En numerosas ocasiones, el papa Francisco ha dejado en claro su desprecio por los teólogos e incluso por la misma teología. Lo ha hecho a través de actos concretos, impulsando fuertes reformas a la enseñanza de los seminarios, que han sido despojados en gran medida de las materias filosóficas y teológicas para concentrarse en la pastoral, como en palabras y comentarios dichos públicamente y que todo el mundo conoce.
Para refrescar la memoria, les sugiero volver a esta entrada y video que publiqué hace exactamente ocho años. Allí, el papa Francisco dice hablando a un grupo de “obispos” pentecostales: “Estamos pecando contra la voluntad de Cristo porque nos concentramos en las diferencias. Pero todos tenemos el mismo bautismo, y es más importante el bautismo que las diferencias; todos creemos en el Padre, el Hijo y Espíritu Santo; todos tenemos dentro al Espíritu Santo, el que ora en nosotros. […] Por eso es importante ir caminando juntos en los que nos une, y que lo que nos divide, no nos divida tanto. Es una pena tener un tesoro y utilizar en cambio las imitaciones del tesoro. Las imitaciones son las diferencias. El tesoro es el padre, Hijo y Espíritu Santo, el llamado a la santidad, el bautismo […] Todos tenemos en nuestras iglesias buenos teólogos; que ellos hagan su trabajo pero nosotros no esperemos a que ellos se pongan de acuerdo […]”. En síntesis, la idea del pontífice es que los obispos —englobando en esta categoría a los que lo son verdaderamente y a los líderes de otras iglesias o denominación cristianas que se atribuyen el apelativo— deben trabajar todos juntos buscando la unidad y la concordia de todas las iglesias y que las diferencias, si en todo caso alguien quiere hacerle caso, sean resultas por los teólogos. Pero que este proceso de resolución o discusión no interfiera con la relación pacífica entre las iglesias.
Resulta escandalosa esta particular visión teológica, o pastoral, de un romano pontífice. Resulta, además, herética. Sin embargo, no es novedosa. Es muy antigua y pareciera que Jorge Bergoglio la copió casi literalmente de un importantísimo autor del primer cristianismo: Eusebio de Cesarea (+339), autor de la célebre Historia eclesiástica. Para él, era fundamental la unidad en la pluralidad (en eso consiste la postura de Francisco), y cuando los obispos, sea por las razones que sean, comienzan a discutir cuestiones doctrinales rompiendo de ese modo la unidad, Dios los castiga, y atribuye a este hecho la persecución de Diocleciano (303-313). Los obispos debían garantizar la unidad de la fe y la paz entre las iglesias, y no era función suya las discusiones doctrinales acerca de qué es la verdad cristiana.
Como discípulo de Orígenes, Eusebio adhería a lo que el Adamantino establece en el prólogo de su tratado Sobre los principios: hay unas pocas verdades reveladas sobre las cuales tenemos certeza. Sobre el resto, puede discutirse pero no establecerse como doctrina cierta. Y recuerda Eusebio lo que dice Isaías 53,8(“¿Quién puede narrar su generación [de Dios]”). ¿Para qué, entonces, generar divisiones acerca de cómo es la modalidad de las procesiones trinitarias o si el Hijo tiene una o dos naturalezas, o voluntades? Si los teólogos quieren discutir al respecto, que lo hagan, pero los obispos no pueden involucrarse, con ellos a sus iglesias, en este tipo de discusiones que generan conflicto y división. Dicho de otro modo, la profundización del depositum fidei no puede ser tal que genere un nuevo distanciamiento de la revelación ligada a la última y decisiva teofanía de la encarnación: es el Logos el que se ha revelado al hombre, no la investigación del hombre la que lo revela.
