"Las murmuraciones y vituperios contra el estado de cosas en que nos encontramos, y las preferencias por una situación anterior, no son solamente incorrectas, sino absolutamente carentes de sentido. Nosotros mismos formamos parte necesariamente del sistema que hay ahora en nuestro mundo; en él cada uno se ha criado, hasta llegar a su posición actual dentro de la sociedad. Dependiendo, por tanto, de los tiempos como condición de existencia, al anhelar otros tiempos estamos, de hecho, deseando no haber nacido nunca. Además, cometemos una ingratitud hacia la sociedad en que vivimos, al decir pestes contra ella, pues día tras día disfrutamos de los innumerables beneficios que nos ofrece. No obstante, no tiene nada de incorrecto, vacío de sentido o ingrato indicar sus deficiencias con el deseo de ayudarla a superarlas.
[...]
Nuestra tarea, entretanto, consiste sencillamente en cercionarnos del puesto que tenemos asignado en este revuelto escenario, asumirlo firmemente, y luego desembarazarnos de todo miedo hacia el futuro".
San John Henry Newman, Sermones universitarios IV.
Excelente, Wanderer. Corto, claro, no sobra ni falta nada. Consolador. Newman no falla.
ResponderEliminarMuy oportuno el texto don Guánder, porque esa ingratitud, esa deslealtad de la que nos previene Newman, es una tentación muy próxima para nosotros.
ResponderEliminarLa antigua virtud de la pietas nos obliga a enarbolar «la bandera del mundo»: del mundo en que hemos nacido. Nuestra actitud respecto a él, mucho más que un juicio crítico para aprobarlo o rechazarlo, debe ser semejante a la lealtad militar. Debemos aceptar este mundo, no porque cumpla nuestros requerimientos, sino por una lealtad elemental parecida al patriotismo.
El mundo no es un hotel de carretera donde podemos hacer noche, o bien rechazarlo porque hay cucarachas. Es el castillo de nuestra familia, con su escudo de armas y su bandera ondeando en la torre. Cuanto más miserable e incómodo sea, menos dispuestos estaremos a dejarlo.
No nos planteamos si este mundo es demasiado triste como para amardo o demasiado alegre para no hacerlo. Porque cuando se ama una cosa, su alegría es razón para amarla, y su tristeza razón para amarla más.
Una valoración optimista sobre la Argentina, tanto como un juicio pesimista, son razones que mueven igualmente a amarla al patriota argentino. Y de igual modo, tanto la aprobación como el disgusto que nos merezca el mundo son argumentos convincentes del patriotismo cósmico.
Piensen ustedes en un lugar desesperante: por ejemplo, el barrio del Once. Si nos preguntamos qué sería realmente mejor para el Once, nuestros pensamientos nos remontarán hasta las cumbres de lo místico y de lo arbitrario. Un hombre que se vea forzado a vivir en el Once, no puede limitarse a expresar su desaprobación. Tal actitud solo le llevaría a cortarse las venas... O a mudarse a Recoleta.
Pero tampoco es decente que dicho vecino simplemente se conforme con el barrio que le ha tocado en suerte; porque eso condenaría al Once a seguir como hasta ahora, cosa terrible. La única solución parecer ser que alguien llegue a amar al Once: que lo ame con una predilección obstinada y desinteresada: sin ninguna razón terrenal. Si apareciese un hombre que amase al Once así, por todo el barrio empezarían a elevarse torres de marfil, rematadas en pináculos dorados. El Once se engalanaría como una mujer cuando es amada. Porque el ornato no es para esconder algo feo, sino para realzar una belleza que ya es adorada. Cuando una madre le pone a su hija un lazo en el pelo, no es porque sin eso la niña sería fea. Y un enamorado no regala alhajas a su novia para que disimulen sus defectos. Si los hombres amaran al Once como las madres aman a los hijos —arbitraria e incondicionalmente: porque son suyos—, en un año o dos el Once sería más bello que Florencia. Algunos lectores dirán que esto es mera fantasía, y les respondo que esa ha sido la historia de la humanidad. De hecho, es así como las ciudades se hicieron grandes y hermosas.
