Reproduzco aquí el que publiqué el 9 de enero de 2013. Se trata de una charlita que dio Ronald Knox a los jóvenes mientras era capellán de los estudiantes católicos de la Universidad de Oxford en la década de 1930.
Destaco del texto del querido Ronnie Knox lo siguiente:
1. Lo desacartonado y libre del estilo que, al fin y al cabo, no es otra cosa que el de su espiritualidad. Sitúa la cuestión de la vocación en la órbita de la elección, como corresponde, y deprovidencializa el asunto.
2. La humildad de Knox. Dice: “No tengo discernimiento de espíritu”, actitud muy alejada también a la de muchos personajes que se arrogan la gracia de decirle a los jovencitos que se le acercan: “Vos tenés vocación. Yo te lo digo y me hago responsable”.
3. Desarma la simpleza de discernimiento de otros fundadores o curitas bien intencionados que con dos o tres preguntas ya determinan la existencia cierta de vocación en jovencitos de ambos sexos.
4. Cuestiona fuertemente el afán vocacional no sólo de las fundaciones primaverales sino también de curas seculares que pareciera que el objetivo de su vida sacerdotal es conseguir vocaciones, y de ese modo miden sus frutos apostólicos.
Dios sabe lo que Vds van a hacer. Pero, lo que Dios prevé que Vds van a hacer ¿es lo que Él quiere que hagan? ¡Ay! No necesariamente. Sí les concedo que es la voluntad de Dios en el sentido de que Él permite que ocurra: si no lo permitiese, no ocurriría.. Pero, lo que cada hombre hace ¿es lo que Dios realmente tuvo la intención que hiciese, es lo que Dios quiso realmente que hiciese? Pueden ver por sí mismos que esto no es así.
Nuestro Señor eligió doce apóstoles, y uno de ellos, Judas Iscariote resultó un traidor y un suicida. Nuestro Señor supo siempre cómo iba a terminar; cada vez que Judas robaba dinero de la bolsa, Nuestro Señor lo sabía; y sabía mucho más que esto: sabía a dónde esto iba a conducir —las treinta monedas de plata y el final de la soga—, y aún así eligió a Judas. No eligió a Judas para ser un traidor; tenía para él la vocación de ser un santo apóstol, si lo hubiese querido; de proclamar su nombre delante de los gentiles, de confesarlo delante de reyes y gobernantes, de ganar la corona del martirio, si hubiese querido. Hay, por así decir, para cada uno de nosotros, un plan delineado en la mente de Dios de nuestra vida tal como ella será vivida; pero paralelo a éste hay otro de esta misma vida tal como Dios quiere que ésta sea vivida. Y la medida de la correspondencia de estos dos planes depende del cuidado que tomamos en averiguar cuál es la voluntad de Dios para con nosotros, y de la fidelidad con que hacemos su voluntad cuando Él la hace patente a nuestros ojos.
Por supuesto que al decir todo esto, Vds. inmediatamente supondrán que voy a hablar acerca de la vocación al sacerdocio. Están en lo cierto: lo haré. No por cierto porque yo me considere, o suponga que Vds. me consideran, una autoridad particularmente competente en la materia, un discernidor de espíritus especialmente dotado. Recuerdo a un muchacho que se me acercó quien había decidido ser sacerdote pero no estaba seguro si debía ser benedictino o sacerdote del clero secular. Le dije que debería ser benedictino, y pensé que eso era muy bueno de mi parte, porque nosotros los sacerdotes del clero secular también tenemos nuestro orgullo. Pues bien, el muchacho en cuestión entró en el noviciado y duró dos días; luego se dirigió a un seminario diocesano y ha sido perfectamente feliz desde entonces; supongo que recibirá el subdiaconado este verano. Esto es simplemente para mostrarles que no soy una autoridad en la cuestión de las vocaciones. Cualquier otro puede decirles mucho más que yo. Pero simplemente quisiera presentarles uno o dos tópicos acerca de esta cuestión.
