La semana pasada varios sitios católicos informaban que el Papa Francisco había comunicado a los obispos italianos que se estaba preparando un documento que limitaría o re-interpretaría el motu proprio Summorum Pontificum, volviéndose de hecho la situación previa al mismo, es decir, a la necesidad del permiso episcopal explícito para la celebración pública de la Santa Misa en el rito tradicional. Vale la pena intentar un análisis de la cuestión.
1. No es la primera vez que aparecen estas alarmas. De hecho, y según mis cuentas, es la tercera. Y nunca pasó nada. Podría ser también este el caso. No más que un rumor que termina levantando una tormenta innecesaria.
2. Pero no es inverosímil. Los obispos italianos son los que más se opusieron al motu proprio y los que con mayor insistencia han expresado su deseo de que sea abolido, y suena probable que Francisco les haya dicho, una vez más, lo que ellos quieren escuchar, sobre todo cuando intenta convencerlos por las buenas de que inicien el “camino sinodal” de la iglesia italiana, a lo que son muy reticentes.
Viene bien repetir aquí una anécdota que narra Omar Bello, amigo y biógrafo de Bergoglio:
— ¡Hay que echarlo ya! —reclamó Bergoglio levantando lo voz. Las paredes temblaron. —¡Ni un día más puede estar acá este tipo. ¿Entendieron?
Se refería a un empleado de la Curia que, según se dice comúnmente, se le había metido entre ceja y ceja.
— Me lo echa enseguida. ¿Entendido?
[…]
Ya echado, el empleado en cuestión pidió una audiencia con el cardenal y la concedió rápido, sin hacer preguntas.
— Pero yo no sabía nada, hijo. Me sorprendés… —aseguró el actual Papa cuando el “echado “ le narró sus cuitas.
— ¿Por qué te echaron? ¿Quién fue?
El hombre salió de las oficinas cardenalicias sin trabajo pero con un auto cero kilómetro de regalo, creyendo que Francisco era un santo empujado por circunstancias ajenas a su control, dominado por una caterva de asistentes maliciosos. La historia de ese despido es repetida hasta por los encargados de seguridad de la Curia porteña. (El verdadero rostro de Francisco, Noticias, Buenos Aires, 2013, pp. 36-37)
Este hecho, ocurrido hace más de una década, es un calco de lo ocurrido la semana pasada con Enzo Bianchi. Todos recordarán que hace algunos meses, el Vaticano decidió en forma intempestiva expulsar a Bianchi del monasterio de Bosse, que él mismo había fundado, sin ninguna explicación ni posibilidad de apelación. El caso provocó un escándalo que resonó por toda Italia y no es creíble que Papa Francisco no. estuviera enterado, y aprobara, lo que estaba sucediendo. Pues bien, la semana pasada nos enteramos que Enzo Bianchi, ya expulsado de su comunidad, recibió una carta de Bergoglio en la que, palabras más, palabras menos, le dice lo mismo que al empleado de la Curia: “¿Te echaron? ¿Pero quién fue? Yo no sabía nada”. Habrá que ver si Bianchi recibió como consuelo un automóvil.
Bergoglio no tiene ningún reparo en tergiversar hechos o manipular personas a fin de conseguir sus objetivos. No sería en absoluto extraño, entonces, que les largara algún hueso a los obispos italianos para tenerlos contentos y lograr que le obedezcan.
3. El blog de Marco Tossatti agregó un dato que torna aún más verosímil el rumor. Estaría en estudio un tercer borrador de reforma y limitaciones del motu proprio; los dos primeros habrían sido rechazados por la Congregación de Doctrina de la Fe —sede la ex-Comisión Ecclesia Dei—, pero esta vez el proyecto estaría impulsado por la todopoderosa Secretaría de Estado. Y recordemos que fue esta misma Secretaría la que recientemente prohibió la celebración de misas privadas en la basílica de San Pedro, obligando a todos los sacerdotes a concelebrar en una única misa, privando de ese modo al templo de su función litúrgica y convirtiéndolo en un museo. Y la firma fue de Edgar Peña Parra, el Sustituto, personaje susceptible de todo tipo de presiones. Visto este antecedente, no sería extraño —y es sólo una hipótesis— que sea él quien está detrás de la cuestión movido y presionado por quién sabe qué intereses.