Chesterton "Ortodoxia".
EliminarExcelente "Nihil novum sub Sole". Muy oportuno para quienes hablan de la proximidad del Apocalipsis por el estado del mundo y la Iglesia.
ResponderEliminarAtte.,
Costia
"Proximidad del Apocalipsis"!!! No está próximo, estamos en él. La historia es lineal amigo. O como decía el padre Castellani: si el mundo está mal, señal que la Biblia tiene razón.
EliminarBrillante lo de Newman!
ResponderEliminarCon respecto a la Argentina, ésta es una nación, no una patria. Por ello es medio difícil amar algo que no es propiamente natural, sino un artefacto de poetas, historiadores, periodistas, maestros, sacerdotes, etc. Eso es la Argentina al igual que muchas otras naciones modernas.
Cada vez tenemos más elección sobre diferentes aspectos de nuestra vida. Podemos elegir dónde vivir (barrio, ciudad, provincia, hasta país), qué profesión tendremos, a qué dedicarnos, qué religión seguiremos, los amigos, los gobernantes, con quién nos casamos, cuántos hijos tendremos, y hasta si queremos que nos consideren hombre o mujer o trans o no binario o cualquiera de los cada vez más numerosos géneros, oficialmente reconocido en el documento. Y lejos de hacer nuestro mundo y nuestra vida mejores, los arruinamos cada vez más. De las pocas cosas que no podemos elegir y jamás será posible aun en las utopías que se vuelven cada vez más delirantes, es dónde y cuándo nacemos. Y ahí es nuestra oportunidad de ejercer la resignación, la paciencia y el aceptar la voluntad divina.
ResponderEliminarEn efecto, los católicos llamados a bregar en esta hora aciaga nos vemos tentados a renegar de nuestro mundo y nuestros tiempos. Lo que en el fondo es un desistimiento: una deserción.
ResponderEliminarY una forma solapada en que se puede presentar tal tentación es la fuga mundi hacia una comunidad separada, afincada en un bucólico yermo real o virtual y amparada quizá por algún monasterio... como San Ireneo de Arnois. Aquí hemos fantaseado a menudo sobre el tema, pero quizá sin considerar lo suficiente la severa crítica de los comunitarismos desarrollada por Miguel Ayuso y otros tradicionalistas de su línea.
En parte porque la ocasión en que más expresamente se planteó el tema fue aquel post que tomaba pie de un desafortunado artículo de Prada contra Dreher... Las diatribas se centraron entonces en discutir ciertas tesis históricas de Prada o se enzarzaron en la inoportuna referencia al libro de Dreher, y a su persona, que tampoco es la autoridad que hay que seguir o refutar en este tema. Habría que volver a darle una vuelta, don Guánder.
A riesgo de parecer cursi, El del Once me ha emocionado hasta las lágrimas. Muchas gracias
ResponderEliminarEl sanjua
Mi respuesta para "El de once". Aquí un argentino que intenta en las villas miserias de lo profundo de una provincia argentina, hacer algo para la mayor gloria de Dios. Desgraciadamente los de buena doctrina han abandonado las barriadas, las villas, las capillas pobres, le han dejado todo el terreno a los curas villeros que hoy son los que están junto a los drogadictos, transexuales, obreros de la construcción, que con todos sus errores doctrinales, hacen una obra samaritana maravillosa. Quizás sea hora, ya que el mundo se termina, de que salgan de su comodidad y vuelvan a esos lugares que tanto amaron los santos, que se cansan de citar en frases con imagenes muy lindas, desde la comodidad de un barrio privado, desde sus iphones traidos de USA.