Pero lo que asustaba a Eusebio, por ejemplo, durante los preparativos del Concilio de Nicea no era la reflexión teológica como tal, aunque ésta no debería ser la principal preocupación de las iglesias y los obispos, sino el conflicto teológico que surgiría de la superposición de ambiciones personales. En Arrio primero, y en Atanasio y Marcelo después, Eusebio vio no tanto el peligro de desviación, como el de la división de la iglesia finalmente pacificada y unida. Y así, Eusebio asignó a la teología una función misionera y apologética, como muestran sus obras, y no especulativa. En términos más estrictamente epistemológicos, Eusebio parece decidido a detenerse en el umbral del misterio de la relación entre el Padre y el Hijo, lo que él llama la "teología del Logos”; no ir más allá de los que establece la revelación veterotestamentaria y neotestamentaria, y centrarse en cambio en el lado “humano” y “cósmico” del Logos, es decir, en su acción en el mundo que continúa después de la encarnación en la asistencia y la presencia de su iglesia.
El papa Francisco seguramente conoce quién fue Eusebio de Cesarea y con seguridad jamás leyó su Historia eclesiástica. Sin embargo, comulga con este gran obispo en un aspecto esencial de su obra. Así como la filosofía moderna y contemporánea no es más que modulaciones de un eco iniciado en la discusión de Platón y Aristóteles, las herejías modernas no son más que repeticiones, más o menos trasvestidas, de las herejías más antiguas y rancias que surgieron en el cristianismo.
Como casi siempre...una entrada buena y picante,que abre a la reflexión,en este círculo de hombres de fe,que es Wanderer;Casi uno diría alrededor de un fuego y con un Single en el vaso...
ResponderEliminarPregunto:¿ese "no ir más allá ",no es la experiencia de los místicos? No es Santo Tomas,con la cabeza dentro del Sagrario?
Estimado Ruso, en otros casos podría serlo, pero no lo es en el caso de Eusebio de Cesarea. Él es muy claro en su Historia Eclesiástica: no ir más allá de lo estrictamente revelado a fin de no generar discordia entre los obispos y cristianos.
EliminarHay que decir también que trabajó codo a codo con el emperador Constantino, que era justamente lo que quería: que los obispos le mantuvieran tranquilo al pueblo.
Es así, es la lógica implacable del principio de inclusión: cuanto más comprensión del objeto, menor extensión, y viceversa. La búsqueda de un mínimo común desencializa y empobrece la inteligencia a niveles miserable, como nos muestra en la práctica Bergoglio.
ResponderEliminarComo dijo el teólogo antrópico Higinio Fernández, el único dogma que nos una debería ser “Es posible que haya Algo, aunque no sabemos qué”.
Recuerdo este comentario de Perón I. También me escandalizó en ese momento. De hecho, me hizo recordar el escándalo que provocó en la Iglesia que un Concilio condenara a un Papa por "no haber enderezado el error, y haber sido funcional a él, desvirtuando el mensaje de Cristo", o palabras a tal efecto, que luego fueron sacadas de las actas por el Papa reinante en ese momento al declarar que no podían condenar a un Pontífice. Si no recuerdo mal, se trataba de la herejía Monofisista, y el concilio en cuestión fue celebrado en Basilea. Pero hablo bajo corrección, pues no tengo a mano la cita ni le fuente que leí. Grave antecedente. Quizás los que saben puedan corregir lo que escribí. Y si no, mañana traigo la cita. Gracias Wanderer. Por todo. Muret
ResponderEliminarSi tomamos todo lo que viene haciendo el "Santo" Padre, en su conjunto, desde que detenta el Trono de San Pedro, el asesor del Papa, pareciera ser el Viejo Vizcacha, por no decir Mandinga, en persona...
ResponderEliminarBuena entrada Don Wanderer!
Voy a ser abogado del diablo (ojalá existiera una expresión más feliz para ese concepto)
ResponderEliminarEl hecho de que a pocos hoy en día les importe mucho lo que diferencia a los coptos y armenios de los ortodoxos y católicos, de que a muchos les parezca un asunto de pedantería semántica en griego, o de que a muchos no les importe lo de la filioque, no demuestra que Eusebio tenía razón?