4. Pongámonos en el peor de los escenarios. ¿Qué ocurriría si el motu proprio queda derogado y vuelve a ser necesario el permiso del obispo del lugar para la celebración pública de la misa tradicional? En la gran mayoría de las diócesis del mundo, no pasaría nada. De hecho, salvo los casos de Gran Bretaña y Estados Unidos, los sacerdotes que querían celebrar la misa tradicional con fieles debían contar con el permiso del obispo. Y si lo hacían sin su permiso, para lo cual los habilitaba el motu proprio, eran rápidamente reconvenidos o castigados por su ordinario.
No se trata de apelar a La zorra y las uvas de Esopo. La re-interpretación bergogliana sería una derrota, pues lo que nos fue concedido por el Papa Benedicto XVI nos sería arrebatado por Francisco. Sin embargo, a mi entender, no sería una catástrofe, porque hay un elemento que no debemos perder de vista:
5. Los buenos curas y los buenos fieles perdieron las cosquillas. Hasta antes de la promulgación del motu proprio la misa tradicional era considerada algo peligroso, propio de grupos sectarios y desobedientes y, en el mejor de los casos, y cuando admitían la superioridad del rito tradicional, los sacerdotes aducían que era necesario obedecer, porque “el que obedece no se equivoca”, y hay que ser humildes y celebrar bien el rito de Pablo VI. Casi quince años de misa tradicional con derecho propio en la Iglesia, ha provocado que muchos cayeran en la cuenta de la magnitud de lo que nos fue arrebatado por el Vaticano II, de la inanidad de los argumentos progresistas y de la maldad de muchos obispos exigentes de obediencia. Esos sacerdotes y esos fieles no se resignarán fácilmente; lucharán por sus derechos y exigirán los permisos, y si no se los conceden, los tomarán por su cuenta. El Papa Benedicto fue muy claro en su Summorum Pontificum cuando dijo que se trataba de un camino para que toda la “Iglesia preserve la continuidad interna con su pasado. Lo que antes era sagrado no debe convertirse en malo de un momento a otro. Ahora no hay otra Misa. No son más que formas diferentes del mismo rito”.
Quien conoció la misa tradicional —sacerdotes o fieles—, ya no pueden volver a la misa modernista. Eso es un hecho. Y frente a los hechos, no hay re-interpretaciones que valgan.
Si, va a salir la limitación, intuyo. Y en las diócesis donde se celebre se recibirán presiones de la conferencia episcopal local para que terminen. El tiempo es superior al espacio dijo el jefe. Y los fieles afectos a la tridentina no cuentan con el número suficiente como para que alguna queja pública tenga relevancia. De a poco, como la comunión de rodillas y en la boca, se irá intentando abolir. Probablemente en la FSPX estén pensando en agrandar las puertas de los templos, pues allí los quieren mandar. Mejor tenerlos quietos en un lugar que desparramados por doquier; hacen menos daño encerrados que en libertad, han de pensar los detractores.
ResponderEliminarEn mi opinión, no tocará nada mientras esté vivo Benedicto XVI. Todavia Pancho I se relame las heridas de la dentellada del celibato que le procuró el viejo oso alemán y tocar el Summorum es una enmienda demasiado grande a la totalidad de ese pontificado como para hacerla en vida del interesado, que puede saltar sabe Dios cómo, y desautorizar al presente.
ResponderEliminarOtra cosa es la finalidad actual del dictum papale: aviso a los tradis de quien tiene la sartén por el mango es ÉL para que no se les olvide y un regalito a los modernistas como diciéndoles de que, en el fondo, es de los suyos, que comparte sus puntos de vista y que hay que tener cuidado de no levantar la bicha como están haciendo mal los alemanes. Cave canem¡
Respecto a qué pasará después de la muerte de Ratzinger, sólo Dios lo sabe, pero dependerá de la fuerza que tenga el tradicionalismo, cada vez más creciente, y de la actitud de los fieles, cada vez más autónomos por lo que el flautista del Hamelin obedentista no creo que tenga mucho exito al tocar la flauta. Total, en el carajal eclesiástico actual nadie obedece a nadie y no vamos a ser los tontos. Amén de que no habría desobediencia a la Iglesia sino a jerarcas degenerados en sus caprichos: sigue en vigor la bulo Quo Primo Tempore.