ResponderEliminarDice Carlo que el lugar donde nacemos es de las pocas cosas que no podemos elegir. Y siento contradecirle, pero para algunos esa ley no rige. Al menos para los de Bilbao, que como es bien sabido «nacemos donde nos da la gana».
ResponderEliminarEste tema me interpela profundamente. El texto de Newman es tremendamente esperanzador. Hace falta leer estas cosas de vez en cuando. Para no sentirse sólo. Otros estuvieron en la misma que yo, y sientieron lo mismo que yo. Newman también se lo dice a sí mismo, sospecho.
ResponderEliminarRespecto a la "retirada" de la que habla uno más arriba, me parece que es cuestión prudencial. No es lo mismo un soltero que uno con hijos, y uno con hijos chicos que uno con hijos adolescentes o incluso más grandes. No es los mismo vivir en la Aldea que vivir en otros lugares más degradados. Creo que amar al mundo puede significar, en ciertos casos, retirarme de él para formar como corresponde a mis hijos. Pero el fin es siempre ad extra: yo no soy el bueno contra los malos. Tengo amigos que están en ese mundo. Los quiero y me quieren. No puedo abandonarlos. Por otro lado, a veces todo ese planteo a veces está muy desconectado de la realidad: ¿cuántos tienen, realmente, como elección posible "retirarse del mundo" con su familia, su vida laboral, etc.? Tengamos todos nuestro San Ireneo interior, y que nuestra casa sea refugio para todos, aún para "los del mundo". Y si alguno se quiere ir a vivir a La Pampa porque considera que es la única que le queda para vivir cristianamente, que lo haga. Dios sabrá si hizo bien. Qué me voy a meter yo si no lo conozco a él, ni de dónde huye.
Respecto del amor a la Patria, es algo que me interpela aún más. De adolescente me emocionaba con el himno y la bandera, con las cargas de Lavalle y las cadenas de Obligado. Después con los años me desilusioné, vi que Argentina es un rejunte de gente que ni sabemos lo que queremos, ni a dónde ir. A lo sumo esperamos (yo también) que la economía repunte y que no aprueben el aborto. En fin, Argentina me decepcionó. Iría a morir por dos islas heladas habitadas por extranjeros, o por lo que sea? Dejaría a mi flia por eso? No lo se, realmente. Entiendo que hay algo que le debo a este país, pero la verdad es que no se quién es este país como para ir a devolverlo si tuviera que hacerlo. Creo que mi patriotismo llega a mi pueblo, al que amo con el corazón porque crecí acá, y en el que me fue dado todo lo bueno que a un hombre se le puede dar. Pero Argentina...
Que no se entienda como una crítica. Es más bien una confesión.
Saludos.
G.
Qué bien el post, W.!
ResponderEliminarA ver si algunos lo toman y se dan cuenta de que viven en el s. XXI y que no pueden andar proclamando el satanismo del sufragio universal y deseando un nuevo caudillo federal que salve a la patria. Por Dios!
San Newman, ora pro nobis.
G. eso es justamente el fundamento del amor a la patria y lo que explica Newman.
ResponderEliminarMuchas chispas van a saltar con lo que voy a decir, pero la historia esta primero que los impulsos.
Ir a recuperar las Malvinas por razones socio-geo-politicas? Me lo planteo.
Ir a recuperar las Malvinas luego de que compatriotas murieron luchando por esa tierra? Lo mas probable es que si.
Lo mismo que los escapes que a algunos tanto ponen nerviosos.
Me escapo de mi barrio donde no hay esperanza moral ni económica? Una decisión que se ha tomado miles de veces con tintes virtuosos en la historia.
Me quedo en mi barrio soportando la falta moral y económica con mi familia a cuestas? El que pueda de forma heroica que lo haga, y solo si los frutos son mas grandes que las desgracias.
A la Argentina y al argentino siempre le falto prudencia.