En primer lugar, cualquiera que sea el uso que hagan de esto, espero que coincidirán conmigo en que la pregunta “¿Debo ser un sacerdote?” se distingue de las demás. No debe ser una más de una lista de preguntas bajo el título general “¿Qué debemos hacer con nuestro hijos?”. He visto esa clase de listas no hace demasiado tiempo en una de las más fatuas revistas mensuales, y me apena decir que un obispo de otra iglesia contribuyó con el número tres de la serie, y que el título de su artículo era algo así como “Las Órdenes Sagradas como carrera”. El cuerpo del artículo era no mucho menos penoso que el título.
La pregunta “¿Debo ser un sacerdote?” admite sólo una alternativa; la pregunta en su forma más extensa reza “¿Debo ser sacerdote o laico?”. No se la puede poner con el resto y preguntarse: “¿Debo ser latonero, sastre, soldado, marinero, hombre rico, hombre pobre, mendigo, ladrón o sacerdote?” Cualquiera que sea el modo correcto de mirarlo, ése es el modo erróneo. Aunque más no fuese por esta simple razón: el metier de sacerdote no requiere ningún particular conjunto de cualidades naturales que signe a un hombre como cualificado para él. Las dotes naturales que pueden ser empleados en él son muy variadas; pero no requiere ninguna capacidad especializada. No se necesita ser un eminente letrado, ni un eminente matemático; se necesita el suficiente latín como para decir el Oficio y la suficiente matemática como para contar la colecta; no más. Es imposible, por tanto, para una persona de inteligencia ordinaria decir “No puedo ser sacerdote; no tengo las dotes naturales que dicha profesión demanda”.
Y el mismo principio funciona en la dirección opuesta; no se puede decir, basado en cualquier talento natural: “fulano es la clase de persona que debería ser sacerdote”. No hay ninguna clase de persona que debería ser sacerdote; ninguna clase más que otra.
Bien, teniendo esto en claro, vamos a tratar de solucionar la cuestión desde el otro extremo. Tenemos la íntima convicción de que las únicas personas que deben ser sacerdotes son aquellas más santas, más sacrificadas y más devotas que las demás; prácticamente semi-santos. Y esto parece solucionar completamente el problema, pues Vds. están ciertos de no ser mejores que los demás en estos aspectos. Y si leen libros de espiritualidad para sacerdotes, como el Retiro del obispo Hedley, posiblemente se lleven la misma impresión, o sea que todos los sacerdotes viven en un nivel de espiritualidad completamente imposible para una persona ordinaria.
Y luego tal vez piensen en algunos sacerdotes que conocen y en los padres que les predicaron algún retiro, y entonces se digan a sí mismos, “¡Que se vaya todo al cuerno . . .!”. No puedo recordar en cuál colegio ocurrió la historia referida al muchacho al que se le pidió dar una lista de las obras de misericordia corporales; comenzó diciendo que la primera era dar de comer al hambriento y la segunda dar de beber al clero… Eso muestra una diferente estimación con respecto a lo que es la vocación clerical, ¿no es cierto? Por lo tanto esto forma de ver las cosas no ayuda mucho. Los sacerdotes —eso esperamos—, buscan todos su santificación, pero lo hacen desde diferentes niveles. En cualquier caso, no comienzan siendo ya semi-santos, y si los obispos no aceptasen a quien no lo fuese para la ordenación, Vds. y yo tendríamos que recorrer una linda distancia para concurrir a la Misa dominical.
Por lo tanto nos debemos retrotraer a la simple doctrina acerca de la vocación, esto es, que Dios quiere a algunas personas para servirlo como sacerdotes, y quiere que otras personas lo sirvan como laicos. La diferencia no se basará en dones extraordinarios naturales ni en dones extraordinarios sobrenaturales. Y no siempre llama a sus mejores amigos a servirlo en el sacerdocio; Santo Tomás Moro, por ejemplo, probó su vocación como cartujo y se dio cuenta que no tenía vocación, y sin embargo vivió y murió santamente. La cuestión es entonces una cuestión personal. No hay que preguntarse: ¿Dios quiere que todos sus amigos sean sacerdotes? Sino más bien: ¿Dios quiere que este amigo suyo particular, un servidor, sea sacerdote?