La iglesia hoy en día parece no tener ningún problema con la teología de Palamas, e incluso hay un comentador habitual en este blog que se llama Palamista (si me acuerdo bien). Buscando por internet los únicos "católicos" de la era actual que tienen problemas con Palamas son los hermanos y "monjes sedevacantistas" Dimond de Estados Unidos.
Hace unos meses, buscando información sobre literatura en arameo/siríaco, encontré esto en la entrada de wikipedia en inglés de un escritor en siríaco del medioevo, Bar Hebraeus, de la iglesia siriana ortodoxa (que son miafisitas, no como los católicos u ortodoxos griegos/rusos)
Lo paso por el traductor de google
En teología, Bar Hebræus era un miafisita.[20] Una vez reflexionó: Después de pensar mucho y reflexionar sobre el asunto, me convencí de que estas disputas entre las diferentes Iglesias cristianas no son una cuestión de sustancia fáctica, sino de palabras y terminología; porque todas confiesan a Cristo nuestro Señor como Dios perfecto y hombre perfecto, sin mezcla, mezcla o confusión de las naturalezas... Así vi a todas las comunidades cristianas, con sus diferentes posiciones cristológicas, como poseedoras de un único terreno común que es sin ninguna diferencia entre ellos
sacado de acá
https://en.wikipedia.org/wiki/Bar_Hebraeus
este hombre del siglo XIII rodeado de musulmanes creía que las diferencias por las que los cristianos se habían dividido en sectas eran cuestión de terminología y que todos creían esencialmente lo mismo.
Eusebio no tenia razon en su epoca porque la cuestion en discusion es la consustancialidad del Padre y del Hijo. Si se acepta como revelado el Evangelio de Juan y el Apocalipsis, entonces es voluntad del Padre que el Hijo sea honrado como lo es el Padre (Jn 5,23 y Ap 5,13), o sea adorado. En ese caso hay 3 posibilidades: 1: somos monoteistas, esto es sostenemos que hay una unica sustancia divina, y el Padre y el Hijo son esa unica sustancia divina, o sea consustanciales, homoousios; 2: somos monoteistas, el Hijo es creado, y es voluntad del Padre que cometamos idolatria; o 3: somos biteistas, esto es sostenemos que el Padre y el Hijo son de sustancias qualitativamente iguales y numericamente distintas, o sea equisustanciales, isoousios. (En realidad hay una cuarta opcion que es el modalismo o sabelianismo: somos monoteistas y Padre e Hijo son meros modos de aparecer.)
EliminarEn todo caso, es un discípulo de Eusebio al que le falta un Constantino, esto es, un soberano querido de Dios, en imitación del Poder Superior (.i.e. el Logos), que lleva el timón y endereza las cosas de la tierra (ver "De Vita Constatini"). Las instituciones globalistas que el Pontífice frecuenta todavía no han coagulado uno
ResponderEliminarMuy buen post, W!
ResponderEliminarEse espíritu "eusebiano" no solo ha impregnado al Papa y a los clérigos, sino también a los laicos que suelen estar al frente a diversos grupos católicos (algo así como las minorías creativas del post anterior). Recuerdo dos ocasiones al respecto.
La primera cuando al charlar con la cabeza de uno de estos grupo (un muchacho de unos cuarenta años) me dijo que a él no le interesaba quién tenía la verdad o no en determinadas cuestiones, lo que le importaba y lo que tenía que importarle a todos eran los resultados prácticos que se seguían de estas discusiones en torno a la unidad del grupo. Si la discusión no sumaba a la unidad del grupo, la discusión era estéril.
La segunda ocasión, también con el mismo muchacho, fue frente a una decisión absolutamente y claramente injusta a la que se había llegado en ese grupo. Cuando dejé en evidencia lo grave e inmoral del asunto, muy suelto de cuerpo me responde que la decisión fue una decisión de gobierno, que no era nada personal contra el involucrado.