"Hay que trabajar como si el mundo hubiera de durar siempre pero hay que saber que el mundo no va a durar siempre (...)
ResponderEliminarLos dos términos parecen inconciliables; y lo serían si no fuera por el misterioso catalítico que es la fe. Mas, el valor pragmático de la actitud apocalíptica puede apreciarse aún fuera de la fe, por un positivista de talento, por ejemplo (...)
Por una paradoja de psicología profunda esta literatura pesimista ha sostenido el optimismo constructivo del Cristianismo.
En las épocas en que la Iglesia ha vivido en el temblor y en la predicación osada de la "inminente Parusía" es cuando ha construido ingentes catedrales y acabado empresas desesperantes; en los tiempos de San Pablo, de San Agustin, de Gregorio el Magno, de Hildebrando, de Joaquín de Fiore, de Odón de Cluny, de Vicente Ferrer(...)
Perdido en las masas occidentales en gran parte el fermento de la verdad cristiana, y peor aún, falsificado en parte y convertido en 'Fermentum pharijeorum', el pensamiento moderno y el hombre de hoy han disociado e invertido los dos términos de la consigna cristiana; y dos posiciones heterodoxas y entre sí opuestas, una eufórica y otra agorera, dominan hoy vastamente el aire del tiempo:
1. Sabemos que el mundo no puede acabar.
2. Todo es inútil, no se puede hacer absolutamente nada.
Estas dos posiciones puede encontrarlas el lector en su vecindad y aún en su familia, y quizá incluso en sí mismo, alternándose en modo pendular en las horas agitadas o foscas"
P. Leonardo Castellani
(Los del palo, a veces, somos más modernos de lo que pensamos)
La Patria es un amor, no una ideología ni una entelequia. Y para peor, un amor nunca correspondido, si pretendemos que sea verdadero. Porque es, entre otras cosas, el amor de legiones de muertos, de los que ya nada se puede esperar y que, a su vez, nos siguen reclamando todo.
ResponderEliminarSe aman “realidades”, no abstracciones. No se puede amar “al pueblo”. Se ama a Dulcinea con sus llagas nauseabundas y rostro desfigurado. Se ama la belleza velada y profunda que irradia juvenil a través de una exterioridad decrépita y vil. Amor que no es para todos; amor crucificado que nos predispone y prepara para al Gran Amor: locura e insensatez para el mundo.
Con la misma soltura que uno dice “Argentina me decepcionó”, también se podría decir “Ud decepcionó a la Argentina”. O en todo caso, “Ud se decepcionó a ud. mismo”, porque en cierto modo Argentina se halla fundida con nuestro ser concreto: no se puede denostar a una y pretender que el otro quede incólume sin más. La confrontación dialéctica “Pueblo-Patria” como queda expuesta, puede conducir a auto-justificar una difusa acedia .
Desde el momento en que dos pedazos miserables, inhóspitos, inservibles de tierra ...pero “nuestros”, regados por la sangre de nuestros ancestros dejan de significar algo por el solo hecho de estar ocupados circunstancialmente por “extranjeros”, ya no se puede hablar con honestidad ni de tradición, de religión, de familia, hogar o “de vivir cristianamente” en el mundo.
Precisamente, son esos amores fuertes, espinosos, difíciles y desgarrantes (a los que nuestra debilidad y egoísmo siempre juzgan ingratos) los que forjan a los héroes y a los santos. Son estos amores viriles los nos enraízan a la savia viva de una comunidad y sus tradiciones.
Por el contrario, es el espíritu burgués del hombre moderno el que reduce todo a un “toma y daca”, el que cultiva esa extraña mixtura de conservadurismo moral y equilibrismo vital espiritualista, donde ni la generosidad, ni la magnanimidad, ni el heroismo del auto-sacrificio, tienen un lugar. El que nada agradece porque de todo se estima acreedor.