Pues bien, creo que, aunque ordinariamente es algo presuntuoso esperar esto o aquello de Dios, es perfectamente justo esperar que, supuesto que uno hace lo mejor que puede para cultivar su amistad y para hacerse digno de ella, Dios le hará saber a uno si quiere que sea sacerdote. Le dará alguna indicación acerca de ello, alguna inclinación hacia Él. Al decir esto, no crean que deben esperar demasiado; no deben esperar una especie de revelación sobrenatural, visiones o éxtasis, o cualquier cosa por el estilo. No, mas bien la idea comenzará a tomar forma en vuestra mente, primero tal vez como una vaga y lejana posibilidad, luego más claramente con el transcurso del tiempo; vuestra amistad con Dios hará que deseéis hacer algo por Él, y vuestro deseo de hacer algo por Él tomará esta forma.
Tales inspiraciones vienen fácilmente cuando existe verdadera amistad. La idea puede provenir simplemente desde el interior o venir desde alguna advertencia exterior, aparentemente accidental, de alguna alteración de las circunstancias de vuestra vida, o de algo que hayamos leído en un libro, o de algo que hemos escuchado en un sermón; inclusive puede venir a partir de lo que estoy diciendo ahora. Dios no es limitado en los medios que utiliza, y como recordarán, envió una advertencia al profeta Balaam a través de los labios de una burra.
Si se encuentran a sí mismos, de acuerdo con la voluntad de Dios, deseando ser sacerdotes, encomienden su aspiración a Él con absoluta confianza. Si Él tiene la intención de que seas sacerdote, lo serás. No tiene sentido en este punto preocuparse por dificultades familiares o cosas por el estilo. Continúen pidiéndole suavemente ser menos indignos de los que son para semejante vocación. Al mismo tiempo recuerden que, en última instancia, la elección no es de Vds.: “No sois vosotros los que me elegisteis sino Yo el que os he elegido”, dijo el Señor a sus Apóstoles. No hay inconveniente por lo tanto en tener una segunda cuerda en el arco, o sea en pensar de antemano, si uno es lo suficientemente maduro como para planificar, qué es lo que habrán de hacer si resulta que Dios no los ha destinado al sacerdocio.
Digo esto porque a veces hay una cierta tentación en las personas que aspiran al sacerdocio a descuidar el trabajo escolar o universitario, sobre la base de que, después de todo no se necesita mucha educación para ser un sacerdote. Posiblemente ese no sea un gran cumplido hacia los sacerdotes que hayan conocido, pero me animo a decir que nos lo merecemos. Lo único que digo es que no hay certeza de que uno vaya a ser sacerdote, y que sería una pena que habiendo hecho ese descubrimiento, uno se encuentre con que no tiene ninguna clase de aptitud para cualquier otra actividad en la vida. Por lo tanto, no descuiden las matemáticas, o la química o cualquier otra cosa en la que tengan aptitudes, sobre la base de que no les ayudará a alcanzar la meta principal de la vida. Cualquier clase de conocimiento puede ser útil al sacerdote; y gustos verdaderamente educados pueden hacerlo, si no un mejor sacerdote, sí un sacerdote más útil. De hecho, alguna gente piensa que es una pena que no tengamos más de esta clase.
Que Dios los bendiga y les conceda los más caros deseos.
(Retreat in Slow Motion, Sheed & Ward, 1960)
Don Wanderer, soy el anónimo que mucho habló sobre el Sodalicio. Primeramente, siempre elogiaré todas sus publicaciones en este son espiritual. Hay mucha noticia, mucha bulla, mucha actividad y peleas intraeclesiales. Textos como este y el anterior son muy edificantes. Aprovecho esta misma entrega para regalar un punto más sobre el fundador del Sodalicio y lo que dijo aquí el padre Knox. Luis Fernando decía tener habilidades para leer la vocación de la gente. Y muchos sodálites creían que la tenía. Dicha supuesta habilidad "pasó" a la ex Superiora de las Siervas del Plan de Dios, una de las ramas femeninas. Mientras que las monjas mayores llevaban las vocacionales a ver a la ex monja Andrea para detectar la vocación, Luis Fernando hacía su show taumatúrgico. Me lo hizo y a muchos más. Ponía una linternita alumbrando la pupila del ojo a ver si él veía la espada flamígera (nuestro símbolo) en el fondo. Como LF hablaba de los ESPER con sensibilidad elevada y habilidades dichas paranormales, otros eran llevados a creer que tenían el don intuitivo de la vocación ajena. Naturalmente, como había total interés en poner la gente para dentro, la voz venía desde fuera: eres recontra sodálite. No percibes? No responderás a tu llamado? Quieres ser infeliz toda tu vida por no responder? Para que miren un ángulo más del asunto Aquí me quedo. Gracias.