Respecto a las misas en S. Pedro, la situación se debe más a la cobardía de mucho clérigo con temor a perder las sinecuras, nunca mejor dicho, que a otra cosa. Simplemente no se debería haber hecho caso a una orden desaforada tanto por el mandamiento (ilegal) como por el mandante (sin vara en el tema) como por la forma (con un papel pinchado en un tablón sin firma). Si el Papa quiere eso, que lo mande personalmente y a la cara sin hacer el Caligula (cuenta Suetonio que harto e las quejas de los romanos por sus decretos secretos fiscales, los mandó publicar en el Foro, con letras muy pequeñas y a gran altura para que nadie puediere verlos)
Si Francisco elimina por completo Summorum Pontificum, al menos tendrá esto de positivo: se acaba con la ficción de "las dos formas del mismo rito", ficción abominable que ha causado no poca confusión.
ResponderEliminarY como dice Wanderer, en realidad la cosa no cambiará mucho. En pocas diócesis del mundo los obispos realmente aceptaban eso de que no hacía falta el permiso episcopal.
En cuanto a la FSSPX, creo que ahora es un buen momento para que den una vuelta más de rosca y encaren la restauración pre-'55.
A los luciferinos les incomoda los ritos en Latin , asi como a los demonios.!
EliminarYo vivo en Inglaterra y desde antes de la pandemia empezó una persecución contra los sacerdotes que rezaban la misa tridentina todos los domingos a solo poder rezarla un domingo al mes por capilla. Por lo que tenemos que enterarnos por contactos donde hay misa cada domingo y a ver que no cambien los horarios, si esto no es persecución que es don Wanderer?.En Londres los tradicionalistas son más fuertes y no los han molestado como lo están haciendo en donde vivo, hay sacerdotes que directamente han dejado el rezo de la misa tridentina en público y aquí no hay FSSPX que nos salve.
ResponderEliminarEste pontificado es fallido. No ha traido más que confusión y división en el seno de la IGlesia. Se va a un cisma formal que lleva larvado décadas pero que por ser tan callado va a salir con fuerza.
ResponderEliminarQuedará el pontificado de la Misericordia por los suelos y se verá que en realidad todo era una mentira y un postureo y donde no hay mas que carrerismo, estupidez humana y muchos cálculo y sobre todo escándalos.
Ya se que este comentario no me lo publicaras pero ahi va: hay un factor importantisimo a tener en cuenta y es el cambio de cupula en Culto Divino. Con el nuevo prefecto Roche y su secretario Viola el bugniniano es mas que probable que el Summorum Pontificum acabe siendo limitado.
ResponderEliminarEsto es un favorcito a sus amigos Lefes. Pregunten por el inquilino lefebrista del hotel Santa Marta, un digno siervo del "Pastor et famulum tuo Franciscus..."
ResponderEliminarDr. Israel Rabinovich (hijo)
Yo no termino de admirarme de la extraña naturaleza —monstruosa me atrevo a decir— del motu proprio Summorum Pontificum. Documento singularísimo y contradictorio, de una rareza rebuscada pero plena de intención.
ResponderEliminarDesde una perspectiva tradicional, son muchas las críticas que se pueden hacer, con toda razón, a diversos pasajes del mismo. Especialmente a los que desarrollan el argumento, netamente liberal, de que los diversos grupos de fieles tendrían derecho a una liturgia conforme a su sensibilidad, gusto o capricho. A cada grupo habría que consentirle su rito, o su peculiar «forma» del rito: la misa zen, la punk, la kika, la amazónica, la carismática... Hoy también la tridentina, y mañana la LGTB. Es un argumento odioso, sobre todo por prescindir de los dos criterios más importantes para aprobar una norma litúrgica. 1.º el honor de Dios, la dignidad del culto. Y 2.º el bien de las almas: que el rito santifique a los fieles moviéndoles a la verdadera fe, a las otras virtudes teologales y a la religión.
El motu proprio, además, parece inscribirse en esa tendencia al positivismo jurídico que en los últimos siglos aqueja a la Iglesia propiciando la multiplicación de textos legislativos que rápidamente pierden vigencia por la promulgación de otros nuevos, incluso cuando los antiguos no son expresamente derogados. La tónica parece ser un ejercicio expansivo de la sagrada potestad de regir, en su función de legislar, entendida como un poder arbitario que hace tabla rasa de todo lo anterior. El papa es, literalmente, «un monarca absoluto cuya voluntad es ley»... durante el tiempo de su reinado. Ni las leyes del pasado le obligan, ni las nuevas que dicte obligarán a los que vengan después. Según esta lógica, Benedicto le enmienda la plana a Pablo VI, pero en seguida vendrá Francisco a enmendársela a Benedicto.