En ambas ocasiones no podía creer lo que escuchaba. Ese día perdí mi inocencia con respecto a muchas cosas...
Desde el primer día Francisco ha dado sobradas pruebas de sus intenciones ecuménicas a contramano de la enseñanza tradicional de la Iglesia. Lejos de disimularlo, hasta en los pequeños detalles nos da a entender que gracias a él por fin los católicos pudimos conocer fielmente la Palabra de Dios.
ResponderEliminarSegún parece, no queda otra alternativa que aceptar que durante 2000 años la Iglesia vivió en el error...
Ya en 2016 y refiriéndose a Lutero, decía que "la diversidad es lo que quizá nos hizo tanto daño a todos, por eso hoy procuramos la manera de encontrarnos después de 500 años. Creo que lo primero que hay que hacer es orar juntos, después debemos trabajar por los pobres, los refugiados, tantas personas sufriendo. Y por último, que los teólogos procuren estudiar juntos. Se trata de un largo camino..."
Y no se quedó en palabras, todo eso lo rubricó en la declaración conjunta que el 31 de octubre de 2017 firmó en Suecia con el Obispo Munim Yunam, Presidente de la Federación Luterana Mundial.
Por lo visto, Bergoglio llegó a Roma con la idea fija de plantar la semilla de la religión única mundial, condición sine qua non puesta por el NOM para recibir al Anticristo que por ahora está en el banco listo para entrar a la cancha en cualquier momento.
De este pontificado se puede esperar cualquier cosa, Francisco se supera día a día y todavía nos puede sorprender con su mejor versión. Y hay que prepararse para eso sin dar un paso atrás, el que persevere hasta el fin, ese será salvo.
Lo que cuesta entender es que todavía sean legión los que no ven señales del fin por ningún lado...
Hoy en día, por lo que se ve y lo que se escucha, algunos evangélicos o pentecostales parecen más cerca de Cristo que algunos católicos (me animo a decir que algunos sacerdotes), por su adhesión a la letra de las Sagradas Escrituras, su oración y su fe en el poder de Dios que obra en las personas.
ResponderEliminarJuancho.
Usted cada vez me cae más simpático, don Juancho.
EliminarNo tenga ninguna duda y muchisimo mas los ortodoxos, que hasta dan sus vidas por la fe. Y tienen un respeto y una devocion digna de copiar. Para la gran mayotia de los Catolicos de hoy, Dios es una ficcion.
EliminarAnteponer la Pastoral a la Teología tiene como consecuencia a medio plazo la demolición de la FE, porque si da igual la fe de un católico o de un protestante, lo que pasa es que cada uno se hace una fe a gusto. Es falsa y diabólica la idea que las diferencias son solo una disputa teórica de teólogos. No me extraña que Francisco le moleste el proselitismo, y le guste tanto el ecumenismo, ya que la refuerza la idea de que todas las religiones son parecidas.
ResponderEliminarEs la dictadura del relativismo denunciada por Benedicto XVI. O si lo vemos desde otro punto de vista, es la construcción de la Religión mundial masónica.
No recuerdo el pensador que dijo que los Dogmas y verdades de Fe son la estructura del edificio, si quitamos la estructura, la Fe se viene abajo.
Constantino tenia dos intelectuales a su servicio. Uno era Eusebio y el otro Lactancio.
ResponderEliminarA mí parecer, Eusebio no era muy ortodoxo que digamos. Más bien manifestaba su predilección por Arrio y su tocayo Eusebio de Nicomedia, otro hereje y defensor de Arrio, que intentaba reducir la fé a una especie de filosofía. No olvidemos que San Pablo, el primer teólogo de la Iglesia expresó una anatema a los que se atrevían a proclamar otro evangelio del que el había proclama. No soy un devoto a Eusebio que rendía mucho culto a Constantino. Tampoco ha sido considerado un santo y menos Doctor de la Iglesia, aunque los Ortodoxos consideran que Constantino es un santo, pese a haber matado a varios miembros de su familia.
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