ResponderEliminarEl fundador del IVE, CMB, también fungía de grande e inspirado detector de vocaciones sacerdotales y religiosas. Así llevó muchos candidatos a una y otra parte. Muchos de buena pasta y que perseveran, muchos también a poco andar tiraron por la borda su seminario o su sacerdocio, no sin grave daño para sí y, a veces, escándalo para los demás. En el ambiente IVE y sanrafaelino se desarrollaron algunos émulos del p. B. y siguen con el juego.
ResponderEliminarHola Gente Culta
EliminarPorque muchas veces mostramos los trapos sucios o afirmamos acusaciones sin pruebas o sin citar el código de derecho canónico .
Que necesidad de hacer un juicio temerario o comentar derechos sin necesidad.
Pueden escribir sus criterios sin necesidad de difamar a las órdenes religiosas.
Es materia de confesión!
En Dios
La estrategia de inventar vocaciones es como la pirámide ponzi de Cositorto. Llega el día en que estafaste tanta gente que ya te vieron la hilacha hasta en Jáchal.
EliminarLa «Eneida espiritual» de Ronald Knox
ResponderEliminarPor José Luis de la Cuesta
https://www.nuevarevista.net/la-eneida-espiritual-de-ronald-knox/
Extractos:
"[....] Robald Arbuthnott Knox nació en 1888. Era el sexto y último de los hijos del Reverendo Edmund Knox, obispo anglicano de Manchester.[...]"
"[....] completar sus estudios brillantemente en Oxford –a la que permanecería ligado casi toda su vida- se preparó brevemente para el sacerdocio anglicano y tras ser ordenado, trabajó como capellán y fellow de Trinity, dando clases de Lógica, Homero y Virgilio. Para preocupación de su familia y amigos, pronto se hizo notar en la Iglesia de Inglaterra como el portavoz del sector anglocatólico más extremado.[...]"
"[....] podemos imaginar, no debió ser fácil para el obispo anglicano de Manchester ver a su hijo “coquetear con Roma”. El Reverendo Knox no se ahorró argumentos para intentar que su hijo pequeño no pidiera ser recibido en la Iglesia Católica. “Queriéndote como te quiero, vivo angustiado por el sentimiento de no haber sido merecedor de tanta lealtad por tu parte”, escribió a su hijo.[...]"
"[....] En una bella homilía conmemorando a los mártires católicos de Oxford, después de mostrar a sus oyentes cómo los jóvenes mártires tenían en Oxford el mundo a sus pies, cómo la conciencia los golpeó y eligieron la vida de los proscritos y una muerte segura a los treinta años, dice a los estudiantes: “esos hombres fueron lo que sois vosotros: estudiantes de Oxford. Dios os conceda llegar a ser lo que ellos son ahora: ciudadanos del Reino de los Cielos”.[...]"
"[....] Murió en 1957, poco después de haber terminado de traducir Historia de un alma –le gustaba pensar que Santa Teresita había pedido en el cielo que él fuera su traductor, y que si le hubieran preguntado a la Santa el porqué, ella respondería “¡Porque Ronnie detesta mi forma de escribir!”-, y con la traducción de la Imitación de Cristo inacabada. Su obra no religiosa más alabada fue Let Dons Delight, en la que desarrolla un erudito e intrincado diálogo entre profesores a través de cuatro siglos, de 1588 a 1938, año en que la Teología es eliminada del plan de estudios normal de Oxford. [...]"