El fundamento liberal del derecho de los grupos de fieles a sus caprichos litúrgicos, el concepto autocrático de la potestad absoluta del papa, el desprecio de la regla de la fe y de la tradición como criterios de la lex orandi, son principios que realmente inspiran diversos pasajes (y omisiones) del SP, aunque yo haya exagerado un poco al señalarlos. ¡Y son notoriamente ajenos a la mente del papa Benedicto y a sus intenciones de reforma de la reforma, expresadas en escritos luminosos! Lo de que una y otra misa son dos «formas» del mismo rito, ya me parece una tomadura de pelo.
Pero ¿a qué designio obedece un documento con tales ingredientes? Yo creo que toda esa hojarasca liberal y positivista no hace más que envolver, y en cierto modo encubrir, el verdadero meollo del motu propio. Este núcleo indestructible y potentísimo son las palabras «nunquam abrogatam», referidas directamente a la edición 1962 del Misal Romano, la de Juan XXIII, y en definitiva al misal de San Pío V. El Sumorum Pontificum no es una ley o un decreto: es jurisprudencia. No es un documento legislativo en la corriente del positivismo jurídico que modifica lo que legisló Pablo VI otorgando derechos a un grupo particular de fieles. No es un nuevo ejercicio de la sagrada potestad en su función legislativa, sino en la judicial. Lejos de confirmar el supuesto poder absoluto de los papas para dictar nuevas leyes y derogar las viejas, lo que hace es restringirlo. Es una sentencia que declara no derogada, porque no es derogable, la bula Quo Primum Tempore de San Pío V que antes citaba Eck.
Excelente su comentario! An. 31 de mayo 14:44. Nunca mejor resumido! Ahora que me doy cuenta, está mal decir abrogar, porque no es una ley. Es quitar de la práctica un documento liberal. A Dios gracias si lo quitan! El Señor hará su parte con los que lo buscan
EliminarEl fundamento liberal del derecho de los grupos de fieles y todo lo demás que usted dice, no son ajenos a la mente del (ex)Papa Benedicto XVI. Siempre han integrado su mente, como buen modernista moderado discípulo de Rahner que es.
EliminarSP es una gota de veneno en un vaso de agua, incluso en su decisión de "reivindicar" el Misal de 1962, ya dañado por varias reformas modernistas.
Está es la clave: Quien conoció la misa tradicional —sacerdotes o fieles—, ya no pueden volver a la misa modernista. Perdonen la comparación, pero con la Iglesia pasa como con los toros, que se muere desde dentro, sin necesidad de que el enemigo externo se emplee en exceso. A la forma ordinaria MUY bien celebrada se puede asistir por supuesto, pero al hacerlo se tiene siempre, siempre,presente la extraordinaria. La primera parece un resumen, un esquema de la segunda. Y cuando la forma ordinaria no se celebra bien, puede pasar de todo. En los toros, perdonen de nuevo la comparación, un grupo pequeño de seis o siete toreros y empresarios que mandan, con cuatro o cinco ganaderos que se prestan al juego, están poco a poco echando a los aficionados de las plazas. Resistía Madrid, y a por ella van, muy dañada por la pandemia. Tienen objetivos claros y los van logrando. Desolador. Genaro García Mingo.
ResponderEliminarQue los progresaurios detestan la Liturgia tradicional es cosa bien sabida, ya dijo Alice Von Hildebrand que "el diablo odia la Misa de siempre". Pues eso. Pero quienes se oponen con todas sus fuerzas a la Tradición son los obispos conservadores suavones. A estos les da urticaria sospechar que el culto que profesan no sea agradable a Dios, y que la Misa que elaboraron Bugnini y compañeros a remedo de la cena calvinista haya llevado a esta apostasía generalizada. La Misa de los santos la consideran un obstáculo a la unidad y, sobre todo saben que es una acusación en toda regla a su primavera conciliar. Por tanto, es de esperar de todas a todas que se rectifique el Summorum Pontificum. Yo ya no lo dudo. Llevan acumulando despropósitos tras despropósitos y no van a desistir. La Liturgia es la garante de la sana doctrina, y está de más mantenerla. Van a por ella. Como dice Kwasniewski, el cautiverio de Babilonia duró setenta años, otros tantos el del papado en Aviñón, de modo que el cautiverio de la Sagrada Liturgia aún debe prolongarse y acentuarse unos años, pero se terminará. Paciencia. Sepamos aprovechar el sufrimiento que de nuevo nos infligirán.