“Cometemos una ingratitud hacia la sociedad en que vivimos, al decir pestes contra ella, pues día tras día disfrutamos de los innumerables beneficios que nos ofrece” nos dice Newman en este escrito. Gracias a Dios, Su providencia nunca deja de suscitar esos hombres superiores, que olvidándose de sí mismo nos siguen obteniendo para la “Civitas” esos beneficios espirituales, morales y materiales, que sin merecer ni bregar, usufructuamos despreocupadamente.
Bien se dijo aquí: “algo le debo a este país”; el hombre es un “deudor existencial”. Y la regla suprema para pagar esas deudas ya fue dada: “si no amamos a nuestro prójimo, a quien vemos, no podemos decir que amamos a Dios, a Quien no vemos”. Y esto, a un nivel infinitamente menor, por cierto, (pero no impropio) vale para la Patria. Si es cierto que el amor a Dios y a la Patria se funden en uno como enseña Castellani, amando y sirviendo con nuestros talentos al prójimo-próximo a quien vemos, estaremos sirviendo a ese país que no vemos. Y si es por Caridad, estos dos amores nos elevan al Amor y servicio De Dios.
No pensemos egoístamente en “preservar a nuestros hijos del mal”: por más loable que parezca, no deja de ser un amor estéril. Pensemos en salvar a los hijos del vecino, a quienes vemos, y estaremos también salvando a los propios y pagando nuestra deuda con la Patria, a la que hoy no vemos.
“Los hombres no amaban a Roma porque fuera grande. Roma fue grande porque ellos la habían amado”
G.K.Chesterton
Jorge Manrique decía que todo tiempo pasado fue mejor, pero parece que Newman no pensaba lo mismo. Para él "nosotros formamos parte necesariamente del sistema que hay ahora en nuestro mundo..."
ResponderEliminarY pensando en la historia de la Iglesia creo que Newman tenía razón, porque sospecho que la divina Providencia suscita los hombres que la Iglesia necesita en el momento justo y en el lugar justo; de ahí los primeros mártires sin cuya sublime entrega nosotros hoy no seríamos católicos. Y así hasta nuestros días.
Lo dicho nos debería hacer reflexionar, si Dios nos plantó en este momento en la Argentina o en cualquier otro lugar del mundo, debe ser porque formamos parte de ese Plan providencial. Está claro que Dios espera algo de nosotros...
Por lo tanto, si hoy la Iglesia vive la peor crisis de su historia -para muchos una crisis terminal- debe ser porque estamos a las puertas de grandes acontecimientos que todavía no podemos dimensionar.
Por más que muchos miren para otro lado, es probable que pronto nos veamos obligados a tomar una decisión crucial.
Dios quiera que cuando llegue esa hora además de testigos podamos ser también protagonistas, porque de la prueba que se avecina puede depender nuestra salvación eterna...
Qué es el amor a la patria? Amor al suelo que pisamos y a su historia?
ResponderEliminarY qué pasa con el que creció escuchando gallego, bailando zarzuelas y comiendo paella? Se lo considera un desalmado si deja la Argentina para ir a vivir a la tierra de sus abuelos?
Anónimo, 17:23
ResponderEliminarSu pregunta retórica encierra trampa.
Eso, mi amigo, no se lo debemos responder nosotros. Para eso cada cual tiene una conciencia y prudencia.
Respóndala usted mismo.
Yo crecí con el almuerzo sagrado de los domingos, escuchando el dialecto del Sannio, comiendo “tagliatelle, cotiche e faglioli, prosciutto e formaggio, minestrone, vitelli e salsicce”, merendando “panne e olio” y escuchando de los viejos historias de guerra y de brigantes, de santos aparecidos, de milagros y castigos celestiales, celebrando San Liberato con música y vino casero. Y jamás fui un conflictuado que debiera optar entre las opciones que ud. presenta.