La Paz Bolivia
Mts.22.Oct. 2024
Soy sacerdote. La vocación no es creación propia. Sí es elección y determinación propia, que depende de mí. Pero antes es llamado, que depende de Dios. Dice la carta a los Hebros (5, 4): “Y nadie se toma este honor sino el que ES LLAMADO por Dios, como lo fue Aarón.”
ResponderEliminarPor otra parte, en la Providencia Divina nada queda al azar, sino que todo está dispuesto ordenadísimamente para nuestra salvación. También nuestro papel en la vida, las vocación, algunos en la sacerdotal. Recordemos las palabras a Jeremías (1, 5): “Antes de formarte en el seno materno te conocí; y antes que salieras del seno te santifiqué; para profeta entre las naciones te he constituido.” No basta tener cualidades y escogerlo. Se debe ser llamado, con lo que van las cualidades dadas por el que llama. El llamado no es fruto de las cualidades. Opino que sostener que es fruto de mi decisión es una idea muy humana de la vocación. Y de hecho, habría que utilizar otra palabra que no sea “vocación”, sino algo así como carrera sacerdotal, trabajo sacerdotal, o algo de este tipo.
Estimado Wanderer:
ResponderEliminarDice Ud. que "sitúa la cuestión de la vocación en la órbita de la elección, como corresponde, y deprovidencializa el asunto"; pero Knox dice: "(...) Al mismo tiempo recuerden que, en última instancia, la elección no es de Vds.: “No sois vosotros los que me elegisteis sino Yo el que os he elegido”, dijo el Señor a sus Apóstoles. No hay inconveniente por lo tanto en tener una segunda cuerda en el arco, o sea en pensar de antemano, si uno es lo suficientemente maduro como para planificar, qué es lo que habrán de hacer si resulta que Dios no los ha destinado al sacerdocio (...)". A ver si me lo aclara porque de las palabras de Knox llego a una conclusión opuesta a la suya. Saludos cordiales.
No puedo estar de acuerdo con lo que Knox expone. No creo que la pregunta sobre la vocación sacerdotal haya de enmarcarse en la dicotomía sacerdote o laico.
ResponderEliminarAnte Dios, todos somo religiosos y es por eso que la pregunta ha de versar sobre una tricotomia, a saber:
1. Religioso soltero: el simple religioso, hombre o mujer, sin vocación matrimonial de ningún tipo.
2. Religioso casado: el sacerdote ordenado, esposo de la Iglesia a imitación de Cristo. Y esta opción solo abierta al varón.
3. Religiosos esposos: los llamados a la vocación matrimonial dentro del sacramento esponsal.
La conclusión definitiva es que el sacramento del orden es una vocación también matrimonial, y a la vez religiosa, y solo del varón pero teniendo de esposa a la Iglesia, toda entera.
De esta tricotomía nada nos dice Knox y es por que eso su exposición es sesgada, y por tanto, errada.
Estimado Jorge, estimo que Mons. Ronald Knox no dice nada de esa tricotomía porque no conocía aún al genio que la había descubierto. Y confieso que tampoco yo la conocía. ¿Nos podía indicar quien es el iluminado que la desscubrió?
Eliminar"Con el nombre de laicos se designan aquí todos los fieles cristianos, a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso aprobado por la Iglesia..." LG 31a
EliminarY esto es desde el punto de vista jurídico-eclesial. Pero Dios ve las cosas distintas.
Ante Dios no hay laicos sino religiosos. Esta "ruptura bautismal" entre laicos y ordenados a los ojos de Dios no tiene existencia, al igual que a los ojos de Dios no existen ni música ni matemáticas ni nada similar.
El alma bautizada recibe, gratuitamente y por su bautismo, la gracia bautismal y la llamada a engrosar en una de las tres categorías arriba descritas. Y no hay más.
Si nos ponemos en la casuística del bautizado que ha perdido la gracia bautismal, y solo en ese caso, tiene sentido hablar del "estado laico".
Sí, es cierto y son millones los laicos que engrosan la Iglesia, y eso por haber decaído de su primigenio estado, del estado de gracia recibido en su Bautismo.