ResponderEliminar"Quien conoció la misa tradicional —sacerdotes o fieles—, ya no pueden volver a la misa modernista. Eso es un hecho. Y frente a los hechos, no hay re-interpretaciones que valgan"
ResponderEliminarLa ultima vez que fui a la "Misa de san Pio V", "Misa tridentina", "forma extraordinaria" o simplemente, la Misa de siempre fue en el 2018. Luego me mude de provincia y ahora llega el domingo, domingo de misa parroquial, o rosario y breviario, a veces con suerte la divina liturgia si me encuentro visitando familiares en la ciudad de mucha población inmigrante...
Pero sigo, con nostalgia, esperando volver a la Misa de siempre, a entrar al altar de Dios, al Dios que alegra mi juventud.
"Esos sacerdotes y esos fieles no se resignarán fácilmente"
ResponderEliminarEn España, que es lo que conozco, la mayor parte de los sacerdotes diocesanos que ahora celebran la Misa tradicional se resignarían en caso de que se lo prohibieran. Es más, muchos la celebran sólo por obedecer a su Obispo. Y otros tantos clérigos que sienten simpatían por la Tradición, ni siquiera se atreven a dar el paso bajo el régimen del "Summorum Pontificum". Podemos imaginar lo que harían en caso de derogación o restricción de este Motu Proprio.
Es triste caer en un ritualismo cuasi supersticioso. La Misa de por sí no es más que un órgano de un cuerpo, una devoción parte de un todo, que no puede resolverse con solo cambiar un elemento.
ResponderEliminarEl rechazo a la Misa previa a Bugnini es coherente, de hecho es sostenido por gente sensata y con estudios, porque realmente implica otra religión. ¿Suena feo? Sí, otra devoción, otra teología, otra eclesiología y otro clero.
Se omiten los discursos de Pablo VI sobre la nueva religión "del hombre", como metáforas, y luego se condena a quienes piden una restauración aún más radical. Se cierra el debate como en "Animal Farm" a los gritos de "cismático" o "sedevacantista". Así es como estamos, así es como estaremos y no hay ninguna señal que indique lo contrario.
Mucho hablamos de que la última iglesia va a apostatar, hablamos del anticristo, de la apostasía generalizada, la falsa religión. Pero cuando llega el momento de plantear que esta puede estar ocurriendo ahora, todos callan o se enfurecen. ¿Cuándo creén que va a ocurrir? ¿En un millón de años? Cuánta incoherencia.
Me desanima Wanderer, espero que no tome mi comentario como anticatólico o se sume a las obejitas condenatorias. Si estoy equivocado, refuten, corrijan, iluminen mi cegado intelecto. Pero sino, por favor, consideren la situación RIDÍCULA en la que estamos.
Dr. Israel Rabinovich (h)
La FSSPX necesita de la autorización de las autoridades locales para expandirse?
ResponderEliminarSi alguien les regala una propiedad en otro lugar de Capital, tienen libertad de dar misa ahí o necesitan la autorización de Poli para expandirse más allá de su iglesia en calle Venezuela?
Tienen que tener ganas y fieles. Es lo bueno de ser marginal.
EliminarAlessandro Capone
Tranquilo, no necesitan el permiso de Poli. Anímese a regalarles la propiedad, y a ser posible la capilla, ya construida. Que ellos dirán allí misa.
EliminarDon Wander, a propósito de la reforma del “motu proprio Summorum pontificum”.
ResponderEliminar“La semana pasada varios sitios católicos informaban que el Papa Francisco había comunicado a los obispos italianos que se estaba preparando un documento que limitaría o reinterpretaría el ‘motu proprio Summorum Pontificum, volviéndose, de hecho, a la situación previa al mismo, es decir, a la necesidad del permiso episcopal explícito para la celebración pública de la Santa Misa en el rito tradicional. Vale la pena intentar un análisis de la cuestión”.
Me bastan pocas líneas para entender de qué se trata. Lo demás, escapa del todo a mi escasa, por no decir nula, competencia al respecto. Con todo me asombra ver qué clara que la tienen algunos blogueros del sitio de Don Wander.
Dice Anónimo del 31 de mayo de 2021 14:44
“El Summorum Pontificum no es una ley o un decreto: es jurisprudencia. No es un documento legislativo en la corriente del positivismo jurídico que modifica lo que legisló Pablo VI, otorgando derechos a un grupo particular de fieles. No es un nuevo ejercicio de la sagrada potestad en su función legislativa, sino en la judicial. Lejos de conformar el supuesto poder absoluto de los papas para dictar nuevas leyes y derogar las viejas, lo que hace es restringirlo. Es una sentencia que declara no derogada, porque no es derogable, la bula Quo primum Tempore de San Pío V que antes citaba Eck”.
