debilidad psíquica.
Saludos.
Han visto esto?
ResponderEliminarhttp://www.catholicherald.co.uk/news/2013/02/15/the-media-distorted-vatican-2-says-pope-benedict/
Ludovicus dijo,
ResponderEliminarEfectivamente Martín. Eximio Doctor y Liturgo, falla el Rey.
Ludovicus, relea La Autopsia de Creso.
ResponderEliminarFlorentino.
Tollers:¿Qué piensa del Papa actual?
ResponderEliminarLudovicus:Qué pregunta... El mejor Papa que podríamos tener en estos tiempos. Y si uno lo compara con sus predecesores, pues un gigante. Si uno piensa además que hace siglos que a la Sede de Pedro no llegaba un hombre de libros, un teólogo, que el cursus honorum habitualmente incluía ser un abogadito canónico y un burócrata, o en su defecto un pastoralista... Y encima, un hombre con una concepción del Papado generosa, tradicional, no despótica, en la línea de un custodio, no un dueño de la tradición. El mejor Papa de los ortodoxos, el mejor Papa de los anglicanos. Un Papa transversal, por tradicional, por rechazar los esquemas más esclerotizados del Papado postridentino.
Un hombre que no ha fundido su estilo sobre los dos moldes antitéticos de los "beatos gemelos": Juan XXIII y Pío IX. O Pablo VI y Juan Pablo II, para seguir las vidas paralelas.
Uno de los Papas intelectuales más grandes de la historia, al nivel de un Pío II o de un Benedicto XIV, por no hablar de santos sino de grandes cabezas.
Y la gloria de este hombre ha sido comprender que "es la liturgia, estúpido". No ahora, sino desde hace décadas, cuando quizás en algunas otras materias no veía las cosas tan claras. Y actuó en consecuencia cuando llegó a la Sede Romana.
Los defectos son personales: la timidez, la falta de cintura política, cierta sobreadaptación germánica frente al Establishment curial que le impide ser más claro, cierta dificultad para elegir colaboradores a su altura; respecto de esto último, parece una estatua de Apolo en medio de un jardín lleno de enanos de cemento. En parte la culpa es de él.
Pero bueno, yo lo disfruto mucho. Lo vamos a extrañar, Tollers.
No creo que sea una constante que caigan rayos en la cúpula de San Pedro. Alguna que otra vez seguramente pero no constantemente.
ResponderEliminarAnónimo del 15 de febrero de 2013 12:01
ResponderEliminarsi no me equivoco en panorama católico internacional hay un análisis de ese tema.
Miles dei, usted no ha entendido al anonimo 10:04. El diablo tiene influencia sobre la materia SOLO si Dios lo permite. El problema esta en que nadie puede saber a ciencia cierta si "x" rayo es del diablo. O nos va a decir que todos los rayos son obra del diablo?
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