No, Dios no llama a laicos a ningún tipo de servicio por más que los documentos de CVII quieran mostrar a las almas en pecado mortal como llamadas a la Iglesia, ya ordenadas, ya consagradas.
Knox hasta aquí no llega, no llega a apreciar que la vocación sacerdotal es exclusiva del "alma en gracia", la única que puede recibir la llamada, como en otros comentarios recientes ya se aclara.
Y esa alma "en gracia" es religiosa y no laica.
Don Jorge, su comentario es antológico. Usted dice: "Pero Dios ve las cosas distintas". Y a continuación, nos explica de qué modo ve las cosas Dios. Es decir, usted se constituye en un meturgeman; en un profeta o evangelista que a través de cuya palabra Dios se sigue revelando a los hombres.
EliminarY nosotros que creíamos que la Revelación había terminado con la muerte del último apóstol...
Don Jorge, no entiendo nada de lo que escribe, al final que es un sacerdote ? Y yo estoy casado, al final soy religioso también? Digo para ir pensando las constituciones y el nombre del Monasterio para yo y mis hijos y el comvento para mi esposa e hijas.
EliminarSuyo en Xto IHS
D. Wanderer, en la página doce del documento enlazado tiene el texto que me ha solicitado.
Eliminarhttps://drive.google.com/file/d/1UUVmVn-iQhfo652h8CL0nFogbgRRo_J2/view?usp=sharing
Mil gracias, y quedo a su disposición para cuantas aclaraciones me solicite.
P.S. El texto es difícil, pero con la gracia de Dios iluminando el corazón del lector, se entiende fácilmente.
Mi estimado Jav23, entiendo perfectamente su ironía. ¿Y cómo es que hemos llegado a este estado de cosas, tal que al referirnos al matrimonio sacramental solo lo podemos hacer de una forma irónica? Porque estamos lejísimos de la santidad que Dios quiere y reclama en cada unión esponsal.
EliminarEn la “Casa de Nazaret”, nuestro modelo de familia sacramental, tanto el esposo, como la esposa -como el hijo mismo- son religiosos. Y sí, en este caso concreto se cumple que es a la vez convento y templo por la presencia de Dios en su seno.
Toda familia que se precie de ser católica, ha de seguir este modelo: el de santidad esponsal, teniendo a su hogar como un verdadero convento. Pero soplan tiempos de herejía, soplan tiempos de ateísmo, y apenas si se cumple la religión dentro del convento de solteros.
«Don Jorge, no entiendo nada de lo que escribe, al final ¿qué es un sacerdote?» Esposo de la Iglesia, a imitación de Cristo.
«Y yo estoy casado, al final ¿soy religioso también?» Debería de ser “religioso esposo”, un modo concreto de vivir la santidad en el seno matrimonial.
«…y el nombre del Monasterio para yo y mis hijos…» Su hogar familiar, su lecho conyugal, debería ser un lugar totalmente impugnado al mal, pues no otra cosa distinta es un monasterio.
«… y el convento para mi esposa e hijas?»
Los hijos conviven con los padres en el mismo hogar familiar, hasta su mayoría de edad. Es en ese momento –doce años en el caso de la ley judía- cuando han de determinarse por seguir la vocación según los tres apartados antes dichos.
P.S. D. Wanderer, no digo nada nuevo, no proclamo nada que no esté tácita, explícita y efectivamente recogido ya en el Evangelio.
Sr. Jorge: dice usted que "esta 'ruptura bautismal' entre laicos y ordenados a los ojos de Dios no tiene existencia". De esto a negar el carácter sacramental que imprime en el alma el orden sagrado hay un estrechísimo y temerario paso.
EliminarAdemás, no entiendo de dónde saca el concepto de que un laico es un alma en pecado ("Si nos ponemos en la casuística del bautizado que ha perdido la gracia bautismal, y solo en ese caso, tiene sentido hablar del "estado laico"). Me suena todo muy raro...