Muy razonable lo dicho por Anónimo del 31 de mayo de las 14: 41. Pero habría que ver si lo entienden así quienes hoy deciden los destinos de la Iglesia. Tiemblo de sólo pensar que lo que hoy se busque sea tomar cada vez mayor distancia respecto del pasado, de tal suerte que, a la postre, se dé nuevo cumplimiento a la profética sentencia de San Jerónimo: “El mundo se despertó un día y gimió de verse arriano”. Porque, mucho me temo que, de lo que aquí se trata no sea una mera cuestión de formas de carácter litúrgico, sino de algo que se debe atender con extremo cuidado, porque, se quiera o no, lo litúrgico va tan entrañablemente unido a lo doctrinal, que, si se toca lo uno, inevitablemente, se toca también lo otro. Y, si acaso, lo que cuenta es el insano criterio con arreglo al cual, olvidando el sagrado deber de “preservar la continuidad de la Iglesia con su pasado”, con arreglo al relativista principio que reza “el tiempo es superior al espacio”, sólo vale lo que alguien dice de nuevo, distinto a lo que ya se dijo antes, entonces, como lo viene indicando la actual tendencia de que, en aras de un falso amiguismo, donde pareciera que sólo se busca asumir como propias las peores calamidades de la cultura moderna, las expectativas sobre el futuro de la Iglesia Católica no podrían ser más preocupantes.
Ayer estuvo San Atanasio. Hoy, en su lugar ¿quién podrá venir?
Mis saludos a todos. ¡Dios proteja a la Iglesia! ¡Alabado sea Jesucristo!
El próximo mes de julio se cumplirán los 50 años del escrito, publicado en The Times, gracias al cual, unos cuatro meses más tarde, se concedería el indulto Heenan (conocido popularmente como de Agatha Christie).
ResponderEliminarAsí apareció el 6 de julio de 1971 (en el visor, arrastrar la página a la esquina inferior izquierda):
Appeal to preserve Mass sent to Vatican
https://www.thetimes.co.uk/tto/archive/frame/article/1971-07-06/5/1.html
Justo por encima, el también interesante: Plan for Church constitution defended.
En el mismo periódico, tres días más tarde (en el visor, arrastrar la página a la esquina superior derecha):
Keeping the Tridentine tradition - A plea for the Latin Mass
https://www.thetimes.co.uk/tto/archive/frame/article/1971-07-09/12/1.html
¡El indulto Agatha Christie! Este no respondía a la petición de la plebe marginada de católicos frikis, sino a la de una élite de protestantes y agnósticos de gustos refinados para que no se perdiese un patrimonio cultural de alto valor estético. Bendita y feliz petición, que obtuvo un indulto para Inglaterra. Siempre valdrá más el deseo de los estetas rimbombantes que el de los piojosos frikis, pero yo preferiría que la Iglesia, al legislar sobre liturgia, mirase sobre todo a la gloria de Dios. Hubo un tiempo que lo hacía, y de añadidura producía sublimes monumentos de arte, cultura y belleza.
ResponderEliminarAndrea Zambrano en la Bussola: Misa en latín, el apretón del Papa: se acercan las protestas.
ResponderEliminarParece que esta vez viene en serio. Vean el artículo de The remnant traducido por secretum meum mihi.
ResponderEliminarVale la pena recordar que, aunque Bugnini tuvo que tragar con el indulto inglés, insistió en que, cuando se autorizara, no se le diese demasiada publicidad (apdo. 4 del siguiente enlace):
ResponderEliminarhttps://lms.org.uk/1971-english-indult-recollection
Si Francisco o sus sucesores prohibiesen la misa tridentina, se seguiría celebrando como antes de 2007 aunque con mayores números y se terminaría legalizando cuando los "reformadores" vayan muriendo de viejos sin reemplazo.
ResponderEliminarLos realmente peligrosos son los neocons, que consideran que los jóvenes van a la misa tradicional por una mera cuestión de estética y solemnidad, que los hay, y no por una cuestión teológica. Los neocons intentarán crear una síntesis entre la misa nueva y la vieja poco a poco. Ya se sabe, primero prefacios nuevos, luego un leccionario y calendario común, varias plegarias eucarísticas... y al final tendremos un nuevo novus ordo más "bonito" pero doctrinalmente tan aguado y ecuménicamente aceptable como el actual. Y este modelo es el propuesto por Benedicto XVI en Summorum Pontificum con la "enriquecimiento mutuo" y seguido por el exprefecto Sarah.