Amo a esta tierra porque mis padres la amaron primero, entregando acá, por fuerzas de las circunstancias, todo lo que no pudieron entregar a su Italia natal. Amo la tierra de mis padres y abuelos pero más amo a la Argentina, porque ellos mismos me enseñaron a amarla.
No querido amigo: su pregunta, como dije, encierra trampa. Por lo pronto ud. no escribe ni habla en gallego y debe hacer sus buenos asados con más frecuencia que las paellas. No creo que sus hijos estén bailando zarzuelas ni que ud. esté muy preocupado de las medidas impositivas en Galicia. Tampoco creo que le importe ni le afecte mucho que Feijoo haya prometido por cuarte vez en la Xunta y ofrezca “moderación y cogobernanza”. Pero así y todo, parecería ser que su pregunta insinua que porque Galicia es la tierra de los abuelos, un argentino es libre de no reconocerle entidad a su Patria. De ser así, estaría ansioso de ilustrarme con su respuesta.
En una palabra, el futuro es, de todas las cosas, la menos parecida a la eternidad. Es la parte más completamente temporal del tiempo, porque el pasado está petrificado y ya no fluye, y el presente está totalmente iluminado por los rayos eternos. De ahí el impulso que hemos dado a esquemas mentales como la Evolución Creativa, el Humanismo Científico, o el comunismo, que fijan los efectos del hombre en el futuro, en el corazón mismo de la temporalidad. De ahí que casi todos los vicios tengan sus raíces en el futuro. La gratitud mira al pasado y el amor al presente; el miedo, la avaricia, la lujuria y la ambición miran hacia delante.
ResponderEliminarQueremos toda una raza perpetuamente en busca del fin del arco iris, nunca honesta, ni gentil, ni dichosa ahora, sino siempre sirviéndose de todo don verdadero que se les ofrezca en el presente como de un mero combustible con el que encender el altar del futuro.
Les hemos enseñado a pensar en el futuro como una tierra prometida que alcanzan los héroes privilegiados, no como algo que alcanza todo el mundo al ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga, sea quien sea.
Anónimo de las 17:23
ResponderEliminarEn todos los países que recibieron millones de inmigrantes suceden situaciones un poco falsas a mi juicio. En Estados Unidos puede suceder que un descendiente de polacos y otro de cubanos se pongan a discutir sobre la guerra civil que tuvieron en la época de Lincoln, identificándose cada uno con un bando, aunque sus ancestros hayan llegado al país décadas después de la guerra civil.
Por otra parte tampoco creo que nadie emigre de Argentina por la paella. Si se emigra es por la decadencia económica de Argentina, el descenso en forma de serrucho, en el que caemos un montón con una crisis brutal como el rodrigazo, la hiper, o la del 2001, para después rebotar pero sin llegar al nivel anterior, hasta que otro crisis nos hace descubrir un nuevo escalón más bajo de decadencia. Y así sucesivamente y sin perspectivas de cambio, por cómo es la clase política del país y por cómo está organizado el país (algo muy difícil de cambiar, la nueva ley de coparticipación está pendiente desde 1994).
Debo admitir que la Biblia para nada está en contra de la emigración, Ruth emigró a Moab por hambruna, se repite por todos lados el "no oprimir a los extranjeros porque fuisteis extranjeros en la tierra de Egipto", y también está el "cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra".
17:23, ésta también es su patria aunque debo advertirle que no le arriendo la ganancia.
ResponderEliminarAnónimo 22:46, gracias por el comentario, es muy acertado. Pero si me permite, agregaría que, aunque mucho menos difundida, la ideología de proyectar todo lo bueno y resplandoroso al pasado e intentar hacer que vuelva también existe. A día de hoy mucho menos gente adhiere a ella y por lo tanto no es ni de lejo tan dañina y peligrosa como la ideología progresista que cree que la humanidad y el mundo mejoran y cuanto más adelante en el tiempo mejores serán.