Don Jorge, lo suyo sigue siendo de antología. Para refrendar su particular interpretación que, pareciera, es la idea divina, nos aporta una suerte de revelaciones privadas, de 2018, recibidas por alguien (¿quizás usted mismo?) en varias iglesias madrileñas. No quiero ser ofensivo, pero no creo en revelaciones privadas. Ya con la Escritura y la Tradición tengo suficiente.
EliminarGracias Don Jorge, me quedo más tranquilo, su explicación en parte es lo que dice el Catic.
EliminarAhora eso de los 3 apartados no lo entiendo y es ahí adonde la verdad se vuelve loca y termina en confusión.
Cuando recibimos el sacramento nunca escuche ese termino en el ritual romano del matrimonio "Esposo religioso".
Suyo en Xto
Yo quiero de la que fumo este... Se ve que pega
EliminarMi estimado Jav24, no es "esposo religioso" sino "religiosos esposos", primero ser religiosos, y secundario ser esposos . Y ya no son dos sino uno, porque lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
EliminarLas tres categorías posibles de vocación, son fáciles de detallar:
1.- Vocación a soltero, en religión: los religiosos comunes, lo que conocemos como religiosos, hombre o mujer.
2. Vocación a casado en religión: vocación al sacerdocio, solo abierto al varón.
3. El que estamos tratando, vocación a "religión esponsal", vocación a religión dentro del ámbito matrimonial.
--- Y no hay más.
P.S. Para anónimo: sí, buena droga hay que fumar para llegar hasta la inspiración que le canta al corazón.
Le recomiendo el Libro del Dr Caturelli que con su sabiduría le aclara las ideas.
EliminarDos una sola Carne, un hermoso libro.
Me disculpa pero no comparto ños 3 estados que usted expone.
Para Jav:
EliminarHe descargado el libro que me aconseja, y lo encuentro de una dulzura tremenda: de muy bonitas palabras –académicas, para más señas- pero totalmente carente de experiencia: cargado de ciencia pero carente de experiencia.
El autor no dice absolutamente nada sobre el “estado religioso”, previo a las nupcias esponsales y de ahí que se nos plantea una doble cuestión: ¿no lo menciona por ignorancia o por ocultación?
Antes de Teresa de Ávila nadie habló –en los términos que ella usó- de las siete moradas del alma. Ni de la puerta para entrar en la primera morada… ni de mil cosas más que ella y tantos otros -doctores de la Iglesia como ella-, mencionan y detallan en sus escritos.
El “estado religioso” es ese previo estado de inocencia original, que antes de la caída, ya tenía Adán. ¿Qué es imposible tenerlo actualmente? Si negamos esto es tanto como actualmente negar la fuerza y la certeza de la gracia bautismal.
“Me disculpa pero no comparto los 3 estados que usted expone.”
Las convicciones, las adquirimos por experiencias previas, y sin esas previas experiencias, nos es imposible adquirir –y compartir- ninguna convicción, solo -y solo- ideas.
«Las convicciones no son ideas, son experiencias.»
P.S. Entenderé D. Wanderer, que no llegue a publicar este comentario, porque ya realmente se nos sale del tema del post.
Pues tendrá que poner subíndices, don Jorge. Porque si no, no sé en dónde estamos las ancianas viudas ( el matrimonio se disuelve con la muerte).
Eliminar¿ En el limbo?
Cierto, se necesitan subíndices.
EliminarLa única, primaria y principal vocación es a religión, que puede desarrollarse en los tres apartados arriba descritos, caso del varón y solo el 1 y 3 caso de mujer.
La mujer casada sacramentalmente que ha enviudado, continúa con su vocación a religión, la única y principal vocación, que puede desarrollar como santa Rita de Casia, viuda entrada en orden religiosa, o como la profetisa Ana esa que no se apartaba del templo cuando la Presentación.
También, caso de todavía ser fértil, puede volver a contraer nuevas nupcias sacramentales.
La vocación del varón viudo es idéntica a la de la mujer, añadida la opción del sacerdocio.
También el varón sacramentalente casado puede ser ordenado tal como San Pedro.
P.S. No, por ningún sitio aparece el laico por más que Eck en su nuevo post quiera mostrarlo.