ResponderEliminarSi. Perdon
EliminarMe falto aclarar que el texto es "cartas del diablo a su sobrino" de C. S. Lewis. Saludos.
ResponderEliminarAnónimo de las 20.11. Yo dije que estaba conflictuado? Que debia optar?
Mi pregunta no es retórica. Esperaba una respuesta: es uno un desalmado si elije radicarse en otras latitudes, sea en España o cualquier otro lado?
A usted le enseñaron a amar la tierra. Bien por sus padres, supongo.
Yo he vivido en Europa y Estados Unidos y jamás extrañé a la Argentina. Será que a mí no me enseñaron a amarla? A mi me da lo mismo vivir acá o allá, aunque admito que allá se vive mejor, no me refieron ni a España o Estados Unidos, hay montones de lugares donde se vive mejor que aquí, y montones donde se vive peor. El tema está en la falta que hacen los seres queridos, no la tierra. Por lo menos en mi caso. Si eso me convierte en un desalmado es que tal vez lo sea.
El de 22:13 ya dice que el texto que cita es del P. Castellani. Y aquel sobre el Once ya se ha dicho que parafraseaba a Chesterton. Pero el de 22:46, ¿es también de Castellani?
ResponderEliminarAnónimo 12:57, de acuerdo con usted. También he vivido fuera del país varios años. Jamás extrañé Argentina; por el contrario, me di cuenta de la oscura realidad de este país. En todo caso, la nostalgia se siente por la familia o por los amigos.
ResponderEliminarUna duda para el anónimo de las 12:57 y al Wanderer. ¿Si no extrañan a la Argentina, es porque no aprendieron a amar a la Patria como es debido o qué sucede? ¿No es que a la Patria se la ama como a los padres? No es chicana, es duda sincera.
ResponderEliminarSaludos.
Estimado, primero habría que ver quién dice y en que contexto dice lo del famoso amor a la patria. Y en segundo lugar, y mucho más importante aún, habría que definir qué es patria. Pretender que un rejunte como Argentina y como tantos otros países nuevos son patria, cualquier pensador cristiano de la Patrística o de la Edad Media lo habría considerado descabellado.
ResponderEliminarLa historia argentina me es una piedra en el zapato, porque soy católico y creo que en este país los católicos fuimos peores que los masones.
ResponderEliminarTambién cuando miro a los clanes que gobiernan las provincias, los Rodríguez Saa, los Kirchner, los Insfran, Saadi, Urtubey, Romero Feris, Yoma etc me hace pensar que tal vez los buenos eran los unitarios y no nosotros.
W., incluso un antiguo hubiese considerado descabellado pensar a la Argentina como una patria.
ResponderEliminarPara los griegos su patria no era la Hélade sino Troya para Héctor, Ítaca para Ulises, Ftía para Aquiles, Lacedemonia para Leónidas, etc.
Algunos helenistas dicen que para un griego la patria era la que podía recorrerse en un solo día (con luz de sol) a caballo.
PP
Wanderer, yo también vivi en países sajones y extrañé Argentina, valorando lo que tenia a pesar del desastre nacional.
ResponderEliminarY en estos afectos va la familia, amigos, el barrio etc.
En fin, cuestión de perspectiva.
Saquenme una duda existencial, siempre me enseñaron que hay que amar la patria por más mal que esta esté y que irse a vivir a otro país estaría visto mal porque Dios quiso que nacieramos en aquí, pero viendo que el país está cada vez peor en todo sentido y además que cada vez se cae más bajo, yo creo que está más que perfecto emigrar si uno tiene las posibilidades...
ResponderEliminarAnónimo del 6 de octubre de 2020, 2:19: No sé quién le habrá enseñado que sería mal visto emigrar, pero le escapó fiero. Yo le diría que si uno tiene la posibilidad de vivir mejor en otro lado está mal quedarse en este cambalache llamado Argentina.
ResponderEliminarSaludos
P.D. Clarísimo lo de Newman